Capítulo I: Otoño


El verano finalmente había terminado y las primeras hojas comenzaban a caer en todos los árboles de Tokio. Sora y Tai caminaban de regreso a sus respectivas casas después de un arduo día de trabajo. Pronto ambos entrarían a la Universidad y estaban ansiosos por lo que el futuro les deparaba.


— En verdad que estoy cansado. Lo bueno es que hoy fue nuestro último día de nuestros trabajos de verano —dijo Tai mientras se pasaba una mano por el cabello sudoroso.

— Sí, ha sido un verano agotador, pero también muy gratificante —respondió Sora con una sonrisa.


Mientras continuaban caminando, el sol comenzaba a ponerse en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos cálidos y dorados. Era un atardecer hermoso que marcaba el final de una estación y el comienzo de otra.


— Pronto estaremos en la Universidad —dijo Tai con una mezcla de emoción y nerviosismo en su voz.

— Sí, y finalmente podremos perseguir nuestros sueños —afirmó Sora.

— Estoy un poco nervioso la verdad, pero amenos sé que estarás a mi lado apoyándome.


Al escuchar las palabras del castaño, Sora se quedo en silencio y se detuvo en seco. No sabía como explicarle a su amigo que ella la próxima semana se mudaría a Kyoto con su padre para para iniciar su carrera universitaria allí. Sus ojos se llenaron de tristeza mientras luchaba por encontrar las palabras adecuadas. Después de un breve momento, finalmente confesó.


— Tai, hay algo que necesito decirte. Estudiare en la universidad de Kyoto. Mi padre y yo tomamos esa decisión hace poco y... no sabía cómo decirlo.


Tai se quedó en silencio por un momento, asimilando la noticia. No podía creer lo que su amiga le estaba diciendo.


— ¿Por qué no me lo contaste? — preguntó atónito —. Se suponía que Matt, tu y yo íbamos a entrar a la misma universidad y vivir juntos esa experiencia.


Sora miró a su amigo con tristeza en los ojos y explicó.


— Entiendo lo que sientes, Tai, pero mi padre me pidió que lo acompañara a Kyoto. La oferta de estudios allí es perfecta para lo que quiero, y no podía decir que no. Además, vendré durante las vacaciones y podremos pasar el tiempo juntos. Y tratare de estar en contacto con ustedes frecuentemente.


El castaño no escuchaba explicaciones, se sentía decepcionado y furioso ante ante la noticia. Sus emociones eran un torbellino mientras procesaba lo que significaba la separación de su amiga de toda la vida.


— ¿Cómo pudiste hacer esto sin consultarme? —exclamó, luchando por mantener la calma.

— ¿Disculpa? ¡No sabía que tenia que pedirte permiso para tomar mis propias decisiones! — exclamó una indignada Sora.


La conversación entre ambos se había vuelto una fuerte discusión, y las palabras cargadas de emoción llenaban el aire. Los dos amigos, que habían compartido tantos momentos juntos a lo largo de los años, se encontraban ahora en una encrucijada que amenazaba con separarlos.


— Esto no puede estar pasando — comentó el castaño mientras se tocaba la cabeza con ambas manos y sentía que la frustración y la confusión se apoderaban de él.

— Tai, debes calmarte y escucharme. Matt ya sabe de esto y esta de acuerdo con mi decisión?

— ¡¿Preferiste contárselo primero a Matt que a mí?! — protestó el castaño.


Sora suspiró, tratando de mantener la calma en medio de la tensión.


— No se trata de preferir, Tai. Matt y yo tuvimos una conversación hace unos días, y él entendió mis razones. No quería herirte, pero debía tomar esta decisión.


Tai se sintió herido y traicionado. La noticia de que Matt sabía antes que él solo agravó su enojo.


— Esto es un golpe bajo, Sora. No sé si puedo perdonarte por esto.


Sora comenzó a ver a Tai con frustración.


— ¡Taichi Yagami! ¡Estas actuando como todo un cretino!


La tensión entre ellos continuaba aumentando, y Tai se sintió profundamente herido por la acusación de Sora. Sus emociones estaban fuera de control, y sus palabras salían de manera impulsiva.


