10
Los quince minutos previos a abandonar la cama fueron un ir y venir de pensamientos en torno a una simple cosa... aquél beso. Todo lo que venía después de eso, el asunto como demonios había regresado a la habitación que compartía con los chicos y las obvias preguntas que éstos le hicieron eran algo totalmente difuso. Ahí sentado en su cama, con los pasos de su hermano menor como el único sonido cercano y la perspectiva de tener que ir a clases dentro de una hora seguía sintiendo que lo real era Ghoul y el beso.
No su aburrida vida de estudiante.
Con pereza abandonó la cama para dirigirse a la ducha. Diez minutos después regresó a su habitación vestido sólo con una toalla. Sus prendas son simples, oscuras y típicas, su corto cabello despeinado luce totalmente extraño cuando vuelve a mirarse al espejo. Aquel oscuro color no tiene comparación al rojo brillante que poseía en sus sueños. Y con su mente debatiéndose contra sí misma bajó las escaleras, con su mochila colgando de un hombro.
Su hermano estaba sentado a la mesa, ya listo para irse a la escuela. Y con grata sorpresa descubrió que había una humeante taza de café lista para él. Le dedicó una pequeña sonrisa y luego tomó asiento ante él. Ambos son callados, pero se preocupan del otro. Gerard dejó ir un suspiro. Pensar en la última vez que mantuvieron una conversación real es un verdadero dolor en el trasero, porque no lo recuerda. Su mente sólo desvaría en torno a sus aburridas clases, su estúpido amigo y sus maravillosos sueños. Su hermano, los chicos con los que solía verse después de clases, su propia madre o su pasatiempo como dibujante... todo eso pasó a segundo o tercer plano cuando esos extraños sueños comenzaron a suceder.
— Mikey —intentó en tono pausado— ¿Sabes...?
— No me interesa hablar de tus sueños, Gerard. Estoy atrasado.
— Pero...
— ¡Son estupideces, Gerard! Todo lo que haces es hablar de esos estúpidos sueños tuyos. Mi novia acaba de dejarme, ¿Sabes? Sally me ayuda más que tú.
— ¿Quién es...?
— ¡Sally es mi otra maldita ex novia, Gerard! ¡Te conté todo sobre ella pero a ti te importa una mierda! Sólo sabes dormir y decir estupideces. Mamá está furiosa contigo porque entramos a tu perfil en la página web de tu universidad y descubrimos que estás reprobando tres materias, ¡Tres! ¡Y estoy seguro de que todo es por esa mierda! Mamá cree que estás en drogas. Yo creo que eres un imbécil. Estás olvidándote de lo que es realmente importante, ¿Sabes? Esos son sólo sueños. Es una verdadera mierda y de seguro todo es inventado porque eres patético y nadie, absolutamente nadie te quiere. Vete a la mierda, Gerard. No me hables más. —estalló el menor de ambos. Y sin decir más abandonó la mesa.
Gerard se le quedó mirando, intentando descifrar qué demonios había pasado... pero su mente sólo podía dar vueltas en torno a la espalda de su hermano; lo último que sus ojos habían visto de él, y después de eso venía una lista interminable de imágenes de Fun Ghoul. ¿Cómo era posible que una creación de su subconsciente estuviera tan presente en él? ¿Era posible que se hubiese enamorado de... un sueño? Y si lo veía desde los ojos de su hermano parecía ser así. Estaba total e irremediablemente loco.
— Es que no entiendes... —dijo en voz baja. Se puso de pie para tomar ambas tazas e ir a dejarlas al lavabo, y luego de quitar el resto de cosas de sobre la mesa fue a tomar su mochila para marcharse a la universidad.
