Capitulo 7 - Una Vida Normal


¿Les gusta la plantilla? Son todos los datos relevantes del personaje de Tadano dentro de este fic. Próximamente habrá uno de Shinobino y otro mas.

Si tienen problemas para leerla, háganle Zoom y creo que ahí se resolvería.

Mas abajo empieza el capitulo, disfrútenlo.

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Hoy es Sábado

El sábado era el día en que Hitohito Tadano solía pasar tiempo ayudando a "Jiji", su querido vecino y mentor, en la pequeña ferretería del barrio. Aunque el local no era especialmente grande, estaba abarrotado de herramientas, materiales y ese inconfundible olor a madera recién cortada y metal oxidado que lo hacían único.

"Hitohito, ¿podrías colocar estas cajas en los estantes de arriba?" preguntó el anciano, su voz áspera pero amable.

El viejo, cuyo nombre era Takeharu Nishikawa, era conocido en el vecindario por su ferretería y su disposición a ayudar a cualquiera que lo necesitara. Sin embargo, para Tadano, Takeharu siempre sería "Jiji".

"Claro, Jiji, déjelo en mis manos."

Tadano agarró las cajas llenas de tornillos y tuercas con facilidad y comenzó a colocarlas en los estantes superiores, asegurándose de alinearlas correctamente. Aunque la tarea era simple, él la tomaba con seriedad, disfrutando de la tranquilidad del lugar y del ritmo pausado del día.

"¿Recuerdas la última vez que trataste de alcanzar ese estante y tiraste todo?" comentó Takeharu con una sonrisa divertida.

"No me lo recuerde, Jiji. No quiero revivir ese desastre." respondió Tadano, riendo mientras acomodaba la última caja.

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Más tarde, Takeharu le pidió que revisara una lámpara que un cliente había dejado para reparar. Tadano, con cuidado, desarmó la base y comenzó a trabajar en el cableado interno.

"Esto está bastante viejo, pero creo que puedo arreglarlo."

El viejo lo observaba desde un banco cercano, con un pañuelo en la mano y una mirada tranquila. Aunque no lo decía, se sentía orgulloso de la habilidad y la paciencia que Tadano mostraba.

"Sabes, Hitohito, cuando tenías cinco años apenas podías mantenerte quieto por más de un minuto. Ahora mírate, todo un experto."

"Eso fue hace mucho, Jiji. A veces ni yo entiendo cómo me volví tan tranquilo."

Ambos rieron, y Tadano pronto dejó la lámpara como nueva, recibiendo un asentimiento de aprobación de Takeharu.

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Cuando un cliente entró al local buscando una llave inglesa, Tadano se encargó de atenderlo. El anciano observaba desde su banco, dejando que el muchacho manejara la situación.

"Buenos días, ¿en qué puedo ayudarlo?" preguntó Tadano con cortesía.

"Necesito una llave inglesa mediana, pero algo resistente. La última que compré se rompió en nada."

"Entendido, déjeme buscarle algo."

Tadano recorrió los estantes hasta encontrar la herramienta adecuada. La entregó con una breve explicación sobre su resistencia y garantía.

"Es una buena opción. Además, si tiene problemas, puede traerla y la revisamos." dijo Tadano con una sonrisa.

"Gracias, muchacho. Eres muy atento." respondió el cliente antes de salir.

"Buena, Hitohito. Pero no olvides siempre ofrecerles también la opción más cara, por si acaso." bromeó Takeharu, provocando otra risa en el joven.

Hacia el mediodía, cuando el sol comenzaba a filtrarse por las ventanas del local, Takeharu y Tadano se tomaron un descanso. El viejo sacó dos tazas de té y las colocó sobre una mesa improvisada en el mostrador.

"¿Sabes algo, Jiji? Me gusta venir aquí los sábados. Es relajante. "

"Y yo agradezco tenerte aquí, Hitohito. No es común encontrar jóvenes dispuestos a pasar su tiempo libre ayudando a un viejo gruñón como yo."

Tadano sonrió, dejando que el silencio del momento hablara por ambos.


"Te lo debo, Jiji. Después de todo, es por ti que le agarrado gusto al ayudar a los demas." Pensó Hitohito


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"Bueno, niño, eres libre. No quiero que hagas todo por aquí. Yo me encargo por el resto del día, tu ve a mirar chicas o algo." Tadano estaba por hablar en contra y tratar de quedarse para seguirlo ayudando. "No. Lárgate."

Tadano, cede, saliendo de la ferretería tras despedirse de Takeharu. El sol matutino brillaba cálidamente, y las calles del barrio estaban tranquilas, con el ocasional sonido de pájaros o una bicicleta pasando. Aunque técnicamente ya no era necesario que se quedara, Tadano tenía una misión propia: asegurarse de que "Jiji" estuviera cómodo en casa.

Al llegar al pequeño departamento del anciano, sacó la llave de repuesto que este le había dado, justificándose a sí mismo con un simple pensamiento: "Solo voy a echarle un vistazo a algunas cosas."

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Lo primero que llamó la atención de Tadano al entrar fue un pequeño desorden en la cocina. Había platos en el fregadero y algunas bolsas de supermercado a medio acomodar. Sin pensarlo demasiado, Tadano comenzó a guardar las cosas en su lugar.

"Arroz aquí, latas allá... ¿Por qué Jiji siempre compra más té y licores de los que puede tomar?" murmuró mientras organizaba los estantes.

Cuando se topó con un frasco de vidrio con la tapa rota, Tadano suspiró. Sacó a Shiny Diamond, que apareció con su característica elegancia brillante, y en un instante reparó la tapa con un simple gesto.

