CUATRO.

 Taemin metió la mano en el bolsillo de su pantalón y sacó el juego de llaves que el chofer le había dado en el automovil. El tintineo metálico resonó en el aire frío mientras las examinaba con detenimiento. Todas las llaves tenían un membrete elegante grabado en letras doradas. Localizó la que decía 'entrada' y la sostuvo un momento entre sus dedos, admirando su diseño antes de insertarla en la cerradura. La puerta frente a él era imponente, hecha de madera maciza. El viento frío le hizo estremecerse mientras giraba la llave, escuchando el leve clic que confirmó que la puerta había cedido. Con un suave empujón, la puerta se abrió lentamente, revelando un interior oscuro y silencioso.

El aire dentro de la casa estaba cargado con un aroma tenue a madera y antigüedad. Las sombras danzaban en las esquinas mientras Taemin buscaba a tientas el interruptor más cercano. Sus dedos encontraron el botón frío, y al presionarlo, las luces se encendieron, iluminando la sala principal. El lugar, aunque grande, no era abrumador; todo en su interior estaba perfectamente organizado, con muebles antiguos y elegantes que parecían haber sido cuidadosamente seleccionados. Una gran alfombra de terciopelo rojo cubría el suelo de madera, añadiendo un toque cálido al ambiente.

Taemin carraspeó antes de alzar la voz, asegurándose de que su presencia fuera conocida.
—¡Hola! Buenas tardes, mi nombre es Lee Taemin, soy la persona que viene a asistirle, señor Choi —dijo con firmeza, esperando una respuesta. Su voz resonó en el vacío de la casa, pero no hubo contestación. Frunció el ceño por un momento, recordando las palabras del señor Choi Siwon, quien le había advertido que debía ser paciente con su hermano Minho. Darle su espacio.

Resignado, Taemin dejó de insistir y comenzó a explorar el lugar por su cuenta. Su mirada recorría cada rincón mientras sus pies lo llevaban más adentro de la casa. Fue encendiendo las luces a medida que avanzaba, iluminando los corredores y habitaciones que encontraba a su paso. Y aunque el silencio era inquietante, Taemin lo encontraba tranquilizador de alguna manera.

Decidió buscar la llave que decía "habitación asistente" y la encontró rápidamente. Subió por unas escaleras de madera que, a cada paso, emitían un crujido grave y prolongado, como si quisieran advertirle de algo. Al llegar al final de la escalera, se encontró en un pasillo amplio, con varias puertas, cada una con un nombre grabado. Caminó lentamente, leyendo los nombres hasta encontrar la suya. Sin pensarlo dos veces, introdujo la llave y empujó la puerta.

Al entrar, una cálida sensación lo envolvió. La habitación era acogedora, decorada con tonos suaves y muebles de madera oscura que transmitían una sensación de hogar. Una chimenea dominaba una de las paredes, y aunque estaba apagada, la simple idea de encenderla le reconfortaba. Taemin dejó su mochila y demás pertenencias sobre un mueble cercano y se dirigió al baño. La puerta era pequeña, pero al abrirla, se sorprendió. El baño era mucho más grande de lo que había imaginado. Había una regadera moderna y una pequeña tina de cerámica, reluciente bajo la luz. "Esto es un lujo"— pensó, sonriendo para sí mismo.

Decidió darse una ducha rápida para quitarse el cansancio del viaje. El agua tibia golpeó su piel, relajando sus músculos tensos. Después de unos minutos, salió del baño y comenzó a secarse con una toalla blanca y suave. Al acercarse a la puerta de su habitación, notó algo extraño: estaba entreabierta. Estaba seguro de haberla cerrado antes de entrar al baño. Un escalofrío recorrió su espalda, pero descartó la sensación rápidamente. "Debió haber sido mi error" — se dijo, convenciéndose de que el cansancio le jugaba una mala pasada.

