16: Sangre carmesí

Todo iba realmente mal. Ni siquiera sabía en qué momento se había torcido todo.

No dejaba de vomitar. Una y otra vez. No pude dejar de hacerlo hasta que mi estómago estuvo completamente vacío.

Me daba mucha impotencia. Todo había estado yendo bien. Mi padre estaba en la residencia e iba a ir a casa de Kyouka, iba a conocer a sus padres.

Se supone que todo iba a ir bien, pero todas aquellas ilusiones cayeron en picado como una montaña rusa.

Al terminar respiré agitadamente y me quedé acurrucada sobre mis rodillas en el último compartimento del cuarto baño. Tenía frío y no dejaba de tiritar a pesar de la calor que hacía.

Fue en ese instante donde recordé las palabras del doctor de hacía unos días. Me llamó con urgencia y fui yo sola. No sé lo dije a nadie. Seguramente tuve que haberlo hecho, pero decidí dejarlo pasar.

—¿Vienes sola? ¿Dónde está tu padre?

Aquel doctor de mandíbula marcada me había estado atendiendo desde que era pequeña. Me tenía la suficiente confianza para permitirme no contarle nada a mi padre por su cuenta.

—Mi padre no podía venir. Le prometo que luego le daré los informes, pero ahora dime por qué me ha llamado con tanta urgencia.

Estaba nerviosa. Tenía miedo de lo que pudiera decirme. Él suspiró.

—Ha vuelto a empeorar.

—¿Qué?

Mi rostro palideció y se me vino el mundo encima. No lo entendía.

—¡Pero estaba mejorando! ¡Me siento mucho mejor, de verdad!

—Eso no tiene nada que ver. Es todo muy inestable, pero los informes no mienten—suspiró—Aunque ahora te sientas mejor, luego puede venir con el doble de efectos negativos ¿Lo entiendes?

Él me entregó una hoja de papel con muchas líneas que subían y bajaban. Mis manos temblaron. Aquello era un desastre.

—¿Entonces qué puedo hacer?—pregunté—¿Esto no va a mejorar?

—Necesitas tratamiento, sobre todo psicológico, a causa de tu singularidad—él fue al grano—Tendrás que estar en un hospital durante unos meses como mínimo.

—¿Otra vez?

—Aquello fue cuando eras pequeña, es distinto.

Sentí unas ganas horribles de llorar, pero más las tragué e intenté mantener la calma.

—Los lugares con mucha gente te afectan más de lo que crees. Sí sigues yendo a la academia tu estado seguirá empeorando cada vez más—me miró con firmeza—Lo siento mucho, Nova.

—Yo...

—Es lo mejor. Sí la situación empeora ya sabes que podría ocurrir. Lo hemos dejado pasar durante mucho tiempo, sí esto se sigue alargando...—su tono de voz denotaba pena y comprensión.

No podía volver a estar en un hospital. No quería irme de la academia. No quería separarme de Kyouka. No quería separarme de mi padre. No quería.

—Si lo que te preocupa son tus estudios ahora es el mejor momento, seguro que tu director te deja hacer un examen final—me dijo para aliviarme, pero no me alivió ni un poco. Me hizo sentir peor.

Al ver que no decía nada su rostro volvió a reflejar preocupación.

—¿Nova, me estás escuchando?

—No quiero.

—Tienes que hacerlo, por muy duro que sea—dijo con firmeza, pero con un tono relajado.

—No pienso volver a estar en un hospital ¡Se acabó!

Me fui. No sé lo dije a nadie. Pensé que todo pasaría, pero no fue así.

Aquel día hubo un simulacro de un ataque de unos villanos. Sonó la alarma y los pasillos se llenaron de alumnos. Miedo, preocupación, curiosidad, terror. Muchas emociones negativas juntas mientras me sentía aplastada por la multitud.

Así fue como había llegado a ese compartimento y como mi cuerpo decidió expulsarlo todo de la única manera que pudo hacerlo.

Me sentía asfixiada.

Y por si fuera poco esa misma mañana me había peleado con mi madre, ni siquiera me molesté en contestar sus mensajes a pesar de que mi corazón me dijese que lo hiciera.

—¿Nova?

Era la voz de Kyouka. Por unos segundos no fui capaz de decir nada, hasta que finalmente me armé de valor.

—Estoy aquí.

Ella no tardó más de un par de segundos en encontrarme y entrar en el compartimento en el que me encontraba. Notaba como mis labios temblaban y ella se agachó conmigo.

—¿Qué ha ocurrido? ¿Estás bien?

—No estoy bien. Me siento muy mareada.

Tragué saliva y la miré con dolor. Ella cogió mis mejillas con suavidad como si mi rostro fuera un jarrón de porcelana.

—Debo de verme horrible...—tragué saliva.

Sentía la boca seca y los ojos pesados. Ella se acercó a mí con delicadeza y dejó un corto beso sobre mi frente. Seguidamente se levantó tendiéndome la mano.

—Vamos a la enfermería, por favor.

—Está bien.

