CAPÍTULO 8: Primer amor
TAIMU FURAIYAA
CAPÍTULO 8: "Primer amor"
"Nada de esto es una coincidencia.
Solo puedo sentir que el
mundo es diferente de como era ayer
con tu alegría."
– "Serendipity", BTS.
Ailín estira su mano por fuera de las cálidas sábanas que cubren su cuerpo y apaga el despertador dándole un fuerte manotazo que lo estampa contra el piso como todas las mañanas. Por fortuna, es un aparato viejo que resiste los golpes.
Se sienta sobre el cómodo colchón tratando de abrir sus ojos, mientras deja escapar un bostezo perezoso. Se pone de pie abandonando finalmente su habitación, tratando de despabilarse camino al baño para tomar una ducha rápida.
Quince minutos después, baja por las escaleras vestida con su uniforme y el cabello prolijamente atado en un rodete. Comienza a hacer el desayuno, colocando el pan en la tostadora, mientras prepara un poco de café y sirve cereales en un gran cuenco de cerámica amarillo en donde se puede leer el nombre "Isa".
— ¡El desayuno está listo! — Grita a la vez que unta dulce en las tostadas y se sienta a beber el café.
Isa, quien está despierta mucho antes que su hermana mayor, termina de cepillar su cabello y acomodar sus ropas para bajar las escaleras rápidamente.
A pesar de ser hermanas, Ailín e Isa no comparten muchos rasgos físicos a excepción del largo y sedoso cabello oscuro que ambas poseen. Mientras que Isa destaca por su delgada y delicada figura, junto a sus grandes ojos oscuros y sonrisa tímida; Ailu — como la llaman sus amigos —, es más alta, posee una espalda un poco más ancha y brazos tonificados. Le encanta usar maquillaje de colores suaves que acentúen el marrón de sus ojos, y pintar su cabello de tonos extravagantes. Raras veces se la ve sonreír, porque siempre mantiene un perfil de mujer seria y comprometida con su rol de hermana mayor.
Sus padres fallecieron en un accidente de auto cuando Isa tenía ocho años y Ailu era una adolescente recién graduada de la secundaria.
Después de conseguir algunos trabajos de medio tiempo, gracias a su perseverancia y buena presencia, Ailu obtuvo un puesto como guardia de seguridad en el hotel Mudrin. Si bien sólo han pasado cuatro meses desde entonces, ese trabajo ha dado estabilidad a la vida de ambas hermanas que habitan la casa heredada por sus difuntos padres. Ailu ha luchado mucho para darle una buena vida a su hermana y evitar que la aparten de su lado. Por esta razón es que defiende su trabajo en el prestigioso hotel con tanto recelo.
Pero, durante esa última semana, un sujeto muy particular ha hecho que su horario laboral se vuelva algo completamente tedioso para ella. El sólo pensar en el empleado nuevo, hace que la paciencia de Ailu se termine en pocos segundos.
A pesar de la diferencia de edad que las separa, Ailín le cuenta a su hermanita los pormenores de su vida laboral y también escucha con mucha atención cualquier tipo de problema que la niña le confíe.
— Unnie*, si no te comportas bien perderás el trabajo. Tú también fuiste nueva en ese hotel y mucha gente fue amable contigo durante tus primeras semanas — le recuerda Isa mientras come a grandes cucharadas su cereal.
— Pero este chico no es malo, es estúpido. El gerente Haneul ya ha tenido varias quejas sobre él. No entiendo por qué no lo despiden.
— Todos merecemos una oportunidad para demostrar lo que valemos — dictamina la niña, limpiando sus labios con una servilleta que luego tira en el cesto de basura.
Ailu termina de comer su tostada y se queda mirando el rostro apacible e inocente de su hermanita, pensando que para tener doce años es demasiado madura y posee un alma muy bondadosa; pero Ailín no es así. En sus veinte años de vida, ha aprendido que nadie es lo suficientemente bueno contigo cuando intentas sobrevivir en el mundo adulto. Debes esforzarte por tu propia cuenta y salir adelante sin importar qué.
— ¡Ailín! — Grita Isa totalmente horrorizada, viendo el interior de la heladera — ¡¿Por qué no están los pastelitos de arroz que había guardado?!
— ¿Pastelitos? Ah sí, me los comí anoche cuando llegué del trabajo — responde su hermana masticando una rebanada de pan.
Isa se gira hacia ella y, con una mirada que desata furia, le apunta con un dedo acusador mientras grita: — ¡Eran míos, los compré con mi dinero, los quiero de vuelta!
— ¿Tu dinero? Bah, soy yo quien te da ese dinero.
— ¡No puedes tomar lo que no es tuyo! ¡Ya eres una adulta, por qué sigues actuando como una niña! Esos pastelitos eran especiales... — Isa comienza a sollozar ocultando su rostro entre sus manos para intentar controlar su enojo.
— ¡Te compraré otros!
— ¡No quiero otros, quiero esos mismos!
— ¿Qué tienen de especial esos pastelitos de arroz?
— Son como los que hacía mamá... Es el único lugar en donde conseguí pastelitos con ese sabor.
— ¿Dónde los compraste? Iré allí y los traeré para ti — Ailu es consciente de lo importante que es aquel detalle para su pequeña hermana, así que no duda en pronunciar aquellas palabras.
— Alma unnie me llevó a comprarlos.
— Entonces antes de ir al trabajo hablaré con Alma para que me diga dónde los compró — Ailu se acerca a ella y le extiende una servilleta para que limpie sus lágrimas —. Cuando vuelvas del colegio estarán aquí sobre la mesa, ¿Contenta?
Isa asiente levemente, limpiando sus lágrimas con el papel que su hermana le ha dado.