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Después de la cocina, Tadano pasó al balcón, donde Jiji tenía varias macetas con plantas. Algunas se veían un poco secas. Tadano tomó una regadera y comenzó a echarles agua con cuidado.

"Tendría que recordarle a Jiji que revise estas cosas... aunque probablemente me diga que no le dé tantas vueltas."

Una de las macetas estaba rota en un lado. Sin dudarlo, Tadano volvió a usar a Shiny Diamond, que reparó el borde de la maceta en cuestión de segundos.

"Al menos no se filtrará agua ahora." dijo satisfecho.

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Mientras barría la pequeña sala de estar, Tadano se detuvo un momento al notar una vieja foto enmarcada en una repisa. En ella, Jiji aparecía joven, con una sonrisa amplia y rodeado de amigos.

Tadano sonrió suavemente. Pensó en cómo alguien con tanto espíritu había terminado llevándose una secuela de un acto tan altruista. Eso era algo que admiraba profundamente del anciano, y quizá uno de los motivos por los que siempre estaba dispuesto a ayudarlo.

 "Me dices que siempre hago mucho, pero tu hiciste demasiado por mi ese día. O incluso el año pasado cuando andaba triste, me distraías poniéndome a trabajar contigo." murmuró mientras seguía limpiando.

Al intentar acomodar una lámpara vieja que parecía tambalearse, Tadano se dio cuenta de que el cableado estaba desgastado.

"Esto es un accidente esperando a pasar. . ."

Usó a Shiny Diamond para reforzar el soporte y arreglar el cable. El Stand trabajaba de manera precisa y rápida, como si comprendiera la importancia de los pequeños detalles.

"Eso debería bastar."

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Finalmente, Tadano entró en la habitación del anciano. Notó que las sábanas estaban algo desordenadas, así que decidió cambiarlas por unas limpias del armario. Mientras hacía la cama, encontró un libro abierto sobre la mesita de noche, con una pequeña nota que decía: "Recuerda tu medicina."

Tadano verificó que los frascos de medicinas estuvieran en orden y dejó todo en su lugar.

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Después de un par de horas, Tadano se detuvo frente a la puerta del departamento, satisfecho con el trabajo realizado. Miró alrededor una última vez para asegurarse de que todo estaba en orden.

"Bueno, parece que por ahora está todo listo."

Cerró la puerta tras de sí y guardó la llave en su bolsillo. Mientras caminaba de regreso a su casa, no pudo evitar sentir una ligera calidez en el pecho. A pesar de lo simple de sus acciones, sabía que estaba haciendo algo importante por alguien que significaba mucho para él.


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Con el departamento de Jiji en orden, Tadano decidió aprovechar el resto de la mañana para encargarse de unos pendientes. Sacó una pequeña lista doblada que su madre le había dado anoche y la leyó con cuidado.

"Veamos... polvo para hornear de esa tienda especializada, un frasco de especias que al parecer no tienen en el súper, y devolver estos libros a la biblioteca..." repasó en voz baja mientras sacaba de su mochila un par de libros envueltos en una bolsa.

Con un suspiro ligero, se ajustó la mochila y emprendió el camino hacia el centro del barrio.

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La primera parada era una pequeña tienda de repostería conocida por tener ingredientes de calidad. Cuando Tadano entró, fue recibido por el aroma dulce de vainilla y chocolate.

"Bienvenido" dijo la dependienta con una sonrisa.

"Buenos días. Estoy buscando polvo para hornear... del tipo que viene en un envase rojo."

"Ah, claro. Tenemos justo eso. Un momento."

Mientras la dependienta buscaba el producto, Tadano miró a su alrededor. El lugar estaba lleno de moldes, glaseados y decoraciones de todo tipo. Por un instante, imaginó a su madre horneando algún pastel con su característica concentración, mientras Hitomi probablemente ayudaría a terminarla por fuera.

"Aquí tienes. ¿Algo más?" preguntó la dependienta.

"No, eso es todo. Gracias."

Pagó rápidamente y salió de la tienda, asegurándose de guardar el paquete con cuidado.

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La siguiente parada fue una tienda de especias ubicada un poco más lejos. Era un local pequeño y acogedor, con estantes repletos de frascos y bolsitas llenas de hierbas y condimentos.

Tadano se acercó al mostrador y sacó su lista.

"Estoy buscando... cúrcuma y algo llamado pimienta de Szechuan."

La dueña, una mujer mayor con gafas redondas, asintió mientras caminaba hacia los estantes.

"La cúrcuma está aquí, y la pimienta de Szechuan... aquí tienes. Es fuerte, así que úsala con cuidado."

"Gracias, eso me advirtieron en casa."

Pagó los productos y guardó los pequeños paquetes en su mochila. Mientras salía, el fuerte aroma de las especias quedó impregnado en su nariz, algo que no pudo evitar encontrar relajante.

Finalmente, Tadano llegó a la biblioteca. Era un edificio antiguo con grandes ventanales que dejaban entrar la luz natural. Caminó hacia el mostrador de devolución con los libros bajo el brazo.

"Aquí tienes. Terminé estos dos." dijo mientras los colocaba sobre el mostrador.

La bibliotecaria, una mujer joven con expresión amable, revisó los títulos.

"¿Cómo te parecieron?" preguntó mientras los registraba.

"Interesantes. Uno era para un proyecto de mi hermana, el otro fue por curiosidad."

"Bien. Si necesitas más, ya sabes dónde encontrarlos."

"Gracias."

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Mientras Tadano dejaba de mirar las estanterías con libros, salió de la biblioteca ajustándose la mochila. No esperaba cruzarse con nadie conocido, pero al levantar la vista, notó una figura familiar cerca de la entrada.

