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Izuku terminó todos sus deberes cerca de las siete de la tarde y ahora se encontraba en el camión, Denki le había mandado mensaje para avisarle que ya estaba en la feria con los demás.

Ya estaba de camino por lo que solo le mandó un audio donde le decía que ya se encontraba en el camión, Denki le respondió que irían comprando las entradas y que lo esperarían afuera.

Izuku agradecía que en ese año, la feria había decidido dejar los juegos gratis pero la entrada tendría un precio algo elevado, al pecoso no le parecía malo ya que era pagar algo elevado por subir gratis a todos los juegos las veces que quisiera.

Cuando llegó pudo ver que la feria estaba llena a tope, se puso nervioso, no tenía ansiedad social o agorafobia, pero no se sentía cómodo con tantas personas a su alrededor.

Negó con la cabeza, no se dejaría llevar por eso, no quería arruinarles la tarde-noche a sus amigos, caminó para acercarse y logró identificar las cabelleras exóticas de dos de sus amigos.

Se acercó con ellos, la única chica del grupo lo identificó y saludó para que todos los demás supieran que ya estaba ahí.

—¡Hola Izuku!

—Hola chicos, perdón por la tardanza.

—No te preocupes, no esperamos mucho —tranquilizó la chica.

—¡Vamos, hay que subirnos a todos los juegos! —mencionó Denki emocionado.

—¡Deben tener cuidado a donde se suben, algunos juegos pueden ser peligrosos! —recordó Iida, un chico de cabello azul y lentes mientras hacía movimientos extraños con sus brazos.

—Tu serás el papá que cuida las cosas.

—¡Qué!

—¿Entonces puedes cuidar las llaves de mi casa? —preguntó un chico de cabello bicolor y ojos heterocromáticos mientras le extendía un juego de llaves con un llavero de soba.

—¡Shoto!

Izuku comenzó a reír, le gustaba pasar tiempo con sus amigos, sobre todo con Denki y Shoto.

Denki al ser extrovertido hacía tantas cosas que le hacían ver que el rubio no conocía la palabra verguenza y siempre le sacaba una risa, mientras que Shoto pese a ser alguien introvertido y tímido lograba sacarle una sonrisa por ser tan directo e inocente en algunas ocasiones.

Los cinco entraron a la feria mostrando las respectivas entradas, le habían dicho a Izuku que Shoto había pagado las entradas de todos, el pecoso quiso pagarle pero el bicolor se negó.

Mientras que los demás compraban algo de comer, Izuku se mantuvo hablando con Shoto.

—No me afecta Izuku.

—Pero es tu dinero Shoto.

—De mi padre.

Izuku rio por aquello, sabía que Shoto tenía ligeros roces con su padre aunque este trataba de ser un buen padre para enmendar sus errores.

Algo así le había dicho Shoto.

Pero se aprovechaba de eso diciendo que si tanto quería que lo perdonara, debía esforzarse. Shoto podía decir malvado si se lo proponía.

—Aún así, no deberías aprovecharte tanto.

—No se compara con todo el daño que nos hizo pasar durante años.

—Hablando de eso, ¿cómo vas con la terapia?

—Bastante bien, Aizawa me ha ayudado mucho a sobrellevar todo y me ha dado a entender que no estoy obligado a perdonarlo solamente porque tiene el título de "padre".

—Eso es bueno, mientras tú te sientas bien.

Shoto le sonrió.

—Y a ti, ¿cómo te ha estado yendo? 

—Muy bien, hoy mi hermano volvió de Europa junto a su pareja, vivirán aquí.

—Eso es bueno, después de todo no lo veías desde hace años.

—Si, me hace feliz tener a mi hermano de vuelta.

Siguieron hablando hasta que llegaron los demás con comida ligera, Iida los regañó diciendo que no podrían subirse a los juegos hasta que pasara cierta cantidad de tiempo.

Evidentemente no les importó y se subieron a varios juegos extremos, logrando que Iida los regañara nuevamente cual madre con sus hijos.

Iida no se había subido a ninguno, simplemente los esperó, Uraraka en algunos juegos no se subía debido a que eran demasiado para ella.

