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34. Ocultos y Patentes
Sus cuerpos desnudos adornaban la cama.
La capa de sudor y el sonido de sus jadeantes voces era lo único que podía percibirse.
La mujer de cabellos dorados plantó un lento beso en el pecho desnudo del castaño, este sonrió, mirándola como si de una divinidad excepcional se tratase. Había sido enganchado por ella y no había otra situación más arriesgada que la idea de seguir estándolo incluso si lo sabía.
—¿Te gustó? —cuestionó para luego relamer sus labios que estaban hinchados al igual que los de ella.
—Mucho más que las otras veces —respondió con una sutil sonrisa mientras acariciaba el rostro de su amado.
—Me agrada verte sonreír. —comento el joven peinando el cabello la mujer con sus dedos.
—Es otra cosa que sabes hacer bien —susurró la mujer ganándose la risa del joven.
Entre tanta fascinación con la femenina que tenía a lado, pensó en el gran impacto que ella generó en él en tan poco tiempo. Llegó a considerar que aquello era algo imposible de lograr pues no había tenido tiempo para salir con mujeres desde que su hermana dejó la universidad, ya que desde ese momento solo se había centrado en ella y ahora que se encontraba en su propio camino, abrió paso hacia aquella mujer que ahora lo tenía hechizado.
—¿Estás bien? ¿Hice algo mal? —cuestionó la rubia apoyando su codo encima del colchón para una mejor visualización hacia el castaño.
El joven la miró inmediatamente, consolándola con una suave caricia a su mejilla.
—No, tú no. Solo estaba pensando en que debería de decirle, ¿no crees? —preguntó buscando aprobación en la mirada de la ojiazul pero al ver su incomodidad supo que no la obtendría.
—¿Después de lo que me hizo?... ¿Después de que te mintió?
La rubia lo observó con melancolía. El castaño al ver los ojos de su amada decaer, se sentó en la cama, apoyando su cuerpo en la cabecera de esta misma y haciendo que la mujer reposara en su pecho.
—No te alteres, no lo haré. No hasta que todo esté en calma.
—Pues eso tardará. Ya ves que ahora habrá una celebración solo para ellos y aún así no se atreve a decírtelo.
—¿Estás segura de lo que dijo Legrand?
—Muy segura, y si eres incapaz de creerme lo sabrás está misma noche.
—Te creo. —expresó con seguridad haciendo que la rubia le sonreirá y posara sus labios con los del joven que gustosamente aceptó.
Nuevamente se unieron entre sus besos incontrolables, olvidando aquél tema que luego de unas suaves caricias pareciera nunca haber existido aquella controversia.
💫🌎💫
—Yo opino que debería de ir por encima del hombro —dijo Emilia a mi lado derecho rascándose la nuca.
—Claro que no, debería de ir sin ellos —contradijo Clara por tercera vez a su gemela.
—Niñas, el vestido está hecho para que los tirantes vayan a los costados, ¿Qué no les enseñé nada? —regaño Ana a sus hijas quienes retrocedieron de mi lado para dar pase a su madre quien acomodó mi vestido.
—Gracias, Ana —reí, suspirando de que por fin las gemelas dejaran de debatir.
—No hay de que. A veces pueden ser intensas, eso lo sacaron de su padre y te lo digo yo. —comentó haciendo que riera junto a ella.
Shawn no dejó que pasará un día más y aprovechó el fin de semana para anunciar a los del parlamento del pequeño evento. Por supuesto, también se les hizo llegar la información a la congregación. Si aquél anunciamiento hubiera sido llevado por mi, probablemente sería capaz de llevar a las gemelas conmigo, sin embargo, no era una fiesta llevado por nuestro propio placer, como lo dijo Shawn, era su deber hacerlo y aunque no lo quisiera, no estaba en mis manos decidirlo.
—Pero si aquí esta la enamorada. Te mataré luego por no decírmelo antes, Neith. —dijo Alexis entrando a mi habitación con los brazos abiertos para luego abrazarme.
—Lo siento, fue muy rápido que ni siquiera me dio tiempo de procesarlo —justifique con una media sonrisa.
—No te preocupes, al final siempre me enteró de todo, querida. —dijo ella encarnando una ceja, mientras daba una pequeña mirada a su vestido de color vino en el espejo —Niñas, espero no estén peleando frente a la novia del jefe que no tendré como defenderlas, ¡oyeron!.