— Muy bien, ahora ve a lavarte la cara. Date prisa o llegarás tarde a tus clases.
Ailu observa cómo su hermana le obedece y, pocos minutos después, ambas están rumbo al colegio de la niña. Como buena hermana mayor, Ailín se asegura que Isa ingrese de forma segura al establecimiento y luego vuelve sobre sus propios pasos hacia su casa. En el camino marca el número de su mejor amiga, esperando a que pueda responder rápidamente su llamada.
— Alma, ¿Dónde compraste los pastelitos de arroz para Isa? — Dice rápidamente, una vez que siente el murmullo de voces del otro lado de la línea.
— Hola unnie, también me alegra escuchar tu voz — le saluda la muchacha, conteniendo una risita por el tono de voz de su amiga.
— Perdón, es que estoy en problemas si no me dices en dónde demonios compraste esos condenados pasteles de arroz.
— ¿Hiciste algo que no debías? Es la única explicación para que me pidas ayuda con tanta desesperación — el tono de burla en la voz de Alma hace que Ailu se sonroje.
— Habla ahora o... — le amenaza, lo suficientemente avergonzada por haber sido descubierta.
— Tranquila unnie, voy a ayudarte como siempre. Dame unos segundos o los platos que estoy lavando terminarán en el piso — responde Alma mientras Ailu escucha el sonido de la vajilla chocando entre sí —. Bueno, la tienda se encuentra cerca de tu trabajo, se llama "Los pastelitos de la abuela". Te enviaré su ubicación por mensaje para que no te pierdas.
— Oh, entonces debo ir ahora o no llegaré a tiempo — piensa Ailu en voz alta, mirando a un lado y otro de la calle antes de cruzar —. Gracias, recuerda buscar a Isa por favor. Los pastelitos de arroz estarán en casa justo a tiempo para cuando ustedes lleguen.
— De acuerdo unnie, que tengas un buen día y recuerda ser una buena persona.
— Soy una buena persona, Isa y tú deberían dejar de dudarlo.
— Tú deberías dejar de aparentar lo contrario — susurra Alma entre risas — ¡Buena suerte unnie, nos vemos en la noche!
Alma corta la llamada antes de que Ailu pueda protestar contra sus palabras. La chica frunce su ceño, sintiéndose un poco molesta por las declaraciones de su amiga. En realidad, no le preocupa si a la gente no le agrada su presencia o su peculiar forma de ser, mientras tenga el amor de su hermana y su mejor amiga es más que suficiente.
Ailu observa la ubicación de la tienda en el GPS de su teléfono celular y decide que puede ir caminando hasta el lugar ya que no queda tan lejos de su casa. Se coloca los auriculares y elige escuchar su playlist favorita para relajarse.
Cuando llega a las calles indicadas, se sorprende al ver que el negocio es sólo una casa vieja con un pequeño cartel en el frente. Ailu arquea una ceja inspeccionando el lugar con más detenimiento. En los alrededores hay otras tiendas mucho más llamativas y concurridas, pero aun así está segura que esa es la dirección correcta. Mira un poco más el GPS y se encoge de hombros al asegurarse de que no ha cometido ningún error.
La chica entra a la tienda quitándose los auriculares de sus oídos, observando la cantidad de dulces y preparaciones tradicionales que reposan sobre viejos exhibidores de madera. La variedad de productos es grande, pero lo que más destaca son los pastelitos de arroz . ¡Esos son los pastelitos que su hermana quiere!
Está tan concentrada en observar lo enormes y deliciosos que se ven esos pastelitos, que se sobresalta cuando una dulce voz masculina le saluda.
— Bienvenida a nuestra tienda, ¿Cómo puedo ayudarte?
Ailu deja de escuchar los sonidos a su alrededor para centrar toda su atención en la figura del joven que le sonríe con amabilidad desde el otro lado del mostrador. El muchacho la observa con curiosidad en sus pequeños ojos oscuros y la sonrisa más bonita que ella ha visto alguna vez.
En ese momento, el mundo frente a sus ojos se tiñe de colores cálidos y alegres, como esa bella y dulce sonrisa.
Min Yoongi observa con impaciencia cómo su amigo Jeon JungKook vuelve a agacharse a su lado para atar, por tercera vez, los cordones de sus zapatillas. Ambos están afuera de una de las aulas de la Universidad de Ciencias Económicas, esperando a que Kim SeokJin salga de sus clases.
El clima es bastante agradable: el cielo está despejado y el cálido sol de primavera baña las hojas de los árboles de cerezo que rodean el predio universitario. El mediodía ha quedado atrás hace un par de horas y pronto los alumnos que toman clases por la mañana podrán dejar las aulas.
Yoongi se recuesta contra la pared mientras se pregunta por qué JungKook insiste en jugar con sus zapatillas. Desvía la mirada de su joven amigo y observa la ventana más cercana a ellos por donde puede ver al profesor escribir en la pizarra. Seguramente aún faltan unos minutos más para que SeokJin salga.
La razón por la que ambos están ahí es debido a que Yoongi ha notado el esfuerzo que Jin está haciendo al estudiar y trabajar al mismo tiempo. Si bien es algo común que muchos estudiantes hacen, el hecho de que el trabajo de SeokJin sea casi de tiempo completo, hace que Yoongi sienta admiración por su enorme grado de compromiso. Pero, siendo sincero consigo mismo, le preocupa que su nuevo amigo no se alimente de forma adecuada. Por eso, le propuso a JungKook y a Sirius comprar una pequeña vianda de comida y café, y entregarlos a Jin al término de las clases.