Una piedra fue su única acompañante de camino a la parada de autobús. Realmente le habría gustado encontrarse con su hermano por ahí, pero eso no pasó, era obvio que no iba a pasar... estaba despierto y al estar despierto todo era aburrido y terriblemente triste, en sus sueños era diferente. En sus sueños era un héroe, tenía amigos, podía manejar una jodida arma a rayos láser y por sobre todo... tenía a Ghoul. Ghoul... no podía dejar de pensar en su rostro, en lo genial que esa cicatriz se veía a la luz de la luna, en lo maravillosa que era su voz, en lo que su sonrisa le provocaba en el estómago, en lo que aquel beso había significado para él.
Y no podía estar para llegar a casa... y volver a dormir.
A pesar de lo lejos que estaba su mente, el día pasó de forma tortuosamente lenta, su mente estaba lista para colapsar cuando tomó el autobús de regreso a casa para evitar caminar, y evitar también la mayor distracción: la tienda de cómics que manejaba su amigo. Se había dicho mil veces a sí mismo que no tenía tiempo que perder... su vida había pasado a ser lo que pasaba cuando cerraba los ojos, esa vida de estudiante era patética, no la quería.
Su casa estaba vacía, se dio cuenta al instante, pero de todos modos gritó en busca de su madre y su hermano. El reloj de la sala marcaba las nueve de la noche cuando pasó por ahí, y con prisa subió las escaleras en dirección a su cuarto. Dejó caer la mochila y luego su chaqueta, se quitó el calzado y luego se lanzó de espaldas a la cama. Sus ojos se cerraron de inmediato y tentativamente una de sus manos fue al colgante en torno a su cuello, un suspiro abandonó sus labios. Estaba cansado, pero no tenía sueño.
— Vamos... —se dijo a sí mismo, frotando sus ojos con fuerza, como si de ese modo fuese a conseguir que Morfeo lo secuestrara con más prisa, pero era inútil. Sus ojos recorrieron toda la habitación y se fijaron en su chaqueta que sonaba como si estuviese vibrando. Curioso se acercó a ella y de uno de los bolsillos sacó su teléfono celular. Era su madre.
— Gerard, gracias a Dios —fue lo primero que escuchó venir de su madre.
— ¿Qué...?
— Te necesito aquí, cariño. Te necesito conmigo, tu hermano...
— ¿Mikey? ¿Algo anda mal con Mikey? —se apresuró a preguntar, lanzándose en busca de su calzado para comenzar a ponérselo mientras entre su hombro y mejilla sostenía el teléfono.
— Tuvo un accidente, Gerard —la escuchó decir, sólo entonces notó lo congestionada que sonaba su voz, seguramente había estado llorando—. Lo atropellaron de camino a casa, tiene un par de huesos fracturados... no es realmente grave, pero tiene un, no recuerdo como lo llamaron, pero tiene un traumatismo en su cabecita y... ahora mismo está en un coma inducido. Estamos en el East Orange, tercer piso. Te espero, hijo.
— Estaré ahí en un rato, mamá.
Se puso de pie casi al instante y se calzó la chaqueta, sus ojos se desviaron inconscientemente a la cama y por instantes se imaginó a sí mismo lanzándose a dormir sólo para encontrarse con Ghoul otra vez... pero no podía hacer eso, su hermano y su madre le necesitaban más que Ghoul y los chicos, o eso quería creer.
Tardó sólo diez minutos en llegar al hospital gracias a un taxi que afortunadamente se encontró a pasos de su casa. Con prisa subió las escaleras hasta el tercer piso y luego se acercó a la primera enfermera que vio, una mujer alta y atractiva, increíblemente delgada.
— Mikey Way —jadeó—, Michael —se corrigió al instante— Michael Way... tuvo un accidente, soy su hermano, su hermano mayor. Gerard.
La mujer sonrió.
— Sígueme.
Y lo hizo. Se detuvieron en la puerta número 38, y sin decir nada la mujer se alejó de él. Gerard tomó el pomo y lo giró levemente, se encontró a su hermano conectado a un millar de diferentes máquinas... aunque al ver bien descubrió que sólo eran una bajada de suero, oxígeno y un monitor cardiaco. Tenía la mitad superior del cuerpo vendado y su rostro lucía varios hematomas en una escala que iba del rojo al púrpura. Sus ojos estaban cerrados, pero sólo estaba durmiendo.
