Capítulo 6


Una vez que sus nervios se hubieron calmado y sus manos dejado de temblar, fue capaz de bloquear con éxito sus recuerdos. Entonces salió del armario y se sentó en el borde de la cama, el libro abierto junto a él. Era casi la hora de levantarse para preparar el desayuno, así que no se molestó en acostarse y dormir. En su lugar, se dirigió a su bolsa de lona y la revolvió hasta encontrar sus cigarrillos y el encendedor. No fumaba mucho, pero ahora sintió el impulso. Con cuidado, abrió la puerta de su habitación y escuchó para ver si alguien estaba despierto, pero no había ruido. De puntillas y descalzo se fue por el pasillo hacia la puerta principal. Se mordió el labio inferior, haciendo una mueca cuando al desbloquear la puerta se oyó un clic que resonó en el silencio ensordecedor. Lo más silenciosamente que pudo, abrió la puerta apenas lo suficiente como para deslizarse a través de ella, sujetándola antes de que pudiera golpear contra el marco.

Se sentó tranquilamente en la mecedora del porche, comenzó a mecerse suavemente con ayuda de un pie y encendió el cigarrillo, inhalando profundamente. Casi dio un suspiro de placer al sentir el humo invadir sus pulmones, la primera picadura era agradable después de estar sin fumar tanto tiempo. Podía oír a los grillos —algunos todavía estaban despiertos a esas horas de la madrugada— y el sutil sonido que hacían en el suelo los cascos de Mantacor. El caballo lo intrigaba. Cada día desde que Off le había hablado del caballo, terminaba de limpiar los platos del desayuno y se iba con él, observándolo moverse por el recinto. Siempre le llevaba algo, una zanahoria, una manzana o daditos de azúcar y el animal había comenzado a darse cuenta de eso. Cada día confiaba en él un poco más y justo esa mañana, Mantacor había corrido hacia la cerca cuando lo vio acercarse.

Una vez que el caballo se comía lo que le traía, se alejaba, pero Gun se quedaba allí y lo observaba. Creía que con el tiempo el caballo se acercaría a él como el primer día, y dejaría que le acariciara el hocico y el cuello. Se sentía un poco culpable por no habérselo dicho a Off, pero si se lo decía, este podría enojarse por desobedecer sus palabras de aquella noche. No quería que el hombre se preocupara por él. No era como si fuera a montar con el caballo por el prado, sólo le gustaba verlo. Eso le consolaba, era como leer un poema u oír una canción hermosa viendo el movimiento del fuerte y elegante cuello, los avances de sus largas patas, la cola elevándose en el aire cuando el caballo hacía cabriolas, o su melena danzando cuando elegía correr. La belleza del caballo desafiaba la fealdad de su cicatriz.

Un ruido a su izquierda lo hizo levantar la cabeza y vio a Off en la puerta, la mosquitera desprendía sombras sobre él.

—¿No podías dormir? —preguntó el hombre con voz ronca.

Gun negó tímidamente y le mostró el cigarrillo. Off abrió la puerta mosquitera y salió al porche, moviéndose para colocarse al lado de Gun en toda su altura.

—Eso es malo para ti, lo sabes.

—Lo sé. Y no fumo muy a menudo. Sólo... —Se interrumpió y miró hacia otro lado.

—Solía fumar, pero lo dejé hace unos tres años. Un amigo cercano de la familia terminó con cáncer de pulmón por fumar durante veinte años. Vimos como se marchitaba poco a poco hasta que murió. Fue una cosa terrible de ver y me hizo darme cuenta que quería estar cerca de mi familia y amigos. No quiero hacerles eso a ellos —dijo Off significativamente, mirando hacia la negra oscuridad que rodeaba la casa.

Gun sonrió tristemente y se inclinó para apagar el cigarrillo en la parte inferior de la barandilla, dejándolo a un lado para tirarlo a la basura. Off le dio una sonrisa de satisfacción y el placer invadió a Gun. No entendía por qué, pero quería hacer feliz al vaquero. Se sentaron en un silencio cómodo por un tiempo, ajustando de vez en cuando el movimiento del balanceo. Off rompió el silencio para explicarle que el domingo sería su día libre.

—Los domingos son los días libres. No tendrás que cocinar y puedes hacer lo que quieras. Leer, nadar... PunPun mencionó que quería enseñarte a montar, así que tal vez podrías hacer eso.

