▬▬▬ ་ ᳝ Prólogo ݁ ٬٬

Las manecillas del reloj marcaban su marcha acompañada de un sonido que, justo en ese día, para Juliette era una tortura escucharla, sabía que se aproximaba ese día y a esa hora. El reloj por fin marcó el medio día y el sonido desagradable de un artefacto viejo lo indicaba.

──Debemos modificar ese ruido ──expresó su madre disgustada frunciendo la nariz.

Después de que ella expresara esa simple queja, la chimenea hizo un estallido dejando ver una figura masculina que portaba un túnica color negra con orillas verdes esmeralda, que ahora sólo se veían marcas de hollín sobre esta y su perfilado rostro.
De inmediato Matthew se paro de su asiento a recibir a su visita, estrechando sus manos para proseguir a darse un abrazo.

Juliette sólo se dedicó a no rodar los ojos, debía tenerlos quieto y no ser reprendida por su madre nuevamente. Simplemente Nathaniel, el mejor amigo de su hermano no era de su agrado.
Aún recuerda cómo si fuera ayer cuando su hermano trajo a su primer amigo de Hogwarts a pasar unas semanas de verano en la residencia LeBlanc. El chico de slytherin perteneciente a una familia de sangre pura y con un apellido que no era duda de saber de quien se hablaba era un chico que repitió curso debido a su mala conducta y el reprobar todos sus T.I.M.O.s, conoció al mayor de sus hermanos en quinto grado. Fue un milagro para la familia, pues nunca se le conoció a alguien, y que trajera de amigo a uno de los pertenecientes de la descendencia de Salazar Slytherin hacia enorgullecer a la familia.

──Nora, Dora ──saludó el invitado haciendo un ademán de caballerosidad antes las gemelas── Un placer verlas.

──Lo mismo digo, Nath.

Sus ojos casi salen de su rostro ante tal mirada fulminante que Jullieth le lanzó a Dora, desde cuando los sobrenombres de cariño hacia el total desconocido. Ella sin embargó le dio una mirada confundida acompañada de un encogimiento de hombros apenas el chico se volteó para saludar a su madre.

──Madelaine ──alabó el joven besando la mano de la jubilosa mujer── ¡Por, Merlín! Estás más guapa de lo que te recuerdo.

──Oh por favor, Nathaniel ──soltó una expresión modesta── Me alegro de verte aquí.

──Lo mismo digo ──sonrío girando la mirada dedicándole un guiño a Jullieth.

La castaña sólo rodó los ojos dejando su plato por terminar dirigiéndose a la cocina.
Simplemente llevaba un año conociéndolo, y toparlo a cada rato en los pasillos de Hogwarts no ayudaba. Detestaba su egocentrismo y forma de buscar la aceptación de la persona. 

Entró a la cocina dónde su elfina Doroty le entregaba un sobre a su hermana Nora, una de las gemelas. La castaña menor dirigió una mirada divertida a su hermana a lo que la contraria le respondió con la misma cara fría e inexpresiva que siempre la caracterizaba.

──Gracias, Doroty ──susurro Nora tomando el papel corriendo a su habitación.

Soltó una risa suave siguiendo a su hermana insistente en que ya le contará quien era la persona con la que se paso todo el verano mandando cartas. 

──Así que... ¿Me dirás? ──consultó suavemente tomando asiento en la punta de la cama de su hermana.

──No debes estar con tu pretendiente ──contestó de mala manera sin mirarla tomando el abrecartas de plata pasando la filosa cuchilla por en medio del doblez del sobre.

Julliette bufó.
Detestaba la idea de solo escucharla.

── En primera, no lo es, es sólo la absurda idea de mamá el querer que yo y él convivamos más ──negó mirándola.

──Pues al paso que vas, la que tendrá que casarse primero seré yo ──suspira desdoblando la nota.

No era un secreto que la familia LeBlanc buscaba esposar a sus mujeres jóvenes con hombres de buen nivel en el mundo mágico. Eran los únicos que no seguían la absurda tradición de unirse en familia tal como los Black.
Nora estaba en el roce de seguir o no en Hogwarts, pues ella era la única que aceptaba el riesgo de comprometerse lo más pronto posible para salvar su postura ya que el dinero y lujos desaparecieron.

Juliette era la mejor candidata, era una chica atractiva e inteligente, cualquier hombre estaría orgulloso de esposarla, sin embargo las demás hermanas no contaban con esa suerte. Ambas eran como retoño seco en un campo de agradables flores, eran la sombra de su hermana menor pues ella la han considerado perfecta desde pequeña.

──Tienes la suerte que papá haya abogado por tu libertad ──murmuro dejando el papel de lado apenas terminando de leerlo── Digo, no estarás destinada ha seguir con el legado y vida de mamá ──soltó una risa suave.

Juliette frunció el ceño, no por la suposición, sino que, su hermana había reído, hace tiempo que olvidaba ese gesto en ella. En un reojo miró la esquina de la nota «Con cariño, Remus».

Ahora entendía el misterio, era obvio que su madre no aceptaría esa amistad. Mucho había tenido con el que terminará en una casa dónde los impuros estaban y que su hija menor adoptara a una amistad poco aceptable en la sociedad mágica.

Sólo tenía dieciséis años pero sabía todas las reglas de las generaciones pasadas en su familia. No amistar con impuros o mestizos. Ser una familia ejemplar y perfecta. Prevalecer la pureza en generaciones futuras. Ser hijos y padres ejemplares.

A simple vista parecía guardar los valores y reputaciones de los integrantes en la familia, pero detrás de todo, sólo había almas únicas, queriendo poder probar el sabor de la libertad, queriendo salir de ahí.

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