Horas después del caos en el puente, la ciudad seguía en estado de shock. Las noticias no paraban de hablar del evento: un hombre había entrado gritando, causando temblores que hicieron colapsar el puente. Sin embargo, lo más inexplicable era cómo todo se restauró en cuestión de segundos: el puente, los autos, las personas... Como si el tiempo hubiera retrocedido o una fuerza desconocida hubiera intervenido.
Tadano estaba sentado en su sofá, viendo el reportaje en la televisión. Los presentadores debatían sobre teorías absurdas: desde un fenómeno natural hasta una conspiración del gobierno. Pero Tadano sabía que ninguna de esas explicaciones tenía sentido. Él había estado allí. Y más importante aún: él lo había visto todo.
Mientras las imágenes repetitivas del puente seguían en pantalla, Tadano se llevó una mano al cuello, como si el dolor de la cicatriz aún estuviera presente. Esa flecha... lo atravesó y dejó una marca. No podía dejar de pensar en ella, como si estuviera conectada de alguna forma con lo que había pasado. Sus ojos se desviaron hacia su hombro izquierdo, donde por debajo tiene una cicatriz en forma de estrella oculta bajo su camiseta. Un símbolo del cual desconocía su significado, pero que no podía ignorar.
Cuando las noticias cambiaron de tema, Tadano se levantó lentamente y caminó hacia la cocina. Todo lo que había sucedido ese día, el caos, los gritos, el derrumbe, y finalmente esa extraña energía que emanó de él para restaurarlo todo... No tenía ninguna explicación lógica. "¿Qué fue eso? ¿Cómo lo hice?" pensaba, mientras abría el refrigerador y sacaba una botella de jugo.
El sonido del líquido al caer en el vaso parecía absorber por completo su atención, como si tratara de distraerse de los pensamientos que no paraban de rondarle la cabeza. "¿Fue un sueño? ¿Una alucinación?". Pero no, sabía que había sido real. Lo había sentido, cada fibra de su ser se activó en ese momento, como si algo dentro de él hubiera despertado por primera vez.
Sin darse cuenta, su mente vagó y sus manos temblaron. El vaso de vidrio resbaló de su agarre y cayó al suelo, estrellándose contra las baldosas en un estallido de fragmentos. Tadano dio un respingo, sorprendido por el ruido.
"Mierda. . . "Susurró, maldiciendo por lo bajo. Se agachó de inmediato para recoger los pedazos rotos, tratando de evitar cortarse.
Mientras estaba recogiendo los fragmentos con cuidado, algo ocurrió. Sin pensarlo, una energía invisible surgió de su cuerpo, recorriendo sus manos. De repente, los trozos del vaso comenzaron a moverse solos. Los fragmentos vibraron en el suelo y, ante sus ojos incrédulos, empezaron a unirse como si fueran atraídos por un imán. En un abrir y cerrar de ojos, el vaso estaba reparado, como si nunca se hubiera roto.
Tadano retrocedió, cayendo sobre sus talones, observando el vaso con la boca entreabierta. Su respiración se detuvo por un momento, mientras trataba de asimilar lo que acababa de suceder. No era un truco, no era casualidad. Había visto con sus propios ojos cómo el vaso volvía a su estado original en cuestión de segundos.
"¿Qué. . . demonios? " Susurró, levantando la mano lentamente hacia el vaso restaurado, como si temiera que al tocarlo, se desvaneciera en el aire.
Lo tomó con sus manos temblorosas, dándole vueltas para comprobar que, efectivamente, no había rastro de la ruptura. Ninguna grieta, ninguna señal de que alguna vez se había roto. Era como nuevo.
Tadano se puso de pie lentamente, sintiendo su corazón latir con fuerza. Miró a su alrededor, como si esperara que alguien apareciera para explicarle qué había pasado, pero la casa estaba vacía. Era solo él... y ese poder que había liberado nuevamente, aunque esta vez de una forma más sutil.
Su mente no paraba de girar, conectando cabos sueltos, tratando de encontrar una respuesta lógica. Y siempre volvía al mismo punto de origen: la flecha. Desde que fue herido por esa extraña arma, todo comenzó a cambiar. Primero, la cicatriz en su hombro, una forma de estrella que se grabó en su piel. Ahora, este poder inexplicable. Un poder capaz de reparar lo que estaba roto, de restaurar lo que había sido destruido.
Pero Tadano no podía hablar de esto con nadie. ¿A quién le diría que de repente podía restaurar objetos con solo desearlo? ¿Quién lo creería? Todo parecía sacado de un sueño extraño o una película de ciencia ficción, pero para él era real.
Se quedó de pie en la cocina por unos minutos, mirando el vaso como si fuera la clave de un gran misterio. Algo se había despertado dentro de él, algo más allá de lo comprensible. Pero, aunque lo sentía en sus huesos, no sabía qué era ni qué implicaba.
"Todo esto. . . empezó con esa flecha. . . "Susurró, acariciando la cicatriz bajo su camiseta.
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Tadano seguía en la cocina, todavía sumido en una espiral de pensamientos confusos. ¿Cómo alguien tan común como él podía verse envuelto en algo tan extraordinario y bizarro? Un poder capaz de restaurar lo destruido, algo que nunca antes había imaginado posible. Pero ahora era real, tan real como el vaso que había reparado minutos atrás.
"Esto no me debería estar pasando a mí...", pensó mientras pasaba una mano por su rostro. Él no era especial, ni alguien destinado a tener habilidades fuera de lo normal. Era solo Tadano, un estudiante ordinario que había intentado mantenerse al margen de destacar tras los incidentes del pasado. Pero algo, o alguien, había cambiado eso.
La puerta del departamento se abrió de golpe, sacándolo de su estado mental. Su hermana menor, Hitomi Tadano, entró en la casa. Su cabello corto y actitud siempre enérgica contrastaban con su mirada concentrada mientras sostenía un tomo de manga que acababa de comprar.
"¡Hola, hermano!" Saludó con una sonrisa, aunque apenas le dedicó más que un rápido vistazo antes de dirigirse a su habitación. Ni siquiera esperó una respuesta; estaba ansiosa por leer su nuevo manga.
Detrás de ella, su madre, Jeanne Tadano, entraba a la cocina con varias bolsas en la mano. Era una mujer siempre alegre, con una mirada tranquila que transmitía una calidez contagiosa. Al verla, Tadano sintió una breve chispa de consuelo en medio de su tormenta mental.
"Hola, hijo." Jeanne lo saludó con una sonrisa afectuosa mientras comenzaba a organizar las compras en la encimera. "¿Cómo estuvo tu día?"
"Bien... tranquilo." Tadano respondió de forma automática, aunque su mente seguía vagando en un mar de incertidumbre.
Jeanne notó el tono algo distante en su hijo, pero no lo presionó. Últimamente su hijo había estado algo reservado, así que decidió dejarlo por ahora.
Tadano, por su parte, intentaba calmarse. Debía encontrar la forma de sobrellevar esto. Después de todo, lo que le estaba ocurriendo no parecía necesariamente malo. Ese poder, aunque extraño y confuso, le había permitido ayudar a personas en una situación desesperada. Y si lo miraba desde otro ángulo... tal vez podría seguir adelante con su vida. Quizás, si mantenía este poder en secreto, podría volver a la normalidad.
"Normal", pensó con cierta amargura. Después de lo que ocurrió con Kawai Rami, su excrush que había destrozado su corazón, Tadano se había propuesto llevar una vida más discreta. No llamar la atención, no sobresalir. Mantenerse en las sombras para evitar más decepciones y rechazos. Pero, a pesar de ello, una pequeña parte de él, enterrada en lo más profundo, aún anhelaba ser aceptado, ser visto y valorado por otros. Ese deseo de ser parte de algo, de no ser invisible.
La voz de su madre lo devolvió a la realidad.
"Hito, ¿estás bien? Te noto muy pensativo." Jeanne lo miraba con curiosidad, notando la expresión reflexiva de su hijo.
Tadano parpadeó, sacudido por el comentario, y rápidamente dejó de lado los pensamientos sobre la flecha y el poder que había despertado en él. No podía hablar de esto con su madre. Ni siquiera estaba seguro de lo que realmente había pasado. ¿Cómo podría explicarlo sin parecer un lunático?
"Oh, no es nada..." Dijo Tadano, forzando una sonrisa para tranquilizarla. "Solo estaba pensando en qué preparatoria quiero unirme. Ya sabes, queda poco para que terminemos la secundaria, y debería ir considerando mis opciones."
Jeanne asintió. "Es una decisión importante, Tadano. Pero no te preocupes, encontraras lo que más te convenga." Le sonrió con esa calidez que siempre hacía que las preocupaciones se sintieran un poco menos pesadas. "Y si no te decides, puedo meterte a la preparatoria a la que fue tu padre con sus amigos."
"Sí, esta bien." Tadano asintió, aunque su mente estaba lejos de enfocarse en el futuro académico. En el fondo, lo que realmente lo inquietaba era el misterio de ese poder, de la cicatriz en su hombro, y de cómo eso cambiaría su vida.
Su madre volvió a lo suyo, pero Tadano seguía sintiendo esa presión en el pecho.