Era Shouko.

Ella también lo reconoció, y por un instante sus ojos se encontraron. Tadano pudo notar cómo se sobresaltó un poco, como si no hubiera esperado verlo allí. A pesar de su habitual calma, había algo en su postura que la delataba: una ligera rigidez en los hombros, y el sutil rubor en sus mejillas que no pasó desapercibido para él.

"Debe estar nerviosa por toda la gente que la mira," pensó Tadano al notar cómo algunos transeúntes lanzaban miradas curiosas hacia la hermosa y reservada joven.

Con una sonrisa tranquila, levantó la mano para saludarla. "Hola."

Shouko, aún tímida, devolvió el saludo con una mano temblorosa, desviando un poco la mirada mientras su rostro se teñía de rojo. No entendía del todo por qué estaba reaccionando así desde que Tadano había cenado en su casa la noche anterior. ¿Era por cómo él había hablado de ella frente a su familia? ¿Por su forma de ser? Shouko no podía descifrarlo.

Tadano, ajeno a sus pensamientos, simplemente continuó con su camino. "Debe tener cosas que hacer", pensó sin darle demasiada importancia.

Mientras él se alejaba, una anciana bibliotecaria, arrugada y con un aire agrio, observó la escena desde su mostrador. Con una risa sarcástica apenas audible, murmuró para sí misma:

"La niña que siempre atrae todas las miradas... y ahora parece perder la cabeza por un chico que ni siquiera le presta atención como los demás mocosos." La vieja maldita ríe otra vez. "A veces, el corazón se engancha en cosas inesperadas."

Para la vieja, Komi siempre había parecido confiada, creía que Shouko se hacia la inalcanzable. Ahora, ver a esa "rompecorazones" reaccionando así frente a alguien tan sencillo como Tadano era un espectáculo digno de contemplarse para la maldita señora. La cereza del pastel, esta podía ver el claro desinterés por lo romántico en Tadano.

Por su parte, Tadano seguía su camino, aparentemente despreocupado. Tarareaba en voz baja, con los audífonos puestos, una canción que fue tan popular que era casi un meme andante su momento.

"🎵Never gonna give you up, never gonna let you down. . .🎵"

Esa era una de sus favoritas. No porque fuera la canción más sofisticada del mundo, sino porque había algo reconfortante en su simplicidad, en lo común que se había vuelto con los años. Era perfecta para él.

Mientras tarareaba, varios chicos en la calle lo miraban con celos. Otros lo observaban con curiosidad, preguntándose qué tenía este muchacho aparentemente normal que lograba captar la atención de alguien como Shouko Komi.

Ese contraste entre lo extraordinario y lo ordinario... era extraño. Algo en Tadano irradiaba un magnetismo inadvertido, una calma que desarmaba, incluso sin pretenderlo.

Shouko, desde su lugar, lo miraba alejarse, su corazón latiendo más rápido de lo que quería admitir. ¿Por qué Tadano tenía ese efecto en ella? Nadie antes había logrado hacerla reaccionar de esta manera, y él lo hacía con una naturalidad desconcertante.

Tadano, mientras tanto, seguía avanzando, sus pasos ligeros, como si el mundo no pesara sobre sus hombros.

"🎵Never gonna run around and desert you. . .🎵"

Cantaba por lo bajo, la música llenándolo de una energía simple y despreocupada. Para todos los que lo rodeaban, Tadano era un chico promedio. Pero para Shouko, en ese momento, él era todo menos eso.


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Shinobino Mono caminaba por las calles con su típico semblante tranquilo e indiferente. En su mano llevaba una bolsa con el más reciente tomo de su manga favorito de ninjas, una pequeña satisfacción que le recordaba que incluso en días tensos, podía encontrar algo de paz.

Al llegar a un semáforo en verde, se detuvo con los brazos cruzados, observando el flujo de autos que pasaban frente a él. Su figura, siempre cubierta por su cubrebocas negro y la bandana a juego, lo hacía parecer más misterioso de lo que realmente era. Su rostro carecía de expresiones visibles, pero había algo en sus ojos, algo que pocas personas notaban.

Bueno, una persona lo notaba.

Mientras esperaba, un recuerdo cruzó su mente: el contacto visual con Tadano Hitohito. Aunque solo fue un instante, la forma en que los ojos de Tadano lo atravesaron, casi como si pudieran leer lo que pensaba, era inquietante. No perturbador, pero sí... extraño. Como si Tadano pudiera ver algo en él que incluso Shinobino prefería ignorar.

Desde hace días, Shinobino no podía evitar pensar en el chico normalucho. Había algo en Tadano que lo hacía destacar, aunque no de la manera que los demás entendían.

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Últimamente, Shinobino también había estado más nervioso de lo normal. Quizás era el estrés acumulado por las primeras semanas de clases y la presión de los clubes que comenzaban a formarse.

Yamai estaba en su mente más de lo que quería admitir.

Sabía que esa chica ya debía estar construyendo su absurdo "Culto a Komi-san". Un nombre ridículo para un club, pero Shinobino no podía evitar preocuparse por cómo eso lo afectaría. No quería ser arrastrado nuevamente por los caprichos de Yamai.

Sin embargo, aunque se cansaba de ella, no podía evitar sentirse ligeramente superior gracias a su Stand. Esa habilidad le daba una ventaja secreta, un consuelo. En su mente, siempre estaba el pensamiento de que podría derribar a Yamai si quisiera. Aunque, admitía con cierta molestia, la chica no era tan tonta como parecía. Algo en su retorcida mente era calculador, incluso si no lo demostraba abiertamente.

