CAPÍTULO 12: Algunas decisiones y un cambio de planes


TAIMU FURAIYAA

CAPÍTULO 12: "Algunas decisiones y un cambio de planes"


"Aunque nos distanciemos y encontremos

quiero verte de nuevo aquí.

Uniremos nuestras manos

para no volvernos a separar."

— "Tsunaida te", Lil'B


Noa es amiga de Park Jimin desde que ambos tenían once años y soñaban con viajar por el mundo.


En época de crisis, el padre de Noa se vio obligado a huir con su esposa y su hija de Europa, y buscar asilo en casa de sus padres quienes hacía años vivían en Corea del Sur. Los abuelos paternos de Noa los recibieron en su modesta y pequeña vivienda de dos pisos, en un barrio cercano al mar. Años después, aquel lugar se convertiría en parte del paseo marítimo de la ciudad de Songju.

Para la pequeña Noa fue difícil adaptarse a una nueva vida en un país extranjero con tan sólo seis años de edad. Los niños solían burlarse de su largo cabello rojo desordenado, al igual que de su extraño acento al hablar. Pero la mayoría de los adultos se maravillaban al ver sus enormes ojos verdes que hacían un contraste muy bonito con el color de su cabello y su piel blanca como la porcelana. A Noa no le gustaba ser el centro de atención. Se sentía como un espécimen raro, a quien las niñas de su colegio miraban con miedo y dejaban a un lado a la hora de jugar.

Durante muchos años, Noa no pudo hacer amigos y estuvo sola. Hizo su vida en aquel país ajena a cualquier tipo de relación humana que no involucrara a su familia; y pensó que todo estaría bien así. Tenía a sus padres, a sus abuelos y al pequeño invernadero en la terraza de la casa. Allí, entre las plantas que su abuela cuidaba con extrema dedicación, Noa experimentó por primera vez el amor hacia las criaturas vivas que se alimentaban de los rayos del sol y compartían la belleza de sus hermosas flores. Desde la terraza, la niña disfrutaba de ver el mar a los lejos, de sentir el viento en su piel y de la compañía silenciosa de las plantas.

Fue así que Noa creció acostumbrada a su propia soledad. Hasta que un día, después de cumplir once años, un niño de mirada amable y una enorme sonrisa, le saludó desde la terraza del edificio frente a la casa de su abuela. Noa pestañeó extrañada, los niños no solían saludarla. Miró hacia un lado y otro, pero solo estaba ella en la terraza. El niño volvió a elevar sus manos en modo de saludo y continuó sonriendo.

— ¡Hola, me llamo Jimin! — Gritó el pequeño —. ¿Quieres jugar conmigo?

Con aquella simple pregunta, que nadie se había atrevido a hacerle antes, Noa consiguió a su primer amigo.

Park Jimin era un niño amable y sencillo a quien parecía no importarle que su nueva amiga tuviera otro color de piel, de cabello o de ojos. Él simplemente disfrutaba jugando con ella y hablando de todo lo que a un niño de once años le podía parecer interesante. Jimin vivía en el centro de la ciudad de Songju, pero todos los fines de semana visitaba a su abuela, quien tenía una tienda de dulces coreanos tradicionales enfrente de la casa de Noa.

Cuando Jimin se mudó a vivir con su abuela, la chica se sintió muy feliz y pudo hacer un segundo amigo: Jung Hoseok. Un muchacho sumamente alegre y escandaloso que era un año mayor a ellos, pero que los cuidaba y los trataba con cariño. Hoseok y Jimin amaban bailar y por eso tenían un club de baile en su colegio secundario. Después de clases, ambos muchachos solían ir a casa de Noa y ayudarla a cuidar el invernadero. Los tres se llevaban muy bien y, a pesar de asistir a distintas escuelas — y luego universidades —, a Noa ya no le importaba si podía relacionarse con las personas o no, porque tenía a sus mejores amigos a su lado.


Debido a esta gran amistad, Noa ayuda a Jimin con la tienda de su abuela mientras la señora se recupera. Todos los días, sale de sus clases en la universidad y se dirige rápidamente al negocio. No se molesta en avisar a sus padres, ellos saben que pueden encontrar a la muchacha allí. Agradecen que Jimin y su abuela quieran tanto a su hija, aunque a veces se preocupan por aquella dependencia emocional que Noa parece tener con su vecino. Ella les asegura que no depende de nadie, que sólo desea ser amable con quienes la aceptaron por ser quien es.

El día en que el señor Sanggu debe buscar a Baekmani, Jimin tiene que acompañar a su abuela a un control de rutina en el hospital. Noa se ofrece a cuidar de la perrita hasta que Hoseok y Sanggu lleguen. Jimin le pide un único favor: que reciba los insumos que el repartidor debe traer durante el transcurso de la mañana. Por eso, cuando la joven ve la camioneta de repartos estacionada frente a la tienda de pastelitos, cruza rápidamente la calle y saluda al muchacho que observa la puerta cerrada del negocio con preocupación.

