Capítulo 2


A la mañana siguiente, Gun se levantó de la cama a las tres y media para empezar con el desayuno y preparó montones de huevos revueltos, crepes, gofres y patatas fritas, junto con pan tostado y sémola de maíz, esperando a que los hombres llegaran. Uno de los hombres lo vio cuando pasó por la cocina y fue hacia él, apoyando un hombro en el marco de la puerta para ver trabajar a Gun.

—Así que tú eres el que ha estado haciendo todos estos deliciosos alimentos —le dijo, mirando con admiración a la forma pequeña.

Gun gritó alarmado y se giró hacia el hombre, antes de tartamudear. —S... sí.

Aunque no era tan grande como Off, el hombre era mucho más alto que Gun. Tenía unos ojos marrones que lo miraban de reojo como si estuviera interesado, haciéndolo tragar duramente cuando la bilis le subió a la garganta. Una raya roja se destacaba en su frente, donde el sombrero de vaquero descansaba durante el día. Gun mantuvo con cautela un ojo puesto en el extraño y empezó a lavar las ollas y sartenes que había utilizado para hacer el desayuno. Los sonidos de los hombres que llegaban se filtraron hasta la cocina y el hombre se apartó de la puerta.

—Ni nombre es Mike. ¿El tuyo? —preguntó, moviéndose un poco más cerca, sus ojos mirando la forma en la que el muchacho temblaba ligeramente. Se lamió los labios mientras iba hacia él. El temblor de Gun aumentó e hizo que su polla se endureciera, presionando contra la cremallera de sus ajustados pantalones vaqueros. Mike se sentía como un zorro cazando a un conejo, oliendo el miedo que emanaba de su presa.

—G... Gun Atthaphan —murmuró de nuevo, alejándose más cada vez que el hombre daba un paso.

—Bueno, Gun Atthaphan, para ser un chico eres ciertamente agradable a la vista —murmuró Mike mientras se empujaba más cerca del joven, pasando la punta de su dedo por el pálido antebrazo en una caricia que Gun no deseaba—. ¿Crees que tú y yo podríamos pasar pronto un tiempo juntos? Podría enseñarte placeres con los que nunca has soñado.

Mike se inclinó hacia adelante para tratar de capturar sus labios, pero Gun giró la cabeza y trató de huir. El hombre entornó sus ojos con cólera por el rechazo y olfateó el delicado cuello delante de él. —Hueles bien chico. Tal vez te tome a ti para el desayuno.

Off se acercó al comedor con una sonrisa cuando oyó a todos los hombres hablar con admiración. El sonido de un plato rompiéndose en la cocina llamó su atención, se giró y salió del comedor. Inmediatamente se dio cuenta de la escena delante de él. Un plato estaba hecho pedazos en el suelo, Gun encogido contra el mostrador y Mike inclinado sobre él sugestivamente, con una mano en la minúscula cintura de Gun.

—Mike —ladró Off con dureza, con los ojos brillando peligrosamente—. Ve a desayunar y después al trabajo —gruñó advirtiéndolo y el hombre retrocedió como si sus pies estuvieran en llamas.

—S... seguro, jefe. —Mike salió de la habitación rápidamente.

Gun respiró profundamente. Pánico puro corría por sus venas. Apenas registró que Off se acercaba, ni los movimientos del hombre recogiendo el plato. Los recuerdos saquearon su mente y su cuerpo, dejándolo como un revoltijo de temblores y estremecimientos.

—¿Gun? —Escuchó esa voz profunda, gimió, y levantó los brazos para protegerse la cabeza a la espera de los golpes que nunca llegaron.

—Oye, ¿Qué es todo esto? No voy a golpearte. Shh. Sólo relájate. —Esa voz como la miel líquida se apoderó de él por la ternura, la sorpresa y el cuidado que refleja en su interior, algo que Gun no había escuchado en mucho tiempo. Sintió la mano del hombre descansando en su hombro, se estremeció, y un grito salió de su garganta.

Off sintió cómo su pecho se apretaba con pena y otra indefinida emoción. Si no lo hubiera sospechado ya, habría sabido con certeza en ese momento, que el adolescente había sido objeto de abusos por parte de hombres grandes, y que estos lo aterrorizaban. Se apartó con cuidado.

—¡Gun! —gritó bruscamente, tratando de llamar la atención del niño.

El penetrante sonido trajo a Gun de vuelta y se dio cuenta de que se había perdido otra vez. Cerró los ojos avergonzado.

—Lo siento. ¿Quieres que me vaya?

