|Charles|

NOTA DE LA AUTORA:

Buenas buenas buenas. Bueno quería subir esto pues hoy pues porque mañana ya es 24 xd y luego de eso no wa estar muy libre que digamos, por las fiestas y eso, y probablemente también estén ocupad@s así que ajá. Pues hoy no pienso torturarlos más xd.

Pdst: ¡FELIZ NAVIDAD! Espero que os la paseis muy bien, que les vaya a todo dar, que su familia y ustedes pasen unas bonitas fiestas. ¡Os quiero, aunque seais pocos!

-Te ves muy hermosa -le sonreí. Ella me observaba incredula, pero la entiendo, hasta yo me había quedado así al verme al espejo. No era muy de trajes pero la situación ameritaba una buena ropa, no en vano había enviado a Hank tan temprano por nuestras vestimentas, suertudamente tiene muy buenos gustos y quedé encantando tanto con el traje como el hermoso vestido que Anabelle llevaba puesto-. Es un hermoso vestido -le dije, para luego sonreír coqueto-. No puedo esperar para quitártelo.

-Ni se te ocurra -me cortó enseguida, tomando su celular y llaves del dormitorio para salir y cerrar la puerta-. No vas a llevarme a la cama esta noche, Xavier.

-Está bien -accedí, lo que ciertamente le sorprendió y le guiñé el ojo.- Por ahora.

Sólo rodó los ojos y empezó a caminar por el pasillo, caminé tras de ella con las manos en mis bolsillos, me mordí los labios mientras veía sus caderas contonearse, el vestido se entallaba jodidamente bien en su cintura pero en la falda era ancha y le llegaba poco antes de las rodillas, además sus pasos firmes y esos tacones  desviaban mi mirada a sus piernas. Mierda. No podría aguantar, una parte de mí moría por hacerla mía en ese preciso momento pero aún no era el momento, sí, soy hombre y tengo mis necesidades, pero no soy una bestia -sin ofender Hank-, y no voy a hacer nada de lo que pueda arrepentirme. Ella carraspeó y se giró a verme con la ceja enarcada.

-¿Disfrutando la vista, señor Xavier?

Entorné la mirada. ¡Joder! ¿Cómo mierda espera que me controle si ella me trata de esa forma?

--le respondí. Pareció tomarla por sorpresa que fuera tan directo porque un suave sonrojo se apoderó de sus mejillas al tiempo que se volvía a voltear para seguir caminando, esta vez taconeando más fuerte para parecer enfadada. Quise decirle que todos los chicos salían de sus cuartos para ver quién hacía tanto ruido y se sorprendían de vernos tan bien vestidos pero la dejé ser, saludé a unos cuantos y luego fui tras ella para abrazarla por detrás, ella se quedó quieta enseguida y aproveché para depositar un suave beso detrás de su oreja.

Por puro instinto su cuerpo se dejó reposar en el mío y suspiré en su pelo, maldición, ella no tendía ni idea de lo duro que era tenerla tan cerca y no poder besarla porque no era mía... Oh esperen, sí lo es. Sonreí, dándole vuelta por la cintura y apenas divisé sus labios estampé los míos contra ellos. Se resistió un rato hasta que simplemente aceptó dejarse llevar y empezamos a besarnos realmente. Apreté su cintura con una mano y con la otra guié las suyas hasta mi cuello, me abrazó mientras nos besabamos y sentí tocar el cielo otra vez. ¡Dulce Jesús! Lo que me había perdido todo este tiempo por estar tan ciego.

Cuando nos separamos ella me miró intrigada y el sonrojo en sus mejillas se hizo más fuerte.

-No voy a dejarte ir -susurré, aun abrazándola con fuerza.

-No creo tener fuerzas para luchar contigo así -murmuró. Pero eso era mentira y ambos lo sabíamos, era que ella también lo quería y deseaba como yo, de otra manera se hubiera apartado de mí desde el inicio de todo, porque la tenía, tenía la fuerza suficiente no sólo para luchar contra mí, sino para acabar con el propio mundo.