— ¡Disculpa! — Exclama la chica deteniéndose a unos metros del joven —. La tienda está cerrada, pero abriré para que puedas dejar las cajas — le explica sonriendo y tomando las llaves para ingresar al edificio.

— Oh, eres muy amable — dice el jovencito, esbozando una particular sonrisa cuadrada en su apuesto rostro —. ¿Trabajas aquí?

— Ayudo a los dueños cuando lo necesitan — responde Noa sintiéndose un poco nerviosa porque no suele hablar demasiado con muchachos de su edad (o mayores o menores... Si somos sinceros, no suele hablar con hombres en general) que no sean Jimin o Hoseok —. Hoy tuvieron que ir al hospital, por eso me ofrecí a recibir el pedido.

— ¿Ellos están bien? — pregunta el joven repartidor con notable preocupación en sus bonitas facciones.

— Sí, es solo un control de rutina para la dueña de la tienda — se apresura a explicar Noa un poco nerviosa, haciéndose a un lado para que el muchacho entre con las cajas que carga sobre sus brazos —. Ha estado muy enferma.

— Espero que se recupere pronto —menciona el joven esbozando una sonrisa amable —. ¿Está bien si dejo las cajas sobre la mesa de la cocina?

— Claro, sí, perfecto...— responde Noa un poco perdida en la mirada de aquella persona que no deja de sonreír, mientras la sigue hacia la puerta de la cocina —. Muchas gracias, eres muy amable.

— Fue un placer — asegura el muchacho, moviendo sus largas pestañas de una forma que hace que la chica no pueda dejar de mirarlo a los ojos —. Mmm... Puedes decirles a los dueños que mi hermana vendrá por el pago a fin de mes.

— ¿Hermana? — Noa parece volver a la realidad al escuchar la frase del joven y relacionar el nombre de las cajas de insumos con la camioneta de reparto —. ¿Eres hermano de la amable señorita Kim? No sabía que tenía un hermano..., nunca te vi antes por aquí...

— ¡Sí, es mi hermana mayor! — asiente el muchacho con energía —. Me mudé al centro de Songju para asistir a la universidad, pero aún no decido qué estudiaré. Ahora vine a casa de mis padres para ayudar con el negocio mientras ellos están de vacaciones. Me verás por aquí algunos días más.

— ¡Que buena noticia! — exclama Noa por impulso, aunque rápidamente lleva una mano a su boca, totalmente avergonzada —. Quiero decir, fue un placer conocerte...

— Mi nombre es TaehYung — dice el joven sonriendo porque le hace gracia la forma en que la muchacha intenta desviar la mirada de su rostro, con un ligero rubor cubriendo sus pálidas mejillas —. El placer es mío. Me gusta mucho el color de tu cabello.

— M-mi nombre es Noa y gracias por tus palabras... — responde la chica en un hilo de voz porque hay un muchacho muy apuesto y amable que le ha dicho que le gusta su cabello rojo y desordenado con algunos bucles que caen sobre su frente pálida. Un muchacho que no es Jimin ni tampoco Hoseok.

— Espero verte de nuevo Noa — dice Tae saliendo de la tienda y corriendo hacia su camioneta —. ¡Adiós!

Noa no sabe por qué se ha quedado junto a la puerta, con una mano levantada, sonriendo a la camioneta que se aleja de allí. Kim TaehYung es una persona muy amable y la ha tratado como si fuera una amiga. Casi como Jimin y Hoseok suelen tratarla, con la diferencia de que ellos la conocen desde hace años y TaehYung acaba de conocerla. Eso la hace sentir especial de alguna manera. ¿Entonces lo que le dicen sus amigos es cierto?, ¿Existen más personas que no van a juzgarla por ser diferente en ese país?

La estridente bocina del scooter de Hoseok hace que la chica vuelva a la realidad. Su amigo estaciona en la vereda junto a la entrada de su casa, mientras ella cruza corriendo la calle para saludarlo. Baekmani ladra desde la ventana al reconocer el sonido del motor.

— ¡Hola!, ¿Cómo está la niña más hermosa del mundo? —pregunta Hoseok arrodillándose para hacerle caricias a Baekmani, quien se lanza sobre él saludándolo con pequeños ladridos después de que Noa abre la puerta para que salga.

— También estoy bien, gracias por preguntar Hoseok — dice la chica de forma irónica, cruzándose de brazos.

— No te pongas celosa, tú también eres una niña hermosa — le confirma Hoseok riendo divertido por la mueca de disgusto que Noa ha puesto al escuchar sus palabras —. Mmm... ¿El señor Sanggu aun no llega? ¡Sabía que no es una persona de confiar! ¿Cómo alguien que tiene un "refugio" de animales se atreve a llegar tarde? — se queja el muchacho haciendo movimientos exagerados con sus manos y frunciendo su ceño con enojo.