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El semáforo cambió a rojo, pero antes de cruzar, Shinobino se detuvo de golpe. Su mirada quedó fija en la rejilla del desagüe justo frente a él.

Un escalofrío recorrió su cuerpo mientras recordaba esa figura acuosa: el Stand que había poseído a aquel amigo nerd de Najimi, usándolo como una marioneta para cometer asesinatos. Fue un milagro que Tadano interviniera con Shiny Diamond justo a tiempo para detener al lunático antes de que lograra lastimar a Najimi.

Shinobino apretó los dientes al pensar en esa escena. Era frustrante y confuso recordar cómo el policía que inicialmente parecía listo para arrestar a Tadano lo dejó ir tras recibir órdenes por su radio. Algo en ese intercambio no le cuadraba, pero no podía ponerle un dedo encima a nadie.

Volviendo a la rejilla del desagüe, Shinobino no apartaba la mirada. El agua estancada le recordaba al Stand de aquel loco. Un ser que parecía invencible en su medio. Saber que alguien como ese seguía suelto lo inquietaba más de lo que quería admitir.

No era miedo por su propia seguridad. Más bien, era la idea de que alguien con un Stand tan mortal estuviera ahí, acechando desde las sombras. Algo que podría aparecer en cualquier momento, en cualquier lugar.

Por un instante, Shinobino se preguntó si Tadano estaría sintiendo lo mismo que él. Esa constante alerta, ese nerviosismo. Pero casi de inmediato sacudió la cabeza, molesto consigo mismo.

"Él y yo no somos amigos." murmuró en voz baja, cruzando finalmente la calle con pasos pesados.

Y sin embargo, la sensación persistía, como una sombra que no podía sacudirse. Aunque no quería admitirlo, había algo en Tadano que lo hacía imposible de ignorar. 

Era como si este Chico normal tuviera algo que el quisiera tener, pero simplemente no sabe que es.



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Eran las 5 de la tarde, con un cielo nublado que anunciaba una posible lluvia, pero el ambiente era tranquilo.

En el departamento de los Tadano, todo transcurría con la habitual paz de un sábado por la tarde. Jeanne, la madre de Tadano, estaba en la cocina enjuagando unas tazas mientras preparaba café, el aroma llenando el aire. Hitomi, con una lista en mano, se ponía los zapatos junto a la puerta.

"Voy por el agua a lo del sodero, mamá."

"Gracias, Hitomi." respondió Jeanne sin levantar la vista, concentrada en su tarea.

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Hitomi llegó al negocio del sodero, un pequeño local simple y funcional que vendía agua embotellada, sodas y jugos. A primera vista, todo parecía normal, pero algo llamó su atención: el mostrador estaba vacío, y no había señales del encargado habitual.

Miró alrededor con cierta confusión. "¿Hola?" preguntó, levantando un poco la voz.

De repente, el encargado apareció desde un callejón lateral, acomodándose la gorra mientras se acercaba. Su rostro lucía amable, con una sonrisa que buscaba transmitir confianza.

"¡Buenas tardes! Perdón por la demora, estaba revisando. . . algo. ¿Qué necesitas?"

Hitomi, algo desconfiada, dejó pasar la incomodidad inicial y señaló hacia los packs de agua.

"Un pack de agua, por favor."

El hombre asintió de inmediato y se dirigió a la estantería. Mientras levantaba el pack, vaciló por un instante, como si el peso lo tomara desprevenido, pero rápidamente retomó el control. Hitomi, con los brazos cruzados, notó algo en el suelo.

"Cuidado con eso." advirtió, señalando una pequeña mancha marrón cerca del camino del sodero. "Parece que alguien dejó a su perro hacer sus cosas ahí."

El hombre intentó esquivar la advertencia con un gesto de despreocupación, pero en su prisa, inevitablemente pisó la caca de perro.

"¡Maldita sea!" murmuró entre dientes, mirando su zapatilla embarrada con una expresión de puro fastidio.

Hitomi no pudo evitar bufar mientras veía la escena.

"Siempre hay un desgraciado que deja que su perro cague donde le da la gana." Hizo una pausa y luego, como si se diera cuenta de lo que acababa de decir, continuó. "Tal vez debería juntar esa porquería, meterla en una bolsa y dejársela en el buzón al tipo..."

Al instante, se volteó algo avergonzada por sus propias palabras. "Lo siento, eso sonó muy sucio."

El sodero, con una sonrisa que parecía genuina, negó con la cabeza. "No te preocupes, estas cosas pasan. La gente a veces no tiene consideración, pero no vale la pena amargarse por ellos."

El comentario del hombre pareció calmar un poco a Hitomi, quien suspiró antes de agacharse para levantar el pack de agua. Sin embargo, al hacerlo, algo llamó su atención: una de las botellas tenía la tapa ligeramente dañada, como si hubiera sido manipulada.

"Un momento." Le mostró la botella al hombre. "¿Puedo cambiar este pack por otro? Esta botella está defectuosa."

El sodero tardó un instante más de lo normal en responder, como si la pregunta lo hubiera tomado por sorpresa.

"C-claro, no hay problema."

Sin dudarlo, Hitomi tomó otro pack aleatorio y lo cargó con facilidad. Antes de irse, dedicó una última mirada al hombre, como si algo en él no terminara de convencerla, pero decidió no darle demasiada importancia.

"Gracias. Que tengas una buena tarde."

El sodero la despidió con una sonrisa, agitando la mano desde la puerta del local.

"¡Hasta luego!"

Pero en cuanto Hitomi se dio la vuelta y comenzó a alejarse, la expresión amable del hombre se desmoronó por completo. Su rostro se tensó, sus labios se torcieron en una mueca de frustración, y sus ojos, que antes parecían gentiles, ahora reflejaban una ira contenida.