JungKook acomoda nuevamente su calzado y se pone de pie, caminando hacia la ventana del aula donde está SeokJin. Su amigo se sienta en los primeros bancos de la clase, así que es fácil verlo desde allí. El adolescente hace una mueca al notar las fórmulas matemáticas escritas en la pizarra del aula.
— Admiro que a Jin hyung le gusten tanto los números — dice, regresando junto a Yoongi y apoyándose contra la pared también, mientras guarda sus manos en los bolsillos de su sudadera negra.
— No estoy muy seguro de su amor por la Administración de Empresas... — comenta Min, revisando la hora en su celular —. Pero qué más da, es su elección.
— ¿De verdad crees que Jin hyung puede elegir por sí mismo con el padre que tiene?
El tono en la voz de JungKook llama la atención de Yoongi, quien lo observa con curiosidad. Hay ocasiones en donde el jovencito se expresa con una seriedad que deja perplejos a sus amigos. JungKook siempre se muestra lleno de vitalidad y no duda en compartir sonrisas, pero en determinados momentos, su rostro juvenil se torna más maduro y sombrío mientras expresa sus ideas en voz alta, con la mirada perdida en un punto fijo.
— ¿Qué es lo que sabes de su padre? — le pregunta, tratando de mantenerse calmo.
— Lo mismo que tú, pero puedo adivinar un par de cosas más gracias a las actitudes de hyung — responde Kook cuando deja de mirar el vacío y centra sus grandes ojos en él otra vez —. Además, tiene un chofer, ¿Recuerdas? Sólo la gente con mucho dinero goza de ese tipo de privilegios. A pesar de eso, SeokJin hyung no se ve como una persona que presuma de su posición social.
— Te has vuelto muy observador, mocoso.
— ¿Acaso no recuerdas que soy un genio, Yoongi hyung? Al menos eso decías de mí cuando estabas en el colegio.
— Es mejor que tú no olvides que yo sigo siendo el genio aquí — le dice Yoongi estirando su mano hasta sujetar algunos mechones de cabello de su amigo para despeinarlo de forma juguetona —. Kook, sé cuánto quieres a SeokJin, pero no podemos opinar sobre la vida de otra persona tan a la ligera.
JungKook lo observa haciendo una mueca de disgusto, pero cambia su expresión cuando se percata de que los alumnos están saliendo poco a poco del aula. Una idea perversa viene a su mente y no puede evitar sonreír con malicia, colocándose frente a Yoongi para observarlo fijamente a los ojos.
— Hyung, escúchame — JungKook sujeta por los hombros a Yoongi de forma dramática, mostrando una mirada sumamente seria que hace que su amigo se tensione al instante —. Creo que SeokJin hyung se sentirá muy feliz de ver cómo te preocupas por él. No seas tímido y dile todo lo que quieras decirle.
— Tú, mocoso... — Yoongi siente que sus mejillas arden, mientras ve cómo su amigo le da la espalda después de haberle guiñado un ojo en complicidad.
— ¡Jin hyung, aquí! — JungKook comienza a saltar y a gritar, moviendo sus brazos.
SeokJin, — cuyo rostro muestra su agotamiento —, eleva su mirada hacia sus amigos, sintiéndose curioso al verlos allí. Intenta ocultar una risa cuando se percata de la forma tan infantil en que JungKook sigue llamándolo y cómo Yoongi intenta esconderse, notablemente avergonzado por los gritos de su amigo.
— ¡Hola chicos, qué grata sorpresa! No esperaba verlos hoy — confiesa Jin una vez que se acerca a ellos, sonriendo con felicidad.
— Fue idea de hyung, él en verdad quería venir a verte — responde rápidamente JungKook, empujando a Yoongi hacia su amigo.
Yoongi desea golpear a Kook al ver la forma tan burlesca en que el muchacho actúa. Pero sabe que si lo hace solo logrará poner en total evidencia sus ganas de estar junto a Jin.
Por su parte, SeokJin sonríe divertido al ver la lucha interna que Yoongi parece llevar consigo mismo, mientras su rostro y orejas van tomando tonalidades rojizas. Es tan evidente cuando Min Yoongi se siente avergonzado que hasta llega a ser tierno.
— Sí, es cierto, fue mi idea — declara valientemente Yoongi, dando un paso al frente, extendiendo la bolsa con la vianda y el vaso de café hacia Jin —. Sabemos que estás muy ocupado con tus obligaciones y que hay días en donde ni siquiera pasas por tu casa a comer. Por eso quisimos comprar esto para ti. Es de parte de Sirius y JungKook...
— ¡De su parte también! Yoongi hyung se ha vuelto una persona muy empática últimamente — sonríe Kook, observando a sus hyungs que permanecen inmóviles uno frente al otro.
— Gracias a los tres por comprar esta deliciosa comida para mí — Jin toma la bolsa entre sus manos, haciendo una pequeña reverencia para luego inspeccionar su contenido —. Tenía hambre y pensaba comprar algo de camino al trabajo, pero gracias a ustedes no será necesario.
— Nos alegra ser de ayuda, hyung — responde JungKook arqueando una ceja al ver que Yoongi sigue parado en la misma posición.
Tanto él como Jin observan al muchacho, quien permanece en silencio, con la mirada fija en el piso, sintiéndose demasiado avergonzado por la forma tan amable en que SeokJin ha aceptado su regalo. Es estúpido sentir que tu corazón está a punto de salir de tu pecho sólo porque otra persona sonrió al verte, ¿Cierto? También es estúpido que esa persona sea alguien a quien sólo has conocido unas semanas atrás, pero cuando compartes tiempo a su lado sientes como si lo conocieras de toda una vida...o más.
— Comeré todo y les enviaré una foto al chat grupal para que sepan cuánto lo disfruté — promete Jin para luego buscar la mirada de Yoongi, casi agachándose frente a él —. Gracias por preocuparte por mí, Yoongi-chii.
