Prólogo

00. 

Ingredientes de la mejor calidad. 

"...Después de horas de ardua labor policíaca, las autoridades han logrado contabilizar a doce víctimas después de ser encontradas por un leñador local. Las imágenes que se muestran a continuación han sido censuradas para resguardar la sensibilidad de los televidentes debido a su grotesca naturaleza…"

—¿Podrías apagar eso? Estoy intentando estudiar —dijo molesto. Su amigo estaba hipnotizado, su boca se abría y cerraba con cada palabra del reportero. 

"...Ninguno de los cuerpos ha sido identificado aún; pero todo parece indicar que esta serie de asesinatos corresponde a un patrón dado que las víctimas presentan lesiones y características físicas similares…"

Taehyung estaba cansado de esto. Cinco días después de ser encontrados los cuerpos y las personas seguían viéndolo como una novedad. No podían pasar ni jodidos cinco minutos sin escuchar a alguien hablar de eso. 

No, su intención no era ser antipático. Era lo más interesante que pasaba en ese pueblo desde hacía años, eso era verdad. Pero simplemente, la idea de que hubiese un loco por allí desmembrando personas por la ciudad ya era lo bastante escalofriante por sí sola como para tener sumada la paranoia de todos los malditos pobladores. 

"...Se recomienda a la población mantener la calma, estar alerta y reportar cualquier tipo de actividad sospechosa a los números de emergencia de la policía…"

Tomó el control remoto de entre las sábanas y presionó el botón de apagado para volver oscura la pantalla ganándose un reproche del chico a su lado. 

—¡Oye! ¿Qué sucede contigo, Taehyung? ¡Estaba viendo eso!

—Pues ya no. —Rodó los ojos y volvió a enfocarse en su libro—. ¿Qué ganas viendo el noticiero? Todo este asunto de los cuerpos es tan... asqueroso. 

—Vamos, ¿Qué pasa? —El nuevo castaño le cuestionó con la mirada—. No me digas que no te parece interesante. Es demasiado bizarro, algo… perturbador.

—Exacto, es perturbador. ¿Qué ganas hablando de eso? 

—Vaya, parece que alguien está asustado. Oh, Taehyung, dijiste que no le temías a nada —se burló de él. 

—Jódete, Min. Solo estoy harto de la relevancia que le da la gente. 

Ambos estaban sentados en la cama; rodeados por papeles y fingiendo que les importaba aunque sea un poco su calificación del viernes. 

—El pánico colectivo no es lo tuyo, Taehyung. No me hagas reír. 

—No miento. Además, el hecho de que tenga que entrar a mi casa y ver un montón de fotografías de cadáveres colgados en un tablero y unidas con un hilo rojo ya es demasiado traumático como para tener que escucharte a ti hablando sobre eso, Yoongi. 

El muchacho suspiró. El trabajo del padre de su amigo siempre le había afectado, y esta vez, claramente no sería la excepción. Él era un imán de cosas malas.

—¿Tú padre está a cargo del caso? —preguntó al ver al rubio dejarse caer de espaldas sobre la cama. 

—Es el sheriff. ¿Qué esperabas? —suspiró—. Él y el resto de los oficiales están desesperados por encontrar algo. Convirtió la sala de mi casa en un centro de investigación, ¡Está demente! 

—Yo solo espero que se den prisa, y atrapen a ese desgraciado.

—¿A quién?

—Ya sabes, al asesino. 

—Te diré lo mismo que le dije a mi padre, Min Yoongi: ¡No hay ningún asesino aquí! Esto no es una maldita película, lo más probable es que simplemente hayan abandonado los cuerpos en el bosque y se hayan largado. 

—Pareces demasiado confiado para alguien que vive tan cerca de ese lugar…

—No es así; pero tener miedo… tampoco sirve de mucho. 

El celular de Taehyung comenzó a vibrar llamando la atención de ambos. Ni siquiera era necesario revisar la pantalla, el rubio estaba seguro que se trataba de su padre así que omitió la llamada y guardó el aparato en el bolsillo de su pantalón. 

—¿A dónde vas? —le dijo Yoongi al verlo comenzar a tomar sus cosas para guardarlas dentro de su mochila—. ¿No saldrías con nosotros esta noche?  

—Son casi las seis; hay toque de queda y debo llegar temprano a casa, ¿Recuerdas? 

Ninguna historia tiene un inicio real. Cada suceso tiene un precedente que empuja hacia el clímax de la ilusión de lo que parece ser un comienzo. 