— ¡Creo que ya hemos dicho suficiente! — gritó Tai, con el rostro enrojecido de furia. — Tal vez sea lo mejor que sigas adelante con tu nueva vida en Kyoto y yo con la mía aquí en Tokio.


Sora miró a su amigo con lágrimas en los ojos, su corazón roto por la pelea. No quería que su amistad terminara de esta manera, pero parecía que no había vuelta atrás.


— Tai, por favor, no hagamos algo de lo que nos arrepintamos después.


Pero Tai ya se había dado la vuelta y estaba caminando lejos de ella. No se detuvo ni miró atrás, dejando a Sora sola en medio del atardecer otoñal. La brisa fresca soplaba las hojas caídas alrededor de ella, creando un ambiente melancólico que reflejaba su corazón roto.

Varias horas después, el castaño finalmente se encontraba en el departamento de sus padres, entro a la habitación que aun compartía con su hermana y se sentó en la cama con una expresión de tristeza y frustración. Su hermana lo miró preocupada desde su escritorio.


— Hermano, ¿qué pasó? Te ves devastado. —preguntó Kari con una mirada llena de preocupación.


Tai se pasó una mano por el cabello y suspiró.


— No es nada Kari, solo regresa a tus estudios. Este año entras a preparatoria y debes prepararte. No quiero que te preocupes por mis problemas.


Kari frunció el ceño y caminó hacia él, preocupada.


— No puedes ocultarme nada, Tai. Algo te está afectando, y quiero ayudarte.


Tai vaciló por un momento antes de finalmente hablar.


— Sora y yo tuvimos una pelea. Me ha decepcionado mucho y no sé si podremos recuperar nuestra amistad.


La castaña suspiró antes de hablar con su hermano. Sabía que Tai y Sora siempre tenían conflictos y diferencias en el pasado, pero también sabía lo profunda que era su amistad. De hecho, los sentimientos que el siempre había sentido por la pelirroja era un secreto a voces entre sus amigos. Como hermana menor, Kari deseaba que su hermano fuera feliz y que pudiera resolver sus problemas.


— De acuerdo Tai, ¿ahora que tontería hiciste?


Tai arqueo una ceja al escuchar las acusaciones de su hermana.


— ¿Por qué asumes que yo tuve la culpa?


Kari suspiró y miró a su hermano con seriedad.


— No lo sé, tal vez porque siempre que tienen una discusión es por que tu tienes una reacción impulsiva o dices algo inapropiado. ¿Qué pasó esta vez?


Tai asintió con pesar, reconociendo que su hermana tenía razón en parte.


— Es cierto que tiendo a decir cosas sin pensar cuando estoy enojado. Esta vez... bueno, Sora me sorprendió con una noticia importante, y no reaccioné de la mejor manera.


Kari asintió, animándolo a seguir.


— ¿Qué noticia te dio?


Tai le contó a su hermana sobre la decisión de Sora de mudarse a Kyoto para estudiar en la universidad. Explicó cómo se sintió sorprendido y herido por no haber sido consultado previamente y cómo estalló en una discusión con ella.

Kari escuchó atentamente, y luego suspiró.


— Hermano, esta vez si que metiste la pata.


Tai suspiró de nuevo y bajó la mirada. Sabía que había cometido un error al reaccionar de esa manera, y estaba comenzando a darse cuenta de las consecuencias de su impulsividad. La amistad con Sora significaba mucho para él, y ahora se encontraba en una situación delicada.


— Tienes razón, Kari. Fui muy impulsivo y herí a Sora con mis palabras. No quería que se mudara a Kyoto, pero no tenía derecho a reaccionar de esa manera.


Kari le dio una mirada comprensiva y apoyó a su hermano.


— Lo importante ahora es que hables con Sora, pídele disculpas y trata de enmendar las cosas.

— No creo que después de lo que le dije este dispuesta a hablar conmigo.


Kari le miró con preocupación, entendiendo la gravedad de la situación.


— Tai, la amistad entre ustedes es muy fuerte. A veces, las palabras impulsivas pueden lastimar, pero también se pueden sanar con una disculpa sincera y una conversación honesta.


Tai asintió y tomó su teléfono para intentar llamarle. Espero a que Sora contestara, pero su llamada fue enviada directamente al buzón.