—¿Qué? No. Solo no olvides el almuerzo al mediodía —dijo Off tranquilamente antes de salir de la cocina.

Gun escapó a la soledad de su dormitorio y se acostó en la cama mirando al techo. Su cuerpo aún temblaba por la sobrecarga de terror y un dolor de cabeza comenzó a formarse detrás de sus ojos. No llevaba aquí ni un día entero y ya había estado cerca de tener un ataque de pánico. Con los puños apretados en las sábanas alrededor de él, sintió el pinchazo de las lágrimas en las esquinas de sus ojos. Se colocó en una bola, tiró de sus rodillas hasta su pecho y envolvió sus brazos alrededor de ellas. No quería decepcionar a Arm ni a Off y eso lo sorprendía. Aunque sólo habían pasado dieciséis horas, le importaba lo que pensara Off. Por último, se las arregló para sentarse sin el impulso de vomitar y bajó cuidadosamente de la cama, tropezando hacia la cocina para terminar de lavar los platos de la mañana y empezar a preparar la siguiente comida.

Para el almuerzo, hizo unos enormes y kilométricos sándwiches y un enorme bol de ensalada de papas para los chicos. Una vez que los tuvo hechos, los puso de nuevo en el refrigerador para más tarde y empezó a limpiar la zona del comedor. Había una gran mesa en el centro de la sala con decenas de sillas apiladas alrededor de ella y un aparador colocado en la pared más cercana a la puerta de la cocina. Las paredes estaban pintadas de blanco, y había muy pocos adornos, sólo pequeñas pinturas aquí o allá.

La sala de estar parecía ser una zona cómoda y la más utilizada. Dos grandes sofás mullidos, muy gastados por haber sido usados durante mucho tiempo, ocupaban la mayor parte del espacio. Una mesa de café de madera, estaba situada frente a los sofás, llena de marcas y golpes. Una chimenea dominaba una pared, con una mecedora y una butaca, junto con una estantería que dominaba la otra pared. Se acercó y leyó los títulos. Le gustaba la lectura porque le daba ideas para sus canciones y le permitía escaparse de la realidad. Aunque Gun tenía su cuaderno de notas lleno de canciones, nunca le había mostrado sus letras a nadie. La timidez y el temor de su propia decepción mantenían sus esperanzas fuertemente atadas en su interior.

Se trasladó a la chimenea para ver con curiosidad las fotos en la repisa. Había fotos de hombres que no reconocía, pero sí reconoció a Off. Cogió una y la estudió. Off parecía joven en la foto y estaba a lomos de un caballo negro, sosteniendo las riendas con orgullo. Todo sobre el alto vaquero le recordaba a un león: el aire de confianza que lo rodeaba, la ondulación de sus músculos cuando se movía, la melena rubia arenosa, e incluso la forma elegante en la que caminaba. Su dedo trazó la silueta de Off en la foto y suspiró, poniéndola de nuevo en la repisa de la chimenea. Nunca podría tener una relación normal, incluso si quisiera. Su ansiedad siempre lo arruinaría todo.

Decidió limpiar mientras esperaba que los hombres llegaran a almorzar, limpió el polvo, barrió y fregó. Su mente se cerró mientras trabajaba, y cuando oyó el roce de las botas a lo largo de la terraza, el comedor, la cocina y sala de estar brillaban bajo el sol de la tarde. Gun se apresuró a sacar y poner los sándwiches, platos, cubiertos y el bol de ensalada de papas en la mesa antes de escapar a su dormitorio. Oyó como sacaban las sillas de la mesa, y como reían y bromeaban. Las profundas voces zumbaban a través de la madera de la puerta de su dormitorio.

No pasó mucho tiempo hasta que oyó un golpe en su puerta y se estremeció, preguntándose si Off habría cambiado de opinión. Se levantó fatigosamente de donde había estado sentado en el suelo, y dejó su cuaderno de letras a un lado para ir a abrir. Off estaba detrás de la puerta con un plato y un vaso de leche en la mano.

—Te he traído algo de comer antes de que los hombres se lo terminen todo —explicó Off con voz ronca, sus ojos se fijaron en las ojeras que rodeaban los ojos de Gun y después pasaron al libro de composiciones en el suelo.

Gun, vacilante, tomó la comida de Off.

—Gracias —susurró, todavía no era capaz de mirar a esos hermosos ojos verdes.

Un grito de asombro subió de su garganta cuando un fuerte dedo se deslizó debajo de su barbilla para levantarle la cabeza.

—Si alguno de mis hombres te vuelve a molestar, solo ven y dímelo, ¿de acuerdo? Yo trataré con él —le ordenó Off severamente, con su expresión seria.

