•Anabelle•

-Nightcrawler, llévalos a ellos dos, yo iré con Pete -Kurt asiente y sonríe de medio lado, dándole la mano a mi hermano y al hijo de mi ex esposo Will, los tres desaparecen al instante. Luego yo tomo la mano de Will y nos teletransportamos al instituto, donde la sensación de calidez vuelve a mi cuerpo y miro hacia la ventana del despacho del profesor Xavier, quien levanta la mano.

Lo saludo de vuelta con una pequeña sonrisa y ladeo un poco la cabeza, antes de devolverle el saludo. Luego de instalar a mi hermano y al nene en una de las habitaciones, Hank me pidió que fuera al despacho del profesor Xavier, así que yo fui enseguida. Había pasado toda la noche fuera junto a Peter, Kurt y mi familia. Toco la puerta con los nudillos levemente y abre la puerta.

-¿Me mandó a llamar, señor Xavier? -le pregunto, él asiente y cierra la puerta detrás de mí, lo observo unos minutos por encima del hombro y luego dirijo mi mirada al escritorio. Lo miro en silencio por unos minutos pensando en qué hará o qué me pedirá ahora. Después de todo no he trabajado desde hace un día y casi media tarde.- ¿Quiere algo en especial?

-Ahora que lo mencionas sí .-se da la vuelta para verme, puedo sentir su mirada quemando mi espalda. No me atrevo a devolverle la mirada, me quedo en silencio unos segundos esperando su próxima palabra, pero lo que llega es su mano fría contra mi escote en la cintura y doy un respingo al sentir su respiración contra mi cuello. La blusa que llevo puesta llega un poco más abajo de mi busto, por lo cual deja al descubierto todo mi torso y espalda.- Te quiero a ti.

-¿A mí? -trago fuerte, sintiendo como su otra mano va hacia mi cabello suelto y me quedo inmóvil. No debo tener pensamientos irracionales hacia el profesor, me he estado diciendo eso desde que llegué aquí, pero no puedo evitar pensar en que esos ojos azules son los más hermosos que he visto hasta ahora y que esa cara...¡Ese no es el punto! Estaba a punto de convencerme que había superado la atracción hacia el hombre cuatro años mayor que yo, y ahora resulta que él me acosa sexualmente en medio de su despacho mientras respira en mi cuello y aspira el aroma de mi cabello.- Profesor Xavier, con todo respeto, esto no va en mi...

-¿Quieres que ese niño y tu hermano se queden protegidos aquí, o no? -dice con sequedad. Parece que ha dado justo en donde era, le ha atinado, encontró mi herida.

-A...Así es. ¿Acaso planea que usted y yo nos acostemos por mantenerlos aquí?

-Y conservar su empleo, por supuesto. Descuide no perderá el privilegio y nada saldrá de aquí si usted no lo cuenta, claro. -dice, acercando sus labios a mi cuello lentamete, provocando que mi piel responda erizándose.- Sé lo importante que es para usted que ellos dos se mantengan firmes en esta institución, fuera del peligro exterior, y prometo darle la seguridad a todo el que usted quiera. -promete, depositando un suave beso contra mi piel. Respiro intranquila.

-Realmente piensas que me doblego fácil, ¿no? -murmuro, apretando la mandíbula.

-Yo hasta pensaría que me gusta que te hagas la díficil -ríe suavemente en mi oído, y eso me produce una extraña sensación en mi estomágo. Juraría que nunca lo he oído reír desde que lo conozco, pero por alguna razón, la risa se siente tan conocida que asusta.- Te hace ver sexy.

-¿Por qué de repente te sentiste atraído hacia mí? -le pregunto.

-Siempre me he sentido atraído por ti, Belle, el chiste está en que tú nunca lo notaste por andar mirando mis ojos y pensando en cómo se sentiría que esos ojos sólo te miraran a ti .-murmura con un toque de melancolía en la voz que no paro a detallar, pero me siento avergonzada.

-¿Cómo...? -trago fuerte-. No tienes poderes, ¿cómo supiste entonces de eso?