— No seas dramático Hoseok... — le pide Noa poniendo sus ojos en blanco, sintiendo que pierde la paciencia ante el dramatismo injustificado de su amigo.

— ¿Dónde quedaron los honoríficos hacia mi persona? — pregunta el joven simulando sentirse ofendido porque su amiga lo ha llamado por su nombre con mucha confianza, algo que la timidez de Noa jamás le ha permitido hacer antes —. ¿Al fin vas a dejar de tratarme con tanto formalismo?

— Decidí que a partir de ahora no los usaré con alguien que actúa como un niño — responde la chica cruzándose de brazos nuevamente, un poco sonrojada porque es la primera vez que actúa con tanta confianza ante Hoseok. Para evitar preguntas molestas, decide desviar el tema de conversación —. ¿Qué tal van tus días de suspensión?

— Mejor de lo que imaginé — confiesa el joven sentándose en uno de los escalones de la puerta —. Mamá y papá están encantados de que los ayude en casa durante estos cinco días que no podré asistir a la universidad — Hoseok hace una pausa y coloca una expresión de tristeza —. Pero me advirtieron que, si volvía a ocurrir algo así, me olvidara de estudiar y me preparara para trabajar toda mi vida con ellos en la florería familiar.

— Debes considerarte afortunado de que tus padres sean tan comprensivos — le recuerda Noa sentándose junto a él y acariciando la cabeza de Baekmani, quien ha decidido recostarse sobre las piernas de Hoseok —. Aprenderás mucho junto al señor Sanggu. Es un buen hombre así que estarás bien.

— Jimin y tú confían mucho en él — murmura Hoseok, pensativo.

— Cuando abuelita Park necesitó cuidados, él nos ayudó. Abuelita fue amable con el señor Sanggu cuando llegó a la ciudad, así que él siempre ha velado por su salud.

— Entonces puedo entender por qué Jimin le tiene aprecio. Si mi mejor amigo confía en ese hombre, también lo haré — afirma Hoseok con una mirada más serena en sus ojos —. Pero si continúa llegando tarde...

— ¿Ya estás listo, mocoso?

— ¡Ah!, ¡Maldita sea! — grita Hoseok asustado ante la voz del hombre que ha aparecido junto a ellos sin que lo notaran —. ¡¿Cómo...?!, ¡¿En qué momento llegó?!

— Además de hablar a mis espaldas también eres un cobarde. No durarás mucho en El Santuario... — dictamina Sanggu ignorando las preguntas del muchacho, quien coloca una mueca ante sus palabras. Baekmani salta del regazo de Hoseok y corre a saludar al hombre muy emocionada —. Hola Noa, gracias por ayudar a Jimin hoy y por cuidar de nuestra amiga Baekmani.

— Hola señor Sanggu, siempre es un placer ayudar — responde la chica sonriente —. Por favor cuide bien de Baekmani, es una niña muy educada. ¡Oh!, y de Hoseok sunbaenim también. Quizás sus modales no son tan buenos como los de Baekmani, pero tiene un buen corazón.

— Prometo que ella estará bien — dice el hombre correspondiendo a la sonrisa de la joven —, pero él no es de mi interés —. Sanggu cambia su expresión completamente cuando se dirige a Hoseok, haciendo que el muchacho trague saliva —. Camina mocoso, hay mucho trabajo que hacer.

— No tiene que decirlo, yo estoy listo para todo —. Hoseok mira hacia los lados buscando algún vehículo e intentando descifrar cómo fue que el hombre llegó hasta allí —. ¿En qué nos vamos?

— ¿Acaso no sabes caminar o eres un idiota que se tropieza con sus propios pies?

— ¡Si el lugar está en las afueras del paseo marítimo, tardaremos mucho en llegar caminando! — grita el muchacho un tanto molesto y al borde un colapso nervioso—. Mejor vamos en mi scooter, los tres entramos perfectamente.

— No me subiré a una máquina del demonio que contamina y causa accidentes. Caminas conmigo o te quedas aquí mocoso, tú decides — proclama Sanggu con autoridad, comenzando a alejarse junto a Baekmani.

— ¿De verdad crees que estaré bien? — susurra Hoseok a Noa lanzando un suspiro.

— Solo haz lo que te dice y no seas tan terco, sunbaenim — le aconseja la muchacha empujándolo hacia la vereda —. Ve o va a dejarte muy atrás. Yo cuidaré de tu scooter, no te preocupes.

Hoseok corre para alcanzar los rápidos pasos del hombre con el ceño fruncido, sintiéndose molesto ante el trato recibido y porque, aunque tiene puestas sus mejores zapatillas deportivas, sabe que la caminata hará que sus pies duelan.

