ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ɪɪ: ᴠᴇɴᴀᴛᴏʀᴇꜱ
Caminaban en silencio por el bosque, ya un poco cansados del frío. Luz no entendía como King caminaba como si nada por la nieve, está parecía incluso derretirse bajo los pies del pelinegro. El chico no traía camisa o algo para abrigarse, era extraño para la chica verlo caminar como si nada.
— ¿A caso estás viendo mi trasero, mortal? — se burló. Él estaba delante de Luz, dejando a la imaginación que estaba viendo esta última. La chica lo miro con cara de pocos amigos, algo irritada por la actitud egocéntrica del mayor. No respondió y siguieron caminando en silencio. El bosque parecía no tener fin y ya comenzaba a dudar de si en verdad King sabía hacia donde se dirigían.
Un silbido hizo eco en los agudos oídos del príncipe del inframundo. Miró a su alrededor, temeroso de que fuese lo que él creía que era. Ramas eran rotas bajo el toque de algún zapato, murmullos incomprensibles y los susurros del viento que los cubrían. Luz no terminaba de entender la repentina actitud del chico, pero suponía que algo malo pasaba.
Trato de preguntar algo, pero rápidamente fue callada por él. "Silencio" leyó en el suave movimiento de sus labios en el aire. King estaba frustrado, no sabía qué hacer en ese momento, nunca se había cruzado con aquel grupo de personas... Estaban muertos.
Cuando una flecha rozo el brazo de Luz, cortando aquella zona, King volvió a sus cinco sentidos y tomo de la muñeca a la chica, comenzando a correr. Gritos se escucharon a lo lejos, dando a entender que los perseguían.
— ¿¡Quienes son ellos!? — pregunto la morena en medio de la carrera.
— ¡Cazadores!
— ¡No somos animales!
— ¡No son cazadores normales! — grito — ¡Ahora solo corre y procura que no te claven una flecha en el culo!
La de ojos cafés miró hacia atrás unos segundos, en una curiosidad enfermiza por ver a quienes los perseguían; unas figuras delgadas armadas con arcos, talvez cuatro o tres personas, gritando insultos hacía ellos y órdenes a los demás en conjunto. Trago duro, asustada e intimidada por esas personas.
En su mente una pregunta tomaba lugar con fuerza: ¿Porqué los perseguían?. La única explicación lógica que encontraba era que, talvez, ella junto con el chico habían invadido su territorio de caza o simplemente no aceptaban forasteros por ahí. Sea cual fuere la respuesta, no le importaba, en ese momento solo procuraba esquivar las afiladas flechas que les lanzaban.
Un árbol caído se cruzó en su camino, enorme e imponente. Debían trepar un poco si querían atravesarlo. Miró a su compañero rápidamente, con la duda teñida en su mirada café. Él tampoco sabía que hacer y cada vez estaban más cerca del enorme árbol. Los gritos atrás de ellos posaba el pánico en sus metes. Estamos muertos. Pensaba King.
En cuanto el tronco estuvo frente a ellos, el de cabello azabache salto, agarrándose de una rama algo gruesa. Con ese apoyo, se impulsó y subió. Con la respiración entre cortada y sintiéndose desfallecer por el cansancio, miró a la morena con una duda interna. Los cazadores se acercaban a paso veloz, si atrapaban a la contraria, serviría como distracción y podría escapar con mucha ventaja. Se mordió el labio, recordando lo aquella frase que alguien importante para él alguna vez le dijo:
El Diablo siempre cumple sus promesas... Hazlo tu también.
Una frase vacía sin demasiada intención de quedarse en la mente de alguien, pero que pasa un King del pasado tuvo mucho peso. Suspiro con frustración y le tendió su mano, dispuesto a cumplir su promesa.
La morena salto con algo de dificultad, ser atlética no era algo propio de ella. Tomo la mano algo sudada del chico y la impulso hasta quedar sentada a su lado. Respiraron con rapidez, demasiado cansados como para seguir corriendo. Pero la flecha que lastimo el brazo de King les quito el aire.
— ¡Tengo una fecha en mi brazo! — grito King. Agonizando por el punzante dolor y horrorizado por la espesa sanguis que chorreaba por su brazo derecho.
— ¡Si ya lo noté! ¡Ahora corre! — lo jalo de su brazo bueno y saltaron hacia el otro lado del tronco caído. La caída los hizo jadear por el golpe. Luz en su cabeza al caer de espaldas y King en su brazo, cayendo sobre este.