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El sol apenas empezaba a filtrarse por las cortinas cuando Tadano abrió los ojos, aunque no parecía tener mucho interés en comenzar el día. Hoy no tenía ganas de ir a la escuela. El peso de todo lo que había sucedido recientemente aún lo mantenía en una especie de nube mental. La extraña manifestación de su poder, la confusión que sentía, y sumado a eso, el rechazo de Kawai... nada de eso ayudaba a mejorar su ánimo.
Tadano se estiró perezosamente en la cama y, por costumbre, tomó su celular de la mesita de noche. La pantalla mostraba varias notificaciones, principalmente mensajes de su amigo de la infancia, Najimi. Desde ayer, Najimi había estado bombardeándolo con textos, aparentemente inquieto por la falta de respuesta. Tadano suspiró, sin mucha energía para interactuar, y simplemente respondió con la típica excusa de "me quedé sin batería".
Pero antes de que pudiera siquiera cerrar la aplicación de mensajes, Najimi ya había contestado, con su tono usual, una mezcla de preocupación y broma:
"Seguro que es porque Kawai te rechazó que no me hablas, ¿eh? 😜 No te puedes esconder de mí, Hitomon. Somos amigos desde siempre, y eso no va a cambiar porque la cagaste con una chica, ¿cierto?"
Tadano rodó los ojos. Sabía que Najimi solo intentaba animarlo, pero en ese momento, cualquier mención de Kawai era como un recordatorio de su reciente fracaso. No quería pensar en ella. No quería enfrentarla en la escuela ni ver esas miradas incómodas o comentarios malintencionados que podría recibir de otros.
La relación con Kawai Rami había sido un golpe más duro de lo que quería admitir. Había intentado acercarse, mostrarle su interés de una manera honesta, pero ella lo había rechazado fríamente. No de una forma cruel, pero tampoco con la compasión que él hubiera esperado. Y lo peor de todo era que la noticia del rechazo se había extendido rápidamente entre sus compañeros de clase. La escuela ahora le parecía el peor lugar para estar.
"Ya lo sabe..." Murmuró Tadano con resignación, cerrando la conversación de Najimi.
Finalmente, sin muchas ganas de seguir enredado en esa conversación, decidió bloquear temporalmente el contacto de Najimi. No era algo que haría normalmente, pero en ese momento necesitaba distancia, no bromas o palabras de ánimo. Después de todo, Najimi no lo entendería completamente, siempre había sido más despreocupado, capaz de pasar de un tema a otro con una facilidad envidiable. Pero Tadano no podía hacer eso. Aún estaba herido, tanto por el rechazo como por todo lo extraño que estaba sucediendo en su vida.
Se levantó lentamente de la cama, sus pasos pesados mientras caminaba hacia el baño. Se detuvo un segundo frente al espejo, observando su propio reflejo, como si buscara alguna señal de lo que le estaba ocurriendo. Por un momento, tocó la cicatriz en forma de estrella que tenía justo debajo del hombro. Era un recordatorio constante de lo que había sucedido en el puente, de esa misteriosa flecha y el poder que parecía haber despertado dentro de él. Un poder que aún no comprendía.
Tadano negó con la cabeza. "¿Por qué yo?", se preguntó en silencio. Siempre había querido ser alguien normal, invisible al caos, y ahora parecía que lo extraordinario lo había elegido a él, sin su consentimiento. Pero hoy, al menos por un día, podía evitar enfrentarse a todo eso. Podía permitirse no asistir a la escuela, no ver a Kawai ni a Najimi, ni a nadie.
"Hoy es viernes, los exámenes ya terminaron... Puedo faltar sin problemas", pensó mientras se vestía lentamente. No tenía ningún examen o actividad importante, y si faltaba solo ese día, podría tener todo el fin de semana para aclarar su mente. O al menos intentarlo.
Mientras se preparaba algo rápido para desayunar, miró por la ventana de la cocina. La ciudad seguía su curso normal, pero Tadano se sentía aislado de ese ritmo, como si el mundo exterior ahora fuera algo completamente diferente para él. Era parte de todo, pero a la vez, algo dentro de él lo apartaba.
Ya vestido y con la decisión tomada, Tadano apagó su celular, decidió que ese sería un día para desconectar de todo y simplemente... estar solo. Necesitaba tiempo, aunque fuera solo unas horas más, para entender qué le estaba sucediendo y cómo manejar todo lo que había cambiado.
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Tadano salió de su casa con su mochila colgada en un hombro, como si todo fuera un día normal. No tenía ninguna intención real de ir a la escuela, pero prefería que su madre lo creyera así. "No le hará daño una mentirita blanca", pensó, cerrando la puerta con suavidad detrás de él.
Montó su bicicleta, un regalo de su padre como reconocimiento por las buenas notas que había sacado recientemente. Aún sentía una pequeña sonrisa al recordar cómo sus padres estaban orgullosos de él, pero esa misma sonrisa se desvanecía lentamente mientras pedaleaba por las calles tranquilas del vecindario. El viento que pasaba por su rostro y despeinaba su cabello lo ayudaba a aliviar un poco la presión que sentía por todo lo que había sucedido últimamente.
Sin embargo, las dudas y la confusión seguían ahí, ancladas en el fondo de su mente. El incidente del puente, el poder que había manifestado, y la cicatriz que ahora llevaba en su espalda. Todo lo que quería era un día de escape, un momento para sí mismo, sin preocuparse por lo que estaba cambiando en su vida. Hoy, solo quería dejar de lado esas preocupaciones.
Tadano dobló en una esquina, entrando al parque cercano. El lugar estaba casi desierto a esa hora del día, lo que lo tranquilizó aún más. Un respiro de la realidad. Pero esa calma duró poco.
Mientras pedaleaba, sin notar mucho lo que había en su camino, pasó por encima de algo que no alcanzó a ver a tiempo. Sintió el impacto y su bicicleta tambaleó ligeramente, obligándolo a frenar de golpe. Su corazón dio un vuelco mientras miraba hacia atrás para ver qué había pisado.
En el suelo, vio lo que parecía una bolsa de plástico negra, arrugada, como si alguien la hubiera abandonado. "¿Qué es esto... una mochila?", pensó Tadano, todavía tratando de entender la situación. Pero antes de que pudiera acercarse más, un sonido lo paralizó.
Un maullido salió de la bolsa.
Tadano sintió un escalofrío recorrerle la espalda. "No, no puede ser..." Se acercó rápidamente, sus ojos abriéndose con horror cuando vio algo aún peor: sangre. Un delgado hilo rojo comenzaba a escapar de la bolsa.
El pánico lo invadió. "¡No, no, no, no! ¿Qué se supone que debo hacer ahora? ¡No fue mi culpa!", murmuraba, las palabras atropelladas en su garganta. "¿Quién diablos mete a un pobre gato en una bolsa así?" Su corazón latía frenéticamente. Quería hacer algo, cualquier cosa, pero Era demasiado tarde.
Miró alrededor rápidamente, aliviado al principio al ver que no había nadie cerca. Nadie lo había visto, nadie sabía lo que había pasado. Quizá, solo quizá, podría simplemente irse y olvidar todo. Nadie lo culparía, ¿verdad?
Pero su alivio fue efímero.
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Tadano sintió un breve alivio al escuchar una voz cercana que interrumpió sus pensamientos.
"Es cierto, vi lo que pasó. No fue tu culpa."
Con una mezcla de ansiedad y sorpresa, Tadano volteó rápidamente para ver a un joven que lo observaba con una expresión neutra, casi desapasionada. Era el mismo joven que había estado sentado en la banca, de unos 18 años, su rostro ahora arrugado en una mueca de desagrado por la situación.
"Solo fue un desafortunado accidente," Continuó el joven, su tono sin emoción pero sus palabras extrañamente reconfortantes, "Dios sabrá quién fue el malnacido que metió al pobre gato en la bolsa y lo dejó a mitad del camino. La gente da asco a veces."
Tadano respiró un poco más tranquilo ante las palabras de comprensión del extraño. Al menos no lo estaba juzgando. Pero algo en la actitud del chico lo incomodaba, una sensación extraña y desagradable que no podía identificar del todo.
"¿No deberíamos ayudarlo?" Preguntó Tadano, aunque sabía que quizá era demasiado tarde.
El joven solo negó con la cabeza lentamente, su rostro sin ningún rastro de compasión.
"Es inútil. En ese estado, el gato está más allá de cualquier ayuda. Ya Palmo." Dijo mientras su mirada se desviaba hacia la bicicleta de Tadano. "Bonita bici que tienes, por cierto. Y... qué bonitas huellas le habrás dejado al pobre bicho. Probablemente sus huesos estén rotos, sus tripas esparcidas y sus ojos aplastados como aceitunas." Su tono se tornó inquietantemente casual, como si estuviera describiendo algo tan mundano como el clima.
Tadano tragó saliva, sintiendo un nudo en el estómago. La descripción gráfica y desapasionada le helaba la sangre. No sabía cómo reaccionar ante alguien que hablaba con tanta indiferencia sobre algo tan horrible.
"¡Pero!" Continuó el joven, encogiéndose de hombros, "En teoría, la culpa no es tuya. Solo fue una mierda de gato, al fin y al cabo."