"Habla Sora, por el momento no puedo contestar. Y si eres Taichi Yagami, entonces puedes irte directamente al demonio".


Tai sintió un nudo en el estómago al escuchar el mensaje y el tono de rechazo en la voz de Sora. Se dio cuenta de que las cosas se habían vuelto mucho más serias de lo que había imaginado. Kari lo miró con comprensión y preocupación.


— Tal vez deberías tratar de hablar con ella en persona. A veces, las acciones dicen más que las palabras.


Tai asintió con preocupación. Sabía que su llamada telefónica había sido un intento desesperado, y parecía que Sora estaba demasiado herida para hablar con él en ese momento. Decidió seguir el consejo de su hermana y tratar de hablar con Sora en persona para tratar de arreglar las cosas.


— Tienes razón, Kari. Iré a hablar con ella en persona y le pediré disculpas. No quiero perder nuestra amistad.


Kari le dio una sonrisa de ánimo y asintió.


— Buena decisión, Tai. Espero que puedas solucionar las cosas. Si necesitas algún consejo o apoyo, aquí estaré para ayudarte.


Tai agradeció a su hermana por su apoyo y se preparó para enfrentar la difícil conversación que tenía por delante con Sora. Sabía que no sería fácil, pero estaba decidido a hacer lo que fuera necesario para salvar su amistad.

Mientras tanto, Sora estaba en su habitación, sumida en sus pensamientos. Tenía los ojos hinchados por las lágrimas, y su mente estaba llena de emociones conflictivas. Aunque se sentía herida por la reacción de Tai, también lamentaba la forma en que las cosas se habían descontrolado.

El sonido de su teléfono vibrando interrumpió sus pensamientos. Al ver la pantalla, notó que Tai estaba llamando de nuevo. colgó la llamada y aventó su teléfono a un lado de su cama.


— Estúpido Tai — susurro al tiempo que abrazaba una de las almohadas con fuerza.


Se sentía dolida y frustrada por la pelea, pero también sabía que no podía ignorar la situación indefinidamente. Una parte de ella anhelaba la reconciliación, pero otra parte estaba herida y enojada.

Mientras tanto, Tai se dirigía hacia el departamento de Sora a toda prisa, seguía intentando comunicarse por ella teléfono, pero sus llamadas seguían siendo ignoradas. Sabía que tenía que hablar con ella en persona, enfrentar la situación y disculparse sinceramente.

Cuando llegó al edificio, subió las escaleras hasta el piso de Sora. Se detuvo frente a la puerta de su departamento, respiró hondo y tocó la puerta con cautela. La tensión en el aire era palpable mientras esperaba una respuesta.

Después de unos segundos, la puerta se abrió lentamente. Sora estaba de pie frente a él, con los ojos enrojecidos por el llanto. La expresión en su rostro era una mezcla de tristeza y molestia.


— Hola — saludó apenado, esperando que su amiga estuviera dispuesta a hablar.

— ¿Qué quieres, Tai? — preguntó ella, con voz firme.


Tai se aclaró la garganta, nervioso pero decidido.


— Sora, vine para disculparme. No debería haber reaccionado de esa manera. Fue un shock para mí, pero eso no justifica mis palabras.


Sora lo miró con cautela, evaluando si sus disculpas eran sinceras.


— ¿Una disculpa cambiará lo que dijiste, Tai?

— No, pero quiero que sepas que lo lamento. Fui egoísta y no consideré tus razones. No tenías la obligación de consultarme, y entiendo eso ahora.


Hubo un momento de silencio incómodo antes de que Sora hablara.


— ¿Por qué reaccionaste así, Tai? No esperaba que estuvieras contento, pero eso fue demasiado.


Tai suspiró, buscando las palabras adecuadas.


— Fue un shock, Sora. No esperaba que tomaras esa decisión sin consultarme, sin hablarlo primero. Y eso me hizo sentir... como si no importara.


Sora lo miró con comprensión, pero su expresión seguía siendo seria.


— Tai, entiendo que te haya tomado por sorpresa, pero necesitas comprender que esta es una decisión importante para mi futuro. No lo hice para lastimarte.


Tai asintió, aceptando sus palabras.