Gun tragó con nerviosismo, pero asintió, la sensación de la piel callosa de los dedos que rozaban la delicada piel debajo de su barbilla, le dejó una sensación de hormigueo cuando Off se apartó. Sus ojos cayeron inmediatamente a sus pies antes de hablar.

—Lo siento, rompí otro plato.

Off metió su puño en el bolsillo de sus vaqueros, tratando de borrar la sensación que le había dejado la suave piel del chico. No sabía lo que se había apoderado de él para tocarlo, ni por qué había estado tan enojado por la mañana cuando vio a Mike cerca de él. Eso lo dejó confundido, y no le gustó la sensación de desequilibrio.

—Está bien —dijo con brusquedad antes de girar sobre sus talones y alejarse.

Gun lo miró hasta que desapareció al doblar la esquina. Luego cerró lentamente la puerta y regresó a su asiento en el suelo. Puso el plato en la mesilla de noche, no tenía la más mínima hambre después del malestar de la mañana. Metió la mano detrás de su espalda y tomó su cuaderno de notas para empezar a escribir de nuevo. Después de un tiempo, la casa se calmó y pudo oír a los hombres gritando en los corrales una vez más. Se puso de pie y se estiró, bostezando mientras arrastraba los pies hacia la cocina. Limpió los platos apilados ordenadamente junto al fregadero, los secó y guardó para la siguiente comida. Cuando terminó, no estaba seguro de lo que quería hacer. Miró por la ventana y vio un gran caballo blanco en uno de los corrales exteriores. La curiosidad hizo que sus pies se movieran, y en unos instantes, estaba fuera de la cerca, observando las cabriolas del caballo alrededor de la zona cerrada. Trotaba cerca de él, pero no lo suficientemente cerca como para que lo tocara.

Lo miró con recelo, moviéndose sin cesar a lo largo del recinto. Parecía estar descontento por estar allí.

—Sé cómo te sientes —murmuró, acercándose para colocar sus manos en la valla—. Atrapado. Yo... Como tú, nunca seré libre de nuevo.

El caballo parecía que asentía a sus palabras y se acercó con cautela un poco más a él. Gun sonrió y apoyó la barbilla en la parte superior de sus manos que estaban en la valla. Observó los bailes y las carreras del caballo, que siguió arrastrándose más y más cerca de donde estaba Gun. En poco tiempo el animal estuvo a su alcance, mordisqueándole el pelo. Por primera vez en años, se echó a reír, ya que le hizo cosquillas, el sonido era extraño para él. El caballo relinchó y golpeó su nariz contra la mejilla de Gun, que levantó con cuidado la mano a la frente del caballo y empezó a frotarlo. El caballo resopló de nuevo, causando que Gun diera un ligero salto. Se quedó mirando al animal un poco más de tiempo, disfrutando de la situación poco exigente, y sin miedo.

No mucho tiempo después, regresó a la cocina para empezar los preparativos de la cena. Decidió hacer algo fácil y preparó dos grandes ollas de lasaña, tres cuencos grandes de ensalada César y panes de ajo que había hecho desde el principio. La cocina olía maravillosamente por el aroma de la cocción de los alimentos que impregnaba la casa y salía fuera por las ventanas abiertas. Concentrado en su cocina, Gun, no oyó como la puerta se abría y se cerraba, ni el sonido de las botas a través de la casa. Dejó escapar un grito de alarma cuando una voz habló a sus espaldas.

—Bueno, Off lo ha hecho, ha conseguido un chef de lujo —arrastró las palabras una voz femenina y él se giró a su alrededor para encontrar a una chica de su edad en la puerta. Ella sonrió por su sorpresa—. Supongo que no te ha hablado de mí.

—N... no —balbuceó Gun, estudiando a la chica delante de él. Era muy bonita, con el pelo largo y rubio hasta la cintura, recogido en una trenza que en ese momento colgaba sobre uno de sus hombros y unos grandes ojos verdes que brillaban con diversión. Sus labios estaban pintados de rojo y la sonrisa sólo los hacía parecer más perfectos.

—Soy PunPun. PunPun Jumpol, su hermana. —Ella dio un paso más en la cocina, le tendió la mano, y él la tomó suavemente, agitándola gentilmente antes de liberarla.

—Soy Gun —replicó con cautela. No es que le asustaran las mujeres, pero tampoco estaba muy a gusto con ellas. No tenía ninguna experiencia con el sexo opuesto. Eso y que le faltaba la confianza necesaria para intentarlo, a causa de la cicatriz en su cara.