La chica se levantó, sacudiendo el pijama de nutría que llevaba puesto. Miró a su compañero; aún seguía en el suelo, viendo con pánico la "sangre" que brotaba de su herida. Cuando el chico acercó su mano, con intensiones de sacarla, Luz lo detuvo, argumentando que si lo hacía mucha más sangre brotará de la herida y eso no era algo bueno.
— sanguis — corrigió. Ella rodo los ojos. Aún estando herido y algo asustado, no dejaba de ser un patán.
— ¡Rodeen el tronco! — escucharon al otro lado. Luego de eso, solo fue silencio, seguramente se habían dispersado, acatando aquella orden.
— debemos movernos. Les llevamos ventaja, pero podemos arriesgarnos a que nos alcancen... — hablo el de cabello negro. Se levantó y comenzó a caminar, evitando mirar su herida.
Luz suspiro y siguió sus pasos.
Caminaron en silencio, lo suficientemente consternados como para no querer entablar una conversación. La mano de King en su herida ya empezaba a mojarse con exageración debido a la Sanguis que brotaba. Era molestó y aquel líquido anormal se congelaba por el frío del invierno. La chica lo noto. Pese a que no se conocían, no quería que su guía muriera desangrado y la dejara sola en medio del bosque. Sin pensarlo demasiado doblo su torso y llevo sus manos al pantalón de su pijama, rompiendo un poco de este.
— ¿Porqué carajos hiciste eso? — gruñó su compañero.
— ven aquí — lo tomo de la muñeca para detener su andar — voy a quitar la flecha, quédate quieto — demando con determinación.
— ¿¡Es enserio!? Hace unos minutos dijiste que no debía de hacerlo.
— pondré este pedazo de tela en tu herida — alzó la dicha prenda con algo de obviedad — ahora sí, quédate quieto... Así dolerá menos — susurró lo último.
— espera ¿Qué- — no pudo terminar su oración cuando sentía como lentamente algo era sacado de su piel, dando una sensación algo repugnante y dolorosa para el que decía ser un demonio — ¡Auch! ¡Con cuidado, mortal! — rápidamente Luz ato el pedazo de tela alrededor de su brazo, manchando un poco la tela — casi me arrancas el brazo... — suspiro sentándose y recostándose en un árbol.
— además de creerse un demonio es dramático — se quejó en voz alta. El chico la miró mal — ¿Qué? — hablo, ofendida por aquella mirada sobre ella — ¡Oh, vamos! No esperas que crea algo como eso ¿O si? — se cruzó de brazos.
— es irremediablemente estupido que no me creas...
— ¿¡Estupido!? — exclamó indignada — ¡Estúpido es que alguien me haya secuestrado y arrastrado hasta las profundidades del bosque y diga que es un maldito demonio!
Ok, eso le dolió.
— en primer lugar... — respondía con calma — ¡Eres una desagradecida! ¡Te perdone la vida, pedazo de mortal inservible! — explotó en medio de gritos — ¡Aún cuando te estoy llevando a la carretera tienes el descaro de no creerme!
— ¿¡Como quieres que crea tal locura!? ¡No hay pruebas de que lo seas!
— ¿¡No las hay!? — repitió su frase, totalmente perplejo por la estupidez de la chica — ¡Mira mis cuernos, mira mis ojos! ¡Claro que las hay!
— ¡Pueden ser falsos! ¡No hay forma que de demuestres lo contrario! — el chico iba a responder, pero ella fue más rápida, suponiendo lo que diría — ¿Qué harás para demostrarlo? ¿Lanzar arcoiris por la punta de tus cuernos? — se burló sin gracia alguna en su voz.
— ¿Sabes qué? — murmuró, levantándose y encarando a la chica — puedes encontrar tu camino a casa por ti misma. No planeo seguir ayudando a alguien que me escupe en la cara su desacuerdo con respecto a quien soy.
Eso la enfureció. Su dignidad estaba en juego, no iba a pedirle de rodillas que siguieran su camino juntos, no luego de gritar mil barbaridades hacia él. Era un suicidio para sus planes de encontrar la carretera y el cadáver de su madre, pero ella era así; orgullosa y testaruda. Una actitud que, según su fallecida madre, nunca cambiaría aunque lo intentase.
Sin pronunciar palabra, comenzó a caminar sin rumbo fijo, solo teniendo como objetivo alejarse de su ya antiguo guia. No escucho nada por parte de este mismo, seguramente igual o más enfadado e indignado que ella.