En un pueblo pequeño y lluvioso, en el que los pobladores se conocían perfectamente unos a otros no debería existir la necesidad de recurrir a este tipo de medidas. Sin embargo, el pánico generado por la situación era el suficiente como para que el sheriff de la ciudad girase la orden para negar la libre circulación de los menores de edad después de las seis. 

Para Taehyung la orden llegó mucho antes y no tuvo que ser escrita, ni legal. Simplemente le gritaron desde la puerta de su habitación que debía regresar antes del anochecer o atenerse a las consecuencias, y siendo sincero, él no tenía ánimos para lidear con su padre. No hoy. Aquella sensación que le atormentaba había sido más intensa desde que despertó en la mañana.

—¿Eso qué? Nadie respeta el estúpido toque de queda. Vamos Taehyung, será divertido. ¿Qué es lo peor que podría pasar? 

—Oh, no lo sé. ¿Qué te parece si le pregunto al tipo que me engendró? Digo, la última vez me castigó dejándome dos días en la cárceleta de la comisaría. ¿Qué crees que me hará si me escapo otra vez? 

—¿Encerrarte tres días?

—Muy gracioso, idiota —dijo mientras se colocaba su chaqueta. Taehyung caminó hasta la puerta de la habitación negando con una sonrisa áspera—. Te veo mañana —terminó antes de atravesar el marco.  

—Cuídate mucho, Kim. —El rubio no pudo escuchar su despedida ni sus últimos susurros—. Por favor. 

La casa de Min Yoongi estaba ubicada en un punto céntrico de la ciudad. A dos calles del centro comercial y una del restaurante más cercano. A diferencia de la suya, que se encontraba casi en el límite de la zona boscosa, en las afueras del distrito. 

Eso significaba que le restaba al menos media hora de camino a pie hasta llegar finalmente a su casa. Podría tomar el autobús hasta la última parada; pero se había gastado el poco dinero que le quedaba en mentas y cigarrillos, así que no, esa ya no era una opción. Lo único que podía hacer ahora  era caminar en medio de la fría tempestad. 

Las personas en la calle se detenían constantemente a mirarle con detalle. Desde hacía las últimas semanas que el nuevo color de su cabello resaltaba entre la multitud. 

Porque sí, de entre todos los tintes existentes, había elegido por simple capricho un rubio cenizo que hacía ver su piel más pálida de lo que era. Después de que Yoongi cambiase su cabello de negro a castaño; se vio completamente tentando a imitarlo, llevándole así a transformar sus oscuras hebras en angelicales hilos de oro blanco. 

Estaba fascinado con su nueva imagen; pero estaba comenzando a hartarse. Sí, desde hacía dos semanas que se sentía increíblemente incómodo por todas esas miradas sobre él, perennes sobre su espalda. 

El trayecto a casa era largo, el frío de diciembre comenzaba a azotar cruelmente contra sus huesos al caminar. Y aunque no quería llegar a casa, aumentó la velocidad de sus pasos para salir de las calles lo antes posible.

Intentaba ser racional; pero en el fondo sabía que su temor era legítimo, él siempre tenía miedo. Tampoco podía juzgar realmente a los pobladores, después de todo, él había visto con sus propios ojos toda esa carnicería. 

No, no se trataba de las fotografías en su casa ni de las imágenes censuradas del noticiero. Eran él y su padre, en la patrulla dirigiéndose a casa de regreso de la comisaría.

Un sábado en el que era regañado como siempre, uno en el que pasaron de largo su casa para adentrarse en el bosque después de que el intercomunicador de la patrulla les anunciara una situación. El viento helado que golpeó en su rostro recorrió su cuerpo dejándole tales escalofríos que aún se mantenían con él, como una señal de advertencia en su médula espinal.

Cerraba los ojos y volvía a verlo. Los cuerpos desnudos, pálidos, de ojos abiertos y partidos del pecho hacia abajo. Colgados con ganchos a los árboles como si de carne de carnicería se tratase. Sin víscera alguna, y con trozos de carne arrancados de las piernas en medio de los finos cortes específicamente en muslos y senos. 

Mojados; no por la lluvia ni la descomposición, sino por el tiempo que aparentemente permanecieron congelados.

 Las pequeñas gotas que se deslizaban hasta caer una a una en la tierra, pasaron lo suficientemente desapercibidas como para que una de ellas cayera en su cuello, esa sensación y el olor a putrefacción en el aire le tenían completamente traumatizado.

Agitó la cabeza; debía dejar de pensar en eso. Taehyung sacó sus audífonos para evitar tener que hablar con las personas, se los colocó temblando mientras se aferraba a su chaqueta preso del helado clima. 