Tadano sintió una mezcla de alivio y molestia. Sus palabras intentaban consolarlo, pero lo que decía estaba impregnado de una insensibilidad que lo ponía aún más nervioso. Algo no estaba bien con este tipo, y cada vez que hablaba, esa sensación se intensificaba.
A pesar de todo, Tadano intentó concentrarse en lo que era importante. Miró de nuevo hacia la bolsa, su mente inquieta, y habló con más calma:
"¿No deberíamos, al menos... enterrarlo?"
El joven alzó una ceja, claramente intrigado por la sugerencia. Sus ojos lo escudriñaban, como si estuviera evaluando cada palabra y cada gesto.
"Hmm, interesante," Murmuró, mirando a Tadano con renovada atención. "¿Cuál es tu nombre? Por tu uniforme, intuyo que eres de secundaria. ¿Debe ser tu último año, no? Yo ya dejé la escuela hace un tiempo. Me llamo Shinsuke Murasame."
Tadano sintió una pequeña oleada de alivio al ver que el tono de Murasame se había calmado un poco, aunque la tensión en el aire seguía presente. Decidió no ser descortés y responder con educación:
"Sí, estoy en secundaria. Me llamo Hitohito Tadano."
Murasame asintió lentamente, como si estuviera procesando algo. Su sonrisa era delgada y vacía, más una expresión de cortesía que de amabilidad genuina.
"La secundaria... buenos tiempos." Murasame suspiró, recordando vagamente su juventud reciente, pero rápidamente recuperó su atención. "Ven, Tadano, siéntate aquí conmigo." Señaló la banca con un gesto perezoso.
"¿Qué?" Tadano se sorprendió por la repentina solicitud.
Murasame frunció el ceño, su rostro ahora más oscuro.
"¿Estás sordo? Te dije que te sientes aquí. Quiero hablar contigo." Dijo con un tono más agresivo, mientras se levantaba de la banca y se acercaba lentamente a Tadano. Su mirada se endureció.
El joven dio un paso más hacia Tadano, con una sonrisa que ahora era más inquietante que antes.
"Hablemos de negocios." Murasame dijo en voz baja, su mano apoyándose en el respaldo de la banca. "Yo entierro al bicho muerto, y tú me pagas. Capisci?"
Tadano se quedó paralizado por un momento, desconcertado por el cambio repentino en Murasame. Lo que hace solo un momento parecía una conversación casual, ahora había tomado un giro completamente extraño e intimidante. La frialdad en los ojos de Murasame lo ponía nervioso.
"¿Te comió la lengua el puto gato o qué?" Exclamó Murasame, esta vez con una irritación palpable en su voz.
"Yo... ¿Qué es lo que quieres decir?" Preguntó Tadano, sintiendo que algo andaba terriblemente mal. La atmósfera alrededor de ellos se sentía cargada de tensión, como si una amenaza invisible lo rodeara.
Murasame bufó con desdén y dio un paso más hacia Tadano, invadiendo su espacio personal. Colocó una mano firme sobre el hombro de Tadano, ejerciendo presión, haciendo que este se inclinara ligeramente hacia atrás por el peso de la situación.
"No es culpa tuya," Repitió Murasame con una sonrisa torcida, "Pero lo justo sería que pagaras al dueño del gato por las molestias, ¿no crees?"
Tadano sintió cómo su corazón comenzaba a latir más rápido, y una oleada de nerviosismo lo invadió nuevamente. No había considerado eso, y la insinuación de Murasame lo tomó completamente por sorpresa.
"¿Qué dueño?" Preguntó Tadano, intentando mantener la calma.
La sonrisa de Murasame se ensanchó, sus ojos ahora llenos de malicia. "Oh, claro. Ese soy yo."
"¿¡Eres el dueño del gato!?" Exclamó Tadano, sorprendido y desconcertado ante la revelación. Su mente no lograba procesar cómo alguien podía hacerle algo tan cruel a su propia mascota.
"Eso es lo que te estaba diciendo, sí." Murasame levantó su mano con impaciencia, como si esperara que Tadano se diera cuenta de lo obvio. "Bien, no tengo todo el día. ¡Dame tu maldita billetera, tonto!"
Tadano, sin embargo, no se dejó intimidar. Aunque Murasame era mayor que él, tenían la misma estatura, y algo en la actitud de este tipo no le parecía correcto. Había una incoherencia en todo esto.
"¿Tú pusiste a tu gato ahí?" Preguntó Tadano con un tono más firme, tratando de entender por qué alguien haría algo tan enfermizo.
Murasame soltó un gruñido de frustración.
"Mira que me salió tonto el niño. . ." Murmuró, frotándose las sienes con impaciencia. "Zanjemos esto de una vez. Sí, yo tiré al puto bicho ahí. ¡Pero lo que te estoy diciendo es que, si quieres salir limpio de aquí, te toca pagar!"
Tadano retrocedió un paso, apartando la mano de Murasame de su hombro.
"No," Dijo Tadano con seriedad, "tú fuiste quien dejó al gato ahí, esperando a que alguien lo lastimara. Eres tú el responsable."
Murasame sonrió entonces, una sonrisa maliciosa que hizo que el corazón de Tadano latiera más rápido.
"Pero tú fuiste quien lo mató, ¿no?" Le espetó Murasame, apuntando un dedo acusador hacia él. "¿No te sientes culpable por lo que le pasó al pobre animal? ¡Págame esa culpa con dinero!"
El joven dio un paso hacia Tadano, pero Tadano retrocedió al mismo ritmo, manteniendo la distancia.
"¿No ves que es sencillo?" Continuó Murasame, su tono cada vez más amenazante. "Solo mueve tu mano, saca tu billetera y dámela. No te estoy robando ni nada por el estilo, solo voy a tomar lo que me debes por este accidente."
La rabia comenzó a crecer dentro de Tadano. La injusticia de la situación lo superaba. No solo este tipo había maltratado cruelmente a un animal inocente, sino que ahora pretendía extorsionarlo por algo que claramente había provocado él mismo.
Pero al mismo tiempo, Tadano no podía evitar mirar de reojo la bolsa ensangrentada, donde el gato yacía inmóvil. Se sentía culpable. Aunque sabía que no había sido su intención, no podía sacarse de la cabeza el hecho de que él fue quien lo atropelló.
Esa culpa lo abrumaba.
De repente, Tadano sintió un dolor extraño en su pecho, como si algo lo estuviera oprimiendo desde dentro. Unas cadenas negras y gruesas comenzaron a materializarse alrededor de su torso, atravesando su carne y apretando su corazón con fuerza. Se dobló ligeramente, intentando respirar, pero la presión solo aumentaba.
"¿Qué... qué son estas cadenas?" Murmuró Tadano, tratando de agarrarlas, pero sus manos atravesaban las cadenas, como si fueran una ilusión.
Murasame, quien había estado observando con una mezcla de curiosidad y desprecio, se mostró sorprendido por lo que estaba viendo.
"Un momento... ¿Puedes verlas?" Murasame sonrió ampliamente, su rostro ahora lleno de malicia. "No esperaba esto. Pero qué suerte la mía."
Tadano seguía luchando por liberar su pecho, incapaz de tocar las cadenas que lo estaban asfixiando. El dolor y la opresión se intensificaban, y su confusión solo empeoraba. ¿Qué eran estas cadenas? ¿Por qué solo él podía verlas?
"¿Qué... qué está pasando?" Pensó Tadano, mirando desesperado sus manos que pasaban a través de las cadenas como si fueran humo.
Murasame, observando la escena con más calma de la que merecía, dio un paso más cerca.
"Eso agiliza las cosas..." Dijo en voz baja, como si hablara consigo mismo, sus ojos brillando con malicia. "Quién hubiera pensado que hice caer en mi trampa a un usuario de Stand."
Tadano levantó la vista hacia Murasame, sorprendido por lo que acababa de oír.
"¿Usuario de qué?" Preguntó, su respiración pesada y jadeante por el peso de las cadenas.
Murasame soltó una carcajada, una risa que resonaba en el parque vacío, amplificando la creciente desesperación en el rostro de Tadano. El joven dio un par de pasos hacia atrás, disfrutando cada segundo de la incertidumbre de su presa.
"Mira, chico, hace unos meses un imbécil vino y me clavó una flecha en el pecho." Dijo Murasame, su tono volviéndose oscuro y burlón. Tadano se tensó al oír la mención de la flecha, reconociendo algo importante en esas palabras. "Veo que sabes de lo que hablo. ¿Te tocó lo mismo? ¿Ese tipo también te atravesó con la flecha? No importa. Lo interesante aquí es lo que sucedió después." Murasame continuó, sonriendo con malicia.
Tadano se quedó en silencio, tratando de procesar lo que escuchaba. La flecha ¿Quién era el dueño de esa flecha? ¿Qué clase de poder había despertado en ambos? Las palabras de Murasame solo lo sumían en más confusión.
"Ese sujeto me la clavó rápido, pero también me la sacó rápido. Me dejó con este poder, aunque al principio no tenía idea de qué hacer con él," Continuó Murasame, caminando de un lado a otro. "Pero después de unos días de experimentación, me di cuenta de que podía sacarle provecho... como con este pequeño espectáculo."