Miró hacia atrás cuando ya comenzaba a hacerse de noche; ya ni siquiera estaba el desgastado sendero por donde caminaban. Estaba perdida... De nuevo. Maldijo por lo bajo y siguió caminando, sintiendo como el hambre empezaba a hacerse presente. No había comido nada desde la noche anterior y ya se sentía desfallecer... O talvez solo exageraba. Tratando de ignorar el hambre, siguió caminando en silencio, hasta encontrarse con la entrada a lo que parecía ser un pueblo demasiado reducido. Corrió hasta los granjeros que trabajaban a las afueras del dicho lugar, con la esperanza de encontrar ayuda.
— ¡Oigan! — los llamo, los dos hombres más cercanos la miraron confundidos — necesito ayuda... ¿S-saben hacía donde queda la carretera?
Ambos hombres se miraron entre ellos, al parecer siguiendo confundidos.
— Mar a déarfá? — hablo uno.
— no puede ser... — se golpeó mentalmente. Aquellas personas no hablaban su idioma ¡Ni siquiera uno que ella conociera! — disculpen las molestias... — hablo, pero luego volvió a golpearse — ¿Porqué me disculpo? Ni siquiera me entienden.
Comenzó a caminar cuando hoyo al otro hombre hablar con su compañero.
— An bhféadfainn boladh a fháil? Is alfa é
— An dtógfaimid chuig alfa í?
— Is fearr dúinn é a ghabháil linn féin
Luz volteo a mirarlos, tratando de entender si lo que decían era bueno o malo. Pero reaccionó a correr cuando vio a los hombres correr tras ella. Abrió los ojos como platos mientras escuchaba sus gritos hacia ella. Si, definitivamente querían atraparla y no precisamente para algo bueno.
— ¿Qué putas les dije? — pensaba en voz alta mientras seguía corriendo. Se detuvo en seco cuando en frente de ella, el mismo grupo de cazadores apareció, corriendo hacia ella y a punto de lanzar sus flechas — ¿¡Porqué a mi, maldita sea!?
Sus pasos eran torpes, estaba cansada. Los gritos a sus espaldas la asustaban y sentía que todo eso acabaría solo cuando cayera muerta debido a una flecha o si caía en un barranco.
— ¡Carajo! — grito cuando una flecha se enterró en su pantorrilla. Cayó al suelo de forma brusca, ganando uno que otro raspón. Los cazadores y los dos hombres la alcanzaron, pero se formó una discusión en otro idioma que Luz no entendía, una discusión que al parecer ganaron los cazadores, porque los dos contrarios se retiraron a regañadientes.
Una mujer se acercó a ella, vistiendo ropas sucias y rústicas de cuero, junto con una pechera de hierro negro y un arco y flechas colgando de su espalda, todos llevaban vestimentas parecidas, excepto un hombre que tenía un tatuaje en la frente, un símbolo extraño al que Luz no le encontró significado. La mujer de la cual no pudo detallar el rostro debido a una pañoleta cubriendo su boca, se acercó a su rostro y poso un paño en su cara, con un olor extraño que pronto la adormeció.
[ † ]
Se removió con dificultad, sus manos dolían. No quería abrir sus ojos, sus párpados se sentían pesados, pero el sonido de pisadas, murmullos y el aire frío y espeso hacían presión sobre aquella decisión. Termino por abrirlos, encontrándose a si misma amarrada contra un árbol sin ramas u hojas, solo era un tronco pegado a la tierra. Su cuello dolía, así que no podía hacer movimientos bruscos.
Las pisadas y murmullos pertenecían a algunos cazadores que se encontraban al frente de ella, algo alejados. Frunció el ceño ¿Enserio la consideraban tan peligrosa como para que dos guardias la custodiarán?
— oh, despertaste... — escucho una voz a su lado, su cuello adolorido no le permitió voltear, pero intuyo que era un chico — falta poco para el amanecer, pronto todo esto terminará — decía aliviado, casi con un suspiro soñador, añorando libertad.
— ¿Qué pasará al amanecer? — murmuró.
— nos matarán y nuestras pieles y colmillos las venderán a la manada que pague mejor... Así funciona.
— ¿¡Qué!? — genial, no llevaba ni tres días en aquel bosque y ya la asesinarían a sangre fría para venderla, como a una vaca — debemos salir de aquí...
El chico río a secas.
— ¿Salir? Eso es imposible, los cazadores son hábiles e inteligentes. Aún si pudiéramos liberarnos de estas cuerdas sería en veno, no tendrían piedad en clavar una flecha en nuestro cráneo.