Cualquiera creería que después de tanto tiempo de vivir en esa comunidad sería más amigable con los vecinos; pero siempre le fue imposible. No caería de nuevo.

Su padre permanecía en el trabajo, la culpabilidad de sus años infantiles le perseguía hasta la fecha y su madre vivía en las habitaciones de los vecinos. Regresar a su casa era volver a encontrarse con un nuevo problema de cual le harían responsable sin serlo.

La cuesta que debía subir para llegar a su casa parecía ser más sublime que un tormento durante la fría temporada. El calor producido por el esfuerzo le abrigaba durante algunos minutos hasta llevarle a descansar en medio del camino.  

En su calle no habían más de cinco casas. La suya, que era la más cercana al límite del bosque, otras tres habitadas por parejas mayores que llevaban años en el pueblo, y la última justo al lado de la suya, una casa amarilla que durante años tuvo en su jardín delantero una estaca con el anuncio de "en venta". 

Era un lugar grande, y lujoso, lo sabía porque durante el tiempo que se mantuvo deshabitada entró infinidad de veces para escapar de la suya, fue por mucho tiempo su escondite especial. Por su elevado costo nunca creyó que alguien realmente fuera a comprarla; pero como siempre, se equivocó. 

Volteó la cabeza cuando pasó frente a la propiedad. Tenía una mirada en su espalda que no podía ignorar, giró la primera vez sin notar nada peculiar, y la segunda, cuando la puerta se azotó llamando su atención, se quedó perplejo a no encontrar nada nuevamente. Alguien lo estaba observando, lo sabía, podía sentirlo. Conocía a la perfección el sentimiento de ser perseguido. 

Estaba a pocos metros de su casa; debía entrar ya. Sólo debía cruzar esa puerta, comenzó a correr mientras buscaba sus llaves en el bolsillo de su chaqueta. 

Volteaba constantemente. Quizá solo estaba siendo paranoico. Quizá solo estaba cansado, quizá…

Apretó los ojos cuando su pecho chocó contra otro cuerpo, tambaleando hasta caer en la acera. Sacándolo del pánico que sentía para llenarlo de ira.

—¿¡Qué demonios te pasa!? —gritó al levantarse, molesto y sin intención de conseguir una respuesta. 

—Eres muy distraído al caminar, no fue mi intención... —Esa voz se arrastró, casi tartamudeando; pero la expresión del chico era dura. 

Taehyung levantó la vista para observar al muchacho con el que chocó, pero en su rostro no había pena, ni arrepentimiento. Era casi como lo hubiese hecho a propósito. 

—Piérdete, chico —le dijo empujándolo para pasar a su lado. 

No sería la primera vez que un chico hacía algo estúpido para llamar su atención. Y a juzgar por lo tímido que lucía su nuevo vecino, era muy probable para Taehyung que cruzarse con él fuera intencional. 

Su miedo había desaparecido. Entró a su casa, ignorando las fotografías de la sala y subió por las escaleras sin encontrarse con ninguno de sus padres.

Los gemidos que provenían de la habitación principal de la casa le dieron el gran y fuerte mensaje de mantenerse lejos de esa puerta. Después de todo, ver a sus padres follar solo añadiría un trauma más a su lista. 

Entró a su habitación; dejó su mochila en el suelo y se acercó a la ventana. La había dejado abierta por la mañana, y lo único que quería era dejar de temblar por el frío. 

Tenía una visión perfecta de la casa contigua. Curioso, contempló la habitación que alguna vez quiso para él ahora llena de las pertenencias de alguien más.

El hijo de sus vecinos estaba sentando en el balcón leyendo, el mismo pelinegro que lo había empujado. Su rostro se veía relajado, y la línea recta que formaba con sus labios al leer resaltaba perfectamente sus facciones. 

Taehyung negó con la cabeza. Ese chico era un idiota si creía que necesitaba hacer cosas como chocarse con él para llamar su atención. Sus piernas largas y grandes manos era llamativamente provocadoras, sí, era lo bastante guapo para conseguir al rubio. Pero tímido en su defecto, pensó, y para su mala suerte, a Kim nunca le gustaron las personas serias, mucho menos tímidas. 

Cerró las cortinas junto con la ventana cuando el bullicio en el pasillo se tornó demasiado fuerte como para ignorarlo. 

Había gritos que sonaban por toda la casa; confundido, salió rápidamente de su habitación para encontrarse con su padre gritando y golpeando a un tipo medio desnudo en las escaleras. 

"Oh, mierda", pensó. Los gemidos que escuchó no eran necesariamente sus dos padres. 