Min Yoongi se sobresalta al ver la enorme sonrisa de su amigo y se sonroja por el nuevo apodo que éste le dedica. Da un paso atrás cubriendo su rostro con una de sus manos, mientras intenta recuperar su compostura a pesar de las risas de JungKook por su reacción.
— ¡¿Q-Qué clase de apodo es ese?! Si no vas a llamarme por mi nombre... — comienza a quejarse, tratando de sonar molesto, pero lo cierto es que su tono de voz ahogado no convence a sus amigos.
— Yoongi-chii es perfecto para ti, demuestra lo dulce que eres al preocuparte por tus amigos. Así que acostúmbrate a que te llame de esa forma desde este momento — dictamina Jin con una expresión de triunfo en su rostro —. Ahora que lo pienso, ¿no deberías estar en clases, Yoongi-chii? JungKook, ¿has venido a esperar a que Nicole salga de su trabajo?
– Sirius — le corrige Kook al instante, logrando que Jin se lamente por su descuido —. Fui a saludar a Sirius a la cafetería y pasamos a buscar tu comida — señala el vaso de café en las manos de Jin —. Pero también vine a apoyar a Yoongi hyung.
— En esta época del año, el profesor Na nos pide presentar una canción. Si es aprobada por él, debemos interpretarla frente a un grupo de profesores extranjeros — explica Yoongi para que SeokJin pueda entender mejor por qué no ha ido a clases —. JungKook es el acompañamiento vocal para mi acto de piano.
— Siempre tan talentoso, pequeño Kook — sonríe Jin a su amigo, bebiendo su café a grandes sorbos.
— No hagas crecer su ego — le dice Yoongi recibiendo como respuesta una burla de parte de JungKook. El joven observa cómo su amigo termina de beber el café rápidamente y se anima a hacer una pregunta cuya respuesta le parece demasiado obvia: — ¿Ya debes irte?
— Sí, quiero comer antes de comenzar a trabajar. Si me voy ahora tendré diez minutos libres para almorzar y vestirme — responde Jin observando su reloj —. Gracias por todo chicos, alegraron mi día. Les prometo que cuando organice mejor mis horarios podremos vernos más seguido. Incluso podría ver tu presentación, Yoongi-chii.
— Si es que el profesor Na la aprueba... — le recuerda el joven, desviando su mirada hacia el piso una vez más.
No quiere admitirlo, pero Yoongi desea que su profesor apruebe la canción que ha compuesto para presentarla y quitarse un peso de encima. Aunque, conociendo el estricto juicio de aquel hombre, quizás es ingenuo de su parte pensar que tiene una oportunidad.
— Lo hará, estoy seguro que sí — le anima Jin dándole un fuerte apretón en uno de sus hombros, luego de notar la expresión tan desolada del muchacho. Inmediatamente, obtiene la mirada de Yoongi fija en sus ojos y una pequeña sonrisa en sus labios —. ¡Les escribo más tarde, buena suerte hoy!
JungKook y Yoongi saludan a su amigo mientras lo ven dirigirse rápidamente hacia la salida. Poco a poco, los pasillos comienzan a llenarse de alumnos otra vez y JungKook tira de las ropas de Yoongi para que éste reaccione.
— Hyung, deja de babear y vamos al auditorio antes de que sea tarde — dice esperando que Yoongi se moleste por su comentario.
— Tienes razón — responde el muchacho con calma, comenzando a caminar hacia su destino, llevando una mano hacia el hombro en donde todavía siente la calidez del apretón de Jin, completamente absorto en aquella sensación —. Kook... ¿Crees que me llamó así porque me considera un amigo cercano?... Yoongi-chii... Nadie me había llamado de una forma tan cariñosa antes...
JungKook intenta responder, pero luego se arrepiente, porque su amigo sólo repite el sobrenombre que Jin le ha dado con una sonrisa embelesada en su rostro. Es evidente que no escuchará su opinión, así que prefiere dejar que disfrute de aquel momento antes de enfrentar al profesor Na.
Jean Philippe cuelga el teléfono, — que no ha parado de sonar durante la mayor parte del día —, y deja su puesto de trabajo para ir por una botella de agua de las máquinas expendedoras que se encuentran en el pasillo que lleva a los vestidores del personal.
Se siente lo suficientemente agotado como para desear volver a su casa de inmediato, pero su turno de trabajo recién comienza. Aún le restan seis horas para dedicar su paciencia y amabilidad a los clientes del lujoso hotel Mudrin.
Mientras deja que el agua alivie su sedienta garganta, el muchacho es testigo de la peculiar llegada de Ailín, una de las temibles guardias de seguridad. La chica se ve diferente mientras cruza la puerta del vestidor femenino. En lugar de la misma expresión seria y agria que suele llevar todos los días, ahora se la ve sonriente y feliz; sus ojos destellan y su caminar es distraído. J.P comienza a dudar de la identidad de aquella luminosa persona que camina hacia donde él se encuentra en ese momento.
— ¿Ailín, eres tú?, ¿Eso que veo en tu cara es una sonrisa?, ¡Creí que no podías sonreír, esto es un milagro! — Se atreve a decir cuando su compañera se detiene a saludarlo.
— Buenas tardes J.P. No importa lo que digas, hasta ahora ha sido el mejor día de mi vida así que nada puede arruinarlo — responde Ailu sin perder la enorme sonrisa de su rostro, tomando una botella de agua también.
— Oh, ya veo... Entonces eso significa que ni siquiera estar parada más de ocho horas frente a una puerta o llenar los aburridos formularios de seguridad, harán que esa sonrisa se borre, ¿Verdad? —. El joven empleado espera una respuesta mientras vuelve a beber, recostando su cuerpo contra la pared del pasillo.