"Mocosa de mierda," masculló entre dientes, apretando la botella con tapa dañada en su mano. Dentro del recipiente, el agua comenzó a agitarse como si algo estuviera vivo en su interior.

Con un crujido seco, la tapa se rompió por completo, y de la botella emergió un Stand acuoso: Aqua Necklace.

La forma líquida del Stand adoptó un rostro burlón, casi como si se estuviera mofando de su propio usuario. Angelo chasqueó la lengua, irritado.

"Si esa mocosa se tomaba esto, mi Aqua Necklace habría hecho su trabajo. Poseía su cuerpo, y después... oh, después, me habría divertido de lo lindo con ella mientras la remataba. ¡Todo mientras ese inútil de Hitochito, o como se llame, miraba sin poder hacer nada!" Gruñó entre dientes, dejando salir un veneno palpable en sus palabras.

Angelo levantó la vista hacia un edificio cercano, observando a través de las ventanas de un piso alto. Ahí estaba Hitomi, arrastrando el pack de agua por el pasillo, aparentemente llegando a casa.

"Así que ese imbécil vive aquí, ¿eh? En un bonito departamento con su mami y su dulce hermanita. Qué vista tan jodidamente perfecta." Su lengua asomó entre sus dientes mientras se relamía. "Una hermanita linda, desprevenida y casi muerta... Casi."

Aqua Necklace flotó hasta su hombro, como un cómplice fiel. Angelo continuó, su tono subiendo en intensidad y resentimiento: "Ese idiota me arruinó el plan del otro día. ¡Justo cuando iba a usar mi Stand para matar a esa hermafrodita con el cuerpo de ese mocoso! ¿Qué derecho tenía ese metiche de interferir?" Apretó los puños hasta que sus nudillos se pusieron blancos, aunque su sonrisa torcida no desapareció.

"Pero no importa. No pienso quedarme quieto mientras respiras, mocoso. Haré que pagues por meterte en mis asuntos. ¡Te haré pedazos! Pero primero... primero verás cómo acabo con tu familia." Su voz se llenó de un deleite sádico, un brillo enfermizo iluminó sus ojos.

"Yo. Angelo, no necesito excusas para matar, violar o destruir. ¡Es lo que hago! ¡Es lo que soy!" Se acomodó la gorra con un gesto despreocupado, como si no acabara de decir las palabras más viles. Luego, mirando de nuevo al edificio, susurró: "Prepárate. Esta vez no tendrás tiempo ni oportunidad de salvar a nadie."

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Angelo se giró y notó a un hombre mayor cerca del local del sodero. Era un anciano despreocupado, fumando un cigarrillo mientras sostenía la correa de su perro, un animal de aspecto malhumorado que gruñía mientras hacía sus necesidades junto a un árbol cercano.

El asesino en serie observó la escena con una mezcla de asco y furia, su atención fija en el viejo y su perro. Una chispa de rabia se encendió al recordar la zapatilla embarrada de caca. Miró a su alrededor; no había nadie cerca. Era el momento perfecto.

Angelo caminó hacia ellos con pasos lentos y calculados, su rostro parcialmente cubierto por la sombra de su gorra.

"¿Cagando de nuevo, Bobby? Has hecho más mierda hoy que ayer," murmuró el anciano con un tono resignado, mientras apagaba su cigarrillo en el césped sin molestarse en buscar un basurero.

De repente, un tirón violento arrancó la correa de sus manos. El viejo alzó la vista justo a tiempo para ver cómo Angelo agarraba al perro con una expresión de ira descontrolada. Antes de que pudiera reaccionar, el asesino hundió sus dientes en el hocico del animal, mordiendo con una rabia salvaje que dejó escapar un crujido aterrador.

El perro chilló en un agónico intento de liberarse, pero Angelo no se detuvo hasta arrancarle la boca de un tirón, dejando caer al animal, que se convulsionaba en el suelo.

"¡Bobby!" gritó el viejo, horrorizado, dando un paso atrás.

Angelo, con el trozo de carne ensangrentado aún en los dientes, lo encaró con una mirada demente. Sin previo aviso, lo agarró por el cuello con una mano y lo levantó del suelo como si fuera un trapo.

"¿Así que tú eres el idiota que deja que su maldito perro cague donde se le antoje?" Angelo escupió el trozo de carne directamente en la boca del anciano, quien se atragantó, incapaz de reaccionar. A través del escupitajo, Aqua Necklace entró en su cuerpo, deslizándose por su garganta con un movimiento serpenteante.

"Y encima tiras tus cigarrillos donde te da la gana..." Angelo apretó más el cuello del viejo, haciendo que sus ojos se llenaran de lágrimas por la falta de aire. "¿¡Quién demonios te crees que eres!? ¿Acaso piensas que eres el dueño de esta ciudad, viejo inútil?"

El Stand acuoso comenzó a moverse dentro del cuerpo del hombre, pero no para controlarlo. En lugar de eso, Aqua Necklace desató una carnicería interna. El viejo se estremeció mientras su cuerpo se desgarraba desde adentro, con sangre fluyendo de sus ojos y oídos. Finalmente, el Stand salió violentamente de su cabeza, dejando un cadáver irreconocible caer al suelo.

Angelo observó el cuerpo sin vida con una sonrisa de satisfacción torcida. Extendió los brazos como un artista que acababa de terminar su obra maestra.

"Tipos como tú... solo sirven para morir bajo mis manos." Murmuró con frialdad antes de girarse hacia el callejón, dejando la escena como si nada hubiera pasado.