—¿Nadar? —preguntó Gun sorprendido, aunque había visto la piscina en la propiedad.

—Sí, sé que no has explorado mucho, pero tenemos un estanque cercano donde se puede nadar. Tal vez los tres podamos ir y pasar el día allí, hacer un picnic y todo —dijo Off con entusiasmo.

Gun sacudió la cabeza con furia.

—Yo... no sé nadar —confesó, avergonzado de admitirlo ante el hombre.

—Bueno, entonces te podemos enseñar —dijo Off con orgullo y una sonrisa alentadora.

—Yo... supongo que estaría bien —dijo, dejando que el hombre se saliera con la suya.

El gran hombre sonrió ampliamente y asintió satisfecho. Se quedó en silencio otra vez, pero poco después Off asombró a Gun.

—¿Quién te dijo que fueras a mi habitación? —preguntó de repente.

—Pero... uh... pensé que también tenía que limpiarla —exclamó Gun—. Lo siento. No era mi intención hacer nada malo. —Sin embargo, cortó su diatriba de palabras cuando vio el destello de burla en los ojos de Off—. No seas malo —advirtió en voz baja—. Creí que había hecho algo mal.

—Aww. Lo siento. No pude resistirme. Gracias. Sé que soy un poco vago. Pero mayormente es por falta de tiempo para hacerlo todo —suspiró Off—. Te lo agradezco muchísimo. Realmente no tienes que limpiar. Sé que Arm te lo dijo porque sabe lo ocupado que estamos en estos momentos y nunca tenemos la oportunidad de hacer la limpieza de la casa y demás. Por lo general, una señora de la ciudad viene un par de veces a la semana, pero ha estado enferma, por lo que todo se ha acumulado.

—No te preocupes. Si solo tuviera que cocinar mi mente no tendría nada que hacer. Lo disfruté. Y tengo que decirte que tu habitación era la peor de todas. —Gun arrugó la nariz mirándolo, sin darse cuenta de lo lindo que se veía o de los pensamientos que de repente corrieron a través de Off.

Quería besarlo.

Off se aclaró la garganta y sonrió tímidamente.

—Ya te lo dije. Soy un poco vago. Cuando era niño, mamá siempre me tenía que amenazar para que limpiara mi habitación. Los días cálidos prefiero estar al aire libre en lugar de dentro, e incluso los lluviosos.

Continuaron hablando un poco más. A Gun le encantó poder ver un lado de Off que no había visto, el lado lúdico. Cuanto más conocía al hombre, más atraído hacia él se sentía. Se le ocurrió que cuando saliera de Montana lo más probable es que se iría dejando atrás su corazón. En la última semana, había visto a Off tratarlo con amabilidad y respeto, tratar a los animales y los caballos con mano suave, e incluso tratarlo a él con la misma ternura. Haciendo caso omiso de sus pensamientos sobre cuando se marchara, se levantó y se estiró, bostezando.

—Tengo que ir a preparar el desayuno, de lo contrario, podría trastornar a la manada.

Off miró al chico por un momento, estudiando su forma delgada y su elegancia de movimientos. El impulso de inclinarse y besarlo había sido fuerte, pero también sorprendente. No sabía cómo manejar esos pensamientos y emociones que tenía cuando el joven estaba a su alrededor. Se trataba de un territorio nuevo para él. Además, el chico no estaba exactamente a gusto con que lo tocaran. Todavía tenía más de dos meses y medio para entender y obtener la confianza de Gun. Esperaba que en ese corto período de tiempo pudiera conseguir también sus afectos.

—Creo que voy a darme una ducha y vestirme. El día de hoy va a ser largo. —Dicho esto, se levantó y permitió que Gun entrara primero en la casa. Sus ojos se sintieron atraídos por su trasero esbelto, un trasero que a sus manos les gustaría explorar a fondo.

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El sábado transcurrió pacíficamente. Gun terminó de lavar la ropa de Off, la dobló y lo guardó todo, incluso sus calzoncillos y ropa interior. Todavía se sentía raro por manejar la ropa interior del hombre, pero se suponía que todo era parte del trabajo. Cuando terminó de lavar los platos de la cena estaba agotado, apenas podía mantener los ojos abiertos mientras lavaba. Tan pronto como guardó el último plato, se fue a su habitación, cayó en cruz sobre la cama, y se desmayó en un sueño profundo, muy profundo.