Tadano apretó los puños. Esto no tenía sentido, pero algo era claro: Murasame no solo estaba jugando con él, sino que lo había manipulado desde el principio. Y ahora, esa manipulación cobraba un precio.
"Aún estoy aprendiendo a controlar por completo mi habilidad," Dijo Murasame, acercándose nuevamente. "Pero una cosa está clara: puedo hacer mucho dinero con este poder." Luego, con una sonrisa torcida, bajó la mirada hacia Tadano. "Ahora sí, chico, es hora de que pagues. O esas cadenas que tienes en el corazón no se irán jamás."
Tadano vaciló. No podía dejar que este matón lo intimidara.
"No tengo nada de dinero," Mintió Tadano, manteniendo la compostura lo mejor que podía.
Sin embargo, en el mismo instante en que pronunció esas palabras, sintió como las cadenas en su pecho se agrandaban y apretaban con más fuerza, como si se alimentaran de su mentira. El dolor se intensificó, y su corazón pareció estrujarse mas dentro de su pecho.
Murasame ladeó la cabeza, divertido, observando cómo Tadano sufría bajo el peso de su propia culpa.
"¿Acabas de mentirme?" Su tono era tranquilo, casi sarcástico. "Mi Stand, Heartbeat, amplifica los sentimientos como la culpa, la tristeza y la agonía... cada vez que mientes o intentas escapar de tu responsabilidad, la presión en tu corazón se intensifica." Sonrió con malicia. "Y lo mejor es que todo es automático. No tengo que hacer nada. Estas cadenas te seguirán hasta el fin del mundo."
Tadano sintió que el aire le faltaba. Las cadenas lo aplastaban cada vez más. Cayó al suelo de rodillas, sus manos inútilmente intentando apartar esas ataduras invisibles que lo estrangulaban.
"¿Lo entiendes, Tadano?" Dijo Murasame, su voz cada vez más grave, acercándose. "Solo haz lo correcto. Dame tu billetera y estas cadenas desaparecerán."
Tadano, jadeando por el dolor, comenzó a procesar las palabras de Murasame. El joven mencionó su poder: Heartbeat. Las cadenas, el dolor, todo tenía que ver con ese Stand. Pero Tadano también tenía un Stand, aunque no lo comprende completamente. Ese poder, esa habilidad de sanar y reparar, que tal vez habría sido capaz de salvar al gato... Si tan solo lo hubiera controlado mejor desde el principio, todo esto habría sido diferente.
Justo entonces, un sonido familiar cortó el aire. Un maullido. Venía de la bolsa ensangrentada a unos metros de distancia.
"¿El gato... está vivo?" Murmuró Tadano, su esperanza reviviendo de repente. Tal vez podía hacer algo para corregir todo esto.
Murasame apenas le prestó atención, enfocado en sacar la billetera de Tadano con una sonrisa victoriosa. Pero cuando Tadano escuchó el maullido, algo dentro de él cambió. La culpa que lo había atormentado comenzó a disiparse, y con ella, las cadenas que lo sujetaban se aflojaron ligeramente.
"¿Qué? ¿Qué paso?" Murmuró Murasame, frunciendo el ceño. Las cadenas de Heartbeat no deberían disminuir de esa forma. Tadano estaba perdiendo su culpa, y con ella, el control de Murasame sobre él.
Antes de que Murasame pudiera reaccionar, Tadano dio un paso rápido hacia adelante y arrebató su billetera de las manos de Murasame, retrocediendo de inmediato con un movimiento ágil. Luego, corrió hacia la bolsa ensangrentada con una determinación renovada.
-"¿Qué estás haciendo?" -gritó Murasame, sorprendido por la velocidad de Tadano, pero cuando este abrió la bolsa, la verdad salió a la luz.
Dentro no había un gato moribundo, sino un muñeco manchado de sangre falsa y algunos trozos de carne barata.
Todo había sido una farsa.
Tadano miró el contenido de la bolsa con incredulidad. Había caído en una trampa perfectamente calculada, diseñada para que él se sintiera culpable y vulnerable ante el Stand de Murasame.
La furia reemplazó cualquier sentimiento de desesperación. Tadano apretó los dientes, sintiendo una calidez dorada emanando de su interior. Su Stand comenzaba a manifestarse.
"¿Qué...?" Murasame dio un paso atrás, ahora preocupado. Las cadenas de Heartbeat empezaron a desmoronarse, una señal clara de que Tadano ya no sentía culpa alguna. Su poder sobre él había desaparecido.
"Te engañé, Tadano... solo era un truco," Murmuró Murasame, tratando de encontrar alguna excusa, pero en el fondo sabía que las cosas habían cambiado.
Tadano se dio vuelta lentamente, su mirada fija en Murasame. Ya no era el chico vulnerable de antes.
Murasame no era un tonto. Sabía que había despertado la furia de un Usuario de Stand, y no tenía idea de qué poder escondía Tadano. Retrocedió un par de pasos más, y luego, como el cobarde que era, dio media vuelta y huyó a toda velocidad, desapareciendo entre los árboles.
Tadano se quedó de pie en el parque vacío, todavía sintiendo la energía dorada fluir por su cuerpo. La culpa había desaparecido, y con ella, el control que Murasame había tenido sobre él. Tadano suspiró profundamente, dándose cuenta de lo cerca que había estado de perder contra aquel idiota.
"Qué estúpido fui. . ." Murmuró Tadano, mirando la bicicleta intacta y la billetera que había recuperado. Había caído en la trampa de Murasame, pero al final había ganado.
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"Qué manera de arruinar mi mañana..." Murmuró Tadano, mientras caminaba por las calles bajo el sol del mediodía. No podía evitar que su mente volviera a lo sucedido hace unas horas con Murasame. El enojo que lo había invadido en ese momento se había disipado tan rápido como había aparecido. Sin embargo, la sensación de incomodidad persistía.
Él siempre había sido alguien tranquilo, alguien que evitaba conflictos. La furia con la que había reaccionado ante Murasame era completamente inusual. ¿Qué lo había impulsado? ¿Había sido la situación, la desesperación, o algo más? Tal vez, solo tal vez, esa explosión de emociones tenía algo que ver con su Stand.
El recuerdo de la conversación con Murasame seguía rondando en su cabeza, aunque no lograba darle un sentido claro. Stands, Murasame los había llamado así. Un poder, una habilidad especial otorgada por la flecha que lo había atravesado el día anterior.
Había tantas preguntas sin respuesta. La más persistente era también la más simple: ¿Qué es exactamente su Stand? Murasame había manifestado a su Heartbeat como cadenas que encarnaban emociones. ¿Podía Tadano hacer lo mismo? ¿Podría invocar a su Stand de alguna forma física, o su poder se limitaba solo a la curación y reparación que había experimentado?
No iba a mentir. El descubrimiento de estos poderes le provocaba una mezcla de emociones contradictorias. Por un lado, la sensación de tener algo especial, algo único, lo llenaba de una emoción difícil de ignorar. La idea de poseer habilidades sobrenaturales lo hacía sentir un poco más que el Tadano común y corriente, ese que pasaba desapercibido en cualquier multitud. Pero al mismo tiempo, no podía dejar de sentir rechazo hacia esa misma idea.
Él no quería ser diferente.
El pensamiento de ser una "rareza" lo incomodaba profundamente. No le gustaba la atención, no quería destacar por algo que no había pedido. En su vida, había intentado siempre ser un chico común o que no resaltara mas allá de sus limites, uno que no llamara la atención, que pudiera vivir sin complicaciones. Y ahora esto... Un poder que lo separaba de los demás, lo hacía sentir como alguien ajeno a su propio entorno. Alguien diferente.
Las preguntas volvían a rondar en su cabeza, las mismas que no lograban darle tregua desde el día anterior. ¿Qué lo hacía especial? ¿Por qué la flecha lo había atravesado a él, de entre tantas otras personas? ¿Qué había visto ese misterioso hombre en él? ¿Había sido pura casualidad o había algo más que no lograba comprender?
Era inútil, sabía que no encontraría las respuestas tan fácilmente, pero eso no impedía que siguieran resonando en su mente una y otra vez.
Tadano inspiró profundamente, dejando que el aire fresco llenara sus pulmones. El cielo estaba despejado y el sol brillaba alto, como si el mundo fuera ajeno a todo lo que ocurría en su interior. Había mucho que procesar. Demasiado. Pero este no era el momento.
"Ya luego pensaré en todo esto..." Se dijo, decidiendo que no tenía sentido seguir dándole vueltas al asunto ahora.
Tadano llegó a casa, cerrando la puerta tras de sí. El lugar estaba en silencio, salvo por el tenue murmullo de voces que venían del comedor.
"¡Ya estoy en casa!" Anunció, esperando escuchar las voces familiares de su madre y su hermana. Sin embargo, una tercera voz, inesperada, respondió.
"Sí, sí, siempre escucho cosas maravillosas sobre usted, señora. Todos hablan de lo amable y bella que es Jeanne Tadano. Gente de todas las edades, créame, es la verdad."
Tadano frunció el ceño. Esa voz... le resultaba inquietantemente familiar. Se acercó al comedor lentamente, su mente repasando los eventos de la mañana. Un escalofrío recorrió su espalda al reconocer de quién era la voz.
"¡Deja de ser tan encantador!" Rió Jeanne, evidentemente halagada.
