Cap 21. UN ROSE DE REALIDAD
Kelram seguía sentado en su sala frente al arreglo de rosas rechazado por aquella mujer, el té que se había servido ya estaba completamente frío y el pan que lo acompañaba empezaba a ponerse duro, meditabundo ladeo su cabeza aquello era signo de que una idea retorcida se estaba formando en su mente, sin pensarlo tomó el teléfono que tenía a su lado.
—Hola si soy yo necesito que tengas listo un auto de lujo para hoy a las ocho de la noche y por favor confírmame quien asistirá —indicó sonriente y terminó la llamada.
Rumbo a Phulparas dos jóvenes iban camino a Nepal, el trayecto a Katmandú era largo y agotador aun así Alessa prefería el martirio del viaje a quedarse en territorio del sultán Abbadon.
—Vamos a buen tiempo creo que podremos llegar a la frontera mañana por la tarde para atravesar, ¿estás cansada? —preguntó Ranjit.
—Estoy bien, pero ¿crees que podamos descansar un poco? tengo mucha sed —pidió la joven.
Mientras la verdadera asesina del político Rayman iba de camino a salvarse a sí misma, una carta en el cuarto de Celeste se encontraba tirada debajo de la cama acumulando polvo.
En la misma habitación la chica miraba un prendedor de cabello de color plateado con la figura de un colibrí en él.
—Pensé que ya no existía esta cosa —dijo con desprecio sin soltar aquello.
Ese objeto aparecía en aquellas pesadillas que algunas veces volvía a soñar Celeste; el pasillo oscuro y los pasos de aquel hombre detrás de ella antes de jalarla del prendedor y meterla en aquella habitación. En realidad, no estaba segura de que hubiese ocurrido y prefería la duda antes de saber verdadera aquella experiencia.
Mientras tanto en la sala de reuniones de empresas Darshan una joven con traje color vino revisaba un par de documentos, acompañada de dos hombres.
—No será sencillo, pero creo que podemos llegar a un acuerdo con la otra parte —habló la mujer— ¿Qué les parece mi proposición?
—Creo que es lo más viable —comentó Caín.
—La falta de tiempo nos obliga a ceder a los rusos el cuarenta y cinco por ciento de las acciones de los pozos petroleros —agregó Nadeem.
—Con los ingresos que está teniendo su otro negocio de la constructora podemos reponer el capital invertido en este otro en un año —explicó Indira la abogada.
Lejos de ahí Rubí paseaba en el jardín de la mansión Darshan mirando la fuente blanca con un ángel de mármol.
—Señora le llegó esta carta —interrumpió uno de los choferes.
— ¿Qué raro? ¿Quién me escribiría? Muchas gracias Eki —respondió tomando el correo entre sus manos.
El joven chófer se retiró y dejó sola a Rubí que curiosa empezó a revisar la correspondencia en letras negras y remarcadas venía escrito para quien se dirigía la carta "Sr Nadeem y esposa" se leía en aquel sobre disimulando la sonrisa lo abrió encontrándose una invitación.
"Con gustó tenemos el honor de invitar al señor Nadeem y a su apreciable esposa al cóctel de bienvenida del empresario Kelram Levelt el día 9 de abril a las 9:00 pm en el hotel Royal Jaidev. Esperamos contar con su presencia."
—Kelram Levelt ¿Cómo se atreve? —Mencionó disgustada— "apreciable esposa" si como no.
—Hija —dijo un hombre vestido de blanco con paso lento acercándose a la chica.
— ¿Padre qué haces aquí? —preguntó sorprendida.
—Namaste —pronuncio el señor.
Al ser respondido ambos se sentaron a la orilla de la fuente de mármol.
— ¿Eres feliz Rubí? Digo ¿te gusta vivir aquí? —cuestionó con temor mientras sus manos se apoyaban en sus rodillas.
—Estoy bien papá, no hay de qué preocuparse sabes estoy feliz porque podré estudiar una carrera, sé lo que piensas de la escuela para mujeres, pero es algo que quiero hacer y ahora tengo la oportunidad —contó con entusiasmo.
