Cap 13. RAABTA,CONEXIÓN PREDESTINADA
XIII
La tarde estaba cayendo y en todo el trayecto ninguna palabra había sido emitida, un paisaje de colores cálidos resplandecía en el horizonte y los tonos rojizos contrastaban con el amarillo del sol que empezaba a ocultarse.
—Si crees que voy a hacerte algo te equivocas —dijo Nadeem rompiendo el silencio— Así que quita esa cara de preocupación.
— ¿A dónde vamos? —Le preguntó sosteniendo un pequeño bulto entre sus manos.
—Ya aclarada la situación te puedo explicar de qué trata todo esto —contestó el heredero.
El camino parecía no terminarse, pero Rubí estaba segura que su marido no intentaría asesinarla o algo por estilo, fijando su vista en el atardecer solo pedía que aquel viaje sirviera para acercarlos.
Mientras tanto las averiguaciones del asesinato de aquel hombre inmiscuido en la política estaban dando frutos, Alessa se encontraba escondida en un hostal clandestino con la esperanza de que su plan funcionara y poder ayudar aquella mujer encerrada.
—Inayat Bhagati ¿Por qué quieres que le entregue este sobre a Nadeem Darshan? —Se preguntaba la joven acariciando el papel entre sus manos recostada sobre la cama de la habitación.
Por otro lado, la discusión eterna de huir volvía a ponerse sobre la mesa entre los jóvenes Jingal y Jahar. En la habitación que compartían ambos jóvenes se encontraban sentados sobre el suelo uno frente al otro.
— ¿Por qué no? ¡¿Por qué demonios no quieres irte de aquí?! ¡Maldita sea! —Luz exigió una explicación.
—No puedo decírtelo, pero no podemos irnos de aquí —respondió su esposo.
—No entiendo mira lo que te hicieron ¿Qué no te duele?
Diego solo se quedó mirando el piso sin emitir respuesta.
— ¿Ya no me quieres? ¿Acaso ya no somos amigos? ¿Por qué nos condenas a esto? —Seguía preguntándole ella.
—No vas a entenderlo —respondió el joven levantándose— No nos iremos de casa, por lo menos yo no.
—Bien entonces yo me largo —sentenció Luz— gracias por nada —añadió al verlo salir de la habitación.
En la oficina del heredero en la empresa Darshan un apuesto joven proveniente de Pakistán había arribado a las instalaciones, era Kelram Levelt uno de los más importantes empresarios petroleros que ansiaba encontrarse con Nadeem, su eterno rival.
—No me diga, probablemente supo que venía y salió huyendo —comentó el joven con la pierna cruzada.
—Kelram mi sobrino tiene otros asuntos más importantes que atender —sonrió Abbadon fingiendo simpatía.
—Estoy enterado, en todas las revistas de nota rosa salió la noticia de su matrimonio —explicó Kelram— no es que yo guste de ese tipo de lectura.
—Descuida tendrías que vivir bajo una piedra para no saberlo —sonrió el sultán.
—Cómo sea esperaré su regreso y pasaré a dejar mis saludos a su esposa —dijo sonriente— ya veré que cosa le regalo al nuevo matrimonio —agregó poniéndose de pie y alisando su traje.
—Tan amable, siempre es un gusto saludarte —sonrió Abbadon estrechando su mano.
El joven salió de la oficina siendo observado a lo lejos por Caín quién se mantuvo detrás de un macetón.
—Como lo detesto —mencionó Abbadon acomodándose de nuevo en la silla giratoria— esto se va poner interesante —agregó preocupado.
En Megalaya no muy lejos de Assam se detuvo el auto de Nadeem pues habían llegado al hotel Madhur uno de los más lujosos de la India, el nuevo matrimonio se instaló en dos habitaciones conectadas entre sí.
Ambos chicos se despidieron en el lobby y tomaron su camino, por su parte Rubí se mantenía sentada sobre la cama cubierta de seda fina pensando en lo que hace poco su marido le había dicho.
