X

Luego de que durante toda la noche, para darle su espacio, Chris no se acercó al cuarto del chico, decidió finalmente dar unos toques a su puerta.

Aunque sea necesitaba saber que estaba bien.

—Felix, por favor— susurró Chan apoyando su mano y su frente en la puerta—. Sé que estás despierto.

—Vete— pidió.

Pero tanto él como Chan sabían él que no quería eso, y lo decía sólo por la forma en la que se sentía, y muy en el fondo, realmente necesitaba de sus abrazos.

—Sabes que no quieres eso— rió suavemente, sin escuchar respuesta alguna—. Lixie...

Escuchó como destrabó la puerta, seguido de pasos que se escucharon rápidamente llegando de nuevo hasta la cama.

Chris abrió la puerta muy despacio, sintiendo su corazón chiquito cuando después de cerrarla y dirigir su vista hasta Felix, sus brazos temblaban.

Se sintió un asco por haber causado parte de eso.

Caminó despacio, sin querer hacer mucho ruido, llegando hasta el lado de Felix, tomando asiento ahí.

Sintió su cuerpo brincar un poco cuando colocó su fría mano encima de la sábana, tratando de darle caricias.

—Lo siento— susurró bajo—. No debí decirte nada de eso, lo siento, Felix.

Debajo de la cobija, Felix corrió una esquina de la sábana, exponiendo sólo sus ojitos y poder mirar a los orbes del otro, los cuales se veían totalmente arrepentidos, cansados y caídos.

—¿Puedes perdonarme, Lixie?— preguntó tratando de hacer contacto visual. Tratando de acariciar su mejilla suavemente, esperando que el rubio no apartara su tacto.

Felix lo pensó un momento, porque a pesar de no poder molestarse con él en su vida, aquellas palabras siempre le retumbarían en su cabeza.

Y así, asintió.

Chris perdí cada vez la razón de su mente, y de una manera suave, con su otra mano libre, trató de bajar la sábana que escondía el rostro de Felix.

El chico la tomó, impidiendo que el otro viera su rostro empapado con lágrimas, sus mejillas llenas de ríos de llanto, y su carita levemente hinchada.

Chris apartó la mano de su rostro, sólo por segundos.

Y sin importarle, siguió bajándolo, hasta poder ver la carita del rubio.

Verlo en aquel estado, le rompió el corazón, pero no se dejaría llorar.

De una forma estúpida, quiso borrar parte de aquellos charcos de lágrimas con sus pulgares.

Aquellas manchas de lágrimas, no deberían estar encima de aquellas hermosas pecas.

Se inclinó hacia su rostro, tomándolo de las mejillas con sus dos manos, llegando a rozar su nariz con la del otro, comenzando a sentir su suave respiración.

No debía, definitivamente no debía.

Pero ese sentimiento de poder sentir los labios del menor, seguían vivos, y entonces juntó sus labios en un beso agridulce, donde el sabor de las lágrimas de Felix y el dulce de los labios de Chan se mezclaban.

Era incorrecto, indebido, y casi peligroso aquel acto, pero por más malo que fuera, ninguno quería detenerlo.

Se sentían llenos cada vez que juntaban sus sentimientos por medio de un beso, y aunque esta vez no fue como quisiera, aún se amaban.

Sin darse cuenta, Chan comenzó a llorar suavemente también, separándose de Felix un poco.

El pecoso limpió sus lágrimas con sus manitas, sin quitar la mirada del otro.

Chris se subió encima del cuerpo de Felix, tomándolo nuevamente por las mejillas y plantar sus labios con los de él.

Porque a pesar de no poder seguir juntos, Chan siempre se encargaría de cuidar de Felix, y el rubio se encargaría de nunca perder todos los recuerdos con el pelinegro.

Sin saber que podrían ser de los últimos besos que compartirían.

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