—Ya no me corresponde a mi decirte algo al respecto si tu marido te apoya en eso entonces hazlo, siempre quisiste saber más, ¿crees que no sabía que leías los libros de tu hermana en secreto?
—Es que quería saber que decían...
—Lo sé, me daba miedo que esos libros te dieran ideas yo solo quería y tenía que cumplir el compromiso que hizo tu abuelo —Explicó Sohan.
— ¿Sucede algo que no me quieres decir? —preguntó preocupada.
—Solo quiero asegurarme de que estás en el lugar que debes. —le dijo.
—Padre tomaste una buena decisión estoy bien aquí, puedo estudiar y nadie me reprime en lo que quiero, creo que Nadeem y yo estamos siendo buenos amigos eso hace que nos conozcamos mejor nos llevamos bien no hay nada por lo que tengas que preocuparte, ahora depende de mí.
—Ya es tarde —dijo levantándose— Ya no tarda en llegar tu hermana le di permiso de venir a verte —agregó Sohan acariciando la cabeza de Rubí. —No le digas que estuve aquí.
—Descuida ve con cuidado —se despidió su hija— ¡si necesitas ayuda no dudes en venir padre! —exclamó sin recibir respuesta.
Una sensación extraña sentía al verlo marchar, una tristeza de ver como se alejaba talvez era la nostalgia de no vivir más con su familia.
La junta se había terminado ahora solo faltaba la negociación con los rusos, Nadeem y Caín revisaban un par de papeles cuando por la puerta apareció un hombre delgado de traje azul marino.
—Señor le traigo esto —Dijo el hombre poniendo una tarjeta color negro sobre el escritorio del chico.
— ¿Qué es Juman? —le preguntó el heredero tomando el papel.
—Lo trajeron hace rato de parte de la comunidad empresarial —explicó el secretario.
El joven abrió la tarjeta negra con letras doradas plasmadas en ella.
— ¿Qué dice? —preguntó curioso su amigo.
—Están convocando a una reunión hoy en noche, al parecer surgió un problema. —Dijo el heredero. —quieren que envíe a un representante.
—Sabes que puedo ir yo —se ofreció Caín.
—Juman por favor comunícame con el abogado Najem —ordenó el hombre.
—Sí señor enseguida —respondió el secretario.
Por su parte Rubí seguía sin creer lo que su hermana menor le acababa de contar, unos minutos después de la partida de su padre apareció su hermana con el cabello revuelto y un par de libros entre sus brazos, perdidas entre las flores de la mansión recorrían el jardín tomadas de la mano.
— ¿Estás jugando? —preguntó de nuevo jalándola.
—Te digo que no, mamá compró una casa unas cuadras más abajo ahora no te sorprenda si es que viene para almorzar contigo —contó la menor de los Farash
— ¿Papá que dijo? —cuestionó curiosa.
— ¿Qué quieres que diga? le dolió un poco gastar todo ese dinero, pero mamá lo convenció que sería bueno para la imagen de la familia si cambiaba de domicilio, iba a decírtelo por teléfono, pero pensé que era mejor que viniera a contarte en persona. —explicó a su hermana
—Te extrañé mucho, me alegra que vas a estar cerca. —sonrió Rubí tomándola de las manos.
— Incluso puedo venir después de clases, ya le pedí permiso a papá —dijo contenta— sabes la nueva casa es más pequeña que esta, pero más grande que la que teníamos incluso hay agua caliente.
— ¿Quieres quedarte a comer? —la invito pues quería pasar más tiempo con ella y talvez contarle un poco sobre lo ocurrido en el Royal Manas.
—Hoy no puedo tengo mucha tarea y quiero llegar a descansar un poco antes comenzar a hacerla, después si quieres me vengo a quedar contigo unos días, pero primero me tiene que dar permiso papá. —se excusó.
—No hay problema —le contestó.