— ¿Y ahora qué voy hacer? —Se preguntaba.
A pesar de poder deambular por las lujosas instalaciones, la joven prefería esperar que la puerta que daba a la habitación continua se abriera.
Mientras tanto el heredero se había ido a directo al bar a tomar un par de copas en el área privada, una llamada entrante en su celular pasó desapercibida, era Caín quien llamaba desde la empresa.
— ¡Esto es tu culpa! —Se escucharon unos gritos en la mansión Darshan, era Celeste Niyam reclamando a su hermana.
—Yo solo hice lo que mi hermano me pidió —contestó Nirali.
—Pues no lo hubieras hecho —reprochó Celeste.
—Si me disculpas hermana, voy a ordenar que pongan los regalos que les han enviado a Nadeem y Rubí en una de las habitaciones para huéspedes —dijo la hermana levantándose del sillón.
En el bar del Madhur la música se escuchaba y en un escenario pequeño y bien ubicado una mujer bailaba con un vestido azul turquesa, su mirada se fijaba en el hombre sentado en aquel rincón con un vaso de coñac y el rostro cubierto, sus miradas se habían reconocido.
En la habitación de Rubí, la joven se encontraba en un problema que le resultaba vergonzoso, el baño era amplio y decorado con flores que resaltaban en el blanco mármol con detalles en negro.
— ¿Y ahora qué hago? —Se preguntó mirando las llaves de la ducha.
Envuelta en una toalla que pretendía cubrir sus muslos la chica trataba de comprender como funcionaba la regadera.
Mientras tanto en Assam en un pequeño lugar Ashima terminaba de bailar para entretener a los hombres que la miraban con morbo, entre ellos se encontraba el joven que no pudo mantener su promesa.
Diego la miraba como nadie más lo hacía, él más bien la admiraba veía sus ojos cafés, su cabello negro y largo, la imagen de la joven era una visión que siempre llevaba consigo, aunque estuviera en su hogar o en el mercado de Shiban siempre tenía presente a Ashima incluso ese día que fue castigado por su padre, el joven Jahar cerró sus ojos y se concentró en la imagen de la bailarina, solo así pudo soportar tal martirio.
—Mira ahí está sentado el joven de siempre —decía una mujer en el bar señalando a Diego.
—En el problema que se meterá si Temarán se entera que Ashima anda con otro —respondió una de las meseras.
Entre el humo del cigarrillo Ashima descendió del escenario dándole paso a otra chica, sus pies descalzos se dirigieron a la mesa donde el joven Jahar se mantenía inmóvil.
—Estuviste genial, te salió perfecto —comentó el joven con entusiasmo.
— ¿Qué haces aquí? Lo prometiste —respondió enojada.
—No pude aguantarme quería verte, pero si quieres ahora mismo me voy —añadió Diego levantándose.
—Espera estoy cansada de esta situación, Diego necesitas saber algo —insistió decidida.
La joven tomó a Diego de la mano y entre los asistentes al bar y las luces de neón, ambos se perdieron.
Mientras tanto en el hotel de lujo la mujer de cabello negro y de vestido azul buscaba al hombre que antes había llamado su atención.
En la mansión Darshan un teléfono sonaba provocando que Kaeme corriera a su llamado.
— ¿Kaeme eres tú? Soy yo Rubí —se escuchó del otro lado de la bocina.
—Señora Rubí ¿Cómo le está yendo? —Preguntó la sirvienta.
—Mal, no sé qué hacer —contestó la joven.
— ¿En dónde está? ¿Están bien? —Cuestionó con preocupación.
—Si, si pero necesito que me ayudes —pidió la chica.
En el jardín de la mansión rodeada de flores amarillas Nirali pensaba en lo distinto que serían las cosas si sus padres vivieran, seguramente estaría muy lejos de los barrotes de aquella cárcel de oro.
