Esto Sí Pasó - Final 2 - Caminos

La vida de Roxana no fue fácil tras esa última semana en Barcelona. De una rutina donde tenía a alguien esperándola en casa, una comida ya hecha, mucho cariño, entre otras cosas, ahora se encontraba sola. Disfrutaba de la experiencia del lugar tanto como podía, pero las noches no eran lo mismo sin Tom. Lo extrañaba, pero por dentro sentía que no merecía esa vida o peor aún, no la quería del todo.

Volvió a Perú y como acordó con Tomás no volvió a contactarlo. Hizo su vida con normalidad, sin sobresaltos, ni emociones fuertes. Se aventuró en probar los novedosos aplicativos de citas que aparecieron en la época. Conoció a diversos chicos en diversos momentos, unos más interesantes que otros. Llegó a formalizar con algunos incluso tras conocerlos mejor, pero todos terminaban por el mismo motivo. No había emoción más allá del propio romance.

"¿Qué es lo que me falta?", se preguntaba constantemente. "Tengo un buen trabajo, ya me llevo mejor con mamá, soy una mujer independiente con dinero, vivo sola y..." siempre se detenía ahí, recordar la soledad le causaba pena y volvía al aplicativo a modo de desahogo. Junto a los chicos que conocía viajaba por el país, se aventuraba a nuevas experiencias y lugares, probó drogas, pero no le gustó, lo hizo a un lado, así como a la persona que quiso inducirla. Algunas noches lloraba, otras no dormía y cuando conciliaba el sueño, despertaba con la sensación de no haber dormido correctamente. Se negaba tanto como podía a tener sexo con desconocidos, solo cedió con dos en el tiempo de dos años, aquellos con quienes duró más de 4 meses en una relación que no la llenaba del todo pese a las buenas intenciones de los muchachos. El placer lo sentía, pero lo sentía como un placebo momentáneo.

Nadie notaba lo que pasaba con ella en realidad, ella se mostraba siempre sonriente, incluso llegó a abrir una red social a la que llamó "Ciudad en Abril" para subir videos haciendo fonomimicas de audios graciosos y respondiendo preguntas de chicos curiosos por ella. Se hizo más o menos popular y muchos otros creadores de contenido esperaban colaborar con ella alguna vez. Se sintió halagada, pero dejó toda conversación y acuerdo a medias. Hasta que llegó ese día donde se quebró por completo, ese día apagó su red social para siempre, tiró a la basura su popularidad y se sintió una fracasada pese a todo lo que tenía.

La fecha era 11 de febrero del 2022. Ella estaba nuevamente soltera, había dejado a otro chico con el que salió por dos meses por la simple razón de que no siempre respondía a sus llamadas. De curiosa abrió otra de sus redes sociales y decidió buscar a Tomás, se cansó de esa promesa que hicieron y esperaba encontrar consuelo en ver si a su ex le iba peor. Sin embargo, fue todo lo contrario y de golpe vio toda la vida que este había tenido en esos años.

"Fotos con... ¿Catalina? Imposible, lo rechazó feo en el colegio, me contó esa anécdota, siempre dijo que no pasaba nada con ella en el trabajo ¿No que tenía flaco? ¿Desde cuándo? ¿Aoide? ¿Empresa propia? ¿Cómo? ¿Por qué nunca me propuso algo así? ¿Qué tan grande es ahora? - entró a la fan Page de la empresa, quedó sorprendida con todo lo que habían logrado en ese tiempo - Dios... ¿Un anillo? ¿Playa? ¿Atardecer? ¿Cuándo? ¿Boda? ¿Mañana? Por civil... ¿Eh?"

Se echó en su cama con brazos y piernas estiradas, era de noche y llevaba un pijama blanco, quedó boquiabierta por un largo tiempo. No salía de su asombro, no lo imaginaba casado, por un instante su corazón volvió a latir con fuerza, era una mezcla de decepción, frustración y emoción. Entonces lo comprendió, una de las cosas que la tenía de esa manera era odio, odio a su ex por nunca haberla tratado mal por todo lo que había hecho, por nunca haberle pagado con la misma moneda o peor. Incluso cuando estuvo con Diana no se sentía como un desquite, desde su punto de vista esperaba que el karma por todo lo que habían hecho les llegara de forma equitativa, que ambos lo pasaran mal de alguna forma. Sin embargo, ahora tenía noticias de una boda y que está en una relación de años con alguien con quien además había fundado una empresa exitosa.