El sonido de alguien tocando la puerta de su habitación lo despertó después del primer sueño reparador que había tenido en mucho tiempo. Se levantó de la cama y abrió la puerta para encontrarse con la mirada de Off. Este le sonrió suavemente y poco a poco se acercó y apartó un mechón de su cabello hacia atrás.

—Hora de levantarse. —Asintió tontamente y se volvió para entrar en el cuarto de baño contiguo, cerrando la puerta detrás de él.

Off se rio en voz baja por la imagen que había mostrado el joven, su expresión suavizada por el sueño, el pelo revuelto como si... Su aliento se enganchó con la idea que acababa de traspasar su mente, y sacudió la cabeza para alejarla. Se dio la vuelta y se dirigió a la cocina para preparar la comida de los tres.

PunPun bajó por las escaleras unos momentos más tarde.

—¿Dónde está Gun?

—Todavía está preparándose. Creo que finalmente durmió toda la noche —le dijo en voz baja.

—¡Eso es genial! A veces lo oigo por las noches, moviéndose por su cuarto —confesó ella, su expresión preocupada.

Off asintió y continuó con la preparación de varios bocadillos, envolviéndolos y colocándolos en la canasta de picnic antigua que su madre siempre había amado. Luego añadió los restos de ensalada de papas del día anterior, platos de papel, servilletas, tenedores y algunas de las galletas que Gun había preparado. Colocó la cesta en la puerta principal, agarró el termo pequeño y puso algunas latas de soda y botellas de té helado antes de cubrirlas con hielo. Agregó esas cosas al lado de las que estaban en la puerta, una manta y toallas. Estaba cargando el camión cuando Gun llegó caminando por el pasillo, bostezando de cansancio. Parpadeó como una lechuza cuando vio que todo estaba hecho.

—Debiste haberme dejado hacerlo —se quejó.

—No te preocupes, todo el mundo merece un día de descanso —dijo Off, arrojando la manta y toallas en su brazo—. ¿Estás listo? Espera, ¿no tienes pantalones cortos?

—¿Huh? —Gun miró hacia sus pantalones vaqueros, una rodilla rota y la otra deshilachada—. Oh... no. No me gusta usar pantalones cortos.

—Aquí, sujeta esto y espera un minuto. —El vaquero le puso la manta y las toallas en sus brazos y subió las escaleras de dos en dos de nuevo a la segunda planta. Treinta segundos más tarde bajó corriendo las escaleras y le dio un par de pantalones cortos a Gun—. Estos deberían quedarte bien. Son de cuando estaba en la secundaria.

Gun se quedó mirando el pantalón azul y blanco que Off le tendía. La idea de llevar algo que había estado cerca de la piel del hombre, envió un estremecimiento a su conciencia y de mala gana tomó la ropa. Rápidamente se dio la vuelta, corrió de vuelta a su habitación y cerró la puerta detrás de él. Apoyó la espalda contra la dura madera y se quedó mirando otra vez los pantalones cortos. Un escalofrío corrió por su espina dorsal. Tratando de no hacerle caso, se quitó las zapatillas y los pantalones vaqueros y se metió en los pantalones antes de ponerse sus vaqueros de nuevo sobre ellos. En medio de volverse a poner sus zapatos, se congeló. Nadar significaba que tendría que quitarse la camisa y entonces verían... No, no podía, no lo permitiría. No así. Se dejaría su camisa y nadaría con ella. Una vez decidido eso, cogió una camiseta adicional del armario antes de volver a la sala de estar.

—¡Muy bien! Entonces, vámonos —dijo Off, feliz de poder pasar algún tiempo con Gun. Tal vez esta sería su oportunidad para conocer al chico un poco más—. Ya que no montas a caballo, iremos en el camión.

Gun estaba agradecido de que PunPun se hubiera sentado entre Off y él. Tratando de esconder su evidente alivio, mantuvo su expresión cuidadosamente en blanco y miró por la ventanilla cuando el vehículo se puso en movimiento. No les llevó más de cinco minutos llegar a la laguna, y miró a su alrededor con curiosidad mientras se deslizaba del asiento, observando el gran estanque, un par de árboles a su alrededor, y las montañas a su espalda. Estaba impresionado por la belleza y no podía dejar de mirar a su alrededor.