Tadano entró al comedor y se detuvo en seco. Su sorpresa fue palpable: allí, sentado junto a su madre, tomando una taza de té con una actitud despreocupada, estaba Murasame. El mismo Murasame que había intentado extorsionarlo hace solo unas horas. El matón levantó la vista brevemente, y sus ojos se encontraron con los de Tadano. Durante un segundo, el aire entre ambos se tensó como una cuerda a punto de romperse. Luego, como si nada, Murasame volvió a sonreír con fingida dulzura, dirigiendo toda su atención de nuevo a Jeanne.
"¿¡Qué hace este tipo en mi casa!?" Gritó Tadano en su mente, el desconcierto y la alarma apoderándose de él.
"No te creo ni una palabra" Rió Jeanne, sonrojada por los halagos. Aunque halagada, su tono era claramente de incredulidad modesta.
"Le aseguro que es cierto, señora Tadano" Insistió Murasame con una sonrisa amplia, pero vacía, al ojo atento de Tadano.
"Dame un ejemplo."
Murasame titubeó un segundo, su máscara de cortesía empezando a resquebrajarse.
"Eh... ¿Un ejemplo? Bueno... ¡Ah, claro! El salón donde siempre se arregla el cabello. ¿Cómo se llamaba?"
"¿El salón Bello?" Preguntó Jeanne, arqueando una ceja con curiosidad.
"¡Exacto! El salón Bello. Escuché hace unos días a alguien del personal hablando de lo bien que le queda ese peinado, decían que le complementa perfectamente."
Jeanne sonrió, pero su mirada se entrecerró ligeramente, como si algo no cuadrara.
"¿Quién lo dijo? El peluquero está de baja desde hace meses por un accidente en moto."
Murasame parpadeó, buscando una respuesta rápida.
"Ah, no... bueno, claro, fue su hermano. El peluquero siempre comenta cosas de sus clientas con él, ya sabe cómo son entre familia."
"Qué lindo..." Murmuró Jeanne, aún más halagada, aunque una pequeña sombra de duda cruzó su rostro.
Tadano, que había estado observando con creciente frustración, decidió que ya era suficiente. No iba a permitir que este farsante siguiera manipulando a su madre.
"¿Qué estás haciendo aquí?" Preguntó Tadano, su voz más fuerte de lo habitual, irrumpiendo en la conversación. Jeanne levantó la vista, sorprendida por la súbita hostilidad en su hijo.
"¡Ah, Hito! No me di cuenta de que habías llegado" Dijo ella con una sonrisa despreocupada.
Pero Tadano no apartaba los ojos de Murasame, ignorando el saludo de su madre. El nerviosismo crecía en su pecho, pero no iba a dejar que Murasame tomara control de la situación como lo había hecho esa mañana.
"Te estoy hablando a ti" Insistió Tadano, su tono más firme. "¿Qué estás haciendo aquí?"
Jeanne frunció el ceño, desconcertada por la agresividad de su hijo.
"¿Qué pasa, Hitohito? Este joven solo ha venido a devolverte el dinero que perdiste. Encontró 7000 yenes que se te cayeron de la billetera. ¡Menudo caso eres!" Rió suavemente, ajena a la creciente tensión.
Los ojos de Tadano se movieron hacia la mesa. Allí estaban los billetes, perfectamente alineados, junto a una billetera idéntica a la suya. Un escalofrío recorrió su cuerpo. Todo en esta escena era una farsa, y Murasame lo sabía.
"¿En serio le crees?" Tadano preguntó con incredulidad, sin apartar la mirada de Murasame, quien bebía su té sin dejar de observarlo, como si disfrutara cada segundo del desconcierto de Tadano.
"¿En serio le crees?" Preguntó Tadano con incredulidad, sin apartar la vista de Murasame, quien tomaba un sorbo de su té con una calma exasperante. El matón disfrutaba claramente cada segundo de la incomodidad y desconfianza en los ojos de Tadano.
"Así es" Respondió Jeanne, confundida ante la actitud de su hijo. Dice que te vio tropezar con la bici esta mañana y que se te cayó del bolsillo. Recogió tu dinero del suelo y te llamó, pero seguiste sin darte cuenta."
Tadano frunció el ceño, procesando las palabras de su madre. Tropezar con la bici. ¿Qué pretende este tipo?. Las piezas del rompecabezas no encajaban. Si Murasame estaba desesperado por dinero esta mañana, ¿por qué habría devuelto los 7000 yenes?. Algo más oscuro estaba en marcha.
El contacto visual entre ambos se volvió más intenso. Murasame no pestañeaba, cada mirada suya parecía una provocación sutil, como si estuviera desafiando a Tadano a reaccionar. De repente, su mirada se desvió brevemente hacia las fotos familiares que adornaban la repisa, y una sonrisa fría cruzó su rostro.
"Te he devuelto tu dinero, Tadano, ¿no es justo?" Dijo Murasame con un tono casi conciliador.
"Perfecto. Ahora, vete." Respondió Tadano rápidamente, su tono seco y lleno de desaprobación, deseando que se alejara de su madre lo antes posible.
"¡Hito! No seas grosero" Reprochó Jeanne, sorprendida por el comportamiento inusualmente brusco de su hijo.
"Déjelo, señora Tadano, no tiene que preocuparse por mí" Intervino Murasame, con su tono amable y la sonrisa fingida que Tadano ya empezaba a odiar. "Pero, en realidad, hay algo más que me trajo aquí. Verá, cuando Tadano tropezó y recogí su dinero, también extravié mi propia billetera."
Levantó una billetera que descansaba sobre la mesa, idéntica a la de Tadano.
"Mi billetera y la suya se deben haber intercambiado. Cuando recogí una del suelo, no me di cuenta de que había tomado la suya, y él la mía" Explicó Murasame, depositando la billetera de nuevo en la mesa con un aire de inocencia. "En resumen, nos cambiamos las billeteras sin darnos cuenta. ¿Entiende ahora?"
Jeanne parpadeó, aún algo desconcertada. Todo sonaba extrañamente elaborado, pero ella quería creer en lo mejor de la situación.
"Sí, pero... suena bastante raro" Murmuró, todavía dudando ante la extrañeza del relato.
"Como sea" Murasame ignoró la duda, girándose hacia Tadano con una sonrisa helada. "Tadano, ya te devolví tu billetera con el dinero, así que me toca. Devuélveme la mía."
Miró a Jeanne y añadió con calculada suavidad:
"Por cierto, señora Tadano, en mi billetera había 500.000 yenes."
Jeanne abrió los ojos, sorprendida y claramente alarmada por la cantidad de dinero mencionada.
Tadano, en cambio, no necesitaba más pistas. Ahora veía con claridad lo que estaba tramando Murasame. La supuesta coincidencia de las billeteras idénticas no era más que una estratagema para manipular la situación y hacerlo parecer un ladrón.
Murasame estaba jugando sucio.
"Está tratando de hacer que parezca que robé su dinero" Pensó Tadano, comprendiendo finalmente el perverso plan del matón. Murasame había creado el escenario perfecto: un intercambio accidental de billeteras y una suma de dinero desmesurada para hacer que su madre dudara de él.
Jeanne miró a su hijo, esperando una explicación. Murasame, por su parte, mantuvo su mirada fija en Tadano, con una calma gélida, como si supiera que tenía todas las de ganar.
"Ya veo lo que estás haciendo" Dijo Tadano de repente, su tono endurecido, sus palabras cargadas de tensión. El cambio en su voz alarmó a Jeanne, que comenzó a sentir el peso de la situación.
"¡Hito!" Intentó interrumpir su madre, visiblemente preocupada por la agresividad de su hijo.
"Mamá, no le creas. Este tipo es un hipócrita. Todo esto es una mentira. No robé su dinero, y lo de las billeteras es solo una excusa para que pienses que soy un ladrón."
Jeanne lo miró con preocupación, incapaz de saber a quién creer. Los ojos de su hijo parecían sinceros, pero la situación era extraña y confusa.
"¿Estás seguro?" Preguntó finalmente, su voz llena de incertidumbre.
"Por supuesto" Respondió Tadano con firmeza, mirándola a los ojos con la más absoluta honestidad. Nunca te mentiría sobre algo así, mamá.
Hubo un silencio pesado en la sala. Jeanne, tras unos momentos, asintió lentamente, y su semblante cambió. La duda desapareció de sus ojos, y su confianza en su hijo prevaleció.
"Si Tadano dice que es mentira, entonces debe serlo" Dijo finalmente Jeanne, con una resolución inesperada. "Mi hijo nunca ha robado, y mucho menos una cantidad de dinero tan grande."
Murasame esbozó una sonrisa apenas perceptible, como si hubiera estado esperando ese momento. Se llevó una mano a la barbilla, fingiendo recordar algo importante.
"Entiendo que sea difícil de creer, señora Tadano. Pero resulta que tengo pruebas de que nuestras billeteras se intercambiaron." Dijo Murasame, con una mirada calculadora. Su tono era frío y sereno, como si el desenlace ya estuviera decidido. "Ayer por la noche pedí una hamburguesa en lo de Matsuda. El ticket de esa compra debería estar en mi billetera, Tadano. Una orden de hamburguesa con cebolla por 1833 yenes."