— debemos intentarlo — dijo firme — no perdemos nada — el contrario se quedó en silencio, seguramente pensando en esa oferta. Al final chasqueó su lengua y río por lo bajo.
— ¿Qué mierda? Hagámoslo... — Luz sonrió, tenía un aliado — por cierto... Soy Matheu, pero puedes llamarme Matt.
— Luz, pero puedes llamarme Luz.
— eso fue muy estúpido — confeso en una risa.
Estaban amarrados con cuerdas, eso era una ventaja. Pero debían idear una forma de romperla. Luz lo pensó, no habían demasiadas opciones, no tenían algo conque ayudarse. Talvez si mordía la cuerda...
— ¿Escuchas eso? — murmuró Matt. La chica escucho a su alrededor, no había ningún sonido además del molestó canto que hacía una cabra.
— ¿Qué cosa?
— la cabra.
— ¿En que nos ayudará una estúpida cabra? — decía con una mueca en su rostro. Escucho al chico bufar y el sonido de las pisadas del animal acercarse — ¿Qué putas estás haciendo?
— intentando que la cabra se acerque y muerda las cuerdas — explico con dificultad. Luz hizo otra mueca, dudando del plan de Matt.
— ¡Éxito que me liberen! — escucharon a lo lejos. La chica inmediatamente reconoció aquella voz chillona y demandante. Miró hacia al frente, viendo como dos cazadores más llevaban a King amarrado de las muñecas hacia su posición, mientras esté último gritaba barbaridades. Lo amarraron a su lado, ignorando sus exigencias por completo y retirándose luego de asegurar que las cuerdas estuvieran bien amarradas. Luego de unos minutos, el pelinegro hablo — oh, eres tú... — dijo con desdén — ¿No pudiste escapar sin mí, mortal? — se burló.
— tampoco es como si tú estuvieras mejor — murmuró aún enfadada con el chico. A su derecha escucharon como Matt carraspeaba.
— ¿Ustedes... Se conocen?
— no — dijeron al unísono.
— a mi me parece que si... — ambos ex compañeros no respondieron — bien, no me importa, la cabra escapo. Lo único que quiero es salir de aquí ¿Alguna idea?
Ambos pensaron, no habían ideas u opciones. Luz miro lo poco que podía ver debido a su cuello adolorido, solo estaban los guardas a unos metros de ellos, granjeros en sus cultivos más adelante con pequeñas cabañas a su alrededor junto con una enorme cabaña de donde salían y entraban personas. Debe ser importante. Pensó.
— ¿Ninguno de ustedes tiene poderes o algo? — pregunto Matt, ya desesperado.
— yo soy un demonio... No espera, no lo soy porque ¡Una sola persona no me cree! — exclamó King. Luz rodo los ojos y los ignoro.
Las horas pasaron entre peleas e ideas que terminaron en nada al encontrarle un fallo. Parecía que nunca podrían liberarse, las esperanzas de Luz cayeron de golpe contra el suelo ¿Era enserio? ¿No saldría de ahí y terminaría siendo vendida como carne? Un futuro prometedor que no dejaba mucho que desear.
Escucharon pasos, está vez siendo alguien desconocido totalmente. Se acercaba a ellos lentamente, analizando y con la mirada teñida en cansancio y fastidio. Su traje era igual de los otros cazadores, exceptuando que esté traía una capa que arrastraba por la tierra y una extraña corona oxidada. Su mirada cereza era firme y carecía de misericordia. Cuando se acercó lo suficiente, uno de los guardias lo detuvo.
— señor, no hacía falta venir personalmente. Nosotros podíamos encargarnos...
Éste bufó con exageración.
— ¿Ustedes? — soltó con burla — ustedes son unos incompetentes que dejaron escapar al líder de la manada Ibis por perseguir a estos dos rateros — en un movimiento exagerado acomodo su capa y siguió adelante. Su cabello rubio estaba desaliñado, junto con unas horribles ojeras que adornaban sus orbes cereza. Con una mueca de asco se arrodilló frente a Luz, sacando una navaja de su bolsillo y paseando dicho objeto por la mandíbula de la chica — así que... Tú eres quien el Alfa de la manada Vetus busca con tanta desesperación — al terminar la frase pareció pensarlo mejor y termino riendo entre dientes — tú traerás mucho dinero a mi pueblo, pedazo de basura.
— ¿Porqué me busca? — pregunto. Él volvió a reír.