Eso la frustró, pero lejos de ponerse a llorar o patalear como otras veces, simplemente tomó una decisión radical el lunes siguiente. Llegó a su empresa ese día decidida y habló con quién sería una superior a cargo, pidió vacaciones adelantadas, todo un mes, de los cuales dos semanas las pasaría de viaje. A lo cual la superior no quería acceder en primera instancia, pero cuando Roxana mencionó que quería renunciar si no le daban lo que pedía fue cuando se le concedió el permiso de salida. Se iría por la totalidad del mes de marzo. ¿El destino? Nuevamente Europa, esta vez iría a Berlín en Alemania, una ciudad conocida por sus grandes clubes de fiestas, diversiones y excesos. "Viviré mi vida al máximo" pensó siguiendo el impulso.

Nada más llegar comenzó a planear su doble vida para esas dos semanas, durante los días regulares iría a cuanto lugar turístico tuviera la ciudad, a cuanto lugar de relajación tuviera disponible y probaría todo tipo de comidas. Durante el fin de semana iría a los famosos clubs de electrónica, donde bailaría, bebería y haría todo lo que se le viniera en gana hasta el amanecer. Dicho y hecho cumplió su palabra. El primer fin de semana conoció a un grupo de chicos y chicas con quienes festejó hasta el mediodía del día siguiente, no se había dado cuenta de la hora y cuando volvió a su hotel, con dificultad, para descansar no despertó hasta el lunes y se perdió todo el itinerario que tenía ese día.

El siguiente fin de semana se puso aún más atrevida, estaba dispuesta a divertirse aún más que la vez anterior, incluso deseaba morir celebrando. Apenas reconoció a sus nuevos amigos, quienes habían traído a algunos más, entre chicos y chicas. Entraron al club, había un concierto de electrónica en vivo y estaban regalando bebidas, bailaron, saltaron, toda la noche, en algún momento un grupo de alemanes se les unió a la celebración y la fiesta se armó de una forma que Roxana nunca volvería a vivir. En otro momento, todo se volvió negro alrededor y se crearía un gran vacío en sus recuerdos.

Cuando despertó, lo hizo de golpe, estaba en una cama increíblemente cómoda pero no había nadie a su alrededor. Se vio por debajo de las sábanas, estaba desnuda, el hotel no era aquel donde ella se hospedaba. Tomó uno de los cobertores, el más delgado y se lo puso para cubrirse. La habitación era enorme, tenía incluso un recibidor con muebles el cual estaba revoloteado y desordenado, en este lugar estaba el vestido que usó en la fiesta, sus tacones y en la entrada del mismo a la habitación principal su ropa interior. Fue recogiendo todo con dificultad y vergüenza, el cuerpo le dolía, pero no estaba lastimada, había tenido sexo, era obvio. Su propio olor la delataba, tenía una mezcla de perfumes. Buscó en toda la habitación y el baño, pero no había nadie. Pensando mejor las cosas se dio cuenta que algo faltaba y buscó entre las sábanas, debajo de su cama, ahí estaba su celular, pero no había tomado ni fotos ni videos de la fiesta.

Tocaron a su puerta. Una mujer en un perfecto inglés, agotada por una jornada extendida, le decía que era del personal de servicio y que venía a limpiar. Roxana se vistió con una bata de baño que encontró cerca a la cama y le hizo pasar.


—Disculpe, ¿le puedo preguntar algo? —preguntó Roxana mientras la mujer limpiaba.

—Si, dígame.

—¿De casualidad sabe con quien vine anoche?

—Bueno, la chica que tuvo el turno nocturno y me cedió la limpieza de este cuarto me dijo que llegó con un hombre alto, rubio y blanco.


