Esto Sí Pasó - Capítulo 17


—¡¿Qué mierda haces aquí?! ¡Es imposible que estés aquí! —repitió Tom ante la falta de respuesta de su invitado imprevisto.

—En realidad, si es posible, porque yo soy tú. —respondió Leo mirándole directamente a los ojos desafiante, sentado en la silla contigua con un vaso de cerveza - o al menos soy ese alguien que aspiras ser y no puedes.

—Debo estar volviéndome loco... en verdad... ¿Qué haces aquí?

—Estoy para decirte lo que ya sabes ¿Por qué seguir con esto? Estamos lastimando a Diana y se supone que la amamos. ¿Por cuánto tiempo más seguiremos con esto?

—Lo que hicimos hoy...

—Lo sé...  —interrumpió con un semblante cabizbajo— no tiene nombre. Veo lo que tú ves a través de tus ojos, entiendo cómo te sientes, me creaste para acercarte a ella y ahora que estamos cerca no queremos alejarnos. Pero sabemos perfectamente que debemos hacerlo, antes que todo esto pase a mayores. ¿Nos casaremos con ella? ¿Tendremos hijos con ella? ¿No verdad?

—Si me entiendes, ¿Cómo eres capaz de decir todo eso sin llorar?

—Lo estoy haciendo, mírate.


Tom no lo había notado pero esas nuevas lágrimas que salían de sus ojos no eran suyas. Toda emoción exteriorizada por parte de Leo lo iba a asumir Tom en ese momento. Su conciencia había llegado a un punto tan grave que sentía que su personalidad se dividía entre él mismo y el novio de Diana. Lo tenía cerca y no se atrevía a acercarse lo suficiente para tocarlo por temor a comprobar que fuera real.


—No tendremos nada de eso con ella Leo, quisiera tenerlo, no como tú, como yo mismo, como Tomás. ¿Es imposible cierto?

—Al menos tú eres real y podrás tenerlo algún día. Quizás no con Diana, pero sí con alguien que ames. Yo solo vivo a través de ti y viviré tanto como me lo permitas. Sin embargo, no quiero una vida donde tenga que lastimar a la mujer que más he amado desde mi nacimiento.

—No sé qué hacer... Debíamos lastimar a Miguel y a nadie más que él... a veces quisiera solo buscarlo y mat...

—¡Ni siquiera lo digas, Tomás! - interrumpió enérgico Leo poniéndose de pie- Ese es un camino que ni tú ni yo queremos recorrer y más aún teniendo a Diana en medio. ¡Sabes cuánto ella lo quiere a pesar de todo!

—Es verdad... lo siento —respondió Tom con una mirada sorprendida, espabilando en lo que había dicho.

—Estás cansado ¿verdad amigo? —dijo Leo mientras se sentaba nuevamente.

—Muchísimo... —dijo Tom con expresión irritada— ya no quiero hacer esto.

—Si estoy aquí, ante ti, es porque yo también estoy cansado de todo esto y si alguien ha de morir cuando todo esto acabe seré yo. ¿Lo sabes verdad?

—Si...

—Por eso, por una vez, en esta vida corta que tengo, quiero hacer algo que valga la pena por el amor que le tengo a Diana. No quiero lastimarla más. Por eso quiero proponerte algo.

—¿Qué cosa?

—Necesito que descanses, muy dentro de ti sabes lo que hay que hacer pero estás tan abrumado que sientes que no podrás llevarlo a cabo.

—¿Descansar?

—Has pasado por tanto. No te preocupes, te conozco lo suficiente para saber lo que realmente quieres hacer y lo haré por ti, te mantendré al tanto de todo. Prometo llevarte hacia el verdadero objetivo y cuando lo tengas al frente... actuarás tú otra vez.

—¿Por qué harías eso?

—Tómalo como un agradecimiento, por permitirme vivir un amor tan intenso... aunque fugaz.

—De acuerdo Leo, confiaré en ti, ¿Tienes algo en mente?

—Lo tengo, deja te explico...


Leo entonces despertó, bajo la apariencia de Tom quién yacía en su interior. Vio su reloj y le tranquilizó ver que no había pasado mucho tiempo. Sentía aún vestigios del mareo provocado por la bebida y tomó una ducha rehabilitadora tras quitarse la última lentilla con mucha dificultad. Esto también para liberarse del sudor de la tan apasionada noche que había tenido y no dejar ningún rastro de tristeza. Justo cuando salió de la misma vio el mensaje de confirmación tanto del propio aplicativo de taxi como de Diana de que había llegado a su destino. Leo le deseó las buenas noches en texto y pretendió que iba a dormir, aunque solo se puso la ropa para estar en casa. Una vez asegurada la coartada con Diana, tomó el celular de Tom y llamó a Roxana.


—¡Tom! Llevas tiempo sin hablarme y se te ocurre hacerlo en esta hora. —respondió un tanto ofuscada, pero más curiosa aún por lo inusual del hecho— ¿Qué ocurrió?

—Necesitaba hablar contigo, hoy... Me excedí con Diana.

—¿Cómo así?

—¿Te parece si hablamos por video llamada mejor?

—Eh... claro. Dame un momento por favor.