Después de casi cuarenta minutos caminando hacia las afueras del paseo marítimo, Hoseok comienza a distinguir algunas casas y otras edificaciones. Sanggu señala un camino de tierra rodeado de malezas por el cual se adentran hasta llegar a su destino. Hoseok no puede disimular su enorme asombro cuando ve la casa a la cual Sanggu llama "El Santuario". Es una construcción lo suficientemente grande como para que vivan muchas personas, y también lo suficientemente antigua como para que siga en pie. Pero lo que más impresiona de aquel lugar, es su enorme jardín repleto de todo tipo de cajas y herramientas para construcción.

Una cerca de alambres protege gran parte del predio. Sanggu abre la puerta de rejas del jardín principal y se encamina hacia la casa seguido tanto por Hoseok como por Baekmani, quien inspecciona el aire a su alrededor y parece mucho más cómoda de lo que Hoseok se ve. El muchacho coloca una mueca de desagrado cuando el olor del interior de la casa llega hasta él al abrir la puerta de doble hoja por donde Sanggu ha ingresado. El salón principal es sumamente amplio y de paredes que alguna vez fueron blancas, pero que ahora tienen manchas de distintos colores y marcas de moho. El techo es muy alto y oscuro, algunos focos cuelgan de él a penas sujetos por los cables de la tensión. Hay cuadros de pinturas abstractas llenos de polvo, al igual que un televisor de pantalla mediana y una enorme antena que reposa contra la pared opuesta al sillón donde Sanggu ha lanzado su viejo bolso.

Seguido del salón principal, se encuentra la cocina a la cual Hoseok evita entrar al notar la enorme cantidad de platos y utensilios sucios sobre las mesadas y el fregadero. Un pasillo parece llevar a las habitaciones que están a oscuras porque las ventanas de la casa permanecen cerradas y el sol casi no ingresa a ella. Hoseok no quiere imaginar el estado del baño, y ruega por no necesitar usarlo mientras dure su estadía en ese lugar.

— Bienvenido a "El Santuario" — dice Sanggu dejándose caer sobre el viejo y polvoriento sillón, luego de quitarse los zapatos y estirar sus brazos.

— Admito que es un lugar muy grande y hasta sería bonito si tan solo estuviera limpio y no tan oscuro — confiesa el joven aun tapando su nariz con una mano.

— A Baekmani parece agradarle mucho — Sanggu señala a la perrita que ha decidido dejar el salón y correr hacia el jardín.

— Definitivamente a ella le gusta el exterior. Creo que a mí también...

— ¿Qué hay de malo con el interior?

— Prefiero acompañar a Baekmani... — dice Hoseok, dando media vuelta hacia la puerta, luego de dedicarle una sonrisa forzada a aquel hombre que parece no tener olfato.

Hoseok se dirige al jardín junto a Baekmani quien corre de un lado a otro y rueda por el pasto jugando. Definitivamente el exterior de la casa es mucho más agradable. El muchacho sigue a la perrita por el resto del jardín hacia la parte trasera donde ve enormes recintos construidos con diferentes materiales. En el interior de estas construcciones, ve distintos tamaños de casitas en donde algunos gatos y perros están durmiendo o jugando. En otros hay pájaros de diversos colores y tamaños que parecen muy a gusto, trinando y lavando sus plumas. También algunos animales de granja pequeños como conejos, cuis y gallinas, entre otros. El jardín trasero es mucho más grande y está más limpio de lo que Hoseok imaginó en comparación con la casa. Los animales se ven felices y bien cuidados.

El muchacho sigue explorando el lugar con suma curiosidad y asombro, hasta que escucha voces que provienen del jardín delantero. Baekmani y él se acercan y ven a una mujer de mediana edad hablando con el señor Sanggu. Hoseok abre mucho sus ojos, impresionado al ver que la mujer lleva consigo a un cerdo de gran tamaño sujeto a una soga. Sanggu parece examinar al animal con cuidado.

— Solo es un caso de indigestión, creo que Preciosa ha comido demasiado — dice el hombre con una sonrisa que provoca alivio en el rostro de la dueña del cerdito.

— Oh, menos mal que solo es eso. Estaba demasiado preocupada por Preciosa — sonríe la mujer acariciando la gran cabeza de su mascota.

— Debe cuidar de que no coma más de lo debido. Con un poco de dieta y mucha agua, Preciosa se sentirá mejor y volverá a tener el apetito de siempre.

— Muchas gracias, señor Sanggu. Aquí tiene, para usted y sus amigos del Santuario — dice la mujer extendiendo una olla de comida hacia el hombre quien la recibe con gusto —. Preparé su plato favorito: sopa de algas y arroz.

— No se hubiera molestado señora Han...

— ¡No es molestia! Usted realiza un gran trabajo para nuestra comunidad. Por favor, asegúrese de comer todo, vendré por la olla en los próximos días — dice la señora Han haciendo una gran reverencia ante Sanggu, para luego dirigirse hacia su mascota —. Di gracias y adiós, Preciosa.

El cerdito comienza a hacer sonidos mientras camina detrás de su dueña alejándose de la casa. Hoseok se acerca al hombre que continúa observando la puerta principal con una radiante sonrisa en su rostro.