Roxana hizo memoria, el grupo de chicos alemanes, pero ¿Cuál de todos? Todos tenían precisamente esas características. Preguntó si sabía cómo iba vestido. La mujer no lo sabía. Preguntó la hora y si sabía hasta qué hora debía quedarse. Eran las 3 de la tarde y podía quedarse una hora más. Por lo cual, ella aprovechó el tiempo que le quedaba para ducharse, arreglarse y vestirse para volver a su hotel. Donde tenía unas pastillas del día siguiente, las cuales había comprado por si acaso y había olvidado tomar en mucho tiempo.

Al bajar habló con el recepcionista en busca de información. El mismo comprendió la situación y resolvió todos los misterios, e incluso se tomó la molestia de mostrarle las cámaras de seguridad. La habitación estaba a nombre de uno de los amigos que había conocido, se acordaba del nombre, pero nunca se molestó en pedirle un número de contacto puesto que no esperaba volver a encontrarlos la semana siguiente, lo buscó en redes, pero no lo encontró. Cuando llegaron, lo hicieron en parejas y ese amigo separó las habitaciones. Todos estaban evidentemente ebrios. Nadie parecía estar obligando a nadie a nada y para colmo, era ella quien jalaba al alemán con mimos y besos hacia los pasillos esperando llegar a las habitaciones. Trató de recordarlo, pero nada era claro, el club era oscuro y apenas distinguía lo que llevaba cada quien de ropa. Para colmo, solo recordaba que los chicos eran parecidos entre sí e iban vestidos con prendas similares, camisas manga larga, pantalones sport elegantes y zapatos. No recordaba haber preguntado sus nombres tampoco. No parecía haber delito de por medio, todo fue consensuado, ambos bajo el efecto del alcohol. Agradeció al recepcionista y derrotada volvió a su hotel. Al día siguiente volvería a Perú. Arregló sus cosas de antemano, tomó la pastilla y pidió algo para comer. Se sentía mal consigo misma, pero ya todo estaba consumado y sólo anhelaba volver pronto para no pensar en ello. Sentía que había tocado fondo.

El lunes tomó su vuelo con algunas escalas y para el miércoles en la madrugada ya se encontraba de vuelta en el país. Aún tendría una semana más de vacaciones. Por lo que quiso aprovecharla en descansar todo lo que no pudo, recuperar fuerzas y volver al trabajo. Ya pensaría luego qué hacer con su vida. Salvo por lo último, el viaje le sentó bien.

Ya de vuelta en el trabajo, sintiéndose renovada en la mañana de ese día. Llegó a su oficina, saludó a sus conocidos y se puso a trabajar como nunca antes. Tenía muchos pendientes, pero supo sobrellevarlos. Su jefa ya veía en Roxana como un potencial reemplazo y se lo comentó pasados los primeros días. Sin embargo, de la nada, unos días después, mientras tecleaba, Roxana quedó como en blanco, no se movía. Sus compañeros trataron de llamar su atención, pero ella no reaccionaba y de repente se desmayó. Quienes se acercaron a ella tuvieron buenos reflejos para evitar que cayera de cabeza en el suelo. Llamaron de inmediato a una ambulancia.

Cuando despertó, estaban su jefa y su amiga, la doctora. Habían pasado pocas horas.


—¿Qué me pasó? —preguntó aún aturdida.

—Roxanita, hija, te desmayaste de pronto en la oficina, nos asustaste a todos, me alegra que estés bien.

—¿Eh? ¿Cómo?

—Amiga —intervino la doctora— espero no te moleste, le he pedido a mi mamá que llame a la tuya para que venga a verte.

—No... no me molesta... pero ¿Qué me sucedió? ¿Estoy grave?

—Pues grave no, no te preocupes, pero si tienes una condición seria. No sé si quieres esperar a tu mamá para decírtelo. No sé cómo lo vas a tomar.

—Dímelo por favor, igual se va a enterar si está de camino.

—Bueno, está bien, lo que sucede es que... estás embarazada.

— ¡¿Eh?! - gritaron tanto la jefa como la propia Roxana.