— Lo entiendo ahora, Sora. Pero no debería haber reaccionado de esa manera. Estaba herido y confundido, pero no fue excusa para lastimarte.


Sora suspiró, la tensión en la habitación disminuyó un poco.


— Lo que dijiste fue hiriente, Tai. Me dolió mucho.


Tai se acercó un paso más, buscando conectar con ella.


— Y lo siento, de verdad. No quiero perder nuestra amistad por mi estupidez.


Sora lo miró a los ojos, evaluando su sinceridad. Después de un momento, pareció ceder un poco.


— Las palabras duelen, Tai, pero también creo que ambos cometimos errores. No deberíamos haber llegado a esta situación.


Tai asintió, agradecido de que estuvieran teniendo esta conversación.


— Tienes razón. Estaba tan centrado en cómo me afectaba que no vi tu perspectiva. Estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para arreglar las cosas.


Sora suspiró de nuevo, pero esta vez parecía más relajada.


— No sé si las cosas pueden volver a ser como antes, pero al menos podemos intentarlo. Pero, Tai, necesitamos aprender a comunicarnos mejor.


Tai sonrió, aliviado de que Sora estuviera dispuesta a darle una oportunidad.


— Lo sé, Sora. Y estoy dispuesto a aprender de esto. Gracias por darme una oportunidad.


Sora asintió y abrió la puerta un poco más.


— Entra, Tai. Tenemos mucho de qué hablar.


Tai entró en el departamento, agradecido de tener la oportunidad de solucionar las cosas. Sabía que la reconstrucción de su amistad llevaría tiempo, pero estaba dispuesto a esforzarse.

Mientras tanto, Kari, desde su propia habitación, observaba el parque con esperanza. Sabía que la amistad entre su hermano y Sora era fuerte, y estaba aliviada de ver que estaban dispuestos a trabajar en sus problemas. El otoño aún traía la posibilidad de nuevos comienzos, y tal vez, con el tiempo, las heridas sanarían.

El ambiente en la habitación de Sora se relajó a medida que Tai y ella continuaron hablando. Aunque las heridas emocionales aún estaban frescas, la disposición de ambos para entenderse mutuamente marcó el comienzo de una reconciliación. Mientras compartían sus pensamientos y sentimientos, también recordaron los muchos años de amistad que compartían.


— Sora, lamento mucho haberte herido. No debería haber reaccionado de esa manera. —dijo Tai sinceramente.

— Y yo lamento que no te haya contado antes sobre mi decisión. Pero te conozco perfectamente, y me imagine que tu reacción sería difícil. Aun así, no quería que te sintieras excluido de mi vida.


Tai esbozo una sonrisa forzada y rio suavemente.


— Supongo que debo aprender a manejar mis emociones.


Nuevamente ambos se quedaron en silencio sin saber que más decir. Finalmente, Sora lanzó un gran suspiro y rompió aquel incómodo silencio.


— Bueno Tai, partiré este fin de semana. Espero por lo menos verte en la estación del tren.


Tai asintió, comprendiendo que su amiga ya había tomado la decisión y no podía cambiarla.


— Claro, estaré allí para despedirte. Aunque no esté de acuerdo con tu decisión, valoro nuestra amistad, Sora.


Sora le dio una pequeña sonrisa a Tai, agradecida por su comprensión.


— Gracias, Tai. Y prometo que nos mantendremos en contacto. Kyoto no está tan lejos, y las vacaciones serán una buena oportunidad para reunirnos.


La atmósfera entre ellos se suavizó, y la tensión inicial comenzó a disiparse. Pero Tai aún estaba cargado de emociones y pensamientos. Probablemente esa semana seria su última oportunidad de confesarle sus verdaderos sentimientos a Sora antes de que se mudara a Kyoto. Sin embargo, la duda y el miedo se apoderaban de él.


— Sora, hay algo más que quiero decirte.


Sora lo miró con curiosidad, esperando a escuchar lo que Tai tenía en mente.


— ¿Qué pasa, Tai? Puedes decirme cualquier cosa.


Tai tomó una respiración profunda, sintiendo la presión en su pecho. Estaba a punto de confesárselo, pero se echó para atrás de último momento.


— Espero que te valla bien en Kyoto.