— ¿Es una clienta? — pregunta el joven irrumpiendo el silencio.

— La señora Han es una colaborada de El Santuario, no una clienta — responde Sanggu con una mueca —. Su amiga Preciosa estuvo enferma y yo solo ayudé a que supiera la razón.

— Me parece increíble que ayude a las personas y a sus mascotas sin pedir nada a cambio — admite Hoseok logrando que Sanggu pose su mirada en él —. ¿Usted cuida de todo este lugar y los animales solo?

— Algunos vecinos suelen ayudarme, pero El Santuario es mi hogar también — responde el hombre comenzando a caminar al interior de la casa con la olla de comida entre sus manos —. Aquí no solo protejo y ayudo a mis hermanos animales que lo necesitan, también me ayudo a sanar a mí mismo para seguir adelante —. Sanggu deposita la comida sobre la pequeña mesa de la sala y se da la vuelta para observar a Hoseok con una pequeña sonrisa en sus labios, pero sin alegría alguna en el tono de su voz —. Verás, aunque diga que hago todo esto por el bien de otros, también soy egoísta.

Hoseok traga saliva un poco nervioso porque ha tomado una decisión luego de su paseo por El Santuario y de ser testigo de cómo aquel hombre — mal vestido y cuya casa no huele bien —, ha ayudado a una persona aceptando como pago solamente un poco de comida. Por alguna razón, aunque el carácter de ese sujeto no le agrade y aun dude de sus intenciones con Baekmani, Hoseok siente que lo que hace en ese lugar es correcto.

— Señor Sanggu quiero ayudar en El Santuario. Por favor, tómeme como su aprendiz.

Sanggu, quien ha comenzado a servir sopa en un cuenco, deja su tarea y mira boquiabierto al muchacho frente a él. Finalmente, luego de unos minutos de silencio, responde de forma muy seria ante el pedido de Hoseok: — No necesito a alguien que cause problemas y revolotee como pájaro fuera de su nido a mi alrededor. Además, no estás listo para tomar una responsabilidad así.

— ¡Claro que estoy listo, estudio para curar animales! — refuta el muchacho sintiéndose molesto por la forma en que se ha referido a él.

— A penas tuviste un problema, tu primera idea fue huir y no enfrentarlo — le recuerda Sanggu refiriéndose al momento en que se llevó a Baekmani de la universidad —. Eres un estudiante de medicina veterinaria que algún día se hará llamar a sí mismo "doctor". Tendrás un estatus social en donde lo más importante para ti será tener mucho dinero, un auto lujoso y una bata blanca para que la gente a tu alrededor te alabe como si fueras un dios viviente —. Sanggu se acerca al joven y lo enfrenta cara a cara, señalándolo con un dedo y escupiendo las palabras con enojo contenido, pero no por eso menos evidente —. La gente de la alta sociedad no ayuda al prójimo. Los que necesitamos sobrevivir en este mundo no podemos perder el tiempo besando los pies de "doctores" como los que tú conoces. Baekmani estará bien, ella será libre de quedarse o ir en busca de un nuevo hogar. Tú ya no tienes nada que hacer aquí, vuelve a tu mundo.

Hoseok observa la forma en que aquel hombre le da la espalda, con los ojos muy abiertos y una gran impotencia creciendo en su pecho. No puede evitar expresar su propio enojo cuando vuelve a hablar para defenderse.

— ¡No soy millonario, sólo soy un estudiante a quien ni siquiera le gusta utilizar un bisturí!, ¡No puede juzgarme sin conocerme! — Grita encolerizado, apretando sus puños —. Usted me dijo que debo escuchar lo que las personas y animales necesitan para poder ayudarlos. Quiero aprender a escuchar para ser una mejor persona y convertirme en un buen profesional. ¡Por favor, acépteme, trabajaré duro!

Sanggu continúa dándole la espalda y sirviendo la sopa de algas. Por unos minutos solo hay silencio en la casa, interrumpido por el sonido de la cuchara que raspa contra la olla. Hoseok se queda inmóvil, casi sin respirar, esperando una respuesta.

— Es tarde y debes volver caminando para buscar tu scooter — murmura Sanggu sentándose en el sillón con el cuenco en sus manos, sin mirar a Hoseok —. Vete ahora.

El muchacho parece querer protestar y Sanggu se prepara para volver a ignorarlo, pero en lugar de recibir un grito o una queja, Hoseok solo sale de la casa dando un fuerte golpe a la puerta. El hombre comienza a comer la sopa mientras se pregunta si fue demasiado duro desquitar su enojo con el jovencito. Un pequeño gemido hace que Sanggu desvíe su mirada hacia la puerta nuevamente. Baekmani lo observa atentamente desde allí, como si estuviera esperando una explicación de los gritos que ha escuchado minutos antes.