— Absolutamente nada. Ni siquiera el sujeto nuevo y sus estupideces — asegura la muchacha destapando su botella para tomar un largo trago de agua fría.
— Si yo fuera tú, no lo trataría mal — comenta J.P con gesto indiferente, esperando a que sus palabras hagan el efecto deseado —... especialmente a fin de mes.
Tal y como pensó, la curiosidad de Ailu no tarda en aparecer.
— ¿Qué carajo dices?
— Sólo te estoy advirtiendo — menciona con cierto tono de suspicacia, lo cual hace que Ailu pierda su paciencia.
— ¿Qué sabes? Escúpelo ahora — le exige la chica dejando a un lado su botella, reemplazando la sonrisa en su rostro por su habitual expresión seria.
— Nada importante, digamos que sin querer escuché una conversación que no debería haber escuchado, así que no puedo decirte nada más — confiesa J.P jugando con el recipiente de plástico en sus manos, mientras da rápidas miradas al rostro cada vez más serio de su compañera.
— Cuando comienzas con tus jueguitos significa que estás desesperado por contarle a alguien de confianza lo que se supone que no deberías saber —. Ailu aplasta la botella entre sus manos y observa a su compañero de forma amenazante —. Obviamente, yo soy esa persona de confianza. Así que si quieres seguir conservando la poca masculinidad que te queda, habla.
— ¡Siempre tan agresiva! — J.P se queja sin importarle si ha subido demasiado el volumen de su voz o no —. Como sea, fui al noveno piso para hablar con el gerente JunHo acerca de algunos intereses personales, entonces apoyé mi oreja en la puerta y supe que no había nadie —. Ailu arquea una ceja de inmediato —. Sí, es una vieja costumbre que tengo. Prefiero escuchar detrás de las puertas a golpear y quedarme esperando, perdiendo mi valioso tiempo —. J.P acomoda su corbata y sigue hablando —. Entonces me percaté de que se escuchaban voces en la oficina de al lado.
— ¿La oficina del dueño del hotel? Siempre está desocupada.
— Así es. Obviamente, escuché detrás de la puerta y reconocí la voz del gerente Haneul. Hablaba con otro hombre sobre SeokJin, el chico nuevo.
— ¿Estaban hablando sobre despedirlo? — Por unos segundos, el rostro de Ailu vuelve a recuperar su sonrisa.
— Al contrario, el gerente Haneul hablaba maravillas de nuestro inexperto bell boy y la voz de la otra persona sonaba seria, pero conforme con lo que estaba escuchando — le corrige J.P acercándose más a ella para seguir relatando su descubrimiento —. Entonces, entre medio de las frases que no podía entender, pude escuchar una palabra clave: "Dile a mi hijo que siga esforzándose."
Pasan unos segundos en donde ambos se miran en silencio. Ailu no alcanza a comprender del todo lo que J.P le está diciendo, pero finalmente una idea muy loca pasa por su cabeza y se aventura a hacer la pregunta.
— ¿Estás diciendo que ese idiota es el hijo del dueño?
— Según lo que escuché, así es — J.P observa a un lado y otro del pasillo, comprobando que no hay nadie cerca. Adopta una postura más relajada y sigue hablando: — Los rumores dicen que el dueño de este hotel es un hombre importante en el país, un asambleísta que aspira a llegar a cargos aún más altos en el gobierno. Tiene varios negocios e incluso pertenece al comité de una fundación.
"Hace unos años, se confirmó que el niño que lo visitaba durante los veranos, era su hijo quien vivía en EE.UU. junto a su abuela materna. Ahora el niño es un joven adulto y ha venido a vivir en su país natal para seguir los pasos de su padre. ¿No es una historia romántica?
— No, me parece un drama con toques de misterio que pronto terminará en tragedia — asegura Ailu comenzando a entender que ha cometido muchos errores durante esa última semana —. Si lo que escuchaste es cierto, me quedaré sin trabajo hoy mismo.
— ¡No exageres! No has sido tan mala con SeokJin, ¿Verdad?
— La verdad es que lo he insultado, ridiculizado y casi lo he golpeado. Aunque él nunca respondió de forma desagradable a mis tratos...
— Tienes suerte, Jinnie es una hermosa persona — asegura J.P con un tono de voz dulce que hace a Ailu sentir náuseas —. ¡Oh, ahí viene! Actúa normal.
Ailu se pone tan nerviosa, que deja caer la botella aplastada al piso. El trozo de plástico rebota contra las baldosas y se atasca detrás de la máquina expendedora. En un desesperado intento por pasar desapercibida, Ailu se arroja contra la máquina, simulando que quiere alcanzar el objeto que se ha caído. J.P se golpea la frente ante el vergonzoso espectáculo que está dando su compañera de trabajo, pero se apresura a saludar a SeokJin con la misma euforia de siempre.
— ¡Buenas tardes Jinnie! Oh, qué cara tienes, ¿la universidad está consumiendo tu vida a pesar de que aún cuentas con la ventaja de la juventud? — Pregunta cuando ve las pequeñas ojeras que Jin no se ha molestado en ocultar.
— Buenas tardes J.P hyung — le saluda el joven luego de limpiar sus labios con una servilleta que tira en el cesto de basura, junto a una bolsa plástica —. A decir verdad, aún no puedo ajustar mis horarios de estudio, pero lo solucionaré. ¿Me veo muy mal?
— Niño no voy a mentirte: no creo que haya forma alguna en la que te veas mal — responde J.P con sinceridad, pero al instante se percata de lo que ha dicho y comienza a mover sus manos de forma exagerada, hablando sin parar —. ¡Otra vez pensando en voz alta, J.P no tienes remedio!