—Entonces me voy, quiero caminar un poco por el barrio e ir conociéndolo. —se despidió con un beso en la mejilla.
La joven Alisha se marchó contenta después de ver a su hermana, Rubí por su parte se alegraba de que su matrimonio sirviera para mejorar las condiciones de vida de su familia, tal vez esa nueva casa era lo que tenía a su padre tan raro.
—Rubí es hora de preparar la comida ¿vienes a ver el menú? —preguntó Nirali interrumpiendo los pensamientos de su cuñada.
—Si claro. —respondió tranquila.
Si bien era hora de que Rubí aprendiera a manejar ciertas tareas del hogar lo que la tenía más nerviosa era el decidir que estudiar.
Mientras ayudaba a limpiar los vegetales la joven esposa se perdía en pensamientos, las cocineras pasaban a su lado moviendo ollas y su cuñada junto a ella le ayudaba.
—Es muy bueno que quieras concluir tus estudios Rubí ¿Ya pensaste que carrera te llama la atención? —preguntó Nirali sacando unos frascos de especias.
—En eso estoy jamás me había puesto a pensar en ello, mi padre me dijo que era inútil qué pensará en eso y mi madre se encargó de hacérmelo entender —contó la joven.
— Entiendo mi abuelo tenía pensamientos parecidos a tu padre recuerdo que siempre nos decía a mí y a Celeste que teníamos el futuro resuelto, ya que nuestros padres nos buscarían maridos y nosotras solo teníamos que preocuparnos por ser bonitas e interesantes. —relató la cuñada.
—Pero tengo entendido que ambas fueron a la universidad. —mencionó Rubí mientras cortaba con el cuchillo un par de cebollas.
—Afortunadamente nuestro padre no pensaba igual que el abuelo y siempre nos exigía ser buenas estudiantes, después fuimos a la universidad, pero eso ya fue cuando nos quedamos solas con Nadeem. —Explicó Nirali— yo estudié contaduría, Celeste relaciones internacionales, pero ya no termino la carrera, yo sí y aplico lo que sé en la administración de la casa y a veces le ayudo a mi hermano para hacer el balance de la empresa.
—Vaya espero encontrar algo en lo que sea buena ¿Cómo fue que Nadeem se hizo cargo de todo eso? —preguntó queriendo saber un poco más de la faceta de hermano mayor de su esposo.
—Todo cambio bruscamente cuando nos quedamos solos afortunadamente ya estábamos grandes y nuestro tío también estuvo apoyándonos, es nuestra única familia. —concluyó la cuñada menor.
— Cuando vi a tu tío por primera vez fue cuando vine aquí antes de la boda. —agregó Rubí sintiéndose en confianza.
—Lo recuerdo bien, pensé que querías dinero. —se sinceró la otra joven mientras limpiaba un par de zanahorias.
—No, nada de eso —sonrió a su cuñada.
—Ahora lo sé, no preguntare el motivo debió ser importante —dedujo la chica.
Rubí recordó la desaparición de Diego e inmediatamente cambio el tema.
— ¿Oye crees que esto quede bien así? —preguntó enseñándole las verduras picadas en una olla.
Por su parte Kelram en su departamento trataba de tomar una siesta postrado en la alfombra frente a su televisor, hasta que alguien llamó a la puerta.
— ¡Ah maldición! tengo que contratar a alguien —dijo levantándose a regañadientes golpeándose en el pie con el mueble de la tele.
La persona seguía llamando a la puerta una y otra a vez hasta que el pakistaní atendió.
— ¿Usted quién es? —preguntó mirando a la joven frente a él.
—Así que tú eres Kelram Levelt— dijo levantando la ceja esa chica que lo miraba de arriba abajo.
—Mucho gusto— sonrió de lado.
—Pues no es mutuo —respondió Celeste.
Las horas se convertían en un cielo oscuro lleno de estrellas y la cena estaba por servirse.
—Ahora solo esperamos a mis hermanos —señaló Nirali. —Es entretenido cocinar si tienes con quién conversar.