—Lo veo exactamente de la misma manera cada vez que vengo aquí —dijo Off suavemente, llegando a su lado y mirando la tierra con una expresión de orgullo.

—Nunca he visto un lugar más hermoso —dijo Gun con asombro, sus dedos tenían ganas de escribir mientras miraba la bruma blanca que se aferraba a la punta de la montaña. Deseó haber llevado su cuaderno de notas. Inclinando la cabeza hacia atrás y hacia la derecha, miró a Off, que estaba observando toda la extensión de tierra con una mirada contenida en su rostro—. Realmente amas esto, ¿verdad? —preguntó.

—Sí. Mucho. —El vaquero inclinó ligeramente la cabeza para mirar a Gun—. ¿Estás listo para comenzar tus clases de natación?

A regañadientes, Gun asintió y siguió al hombre hacia el agua. Se quitó las zapatillas y los pantalones. Mientras estaba allí, en pantalones cortos, los pies descalzos, y la camiseta, se volvió y prácticamente dejó de respirar. Off se había despojado de su ropa y solo llevaba sus pantalones cortos, su muy bronceado y musculoso pecho, que se ondulaba con sus movimientos, brillaba a la luz del sol. Gun tragó saliva mientras se le secaba la boca por la repentina invasión de lujuria que se apoderaba de su cuerpo. No notó la mirada especulativa que le dio PunPun mientras miraba a Off. Sacudiendo la cabeza, miró al suelo y saltó con sorpresa cuando la profunda voz de Off se apoderó de él.

—¿No te vas a quitar la camisa?

—N... no. Yo, eh... me quemo fácilmente —mintió descaradamente, no deseaba pasar la vergüenza de que vieran su cuerpo.

—Oh... bien. Bueno. ¿Por qué no entras en el agua hasta la cintura? ¿De acuerdo? —Off fue hacia el agua, entrando en el líquido oscuro. Siguió caminando, con un suspiro de placer cuando el agua fría golpeó su piel ardiente. Pronto se encontró con que el agua le llegaba hasta el pecho y se volvió para ver a Gun de pie, vacilando en la orilla—. Vamos —gritó.

PunPun nadaba en el agua, manteniendo sus ojos en Gun mientras iba en círculos alrededor de su hermano. Ella sintió una cierta tensión, casi similar a la química, entre su hermano y Gun. ¿Era posible que Gun estuviera enamorado de su hermano? El chico tenía miedo de los hombres, por lo que no tendría sentido. ¿Verdad? Lo vio caminar lentamente hacia el estanque, con los ojos fijos en la superficie mientras seguía avanzando hasta que el agua le llegó a la cintura y se negó a ir más allá. Nadó hacia él y se detuvo.

—Sigue adelante. Estoy aquí. Apóyate en mi brazo. —Ella lo instó a profundizar más en el agua.

Off se quedó dónde estaba, mirando a Gun y PunPun acercarse a donde él estaba. Una vez que estuvieron a su lado, PunPun soltó a Gun, que todavía yacía pie y empezó a enseñarle cómo mover sus brazos y sus piernas. Después de un tiempo, Gun fue capaz de mantenerse a flote y comenzó a pasárselo bien. Los hermanos vieron con regocijo y un calor embriagador que los inundó, la expresión de auténtica alegría y orgullo. Gun actuaba como un niño pequeño en la mañana de Navidad y sin embargo, había sido algo muy sencillo de conseguir. Eso les enseñó una lección de humildad por lo buenas que habían sido sus vidas y lo mucho que realmente habían sido bendecidos.

Gun se metió de nuevo en las aguas poco profundas y observó como Off y PunPun se salpicaban y mojaban uno al otro. Vio el amor y el afecto que se tenían y sintió envidia. La vergüenza rápidamente lo alcanzó. No era justo tenerles envidia porque él no fuera feliz. Ellos se merecían ser felices. Con un suspiro, dio media vuelta y salió del agua, dejándose caer sobre la manta que Off había extendido. Yació de espaldas mirando las volutas de nubes que pasaban por el cielo y se perdió en sus pensamientos. Poco a poco sus párpados comenzaron a decaer y su respiración se igualó. En unos momentos se quedó dormido sin darse cuenta, girado de lado.