SeokJin resta importancia al comentario de su compañero de trabajo porque ya se está acostumbrando a sus expresiones. Comienza a caminar hacia los vestidores, pero ve la figura de Ailu arrodillada junto a la máquina expendedora, y se la queda mirando con curiosidad y algo de temor.
— Buenas tardes compañero SeokJin, te ves increíble hoy — la chica se pone de pie torpemente, tirando el cesto de basura en su intento por no golpear su cabeza contra la pared. Finalmente logra acomodar el objeto y colocar en él la maltratada botella que ha logrado recuperar —. Espero que tengas una buena jornada laboral. Debo irme ahora, pero si necesitas algo no dudes en contar conmigo. ¡Los estaré vigilando por las cámaras!
— ¿Le sucede algo? — pregunta Jin al ver cómo Ailu se aleja de ellos tan rápido que casi tropieza con otro empleado en la puerta de salida.
— En realidad creo que está de buen humor — J.P se acerca más a Jin para llamar su atención y le extiende un trozo de papel —. Hay novedades para ti. El gerente dejó instrucciones, debes ir al salón de té y esperarlo allí.
— Trabajaré en un nuevo sector... — Jin toma el papel en sus manos y lee las palabras escritas con la elegante letra de Haneul, lanzando un suspiro de resignación —. ¿Crees que podré aprender rápido?
— ¡Por supuesto! Eres talentoso, lo has hecho muy bien estos días — le anima J.P sintiéndose apenado por la expresión desanimada del joven —. El trabajo en el salón de té es sencillo, te gustará.
— Gracias hyung... — SeokJin sonríe porque agradece que J.P siempre sea amable con él aun cuando no es su obligación serlo.
A pesar de haber tenido clases aburridas durante toda la mañana, el haber visto a sus amigos y recibir la comida que ellos compraron pensando en él, hicieron que el día de SeokJin tomara un rumbo más alentador. Ahora, aunque debe trabajar en otro sector del hotel y seguir órdenes que no le son del todo placenteras, la amabilidad de J.P le da esperanzas para pensar que podrá tener una buena jornada laboral.
SeokJin sólo desea encontrar su lugar en aquel Universo.
Unos minutos después, Kim SeokJin se encuentra prolijamente vestido con su uniforme de bell boy frente al gerente Haneul en el salón de té y pastelería del hotel.
Al igual que el resto del hotel Mudrin, aquel enorme espacio se encuentra decorado con lujosas figuras de cerámica y mármol, así como tapices que cubren las paredes, acompañados por cuadros de artistas famosos. El mobiliario armoniza perfectamente con cada detalle: las sillas poseen delicados diseños barrocos en sus respaldos y las mesas están vestidas con manteles de blancura casi inmaculada. Grandes ventanales cubiertos por delicadas cortinas, dejan entrar los rayos del sol y el sonido del mar desde la lejanía.
Este salón se ubica en uno de los extremos del edificio principal y posee salida al exterior, por lo que clientes que no son huéspedes pueden acceder a él y deleitar sus paladares con los exquisitos postres de pastelería internacional que son preparados por reconocidos chefs.
SeokJin observa a las personas que conversan mientras disfrutan de la tranquila música de ambiente que los acompaña durante su estadía. Por mucho que lo intente, no logra acostumbrarse a los extravagantes lujos que lo rodean en cada habitación de ese edificio.
Haneul tose fuertemente a su lado para llamar su atención, y de inmediato el muchacho yergue su pose, dispuesto a prestar atención a las nuevas indicaciones que recibirá.
— Sólo ayudarás con el servicio a las mesas — comienza a explicar el gerente mientras le indica que lo siga hacia el extremo opuesto del salón en donde se encuentra la entrada a la cocina —. En esta época del año se necesita personal extra. Sigue las instrucciones del jefe de mozos e intenta mantener un perfil bajo.
— Sí señor — responde Jin con una pequeña reverencia. Duda antes de preguntar, pero finalmente lo hace: — Disculpe señor, ¿Cuándo volveré a mi puesto como bell boy?
Haneul observa al joven de rostro armonioso frente a él, cuyos ojos reflejan humildad y cierta inocencia. Por unos segundos, el pensamiento de que Kim ChangJun no puede ser el padre de ese amable muchacho pasa por su mente, pero lo descarta de inmediato al recordar las órdenes que ha recibido.
— Cuando demuestres que estás a la altura de este trabajo — responde de forma severa, dando media vuelta para marcharse, pero deteniéndose a último momento para hacer una aclaración: — Si el jefe de mozos decide que no necesita de tu ayuda, podrás volver a la recepción. Hasta entonces, asegúrate de dar lo mejor de ti y no causar problemas.
SeokJin asiente con una reverencia y observa cómo Haneul se marcha, sintiéndose lo suficientemente desanimado como para abultar sus labios y lanzar un sonoro suspiro. El esfuerzo extra que hace al estudiar e ir a clases por las mañanas para luego trabajar en las tardes, comienza a afectar su estado de ánimo. Además, no entiende por qué su jefe se empeña en mantenerlo alejado del puesto de trabajo para el cual fue contratado.
— ¡Tú eres el nuevo empleado! Agradezco que estés aquí — Jin se sobresalta por el saludo de un hombre de mediana edad, estatura promedio y rostro regordete en donde se dibuja una gran sonrisa al ver a su nuevo ayudante —. Soy el jefe Lee, encargado de la atención en este salón. Ven conmigo hijo, te daré algunas instrucciones.