—La comida quedó buena es una lástima que solo pudimos probarla las dos —mencionó Rubí sacando un platón con comida de la cocina—pero la cena también se ve bien.
—Ese pollo tandoori se ve bueno —comentó la menor de los Darshan ayudando a su cuñada a poner la mesa.
De repente el teléfono comenzó a sonar y Nirali corrió a atender la llamada mientras Rubí acomodaba los platos.
—Está bien, no hay problema regresa con cuidado —dijo cortando la comunicación.
— ¿Pasa algo malo? —preguntó Rubí colocando el pollo caliente al centro de la mesa.
—Creo que cenaremos solo las dos, Celeste no ha regresado de con su amiga y acaba de llamar el secretario de Nadeem, probablemente él llegue más tarde.
En un edificio de convenciones los hombres más poderosos de la India llegaban uno a uno al lugar.
Las expresiones en sus rostros no eran muy amigables sin duda algo ocurría.
Mientras los pocos meseros ofrecían bebidas y algunos bocadillos uno que otro hombre intercambia opinión.
—No es posible que esto ocurra, si dejamos que llegue a la sociedad de empresarios después estaremos repletos de cualquier comerciante de quinta —dijo un chico de cabellos rojizos y traje azul marino a un tipo robusto.
—No lo creo es bueno para la economía que haya más gente produciendo y moviendo el dinero —opinó el tipo robusto llamado Jalil.
—Por supuesto, pero aquí estamos hablando de un tema de influyentísimo, seguramente buscará condonaciones de impuestos para aumentar su fortuna ¡Eso es una competencia desleal! —interrumpió un hombre llamado Renji de traje gris.
Otro hombre que estaba tomando una copa de champagne escuchó la conversación y se acercó a los dos tipos.
— ¿Disculpen están hablando del mercader aquel? —preguntó curioso un tipo de nombre Raj.
—Por su puesto tenemos que defender nuestro dinero, no se vale que compitamos contra alguien que ha llegado a hacerse rico gracias a su hija —agregó Renji.
—Yo creo que exageran, ni siquiera tiene el poder adquisitivo ni la extensión en el mercado textil para preocuparnos —dijo Jalil con una copa de vino en su mano.
— ¿Entonces debemos preocuparnos cuando su negocio empiece a crecer y acapare el mercado gracias a las influencias de su familia política? —cuestionó el chico extraño de traje azul marino.
Todos los hombres que se encontraban ponían atención y discutían el asunto.
—Creo que debemos incentivar la competencia sana y apoyar la inversión extranjera para nuestras empresas —dijo Renji— no más poder a las familias que acaparan el país.
Motivados por la envidia y las palabras del joven de cabello rojo algunos comenzaron a quejarse de que sus fortunas no eran más grandes como deseaban por culpa de la familia que imperaba en el país.
—El heredero ni siquiera puede darnos la cara, ¿Acaso es más importante que nosotros? ¡¿Entonces por qué no nos da la cara?! —siguió reclamando el pelirrojo.
—En parte este joven tiene razón —opinó Renji.
— ¿Qué es lo que oculta? ¿Por qué se esconde detrás de ese velo negro? Si me preguntan yo no podría confiar mi dinero a alguien así —siguió diciendo el tipo de cabello rojizo.
Una risa se dejó escuchar, era el mismo hombre de cabello cano quien se burlaba de las palabras del joven.
—Pues yo he invertido mi dinero a esas empresas —dijo el sujeto canoso— y me ha ido muy bien —siguió riendo.
De la nada un hombre de estatura baja entro a la sala haciendo que todo se quedará en silencio, después de lanzar una mirada a todos los presentes los invito a pasar a la sala de juntas.
Las puertas de aquel lugar se habían cerrado ya nadie faltaba.
—Estamos aquí porque necesitamos evitar que esto se convierta en una utopía de amigos y familiares con influencias —declaró el joven de cabello rojo.