—Bueno, Gun. He oído que Off fue y te trajo de cocinero, pero estoy sorprendida de que resultaras ser un hombre. Y yo que pensaba que tendría la oportunidad de tener una amiga. —Ella suspiró dramáticamente, aleteando sus pestañas y riéndose alegremente.

Sus ojos se abrieron y se sonrojó intensamente, el color rojo se extendió desde su cuello y a lo largo de sus mejillas, por lo que su cicatriz destacaba aún más.

—Yo... Lo siento.

—No te disculpes. —Olfateó con admiración—. No, si sabe tan bien como huele, no estaré decepcionada en absoluto porque seas un hombre. Desde luego, estoy segura de que Off lo estará ya que ha pasado mucho tiempo desde que tuvimos suerte.

Ella soltó una carcajada, sin darse cuenta de la súbita tensión de Gun.

—¿Necesitas ayuda con algo?

—No, gracias. Sólo tengo que hacer el postre. —Sus pensamientos se vieron atrapados en las palabras acerca de que Off estaría decepcionado por su género. No entendía por qué la idea lo molestaba, casi lo hería. Empujó lejos la sensación que se aproximaba, junto con otros pensamientos que lo atormentaban, sonrió débilmente y se trasladó a su alrededor para encontrar los ingredientes para el pastel de manzana que pensaba hacer.

—Por lo tanto, Gun, ¿te gusta bailar? —preguntó, apoyando los codos en el mostrador de la isla en el medio de la cocina.

—No sé bailar —admitió a regañadientes mientras reunía los ingredientes para el pastel.

—¿Qué? —Exigió ella empujándose sobre el mostrador—. ¿No has bailado nunca? ¿Country, baile lento? ¿No? —Su asombro lo hizo sentirse avergonzado.

Disimulando, se encogió de hombros y siguió con sus preparativos.

—Bueno, mientras estés aquí, tendremos que cambiar eso. El viernes por la noche te llevaré al bar de Jackson, junto a la autopista. Es uno de los mejores honky-tonks (bares donde sonaba música western swing) de este lado del Mississippi.

—Yo... yo no sé. Sólo he venido a trabajar, no a divertirme —protestó, su mente vagó de nuevo hacia las palabras que Off le había dicho el día anterior. El hombre asumió que le gustaba salir de fiesta y si salía con PunPun, parecería que le había mentido. Además, PunPun era la hermana de Off. Dudaba que al hombre le gustara que un tipo jodido como él se involucrara con su hermana—. No creo que sea una buena idea.

—Pshh. Si estás preocupado porque mi hermano no lo apruebe, te equivocas. Sabe que puedo cuidarme. Además, estás demasiado flaco para ser capaz de aprovecharte de mí. Estoy construida como un caballo de carreras, igual de musculosa. —Lanzó la trenza que tenía sobre su hombro a su espalda y continuó—. No sólo eso, además no eres mi tipo. Lo siento pero me gustan los chicos más altos que yo. —Ella le dio una mirada de disculpa, ante lo que él resopló. Eso no lo molestaba.

PunPun no lo dejó. Se quedó en la cocina, hablando con él, aunque no le contestara. Ya que era una charlatana, él era el compañero perfecto.

—Hey, Gun...

—¿Sí? —respondió mientras limpiaba los mostradores y ajustaba el temporizador para las tartas.

—¿Cómo te hiciste esa cicatriz? —preguntó con curiosidad.

Gun se puso rígido. Todo su cuerpo se congeló en el lugar, y cerró sus ojos apretándolos. Su intento de reprimir sus recuerdos falló y lo golpearon, abriendo las heridas emocionales que nunca se habían curado y haciendo que las físicas, aunque curadas después de tanto tiempo, palpitaran en su memoria.

—¿Gun? —Su cálida voz parecía que venía de un largo camino desde un largo túnel. Cálida y preocupada—. ¿Gun? ¿Estás bien? —Ella colocó una mano sobre su hombro y lo sacudió un poco.

A pesar de que inconscientemente sabía que la mano pertenecía a PunPun, no pudo detener su caída al suelo y enrollarse en una bola, a la espera de la paliza que preveía que vendría.

—¡Jesús! ¿Gun? ¿Qué está mal? Oh, Dios mío.

Se arrodilló a su lado y empezó a frotar su espalda confortablemente.

