08
Gerard intentó asociar el conjunto de emociones que le habían recorrido mientras disparaba de forma totalmente efectiva a la cabeza de esos Draculoids enmascarados. Trató de pensar en lo genial que se sentía cuando disparaba a diestra y siniestra en Call of Duty, o como cuando atropellaba civiles y mataba prostitutas a golpes en el GTA. Pero nada, absolutamente nada, se parecía a eso. Sus manos habían seguido vibrando muchas horas después de haberse encontrado con esa furgoneta de tres Draculoids de camino a Pacific Coast. Los chicos, como habían dicho, le habían cubierto la espalda en todo momento, pero no había sido necesaria la intervención de nadie más. Gerard le dio un limpio disparo al primero, justo en la cabeza. Al segundo lo remató con un disparo en el pecho luego de errar el objetivo por cosa de milímetros, y con el tercero se regodeó al soltarle seis tiros en la espalda, hasta que finalmente cayó de rodillas. Razor se dedicó a poner explosivos en la furgoneta, y se apartaron por lo menos medio kilómetro antes de hacerla estallar de forma computarizada. El hongo había sido bastante grande, y la arena se había esparcido casi hasta el lugar en donde ellos estaban. El corazón de Gerard se aceleró de forma intensa en ese momento, no podía quitarse la sonrisa del rostro.
Pero esta se borró cuando comenzaron a acercarse a la ciudad. El sol estaba a la mitad del cielo cuando llegaron. Tal y como en el lugar en donde Gerard había despertado, todos los edificios se habían convertido en escombros. Aquí la arena era menos cuantiosa, pero el mar se había alzado un buen poco y la orilla estaba ya por encima del muro de contención. Para su suerte, las tiendas estaban muy por encima de eso, pero era cuestión de tiempo para que el mar siguiera avanzando.
— ¿Nos separamos? —dijo Razor, cuando Jet estacionó al interior de un enorme recinto, de muros fuertes y techo alto. Jet asintió, expandiendo un mapa sobre el capó del vehículo. Los tres se acercaron.
— En esta zona están las tiendas de comestibles, hay bodegas a media calle, en dirección a este lugar —dijo haciendo un círculo con su índice—. Razor, tú irás con tu bendita lista a preocuparte de esas cosas. Poison, te quiero aquí —dijo entonces, haciendo un círculo en otra zona—. En estas cuatro calles están concentradas las farmacias, librerías y tiendas pequeñas. Necesito pilas, medicamentos, los benditos tampones y una lista de libros que me dio Stereo. ¿Bien?
Gerard asintió.
— Yo iré a los supermercados y ferreterías. Necesito herramientas y medicamentos para mis bebés —era la forma en que Jet llamaba a todos los vehículos de dos y cuatro ruedas con los que contaban—. Quiero que junten la mayor cantidad de cosas posibles aquí —dibujó un círculo en un lugar en blanco, posiblemente una plaza o una intersección de calles—. Pasaré por ustedes dentro de una hora, ¿está claro?
— Clarísimo —dijo Razor.
— Totalmente —añadió Gerard, sólo por decir algo. Y mientras Razor le daba su parte de la lista, se preocupó de guardar cargas para su arma, aunque al parecer no había más almas en aquél lugar, salvo ellos tres. Recibió la lista cuando fue el momento y recibió también un abrazo por parte de los chicos. Con el comentario de Star en mente les regresó el abrazo, y con paso apresurado se apartó en dirección a su lugar de acción.
Se sentía rarísimo ir de compras a una ciudad fantasma, sobre todo porque no tenía que hacer filas y no tenía que detenerse a pagar en la caja. En las primeras dos tiendas se había sentido como un ladrón al tomar cosas de los pasillos extrañamente cargados de cosas antes de ir a la siguiente. Era tétrico el cómo todas esas cosas se habían quedado ahí, estáticos en sus lugares mientras los humanos de la zona habían sido aniquilados, transformados, o en el mejor de los cosas habían escapado. Habían pasado años desde que todo eso había sucedido, y las cosas seguían ahí, con una leve capa de polvo encima como único vestigio de la ausencia de personas.
En bolsas y cajas había ido juntando las cosas en el lugar acordado, y mentalmente fue tachando las cosas hasta que sólo quedó por añadir un par de libros que no había encontrado en ni una bendita librería, aunque había añadido varios libros de cómics, aunque ya los había leído todos, como compensación. Tenía un cuarto de hora libre, así que se quedó sentado ahí, esperando.
Y antes del momento acordado, Jet pasó por él. El vehículo estaba levemente cargado ya, pero no tuvieron problemas en organizar las cosas y pronto se fueron a buscar a Razor. Su carga era muchísimo mayor, pero tampoco tomó mucho tiempo cargarlo todo. Y mientras bebían una cerveza cuya fecha de caducidad Gerard no quiso mirar, el sol se vino abajo.
— Pasaremos la noche aquí —anunció Jet—. No podemos llamar mucho la atención y no me gusta conducir sin luces. Espero que queden vidrios en algún departamento, me gustaría dormir sin el molesto ruido del mar.
Pero no tuvieron suerte en eso. Por alguna razón cada bendito vidrio estaba quebrado, Gerard se hizo con una habitación que parecía pertenecer a un niño pequeño. Toda la habitación tenía decoraciones de dinosaurios y los muchos juguetes que ahí había eran así también. Se quedó despierto hasta altas horas de la noche pensando en el destino que aquél niño pudo haber tenido, y cuando despertó en su cómoda cama, el pensamiento seguía vivo. Se sorprendió cuando se alzó de la cama con su pijama y la ausencia de brisa marina. Incluso se sintió extraño no escuchar el mar, pero pronto su cerebro terminó de despertar y recordó que eso era su normalidad. El sol ya estaba colándose por sus cortinas, así que debía ser por lo menos las diez de la mañana. Con pesar alzó la cabeza sólo para comprobar que de hecho era esa la hora, y que era día domingo. Asombroso. Cerró sus ojos en el intento de dormir, pero no era posible.