Como si la lengua del pelirrojo estuviera cargada de pólvora los presentes empezaron a discutir entre ellos.
—Pensé que esto era una junta de hombres maduros no de niños frustrados —dijo un hombre con un velo negro sentado al fondo de la mesa de juntas.
Ante él silencio que se había sembrado después de las palabras del hombre el tipo de cabello cano atinó a decir.
—Ahora hablen —comentó el señor de cabello cano del otro lado de la mesa.
Con una actitud tranquila el heredero se recargó en la silla y entrelazó los dedos de sus manos.
—Me alegra que nos honre con su presencia —dijo el hombre de estatura baja que respondía al nombre de Ramejet— lo hemos llamado ya que surgieron una serie de quejas de parte de algunos miembros del comité.
—Me he visto atrapado por el trabajo y algunos pendientes que no he podido dejar pasar, por ello he estado ausente de ante mano me disculpo por ello, pero deben saber que aunque no esté presente siempre estoy al tanto de los acontecimientos —comentó el heredero con el abogado Najem a su lado.
—Bien eso quiere decir que sabe por qué estamos todos aquí —sugirió Ramejet.
—Aun así, preferiría que fueran ustedes mismos quienes hablaran de ello —respondió acomodándose en el respaldo.
—Bien ¿Entonces no niega que su suegro el señor Sohan Farash se ha hecho rico de la noche a la mañana? —cuestionó Raj
— ¿Eso que tiene que ver con ustedes? ¿Acaso van a cuestionar al hombre que ganó la lotería solo porque a ustedes les costó más tiempo obtener el dinero que tienen? —contestó guardando la calma.
—El problema aquí es que está ganando gran presencia en el mercado textil en poco tiempo y eso debe suponerse que es gracias a las influencias de usted —acusó Renji.
—Lo que nos preocupa es que su negocio se vea favorecido desde la política gracias a ustedes y que nosotros no podamos competir contra las ventajas que ese señor tiene —señaló otro hombre.
Nadeem solo se quedó atento escuchando a cada uno de los presentes, sin embargo, el joven de cabellos rojos seguía sin decir palabra evitando mirar al heredero.
— ¿Ahora entiende por qué la molestia de algunos? —preguntó Ramejet.
—Si lo quieren es que yo venga y les diga que pueden estar tranquilos porque procuraré no hacer más rico ese hombre están equivocados —señaló Nadeem— Yo atiendo asuntos más importantes y nadie necesita de mi para hacerse millonario sí les molesta quedar debajo de un simple mercader, entonces deberían revisar lo que han hecho mal para que sus empresas se vean amenazadas por un negocio en desarrollo.
— ¿Cree que vamos a caer en ese cuento que usted no ha favorecido en absoluto a su suegro quitando la competencia de su camino? —cuestionó el pelirrojo sin mirar al heredero.
— ¿Cuento? —rio divertido— Tengo que manejar una constructora, negocios en bienes raíces, subsidiar algunas escuelas privadas y otras cosas en el extranjero ¿Acaso ustedes tendrían tiempo de cuidar el negocio de alguien más? —contestó lanzando la pregunta.
—En mis tiempos los empresarios se enfocaban en trabajar y hacer crecer su patrimonio no quedaba tiempo para cuidar el patio del vecino —agregó el hombre de cabello cano prendiendo un cigarrillo.
—Ese señor recurrió a vender una hija —señaló Raj.
— ¿Tiene algo que decir abogado Najem? — Preguntó Nadeem a su abogado.
—Por supuesto que si —le respondió— si estuviéramos en occidente seguramente seria visto como algo ilegal, pero en este caso los usos y costumbres de comprometer a los hijos sigue permitido por la ley y vigilado por esta para preservar la integridad de los implicados.