— ¿Qué opinas Baekmani? — le pregunta el hombre dejando el cuenco de sopa sobre el sofá y observando a la perrita con atención cuando ésta estira su cuello y lanza un pequeño gemido al aire —. Sí, estoy de acuerdo contigo. Él aun es joven y parece un poco perdido — admite Sanggu suavizando su mirada al recordar el rostro enfurecido de Hoseok. Sonríe porque de alguna manera ese jovencito le trae recuerdos de sus días de adolescencia. Baekmani ladra para llamar su atención —. No me mires así, hago lo mejor por todos nosotros. Gente como él pierde el entusiasmo a los pocos días — se defiende Sanggu ante los reclamos de la perrita, quien corre hacia él y se sube de un salto a su regazo comenzando a lamer su rostro de forma insistente —. De acuerdo, le daremos una oportunidad. Pero primero, debemos ponerlo a prueba, ¿Entiendes?

Baekmani salta al piso nuevamente y ladra con alegría. Sanggu siente que quizás se arrepienta de su decisión, pero una parte de él quiere creer que Jung Hoseok es la persona que necesita a su lado.



Ya es entrada la noche cuando Park Jimin suspira frustrado, dejando caer el lápiz sobre el mostrador. Las ventas no han subido y, por mucho que se esfuerce, no logra crear nuevas recetas para vender dulces tradicionales coreanos con una estética moderna que atraiga nuevos clientes.

— Hola Jimin, tengo noticias — saluda Noa entrando al local una vez más, esbozando su típica sonrisa que hace sentir más animado al muchacho con solo verla. Pero esta vez, ni siquiera el entusiasmo de Noa parece contagiar a Jimin —. Cambia esa cara o no te contaré mis noticias.

— ¿No deberías estar en clases? — pregunta su amigo, tratando de cambiar el tema de conversación.

— Debería, pero en el camino encontré algo interesante y no podía esperar a decírtelo — la chica deja un folleto frente a él y lee muy entusiasmada: — "El salón de té del famoso hotel Mudrin abrirá sus puertas al público general para ofrecer deliciosos y sofisticados postres internacionales."

Jimin arquea una ceja sin decir una palabra y Noa suspira tratando de tener paciencia ante la negatividad que irradia su amigo por todos los poros de su ser.

— Piensa un poco Park Jimin y no pongas tus ojos en blanco — le advierte la chica con una mueca —. ¿No es esto justamente lo que necesitamos? Probar postres nuevos, analizarlos y adaptarlos a este negocio tradicional es lo que logrará atraer más ventas, ¿Verdad? ¡Bueno, esta es nuestra oportunidad de hacer todo eso! La pastelería internacional del hotel Mudrin es la mejor de la ciudad.

— ¡Tienes razón, es una buena idea! — exclama Jimin luego de analizar las palabras de su amiga y volver a leer el folleto. Entonces su expresión vuelve a ensombrecerse —. Pero es demasiado costoso comer ahí...

— No te preocupes, conseguiremos el dinero. Siempre lo hacemos, ¿no? — Noa coloca una mano sobre uno de los brazos de Jimin y le guiña un ojo sonriendo.

— Gracias por tu ayuda Noa — dice el joven correspondiendo a la sonrisa de su amiga —. Siempre estás aquí cuando más te necesito. Tus padres deben pensar que te tengo secuestrada.

— Lo que ellos piensen no me importa.

— Noa... — le reclama Jimin con una mueca mientras la joven se encoje de hombros.

En ese momento, Hoseok entra a la tienda con una expresión tan desanimada que hace que sus amigos intercambien miradas de preocupación entre ellos.

— Hobi hyung, ¿por qué tienes esa cara?, ¿Cómo te fue con el señor Sanggu? — se anima a preguntar Jimin, acercándose a él.

— Ese tipo no me aceptó como su ayudante — responde Hoseok sentándose en el piso de la tienda y tomando su cabeza entre sus manos —. ¡Yo en verdad quiero ayudar ahí! No entiendo qué está mal en mí...

— No hay nada malo en ti hyung, solo es una prueba — le asegura Jimin poniéndose de rodillas frente a su amigo para darle un fuerte abrazo. Hobi se aferra al cuerpo de Jimin dejándose consentir y queriendo creer en sus palabras—. Sanggu debe estar seguro sobre qué tipo de persona eres para trabajar con él.

— Nunca me había sentido tan impotente y menospreciado... —admite el joven, dejando salir unas pequeñas lágrimas de sus ojos que seca rápidamente con el dorso de sus manos, antes de que mojen la ropa de Jimin. Ambos amigos se separan y Hoseok se pone de pie cambiando su expresión —. Mañana iré allí y le pediré ser su ayudante de nuevo. No me moveré hasta que me dé un sí por respuesta.

Jimin sonríe ante el cambio de actitud de su mejor amigo: — Así se habla, hyung.

— En fin, ¿cómo está abuelita Park? — pregunta Hoseok sintiéndose más animado.