Decidió bajar a la cocina para buscar algo de comer. El lugar era enorme, y el refrigerador y congelador parecían sacados de una revista de lujo, ambos repletos de comida congelada. Al abrirlos, soltó una risa suave.
—¡Qué barbaridad! Seguro que el señor Choi tiene el colesterol por las nubes. Necesita comer más sano —murmuró mientras rebuscaba entre los ingredientes. Finalmente, encontró algunas verduras frescas y decidió preparar un estofado sencillo.

Mientras cocinaba, el silencio de la casa volvió a hacerse presente. Sin embargo, en más de una ocasión, sintió como si alguien lo estuviera observando. Cada tanto, giraba la cabeza para ver si Minho había aparecido, pero no veía nada. No sentía miedo, sino más bien una curiosa incomodidad, como si supiera que Minho estaba cerca, acechando en las sombras. Decidió ignorar la sensación y continuó tarareando una melodía alegre mientras movía sus caderas al ritmo de la canción. Bailar le hacía sentir vivo, siempre había soñado con ser un bailarín profesional.

Cuando el estofado estuvo listo, el olor inundó la cocina, llenando el aire con aromas cálidos y reconfortantes. Taemin decidió intentar una última vez atraer al dueño de la casa.
—Señor Minho, sé que me ha estado observando. No me molesta. ¿Por qué no viene a la cocina y cenamos juntos? El estofado de verduras es mi especialidad —dijo en voz alta, esperando una respuesta. Pero nada. El silencio volvió a llenar la casa.

Después de unos minutos de espera, decidió servirse un plato para él. Se sentó en una pequeña mesa en la esquina de la cocina y comenzó a comer tranquilamente. El estofado estaba delicioso, y Taemin disfrutó de cada bocado. Cuando terminó, se levantó, lavó su plato y dejó la olla sobre la mesa.
—Voy a dejar aquí el estofado, siéntase con la libertad de comer lo que guste. Yo me voy a dormir. Si necesita algo, puede tocar en la puerta de mi habitación. Buenas noches, Señor Minho  —dijo, más por cortesía que por esperar una respuesta.

Después de eso, Taemin subió a su habitación y se dejó caer en la cama. El agotamiento lo venció rápidamente, pero justo antes de quedarse dormido, una sombra se deslizó silenciosamente detrás de un mueble en la sala. Se acercó con cautela a la cocina, y sin hacer ruido, se sirvió un plato del estofado. Al probarlo, una sonrisa se dibujó en su rostro, y antes de que se diera cuenta, había devorado todo lo que quedaba en la olla. Choi Minho, desde las sombras, había aceptado la oferta, en silencio.

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El sonido del celular vibrando sobre la mesita de noche despertó a Taemin de su ligero sueño. Los primeros rayos de luz apenas comenzaban a filtrarse por las cortinas de la casa donde ahora vivía, y el eco del silencio que lo rodeaba hacía que el timbre del teléfono pareciera aún más fuerte. Al abrir los ojos, su corazón comenzó a latir con fuerza, consciente de que ese primer día de trabajo ya había comenzado.

Tomó el celular, que ya le habían dado configurado, y observó el número con el nombre de Siwon en la pantalla. Sin dudar demasiado, deslizó el dedo para contestar.

—¿Taemin? —la voz al otro lado era firme pero cordial, con un tono que denotaba autoridad, pero sin resultar intimidante.

—Sí, soy yo —respondió, aún intentando despejarse del todo.

—Quería saber cómo te sientes en la casa, ¿todo está bien? —preguntó con un tono que, ya no era tan formal como el día anterior, intentaba ser amable.

Taemin se enderezó en la cama, acomodándose antes de responder.—Sí, la casa es increíble, todo está bien... aunque anoche intenté ver al señor Minho, pero no obtuve respuesta. Supongo que estaba ocupado —Taemin intentaba sonar tranquilo, aunque el hecho de no haberlo visto aún lo inquietaba un poco.

Siwon hizo una breve pausa, como si estuviera reflexionando sobre lo que acababa de escuchar.