— ¿Qué importa? Solo debo llevarte con él y en un parpadeo tendré mucho oro y respeto a mi alcance — sonrió sin gracia alguna. Luego chasqueó la lengua y llamo a los dos guardias — ¡Ustedes, inútiles! Desaten a estos tres. Quiero una carreta lista para ahora con ella adentro y con destino al territorio de los Vetus.
— ¿Qué hacemos con los otros dos? — el de ojos cereza posó una mano en su barbilla, pensando.
— lleven a ese par al matadero. La manada Cibum estará encantada de comprar la carne de un Beta y un demonio.
— ¿¡Qué!? — exclamó el demonio — ¡No pueden hacer eso! ¡Soy el heredero del inframundo!
— oh, escuincle... — hablo de nuevo — no tienes poderes en este mundo. Nadie respeta a un líder sin poder.
— como tú — escupió Matt derrepente. El rubio apretó la mandíbula y sonrió con falsedad. Chasqueó los dedos, e inmediatamente apareció una mujer encapuchada en una túnica lila. Su vestimenta no concordaba con la de los demás cazadores.
— creo que este chico se vería mejor en el pozo. De todos modos, las bestias deben estar aburridas sin un ratón con el que jugar...
La mujer hizo levitar al chico, llevándolo consigo e ignorando sus gritos. Luz trago duro, preocupada por lo que le pasaría a Matt. Sentía que no debería preocuparse por él, solo lo conocía de hace unas horas ¿Quién sabe? Talvez y no era alguien bueno.
A Luz y King les quitaron las cuerdas, y cada guardia le tomo un brazo, impidiéndoles moverse. La morena vio al chico, observando como éste forcejeaba y el guardia intentaba esquivar sus cuernos. En la cabeza de Luz entro una idea.
— ¡King! — llamo — ¡Los cuernos! — el susodicho pareció entender a los minutos. En un movimiento brusco clavo su cuerno bueno en el ojos del guardián, chorreando de sangre el rostro del pelinegro. El guardia quito sus manos del demonio para cubrirse el rostro, agonizando en dolor. Un golpe en la cosilla recibió el guardia que apresaba a Luz en medio de su distracción — buen trabajo — dijo jadeante.
— ¡Inútiles! — grito el, al parecer, líder de los cazadores. De nuevo sacó su navaja e intento atacar a la chica. Esta reaccionó torpemente y lo esquivo, ganándose un corte goteando en su pómulo. Rápidamente se limpio la sangre y empujó al líder, cayendo al suelo y soltando su navaja. Luz la tomo, dispuesta a clavarla en el hombre — vamos, hazlo — la incito con una sonrisa — acaba conmigo.
— no seas estúpido. No estoy de humor para esa mierda psicológica — escupió para luego atacar al chico con la navaja, dejándole una herida en el rostro. Cuando hoyo a más cazadores acercarse, soltó la navaja y lo golpeo en el rostro, dejándolo aturdido — ¡Vamos, King! ¡Corre!
Ambos chicos corrieron a las afueras de aquella aldea de cazadores. No los siguieron, estaban demasiado preocupados por su líder como para hacerlo.
Se detuvieron cuando consideraron que estaban lo suficientemente lejos, jadeando y adoloridos por sus heridas. Luz volvió a mi limpiar la sangre de su mejilla, que cada vez era un poco más. Mientras King se sentaba en el suelo, sintiéndose desfallecer por la perdida de Sanguis debido a la herida en su brazo.
Luz se mordió el labio, aún insegura de lo que diría. Al final hablo.
— oye... — King alzó las cejas, incitandola a proseguir — lo que dije antes de separarnos... Lo siento.
El contrario negó con la cabeza.
— yo lo siento. Supongo que no puedes forzar a nadie a creer en lo que simplemente no cree.
— si, pero fue muy dura.
— ¿Dura? Dura fue la paliza que le diste a Hunter — confesó con una carcajada. Luz frunció el ceño.
— ¿Ese es el nombre de ese tipo?
— sip — confirmo — es un imbécil que se cree la gran cosa por ser líder de los cazadores con diecinueve años — King fruició sus labios, algo incómodo — entonces... ¿Estamos bien?
— estamos bien — ambos sonrieron. King se levantó del suelo y sacudió sus pantalones.
— bien. Es mejor que busquemos un lugar donde comer y curarnos, no voy a andar por ahí medio muerto...
Compartieron una que otra broma antes de emprender, de nuevo, su camino, está vez hacia un lugar seguro donde recomponerse.
Venatores/Cazadores
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