—Grave de salud no estás, pero si tienes deficiencias, lo que causó tu desmayo. ¿No te sentiste mal esta última semana sobre todo?

—Eh... no, solo fatiga que creí que era propio del trabajo, me estuve esforzando mucho... Ahora que lo pienso, aún no he menstruado, solo unas manchas, pero pensé que sería algo hormonal como la última vez...

—¿Cuándo fue la última vez que tuviste relaciones Roxana? Imagino que puedes ubicar al padre.

—En un viaje... en Berlín... pero ¿Cómo es posible? Tomé la píldora del día siguiente a tiempo.

—Es un método válido, pero puede fallar en algunos casos. Dime ¿El susodicho se cuidó?

—Ahora que lo dices... —en ese instante Roxana recordó que cuando buscaba su celular, no había ningún empaque roto, ni preservativo a la vista— no lo sé, ¡Dios! ¡Qué vergüenza! No conozco al tipo con el que estuve... —comenzó a llorar desconsoladamente.

—Dios mío Roxana —dijo la jefa muy sorprendida de lo que escuchaba, la abrazó con mucho cariño para consolarla.

—Vaya amiga, no sé qué decirte.


En ese momento llegó la mamá de Roxana quien se alarmó al ver a su hija llorando, tuvieron que explicarle la situación con mucho tino. Le informaron que le darían el alta en un par de horas y unos complementos vitamínicos. Aún había luz del sol en la calle, por lo que la doctora sugirió que paseen en el parque que se encontraba cerca para que se despejen y que de preferencia alguien siempre cuide a su amiga. "Así será" dijo la mamá de Roxana.

Pasadas las horas, trajeron una silla de ruedas y tanto Roxana como su madre salieron del hospital. La jefa había vuelto a sus labores tras la llegada de la señora, le dio a Roxana el resto de la semana libre para que se adapte a los cambios y le explicó las condiciones de trabajo para una gestante antes de irse. Pese a todos los planes que se hacían a su alrededor con respecto a su condición, ella aún seguía en shock y solo asentía con la cabeza. Estaba asustada.

Llegaron al parque, uno pequeño que se encontraba cerca a la clínica de nombre "Dulce Corazón de María" y pasearon un buen rato. No había mucha gente, ya era algo tarde y ya se avistaba el inicio del atardecer. Su mamá se cansó de la caminata y acomodó la silla de su hija cerca de una banca.


—Hay un minimarket cerca —dijo la señora Lucero—¿Quieres que compre algo de beber?


Roxana no respondió. Solo asintió con la cabeza.


—De acuerdo hija, no tardo.


Roxana quedó sola en el lugar, miraba alrededor con la mirada perdida, aún no asimilaba del todo lo que le estaba pasando. Controlaba su respiración para no alterarse, había llegado demasiado lejos solo por rencor. En un poste cercano vio unos avisos pegados y uno llamó su atención. Decía "Atraso Menstrual" y un número de teléfono. Ella sabía bien de qué trataba ese aviso y sin pensarlo tomó su celular. Estuvo a punto de darle a llamar, pero sus manos comenzaron a temblar y comenzaba a llorar una vez más, sabía que ir por ese camino sería una locura, podría salir mal, sabía que no existía método seguro ni aunque el gobierno lo avalara y de igual forma resultaría en una muerte, lo reconozca o no. Había visto vídeos del tema y la crueldad con la que se hace esa ejecución. Sin mencionar las posibles secuelas en su cuerpo y el cargo de conciencia. Sin embargo, se sentía sola y se preguntaba cómo haría para escaparse de su madre si acordaba una cita. Ya lo vería después. Tenía el número listo para llamar. Estuvo a punto de hacerlo, cuando una pelota salió de la nada y le tiró el celular al suelo. Quedó sorprendida de nuevo, revisó el lugar de donde parecía haber venido, pero alguien llamó su atención, haciéndole saltar un poco.


—Señoita' ¿Po' que ta' tite?

Era un niño pequeño, no tendría más de 5 años. La miraba con curiosidad e inocencia, se le veía preocupado. Le tomó del brazo y esperaba una respuesta.