—¡Suéltalo ya! —gritó su madre al ver a su padre doblegar al sujeto. Lo había esposado y lo llevaba a rastras hacia la puerta.

—¿Tengo que aguantarme a tu amante en mi casa? ¿¡Es eso lo que estás pidiéndome!?  

—¡Sí! ¡Eres tú quien no me da el maldito divorcio! 

—¡Firmé esa mierda hace meses! Debiste irte de esta casa hace mucho tiempo, mujer.  Pero no lo has hecho, ni siquiera has empezado el proceso legal.

—Eso no te da derecho a joderme todo el tiempo, Kim. 

—Mientras vivas en esta casa mantén la decencia, por una vez en tu vida. Hazlo. 

Taehyung estaba quieto, paralizado, en el marco de la puerta de su habitación. Los tres adultos bajaron las escaleras sin percatarse de su presencia allí.

Él les siguió en silencio, siendo testigo de la riña frente a sus ojos. Su padre echó al hombre desconocido de su casa y al cerrar la puerta continuó gritando, dando alaridos que le sorprendieron.

El rubio ni siquiera sabía que sus padres iban a divorciarse. O que ya lo estaban, realmente no entendía esa parte pero joder, ¿No pensaban hablar con él de algo como eso? Quería llorar pero no lo haría porque sabía no valía la pena. 

Ella alzó una mano para darle una bofetada al mayor y él la sujetó de los hombros.

—¡Me das asco! —gritó su madre. 

—La única razón por la que dejo que sigas aquí es porque Taehyung te ama, aunque seas la persona más despreciable de ciudad.

—Es su culpa que esté amarrada contigo. De tu incapacidad para actuar como su padre, dejaste que pasara. ¿Y ahora yo tengo que soportar estar aquí? 

—¿¡Qué sucede contigo mujer!? 

—Lo sabes. Siempre ha sido su culpa. 

—Yo fui quien tuvo que cargar con toda esa basura. No pretendas que te entienda. 

—Te convertiste en un demente por su culpa y yo no he dormido una noche en paz en años desde que él... 

—¡Nadie habla de eso en esta casa! No intentes mezclar las cosas. 

—Sí —intervino Taehyung llamando la atención de ambos—, mis errores no tienen nada que ver con que su matrimonio no funcione y que ambos sean una completa mierda. No es mi culpa que el remordimiento les joda la existencia. ¿No puedes dormir? Pues qué crees, yo tampoco. Es más, aún puedo olerlo. Incluso puedo sentirlo. Así que deja de victimizarte. 

—Hijo… —su madre dio un paso al frente, intentando tocarlo. 

—¡No! —Se alejó—. Si quieres irte hazlo, no me interesas, así como es obvio que yo no te intereso a ti. 

—¿Esto es lo que buscabas, cierto? —habló el mayor, confrontándola a ella. 

Taehyung rodó los ojos. La hipocresía en ese lugar era demasiado grande.

—Tú deberías callarte. Si esta familia está jodida es en gran parte culpa tuya, así que no finjas ser inocente, papá. 

Se dio la vuelta y caminó hacia la puerta posterior, aquella que llevaba hacia el jardín trasero. Tomó fuerza para salir, siendo capaz de escuchar a uno de los dos decir: "Esto empezó por ti después de todo."

Azotó la puerta detrás de él. Agitado al caminar por el jardín, ni siquiera entendía la necesidad de tener uno, detrás de esa cerca no había más que kilómetros de follaje verde. 

No quería estar en ese lugar, pero dado que ya no tenía acceso a su antigua guarida; simplemente se sentó en viejos columpios que se movían lento. 

¿Qué tan culpable era? Habían pasado años. ¡Años! Taehyung trataba de olvidarlo, ¿Por qué los demás simplemente no podían hacer lo mismo?

Luchó por no llorar. Se había convencido a sí mismo de que podía soportarlo pero ahora no podía ni creer en sus propias palabras cuando las lágrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas. Una a una hasta convertirse en un mar. 

¿Era realmente culpable? No lo sabía, quizás era una víctima pero eso no lo hacía sentir inocente. 

Una mariposa y una corbata roja. El recuerdo que gobernaba entre todos sus traumas. 

—¡Necesito salir de aquí! —gritó al cielo acongojado, su voz se quebró al gemir en medio de su llanto estando ya demasiado triste para razonar. 

Pero no esperaba obtener una respuesta. 

—¿Qué te detiene?

—¿Quién está allí? —dijo trémulo, casi con miedo. 

