002.





╰┈➤Lizzie abrazo su cuerpo, sintiendo el frío recorrer cada célula.

El ambiente permaneció tenso.
Un nuevo auto, y un nuevo novio para Sara.
A comparación de Marvin, este no hablaba mucho y no tenían intención de encender la calefacción.

Su vista permaneció en la mano de su hermana, justo la pierna del chico.

Lizzie no pudo evitar imaginar tener a alguien para hacer eso.
Alguien te lleve a dónde quieras con solo pedirlo, alguien que esté dispuesto a tí.
En sus 19 años jamás tuvo novio.
Siempre tan coibida y prácticamente huyendo de los chicos.

A través de los vidrios diviso la pista, el lugar lleno de autos y música haciendo eco en el auto.
Chicas semidesnudas bailando, al contrario de ella con jeans y suéter con líneas de colores horizontales. 
Le gustan las rayas.

Sara le había prometido que esa no era una fiesta, sino, una carrera de autos.

Aparcaron en una zona alejada del centro, casi en la oscuridad.
El enfado de Sara aumentó por alguna razón desconocida, moviendo sus caderas bruscamente hasta el centro.
Lizzie miró al chico esperando que la siguiera, sin embargo, lo encontró recargado sobre su capo y con un polvo blanco sobre su nariz extremadamente roja.

Jadeó.
Asustada corrió hacia el centro, buscando personas e iluminación.

Varias veces fue impactada e insultada por intentar caminar entre las personas.
Lo que se convirtió en una ola de personas intentando observar la carrera, Lizzie fue empujada con brusquedad, tambaleando y casi llegando al suelo húmedo.
No sin antes ser atrapada por unos brazos, se levantó asustada encontrando a la persona menos esperada de su noche.

Marvin.
Este le sonrió como pocas veces había visto estando con su hermana.

—Son algo bruscas las personas.— dijo, aludiendo a la multitud.

Lizzie asintió.
Volviendo a intentar cruzar, de nuevo.
Está vez fue detenida, su brazo aprisionado por Marvin.

—No me iría por ahí, de nuevo.— Lizzie miro su brazo y luego a Marvin, quien de inmediato lo quito. —Vamos a las gradas, tengo entradas.

Marvin señalo las gradas, un lugar elevado para ver con exelente vista la carrera.
Sin opciones, aceptó.
Avanzaron hasta la entrada, dónde un hombre con lentes y semblante serio los recibió.
Marvin mostró las entradas, dejando el acceso libre.
Una ves arriba, se dió cuenta del enorme espacio del lugar.
A lo lejos una laguna señalando lo alejado de la cuidad.

—¿Viniste con alguien?— se atrevió a preguntar Marvin, con los brazos sobre la barra.

Lizzie asintió.
Buscando con la mirada a su hermana, muy probablemente con su grupo de amigos.

—Mi hermana y su...

Lizzie quiso golpearse, muchas veces.

—No te preocupes, ella y yo ya terminamos.— comentó Marvin, sin importancia.

Una ola de gritos comenzó cuando un auto deportivo cruzo la línea, seguido de otro.
La mayoría de las personas gritando y festejando.

—¿Te gustan las carreras?— Interrogó mirando de reojo, sacando una cajetilla de cigarrillos de su bolsillo.

Lizzie negó, sosteniendo la barra temiendo caer.
Su afición por las alturas era nula.

Marvin ofreció un cigarrillo, teniendo la misma repuesta negativa de Lizzie.

—Chica sin vicios y de casa, en un lugar como este.— una rueda hecha de humo salió de los labios de Marvin, llevando consigo la mirada fascinada de Lizzie.

Inevitablemente río.
Más ruedas salieron, cada una más pequeña que la otra.
Lizzie parecía entretenida, asombrada y curiosa.
Atrapó el humo con su mano, consiguiendo una sonrisa contagiosa.

—Mhm, obligada.— comentó evitando la mirada. Volviendo al tema.

En la línea de salida, un auto deportivo muy costoso hizo presencia con su inigualable motor.
De color lima, muy llamativo.

—El rey de la fiesta.— Comentó Marvin con una pisca de ironía, al notar la atención de lizzie.