-No necesito poderes para eso -siento como rueda los ojos, poniéndome la piel de gallina. Está diciendo que soy demasiado obvia al mirarlo, quizás sí, después de todo es lo único que hago que me gusta de este trabajo, quizás sea lo que me ata tanto aquí. ¿Me habré enamorado del gruñón del castillo, habiendo tantos chicos tiernos y lindos en esta escuela? ¿Tan masoquista soy? El profesor pone ambas manos en mis dos hombros y me gira rápidamente para enfrentarlo. Lo miro directamente a sus hipnotizantes ojos azules por un momento.- ¿Hmm?

-Y dices que... si yo acepto esto, ¿qué tipo de trato estamos hablando...? -susurro, amordazada por su aroma varonil tan cerca mío, no me he sentido así de intimidada desde William

-¿Cómo quieres que te trate? Soy un poco flexible con bellezas como tú -se encoge de hombros.

-¿A cuántas del instituto le haces esta propuesta? -bufo, cruzándome de brazos, por un momento casi caigo, casi. Me aparto de ese repugnante ser y me siento en el escritorio, mirándolo fijamente. Este parpadea lentamente y luego frunce el ceño.

-No quería..., no hay nadie más. Sólo me interesas tú, ¿entiendes? Nunca he hecho este tipo de propuestas, no me pondría nervioso si tuviera experiencia, pero es que de verdad que me parece demasiado extraño todo esto..., es sólo que de verdad quiero tenerte -se pasa las manos entre el cabello con una desesperación aparente que me hace titubear un poco. Está loco.

-Pudiste decirme si quiero ser tu novia..., y luego llegar a segunda base. -encojo de hombros, tomando una lima de uñas que está en el escritorio y extendiendo mis dedos de la mano izquierda para simular algo de desinterés en lo que sea que él esté pensando ahora.

-¿Quieres ser mi novia? -alza la ceja con sutileza.

-Te hace falta más romanticismo -expreso, limándome las uñas, aguanto mis ganas de decirle que sí inmediatamente. Puedo estar necesitada de afecto pero eso no impide que mi orgullo dirija la situación a más no poder, yo también sé jugar si eso es lo que Charles dudaba.

-¿Qui...quieres se...ser mi...mi no...novia? -vuelve a intentarlo.

-Dije que te falta romanticismo no que debas parecer un tartamudo, idiota. -vuelco los ojos. Charles se me queda mirando unos segundos y luego golpea su cara con su palma.- Deberías dejar que me vaya ahora y seguir pensando en cómo proponerte.

-¿Me aceptarás si te dejo ir?

-¿Me dejarás ir si no lo hago?

-Obvio no.

Suspiro, no es fácil usar psicología inversa con este hombre así que ruedo los ojos.

-Sigue intentándolo

-¿Quieres -se agacha poniendo su peso sobre su rodilla y estirando el brazo hacia mí-, ser mi novia? Si quieres te traigo de paso el juez y los anillos para la boda. Si ese es el romanticismo que deseas, eh. -Algo en su mirada me decía que era cierto lo que dijo, así que supuse que si de todas formas terminaría en este embrollo, lo mejor era terminar con esto rápido y empezar el trabajo.

-Bien, pero con una condición .-le digo, él me mira incrédulo.- Tú me estás sobornando para que acepte, tengo derecho a poner condición a esto. ¿Entiendes? Varias, de hecho.

-Bien.

-Primero, como sepa que estás con otra mujer, me largo y no puedes hacerle nada a nadie.

-¿Celosa? -arquea una ceja.

-Una parte de mí quiere que rompas esa regla -ruedo los ojos.

-¿Y la otra? -se cruza de brazos, sonriendo victorioso.

-Segundo, no seremos la pareja del año y en lo posible que sólo lo sepa Hank y Jean. -digo.

-¿Y qué si quiero decírselo a toda la escuela?

-Hazlo y hasta ahí llegamos -encojo mis hombros.

-Bien, ¿que más? -se recuesta sobre la puerta, con los brazos cruzados aún.

-Hmm. Tienes un mes, ¿va? Si en ese mes algo les pasa a mis personas, no volverás a saber de Anabelle Craig nunca más en tu vida. ¿Me escuchas? -frunzo el ceño.

-Bien, ahora van las mías -Charles sonríe.

Mierda.


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