PunPun y Off abandonaron la lucha sobre quién salpicaba más y salieron a almorzar. Se sonrieron el uno al otro al ver que Gun se había quedado dormido. Ambos se derrumbaron sobre la manta al lado de él. Los ojos de Off trazaron la longitud de su cuerpo, estudió sus delgadas pero musculadas piernas y su esbelta parte trasera. Ahí fue cuando se dio cuenta de que las plantas de los pies de Gun estaban cubiertas de cicatrices redondas que parecían quemaduras. Sus ojos se abrieron y su aliento se quedó atrapado ante el pensamiento de qué las habría causado. Su propio padre fumaba cigarros. Off apretó la mandíbula y los labios con rabia. Si alguna vez ponía sus manos en el hijo de puta que había herido a una persona tan amable, lo rasgaría en pedazos y lo enterraría en algún lugar en las montañas donde nadie pudiera encontrarlo. Gun se movió en su sueño y se puso de espaldas, una mano apoyada en el estómago y la otra cerca de Off.

El cowboy fijó sus ojos en la pulsera de cuero y vio cómo se clavaba en la muñeca. Una mancha roja se mostraba en los bordes. En un esfuerzo para que Gun estuviera más cómodo, la desabrochó y se la quitó con cuidado y lentamente, mirando con horror las marcas que había debajo. PunPun dejó escapar un suspiro suave de sorpresa y se llevó una mano a la boca.

—Off —susurró alarmada.

Le dirigió una mirada de silencio y con mucho cuidado le volvió a poner la pulsera, preguntándose qué demonios estaba pasando con Gun. Había viejas cicatrices y marcas que se veía frescas, como si fueran de hacía muy poco. Sus manos se apretaron en puños, la ira corriendo por sus venas. «¿Alguien le había hecho esas marcas?» «¿Se las hizo a sí mismo?» «¿Cómo?» Maldita sea. Se sentía tan impotente, como si no pudiera hacer nada por el hombre más joven. Cuando regresaran a casa, tendría que hablar con él. Alguien tenía que detenerlo antes de que se lastimara seriamente.

Acercó la cesta de picnic y lo sacó todo antes de agitar suavemente a Gun por el hombro.

—Gun, hora de comer. Despierta.

Una voz le gritaba en la oscuridad y Gun abrió los ojos lentamente para encontrarse a Off parcialmente inclinado sobre él. El miedo pasó por él durante un segundo, pero luego se disipó. Miró fijamente a Off, parpadeando varias veces para eliminar el sueño de los ojos.

—Hora de comer, Gun —repitió Off, apartando su mano y apoyándose atrás otra vez.

Gun arrugó su frente. Algo andaba mal. Off tenía una extraña mirada brillando en sus ojos, y su cuerpo estaba tenso, como si estuviera enojado por algo. Sentado, le echó un vistazo a PunPun y vio que estaba pálida y alterada.

—¿Qué pasa? —preguntó con preocupación.

—Nada. Todo está bien. ¿Quieres un refresco o té helado? —respondió Off en un tono monótono.

La cara de Off estaba tensa y sabía que no estaba diciéndole la verdad. «¿Habría hablado en sueños diciendo algo?» «¿Estaban molestos porque no se unió a sus juegos de mojarse o porque se quedó dormido?» Con un suspiro, tomó el sándwich y señaló a un refresco, apoyándose en el árbol detrás de él. Miró a lo lejos a las montañas mientras mordisqueaba el sándwich. Su apetito se había ido y su estómago se retorcía de dolor. Tal vez Off se había cansado de sus problemas. «¿Iba a darle una patada y enviarlo a casa?» Finalmente, renunció a la pretensión de comer y dejó caer el sándwich en su envoltura antes de cerrarlo y colocarlo al lado de él.

—¿He hecho algo mal?

—No. ¿Por qué piensas eso? —La voz del vaquero era dura y sin emociones.

—Debido a que tú estás enojado y PunPun molesta. Es evidente que algo no está bien, y no quieres hablar de eso en este momento. De acuerdo. Pero dime ahora, ¿vas a despedirme y enviarme de vuelta a Nueva York? —preguntó sin rodeos Gun, su voz cansada, sus ojos apagados mirando fijamente los de Off.

—¡No! —exclamaron a la vez—. Nosotros sólo estamos preocupados por ti —continuó Off con cautela—. ¿Cómo te hiciste las marcas en tu muñeca?