Durante el camino no hubo ni una palabra. Sabía que ella estaba preocupada, sin embargo no fui capaz de decir nada y cada vez notaba mi vista más nublada.

Cuando llegamos Recovery Girl me examinó. Me dio algo de comer, una especie de medicamento y me recomendó que lo mejor era que descansara.

—¿Quieres que hablemos?—preguntó con preocupación, pero con calma—¿Ha pasado algo con tu madre o es por tu singularidad?

—No...hemos peleado, pero no es por ella.

—Tranquila, puedes explicármelo más tarde cuando te sientas mejor.

Ella se sentó a mi lado en aquella camilla con lentitud. Yo la miré intentando articular alguna palabra.

—Yo...—tragué saliva. No sabía que palabras utilizar.

Ella me rodeó con su abrazo haciendo que me recostara sobre su hombro.

—El otro día el doctor me llamó con urgencia—notaba mi voz cada vez más débil a medida que se lo contaba—Me dijo que...que...—no pude continuar, sentía que me ahogaba con mis propias palabras.

Noté mis ojos humedecerse y ella profundizó el agarre.

—Voy a buscar un vaso de agua. Tal vez si comes algo te sientes mejor. No quiero presionarte. Cuando vuelva me lo cuentas todo ¿De acuerdo?—sonrió con calma—Cómete lo que te ha dado Recovery Girl, por favor.

Ella me miró. Aquellos ojos oscuros que tanto me gustaban. Yo asentí levemente.

—Volveré en nada.

Estaba preocupada, pero sus palabras eran firmes y aquello logró que me sintiera segura. Tenía que armarme de valor para poder contárselo.

Me comí aquella barrita de cereales y luego me tomé aquellas pastillas que me había entregado. Me sentí un poco mejor, pero aún sentía esa sensación de asfixia en mi pecho. Era algo nuevo.

—Está tardando mucho...—susurré.

Me empecé a preocupar, así que con las pocas energías que me quedaban decidí salir de la enfermería para poder buscarla. Oí unas voces y me acerqué.

—¿Kyo...?

Mis pasos cesaron y noté como si el mundo se hubiera roto bajo mis pies.

Kaminari la estaba besando.

No, no podía ser cierto.

Busqué su mirada. Era inocente. Seguramente él también. Sin embargo, mi mente estaba tan dispersa y mi vista tan nublada que ni siquiera pude pensar ni ver bien lo que estaba ocurriendo.

Ella nunca me hubiera hecho algo así, pero a pesar de todo las emociones negativas de hacía unos minutos seguían allí y mi vista estaba comenzando a nublarse cada vez más.

Tuve miedo, ni siquiera fui capaz de decir algo durante lo que parecieron horas.

—¡Nova! ¡Te prometo que...!

—¡Cállate!

Las emociones negativas que seguían en el ambiente no eran una buena combinación y mi estado no era el mejor.

Aquellas emociones y sentimientos ajenos se instalaron en mí y por desgracia no pude hacer nada por evitarlo.

Estaba aterrada de lo que pudiera llegar a hacer. No tenía control. Intenté resistirme, pero no pude hacer nada por evitarlo.

—¡Lo siento! ¡Solo nos agachamos al mismo tiempo, no ha pasado nada!—fue Kaminari quien habló esta vez y aquello fue lo último que pude escuchar.

Mi vista se nubló. Perdí la consciencia. Lo único que logré escuchar fueron palabras. Fue muy extraño, como si flotara en un vacío infinito.

Nova. Por favor. Singularidad. Luchar.

Noté el tacto de unas manos sobre mis brazos antes de volver a ser yo misma. Sin embargo, supe que era demasiado tarde. Había hecho daño a alguien.

Mis manos estaban manchadas de sangre y no dejaban de temblar. Sangre carmesí del mismo color que mis ojos.

Kyouka estaba en el suelo. Su mirada denotaba preocupación. Kaminari también, pero a él le sangraba la nariz y también el labio inferior.

Aquella vez no fue como las otras veces, no fue igual que en el enfrentamiento con Kaminari, mi singularidad había tomado el control de mí por completo.

Yo no era así. Nunca le haría daño a nadie. Miré mis manos alarmada. No sabía qué hacer. Mi cuerpo se había quedado inmóvil. Mi singularidad había vuelto a apoderarse de mí y cada vez era peor.

En ese momento solo quise dejar de sentir una vez por todas, así que hui de los gritos de Kyouka mientras me dirigía al tejado.

Me había cansado de luchar.

¡Hola! Siento poner a Denki en problemas siempre, es que necesitaba un detonante y fue lo mejor que se me ocurrió para lo que viene después. Espero que os haya gustado y muchas gracias por leer <3

La mayoría mencionasteis a la madre de Nova en vuestras teorías, la madre aparecerá en el penúltimo capítulo, así que por eso no la quería sacar todavía. Como dije la singularidad de Nova es muy importante en la historia y lo seguirá siendo hasta el final
¿Alguna teoría de que podrá pasar en el próximo capítulo?

Cada vez recobra más sentido la frase del prólogo :(

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