Tadano se sintió un nudo en el estómago. La confianza que había sentido al descubrir el engaño de Murasame comenzó a irse. No podía ser verdad. ¿Cómo iba a aparecer ese ticket en su billetera?.
Decidido a acabar con la mentira, abrió su billetera, seguro de que Murasame no tenía forma de ganar esta vez. Pero al revisar los compartimientos, su expresión cambió al sentir un pequeño papel. Sacó un ticket de la billetera y, con horror, leyó: una hamburguesa con cebolla, 1833 yenes.
"¡Hitohito!" Exclamó Jeanne, su tono lleno de sorpresa y decepción. La duda que Murasame había sembrado empezó a crecer en su mente.
Tadano se quedó inmóvil, su mente girando frenéticamente. ¿Cómo diablos había llegado ese ticket ahí?. Luego, recordó el momento exacto en que Murasame había sostenido su billetera, aunque brevemente.
"¡Es una trampa!" Gritó Tadano, mirando a su madre con desesperación. "¡Debió meterlo cuando sostuvo mi billetera! Él lo puso ahí a propósito."
Pero Jeanne no podía evitar sentirse atrapada entre las dos versiones. El ticket era real, las palabras de Murasame parecían lógicas, pero en su corazón, quería confiar en su hijo.
Murasame vio el conflicto en los ojos de Jeanne, y decidió hacer su jugada final. Se acercó lentamente a ella, inclinándose lo suficiente para que sus palabras llegaran con más peso.
"Señora Tadano. . ." dijo en un tono casi compasivo, pero con una oscuridad subyacente. "No quiero decirlo, pero. . . si su hijo ha llegado a cometer un robo así, es porque algo oscuro se esconde debajo de esa carita de niño bueno." Hizo una pausa, disfrutando del silencio incómodo que siguió. Jeanne lo miraba, inmóvil. "Y si hay algo de maldad en él... no es culpa suya, ¿verdad? Es culpa de quienes lo criaron."
La sonrisa malvada de Murasame se ensanchó mientras sus palabras caían como veneno. No importaba si Jeanne decidía creerle o no. Sabía que había plantado la semilla del remordimiento, una pequeña chispa de duda que podría consumirla.
Jeanne palideció, sus ojos se llenaron de un destello de tristeza y confusión. Las palabras de Murasame golpearon algo profundo en su interior, una parte vulnerable, ese lugar donde las inseguridades y las culpas de toda madre residen.
Y eso fue suficiente.
Antes de que Tadano pudiera reaccionar, Heartbeat de Murasame se activó. Unas cadenas invisibles se materializaron en el aire, extendiéndose hasta el pecho de Jeanne, envolviendo su corazón. La expresión de Jeanne cambió; su mirada se volvió distante, como si algo frío y pesado la estuviera oprimiendo por dentro.
"¡No!" Gritó Tadano, apartando a Murasame de un empujón, haciendo que retrocediera con una sonrisa satisfecha en los labios.
Pero ya era tarde. Las cadenas del Stand Hearbeat de Murasame se habían aferrado al corazón de Jeanne. Su expresión era de dolor contenida, como si algo invisible estuviera aplastando su pecho, drenando su voluntad. Tadano lo sabía: su madre estaba bajo el poder de Murasame ahora.
Murasame rió abiertamente, acomodándose en su asiento con una arrogancia descarada mientras se servía otra taza de té.
"¡Jajaja! ¡Lo conseguí! Ya no necesito fingir ser educado, Tadano, no más formalidades de mierda ahora que mi Heartbeat tiene a tu puta madre atrapada" Su sonrisa era de pura satisfacción, saboreando la desesperación en el rostro de Hitohito. "Vas a darme esos 500 mil yenes, y olvídate de que voy a quitarle esas cadenas a tu mami."
Tadano estaba al borde del pánico. Su madre estaba a merced del Stand de Murasame, su vida y su corazón colgando de un hilo invisible que solo este maldito delincuente podía controlar.
"Me van a dar su dinero, su departamento con todo y muebles" Continuó Murasame con calma, como si ya todo le perteneciera. "Vaya, me encanta cómo tienen ordenada esta casa. Ustedes los Tadano tienen buen ojo para las cosas bonitas."
Tadano apretó los puños, temblando de ira. No podía permitir que esto continuara. No sabía pelear, no era un luchador, pero estaba decidido a romperle la cara a Murasame las veces que fuera necesario para liberar a su madre.
Murasame, viendo las intenciones de Tadano, simplemente levantó una mano, y en un segundo, Jeanne comenzó a desplomarse en el sillón, su energía drenándose como si algo estuviera succionando su fuerza vital.
"¡Mamá!" Tadano trató de correr hacia ella, pero antes de que pudiera alcanzarla, algo invisible lo golpeó de lleno, derribándolo de espaldas.
Tadano miró hacia arriba, aturdido, solo para ver cómo Heartbeat tomaba forma física. Era una figura humanoide formada por cadenas. (Como si fueran cuerdas vivas, similares a los hilos de Stone Free.)
"¿Recuerdas que dije que mi Stand era automático? Bueno, te mentí un poquito" Dijo Murasame con una risa relajada, cruzando los brazos mientras su Stand se levantaba imponente. "Este cabrón puede partirte el culo cuando quiera."
Heartbeat se colocó frente a Tadano, mientras Murasame, sin perder la calma, se servía más té. Tadano intentó levantarse, el golpe en la cara le había dejado un dolor punzante, y ver aquella figura amenazante lo intimidaba aún más.
"¡Mamá, por favor! ¿Me escuchas?" Gritó Tadano, desesperado, intentando sacarla de aquel trance. Si lograba devolverle la consciencia, tal vez podría desactivar el poder del Stand. Pero Jeanne seguía con la mirada perdida, vacía, sin ninguna respuesta.
"¡Mamá! ¿Qué te está pasando?"
Murasame sonrió con superioridad mientras tomaba un sorbo de su té, observando la desesperación de Tadano como si disfrutara de un buen espectáculo.
"Oh, ¿estás intentando sacarla de su tristeza?" Dijo, burlándose. "Supuse que lo intentarías, así que me aseguré de intensificar esa culpa y tristeza que ya sentía. Ahora está hundida en una reflexión profunda. Ella no puede oírte, Tadano. Está perdida en sus propios pensamientos, dándole vueltas a todas esas dudas y emociones que he amplificado. Está tan desconectada que le sería imposible librarse de la culpa."
Tadano maldijo por lo bajo, reconociendo lo jodida que estaba la situación. Murasame no solo la tenía atrapada físicamente, sino también mentalmente.
Pero de pronto, la escena se interrumpió cuando Hitomi Tadano, la hermana de Hitohito, entró al comedor, confundida al ver la situación. Lo que más le impactó a Tadano fue que ella también tenía las cadenas de Heartbeat alrededor de su corazón.
"¡Hitomi! ¿Tú también?"
Murasame se levantó lentamente, dejando su taza de té en la mesa mientras avanzaba con una risa burlona.
"Jaja... Tu hermana me sirvió té hace un rato. Accidentalmente me salpicó la mano." Hizo una pausa teatral, disfrutando del momento. "Bueno, en realidad yo hice que ella me salpicara, pero la convencí de que fue su culpa. Una tontería, lo sé, pero no desperdicié la oportunidad de tener un respaldo por si tu madre no caía."
Tadano sintió una oleada de desesperación aplastante. Su madre y su hermana estaban bajo el control de este bastardo, y él no podía hacer nada para detenerlo. Aunque sus ojos permanecieron enfocados en Murasame, buscando una oportunidad.
"Dios... tu hermana tiene esa actitud de mujer fuerte, ¿no?" Dijo Murasame con una expresión repugnante. "Es del tipo que me pone a mil. Esa mocosa sería perfecta para... bueno, tú ya sabes lo que haría con ella."
Tadano sintió como si algo ardiera dentro de él y en su cicatriz. Ese comentario repulsivo sobre Hitomi fue la gota que colmó el vaso. La furia se reflejo en su rostro mientras se lanzaba a golpear a Murasame, listo para arrancarle la sonrisa a golpes.
"¡Tú-" gritó Tadano, pero antes de que pudiera llegar, Heartbeat lo interceptó, agarrándolo del brazo y conectándole un fuerte puñetazo en el estómago. El impacto lo hizo escupir sangre y caer al suelo, aturdido por el dolor.
Murasame soltó una carcajada.
"Uy, ¿te hice enojar?" Dijo con sarcasmo, inclinándose para mirar a Tadano desde arriba. "Deberías haberte quedado en el suelo, mocoso."
Mientras Tadano intentaba recobrar el aliento, Hitomi cayó lentamente en el mismo trance que su madre, su rostro ahora tan vacío como el de Jeanne, atrapada por las cadenas invisibles de Heartbeat.
Tadano se levantaba lentamente, jadeando mientras intentaba recuperar el aliento. Estaba perdido. No tenía el poder, no sabía cómo salvarlas... todo se le escapaba de las manos. El peso de la situación lo aplastaba.
En ese instante, la cadena de Heartbeat lo envolvió también, pero al ser un usuario de Stand, el trance de Murasame no tenía efecto completo sobre él. Sin embargo, la culpa que sentía crecía con cada segundo, como si el hierro que le apretaba el corazón se hiciera más pesado.