—No... no estoy triste niño... —respondió apenada.

—No te' tite - insistió el pequeño —yo juaré contio'


Roxana sonrió, el niño aquel se le hacía muy tierno y le acarició la cabeza. El jovencito se sonrojó por la caricia y se puso feliz, comenzó a rodear la silla de ruedas y vio el celular.


—¿Me lo pasas por favor? —Le pidió Roxana, se había secado las lágrimas y se sentía más tranquila tras reir.

—Mi mami se noja cuando mi juete' se cae... tienes que tener cuidao' —le decía el niño, regañándole como un viejito— tu mami se puede nojar tamben.

—Jeje, lo cuidaré mejor, no te preocupes.


Ella miró su celular, el número seguía marcado. Pensó en guardarlo para después, pero al ver al niño comenzó a sentirse culpable, por lo que canceló la llamada y no guardó nada. Mientras guardaba su celular en su cartera, llegó la mamá del infante.


—Disculpe señorita, espero que mi hijo no le haya molestado.

—No me molesta, al parecer quiso hacerme compañía un momento. Es un caballerito.

—Taba tite —interrumpió el niño— y yo la hice reir.

—Bien hecho Gabriel, veo que encontraste tu pelota.

—Siiii —respondió enseñándole la pelota, muy emocionado.

—Anda a jugar, pero no te alejes y si vas a patearla hazlo despacito ¿Si?

—Si mami.


Gabriel era un niño muy obediente y jugaba botando su pelota, haciéndola volar, buscaba hacerla llegar cada vez más alto. Cuando se aburría de eso, la hacía rebotar en un árbol y fingía que era otro niño jugando con él. Su madre se sentó en la banca cerca a Roxana para cuidarlo.


—Espero que no te moleste si me quedo un rato —le dijo.

—No para nada. Es un niño adorable.

—Es todo en mi vida.

—Usted y su esposo han de estar orgullosos de su buen comportamiento.

—Pues... en realidad solo soy yo... mi pareja me abandonó cuando supo que estaba embarazada.

—Oh, lo siento - respondió Roxana apenada por el comentario que había hecho.

—No te preocupes.

—No ha de haber sido fácil.

—Incluso con una pareja criar a un hijo no es fácil, muchos desvelos, muchas preocupaciones, cambios constantes a tu rutina, este niño me ha sacado muchas canas verdes desde que nació.

—Entiendo...

—Pero... todo lo valió ¿sabes? —reanudó— Amo a mi hijo, me hace feliz, conocerlo día a día, ver como su personalidad se va formando, a veces pienso que soy yo quien más aprende de él cuando debería ser al revés. Es tan curioso con todo. Hace que todo el trabajo que hago valga la pena. ¡Ah! Perdón, te estoy aburriendo con mis pensamientos.

—Para nada, de hecho, tenía curiosidad por saber cómo un niño tan pequeño tiene tan claras las cosas. Me requintó por dejar caer mi celular.

—Eso es algo que descubrí que tenemos en común, no nos gusta ver las cosas valiosas en el suelo. Así como yo me molesto por eso, él también lo hace con otros.


En ese momento volvió la mamá de la propia Roxana con las bebidas, en el minimarket había mucha gente y se había formado una cola. Las tres se quedaron conversando hasta que comenzó a hacerse de noche. La madre de Gabriel se llamaba Maricielo. Madre soltera. Sus padres la echaron de casa cuando tuvo a su hijo. Fue su abuela paterna quien le ayudó y le cedió una habitación en casa. Tenía 18 años entonces. El papá de Gabriel era un chico de su edad, uno de su vecindario, pero con mejores posibilidades económicas. Fue precisamente su juventud, el que le hizo negarse a asumir la paternidad del niño, sus padres lo apoyaron y despreciaron a la joven. Esto en suma al rechazo de su propia familia, le hizo decidir que tendría al niño y que podría sobresalir sola. Tomó cuánto trabajo pudo, a medio o tiempo completo, nada importaba. Recibió propuestas indecentes incluso, pero no se dejó llevar por el dinero fácil y continuó. Ahora tenía un trabajo estable, ganaba lo suficiente para la educación de su hijo, comida, ropa y para apoyar a su abuela. Juntaba todos sus cambios para ahorrar y poder darle uno que otro gusto a su hijo. No era fácil, pero era feliz y vivía tranquila.


