I need you (2)
Los pasillos lucían desiertos y silenciosos, de no ser por la brillante luz natural con la que se encontraba a ratos habría jurado que ya era de noche. Sus pasos sonaban huecos en el suelo de piedra, un paso tras otro hasta que otro sonido se sumó a los que él mismo provocaba. Era un murmullo de dos armónicas voces cantando, y en cuanto se acercó más descubrió que conocía una de esas voces. Qué demonios, conocía ambas voces. Estaban cantando algo que él reconocía más no recordaba bien qué era, y realmente quería descubrirlo, pero cuando de pronto dobló un pasillo y se encontró de cara con ambas personas dueñas de esas voces, la canción murió y esos dos pares de ojos lo miraron con sorpresa. Muchísima sorpresa.
— ¿Kobra? —la niña chilló y se apartó de la mesa para ir corriendo hacia él. Se le abrazó fuertemente, pero él no respondió porque estaba mirando a la otra persona ahí. Con su traje genial y su cabello rojo brillante estaba su hermano, su Gerard. Estaba bien, más que bien, y cuando alzó las manos para acercarse a abrazarlo vio una dorada argolla en torno a su dedo anular. Pero no tenía tiempo para detenerse en detalles. Gerard... su hermano.
— ¿Qué haces aquí? —fue lo primero que Poison dijo cuando rompió el abrazo y se apartó para acariciar sus mejillas con los pulgares— Dios... Mikey.
Ambos se quedaron mirando, Poison no conocía un Mikey pero aun así sabía que él se llamaba así, que era su hermano y que no pertenecía a ese mundo. Mikey, por su parte, quería llorar de tristeza y emoción al verlo por fin. Lo había necesitado tanto todo este tiempo y Gerard había estado tan cerca pero tan inalcanzable a la vez. Su hermano le dedicó un gesto con la mirada a la niña y luego lo guió de regreso por los pasillos de piedra hasta una puerta electrónica. Entró con él a través de ella y se encontró con una sala de estar bastante bonita, todo el estilo de Gerard estaba plasmado en cada espacio decorable. Cuando la puerta se cerró a sus espaldas Gerard volvió a abrazarlo, esta vez mucho más fuerte, y pronto suaves sollozos se hicieron escuchar, Mikey no supo quién comenzó a llorar primero pero sí supo que cuando se apartaron ambos estaban llorando. Miró su reflejo en los ojos cristalinos de su hermano y se encogió sobre sí mismo. Su propio traje de killjoy había decidido acompañarlo en esta expedición por aquel extraño mundo.
— Gee... necesito que hagas memoria y me digas qué pasó —logró formular Mikey una vez tomaron asiento en los amplios sofás de cuero teñido de rojo—. Cada detalle.
Gerard se encogió de hombros.
— Con el paso del tiempo he ido recuperando recuerdos... sé que esto comenzó como un sueño pero que ahora es real, sé que yo no siempre viví en este mundo, sé que eres mi hermano y que mi madre se llama Donna, sé que mi esposo se llama Frank al igual que su padre el político... pero no sé qué pasó, no sé por qué estoy aquí... no sé por qué no he vuelto aunque sea un rato a ese mundo. Este ha sido mi único mundo desde que atacamos las oficinas de Korse, pero Korse fue derrotado ese día...
— ¿Si fue derrotado por qué siguen viviendo aquí? —preguntó Mikey.
— Porque...
— Todo está como congelado en el tiempo, ¿no es así? Veo que te casaste, pero no veo que hayas envejecido... veo que lograron terminar con este caos, pero no veo que hayan recuperado sus vidas y sus hogares... todo esto está así porque falta algo.
— ¿Qué falta?
— Yo... —suspiró Mikey— Yo tengo que encontrarte, Gee. No aquí, sino que allá. Tengo que saber dónde estás para que puedas volver a casa.
Gerard sacudió la cabeza, pensar en eso le provocaba migraña. Y aun así siguió pensando pero no había nada, ni siquiera flashes como con otros recuerdos. Era solo dolor, había una pared en esa zona de su cerebro y no importaba cuan fuerte se estrellara, no podía echarla abajo. Parpadeó varias veces y alzó la mirada. Mikey estaba ansioso, sabía que tenía poco tiempo y cuando su hermano negó derrotado él comenzó a perder la calma.
— Necesito encontrarte, Gee. Inténtalo, inténtalo... —metió las manos a sus bolsillos y encontró el pequeño frasquito que una vez había contenido el líquido que lo había arrastrado a ese lugar, sonrió y se lo tendió— Inténtalo —repitió dándole el frasco.
Gerard se quedó congelado.
Mikey supo que había logrado algo. Emocionado se acercó a él y vio sus ojos cerrarse con fuerzas, y cuando los abrió supo que había información tras ellos. Cosas importantes, difíciles y preocupantes.
— Yo lo liberé —susurró Gerard—, Frank estaba encerrado en su cuerpo y lo liberé... y él pudo avanzar aquí... necesitas liberarme, Mikey. Es la única forma.
— ¿Liberarte? —no estaba entendiéndolo.
— Mi cuerpo, debes encontrar mi cuerpo y liberarme.
— ¿Tu cuerpo?
Gerard asintió.
— Sé que suena difícil pero debes matarme, Mikey. Aunque eso no es vida... y yo podré ser libre aquí. ¿No lo ves? Es la única esperanza.
— No quiero matarte, quiero salvarte.
— Ya no se puede, Mikey —Gerard le acarició una mejilla—, ya no pertenezco a ese mundo... esta es mi realidad ahora. Él ganó.
— ¿Él?
Gerard suspiró.
— Morrison... él... lo último que recuerdo es que estuve en su casa. La dirección está al reverso de algunos de los tomos de los cómics, revisa en mi habitación. Debo seguir ahí, en alguna parte... debes ir a casa de Morrison y tienes que liberarme, Mikey. Es lo único que podemos hacer ahora.
— Pero yo no quiero matarte... —las lágrimas contraían su rostro, sabía que su voz sonaba extraña pero mierda, estaba hablando de matar a su hermano.
Recibió el abrazo del mayor de los dos y luego respondió a su abrazo, era cálido y olía a madera fresca. Era Gee... después de tanto podía abrazar a su hermano mayor. Sentía como sus cuerpos se fundían en uno en medio del abrazo. Pero de pronto el aroma dejó de ser tan agradable y la calidez se perdió, y cuando abrió los ojos buscando a su hermano para seguir abrazándolo se encontró de nuevo en esa horrible cama de la clínica psiquiátrica. Las paredes seguían llenas de dibujos. Y él todavía era un suicida y un maniaco. Estaba sudando profusamente.
— No quiero matarte... —repitió y cerró sus ojos, pero no pudo volver a dormir. No podía volver a Gerard... él solo quería estar unos momentos más con su hermano, había olvidado decirle lo mucho que lo extrañaba y que deseaba que nunca hubiese pasado todo eso, que lamentaba haber peleado con él y que nunca más volvería a hacerlo porque estaba feliz de tenerlo como hermano mayor... si tan solo pudiera estar un minuto más con él, lo usaría para decirle lo mucho que lo amaba.
Las lágrimas volvieron a brotar.
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