"¿Te sientes culpable?" Se burló Murasame con una sonrisa maliciosa-. "Deberías, Tadano. Después de todo, es por ti que estoy aquí. Si me hubieras pagado cuando te lo pedí, nada de esto estaría ocurriendo. Y ahora, todo va a terminar para ti y tu familia."
Las palabras golpearon a Tadano como un puñal, pero en lugar de caer, se levantó otra vez. No iba a permitir que terminara así.
Murasame arqueó una ceja, sorprendido pero con una mueca de desdén.
"¿Todavía tienes fuerzas para ponerte de pie? Patético..." -su voz rebosaba desprecio-. "Eres como un saco de boxeo que sigue levantándose para ser golpeado una y otra vez. Pero está bien, si eso quieres..." Con un gesto desdeñoso, ordenó a Heartbeat que lo golpeara.
El Stand de Murasame lo lanzó brutalmente contra un muro, rompiendo el panel de yeso al atravesarlo.
Tadano cayó al suelo con un golpe sordo. Sangraba, su cuerpo estaba lleno de heridas, pero ni un solo gemido escapó de sus labios. Lentamente, se puso de pie una vez más, su respiración pesada, pero su postura firme. Las cadenas de Heartbeat seguían apretando su alma, amplificando su culpa, haciéndolo más pesado... pero algo dentro de él estaba cambiando.
Un aura dorada, suavemente, como un susurro, comenzó a emerger de su cuerpo. Una furia creciente, desconocida y feroz, despertaba en su interior.
"Vaya, vaya... mira al gran usuario de Stand. Solo muérete ya, haznos el favor. O quizás debería matar a tu querida madre primero, ¿eh? Así la culpa te aplastaría antes de que siquiera tenga que ensuciarme las manos. Y, por supuesto, tu hermana estaría a mi entera disposición. Sería una delicia enseñarle su lugar..." Dijo Murasame con una sonrisa perversa y oscura, el tono lleno de una repugnante lujuria.
Esa declaración despertó algo dentro de Tadano. El odio, el desprecio, la repulsión por ese monstruo que tenía delante lo impulsaron a moverse. Se levantó una vez más, a pesar del dolor, de las heridas abiertas. Algo, muy en lo profundo de su ser, había despertado.
Toda su vida, Tadano había sido una persona pacífica, siempre buscando el bien, evitando el conflicto. Nunca había albergado odio, nunca había deseado hacerle daño a nadie. Pero ahora... quería destruir a Murasame. Quería castigar su maldad.
Su Stand, siempre pasivo hasta ahora, tenía el poder de "curar y reparar". Pero los Stands responden al alma de su usuario, y Tadano no quería curar en ese momento. El deseo de pelear, de proteger, de destruir al enemigo resonaba en su corazón, y ese deseo hizo que su Stand reaccionara.
Murasame gruñó al ver que Tadano no cedía, frustrado por su implacable determinación.
-"¡Se acabó, mocoso de mierda!" -gritó, mientras Heartbeat se lanzaba hacia Tadano para asestarle el golpe final.
Pero entonces... algo cambió.
El Stand de Tadano se manifestó. Su brazo dorado y musculoso salió de la nada, deteniendo el golpe de Heartbeat con una mano. El impacto resonó por toda la sala, pero el puño de Heartbeat quedó atrapado, inmovilizado.
El Stand de Tadano era imponente. Una armadura dorada cubría su cuerpo, decorada con detalles en azul oscuro. Corazones simbólicos adornaban su pecho y cintura, mientras que su imponente silueta estaba coronada por un casco cerrado, del cual solo se veía una franja luminosa para los ojos. Su musculatura transmitía una fuerza inmensa, una mezcla perfecta de poder físico y simbolismo de amor y paz.
Murasame retrocedió unos pasos, sus ojos se abrieron por la sorpresa y el miedo que empezaba a crecer dentro de él.
"¿E-ese es tu Stand?" preguntó, tratando de ocultar su inseguridad, pero su voz lo traicionaba. A pesar de que tenía a Jeanne e Hitomi bajo el control de Heartbeat, no podía evitar sentirse intimidado por el poderoso ser frente a él. Mantuvo su distancia, haciendo que Heartbeat se pusiera a su lado como un escudo.
Tadano dio un paso adelante, su mirada firme, su determinación inquebrantable. El aura dorada a su alrededor pulsaba con fuerza. Caminó hasta colocarse al lado de su Stand, y ambos hicieron un breve contacto visual.
Aunque era su primera vez viéndolo, Tadano podía sentirlo... sentía que su Stand y él compartían los mismos pensamientos, deseos y emociones. Era como si ambos fueran uno solo, como si el Stand fuera la manifestación física de su alma, de su voluntad de luchar.
Murasame tragó saliva, nervioso por primera vez. El poder que emanaba de Tadano y su Stand era palpable, algo que no había anticipado.
Tadano habló con firmeza, sus ojos clavados en Murasame, pero el tono de su voz no era agresivo. Era la voz de alguien que había reflexionado profundamente sobre su lugar en el mundo.
Pon este temazo
"Soy Hitohito Tadano. Desde siempre, he sido etiquetado como un estudiante normal, sin nada especial. Nunca peleo, nunca busco problemas. Soy tan sencillo que me emociono solo por cruzar la calle en rojo. Tan común que no tengo anécdotas divertidas ni una vida que destaque. Y cuando intento hacerlo... cuando quiero sobresalir, siempre fracaso."
Sus palabras resonaban, no como una queja, sino como una confesión de su realidad. Murasame lo miraba, desconcertado, sin entender por qué Tadano decía eso en medio de la batalla.
"¡Pero incluso alguien tan normal y patético como yo puede reconocer el mal cuando lo ve!" Exclamó Tadano, su voz ganando fuerza, determinación en cada sílaba. "¡La maldad de abusar de los débiles! ¡La maldad de torturar a los inocentes! ¡Y aún peor cuando se trata de mujeres indefensas!"
El aura dorada alrededor de Tadano estalló, envolviéndolo en una luz brillante que intensificaba su presencia, haciéndolo parecer más grande, más imponente. Su Stand, a su lado, reflejaba esa misma intensidad, sus ojos firmes y decididos, como si compartiera la furia de su usuario.
"Lo que haces, Murasame..." Continuó Tadano, su tono volviéndose más sombrío. "Ni tus víctimas, ni las autoridades pueden ver tu Stand. Nadie sabe que algo como esto siquiera existe. Tú operas en las sombras, escondido de todos, abusando de un poder que no entienden."
Hubo un silencio breve, un instante en el que Tadano pareció vacilar. Pero no era duda lo que sentía. Era la certeza de que él era el único que podía hacer algo en esa situación.
"Si nadie más puede detenerte... si no hay justicia que pueda alcanzarte..." Sus puños se apretaron, y su aura dorada brilló aún más fuerte.
"Entonces yo seré quien te juzgue. Yo seré quien te castigue por lo que has hecho."
Murasame no iba a dejarse intimidar por la aparición del Stand de Tadano. Dio un paso hacia adelante, su mirada endurecida mientras hablaba con arrogancia.
"¿Yo, el malo?" Gruñó con desdén. "No. El mal es ser un perdedor. El ganador, el que sobrevive a toda costa, ese es el único que tiene derecho a hablar de justicia. ¡El perdedor es el único malvado!"
Con un movimiento violento, Hearbeat apretó las cadenas que envolvían los corazones de Jeanne e Hitomi.
"¡Y tu maldita familia es peor, porque son débiles!"
Con un tirón brutal, las cadenas desgarraron los corazones de ambas, destrozando su esencia.
Pero Tadano no estaba donde Murasame esperaba. En lugar de estar al lado de su Stand, se encontraba junto a su madre y hermana, con las manos apoyadas en sus hombros. La habilidad curativa de su Stand fluía a través de él, restaurando instantáneamente los corazones de Jeanne e Hitomi, reparando el daño antes de que fuera irreversible.
"¿El perdedor es el malo, eh?" Dijo Tadano, con una calma que enfurecía más a Murasame. "Bueno, si es así, estoy bien con ser un perdedor."
Se giró para mirar a Murasame, sin soltar a su madre ni a su hermana, manteniendo el contacto necesario para seguir protegiéndolas.
"Pero mientras dabas tu pequeño discurso, leí el ambiente. Tu miedo a mi poder era obvio. Mientras te pavoneabas con tus cadenas, ya sabía que intentarías algo desesperado. Tus cobardes acciones solo demuestran una cosa: el verdadero ganador aquí ya está decidido."
Murasame retrocedió instintivamente, llamando a Hearbeat para protegerse. Pero incluso al lado de su Stand, la inseguridad y el terror se reflejaban en su rostro. El miedo se filtraba en cada uno de sus movimientos mientras ordenaba un ataque desesperado.
"¡¡Eso te convierte en el único malvado!!" Exclamó Tadano con fuerza.
Heartbeat lanzó sus cadenas como látigos, pero el Stand de Tadano apareció en un destello dorado, envolviendo las cadenas alrededor de sus antebrazos, sujetándolas con firmeza. Ya no había escape para Murasame.