Denki, Shoto e Izuku habían sido los únicos que habían probado la mayoría de ellos, desde el Crazy Mouse hasta el Twister, incluso al Kamikase.

Los tres bajaron del Himalaya algo mareados por la velocidad, Denki sobaba su cadera debido a que a él le había tocado lidiar con el peso de Shoto e Izuku por la velocidad.

—Chicos, ya casi van a ser las diez, ¿un último juego antes de irnos a cenar? —propuso Uraraka.

—¡Vamos al Tagada!

—Oh, es el nuevo juego que trajeron. 

—¿Ya sabes de él Shoto?

—Un poco, Inasa vino hace unos días y me comentó del juego, algunas chicas quisieron aprovechar para tratar de coquetear con él —mencionó el bicolor mientras jugaba Candy Crush en su teléfono —. Desde entonces me dijo que solo se subiría al Tagada cuando estuviera yo con él.

—Tan divinos —mencionó la castaña feliz.

—También me dijo que se hacía mucha fila para subir.

—Para nuestra buena suerte, Shinso me regaló unos boletos especiales esta mañana, así que no tendremos que hacer fila para subir —sacó los boletos mostrándoselos.

Aquellos boletos les permitían subir primero que a todos los demás a los juegos, eran como la tarjeta negra de los cines.

—¡Muy bien!

—Tú y tu capacidad de conseguir las cosas con facilidad.

—Era algo que me debía desde hace mucho —murmuró Denki.

—Entonces vayamos antes de que se nos haga más tarde.

Todos asintieron ante lo dicho por Izuku y empezaron a caminar hacia el Tagada.

Cuando llegaron pudieron ver como el Tagada estaba rodeado por varias personas y el juego estaba en pleno funcionamiento.

Shoto, Iida, Uraraka e Izuku miraban impactados como el juego hacía rebotar a las personas al punto de que se salían de los asientos o terminaban en el suelo debido a la fuerza con la que el Tagada se sacudía.

Mientras que Denki observaba maravillado el juego.

—Saben chicos, creo que me quedaré con Iida para esperarlos, siento que si me subo vomitaré los mochis que comí hace rato —avisó Uraraka mientras se quedaba al lado de Iida.

—De acuerdo, creo que sí será necesario dejarles nuestros teléfonos, probablemente les pase algo si los llevamos.

Iida y Uraraka asintieron y tomaron los tres telefonos, Shoto e Izuku si subirían al juego para no dejar al rubio solo, pero realmente no querían; Izuku sobre todo.

Cuando el juego finalizó se acercaron rápidamente, el señor que manejaba el juego preguntó si alguien tenía boletos especiales y Denki alzó la mano mostrándolos, se subieron los tres y entregó los boletos.

Los tres se sentaron, quedando Shoto en la orilla, Denki en medio e Izuku al lado de Denki.

—¡Ni siquiera tiene seguridad! —lloriqueó Izuku.

—¡Esto va a estar genial!

—¿Y si me caigo?

—¡Relájense chicos! Todo va a estar bien, ¿qué puede salir mal?

De a poco el Tagada se fue llenando, habían varias personas preocupadas como Izuku, otras emocionadas como Denki y otras que no sabían lo que estaban haciendo como Shoto.

Izuku vio que se sentaron a su lado, volteó discretamente para ver al chico que se había sentado, tenía el cabello cenizo, facciones atractivas, ojos rubíes y un ceño fruncido. El chico lo miró de reojo e Izuku se volteó hacia Denki nervioso, un sonrojo invadió sus mejillas al ver el perfil de aquel chico.

Minutos después, anunciaron que el juego iniciaría y empezó a dar vueltas con lentitud. Por los altavoces mencionaron que las chicas que estuvieran solteras gritaran y cosas así para avivar el ambiente, y mientras lo hacía una canción sonaba de fondo.

Izuku sintió como las vueltas bajaban de velocidad para después sentir como el Tagada empezaba a dar ligeros saltos, con la intención de que las personas se soltaran o hicieran cualquier otra cosa.