Colgaron la llamada, Leo puso el celular en una cómoda en un escritorio cercano y cuadró la imagen que tendría de fondo. Pasados unos minutos, Roxana le envió un mensaje de confirmación indicando que estaba lista. Encendieron entonces sus cámaras. Los minutos tomados por Roxana fueron para arreglarse improvisadamente, ya que se había puesto una crema facial y tenía el cabello amarrado, estaba lista para irse a dormir y aunque su ex novio la había visto en peores fachas, no estaba dispuesta a dejarse ver así. Cuando lo vio, se dio con una gran sorpresa. Era Tom, de eso estaba segura, pero sus gestos, su semblante y peor aún, sus ojos no eran los de siempre. Se veían igual de oscuros que siempre, pero por algún motivo parecían brillar, como si llevara lentillas transparentes. Su rostro en sí despegaba amabilidad y hasta compasión. Pensó por un momento que era parte de la actuación que se le había quedado arraigada, pero no, no estaba actuando.


—¿En serio eres tú Tom?  —preguntó ella incrédula— te ves... diferente...

—Han pasado muchas cosas Roxana, me alegra que finalmente podamos hablar.

—¿Finalmente?

—Como te conté, me excedí con Diana —comenzó a contar con una clara señal de pena— tuve relaciones con ella hoy y antes de que creas que...

—Para nada tonto —interrumpió ella— por fin estás haciendo lo que se supone que debías, dime por favor que Miguel ya sabe que están juntos y que de algún modo se enteró.

—¿Recuerdas tu primera vez Roxana? —interrumpió también Leo.

—¿Eh? ¿Por qué preguntas eso? —preguntó ella nerviosa y sonrojada, lo recordaba cada vez que pensaba en Tom— Cla... claro que me acuerdo.

—¿A cuántas personas se lo contaste?

—¿Cómo crees que le contaría eso a alguien?

—¿Cómo crees entonces que Diana contaría su primera vez entonces, peor aún, a alguien de su familia?

—¿Eh? —respondió sorprendida— ¿Ella? ¿Siendo hermana de ese promiscuo? ¿Su primera vez? ¿Contigo?

—Así es. —respondió Leo con un suspiro— fuimos demasiado lejos. Te voy a ser sincero desde ya, amo a esa chica. Amo a Diana. No me arrepiento de lo que pasó hoy, pero sí lamento que se trate de una vil mentira y estoy harto. No debimos hacer esto en primer lugar.

—Podríamos meternos en muchos problemas. —dijo ella haciendo un puchero discreto, le molestaba la afirmación que su ex acababa de hacer.

—Es por eso que divagando en mi mente tuve una suerte de idea que, creo, ayudará a que salgamos airosos de todo esto si sale bien, pero para eso necesito tu ayuda. Así como conseguiste estos documentos, necesitaré algunas cosas más, pero legales esta vez.

—¿Cómo qué?

—Ya te lo diré en su momento, lo que necesito que sepas es que cambiaremos el enfoque de lo que estamos haciendo. Cometí el error de pedirle a Diana que escondiéramos nuestra relación de todo el mundo, pues es tiempo de hacerla pública, al menos parcialmente. Ella no quiere que su familia se entere, la tienen en un pedestal, pero poco a poco la iré convenciendo de ir a su casa para encontrarme con Miguel.

—¿Estás loco? —respondió ella impactada— ¿Ir a su casa? Te arriesgas demasiado.

—Si veo que es demasiado arriesgado me alejaré. Si me pude ganar a los chicos de la iglesia, estoy seguro que me ganaré a su familia. Puedo asegurarte que he aprendido bien de ti la empatía y te agradezco por eso.


A Roxana le costaba creer que Tom le estuviera agradecido por algo, luego de tanto daño que le estaba haciendo. Su actitud era más calmada que de costumbre y hasta su forma de hablar parecía haber cambiado.


—Mañana haré algunos preparativos para irme de este mini departamento si hace falta.—continuó Leo— lo cual es una lástima, adoro este sitio.

—¿Seguro que estás bien? —preguntó ella.

—Claro —respondió calmado— continuando, tengo más o menos claro lo que haré para acceder a su familia, te explicaré lo que tengo como plan de momento...


Leo en ese momento tenía claro que debía ir a casa de Diana a conocer a su familia y ganarse la confianza del propio Miguel. Ser una suerte de amigo y en el momento menos pensado separarlo de su familia y encararlo a solas. Tom en ese momento volvería a tomar el control de la situación y él podría desaparecer para siempre, o al menos quedar como ese lado amable que tantas veces su arrendatario no se ha permitido expresar.


—¿Crees que eso baste para darle una lección a ese tipo? —preguntó Roxana aún incrédula.

—La verdad no, pero será más que suficiente para nosotros, creo yo. Una vez sepa que Tomás Durán ha estado con su hermana querida durante tanto tiempo, es posible que le impacte. Ella lo menciona cada que puede, se ve que se quieren.

—Él en cambio evitaba hablar de su familia. Creo que tu idea es buena, pero va a tomar tiempo.

—Yo calculo unos seis meses si la fortuna nos sonríe.

—Vaya...

—Debimos hacer esto antes de todo... ¿Entonces qué dices? ¿Me ayudarás esta vez?

—Vengo haciéndolo desde el inicio tontito. Saltaré si tu saltas ¿recuerdas? —respondió ella sonriendo.

—Me alegra oír eso —dijo sin inmutarse, ya que ese recuerdo no era suyo y lo tomó como algo sin importancia— para que todo esto funcione hay algo más que debes hacer, pero va a ser complicado.

—¿El qué?

—Debes morir...

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