Tai sintió un nudo en la garganta al darse cuenta de que había perdido otra oportunidad para expresar sus verdaderos sentimientos. Sin embargo, decidió no presionar más en ese momento. Sabía que las cosas entre ellos ya estaban tensas, y no quería añadir más complejidad.


— Gracias, Tai. Significa mucho para mí que estés aquí y que intentemos resolver las cosas antes de que me vaya. —dijo Sora con sinceridad.


Ambos continuaron hablando, compartiendo recuerdos y risas, tratando de reconstruir la conexión que una vez compartieron. La tarde avanzaba, y la despedida se acercaba inexorablemente.

El día de la partida llegó rápidamente, Sora se encontraba en la estación junto a su madre y el resto de sus amigos, todos a excepción de Tai. La tensión entre ellos seguía presente, pero Sora estaba agradecida de que al menos hubieran tenido la oportunidad de hablar y disculparse.


— Bueno, creo que es hora de subir al tren — dijo Sora, mirando a su alrededor.


Su madre la abrazó con cariño.


— Estoy tan orgullosa de ti, Sora. Ve y persigue tus sueños en Kyoto. Y no te preocupes por Tai, las cosas se resolverán con el tiempo.


Sora asintió, agradecida por el apoyo de su madre. Se despidió de los demás amigos y se dirigió hacia el tren.


— ¡Sora, asegúrate de escribirnos! — exclamó Mimi, abrazándola con fuerza.

— ¡Y no te olvides de contarnos todo sobre Kyoto! — agregó Izzy.


Sora sonrió, agradecida por el apoyo de sus amigos. Sin embargo, su mirada buscaba a Tai entre la multitud, preguntándose si él vendría. Resignada, lanzó un gran suspiro y dio media vuelta , comenzando a caminar hacia el tren. Pero en ese momento, una voz familiar la llamó desde atrás.


— ¡Espera, Sora!


Tai corría hacia ella, jadeando un poco por la prisa. Sora se detuvo y lo miró, sorprendida de verlo allí.


— ¿Tai? ¿Por qué estás aquí?


Tai se acercó a ella, aun recuperándose del esfuerzo de la carrera.


— No podía dejarte ir sin decirte algo importante.


Sora lo miró con curiosidad y expectación.


— ¿Algo importante?


Tai asintió, reuniendo valor para expresar lo que había estado guardando.


— Sora, siempre hemos sido más que amigos, ¿verdad? Desde la infancia, hemos compartido tantas cosas. Pero en algún momento, eso cambió para mí. No sé cuándo sucedió, pero me di cuenta de que mis sentimientos por ti eran más profundos. No solo te veo como mi mejor amiga, sino como algo más.


Sora lo miró con sorpresa, procesando sus palabras. Tai continuó, nervioso pero decidido.


— No quería decirte esto antes, pensé que tal vez no era el momento adecuado, pero ahora que te mudas y las cosas están cambiando, no podía dejar pasar la oportunidad. Sora, estoy enamorado de ti.


Hubo un momento de silencio mientras las palabras de Tai colgaban en el aire. Sora lo miraba con los ojos abiertos de par en par, sorprendida por la confesión inesperada.


— Tai, yo...


Antes de que pudiera terminar su respuesta, el anuncio del tren resonó en la estación, indicando que estaba a punto de partir.


— ¡Sora, tienes que subir! — gritó su madre desde la plataforma.


Sora miró entre el tren que estaba a punto de cerrar sus puertas y a Tai, que la miraba con ansias de una respuesta.


— Lo siento, Tai. Necesito tiempo para procesar esto. Nos vemos en las vacaciones, ¿de acuerdo?


Tai asintió, aunque la incertidumbre se reflejaba en su rostro.


— Sí, nos vemos en las vacaciones.


Sora le dio una sonrisa apresurada y corrió para subir al tren justo antes de que las puertas se cerraran. Tai la observó alejarse con sentimientos encontrados. La confesión había quedado en el aire, y ahora solo el tiempo diría qué camino tomaría su amistad.

Mientras el tren se alejaba, Sora miró por la ventana, pensando en las palabras de Tai y en la complejidad de sus propios sentimientos. El otoño traía consigo cambios, y ambos amigos se enfrentaban a un nuevo capítulo en sus vidas.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top