Con pereza abandonó la cama y bajó a la cocina a prepararse algo para comer. Había una nota de su madre en la mesa del comedor, ella y Mikey habían ido a pasar el día a la casa de la abuela, había un plato con comida del día anterior en el microondas. Gerard tomó la caja de cereal y se fue de regreso a su habitación.
Se sentó en el suelo a jugar Super Mario en su vieja Nintendo 64 y cuando tuvo que abandonar para ir al baño, descubrió que ya eran las seis de la tarde. Comió su almuerzo con prisa y regresó a su habitación. Varias horas más tarde escuchó la puerta abrirse, para entonces ya había apagado la consola y estaba en su cama, leyendo un tomo de Spiderman. Lo lanzó al suelo cuando escuchó pasos por la escalera, apagó la luz de su mesita de noche y se fingió dormido cuando su puerta se abrió. Se mantuvo quieto hasta que fue cerrada, y pronto se quedó dormido.
Entonces la normalidad que prefería regresó a él. Inhaló profundamente el aroma que lo inundó cuando abrió los ojos. La habitación ya no estaba en penumbras, lo que era menos escalofriante. Se sentó sobre la cama y a ciegas buscó sus botas. Se las calzó sin prisa y luego salió a la sala. Los chicos estaban sobre los sofás, fumando un cigarrillo en silencio. Cuando le ofrecieron uno a Gerard éste se negó, y desayunaron un paquete de papas fritas sorpresivamente crujientes antes de que el sol terminara de salir.
En silencio se montaron en la camioneta, y sin contratiempos recorrieron el camino de regreso a la fortaleza. Se encontraron con la negra marca de la furgoneta y muchos restos metálicos de la misma en una zona del camino, Razor bromeó al respecto, pero fuera de eso no dijeron nada. Ambos iban preocupados porque la enorme carga los estaba haciendo tardar más y detenerse cada pocos minutos para cerciorarse de que todo seguía en su lugar, además de hacerlos un blanco mucho más notorio. Fue un alivio cuando, con el sol en su máximo esplendor, se adentraron al desierto, de camino a casa.
Nadie cubrió su cabeza esta vez, los chicos no se preocuparon de hacerle perder la huella antes de dirigirse finalmente al lugar, no desconfiaban de él en lo absoluto. Y cuando Jet le indicó la forma efectiva de encontrar la entrada al lugar, Gerard finalmente se sintió aceptado.
Prefería ser Poison, se sentía mucho más Poison que Gerard. Gerard era aburrido, lento, torpe, asustadizo. En cambio Poison era ocurrente, había aprendido rápidamente a pelear cuerpo a cuerpo y quizás era lento esquivando golpes, pero lo compensaba con su buen manejo de las armas. Poison era genial, Gerard no lo era.
Además Poison tenía amigos.
Un montón de personas se acercó a saludarlo cuando llegó, le quitaban la carga de las manos cuando se pusieron a descargar la camioneta y Butterfly le dio una Coca-Cola con hielo después de besar su mejilla. Fue genial el cómo, rodeado por todos los chicos se dirigió al enorme comedor y recibió un enorme plato de comida y tantas palmaditas en la espalda que pronto comenzó a doler, pero no se quejó.
Razor se dedicó a contar con detalle cómo había sido la excursión, exagerando en detalles al hablar del como Poison había acabado con esos tres Draculoids. Hasta entonces Gerard no se había detenido a pensar en cómo había sido, simplemente se había dedicado a actuar con rapidez y no se había detenido a pensarlo mucho antes de disparar nuevamente. Pero había sido algo bastante impresionante, si es que había sucedido tal como Razor lo contaba.
Todo era risas y comentarios alegres, hasta que Ghoul entró.
— Hace dos días, ocho de nosotros partieron rumbo a la base de Korse. Era una misión secreta y totalmente importante para el futuro de todos nosotros. Hoy en la mañana uno de nuestros hermanos regresó a nosotros y nos contó cómo habían sido aniquilados antes de siquiera poder acercarse a la base. Ustedes lo saben. Todos ustedes lo saben. Nuestro hermano murió poco después de haber regresado, no pudimos salvarlo. Sin embargo su cuerpo todavía no se enfría y los encuentro aquí, riéndose como imbéciles en lugar de guardarle el merecido luto a nuestros ocho hermanos. Deberían hacer planeas para una nueva misión, deberían buscar una forma para que esto no vuelva a pasar. Pero están aquí. Necesito compromiso por parte de ustedes, esto no es una broma. No estamos jugando a la guerra, estamos en guerra. Esto no toma pausas, no nos da descanso. Todos ustedes han visto morir a sus seres queridos, los han visto transformase en esas cosas. Piensen en eso antes de perder el tiempo, fingiendo que todo es mariposas y arcoíris.
Todos se quedaron en total silencio, con sus vistas bajas, avergonzados. Gerard era el más avergonzado de todos, pero de todos modos se alzó y buscó la mirada de Ghoul. Abandonó su lugar y se acercó a él, tenía un montón de palabras preparadas para disculparse, pero no logró llegar a Ghoul. Él se marchó antes, dejándolo con todas esas palabras atravesadas en la garganta.
Y por alguna razón se sentía realmente mal.
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