Las gemelas al salir del cuarto de baño, miraron a Alexis con una sonrisa y fueron a abrazarla en menos de un segundo.
—Cuando las regaño, lo menos que hacen es abrazarme. Señorita Ruman, no se como lo hace. —expresó Ana, mientras colocaba el broche de zafiro azul en mi cabello.
—Tiene un título en Psicología, usted dígame, Ana. Que ella ya me domó a mí —bromeó Nash quién está vez apareció en el umbral de la puerta.
—Joven Grier, que sorpresa —sonrió Ana.
—Solo le di tiempo al tiempo para hacerlo, cariño. —dijo Alexis orgullosa de ella misma mientras su prometido caminaba hacia nosotras con una sonrisa amigable.
Me agradaba la idea de ver ahora a Alexis y a Nash más unidos, llegué a pensar que sus vidas serían muy poco felices al verse comprometidos por un contrato y unión familiar, sin embargo, terminó siendo lo contrario pues cada día que pasaba parecían irse enamorando más y más.
—Shawn tenía razón al decir que los colores oscuros resaltaban tus ojos, Neith. Aunque con cualquier atuendo pareces llevar al mismo amazonas en tus ojos. —comentó Nash, sintiéndome halagada por ello. No había duda que la familia Mendes tenía un buen dialecto y aún más cuando se trataba de cumplidos.
—Señorita, Brand. Usted y su belleza se llevan hasta el último hombre más atractivo, de no ser que ya se llevó a uno. —dijo Clara cabizbaja haciéndome reír por lo bajo.
—Oh, Clara. No te pongas celosa, aún tengo muchos cumplidos guardados si quieres uno. —comentó Nash hacia la niña haciendo que esta se sonroje.
—Gracias, Nash. —dije ganándome su sonrisa.
—Ahora que tienes una relación con mi primo, puedo ser más abierto contigo sin que me maten. —dijo él soltando una risa por lo bajo.
Una parte de mí deseaba ver a Niall entrar por esa puerta y me llamé en el modo que él solía hacerlo pero parecía mucho pedir. Desde la última vez que lo vi en el bar no supe más de él, estaba segura que el comunicado de hoy le había llegado, sin embargo, no lo había visto aún ni en los pasillos de esta mañana, por lo que me vi en la necesidad de preguntarle a Nash.
—¿Cómo está él? —pregunté en voz baja mientras el sonido de las voces de las gemelas y Alexis nos acompañaban.
—No te preocupes por él, lo está empezando a aceptar de la mejor manera. Creo que estar trabajando en sus propios proyectos lo está ayudando. —respondió con un suspiro al final de la oración.
—¿Crees que venga hoy? —cuestioné con una ligera esperanza en su respuesta pero el ojiazul solo me sonrió con melancolía y negando ligeramente la cabeza.
Miré hacia abajo, asintiendo, aunque no quisiera que las cosas fueran de aquella manera tenía que aceptarlo, después de todo eran los sentimientos de su hermano, no los míos.
—Señor Mendes —oí decir a Ana en forma de saludo llamando mi atención y viéndolo entrar.
—Un gusto, señor —saludaron las gemelas al unísono.
—Gracias por su ayuda, se lo agradecemos mucho. —dijo Shawn amablemente.
Las niñas y su madre alistaron sus cosas mientras Shawn se acercaba a nosotros.
—¿Se encuentran todos en el salón? —preguntó Nash hacia su primo.
—Si, y es hora de que ustedes también. —respondió.
—Linda forma de botarnos, primo. También te queremos. —expresó Nash haciéndome reír mientras esté le daba palmaditas en el brazo para luego tomar a Alexis de la mano e irse al mismo tiempo que Ana y sus hijas.
—Estaba segura de que Garret vendría por mí —murmuré mientras una de sus manos colocó un mechón de mi cabello detrás de mis hombros.
—No niego que habrá momentos en que lo hará pero la mayoría del tiempo ahora seré yo quien toqué tu puerta aunque de todas maneras puedo entrar. —dijo mientras yo suspiraba al recordar la vez que lo hizo.
—Todo el tiempo que quieras —respondí aceptando aquél comentario mientras relamía mi labio inferior.
—Neith, no hagas eso que puedo quitarte ese vestido ahora mismo y sabes que no me gusta llegar tarde. —expresó levantando mi mirada con su dedo índice obteniendo una vista de mis ahora rojizas mejillas.