—El hombre que quiera estar conmigo deberá aceptar a mi niño —sentenció Maricielo— le guste o no, tengo un deber más grande y antes que el amor a la pareja, está el amor hacia un hijo. Al menos así lo creo.


Esto golpeó indirectamente tanto a madre como a hija. La joven madre soltera siguió conversando inadvertida. Pese a todo lo pasaron bien y ayudó a reducir el shock emocional. Se despidieron amablemente y Roxana intercambió números con ella, habían congeniado de buena manera. Para cuidarla mejor, ambas volvieron al antiguo departamento, el padrastro ya no estaba, por lo que ahora el enorme espacio era para ellas dos. Esa misma noche acordaron que, al menos hasta que el bebé nazca, Roxana debía volver.


—Mamá... —dijo Roxana— en verdad, gracias por todo. No sé qué habría hecho sola.

—Hija, estoy para ti, siempre lo he estado, pero reconozco que me he dejado llevar y muchas veces te he dejado de lado.

—Eso está olvidado.

—Agradezco que aceptaras volver.

—Te necesito mamá. Te diré algo... vi un letrero de atraso menstrual y...

—Dios hija, en serio piensas...

—Lo pensé, pero luego de lo de hoy con Maricielo tuve otro punto de vista. Me he dado cuenta que me he dejado llevar mucho por problemas superficiales, he dañado a mucha gente que decía querer, incluyéndote. Estoy cansada de todo esto y creo que es tiempo de un cambio. Debo cambiar, vencer mis miedos. No hacer que esto se vea como un castigo. Quiero dar amor y ser amada. Creo que esta personita dentro de mí podrá ayudarme con eso. No sé si seré la mejor de las madres, pero después de hoy de verdad quiero intentarlo.

—Y lo harás hija, serás mucho mejor madre que yo, estoy segura. No estás sola en esto. —le dijo la señora Lucero mientras la abrazaba.

—Te lo agradezco mucho mamá... ¿Qué crees que sea? —preguntó Roxana tocándose el vientre.

—A mí me basta con que esté sanito, cuando tengas cinco meses estoy segura que podré adivinar mejor, la forma de la barriga me lo dirá.

—¿Tú crees?

—Si. Ahora que lo pienso, tu papá debe saberlo.

—¿Crees que se decepcione de mí? —se preocupó.

—Ya tienes tu edad hija, eres una profesional hecha y derecha. Tal vez no estés casada, pero tienes todo lo necesario y nos tendrás a nosotros. No te preocupes. Y si tu papá no lo acepta, yo haré que lo haga.

—Jaja gracias mamá.


Así lo hicieron, anunciaron la noticia al padre de Roxana quien no tuvo una reacción como tal en la videollamada ya que la cortó. Una semana después, había vuelto al país y se mostró muy amoroso con su familia. Estaba feliz con la noticia y aunque le apenaba saber las circunstancias de cómo se dio todo, dijo que estaría ahí siempre que lo necesiten. Buscaría la forma de traer su trabajo al país para permanecer cerca. Fue así como, sin buscarlo, Roxana reunió a su familia. Sus padres no volvieron como pareja, pero empezaron a frecuentar y a trabajar en equipo en pos del bienestar del nuevo integrante de la familia. La casa tan grande y vacía ya no se sentía así. A partir de los 4 meses corrieron las apuestas y una revisión determinó el sexo del bebé. El abuelo quería una nieta y la abuela un nieto. No se pudo complacer a ambos, pero igual fueron felices con la respuesta.


"Tú serás el amor de mi vida", dijo Roxana mientras veía en la ecografía como esa hermosa criatura parecía moverse alegremente como diciendo "Aquí estoy, no puedo esperar a conocerte mami".

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