Esto Nunca Pasó - Capítulo 17

Era finales del verano del 2013, a inicios de año, cuando un ligero escándalo se suscitó en una concurrida calle comercial, en un distrito céntrico caracterizado por sus grandes edificios donde múltiples empresas rentaban oficinas para llevar a cabo sus actividades en espacios prácticos y accesibles para sus empleados. Aquel escándalo tuvo como protagonistas a uno de los tantos empleados de un edificio cercano y a otro joven que solo estaba de paso esperando dar una sorpresa.


Estos jóvenes eran Tom y Miguel, el primero de ellos estaba en su hora de descanso y como era costumbre en algunos días, dependiendo de la carga laboral, iba a visitar a su novia quien trabajaba cerca para ir juntos a comer. Sin embargo, en la puerta del lugar se encontró a Miguel quien llevaba una pequeña rosa artificial en una mano. Por supuesto, Tom sabía de las intenciones de aquel sujeto y ya había tenido muchas discusiones con Roxana al respecto quien aún aseguraba que solo lo veía como un amigo más.


El encuentro entre ellos fue fortuito, nada más llegó Tom y, al verlo con la rosa, le encaró poniendo en juicio sus intenciones. Miguel no fue nada reservado y en vez de negar lo que hacía, confiadamente aseguró que estaba ahí para quitarle a su novia. Esto por supuesto llevó a una acalorada discusión y a un forcejeo que la gente de a pie comenzó a notar y exacerbar. De pronto fue Tom quien tomó la iniciativa en la pelea y no dudó dos veces en darle un duro golpe en la nariz, el cual le hizo sangrar a mares, dejándolo casi noqueado y tirado en el suelo.


La gente alrededor celebraba lo ocurrido como quien viera un espectáculo de lucha libre y fue Roxana quien llegó oportunamente a poner un alto a toda esta situación, preocupándose por el estado en el que había quedado su amigo.


—¡Tom, ¿Qué has hecho?! —le recriminó ella.

—¡¿Qué he hecho yo?! Pregúntale a tu amiguito por qué vino.

—¡Está loco! —comenzó a balbucear Miguel aún atolondrado, poniéndose de pie y tras ocultar la rosa doblándola en un bolsillo— Solo vine a visitarte, lo saludé y de frente me golpeó. Piensa que busco estar contigo o algo así. Es un maníaco violento. Si no fuera nada tuyo hace rato le hubiera sacado su misma mierda.

—¡Repite eso hijo de puta! —le gritó Tom tomándolo del cuello— ¡Ven pues, golpéame si tan machito te crees!

—¡Ya basta los dos! —gritó Roxana.

—Tienes razón amor, ya basta, vamos a comer de una vez —dijo Tom dando media vuelta y alejándose del lugar.

—Date cuenta con quién estás Roxana —le susurró Miguel mientras se limpiaba la nariz— si así me golpea de la nada, no quiero imaginar lo que haría contigo si lo haces enojar.

—Miguel, hablamos más tarde por chat ¿Sí?


Dicho esto, Roxana se acercó a Tom y ambos se fueron juntos tomados del brazo. Cada tanto ella volteaba demostrando que aún se encontraba preocupada por su amigo. Mientras tanto él, los siguió con la mirada hasta que se perdieron en una esquina y sonrió al sentir que había hecho un gran progreso.


Unos meses después, en otoño, se dio una gran discusión entre Tom y Roxana donde el tema principal fue la presencia de Miguel, quien en esos meses comenzó a adquirir mucha participación en la toma de decisiones de la joven y hasta había llegado a intervenir en un problema familiar que ella había comenzado a tener tras la separación oficial de sus padres. Las discusiones, tanto en casa como con su pareja, comenzaron a hacerse mucho más frecuentes y es que ella se sentía acorralada por la presión de su madre quien ya había conseguido una nueva pareja y por su novio quien se llevaba bien con ella.


En esa oportunidad, la discusión se dio porque Miguel había convencido a la joven de que la solución a sus problemas era comenzar a vivir sola. Sin que Tom lo supiera, ella y él ya habían ido en busca de cuartos de alquiler en distintos distritos en varias oportunidades, incluso concretando citas que se podrían catalogar de románticas. Para lo cual, tras un tiempo de reflexión, Roxana finalmente decidió comentar su decisión a su aún pareja para ver la posibilidad de mudarse con él. Sin embargo, tras mencionar que fue Miguel el de la idea, Tom explotó y reclamó que no debería seguir un impulso.


—¡Es muy pronto Roxana! —dijo Tom— ¡No hagas locuras! ¡¿Harás lo que ese bueno para nada te diga?! ¡¿Él qué sabe de ti?!

—¡Pues más que tú al parecer! Al menos él me da una solución a lo que estoy pasando con la tonta de mi mamá.

—Habla con ella, nada te cuesta. Se que estás molesta desde lo que le hizo a tu papá, pero ya ha pasado mucho y ella se ha esforzado mucho por ti.

—Hasta que se metió con ese papanatas que tiene de nuevo marido.

—No te mudes aún. Por último, ahorremos y consigamos un lugar fijo. Es lo que estoy haciendo.

—¡Pues yo me voy a mudar contigo o sin ti!


Esta frase causó gran suspicacia en Tom, quien en otras discusiones nunca había escuchado a su novia decir que no le pensaba incluir en alguna toma de decisión importante. Por lo cual, decidió presionar un poco más con el fin de determinar hasta qué punto había llegado la influencia de aquel amigo.