—Vamos, Gun —canturreó con voz suave y dulce tratando de que volviera de cualquier lugar al que se hubiera ido. Está bien. No tienes que decírmelo. Siento haberte preguntado. Hey, uh... ¿Quieres que te enseñe a montar? Eso sería genial, ¿eh? O puedes enseñarme a cocinar. Soy terrible en eso. Quemo hasta el agua, Off me lo dice constantemente.

PunPun empezó a divagar contándole cosas de su trabajo escolar y del dormitorio en el que había vivido, de sus amigos y lo que quería hacer con su vida. El ataque comenzó a disminuir a medida que escuchaba su voz suave, agradable, y la forma en que fluía suavemente sobre su cuerpo y su mente. Los latidos se ralentizaron y las heridas emocionales comenzaron a soldarse de nuevo por el momento. Después de un tiempo, se dio cuenta de todo a su alrededor, la vergüenza por su pérdida de control debido a algo tan pequeño le cayó encima como una cascada.

—Yo... lo siento —susurró retorciendo sus dedos.

Gentilmente colocó sus manos sobre él para detener el pánico frenético de sus movimientos.

—Está bien. Hey, todos cargamos cosas, ¿verdad? Ah, creo que la campana quiere señalar que las tartas ya están, Gun.

PunPun observó como el delgado adolescente se arrastró desde el suelo, pero no se movió de donde estaba arrodillado. La lástima por el muchacho la envolvió. Le entristecía ver a alguien tan frágil debido al abuso. También le disgustaba que alguien pudiera dañar a otro de tal manera, sin importarle dejarle algo más que cicatrices físicas.

—Así que, ¿iremos al baile el viernes por la noche?

Gun aún dudaba, pero hizo un gesto espasmódico, con la esperanza de no estar cometiendo un error.

—Claro —dijo en un hilo de voz, manteniendo su cara lejos de ella.

Un grito salió de ella y de repente lo abrazó por detrás, tomándolo por sorpresa. Sus brazos se envolvieron alrededor de su pecho y ella le apretó fuertemente por una fracción de segundo.

—Me aseguraré de que te diviertas. ¿De acuerdo, Gun? —Ella prácticamente rebotaba por la habitación y aunque él negaba con la cabeza, una pequeña sonrisa acechaba en las esquinas de su boca.

Gun tenía todo preparado y en la mesa cuando los hombres llegaron a cenar. Una vez más, desapareció en su habitación. La decepción estalló dentro de Off, tan aguda que lo sorprendió.

—Off —escuchó su nombre con un grito con alegría y una figura se lanzó contra él. La agarró y giró a su alrededor.

—¡Hey, chica! No sabía que tenías previsto llegar hoy —la reprendió cariñosamente.

—Quería darte una sorpresa —le sonrió felizmente—. Entonces, ¿Cómo va el rodeo, hermano mayor?

—No está mal y volver para degustar esta comida tampoco duele. —Respiró hondo, arrastrando el olor de la comida a su nariz.

—Sí, me encontré con tu nuevo cocinero —dijo ella en voz baja—. Off... Creo que hay algo seriamente trágico en su pasado.

—Me he dado cuenta —bajó aún más su voz—. Sin embargo, no nos corresponde preguntar. Ya lo sabes. Si quiere hablar de ello, estoy seguro que lo hará. Entonces, ¿Cómo va la escuela? —preguntó, cambiando a un tema más neutral.

Se sentó en la mesa a comer, riendo y bromeando con los hombres. La mayoría de ellos la conocían desde que era un bebé y la habían visto crecer junto a Off. La trataban como a su propia hija o hermana. Para su consternación, cuando se trataba de cierto vaquero, no importa lo que hiciera, el vaquero rechazaba sus avances. Su mente seguía a la deriva pensando de nuevo en Gun. Tal vez si se hiciera amiga de él, se abriría. O tal vez no. Si la sola idea de su pasado le hacía daño, ¿sería capaz de hablar de ello?

Los hombres terminaron de cenar con rapidez, hambrientos después de las largas horas bajo el sol. Off se preguntó si el chico habría comido y se levantó para ir a su encuentro, pero su hermana le ganó la mano.

—Voy a llevar algo de comer a Gun. No ha comido nada y estoy segura de que se estará muriendo de hambre —dijo PunPun, tomando un plato que había metido en el microondas para Gun.

Off levantó una ceja y ella lo miró.

—¿Qué? También tiene que comer y sé cómo se ponen los chicos cuando se trata de una buena comida, así que separé un poco para él.

—No te apegues a él, PunPun —advirtió y luego frunció el ceño al darse cuenta de que debería seguir su propio consejo. 

🔥 𝕭𝖑-𝖋𝖎𝖈𝖘   

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