Estaba bien agarrado de los barrotes para no soltarse, se percató de como dos chicas y un chico ya se habían soltado por la fuerza y velocidad, dos de ellos trataron de volver a su lugar mientras que la chica restante se quedó en el suelo.

No estaba inconsciente, pero al parecer no tenía ganas de levantarse.

El Tagada se volvió a sacudir y esta vez Izuku saltó un poco cerca del cenizo, rápidamente se acomodo pero el Tagada volvió a sacudirse esta vez de forma más brusca haciendo que el pecoso, por la fuerza, terminará encima de las piernas del cenizo.

Izuku se quiso quitar rápidamente de sus piernas pero otra sacudida se lo impidió, sintió una mano rodear su cintura y se puso nervioso.

—Es para que no te caigas —mencionó aquel chico con voz grave.

Izuku casi se mea del nerviosismo, era la voz más varonil que había escuchado en su corta vida, hasta ahora.

El Tagada se siguió sacudiendo e Izuku vio como Denki se zafó de los barrotes y terminó cayendo al suelo del juego, Shoto solamente se le quedó viendo y aprovechó para subir sus piernas al lugar donde antes estaba el rubio sentado.

Izuku se sujetó de los barrotes que estaban por la cabeza del cenizo, con la intención de sujetarse, manteniendo una cercanía muy íntima con el cenizo.

Trató de distraerse viendo como los demás luchaban por no soltarse, algunos estaban en la misma situación que él y otros trataban de volver a sus lugares.

Pese a todo el desastre que estaba pasando, nadie estaba disgustado, incluso las risas dominaban el lugar.

Denki se sentó en un espacio libre que había ya que Shoto había acaparado el lugar con su cuerpo.

El Tagada se sacudió por un rato más e Izuku se moría de la verguenza, ya que con cada salto que daba su retaguardia saltaba encima de la pelvis del cenizo.

¡Siquiera conocía su nombre y ya habían conocido sus retaguardias!

Después de dos minutos el Tagada se detuvo, Izuku se bajó rápido de las piernas del cenizo, sonrojado y nervioso. Pudo ver de reojo como el chico le sonrió ladinamente.

El chico al micrófono mencionó de broma que a la derecha habían algunos botes de basura por si alguno quería vomitar, y poco a poco empezaron a bajar del Tagada.

Shoto y Denki bajaron del Tagada y después bajó él, por instinto miró hacia atrás solo para darse cuenta de que aquel chico lo estaba viendo.

Se sonrojó aún más y rápido caminó hacia donde estaban sus amigos esperándolo.

—¡Eso estuvo loco chicos! —gritó la castaña mientras se reía al ver como estaban los cabellos de los tres.

—Shoto traicionero, te quedaste con mi lugar —reclamó el rubio.

—El que se fue a la villa perdió su silla.

Denki tomó a Shoto del cuello de la camisa y empezó a sacudirlo, con Uraraka riéndose e Iida tratando de separarlos.

Izuku desvió su mirada nuevamente a su alrededor, pero ahora no había señales del cenizo, al menos esa fue la primera y última vez que lo vería.

Aunque no iba a negar que era atractivo.

—Por cierto —detuvo su sacudida para ver al pecoso —. Izuku cachondo, ¿qué hacías en las piernas de un chico?

—¡Yo qué!

—Es verdad, estabas en tu lugar y de pronto estabas en las piernas del chico que estaba a tu lado.

—¡Tu qué Midoriya! —reprendió Iida en su dirección.

—¡Izuku atrevido! —gritó mientras con sus manos apretaba sus mejillas emocionada.

—¡Así no son las cosas! —explicó paniqueado.

—Yo opino que vayamos a cenar y que ahí nos cuente como logró que aquel chico lo sentará en sus piernas —recomendó el rubio.

—¡Que no!

El grupo llegó a un restaurante de hamburguesas, agradecían que el bicolor traía su camioneta para que no anduvieran a pie tan noche, también se ofreció a llevarlos a cada uno a su casa.

Tomaron una de las mesas cercana a las ventanas y esperaron a que un mesero se acercara a atenderlos.