—¿No crees que el frío es bastante cruel? Deberías entrar a tu casa —habló desde la oscuridad del jardín. 

—¿Perdón?

Taehyung limpió sus lágrimas y levantó la vista. Los columpios en el patio trasero de su casa nunca lucieron tan sombríos, ni tampoco tan desolados ante el viento que hacía rechinar las cadenas.  

Ese pelinegro parecía intentar acercarse a él, aquel rostro que emergió desde las sombras era el mismo que veía desde su ventana.

—Estás temblando; lloverá pronto y eso te hará sentir peor. —Su mirada estaba fija sobre él—. La lluvia no es buena para alguien triste como tú y llorar, solo hace que tus ojos luzcan aún más grandes de lo que son —dijo acercándose a la barda de madera que dividía ambas casas. 

—¿Yo, triste? ¿De dónde sacas eso? —cuestionó con más descaro que intriga, negando con sus ojos evidentemente llorosos. 

—El cielo me dice cosas. 

—¿Ah sí? ¿Y qué te dice? —se burló.

—Cosas sobre ti, sobre el mundo y sobre el dolor. —Taehyung se impacientó por su tétrica voz, eso no era normal—. Bueno, eso y que desde la cocina de mi casa se puede escuchar a tus padres pelear. 

El rubio soltó un suspiro, debió suponerlo. El temor en su mente desapareció cuando se permitió concentrarse con su perfil. 

—Es patético, ¿No? Parece que todo el vecindario lo sabe. 

—Los adultos siempre pelean; la sangre hierve y ellos... no saben controlarla.

—La humanidad es asquerosa.

—Lo es, pero eso ya lo sabes bien. 

—¿A qué te refieres? —incómodo.

—Soy bueno leyendo a las personas, es solo una impresión mía. Pero no puedo sacar demasiadas conjeturas cuando aún no he tenido el placer de estar contigo.  

—¿Y ahora qué? ¿Dirás qué viniste aquí para animarme? 

—No, de hecho vine porque me cansé de  observarte de lejos. Quería... escucharte respirar. O tocarte, pero parece que eso será más difícil. 

—Eres demasiado extraño. 

—Lo sé; pero dadas las… circunstancias me parece que debo ser directo y decirte que esta no es una ciudad segura para un rostro tan hermoso como el tuyo. 

—¿Esa es tu forma de ligar? ¿Qué pretendes, chico? Escucha, este no es el momento.  Además siquiera te conozco en realidad —dijo hastiado. 

—Cierto, olvidé presentarme. —Soltó una vaga sonrisa—. Mi nombre es Jungkook, y… me gusta tu cabello. Pero créeme, me encantaría tener tu corazón. 

Intentó contenerse pero la insistencia del chico le robó una sonrisa. Kim supo desde el primer instante que algo estaba mal en él al verlo ser tan de decidido y metódico; pero aun así, le sonrió al muchacho naturalmente errando como siempre al darle el beneficio de la duda, sin percatarse siquiera de la mancha oscura en su camiseta y las vendas de sus manos. 

—Taehyung, Kim Taehyung. 

Jungkook sonrió. Y quitó descaradamente el seguro que mantenía cerrada la entrada de la cerca dando la vía libre a entrar a su casa. 

—¿Vienes, Taehyung? —alzó la mano invitándole a seguirlo—. Están molestos, a ellos no les importará si te quedas en mi casa por hoy. 

El chico asintió levantándose del columpio. Quizá debió escuchar a Yoongi, quizá debió pasar la noche con él. Porque entonces nunca se habría atrevido a poner un pie en esa casa de nuevo ni mucho menos junto a ese chico.  Pero necesitaba alejarse de allí, quería estar al menos por unos segundos en su antiguo refugio. 

—Gracias, supongo —le dijo cuando pasó por su lado. Deteniéndose por breves instantes frente a Jungkook.

 Y para su mala suerte; ante los ojos del menor de los depredadores, él lució como una muñeca rubia, de ojos grandes y piel sedosa. 

—Tu rostro es muy bonito de cerca. Tu carne parece de porcelana. 

—¿No querrás decir mi piel? —se jactó.

—Créeme, sé bien lo que dije. 

Después de todo, Taehyung era justo el tipo de joven que los Jeon invitarían a cenar. 

























Contenido homosexual. 

Mayoritariamente ficción.

Advertencia, temática sensible: Canibalismo. 

Si te ha gustado la idea tanto como a mí cuando me animé a escribirla déjamelo saber en un comentario o con un voto. 

De antemano gracias por leer. 

Manténgase con vida. J.S. 

 






















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