—No vine aquí para dar explicaciones sobre mi vida privada así que no permitiré que se mencione el nombre de nadie de mi familia —declaró Nadeem— como aquí mi abogado se los explicó mi matrimonio está protegido y bien visto ante la ley y no es algo para escandalizarse, todos sabemos que tú —dijo dirigiéndose al hombre de traje gris— tú Renji consigues una esposa más joven cada año ¿Cuántas llevas? ¿Siete? o tú el presidente de industrias Thama ¿Cómo dices que te llamas? ¡Ah sí Raj! sabemos los innumerables escándalos de tu vida privada que han acaparado las portadas de la prensa rosa —comentó tranquilamente— Está es la última vez que me hacen venir aquí por estupideces y que les quede claro a cada uno de ustedes —advirtió dirigiéndose al pelirrojo que lo miraba de reojo— la mujer que desposé no fue comprada cual animal de cría ya estaba decidido desde hace mucho tiempo y ambos dimos nuestro consentimiento, así que si vuelven a pronunciar palabra sobre el señor Sohan Farash y tonterías de que vendió a su hija o me entero que empezaron una competencia desleal contra su negocio yo mismo me encargaré de hundirlos a cada uno.
Dicho esto, el joven Nadeem se levantó y abandonó la sala.
—Pasen buena noche —agregó abotonado su saco negro.
—Sin dejar de lado que podemos demandar por difamación a quien se atreva a hacer declaraciones en contra de la familia Darshan —agregó el abogado Najem poniéndose de pie para ir detrás del heredero— Y otra cosa hay muchas pruebas de ciertas empresas que no respetan las leyes sobre el sueldo y jornadas laborales de sus empleados, solo lo digo.
El abogado tomó un sorbo a su vaso de agua y salió de la sala.
La noche estaba en su mejor punto en aquel dónde las nubes parecen esfumarse del cielo y dejan que la luz de la luna y las estrellas ilumine las copas de los árboles en una ciudad caótica que empieza a quedarse vacía.
Las horas pasaban una a una, minuto tras minuto y la gran mansión parecía dormir, dos hermanas pasaban una noche tranquila durmiendo juntas pues Celeste temía volver a tener pesadillas.
Rubí daba vueltas en su cama, en las noches de insomnio parecía más grande su lecho, se preguntaba por su padre ¿Por qué de repente parecía dudar de su decisión?
Muy lejos de ahí en una suite elegante con un ligero aroma a gardenias un chico se divertía con dos mujeres.
—Justo hoy no tengo muchas ganas, pero si me convencen veo que puedo hacer —sonrió Caín dejándose besar por ambas chicas.
Sentados en el sillón frente a un ventanal la atmósfera empezaba a cargarse de erotismo.
Las luces apagadas de aquel lugar permitían que la luna contorneara las siluetas de los tres amantes que empezaban a comerse a besos.
De repente el timbre se escuchó.
—Lo siento chicas debo atender —atinó a decir mientras se liberaba del abrazo de sus dos acompañantes.
El timbre seguía sonando hasta que en el lumbral de la puerta apareció un joven con la cabeza llena de marañas.
— ¿Qué sucede? —pregunto Caín a su amigo.
— ¿Tienes tiempo para hablar? —preguntó recargando su mano en el marco de la puerta.
—Niñas tienen que dejarnos solos —dijo volteando a ver a las chicas y prendiendo la luz.
El heredero entró con pasos cansados, las mujeres tomaron sus cosas y Caín cerró la puerta encaminando sus pasos a dónde se encontraba su amigo.
— ¿Qué sucedió en esa junta? —le preguntó a su lado.
—Temo que las cosas se pongan difíciles — le dijo.
Nadeem se sinceró con Caín respecto a lo acontecido en aquella junta, parecía que una maraña de problemas venía cargada en una tormenta.
—Después lo hablaré con el señor Farash —terminó diciendo el heredero.
—A estas alturas debe estar enterado lo mejor será prevenirlo y poner a su lado alguien de confianza que lo asesoré, si quieres yo me encargo de ello —se ofreció Caín sirviendo un par de copas.
—Tienes encima la negociación con los árabes para la exportación de material de construcción —señaló Nadeem.