La puerta se abrió dejando ver a un tipo alto, de ropa oscura recibiendo muchos alagos.
Besando a varias chicas alrededor.
Tom kaulitz.

Lizzie retrocedió de manera inconsciente, quedando al otro extremo del barandal. Sintiendo el frío metal contra su piel atraves de la delgada tela.

—Y-Yo... Necesito irme.

Avisó, saliendo de inmediato.

Sin tiempo de detenerla, Lizzie se fugó.

Corriendo lejos de las gradas, chocando con algunos.
Volteando hacia atrás, temiendo que alguien la siguiera.
Llegando a un punto vacío, un lugar lleno de autos vacíos y basura en el lugar.
Se detuvo a pensar, buscando una manera de permacer ahí. Dónde nadie la buscaría.
Coches de todo tipo, de todos colores.
El miedo invadió cuando el sonido de un auto hizo presencia, corriendo entre los coches hasta quedar de espaldas a una camioneta.
Alineando su respiración y con la mirada alerta.

El sonido desapareció para su alivio.
Dió pasos hacia atrás con la vista en la carretera, hasta que su cuerpo golpeó algo muy duro.

—Te encontré.—  susurraron en su oído, creando un escalofrío que le recorrió la espina dorsal.

Antes de gritar su boca fue tapada con su mano.
La otra en su cintura evitando que escapara.

Lizzie intentó gritar, correr.
Sin embargo, la diferencia de altura y peso fueron notorias.
Llevándola a una esquina oscura, aumentando su miedo e intentado forcejear.

Su cuerpo impacto contra un auto bruscamente.
Dando la vista a su agresor, el novio de su hermana.
Quien la aprisionó comenzando a besar su cuello de manera salvaje.

—N-No, por favor.— pidió entre lágrimas, intentando apartarlo ocasionando su agarre más fuerte.

Su mente se nubló, incapaz de creer lo que su cuerpo sentía.

Tocó su cuerpo, levantando levemente su blusa.
Harto de la situación, con violencia lanzó su cuerpo al suelo.
Tomando posición sobre ella, restringiendo cualquier movimiento.

—No, no, no. Por favor.— pidió de nuevo, ahogada en lágrimas al notar como se abría el cierre.

El sabor de la sangre le inundó cuando le propinó un golpe.
Aumentando sus sollozós.
Su cuerpo se comenzó a sentir pesado, con su única vista al chico ahora en ropa interior.
Quería apartarlo, golpearlo y mutilarlo.
Sin remordimiento y con placer.

Su cuerpo de estremeció cuando noto su mano en su pantalón, intentando bajar el cierre.
Su mirada se hizo más borrosa, dejo de sentir su cuerpo pesado.
Como si ignorara al chico sobre ella.
El cuál había dejado de sentir, había dejado de tener asco.
Casi en la inconsciencia pudo notar a más personas, discutiendo.
Solo una observándola, el chico misterioso adueñándose de sus sueños.






















La delgada línea entre lo que pensamos y, lo que hacemos.

Conciente e inconsciente.

Un pensamiento no equivale una acción, lo cordura se divide cuando no se distingue.

Cordura.
Cordura.

—Sam cubrió mi turno, suele ser tranquilo el día. Este lugar carece de atracciones turísticas, y ni hablar del alcalde. No entiendo cómo sigue ganando las elecciones, bueno si lo sé, todos lo sabemos.
Ese viejo es la corrupción en su esplendor,
¡oh! Y ¿Has visto a su novia? Tiene diez años menos que él.
Jeremy dice que es austríaca y aeromoza, allí la conoció.

El parloteo de su madre continúo durante varios minutos sin esperar respuesta de su hija, como si de una máquina automática se tratase.

Sin tocar el desayuno.

La mirada perdida.

Catatonica.

—Por cierto, no recuerdo escucharlas llegar anoche. ¿Qué tal la fiesta?.

La pregunta despertó sus sentidos.

Fiesta.

Su atención se desvío del punto inexistente.
Conectando la mirada curiosa de su madre.
Sus párpados ardiendo debido a la falta de descanso.

—¿Cuál fiesta?—












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