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En la cocina, Jeanne revolvía el café con calma, disfrutando del sonido del agua hirviendo en la tetera. En la sala, Hitohito estaba recostado en el sofá, con una pierna cruzada sobre la otra y el celular en la mano. Parecía inmerso en algún video de gatos cuando su teléfono empezó a sonar.

Miró el número desconocido en la pantalla y frunció el ceño antes de contestar. "¿Hola?"

Una voz familiar, aunque algo tensa, respondió del otro lado. "Soy yo, Shinobino."

Tadano levantó una ceja, ya algo confundido. "¿Dónde conseguiste mi número?"

"Najimi." respondió Shinobino sin rodeos, con ese tono seco tan suyo.

"Claro." Tadano suspiró, ya resignado a este tipo de situaciones. "Está bien, ¿Qué pasa?"

La voz de Shinobino se volvió un poco más seria, incluso algo preocupada. "¿Te acuerdas del Stand de agua? El que poseyó al matón que intentó matar a Najimi."

Tadano se llevó una mano a la frente. Claro que lo recordaba. Lo último que quería era revivir esa experiencia. "Déjame adivinar. ¿Te preocupa que vuelva a aparecer?"

Hubo un breve silencio en la línea antes de que Shinobino resoplara con molestia. "¡Deja de leerme los pensamientos, idiota! ¿Cómo demonios lo haces?"

"No es eso. Simplemente lo intuí, ¿Bueno? Relájate." respondió Tadano con una pequeña sonrisa, aunque el tema ya empezaba a joderlo.

Shinobino soltó un suspiro, regresando al tema que lo inquietaba. "Mira, lo que quiero saber es si deberíamos hacer algo al respecto. Ese tipo sigue suelto, y no creo que simplemente se quede quieto después de lo que pasó."

Tadano, con el teléfono apoyado en el oído, miró al techo como si buscara una excusa entre las sombras. "¿Deberíamos? No creo que sea necesario. Quizá alguien más... más capacitado ya esté manejando la situación."

"¿Alguien más capacitado?" Shinobino casi escupió las palabras, incrédulo. "¿Quién demonios estaría mejor capacitado que dos usuarios Stand como nosotros?"

Tadano se encogió de hombros, aunque Shinobino no podía verlo. "Un policía usuario de Stand, por ejemplo."

Del otro lado de la línea, Shinobino se quedó en silencio por un momento. Luego, habló con un tono más bajo. "No voy a mentir. Pensé lo mismo después de cómo el policía te dejó ir tan rápido la última vez... pero algo de eso no me cuadra. Si hay policías usuarios de Stand, ¿por qué no están cazando a tipos como ese asesino?"

Tadano apretó los labios, sopesando cómo responder. "Tal vez lo estén, pero no necesitan nuestra ayuda. Quizá ese loco ni siquiera nos considere una amenaza real."

Shinobino se irritó ante esa respuesta. "¿Te estás escuchando, Tadano? Esa cosa podría ir tras cualquiera de nosotros en cualquier momento. Estaríamos indefensos si nos pilla desprevenidos."

"Es un riesgo, sí, pero no creo que pase." respondió Tadano, manteniendo su tono tranquilo, casi evasivo. "Además, no quiero gastar un sábado persiguiendo a alguien que probablemente no tiene interés en nosotros."

Shinobino notó el intento de Tadano por desviar el tema y evitó morder el anzuelo. ¿Qué escondía ese chico? ¿Era simplemente un cobarde que evitaba los conflictos, o había algo más detrás de su aparente calma?

"¿Enserio no te preocupa?"

Tadano iba a responder algo más a Shinobino, pero un escalofrío recorrió su cuerpo. El ambiente había cambiado de forma ligera, pero inquietante, como si algo invisible estuviera fuera de lugar. Un murmullo silencioso en su mente lo alertaba.

"¿Tadano? ¡Hey!" La voz de Shinobino sonó extrañada al otro lado del teléfono, tratando de captar su atención.

Hitohito se quedó inmóvil, mirando alrededor. Su intuición, esa misma que tantas veces lo había sacado de apuros, lo guió hasta su madre. Jeanne, despreocupada, sostenía su taza de café, bebiendo con calma. Entonces lo vio.

Entre los labios de su madre, una pequeña figura translúcida, apenas visible, reía con una voz burlona. Aqua Necklace.

La criatura, escurridiza y maliciosa, se preparaba para entrar en el cuerpo de Jeanne. Ella no parecía sentir nada extraño; después de todo, no era una usuaria de Stand. Tadano apretó los puños. Si no actuaba rápido, sería demasiado tarde.

"Está aquí." dijo en voz baja, su tono frío y cortante.

"¿Qué? ¿Quién? ¿Dónde? ¡Respondé mierda!" Shinobino comenzó a bombardearlo con preguntas, pero Tadano ya había soltado el teléfono en el sofá y se había levantado, pensando frenéticamente en una solución.

Entonces lo vio: sobre un mueble cercano, una botella de perfume casi vacía. Sin dudarlo, la tomó, arrojando el contenido restante mientras se preparaba para lo que venía.

"¿Hito?" Jeanne lo miró por encima del hombro, notando que su hijo se acercaba con la botellita vacía en la mano. "¿Quieres un café?" preguntó con una sonrisa tranquila, ajena al peligro.

Hitohito forzó una expresión neutral, aunque la tensión en su cuerpo era palpable. Una leve y dorada aura lo rodeaba mientras hablaba. "Sí, por favor, con leche y azúcar."

Jeanne asintió, volviéndose para preparar el café. Tadano aprovechó el momento.

Shiny Diamond!" exclamó en su mente.