—No te preocupes por eso. Minho se hará presente en cuanto esté listo. Es parte de su proceso, y no debes forzarlo. Tómate tu tiempo también —dijo, su voz ahora más relajada, como si quisiera calmar cualquier preocupación en Taemin. Y no le digas señor, solo llámalo por su nombre, Minho.

—Entiendo —respondió Taemin, aunque la curiosidad sobre su futuro encuentro seguía rondando en su mente.

—Una cosa más —añadió Siwon—, asegúrate de leer la libreta que te di. Contiene toda la información importante sobre su condición. Si tienes alguna duda, no dudes en llamarme. Este es mi número personal, así que puedes comunicarte conmigo directamente en cualquier momento.

—Gracias, señor Choi. Lo haré —dijo Taemin antes de despedirse.

Cuando la llamada terminó, Taemin dejó el celular a un lado y se quedó en silencio por un momento. La libreta reposaba sobre la mesa, aparentemente tranquila, pero él sabía que lo que contenía podía definir su futuro en esta casa. Antes de sumergirse en su lectura, decidió que era el momento de compartir sus primeras impresiones con su amigo.

Tomó el teléfono de nuevo y buscó el número de su amigo. —¿Onew?  Conseguí el trabajo. Estoy a prueba por un mes, pero todo va bien hasta ahora. la casa esta en Igidae.

Onew dejó escapar una risa suave, aliviada. —Sabía que lo lograrías, Tae ¡Solo ten cuidado! Cualquier cosa sospechosa me llamas.

—Sí, lo sé, Onew. Y por favor, dale las gracias a Lily por el currículum y las referencias. Sin esos documentos, no me habrían dado ni siquiera una oportunidad —dijo Taemin, aún sabiendo que esa parte no era verdad. Pero quería hacer sentir a Onew que el esfuerzo de Lily había sido clave, aunque solo fuera por cortesía.

—Se pondrá muy contenta de saber que ya estás allí —respondió Onew con una risa ligera.

—Gracias. Hablamos luego, Onew. Tengo que ponerme al día con algunas cosas aquí —dijo Taemin, sabiendo que la libreta lo esperaba, cargada de información vital.

—Cuídate, Tae. —Y ustedes igual, y puedes llamarme a este número. —Claro, lo haré. —contestó Onew. Luego Taemin colgó y dejó el celular sobre la mesa. Ahora, con la mente más despejada, se acercó a la libreta, y comenzó a leer detenidamente la información que en ella se encontraba.

El síndrome de Ambras es una condición médica extremadamente rara, también conocida como hipertricosis generalizada congénita. Se caracteriza por un crecimiento excesivo de vello en todo el cuerpo, excepto en las palmas de las manos y las plantas de los pies. Esta condición puede afectar tanto a hombres como a mujeres y suele estar presente desde el nacimiento.

La hipertricosis en el síndrome de Ambras se debe a una mutación genética y puede estar asociada con otras anomalías, como problemas dentales o faciales. Aunque es una condición benigna en términos de salud física, puede tener un impacto significativo en la vida social y emocional de quienes la padecen debido a su apariencia inusual.

Los dientes pueden tener formas inusuales, como ser más cónicos, puntiagudos o tener un tamaño irregular en comparación con los dientes normales.

Suelen tener prognatismo en donde la mandíbula inferior se proyecta hacia el frente más de lo normal (Mordida hacia adelante).

 Taemin soltó un largo suspiro, sintiendo un leve peso en el pecho. Nunca antes había escuchado sobre aquello, lo que le generaba una inquietud latente. "Después buscaré más información en internet", pensó mientras fruncía el ceño. Sabía que debía estar bien preparado, conocer a fondo todo lo necesario para tratar adecuadamente a Minho. No podía permitirse ir a ciegas.

Con ese pensamiento en mente, siguió hojeando las indicaciones, pero nada parecía destacar demasiado. Eran instrucciones sencillas, nada que realmente le llamara la atención... al menos, no por ahora.

CONTINUARÁ...

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Con esto ya no se quedarán con la duda de que condición tiene Minho

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