— Mamá —murmuró en voz baja, la mujer soltó la mano de su hijo menor y se acercó a él. Lucía terriblemente cansada, su cabello estaba horrible y su maquillaje se había arruinado, pero aun así le regaló una sonrisa—. Mikey va a estar bien —no supo por qué lo dijo.
— Lo sé —asintió la mujer, dos segundos después se lanzó a abrazarlo con fuerza y un par de segundos después rompió en llanto. Fueron unos largos momentos en donde el pitido de la máquina era lo único que se podía escuchar además de los sollozos de su madre, pero eventualmente se detuvo, y volvió a mirarle a los ojos con una sonrisa—. Pensé lo peor... pero gracias a Dios tu hermano está con vida.
— Mikey es muy fuerte, mamá —dijo de inmediato, dedicándole una sonrisa de medio lado—. Tú también lo eres... pero ahora luces terrible. Deberías ir a casa, ¿sabes? Yo voy a quedarme aquí con Mikey.
No necesitó decir más. Luego de recibir un húmedo beso en la mejilla su madre se marchó, dejándolos totalmente solos. Gerard soltó un suspiro y empujó el pequeño sofá a un costado de la cama para no incomodar a su hermanito. Se recostó sobre el mismo y tomó la misma mano del menor que su madre tenía anteriormente, jugando con sus dedos como cuando ambos eran niños.
— Vas a estar bien... —suspiró, dejando que sus ojos se pasearan por el magullado cuerpo de su hermano en dirección a la mesita de noche, y algo particular llamó su atención. Se puso de pie para ir a ver de qué se trataba y se sorprendió increíblemente al encontrar ahí un colgante idéntico al que él mismo tenía en su cuello, aunque el de su hermano era de un amarillo intenso. — ¿De dónde sacaste esto, Mikey? —preguntó, aunque obviamente no iba a recibir respuesta.
Sin pensárselo demasiado abrió el broche y se acercó a su hermano para ponerle el colgante... a él le había dado buena suerte y sueños geniales, quizás también le diera aquello a su hermano. Acomodó el frasquito en medio de su pecho y luego volvió a su lugar en el pequeño sofá, y cerró los ojos.
— ¡Los chicos llegaron!
— ¡Apresúrense, Viper y Lithium llegaron de la expedición!
— ¡Corran, hijos de perra!
Se desperezó sólo cuando la mano ansiosa de uno de sus compañeros de habitación le hizo despertar. Los gritos se hacían escuchar con fuerza en las amplias cuevas que servían de pasillos, y pesaroso se puso de pie. Sus amigos no estaban mucho mejor.
— Es una mierda tener que salir a recibir a cada imbécil que llega de expedición —se quejó el rubio—. Una pérdida de tiempo.
Gerard dio un corto asentimiento, pero no tardó en ponerse su chaqueta azul y con prisa salió al pasillo, siguiendo la multitud en dirección a la entrada de la cueva. La enorme multitud estaba congregada en torno a una solitaria furgoneta que en algún momento había sido negra. Vio a Ghoul junto a la misma, hablando con el sucio hombre de barba que al parecer había sido el conductor, lo conocía de vista, era Lithium. Pero no se entretuvo mirándolos a ellos porque en la puerta lateral se encontraba Red junto a Viper, y con ellos había un tercero que parecía estar inconsciente.
Sus pasos lo llevaron a través de la multitud y cuando estuvo junto a la furgoneta los ojos de los dos recién llegados, de Red y Ghoul se posaron en él. Conocía al muchacho que estaba inconsciente. Cayó de rodillas frente a él, y una sola palabra abandonó sus labios:
— Mikey...
— ¿Lo conoces? —Ghoul se apresuró a preguntar.
Gerard alzó la mirada hacia él y dio un corto asentimiento.
— Es mi hermano —respondió.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top