—Señorita Nirali ¿Una flor? —Preguntó Ranjit interrumpiendo los pensamientos de la joven.
La chica volteó y lo miró indiferente, algo que no pasó desapercibido por él.
—La corte para usted, el día está muy bonito —siguió diciendo el joven ofreciéndole una flor amarilla.
—Cuando termines de arreglar el jardín vas con Eki para llevar uno de los autos a revisión —ordenó la joven y siguió de largo dejando atrás a Ranjit.
Mientras tanto en una habitación desordenada con ropa tirada por el suelo y unas sábanas recién cambiadas Diego permanecía sentado mirando a la chica que lo había conducido a aquel sitio.
—Ya no profeses tanta admiración por mí —pidió la joven.
—Sé que suelo ser un poco pesado y comprendo que te incomode cuando te digo que te quiero, que te extraño, pero es algo que no puedo evitar sentir a pesar de estar casado —contestó el chico.
—No es eso, lo dioses conocen todas mis faltas y saben que he hecho cosas peores, por lo tanto, tu matrimonio es solo otra cosa que nos separa. —aseguró la bailarina.
— ¿Entonces qué es lo que sucede? —Preguntó asustado.
—Solo aceptaré tus sentimientos si decides entregármelos después de saber la verdad sobre mí.
—Mi corazón no cambiará su sentir, aunque seas la persona más cruel en el mundo —sentenció Diego.
— ¿Estás seguro? —Preguntó Ashima un tanto insegura.
—Ya dime qué es lo que quieres que sepa, me estoy imaginando tantas cosas.
—Diego mírame bien ¿Qué ves? —Preguntó la joven despojándose de las pocas prendas que cubrían su cuerpo.
—Una persona que me dio su ternura cuando más solo me sentía —contestó tajante mirando el rostro de Ashima.
El joven no quería mirar el cuerpo desnudo de Ashima y no porque no le gustará, realmente quería estar con ella, pero no en uno de esos cuartos donde varias veces se había entregado a otros por dinero.
La joven quedó de pie con un velo enredado en la cintura, agachada sentía vergüenza de estar así frente al chico.
—No entiendo a qué quieres llegar —explicó Diego— Mírame por favor.
—Diego escucha bien lo que te voy a decir porque solo lo diré una vez —advirtió la joven. — si te he rechazado no es porque no te quiera y necesito que lo sepas por si después ya no vuelvo a verte, yo te extraño cuando no vienes, también me gusta platicar contigo.
Diego se mantenía inmóvil escuchando las palabras de la joven.
—Mírame Diego, no soy una mujer en realidad —confesó Ashima dejando caer el velo que la cubría— soy un hombre que ha sido mutilado.
El silencio se sembró en ambos jóvenes, la verdad había salido y no habría vuelta atrás.
—Si quieres irte puedes hacerlo, lo que menos quiero es incomodarte más de lo que ya estás —explicó Ashima.
—Sabes estoy muy sorprendido —expresó el chico— no sabes cuánto me sorprende saber que realmente no me importa.
Ante la respuesta Ashima levantó la mirada perpleja de las palabras de Diego.
—Ashima lo supe el tercer día que vine a verte, una de tus compañeras me lo dijo tal vez pensó que eso haría que yo dejará de verte como la flor más hermosa de este lugar —explicó Diego— y era lógico, cuando lo supe no sabes lo mal que me sentí no te lo niego, me prometí a mí mismo que no volvería a este lugar, pero sabes finalmente entendí que era peor no volver a verte.
— ¿Por qué no me lo dijiste? —Preguntó Ashima con lágrimas en el rostro.
—Porque quería ver si eras sincera conmigo y veo que no me equivoqué, si el mismo dios Krishna se transformó en su versión femenina Mohini ¿Por qué tendría que rechazarte a ti mientras aceptó mi fe? —Dijo dándole un beso en la frente— Ashima no llores ahora puedes aceptar mis sentimientos.