De inmediato, el brillante Stand apareció a su lado, materializando la botella vacía en sus manos. Sus movimientos fueron rápidos y precisos. Tadano respiró hondo, reuniendo toda su concentración.

Shiny Diamond cerró su puño alrededor de la botella y atravesó el torso de Jeanne con precisión quirúrgica, destrozando la botella dentro de su cuerpo. La escena fue un instante suspendido en el tiempo: Tadano activó la habilidad restaurativa de su Stand al momento exacto.

La botella destruida comenzó a restaurarse dentro de Jeanne, pero esta vez separando cada partícula del agua contaminada por Aqua Necklace del resto de los fluidos de su madre. En un acto casi milagroso, Shiny Diamond selló al Stand enemigo en la botella mientras reparaba simultáneamente el daño interno.

Jeanne solo sintió un ligero escalofrío. Sin sospechar nada, giró hacia su hijo con la taza de café en la mano. "¿Cuánta azúcar dijiste que querías, cariño?"

"Una... una cucharada está bien" respondió Tadano, manteniéndose tranquilo mientras sostenía la botella ahora completamente reparada.

Dentro de la botellita, Aqua Necklace se agitaba furioso, golpeando las paredes transparentes de su nueva prisión. Tadano lo miró con una pequeña sonrisa triunfante, aunque el sudor frío le corría por la frente.

Tadano volvió a tomar su teléfono, aún sintiendo el peso de la botella con Aqua Necklace atrapado en su interior.

"Lo tengo." dijo con voz firme, tratando de mantener la compostura.

"¿Qué dijiste?" La voz de Shinobino resonó con incredulidad al otro lado de la línea. "¿¡El Stand de agua!? ¿¡Lo tienes!?"

Hitohito echó un vistazo rápido a su madre, quien estaba disfrutando su café sin sospechar nada, y decidió caminar hacia la puerta. Cerró detrás de sí con cuidado para no alarmarla, buscando algo de privacidad.

"Sí, lo vi intentando meterse en la boca de mi mamá. Usé a Shiny Diamond para atraparlo en una botella. Está furioso, pero no parece especialmente fuerte."

Shinobino soltó un largo suspiro, seguido de una carcajada amarga. "¿Y ahora qué? Ya no puedes echarte para atrás." dijo, su tono serio, pero claramente disfrutando del giro inesperado que habían tomado las cosas.

Tadano apretó la mandíbula, ignorando el tono burlón de Shinobino. Se tomó un momento para pensar antes de hablar. "Necesito que vengas aquí y uses a Whispers para congelar al Stand."

Hubo un silencio del otro lado de la línea, seguido por un resoplido. "¿Sabes que así no funciona mi Stand, verdad?"

"Sé que tu Stand genera Kanjis con diferentes efectos. Si escribes "hielo" o "frío" en la superficie de la botella, ¿no podrías enfriarla lo suficiente para congelarlo?" preguntó Tadano con seriedad, dejando ver que había reflexionado sobre el potencial de Whispers.

Shinobino quedó en silencio, sorprendido. La idea nunca se le había ocurrido, pero había algo de lógica en ella. Para comprobarlo, tomó una botella de agua cercana y trazó el kanji para "frío" en su superficie con Whispers. La botella se enfrió al instante, cubriéndose de escarcha.

"Bueno. . ." murmuró Shinobino, visiblemente impresionado consigo mismo. "Eso podría funcionar."

Tadano sonrió, sabiendo que había convencido a su compañero de mala gana. "Vamos, amigo. Dijiste que me debías una."

Shinobino gruñó al escuchar esa última palabra. "No somos amigos. . . Mándame tu ubicación y voy para allá." Shinobino cortó la llamada antes de que Tadano pudiera responder.

Hitohito soltó un suspiro al mirar la botella. Aqua Necklace golpeaba el vidrio, retorciéndose y gritando silenciosamente en su prisión líquida.

.

Ya eran las 6 de la tarde. Tadano se encontraba en el modesto apartamento del "Jiji". Estaba sentado en una silla junto a una mesa llena de objetos cotidianos: una lámpara vieja, un juego de llaves y una pila de libros de bolsillo. Frente a él, sobre la mesa, descansaba la botellita de perfume que contenía a Aqua Necklace, inmóvil como si fuera agua ordinaria.

Con la mirada aún en su libro, Tadano alzó la vista de reojo hacia la botella, notando su aparente calma. Tras un momento de duda, extendió la mano y la tomó.

"Vamos, no te escondas así." murmuró, sacudiendo ligeramente la botella.

Nada.

Tadano entrecerró los ojos con desconfianza. "¿Hooola? ¡Despierta, vamos!"

Agitó la botella con más fuerza. Al instante, Aqua Necklace volvió a formarse dentro, sus facciones grotescas retorcidas por la furia mientras golpeaba el vidrio con desesperación.

"Bien, bien, sigues ahí" dijo Tadano, sonriendo apenas antes de volver a sumergirse en las páginas de su novela.

Desde el otro lado, Angelo observaba todo a través de los sentidos de su Stand. La impotencia lo carcomía. "¡Ese maldito hijo de puta!" pensó, mientras veía a Tadano tranquilo, casi aburrido, pasando las páginas como si nada. "¡Mierda, tengo que salir de aquí! ¡Voy a matarlo, lo voy a recontra matar!"

Aqua Necklace se movía erráticamente en su pequeña prisión, como un animal atrapado. Tadano levantó la botella una vez más, observándolo con una mezcla de curiosidad y cautela.

"Debo admitir que tienes un diseño único. No sé si aterrador o solo desagradable. ¿Te ha dicho alguien que pareces una gota de agua mutante? Me pregunto si puedes hablar." comentó Tadano con tono casual, más para llenar el silencio que esperando una respuesta.