—Adoro tu fuerza de voluntad, no se como puedes soportar luego de quitarme ese vestido en el baño y ayer que llevé solo una falda. —admití observando como elevaba una ceja.
—Lamento si anoche no te di lo que esperabas pero para lo quiero hacerte se necesita más que un sencillo sofá —susurró antes de darme un pequeño beso en los labios. —Vámonos antes de que se empiecen a preguntar por nosotros.
Sonreí, colocando mi mano en el antebrazo de Shawn y por consiguiente salimos de mi habitación con dirección hacia el salón que no se encontraba muy lejos.
Y como dijo Shawn, todos ya se encontraban ahí. Al vernos llegar, el salón se lleno del ruido de los aplausos de aquellas personas mientras nos adentrábamos al lugar, no conocía a la mayoría de los presentes pero no hacía falta saber de qué eran los mismos que estuvieron en la fiesta de compromiso de Shawn y Rebecca, lo cual dio un revoloteo en mi estómago pues cuando casualmente me presente en aquel pasado evento sus miradas no fueron amigables y ahora que me encontraba a lado de Shawn, esas miradas cambiaron.
Tal vez por eso se refirió a la idea de recibir los mismos privilegios. Tan sólo supe que estaba en el mar de la hipocresía y esperaba no ahogarme en ella.
La orquesta llena de instrumentos como el piano, el violín y el arpa, comenzaron a sonar, dando inicio a la fiesta. Los meseros empezaron a ofrecer una copa de vino a algunos invitados mientras la otra mitad se adueñaron de la pista de baile al compás de un vals.
—¿Me permite este primer baile? —preguntó Shawn al colocarse frente mío estirando su mano hacia mí.
—Con mucho gusto —sonreí tomando su mano.
Él me llevó hasta el centro de la pista, colocando su mano derecha entre mi espalda y mi cintura, mientras que con la otra mano tomó la mía elevándolo a la altura de nuestros hombros para luego ir al ritmo del lento baile.
—Sé que está demás decir que no es una fiesta perfecta pero quiero que entiendas algo desde ahora. —me dijo haciendo que mi sonrisa se desvaneciera y que mi angustia saliera a flote —Hay muy poca gente que tiene mi confianza y en esta sala hay gente de sobra que no la tiene. Ahora mismo te ven como una nueva carnada, aprende en quien confías, incluso conmigo. Conectas fácilmente con la gente, no dejes que tu sensibilidad predomine y estarás bien.
—No podría desconfiar de ti, nunca. —le dije mirándolo hacia sus ojos quienes me miraban como si estuvieran buscando algo en ello y por un momento lo sentí perdido pero aquello no duró mucho.
—Lo sé —sentenció en un susurro.
—Perdón por interrumpir, ¿Podría bailar con su dama, señor? —cuestionó un hombre que no aparentaba más de los cuarenta años.
No tenía idea de quien era pero Shawn le concedió aquel pedido, antes de que se fuera me dio una pequeña mirada de complicidad, recordando lo que me había platicado anteriormente. Cuando se fue, di una pequeña sonrisa al hombre quien ahora ocupaba el lugar de Shawn en el baile.
—Es un placer conocerla, señorita Brand. Mi nombre es Hans, espero no haber sido inoportuno —comentó con una áspera voz.
—No se preocupe, esperaba conocer personas nuevas hoy —le dije mientras este me daba una sonrisa.
—Que bueno, la mayoría construye conexiones por este tipo de eventos. Me alegra ser uno de los primeros que conoce.
—¿Conexiones? ¿A qué se refiere?
—Ya sabe, alguien que pueda ayudar a sus proyectos, invertir en nuevas ideas de negocios, una contribución mutua señorita. Otorga una ayuda para obtener otra. Ambos ganan. —respondió.
—Es bueno saberlo. Debo suponer que usted ya los tiene.
—No se equívoca, los tengo. Soy dueño de un negocio en fabricación robótica, muchos de mis servicios están empleados aquí pero está de mas decir que no se compara con la del señor Mendes, que para ser tan joven nada se le va de las manos.
Su aspecto era serio y su voz notaba un tono despectivo, aunque se esforzaba en sonar amigable, intimidaba con tan sólo su mirar.
—Desconozco su poder pero no me cabe duda de que es alguien muy inteligente como para sobrellevarlo.
—Me sorprende que no lo sepa, señorita. Su padre sembró un gran monopolio en su país, y sin duda educó a un joven que puede seguir llevándolo al pie de la letra. Esperemos que pueda seguir haciéndolo cuando lleguemos a nuestro destino. —dijo al final con un lento suspiro.
