Esto Sí Pasó - Final 3 - Efecto
Un joven impaciente iba en transporte público, se le veía nervioso, llevaba en su brazo una pequeña tablet donde conservaba unos documentos muy importantes que debía mostrar. Algo que no había cambiado en la ciudad todos esos años eran los embotellamientos en las pistas. Ni la sofisticación de los vehículos, ni los esfuerzos de las autoridades ediles podían hacer algo ante el crecimiento poblacional, el control del tránsito era un imposible que tomaría muchos años más en verse resuelto.
Este joven miró a los alrededores y notó que se encontraba cerca a su destino. Pidió al chofer que le dejara bajar, aprovechando que todos los autos estaban detenidos. No se lo permitían, pero fue tanta la insistencia que se lo permitieron siempre y cuando corriera y se mezclara entre los transeúntes, para que ningún supervisor se diera cuenta del favor que le estaban haciendo. Así lo hizo.
Una vez en el paso peatonal, corrió las dos cuadras que faltaban para llegar. Iba vestido de forma elegante, con saco y corbata. Por suerte el clima era frío y no iba a sudar tanto hasta su llegada. Gracias al tráfico, cruzar las pistas no fue un problema. Al llegar, ingresó y una secretaria le esperaba en la recepción.
—Buen día. Tú debes ser... —dijo ella revisando su celular.
—Si, vengo a la entrevista. —respondió el joven recuperando el aliento.
—Eso veo, ahm... se lo vengo diciendo a todos los chicos, no se si lo tomen como buena o mala suerte, pero hoy vino el dueño de la empresa y es él quien está haciendo las entrevistas.
—Oh Dios santo ¿Es en serio?
—Si, ahora está terminando una, por lo que te recomiendo que te arregles en los servicios antes de ingresar. Hay uno cerca al ascensor a la izquierda, debes ir al octavo piso. La asistente del jefe te llamará cuando te toque entrar.
—Lo haré, muchas gracias señorita.
Tomó el ascensor y subió al octavo piso. Sus ansias aumentaron. No era lo mismo un representante de recursos humanos que el dueño de la propia empresa. Sus manos temblaban mientras se mojaba el rostro. Se sentía preparado, había estudiado muchísimo, sus prácticas habían concluido y era momento de hacerse valer en una empresa de renombre. Salió de los servicios y se sentó en una pequeña sala de espera. Los muebles eran cómodos. Pasados unos minutos, salió una joven y agradeció a alguien que estaba dentro. Junto a ella salió una mujer mucho mayor quien le indicó dónde debía ir para salir del edificio. Con algo de nervios, el joven se despidió de la chica con un gesto amable y se quedó solo con la otra mujer.
—Bienvenido joven, ahora le toca a usted. Pase por favor.
—Muchas gracias, por supuesto.
Al ingresar a la oficina, se sintió intimidado por la sola presencia de aquel hombre. La asistente, solo lo anunció como un pasante más que venía para la entrevista y le dijo al chico que tomara asiento y que no dijera nada aún. El hombre lo observaba con detenimiento, tendría unos ¿cuarenta? ¿cincuenta? Se veía joven, pero su postura, su mirada, todo en él denotaba experiencia y tal vez un mal carácter.
—Bienvenido joven —dijo el hombre mayor— perdón que no le permita presentarse, soy alguien poco ortodoxo. Quiero que esta entrevista sea de persona a persona y a ciegas, espero no le moleste.
—Para nada señor... esto... —vio el nombre de su interlocutor en un gafete.
—¿Traes tu CV verdad? —dijo interrumpiendo sus pensamientos
—Si, se lo paso. —el muchacho sacó su tablet y con un movimiento de sus dedos hizo que llegara una notificación al celular del hombre que tenía al frente, quien, lejos de comprobar lo recibido. Solo le dio vuelta a la pantalla y lo miró fijamente.
—Gracias, lo revisaré al finalizar la entrevista. Sin decirme tu nombre, cuéntame de ti, cómo eres, cómo te llevas con tu familia y qué aspiras hacer en mi empresa.
—Claro señor, esto... Tengo 23 años. Me considero un chico responsable, he estudiado muchísimo para no decepcionar a mis padres y a mi hermano. Amo a mis familiares, mi madre es una mujer humilde que siempre cuidó de mí incluso en los momentos más difíciles. Mi papá es un hombre que toda su vida ha trabajado desde que me tuvo en un lugar donde difícilmente te valoran. Ninguno de ellos es profesional, pero junto a mis abuelos hicieron todo lo posible para que estudiara en una buena universidad fuera de este país. Hice mis practicas allá, pero decidí venir aquí para hacer patria y desarrollar mi carrera como se debe. Me pareció buena idea venir a esta empresa ya que es la mejor en estos tiempos. Independientemente de lo económico, pretendo sumar, poner en práctica mis conocimientos de fuera y complementarlos con los de aquí. Le confieso que leí sobre usted, la historia de cómo creó todo esto y es impresionante. No pretendo adular, sé que no le gusta, pero es la verdad. Sería un honor ser parte de este equipo.
—No se si lo ensayaste o no muchacho, pero te veo sincero, me agrada. Veamos tu CV entonces.
Por los gestos que ponía el hombre aquel parecía complacido con lo que veía, pero a la vez parecía que algo le había llamado la atención. Miraba el CV y miraba al joven consecutivamente.
—¿A qué puesto postulas? —preguntó poniendo boca abajo el celular de nuevo.
—Vengo por audiovisuales señor, mi especialidad es la edición de videos. Sus comerciales son muy buenos. Me gustó el último, el de la comida de gatos.
—Si, estuve cuando lo grabaron, fue divertido. Veo tu currículum y de verdad se ve que has tenido una buena experiencia de prácticas en ese estudio cinematográfico, sin mencionar tus estudios superiores.
—Las llevé mientras estudiaba señor.
—Me agrada la gente que se esfuerza, incluso viendo superficialmente tu currículum y tu portafolio me doy cuenta de la pasión que le pones a tu trabajo. Si te contratara, ¿te ves preparado para todo reto?
—Por supuesto. —respondió con seguridad.
—Bien joven. Te diré algo, la entrevista de hoy es más que nada porque tenía curiosidad de ver quiénes querían integrarse a mi empresa. Por supuesto, tiene la misma validez o incluso más que una con alguien de recursos. Pondremos a prueba tus conocimientos y los de tus rivales en una siguiente etapa mañana temprano. Estaré ahí supervisando todo. Necesito muchas manos dispuestas a hacer bien las cosas.
—Encantado señor.
—Bien. —revisó de nuevo el CV del joven— Dante... Londoño ¿verdad?
—Si señor Durán.
—Todos me dicen Tomás, tú también puedes si gustas, no me quiero sentir tan viejo.
—De acuerdo señor... Tomás...
—Jaja, supongo que está bien. Nos veremos mañana a las 8 de la mañana entonces.
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