Esto solo enfureció más a Angelo. "¡Te juro que cuando salga, voy a arrancarte la piel y usarla como alfombra!" gritaba en su mente, aunque las palabras no llegaban al exterior.

Tadano levantó su teléfono y comenzó a revisar las noticias, como solía hacer para mantenerse informado. Las historias eran sombrías: múltiples muertes, robos violentos, y desapariciones inquietantes llenaban los titulares. Su rostro permanecía inexpresivo mientras pasaba de una noticia a otra, pero su mente era un torbellino.

Reconoció que algunas de esas atrocidades podrían haber sido obra de Aqua Necklace y su usuario. Pero había otras... crímenes que no encajaban con el patrón del Stand de agua. Eso solo significaba una cosa: había más personas peligrosas ahí afuera, más usuarios de Stand causando caos.

Sintió un nudo en el estómago, su corazón se siente un poco mas pesado ante estas cosas.

"No debería meterme en estos asuntos..." pensó, intentando convencerse a sí mismo. Pero no podía evitarlo. Ver esas tragedias y estar ignorándolas desde las vacaciones lo estaba empezando a afectar.

Se obligó a apartar la mirada del teléfono, cerrándolo con un suspiro.

"Shinobino no debería tardar mucho más" murmuró, intentando distraerse mientras lanzaba una mirada rápida hacia la botellita sobre la mesa. Aqua Necklace seguía ahí, quieto y atrapado, reducido a la impotencia. Por un momento, la sensación de tener una pequeña victoria le calmó.

De repente, su teléfono vibró con una notificación. Un mensaje de Shinobino. 

"Hablando de Roma..." comentó Tadano para sí mismo, poniéndose de pie al instante.

Guardó el teléfono en su bolsillo y echó un último vistazo al apartamento. Dejó la botellita sobre la mesa, asegurándose de que estuviera bien cerrada, y salió, cerrando la puerta con llave detrás de él.

"El Jiji todavía debe estar en su ferretería... y no hay pagos pendientes con el casero. Nadie debería entrar aquí más que yo." pensó mientras bajaba las escaleras con rapidez.

Al llegar al pasillo, vio que el ascensor estaba ocupado. Maldijo su suerte en silencio y se desvió hacia las escaleras, bajando de dos en dos los escalones.

.

Shinobino estaba esperándolo, ajustándose el cubrebocas negro y alineando su bandana con un gesto casi ritual. Su presencia, siempre tan calculada y enigmática, contrastaba con la prisa evidente con la que Tadano se acercó.

"¡Shinobino!" lo llamó Tadano con urgencia mientras corría hacia él.

"Tadano." Shinobino inclinó ligeramente la cabeza a modo de saludo.

"Vamos. El usuario de ese Stand podría estar rondando por aquí." dijo Tadano, su tono tenso pero decidido. Shinobino asintió en silencio, siguiéndolo sin hacer preguntas.

Ambos subieron rápidamente las escaleras. Tadano sacó las llaves de su bolsillo al llegar al piso del apartamento del Jiji, preparado para abrir la puerta. Al detenerse frente a ella, Shinobino notó algo curioso: justo al lado estaba el apartamento de los Tadano, identificado por una pequeña placa con el nombre de la familia.

"¿Es tu apartamento?" preguntó Shinobino, señalando la puerta.

Tadano asintió brevemente mientras ajustaba la llave en la cerradura de la otra puerta. "Sí. Pero esta es la llave del vecino. Está ausente, y el Jiji me deja usar su apartamento cuando lo necesito. Prefiero que cualquier combate o problema se mantenga alejado de mi hogar." Respondió mientras tambien recordaba que su mama se había llevado a Hitomi a esas clases de Judo, perfecto para el.

Shinobino asiente, impresionado por la previsión de Tadano. Pero antes de que la conversación pudiera continuar, Tadano se detuvo en seco.

Algo estaba mal.

La puerta frente a ellos, que debería estar cerrada, estaba entreabierta. Un frío instintivo recorrió la columna de Tadano, y su mente entró en alerta máxima.

"No puede ser..." murmuró Tadano, tenso. Sin pensarlo dos veces, dejó atrás a Shinobino y empujó la puerta, entrando de golpe al apartamento.

"¡Tadano!" llamó Shinobino, siguiéndolo de cerca.

El comedor estaba sumido en un extraño silencio. Tadano escaneó rápidamente la habitación, buscando la botellita donde había dejado atrapado a Aqua Necklace. Su mirada se detuvo en la mesa, y su corazón se hundió.

La botellita estaba tirada de lado, derramando lo que parecía ser licor por toda la superficie. El Stand enemigo se había liberado.

"No. . ."

Tadano dio un paso adelante, pero entonces lo vio.

El Jiji yacía en el suelo, inmóvil. Sus ojos y oídos estaban bañados en sangre, un charco oscuro que se extendía bajo su cabeza. No hacía falta ser un experto para saberlo: su cerebro había sido destrozado desde dentro.

"Ji... ¡¡¡JIJI!!!"



TO BE CONTINUED




¡Hola a todos! Les traigo un capítulo justo a tiempo antes de Navidad, así que espero que lo disfruten tanto como yo disfruté escribiéndolo.

No se preocupen, ya estoy trabajando para que el próximo capítulo esté listo antes de Año Nuevo. O al menos intentare que este listo antes de acabar el año.

Gracias por seguir esta historia. Como siempre, me encantaría leer sus opiniones, teorías o lo que quieran comentar.

Sin más que agregar, nos vemos en el próximo capítulo.

¡Felices fiestas y hasta pronto!

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