El señor Lee abre la puerta vaivén junto a él y camina a paso apresurado por el estrecho pasillo que atraviesa la cocina, mientras los empleados que se encuentran elaborando las preparaciones del día lo saludan de forma cordial. Atraviesan otra puerta que los lleva a un pequeño depósito en donde hay numerosas cajas y estanterías de madera. El señor Lee se acerca a uno de los escaparates y se pone en puntas de pie para alcanzar una bolsa de la cual saca un delantal estilo francés* que entrega a SeokJin.
— Seguramente Haneul te dijo que solemos tener mucho trabajo, pero poco personal — el pequeño hombre habla muy rápido, casi tanto como mueve sus manos para tomar la prenda de ropa que ha entregado a SeokJin y atarla a la cintura del muchacho en unos segundos —. Este sector no es tomado en cuenta a la hora de contratar empleados, pero aun así pretenden que nos hagamos cargo de servir desayunos, meriendas y hasta preparar comida para eventos privados. ¡Ah! Haneul tiene mucha suerte de recibir nuevo personal cuando en realidad no lo necesita.
SeokJin observa con los ojos muy abiertos, la forma tan veloz en que aquel hombre comienza a caminar otra vez, como si sus pies no tocaran el piso. Habla, — quejándose de la gran cantidad de trabajo del cual es responsable pero los gerentes parecen no valorar lo suficiente —, sin siquiera hacer una pausa, mientras lo guía fuera del depósito para regresar al salón.
Finalmente, el señor Lee termina su monólogo y se detiene junto a la barra de bebidas, dedicándole a SeokJin una enorme sonrisa.
— No te preocupes hijo, tú no tienes la culpa de las injusticias en este lugar. Sólo quédate justo aquí y cuando veas entrar a un cliente que va a pedir una mesa, le llevas el menú y vuelves a este mismo punto — señala las cartillas que están a un lado de la mesada —. Los mozos se encargarán de hacer el resto del trabajo y tú los ayudarás si ellos lo necesitan. ¿Crees que puedes hacerlo?
— Daré mi mejor esfuerzo, señor — responde Jin con firmeza, sintiéndose nervioso, pero confiado a la vez.
— ¡Me gusta tu actitud! Si haces un buen trabajo, hablaré personalmente con el gerente JunHo para que te deje ayudarme algunos días de la semana — Lee da un suave golpecito en el hombro de Jin, lanzando una pequeña carcajada — ¡Buena suerte, SeokJin!
Jin se da valor a sí mismo adoptando una pose más erguida y sonriendo con amabilidad a los clientes que entran al salón. Pasan pocos minutos hasta que uno de los mozos le indica que lo ayude a llevar una orden. A pesar de sentirse torpe por su inexperiencia, SeokJin se adapta rápidamente a sus nuevas tareas.
Dos horas después, la totalidad del salón posee sus órdenes servidas y los clientes se ven muy felices degustando los postres e infusiones.
— Lo estás haciendo bien, SeokJin — le anima uno de sus nuevos compañeros, mientras ambos recogen la vajilla de una mesa que acaba de desocuparse.
— Gracias... — Jin sonríe aliviado por el cumplido, sintiéndose feliz de que su esfuerzo es apreciado.
Mientras transporta la bandeja con platos sucios hacia el sector de lavado, comienza a pensar que quizás podría acostumbrarse a trabajar como mesero en el salón de té. Aunque el tener que sonreír todo el tiempo a los clientes, no termina de ser de su total agrado.
En realidad, le gustaría estar con sus amigos divirtiéndose en la universidad o en algún otro lugar. Se pregunta si el profesor Na habrá aprobado la canción que Yoongi ha preparado para su presentación, y si JungKook y Sirius seguirán discutiendo en el chat grupal como lo hacen todos los días. No puede revisar su teléfono todavía, así que deberá esperar un poco más para saciar su curiosidad.
¿Qué estarán haciendo el resto de sus amigos?, ¿NamJoon, Jimin y Hoseok vivirán cerca del hotel?, ¿TaehYung lo recordará?, ¿Podrá volver a verlos a todos?
¡Oh!... Hay algo importante que ha olvidado: ¿Qué es el Mapa del Alma y cómo lo encontrará? Se supone que hay un límite de tiempo para su búsqueda, pero afortunadamente desde el día que despertó, el accidente con su ojo izquierdo no ha vuelto a repetirse...
— ¡SeokJin! — El pequeño pero audible grito del señor Lee, logra hacer que el joven deje de divagar en sus pensamientos y se acerque rápidamente a la barra de bebidas —. Lleva la cartilla de menú a la pareja que ha elegido la mesa junto a la ventana, por favor.
— Sí, señor — Jin toma una de las cartillas y se abre paso de forma apresurada hacia la mesa para dos personas que acaba de ser ocupada. Haciendo una pequeña reverencia, el joven saluda a los clientes: — Bienvenidos, este es nuestro menú. Cuando estén listos para ordenar, uno de nuestros camareros tomará su pedido.
— Muchas gracias — responde una voz melodiosa que suena demasiado familiar para SeokJin.
Jin observa fijamente al joven que ha tomado la cartilla entre sus manos y se muestra maravillado al ver la variedad de postres que puede elegir. La chica que lo acompaña también abre su boca impresionada, y ambos parecen discutir muy seriamente qué deberían comer.
El muchacho tiene el cabello corto prolijamente peinado y de color castaño claro. Sus ojos son pequeños, pero muy vivaces, y se pierden en los pliegues que se marcan en su piel cuando sonríe. Usa pantalones de jean lisos color negro y una campera de cuero por encima de la camisa a cuadros amarillos, cuyas mangas son tan largas que debe doblarlas. Sus zapatos negros sin cordones brillan con las luces del salón; y los pequeños aros en sus orejas completan su vestimenta informal.