— Tiene que hacer reposo y permanecer lo más tranquila posible — dice Jimin desviando su mirada hacia la puerta de la tienda, con nostalgia —. Chicos, en verdad necesito que este negocio genere más ventas o abuelita perderá todo...

Tanto Hoseok como Noa notan la tristeza en la mirada y las palabras del joven, y se acercan a él para darle ánimos con un cariñoso abrazo grupal.

— Tenemos un plan para mejorar las recetas. ¿Quieres escucharlo, Hoseok sunbaenim? — pregunta Noa con una enorme sonrisa mientras baja y sube sus cejas rápidamente, lo que hace reír a Jimin.

— ¡Por supuesto! — asegura Hoseok imitando el gesto de su amiga —. Además, seguro necesitan de mi ayuda.

— Somos un equipo, por supuesto que te necesitamos.

— Chicos... jamás sabré cómo pagarles todo lo que hacen por mí — dice Jimin sonriendo mientras unas pequeñas lágrimas ruedan por sus sonrojadas mejillas.

— Podrás hacerlo con un pastel enorme que diga: "Mis amigos son los mejores amigos del mundo" — bromea Hoseok revolviendo los cabellos cortos de Jimin.

— ¡Yo quiero un pastel de chocolate! — se apresura a decir Noa colgándose a la espalda de Jimin.

— ¡Y que el relleno tenga menta!

— ¡No Hoseok, olvídate de la menta! Eso es para viejos...

— ¡¿Viejos?!, ¿Desde cuándo dejó de gustarte la menta? Y lo más importante: ¡¿Por qué me hablas sin honoríficos?!

Jimin escucha a sus amigos discutir y no puede evitar reír hasta caer de rodillas al piso nuevamente. Quizás sus problemas sean demasiado grandes y no logre ver una solución en ese momento, pero no importa. Teniendo a sus amigos a su lado, está seguro de que podrá hacerle frente al futuro con un corazón más ligero y feliz.



Kim SeokJin regresa a su casa después de su primer día en la Universidad de Songju. A pesar de que la jornada fue larga, está feliz de haber compartido momentos junto a Yoongi, JungKook y Sirius en la cafetería durante la hora del almuerzo. Camina despreocupado hacia las escaleras leyendo los mensajes que sus amigos están enviando al chat grupal junto a las fotos que JungKook ha tomado ese día, cuando Lev lo sorprende saludándolo con una reverencia.

— Bienvenido, joven SeokJin. ¿Cómo estuvo su primer día de clases? — pregunta el chofer con gentileza.

— Buenas noches Lev — saluda Jin correspondiendo a la reverencia con un leve movimiento de cabeza —. Tuve un excelente comienzo de clases. Gracias por preguntar.

Lev se ve nervioso y un poco preocupado cuando habla nuevamente: — Joven... su padre desea verlo. Lo está esperando en su oficina...

— Oh... Subiré ahora mismo — responde Jin tratando de sonar lo más tranquilo posible, aunque al ver la expresión de Lev sabe que los colores han abandonado su rostro. Así que sonríe para quitarle importancia al hecho —. No te preocupes Lev, estaré bien.

El hombre hace una pequeña reverencia y se retira de la habitación. SeokJin comienza a subir las escaleras muy despacio, apoyándose en el barandal para asegurarse de que no caerá ante los nervios que siente. Este giro de acontecimientos es inesperado. Su padre nunca quiso hablar con él antes de una cena, ¿por qué querría hacerlo ahora? Su instinto le advierte que Kim ChangJun no planea nada bueno. Pero, aunque intente retrasar el momento, debe subir a ese cuarto y enfrentar a su padre pase lo que pase. No puede dejar que una simple charla controle sus nervios. Tal vez no sea nada de lo que deba preocuparse demasiado...

Jin suspira cuando se detiene frente a la puerta de la oficina de su padre y eleva un puño para golpear la madera con fuerza. Solo unos segundos después, escucha la voz de ChangJun indicándole que puede ingresar.

— Con permiso — dice el joven siguiendo la orden rápidamente. El lugar se encuentra iluminado sólo por una lámpara sobre el escritorio, en donde Jin puede ver una enorme cantidad de papeles esparcidos —. Lev me dijo que deseabas verme, padre.

ChangJun se toma unos minutos antes de responder, sin despegar su vista de los documentos que está firmando en ese momento: — Sí, tengo noticias para ti. Comenzarás a trabajar mañana mismo.

Jin se queda en silencio, enfocando su mirada en la figura de su padre detrás del escritorio, como si no hubiera escuchado sus palabras lo suficientemente claras. Abre la boca para hablar y la cierra de nuevo, demasiado confundido y aterrado. El sonido de un reloj marca las nueve horas de la noche en punto.

— ¿Mañana? Dijiste que comenzaría a trabajar la próxima semana... — es todo lo que alcanza a balbucear el muchacho antes de ser interrumpido por la voz firme de su padre.