—Eso es fácil no tenemos problemas con ellos, además tú debes estar atento con los rusos, sinceramente sería mejor que tú te encargaras de ellos —explicó Caín— yo investigaré al tipo ese, hay algo que no me gusta en toda esta historia.
— ¿Problemas? ¿Te refieres a la negociación o hay otra cosa que me estás ocultando? —cuestionó a su amigo antes de beber un sorbo de licor.
—Creo que es mejor que lo sepas las cosas no pintan nada bien al parecer los rusos no confían en nosotros, creo que es una buena elección que Indira lleve a cabo la negociación ella es muy buena para esto, pero los rusos exigen verte a ti —declaró Caín.
— ¿Por qué no puede ir sola Indira? Ya sabe lo que tiene que hacer —comentó el heredero.
—Nada sólo que nos ayudaría mucho que tú te presentarás así acabarías con cualquier duda, ellos se enteraron de todo el asunto del asesinato de Rayman y creen que no eres de fiar —soltó sin más
—Jamás he tenido ningún problema con los inversionistas —mencionó Nadeem dejando su copa sobre la mesa.
—Ya sé, pero los números no es lo único que importa al parecer no confían en una persona que nunca han visto y a estas alturas no podemos darnos el lujo de perder un contrato tan importante como ese —explico Caín.
—Tú sabes porqué vivido así —le dijo.
—Lo sé, pero ellos no, creo que es hora de que le des la cara. —opinó su amigo sirviéndose otra copa de licor.
—No puedo, todavía no. —respondió suspirando
—Talvez esto te convenza —Interrumpió Caín dirigiéndose a una de sus habitaciones.
—No quiero más licor, te lo advierto.
—No es eso —sonrió jugando con un sobre color amarillo— ábrelo.
Fastidiado por el largo día el joven tomó aquel sobre y lo rompió de un lado sacando un par de fotografías.
— ¿Qué significa esto? —cuestionó serio.
—Como te dije por teléfono encontré quien dejó esa nota aquella noche, mírala es hora que la sepultes en el olvido o la traigas al presente de una vez —dijo señalando la mujer en aquellas imágenes— hasta que no le des la cara al pasado no podrás enfrentarte al presente.
— ¿Dónde está? —alcanzó a preguntar mientras sostenía las fotografías.
—En una pequeña casita a orillas de la ciudad parece que no sale mucho la única vez que pude verla fue en ese día que tome las fotos, la dirección la anoté aquí atrás —explicó
—Entiendo —comentó Nadeem levantándose del sillón.
—Dime que lo pensarás. —pidió su amigo postrado con la camisa abierta.
—Te veo mañana —se despidió saliendo de aquel departamento con el sobre roto en sus manos.
Más allá del negocio con los rusos Caín tenía el interés de quitar del camino a ese fantasma que seguía atormentando a su amigo, él diariamente veía la infelicidad y la soledad que implicaba aislarse de todos, en el fondo odiaba el recuerdo de ella y se lamentaba no haber estado presente en el tiempo que todo eso ocurrió.
Mientras las calles parecían haber muerto y el cielo en luto el heredero seguía detenido frente a la casa, miró al asiento junto a él y tomó de nuevo las fotos, una a una las pasaba entre sus dedos mirando la imagen de Tara cubierta por un velo color azul intenso con cristales mientras tocaba el violín a un grupo de niños en el jardín de una casona.
Nadeem sacó las fotos por la ventana del auto para tirarlas, pero al final no pudo soltarlas, enojado las metió en la guantera y se quedó ahí mirando hasta que las luces de aquella casa se apagaron.
Ya arropado por la madrugada regresó a la mansión, con pasos lentos entró a su habitación y cerró la puerta con llave, caminó al baño quitándose la ropa que ya parecía estorbarle, abrió las llaves de la ducha y dejó que el agua arrastrará el cansancio después de un par minutos salió y miró el espejo borroso por el vapor de agua, con una mano limpió el cristal y comenzó a mirar su rostro.
Continuará...
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