SeokJin no puede apartar la mirada de las delicadas facciones de aquella persona, mientras siente cómo el aire se atora en sus pulmones impidiéndole hacer cualquier movimiento y dejándolo sin habla por unos minutos.
— Disculpa... ¿Hay algún problema? — A pesar de escuchar la pregunta del joven, SeokJin no reacciona.
¡Es Park Jimin! Su amigo Jimin es cliente del salón y él ha tenido la suerte de atenderlo en ese momento. Pero no puede gritar, aunque quiera, ni puede abrazarlo, aunque muere de ganas de hacerlo. No puede hacer absolutamente nada porque Park Jimin no lo conoce y si comete un error sólo logrará alejarlo de él. SeokJin no puede creer lo que está pasando ni cómo el destino ha logrado poner a Jimin justo frente a él ese mismo día en que se le asignó trabajar en ese sector. Está casi seguro de que no puede tratarse sólo de suerte, y de que el encuentro con sus amigos es algo más complejo que sólo una coincidencia.
— ¿Nos conocemos? — Jimin insiste en preguntar, sintiéndose un poco incómodo por la mirada fija de aquel joven trabajador que parece haber perdido el habla de un momento para el otro.
— ¡No! En realidad... — Finalmente, Jin balbucea nervioso al notar que está levantando sospechas gracias al poco control de sus emociones.
Tratando de recuperar su compostura, SeokJin golpea torpemente la mesa con su cuerpo, haciendo que ésta se balancee y que el pequeño jarrón con flores sobre ella caiga al suelo rompiéndose en pedazos.
— Lamento mucho lo ocurrido, el muchacho es nuevo aquí — se apresura a decir el señor Lee quien ha visto las extrañas actitudes de SeokJin y se ha acercado a ayudar —. Por favor, sepan disculpar este accidente. Podemos ofrecerles otra mesa, síganme.
— Estamos bien, no hay de qué preocuparse — responde Jimin sonriendo con sinceridad mientras se pone de pie junto a su compañera para dirigirse hacia su nueva mesa.
Luego de haber resuelto rápidamente el incidente, el señor Lee busca a SeokJin y lo toma por uno de sus brazos, guiándolo hacia el interior de la cocina.
— Ya me habían advertido de tu torpeza, pero aun así quise tomar el riesgo de tenerte aquí. Tuvimos suerte de que ese cliente fuera comprensivo, pero no puedo dejar que sigas en el salón por ahora — el hombre continúa jalando de Jin hasta llegar a una puerta trasera por donde ambos salen al estacionamiento del hotel —. Ha llegado el camión de repartos de hortalizas. Ve a ayudar a descargar la mercadería. ¡Rápido, ve, ve!
SeokJin no tiene tiempo de responder porque es empujado inmediatamente hacia el exterior, en donde el resto del personal de la cocina ha formado una fila para recibir cajones y bolsones de hortalizas frescas.
— ¿Qué problema tiene este muchacho? — se pregunta Lee observando cómo el joven se aleja torpemente.
Jin logra llegar junto al camión, sintiéndose abrumado y confundido por su encuentro repentino con Jimin. ¿En verdad es su amigo Park Jimin? No puede equivocarse, tanto el rostro como el timbre de voz pertenecen a él. Aunque se lo pregunte mil veces, sabe que la respuesta es correcta.
¿Jimin es un cliente habitual del salón de pastelería? Si es así, podrá verlo nuevamente mientras siga trabajando como ayudante allí. Aunque duda mucho de que el jefe Lee vuelva a llamarlo después del vergonzoso espectáculo que ha dado...
— Oye nuevo, presta atención y no dejes caer ninguna bolsa o no volverás por aquí — apenas si escucha la advertencia de uno de los cocineros que lo observa con una mueca de disgusto.
SeokJin no responde porque, aunque intenta estar atento a sus movimientos y al resto de las personas a su lado, sólo puede pensar en Jimin y en alguna forma de regresar al salón para hablar con él antes de que se vaya.
— ¡Tengan cuidado, no lastimen su espalda! Si no están usando una faja de protección, no levanten peso.
A pesar de los gritos a su alrededor, SeokJin continúa observando constantemente por encima de su hombro, ideando algún plan factible. Finalmente, llega su turno para recibir la mercadería, pero una voz familiar lo detiene.
— No estás usando faja de protección, no deberías estar en esta fila hyung.
En ese momento, Kim SeokJin centra toda su atención en el muchacho que está frente a él sobre la parte trasera del camión, observándolo con desaprobación mientras niega con su cabeza.
— ¿TaehYung?
— Al fin te encontré, Jin hyung.
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Glosario:
*Unnie: Honorífico coreano que significa "hermana mayor", utilizado entre mujeres.
*Delantal estilo francés: Delantal largo que va desde la cintura hasta los tobillos, utilizado tanto por cocineros como por camareros.
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Notas de la autora:
¡Hola una vez más! Un nuevo capítulo está publicado y dentro de todo no me llevó tanto tiempo como los anteriores.
Podrán ver que es un poco más largo porque necesitaba que así fuera. Espero que sea de su agrado. Sepan disculpar si encuentran algunos errores.
Con este capítulo deseo que se diviertan, se enamoren y sientan al menos un poco de todo lo que los personajes van experimentando.
¿El destino está actuando sobre cada paso que da SeokJin? Mmm posiblemente así sea, pero aún hay mucho camino por recorrer para encontrar el Mapa del Alma :)
Gracias nuevamente por estar aquí y nos leemos en la próxima actualización.
Deseo que tengan días hermosos y cuiden mucho su salud.
ReLi ~
*Actualización al 28/01/24: se corrigieron errores de gramática y se agregaron algunas oraciones haciendo referencia al nombre de Sirius. ¡Gracias por leer!
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