Cuando el amor florecía en la adversidad para esta pareja, una joven a unos cuantos kilómetros se mantenía quieta ante la puerta que dividía su habitación del lecho de su ahora esposo por fin había cambiado sus ropas y se sentía aliviada de sentirse ella misma de nuevo, una falda blanca y larga que la hacían sentir cómoda, un velo rosa pastel y una blusa blanca sin mangas era lo que había en aquel bulto que había traído consigo.
Rubí colocó su oreja sobre la puerta de madera, la cena que había solicitado se mantenía sobre una mesita a lado de la enorme ventana que daba a la piscina, una hermosa vista que la hacía querer compartirla con él.
De pronto la puerta de la habitación de Nadeem se escuchó y la joven corrió a sentarse frente a la mesita y disponerse a comer, así permaneció unos minutos que le parecieron eternos.
— ¿Para qué me trae con él si me deja sola? —Dijo en voz baja— eso no hacen los amigos —terminó diciendo algo triste.
Como pudo siguió cortando la carne que ya estaba fría de tanto esperar, mientras la joven lidiaba con el cuchillo y el tenedor, la puerta que daba al cuarto del heredero se abrió.
Un carrito de comida se abría paso siendo empujado por el chico que hizo a un lado una silla que le estorbaba.
—Tengo hambre —comentó Nadeem mientras se acomodaba en la mesa frente a Rubí.
— ¿Qué es todo eso? —Preguntó la joven.
—La comida —explicó él observando el plato de su esposa— pon eso a un lado —ordenó a la chica mientras levantaba las tapas de metal de los platillos que el joven había pedido.
Con la ayuda de unas pinzas comenzó a repartir de manera individual los alimentos en los platones blancos, ensalada de frutos rojos, pato adobado acompañado con puré de papa y una pasta con salsa roja era la primera comida que compartirían los recién casados.
—Pensé que comerías en el restaurante —mencionó la joven— o que seguirías en el bar.
—No voy a volver a ese lugar —respondió el joven sin dejar de enredar la pasta en el tenedor— no me gusta estar rodeado de personas.
Rubí Aruni estudiaba de manera detallada lo que hacía el joven con el par de cubiertos, para que no se diera cuenta de su ignorancia ella comenzó a comer copiando las acciones del muchacho.
Sus ojos no perdían cada movimiento de Nadeem, hasta para agarrar el tenedor tenía clase, era curioso verlo comer con ese velo que le cubría la mitad del rostro, le parecía muy incómodo y se preguntaba cómo era capaz de llevar aquello encima todo el tiempo.
Se cuestionaba si lo que ocultaba era más molesto que aquel pedazo de tela negra en su rostro.
Para no incomodarlo desvío su vista al plato tratando de descifrar el contenido de la ensalada, con el tenedor que tenía a la mano pico una uva llamando la atención de él, Rubí examinó el fruto con detenimiento.
—Ya cómetela de una vez —alentó Nadeem— ¿No has probado las uvas verdes? —Preguntó mirándola.
La joven negó con la cabeza y de forma agresiva soltó una mordida al fruto.
— ¡Mi ojo! —Gritó en heredero tallándose el rostro con la servilleta, el jugo de la uva salió directo a su rostro.
— ¡Perdón! —Se lamentó ella tratando de limpiar el rostro del joven— perdón déjame limpiarte, yo no sé qué fue lo que pasó.
—Para tu información las uvas no están vivas, no necesitas atacarlas así —exclamó Nadeem evitando que Rubí lo tocara.
Ambos se quedaron mirando después del incidente y una sonrisa fue disimulada por la chica, así ambos chicos siguieron comiendo en un ambiente menos indiferente.
Mientras tanto en la piscina del hotel la misma mujer de cabello negro deambulaba por las instalaciones buscando al hombre que cubría su rostro.
—Te vi, eras tú estoy segura —murmuró la mujer mirando el atardecer.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top