—Bueno, ahora sí Izuku, explícanos porque estabas sentado en las piernas del chico.

—No fue con intención —aclaró alzando un dedo.

 —Los accidentes no existen.

—En Kung Fu Panda no, aquí si —volvió a aclarar.

—Supongamos que tienes razón.

Antes de que Izuku volviera a hablar un mesero se acercó para pedir sus ordenes, cada uno pidió una hamburguesa clásica con su bebida, el mesero se fue para llevar sus ordenes a la cocina.

—Primero que nada, fue un accidente, yo me quise quitar pero él no me dejó, según para que no me cayera.

—¿Así ligan las personas hoy en día? —preguntó Uraraka pensativa.

—La juventud está preparadísima.

—No lo creo, quizás solo quiso ayudarme.

—Por favor Izuku, cualquier persona te hubiera devuelto a tu lugar, y él en cambio te dejó estar en su regazo para evitar que te "cayeras". Es obvio que aprovechó la situación.

—Le gustaste Izuku —chilló emocionada.

—Si así fuera es cosa de ese momento nada más, no lo volveré a ver.

—¿No es ese que viene entrando? —preguntó Shoto mientras señalaba a la puerta.

Los cuatro voltearon a la entrada y efectivamente, por la puerta entró el cenizo junto a dos chicos más.

Izuku se agachó para evitar que el cenizo lo reconociera, pero había sido demasiado tarde.

El cenizo alcanzó a verlo pero decidió ignorarlo por el momento, por lo que solo se fue a sentar a una mesa junto a sus amigos.

—Como telenovela, el destino los quiere juntos —se burló Denki mientras se agachaba un poco para hablarle a Izuku.

—¡Me vio, me vio! —susurró avergonzado.

—¿Y qué tiene? —preguntó Shoto curioso.

—Que a bebé Izuku le da pena ver al chico con el que su retaguardia dejó de ser pura —respondió Uraraka.

—¡Uraraka! —la reprendió Iida sonrojado.

Uraraka se tapó el rostro por el grito de su novio.

—Voy al baño ya vuelvo —murmuró apresurado.

—Nuestro bebé esta creciendo —dijo Denki mientras cerraba los ojos orgulloso.

Izuku se lavaba la cara nervioso, el chico estaba ahí en el mismo restaurante, según el juraba que ya no se volverían a ver.

Y ahí estaba el descarado, agusto con sus amigos.

Volvió a lavarse la cara, escuchó que la puerta se abrió pero la ignoró por completo, creía que era Shoto o Denki, por lo que se siguió lavando la cara.

—No pensé que te volvería a ver.

Al escuchar esa voz rápido levantó la cabeza, por el espejo vio el cuerpo que estaba recargado en la pared. Era él.

—T-Tu-

—Realmente no esperaba verte aquí, pero al parecer la suerte está de mi lado —sonrió ladino.

—Y-Yo-

—¿Qué sucede bonito, te como la lengua el ratón? —preguntó coqueto mientras se acercaba a él.

Izuku retrocedió al ver que el cenizo se acercaba a él, chocando contra la barra del lavabo. Pasó saliva nervioso ante la cercanía del cenizo.

—L-Lo que pasa es que...

—Creo que lo primordial sería conocer nuestros nombres, me llamo Katsuki Bakugou, ¿y tu bonito?

—I-Izuku Midoriya.

—Que bonito nombre, Deku.

Izuku frunció el ceño ante aquel apodo.

—Bueno, ¿qué necesitas?

—Tu número, ¿se puede?

—Dios mío.

Katsuki sonrió divertido.

—No me malentiendas, quiero invitarte a comer como disculpa por lo de la feria. Tal vez debiste sentirse incomodo.

Izuku no quería decir que no había sido así.

—Te puedo dar mi número y, tal vez, ponernos de acuerdo —comentó nervioso.

—Me parece una excelente idea.

Después de decir eso acarició una de sus mejillas e Izuku se puso aún más nervioso, si es que se podía.

Definitivamente subirse al Tagada fue una de sus ideas más extravagantes.

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