—Pues de ser así tendrás que hacerlo sin mí, creo que mudarnos sin dinero suficiente será un gran problema. Deberíamos ahorrar, invertir en un negocio tal vez y luego mudarnos, establecernos bien sería lo mejor para ambos.

—Pues qué pena por ti, yo no aguanto mi casa y no estoy para aguantarte. Te has vuelto una persona demasiado violenta, solo gritas y me reclamas por todo. ¡Estoy harta!

—¡Si tan harta estás, entonces terminemos! ¿Para qué seguimos juntos?

https://youtu.be/-xLk6Mj1xE4

Roxana se quedó callada un momento, manteniendo una mirada incrédula y esperando que Tom se retracte de lo que acababa de decir. De golpe vinieron a ella los buenos recuerdos de su tiempo como novios, cómo empezaron y peor aún cómo habían llegado a ese inimaginable punto. Sin embargo, también pensó en las ventajas que tendría de terminar con él, las cosas que podría hacer según su amigo le había sugerido y el sueño de libertad que tendría de ahora en adelante sin sentirse culpable.


—Tienes razón —respondió ella ante la mirada atónita de Tom— ¿Por qué sigo contigo? Valgo mucho para ti y tú no sabes valorarme...

—¿Cómo ese huevón si lo hace? —interrumpió él.

—Como cualquiera lo haría, cualquiera me valoraría mucho más, estoy segura.

—Pues vete con ese cualquiera entonces, luego no me vengas llorando cuando las cosas no salgan como tú quieres.

—No tendré necesidad de hacerlo, tan rico no eres.

—Perfecto, me largo entonces.

—Yo también.


Toda esta discusión se dio en una zona alejada en un parque. Ambos habían ido al cine minutos antes y esperaban relajarse luego de tantas palomitas y gaseosas antes de encaminarse a casa. Roxana esperaba marcar un antes y después en su relación con el fin de apaciguar su conciencia luego de tantas salidas con Miguel. Sin embargo, esto no se dio así y en el término encontró una salida fácil que no había tenido en consideración pese a que había sido constantemente sugerido.


A pesar de ello, fue una decisión tan intempestiva que le chocó y no pudo contener las lágrimas a medio camino. La gente a su alrededor la observaba con mucha pena y nadie se atrevía a tenderle la mano para consolarla. El trayecto hacia su casa por primera vez se le hizo eterno y sabía que ahí no encontraría un alivio inmediato. Solo rogaba no encontrar a nadie y dirigirse inmediatamente a su cuarto.


Nada más llegar, encontró a su mamá mirando televisión con su nueva pareja. Ella optó por secarse las lágrimas y cruzar rápidamente la sala. Sin embargo, su mamá logró detenerla y pronto notó que algo no andaba bien.


—Hija, ¿Qué te pasó? ¿Por qué lloras?

—¡Nada que te importe! —respondió gritando— ¡Déjame en paz y sigue con tu marido!

—No me hables así, Roxana.

—Te hablo como se me da la gana, ¡Déjame en paz! ¡Me quiero ir de acá, no te aguanto ni a ti ni a ese!

—¿Por qué hija, por qué dices eso?

—Descuida mamá, si así de rápido olvidaste a papá, también te olvidarás de mí cuando me vaya.


Dicho esto, Roxana hizo a un lado a su mamá y continuó el camino hasta su cuarto. Una vez dentro, se recostó en su cama y ahogó sus gritos en la almohada esperando así liberarse de la tristeza que la embargaba sin ser escuchada. Hasta ese momento, eran  tres los años que tenía junto a Tom y lo ocurrido con Miguel era de hecho el primer problema serio que habían tenido. Cuando finalmente se calmó, no dudó en conectarse en internet y contactar a su amigo por videollamada para contarle todo lo ocurrido.


—¿Cómo está la princesa más hermosa del mundo? —Preguntó Miguel.

—Mal... terminé con Tom.

—¡Wow! ¿En serio? —preguntó incrédulo— ¿Cómo así?

—Le dije que quería mudarme con él.

—¡¿Qué?! —respondió molesto— ¿Por qué? La cosa era que te mudes sola.

—Lo sé, lo sé, pero no podía más con mi conciencia.

—Pues bueno, imagino que se negó.

—No solo eso, me hizo sentir como una inútil.

—Oh belleza, belleza —comenzó a decir en tono apaciguador— no eres una inútil. Eres una chica súper inteligente que sabrá cómo sobresalir de esto sola. Si yo fuera tu novio, no dudaría en mudarme contigo. Estaría encantadísimo.

—Gracias Kise. Me alegra tenerte conmigo como mi apoyo.

—Es más, estuve haciendo mis propias averiguaciones y encontré varios lugares potenciales. Privados y sobre todo baratos, podrás irte cuando gustes.

—Me encantaría verlos antes de decidirme.

—Claro, cuando quieras y si gustas volvemos a...

—¡No lo digas por favor! Aún tengo pena por eso.

—A mí no me pareció cuando fuimos a ese lugar. En fin, me encantaría que poco a poco te quites esa pena y veas que lo que hicimos no tiene nada de malo.

—Tienes razón, ya no debo sentirme culpable.

—Entonces ¿Qué dices si a partir de mañana vienes y revisamos esos lugares?

—Está bien... Oye Kise... —comenzó a decir ella aún dubitativa.

—Dime lindura.

—Si yo comenzara a vivir sola de verdad, ¿Te mudarías conmigo?


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