Quise dirigirle la palabra nuevamente pero la música terminó y como consiguiente nuestro baile también. Hans se retiró dándome las gracias por el baile y Shawn volvió conmigo para llevarme hasta la mesa donde había cientos de postres.
—No trates con él. Al menos no para asuntos importantes. —me advirtió.
—Entonces, ¿porqué dejaste que bailará con él?
—Porque se supone que confío en él, con cualquiera del parlamento aún si tienen cargos menores como Hans. Así funcionó siempre, hacerles creer que tienen un vínculo contigo cuando no es así. —explicó en un susurro.
No supe que decir, pues Shawn lo tenía todo controlado y lo sabía aún más luego de aquél argumento.
—Señor Arnault —escuche decir a Shawn detrás de mis espaldas y por inercia volteé hacia esa dirección para ver de quién se trataba.
—Joven Mendes, hace mucho que no hablamos. Les presento a mi hija, Danea Arnault. —dijo haciendo un ademán hacia la chica de vestido floreado quién venía hacia nuestro lado.
—Al fin lo conozco, doctor —mencionó la chica de ojos azules con una sonrisa que resaltaba su labial rojo —Espero haber sido una buena primera impresión —añadió al terminar de estrechar su mano con la de Shawn.
—Lo mismo digo —acordó, sintiendo una extraña sensación en mi pecho al observar que aquella mujer quedó impresionada ante él.
—Señorita, ya veo porque el joven se fijo en usted, es decir, además de ser muy bonita es una mujer muy inteligente. He visto algunos de sus trabajos, y aunque no soy ningún genio en ello, me ha fascinado. —comentó el señor Arnault sintiéndome halagada.
—Muchas gracias, significa mucho —agradecí con una sonrisa.
—He oído que trabajan juntos, ¿no es así? —cuestionó Danea y aunque aquella pregunta fue para nosotros, su mirada solo se enfocó en Shawn.
—Si, así es. No es algo que tengamos que ocultar si así lo pensaba. —contestó Shawn.
—De hecho no lo sabía, de ser así hubiera reclamado ese puesto antes. —dijo ella soltando una sonrisa no muy gustosa.
—No se lo dijimos a nadie en su momento. Neith fue especialmente escogida, no dejaría que nadie al azar estuviera conmigo, menos si no la conozco antes. —comento el castaño haciendo que lo mirará al instante por aquella última respuesta.
—Tiene razón, señor Mendes. Danea puede ser algo inoportuna a veces, no deja pasar ninguna oportunidad cuando la ve. —expresó Arnault con una ligera sonrisa mientras miraba a su hija quien ahora se encontraba avergonzada.
—Dirijo parte de la empresa de negocios de mi padre. Aunque no es mucho, puedo decir que sobresalgo en ello. Pero debo resaltar que mi parte favorita se la lleva él pues dirige las más importantes marcas de ropa. —dijo Danea mientras cogía entre sus manos una copa de champagne que uno de los meseros le ofreció.
—Está más decir que ese vestido que utiliza fue mandado de mi parte. De no ser por el señor Mendes jamás hubiera sabido que modela muy bien mis colecciones. —mencionó Arnault con una voz suave.
—No sabía que eran suyas. —dije sorprendida.
—Siempre son un regalo para ti —susurró Shawn hacia mí.
Sonreí ligeramente ante ello. Aún no procesaba aquella idea sobre qué Shawn confesó haberme conocido antes de aquel momento en el Hangar o simplemente yo estaba exagerando pues su padre y él me citaron por lo que era bastante obvio que hayan tenido algunas referencias sobre mí. No quise ser inapropiada al preguntarle sobre ello aquí por lo que decidí esperar, al menos hasta que acabará la fiesta.
—¿Cómo la dejaron entrar? —escuché decir a Danea con molestia al verla mirar hacia la entrada del salón.
Shawn y yo volteamos hacia aquella dirección, cayendo en cuenta que se trataba de Emilia, pude diferenciarla al ver sus ojos grises y aquella actitud asustadiza al ver a aquellas personas a su alrededor. Sus manos cargaban aquel collar que Shawn me regaló y por inercia llevé una de mis manos hacia mí pecho descubierto, confirmando por mi misma que no lo traía conmigo.
—Disculpen —murmuré y sin pensarlo camine hasta Emilia quien desesperada buscaba entre la gente un rostro familiar.