Gun se puso rígido y sus ojos se abrieron cuando se dio cuenta de que Off debía haber visto los cortes en su muñeca. Atrajo su brazo con la pulsera junto a su pecho y miró hacia otro lado lejos de los hermanos.

Habían descubierto la cosa de la que estaba más avergonzado.

—¿Cómo lo sabes? —murmuró.

—Te quité el brazalete cuando vi que tenías irritado el brazo. Te lo volví a poner porque no tenía la intención de hablar contigo sobre eso aquí. Pero no quiero que pienses que te voy a despedir. Sólo estoy preocupado por ti y PunPun también —le explicó suavemente, su mirada triste y preocupada—. ¿Por qué tienes esas marcas en el brazo?

Gun apretó el dobladillo de su camiseta, no respondió de inmediato, pero cuando lo hizo, tanto PunPun como Off se sintieron como si el aire los hubiera abandonado.

—Es la única manera de que el dolor desaparezca. Cuando tengo un ataque de pánico, es una reacción refleja a ese dolor. Yo... me hago un corte o un rasguño.

—Oh, Gun —suspiró PunPun, sentándose a su lado para abrazarlo con fuerza. Ella le retiraba el cabello de su rostro con ternura y lo mantenía apretado—. Tienes que parar. En serio, un día puedes hacerte daño. Por favor, hazlo por mí, prométeme que tratarás de parar. Si sientes la necesidad, ven a hablar conmigo o con Off. Te ayudaremos a pasarlo, Gun. Pero por favor, no te hagas daño nunca más. —Ella prácticamente estaba rogándole al final de su declaración, y Gun hundió el rostro en su hombro, avergonzado por sus acciones.

Una mano fuerte vino a descansar suavemente en su hombro y luego la voz de Off le llegó de cerca.

—No es nada por lo que tengas que avergonzarte, Gun. Todos buscamos puntos de salida en nuestras vidas cuando algo nos molesta o nos hace sentir dolor. Pero eso no es una salida saludable. Si necesitas algo, te puedo mostrar movimientos de judo que pueden ayudarte a liberar tu frustración o el dolor. Podemos preparar una zona en la que puedas golpear jodidamente un muñeco de peluche o algo así, cualquier cosa menos esto. —Sus manos viajaron por el brazo de Gun hasta su muñeca, tocando ligeramente la piel justo por encima del brazalete.

Gun se estremeció ante el calor que le atravesó el brazo al sentir la áspera mano.

—Lo siento —se atragantó, cerrando los ojos con fuerza.

—No hay nada más que lamentar —dijo PunPun con fuerza, tirando hacia atrás para mirarlo a la cara—. Sé que no estás listo para hablar con nosotros sobre cualquier cosa que te haya sucedido, y entiendo eso, pero creo que si lo pudieras hacer el dolor desaparecería. A pesar de que solo te conozco desde hace un par de días, siento como si te conociera de toda la vida y realmente nos preocupamos por ti. Incluso si nunca nos hablas de ello, por favor deja de querer hacerte daño. Prométemelo —exigió.

Temblando, se estudió las piernas por un momento, preguntándose si tendría la fuerza para mantener la promesa. Pero lentamente asintió, aunque todavía no los miraba a los ojos por miedo al rechazo o la lástima. No podría soportar que sintieran compasión por él.

—Lo intentaré. —Vio la mirada que le dio PunPun—. Es lo mejor que puedo hacer. Es... una reacción automática, PunPun. No siempre tengo control.

Off había estado en silencio mientras PunPun hablaba, pero esta vez tomó la palabra.

—Por favor, inténtalo. Por nosotros.

Gun asintió y sonrió temblorosamente a Off.

—Lo haré.

Los hermanos parecieron respirar de alivio y comenzaron a bromear, incluyendo a Gun, hasta que terminaron el almuerzo. Finalmente, se dirigieron al rancho. PunPun le dio instrucciones de cambiarse de ropa y estar de vuelta en el establo en veinte minutos, o iría a por él. Gun se rio de sus palabras, sabiendo que no tenía fuerzas para obligarlo. Continuó riéndose mientras se giraba y se movía hacia la casa, sin darse cuenta de los ojos verdes que lo miraban y la forma en el que el sonido de su risa afectaba el dueño de esos ojos. 

🔥 𝕭𝖑-𝖋𝖎𝖈𝖘

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