La presión de las cadenas sobre los antebrazos de su Stand se reflejó en Tadano, sus brazos comenzaban a doler bajo el mismo castigo. Aun así, Tadano mantuvo su determinación. Aprendía rápido, sabiendo que debía soportar el dolor para lo que venía a continuación.
"Esto ya está decidido, ¡Mi Stand castigará tu maldad, Shinsuke Murasame!"
Con una furia contenida que ahora se liberaba por completo, el Stand de Tadano lanzó un puñetazo directo al rostro de Hearbeat, rompiéndole la cara en un golpe seco. Pero no terminó allí. Un aluvión de golpes siguió, implacables, cada uno más fuerte que el anterior.
"DORA RA RA RA RA RA RA RA RA RA RA RA RA!"
Cada impacto resonaba como un trueno en la habitación. Los puñetazos de su Stand eran como martillos, aplastando la resistencia de Hearbeat, y por ende, de Murasame.
"¡Q-Que g-gran Poder!" Penso Murasame mientras era abrumado el daño reflejado de los ataques del Stand de Tadano en su Hearbeat.
El último golpe fue devastador.
"¡DORA!"
La onda expansiva del impacto final destrozó los vidrios de las ventanas y hizo temblar todo el edificio, dejando a Murasame indefenso. El villano cayó al suelo, destrozado, con huesos rotos y dientes esparcidos. Su cuerpo era un desastre bajo el peso del castigo implacable de Tadano.
Con calma, Tadano apoyó las manos en el suelo, y su Stand restauró todos los daños materiales en cuestión de segundos. El cuarto volvió a la normalidad, como si la brutal batalla nunca hubiera ocurrido.
Pero a pesar de su habilidad curativa, Tadano no sanó sus propias heridas. Notó la extraña limitación de su Stand, pero no le dio importancia. Tenía cosas más importantes en qué concentrarse.
Apaga el Temazo (Opcional)
Murasame, derrotado, yacía en el suelo, sin fuerzas, incapaz de moverse. Tadano lo observó un instante antes de tomar una decisión.
Sin curar al matón, Tadano hizo que su Stand lo levantara.
Con una frialdad que nunca antes había sentido, Tadano abrió la puerta del departamento.
"Lánzalo al final del pasillo."
Con una sola orden, el Stand lanzó el cuerpo maltrecho de Murasame al fondo del pasillo, dejándolo allí, fuera de combate.
.
Una vez que Tadano lanzó a Murasame fuera de su casa, sintió que una oleada de calma lo invadía. Nunca antes se había imaginado capaz de decir y hacer todo lo que acababa de hacer. Había sido frío, calculador... incluso cruel, pero también increíblemente eficaz. El temblor en sus manos era incontrolable, el eco de la adrenalina aún resonaba en su cuerpo.
Miró sus manos ensangrentadas, sorprendido por la brutalidad de sus propios actos. El daño masivo que le infligió a Murasame no lo dejaba indiferente. Aunque sabía que el matón lo merecía, el hecho de haberlo reducido a una masa de huesos rotos y carne magullada lo inquietaba. Se lo merecía, sí, pero no era el desenlace que Tadano hubiera querido. Y al menos no lo había matado. Sabía que Murasame estaría meses en el hospital, pero lo importante era que ya no sería una amenaza para nadie más.
Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando notó que Jeanne e Hitomi volvían en sí. Ambas se miraban con una extraña expresión, como si sintieran algo diferente en sus corazones curados, pero rápidamente lo ignoraron, sin darle importancia.
Tadano se apresuró a quitarse la chaqueta para cubrir las heridas de su brazo (Moretones), mientras observaba atentamente a su madre y hermana, tratando de evaluar su estado.
"¿Está todo bien?" Preguntó, tratando de sonar casual, fingiendo que nada fuera de lo común había ocurrido. Para su sorpresa, parecía que Hitomi y Jeanne no recordaban nada. Ni siquiera el nombre de Murasame o lo que había sucedido momentos antes. Eso le pareció extraño... pero conveniente.
"Sí... pero... ¿Qué íbamos a hacer?" Preguntó Hitomi, con una expresión confundida, mirando alrededor del comedor como si intentara recordar por qué estaba allí. Jeanne tenía la misma mirada de desconcierto.
Tadano parpadeó, recordando de repente algo que le habían dicho esa misma mañana.
"Ah... mamá, me habías dicho que tu amiga del negocio de la esquina quería pasar el rato contigo, ¿recuerdas? Y tú, Hitomi. . . ¿no ibas a salir con tus amigas?"
Ambas se miraron entre sí, perplejas, antes de volver a mirar a Tadano. Tras unos segundos de silencio, ambas asintieron y se levantaron para prepararse para sus respectivas salidas.
Tadano, aliviado de que todo hubiera vuelto a la normalidad, se escabulló rápidamente al baño. Necesitaba un momento para estar solo. Cerrar la puerta tras de sí fue como quitarse un peso de encima. Dejó escapar un largo suspiro y se estiró, sintiendo cada dolor y cada golpe que había recibido de Hearbeat. Su cuerpo estaba adolorido, pero eso no era lo que más le inquietaba.
Lo que más lo consumía era el deseo de ver su Stand nuevamente.
Tadano cerró los ojos, intentando calmar su mente y enfocarse. Quería sentir nuevamente esa fuerza latente, ese poder que había estado al alcance de su mano durante la pelea. Lo sentía, como un susurro en su interior, hasta que finalmente lo liberó.
Frente a él, el Stand apareció, imponente y brillante. Tadano lo observó en silencio, estudiando cada detalle. La armadura dorada del Stand reflejaba la luz tenue del baño, emitiendo suaves destellos de colores como si estuviera hecho de diamantes. Era una figura magnífica, con una presencia abrumadora que Tadano aún no terminaba de comprender por completo.
Se acercó, sin miedo, sintiendo una conexión profunda con el ser frente a él. No solo era una manifestación de poder, sino una extensión de su propio ser. Ambos compartían los mismos pensamientos, emociones y determinación. Tadano lo sentía como una parte de sí mismo, pero a la vez algo nuevo y desconocido. Le asustaba lo que esto implicaba. En la batalla, había dejado que su ira tomara el control, ignorando las señales que ahora eran claras. ¿Había estado tan furioso que ni siquiera reconoció su propia naturaleza?
Aún así, volvió a fijar su mirada en los ojos del Stand. Las partes de su armadura brillaban con una intensidad especial, como si estuvieran incrustadas de diamantes amarillos. Sus fibras musculares azules que eran visibles debajo de la armadura, eran poderosas y gruesas, una mezcla de fuerza y belleza que lo dejaba impresionado.
Una idea se formó en su mente. Recordó que Murasame había nombrado a su Stand, y sabía que él debía hacer lo mismo. Este ser, con su brillantez imponente, debía tener un nombre.
"Eres como un diamante brillante." Murmuró Tadano para sí, y luego, con más seguridad: "Shiny Diamond."
Esperó alguna reacción del Stand, pero este permaneció quieto, observando a Tadano como siempre. No obstante, su mera presencia emanaba una aceptación silenciosa.
"Supongo que ese será tu nombre entonces... Shiny Diamond."
Antes de que pudiera sumergirse más en sus pensamientos, la voz de Hitomi retumbó desde fuera del baño.
"¿¡Con quién estás hablando!? ¡Sal de una vez!"
Tadano se sobresaltó, girando rápidamente hacia la puerta. "¡S-sí, ya voy! ¡Lo siento!"
Con una última mirada a Shiny Diamond, Tadano abrió la puerta. El Stand permanecio al lado de Tadano en el aire.
Hitomi pasó junto a él, sin notar en absoluto la presencia del Stand.
Tadano recordó la expresión de sorpresa en los ojos de Murasame cuando se dio cuenta de que él podía ver las cadenas de Hearbeat. No todos podían ver un Stand. Esa era una revelación importante, y Tadano lo grabó en su memoria para futuras referencias.
Mientras Tadano caminaba hacia su cuarto, su mente se agitaba con nuevos pensamientos. Murasame no sería el único portador de un Stand en esta ciudad, eso lo tenía claro y era algo obvio tambien. Había misterios ocultos por todas partes, y sabía que no podía simplemente ignorarlos.
Pero también sabía que estaba entrando en un terreno desconocido, una nueva etapa en su vida. A partir de ahora, en su vida habría todo menos Normalidad.
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Bueno, ¿qué les pareció esta segunda parte? En este capítulo, les muestro un poco más sobre hacia dónde podría ir la historia, además de explorar el desarrollo de Tadano y cómo su Stand comienza a influir en él.
¿Qué opinan del nombre y apariencia del Stand de Tadano? Sé que es un recolor de Crazy Diamond, pero me encantaría saber qué les parece su versión en este contexto.
¿Les gusto el Stand Oc "Hearbeat"?
Referencia musical de Hearbeat:
Al igual que en la parte anterior, quiero preguntarles: ¿Les gustaría que este "Two-Shot" se convierta en una historia completa? Estoy abierto a continuarla si es algo que les interesa.
¡Y esto también va para los lectores silenciosos que se lo leen todo de una vez y no comentan una puta mierda!
En fin, ¿Qué les ha parecido este capítulo?
¡Espero sus comentarios! ¡Nos vemos en la próxima!
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