—Neith — dijo aliviada al encontrarme. Sonreí. —Olvidaste tu collar y vine aquí, espero no haber incomodado a tu novio —mencionó ella preocupada haciendo que riera mientras negaba con la cabeza.
—No es nada, todo está bien —coloque mi mano en su hombro tratando que se calmara para luego ver la comisura de su labio levantarse —¿Quisieras ponerlo en mi cuello y así puedas ir con Clara de nuevo? —cuestione pues sabía que Emilia no se sentía cómoda estando aquí por lo que ella asintió alegre por ello.
Me agache un poco hasta su tamaño, sus brazos rodearon mi cuello, sintiendo de pronto el frío del metal del collar avisándome que ahora estaba en su lugar.
—Adiós, Neith —dijo Emilia dándome un pequeño abrazo para luego irse corriendo del lugar.
Reí enternecida al verla irse, al menos ella cumplía lo que yo deseaba hacer en ese momento. Una vez que Emilia desapareció de mi campo visual di media vuelta buscando a Shawn en el lugar que me encontraba antes pero ni él ni Danea estaban ahí. Solo pude diferenciar al señor Arnault quién miraba hacia la pista de baile y solo me quedó por descubrir lo que admiraba, encontrando a su hija bailando con Shawn.
Aunque la mirada de este último no expresaba nada más que seriedad, Danea lucia estar en el mismo paraíso, con una sonrisa de oreja a oreja me hizo entender que no estaba nada disgustada con la persona que tenía en frente. ¿Estaba sintiendo celos?, posiblemente. Danea era hermosa, ¿Quién no caería por ella?.
Suspiré, llevando mi mirada hacia la mesa donde me encontraba anteriormente, me dirigí hacia aquella dirección escogiendo cual de toda la comida me daría el gusto de probar, era tanta que se me hacía imposible escoger.
—¿Qué tal, señorita amazonas? ¿Admirando su creación? —escuché decir a Nash quién ahora estaba a mi lado.
—Solo busco que comer, Nash —dije mientras reía por su comentario.
—Es tu fiesta, bueno, su fiesta. ¿Por qué parece que estas en una tormenta ahora? —preguntó.
—Solo acepté esta fiesta por el deber de Shawn. No conozco a nadie de aquí y todos parecen tan...
—¿Estirados? —preguntó Nash con un tono divertido.
—Iba a decir otra palabra pero tu lo dijiste mejor —admití —¿Conoces a la chica con la que esta bailando? —cuestione mientras metía un pequeño trozo de fresa a mi boca.
—Lo básico, ¿Porque?, ¿La reina amazona está celosa?. —dijo él dándome un ligero empujóncito con su codo mientras volteábamos hacia las personas quienes bailaban.
—No... Solo tenía dudas.
—Haré que te creo. Pero no hay razón para estarlo, mi primo siempre escoge algo por una razón y cuando lo tiene nunca lo deja en la deriva.
—Eso espero.
💫🌎💫
—Tienes que dejarla de ver.
—¿O si no que?
—O si no dañaras a tu hermana, eso te caerá peor que un simple golpe y lo sabes.
—Ella se enamoró de alguien que no debía, ¿Y yo no puedo hacer lo mismo?.
—¿En verdad eres tu? Creí que tu hermana estaba por encima de todo.
—Y lo está, pero no puede decirme a quien debo o no amar. Me mintió, Harry.
—Ni siquiera sabes porque lo hizo. Neith no es tonta, pero tu al contrario lo eres demasiado así que intenta que al menos no lo sepa.
—Lo sabrá porque al contrario de ella, no quiero secretos.
—Y yo estaré ahí porque el idiota de su hermano no se comporta como uno.
Aquí capítulo nuevo ❤️
¿Les agradaron los nuevos personajes? Las leo
Harry es un sol hasta en la ficción.
¿Quién creen que sea la chica de la que habla Harry? Creo que es algo obvio o no... ? 👀
Bastaa, ahora si, quiero decirles que ¡llegamos a los mil votos! 🎉😭 tal vez no sea una cifra tan grande comparado con otras obras de esta plataforma pero me emociona mucho que tantas persona hayan leído esta historia aunque sea un capítulo, no saben lo importante que es para mí y obviamente también se los debo a ustedes ❤️ muchas gracias por leerme 💫
espero que les haya gustado el capítulo, no se olviden de votar y comentar, las amo❤️.
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