— Como verás, hubo un pequeño cambio en los planes. Necesito que comiences a trabajar cuanto antes.

— Pero mis clases...

— Tus clases no se ven afectadas por el horario de trabajo que he programado para ti — le recuerda ChangJun, observando a SeokJin por primera vez desde que entró a la habitación. El hombre se quita los lentes y clava su mirada casi inexpresiva en el rostro pálido del muchacho —. ¿Hay algún problema con las modificaciones que he hecho en tu horario?

SeokJin siente el peso de esa mirada sobre sus hombros y traga saliva para ocultar su nerviosismo, mientras una gota de sudor recorre su espalda.

— No, padre. Es sólo que... — Jin vuelve a tragar saliva antes de continuar hablando —. Esto me toma por sorpresa y tendré que reorganizar las actividades que tenía planeadas para esta semana.

— Comienza a organizarlas ahora mismo, no pierdas tiempo — dice ChangJun colocándose los lentes nuevamente y volviendo su atención a sus obligaciones —. Tu cena estará lista cuando tú lo dispongas. Puedes retirarte.

SeokJin no se va. Se queda de pie en el mismo lugar porque quiere hablar una vez más antes de arrepentirse.

— ¿Hoy no cenarás conmigo? — su voz es solo un susurro ahogado entre el silencio de la habitación. Sabe que no debe preguntar estupideces, pero no puede evitar comprobar por sí mismo que su padre sigue siendo el hombre frio y calculador de siempre.

El sonido de un suspiro largo y tedioso se deja escuchar en el momento en que ChangJun vuelve su mirada hacia la figura de su hijo junto a la puerta.

— SeokJin, hazme un favor y no preguntes obviedades — dice el hombre con un leve movimiento de su cabeza —. Sabes muy bien que estoy demasiado ocupado como para perder mi tiempo cenando contigo.

— Tienes razón, lo siento — se disculpa el joven desviando su mirada hacia sus manos temblorosas. Definitivamente, la respuesta a su pregunta es una obviedad —. Me retiro. Buenas noches, padre.

ChangJun no levanta la mirada de su trabajo ni responde al saludo de su hijo cuando éste abandona la habitación. Jin cierra la puerta lentamente y maldice su estupidez una vez más.

¡Estúpido SeokJin que piensas que tu padre te aprecia! ¡Deja de soñar despierto!

Pero no puede evitarlo. Él aun siente una pequeña esperanza de que su padre lo quiera, aunque sea ínfima y una ilusión poco probable.

Le toma unos momentos a Jin para volver a la realidad y entrar en pánico. El cambio repentino en sus actividades alterará la continuidad de eventos de ese Universo, pero no puede hacer nada en contra de los deseos de su padre. Consternado, el joven entra a su habitación rápidamente y camina hacia la cama para encender la lámpara de pie. No sabe cómo le explicará a Calais lo que está pasando, pero entiende que es de suma importancia hablar con él para pedirle ayuda. Definitivamente no quiere causar más problemas de los que ya tiene.

SeokJin sujeta su cabeza entre sus manos y desordena sus cabellos, dejando salir la frustración que siente.

— ¿Qué debo hacer?, ¡Maldita sea!

— Comenzar a correr, estúpido Jin — responde una voz desde las sombras de la habitación.

El muchacho lanza un pequeño grito saltando de susto en la cama. Su corazón late rápidamente por la sorpresa, pero reconoce la voz casi de inmediato: — ¿Calais?

Sentado sobre el suelo en donde Jin lo vio por primera vez, Calais estira sus piernas y observa con una mirada encolerizada al joven sobre la cama. Se pone de pie lentamente, dejando escapar algunos insultos en otro idioma, para luego acercarse hacia la luz con los brazos cruzados sobre el pecho.

— ¿Qué demonios hiciste, Kim SeokJin? — pregunta Calais con ira en su semblante y en su voz.

SeokJin traga saliva y se encoje de hombros con una expresión de inocencia marcada en sus facciones. Él en verdad no sabe qué ha hecho mal esta vez.

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NOTAS DE LA AUTORA:

¡Hola a todos! ¿Cómo están? ¿Cómo han comenzado su año? Yo lo comencé enferma u.u pero mejoré y volví con un capítulo nuevo :)

Noa es una linda amiga, ¿No lo creen? Su personaje le pertenece a mi mejor amiga, Mimi (Marina Mercado, ilustradora y diseñadora mendocina). Agradezco mucho poder incluir a Noa en estas aventuras junto a Jimin y Hoseok.

¿Ustedes cómo creen que Jin pueda solucionar sus problemas? Parece que las cosas se van a complicar de nuevo (no me odien, todo es necesario para la trama :v )

Espero que estén muy bien y que tengan días maravillosos.

Gracias por leer :D 

~ReLi

*Actualización al 03/02/24: se corrigieron algunos detalles de ortografía y gramática general :) 

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