Sin embargo yo no hablaba de eso, hablaba de ella como tal. En el pasado le había dejado ir muchas veces, pero esta vez no lo haría, cruzaría mares y cielo por tenerla a mi lado para siempre, hasta el final de mis días mi misión sería amarla como nunca nadie más podría amarla, hacerla mía y que ella me profesara suyo, y que nos quedaramos.

Volví a besarla ferozmente, esta vez no se resistió y sólo se separó cuando el bullicio hecho por los estudiantes. Me miró con los ojos hechos rendijas y yo no pude evitar soltar una carcajada, ella en serio no los había notado. Dejé de reír pero mi sonrisa siguió ahí, ella se había encapsulado en nuestra burbuja

-¿Qué? -preguntó fastidiada por mi mirada.

-Es que te ves realmente hermosa -le dije. Cuando estuviera listo intentaría lograr recuperar sus recuerdos, aunque primero la haría volver a amarme con tanta pasión que no pudiera deshacerse de mí luego de tomar aquel riesgo. James fue uno de los que salió, detrás venía Ocean con una pijama de conejos azul que le quedaba algo grande y su mano estaba pegada a la camisa de su tío.- Buenas noches -saludé a ambos con una sonrisa.

-Buenas noches profesor -bostezó el jovencito.

-Profesor -saludó James con sequedad mal disimulada.

-Cariño, ve a dormir -Anne le dio un beso a Ocean y éste asintió con la cabeza, le dijo algo en un susurro y luego miró a James en silencio, pareció que se comunicaban por telepatía y luego ambos se dirigieron al dormitorio, no sin antes despedirse de nosotros y viceversa. Belle y yo decidimos apurarnos en salir del campus por lo que ella me tomó de la mano y nos teletransportamos, la miré. Recordé entonces que estuvo con Nightcrawler cuando recogió a James y Ocean, debió haber copiado su don también.

Annabelle es peligrosa, recordé la voz de Raven, pero mientras no se vaya de nuevo por el mal camino estará bien todo. Apreté la mandíbula mientras caminabamos hacia el Bentley rojo, no dejaría que eso pasara otra vez, no permitiría que la atraparan de nuevo, porque no soportaría perderla para siempre.  Y eso sería lo que sucedería si la atrapaban otra vez.

-¿Fantaseando todavía? -me preguntó cuando llegamos al Bentley y aun no entrabamos, parpadeé para mirarla y sonreí coqueto.

-¿Quieres hacerlas realidad? -le dije, ella enseguida negó con la cabeza y dejó de preguntar por lo que sonreí más y abrí la puerta del copiloto.

-Qué caballeroso -exclamó con sarcasmo.

-Siempre -rodeé el auto y entré, hoy conduciría por mi mismo, miré mi reloj de mano dando con que aún teníamos algo de tiempo, sin embargo mi novia parecía tener intención de llegar rápido-. ¿Quieres hacer tu magia?

Ella sonrió, al parecer le había leído la mente, puso una de sus manos en la mía y la otra en el tablero del auto. Cinco minutos más tarde estabamos en la mitad de la transversal, de ahí en adelante era más fácil para mí manejar hacia donde íbamos. Llegamos diez minutos después y estacionamos el auto en un estacionamiento cercano, le llevé de la mano por las calles hasta que llegamos a la taberna. Anabelle no dijo absolutamente nada y sólo se dedicaba a observar la ciudad iluminada por las luces navideñas, las luces colgando de los árboles y las vitrinas de los locales comerciales llenas de mucho espiritú navideño. Sonreí.

-¿Quieres dar un paseo primero?

Ella se giró a verme, sonrojada.

- -me sonrió-. Por favor.

Dimos un leve paseo, comentando sobre la decoración, las luces, los árboles y todo lo demás que era típico de la época. A todos parecía sorprenderles que ninguno de los dos -pero más que nada ella- estuviera abrigado y aún así no se nos notaba el frío, que por supuesto que hacía, peo teníamos la fortuna de ser mutantes y una de ellas de tener una habilidad tan fascinante como la de darnos calor por medio de la energía, no nos habíamos soltado de la mano desde que bajamos del auto.

-Esto es lindo.

-¿El qué? -le pregunté curioso.

-Estar aquí -dijo apartando la mirada de mí para ver el cielo estrellado- Contigo.



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