~Parecer adulto~
He vuelto y he actualizado, yes.
SI WATTPUTO NO SUBE EL CAPÍTULO YO ME MATO ¿VALE?
Este fic, al igual que el de Ikanaide está basado en un rol con mi diosa (COFCOFMISAKICOFCOF) por ello mismo están (Cómo dije) dedicados a ella y verán varios fragmentos que ella escribió tal cual... Excepto los prólogos e introducciones. Esos son 100% míos. (?)
Por ello mismo... ¡CRÉDITO A ELLA TAMBIÉN, POR AYUDARME! ¿Esto cuenta como fic hecho en equipo? Ni idea, solo sé que sin ella no lo hubiera desarrollado tanto (Mezclamos ideas de cada quien.) y se lo debo <3 Mil gracias y pásense por sus fics ¡Ella es mil veces mejor que yo!
¿Eh? ¿Que si haré el mismo anuncio en todos los capítulos? Claro que lo haré. No pararé de recordarle que esto es gracias a ella >:v
Aclaraciones: *Originalmente hoy iba a subir el reencuentro y eso pero... El capítulo me quedó demasiado largo para eso. Sobrepasé mi límite sin quererlo, así que tendrán este y pronto el del regreso de Ivlis. Mil perdones, espero que no les importe eso y que no lo veamos ni a él ni a Satanick por hoy.
*Ideaba dividir un solo capítulo en dos y eso pero... Quería tratar dos cosas diferentes y mostrar más de la familia flamas antes. Sé que ya debería ser momento del encuentro pero... Hey, que pasaron dos años para eso en el fic y hacer solo cuatro capítulos resumiendo dos años es poco.
*Tuve que eliminar algunas cosas de este capítulo para ponerlas en el otro, ya que quedaban mejor.
¿Ya les he dicho que los amo? ¡Los amo por seguir este fic de mierda! :')
-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-
-Entonces... Espadas y lanzas nuevas ¿Eso es lo que necesitan por ahora? -Recapituló rápidamente anotándolo en una libreta.
-Sí, en la última invasión muchas perdieron filo. No serían igual de útiles. -Respondió un demonio subordinado, indicando aquello al señalar una de las mencionadas armas.
-Muy bien... Avísenme si se les pasó algo. Iré a preguntar a los demás.
-¡Muchas gracias, Licorice!
Él asintió sin muchos ánimos, pero mostrando de todos modos una sonrisa jovial antes de salir de la sala de armamentos del castillo. Su madre solía guardar mucho tipo de armas letales en el mismo edificio dónde se encontraban los calabozos. Actualmente estos estaban deshabitados, por lo que servían como un espacio de sobra ideal para encargarse de fabricar lo necesario para la guerra.
Él no era exigente, al fin y al cabo podía encargarse de su propio armamento. Crear lanzas de luz de la nada no requiere mucho esfuerzo, aunque no es algo que todos los demonios pudiesen hacer, cosa que tomaba en cuenta y no dejaba pasar por alto.
Lo pareciera o no por su porte serio al tratar con ellos... Los apreciaba.
A todos. Cada demonio de Flame World contaba con una amabilidad y espontaneidad cálida cuando trataba con ellos. No era de sorprender, él era el hijo menor de Ivlis, diablo, y por ende, jefe de tales demonios.
Sin embargo ellos no eran así por respeto solamente.
Ivlis era más para ellos que un amo, un rey o el dueño del infierno. Desde su llegada inesperada, su adaptación a su nuevo entorno no fue sencilla para él. Normalmente estaba triste y era difícil hacerlo hablar o participar de actividades que lo distrajeran de su dolor, pero contaba con gentileza al tratar con el resto, de una manera amistosa genuina. Él decía agradecer que lo trataran tan bien cuando solo era un forastero recién llegado, hijo desterrado de aquel que había condenado a todos a vivir en el inframundo. Fue sorprendente y conmovedor oír "Todo aquel que viva aquí ya es parte de nosotros."
Licorice sonrió melancólicamente. Le sobraban relatos y anécdotas de ese tipo de parte de ellos.
Le habían contado tanto de su madre en el pasado... Que él ya tenía esa actitud que lo hacía ser a pesar de todo un padre amoroso. Se preocupaba por sus demonios, escuchaba sus inquietudes, se aseguraba de resolver cada conflicto y hacer de Flame World un lugar cómodo para que vivieran, creó a pedido de muchos más seres, dando hijos, hermanos y demás a los ya presentes que vivían ahí. De estos también se encariñó y vió una que otra vez.
Ivlis no solo era diablo y gobernante, era un padre para todos ellos. Tratarlo respetuosamente y servirlo era lo menos que podían hacer, no olvidando que habían conocido sus facetas desde el inicio. Una cosa era clara; si Ivlis era feliz con alguien... Ese alguien merecía buen trato.
Rieta, Emalf, Poemi, Adauchi, Igls y Licorice entraban en esa categoría por ser la familia de su amo. Tomaban en cuenta que los dos subordinados significaban mucho para él, que sus hijos eran su adoración, y que su hermana a pesar de lo ocurrido era la misma persona maravillosa de la cual tanto habló y afirmó seguir amando.
Era por ese punto de vista que tenían de su madre y la protección que querían darle que sentía ese mismo tipo de cariño hacia los habitantes.
Ivlis no estaba presente... Así que era su deber como diablo hacerlo que él haría; Amarlos a todos y ser un buen líder.
Aunque... Debía admitirlo, era agotador. Muchos lugares en un día y apenas le quedaba tiempo para seguir planeando la siguiente invasión que sería dentro de unos días.
-¡Viejo! Creí que nunca saldrías. -Emalf lo saludó desde afuera del castillo apenas lo divisó y él hizo igual con vagancia.
-Lucy quería comunicarme algo sobre el armamento, no es nada... Luego fui con Amelia, ella necesitaba preguntarme sobre el siguiente mundo y los grupos... Nos falta ir a ver a los heridos. Tengo que saber quiénes están en condiciones para ir al mundo Mogeko.
El demonio de lentes asintió, ocultando como pudo su incomodidad. Era extraño para él acostumbrarse a tantos deberes. No porque se los dejaran a él, sino porque Licorice los tomaba todos y se encargaba de ellos aun cuando se notaba a millas de distancia que estaba deseoso de caer en un sofá a descansar.
Era su mejor amigo, se daba cuenta fácilmente.
Acompañarlo a estas salidas de deberes era lo menos que podía hacer para hacerle sentir apoyado en esto. Puesto que no había mucho más por hacer aparte de planear las estrategias de guerra, cosa en la cual no era muy bueno y prefería dejar a Igls y Rieta.
Él servía más para las armas y los ataques, muy simple. Ni siquiera era un experto.
Y no solo servía de apoyo... También era la alarma que le advertía a Licorice que si seguía trabajando tanto caería desmayado en el suelo. De no ser por su presencia probablemente eso ocurriría cada día en más de una ocasión.
Suspiró mirando de reojo las ojeras del joven diablo. Tal vez este era un buen momento para comentárselo.
-Erh... Licorice Deberías hacer esto más tarde ¿No crees? Una siesta no te vendría mal. Te levantaste muy temprano y no dormiste mucho anoche. -No era secreto que el brillo del mundo de los soles era tal que la noche no se asemejaba a la que habían vivido tantos años.
Licorice era un diablo híbrido, pero tenía la desgracia de contar con en su mayoría con los genes de su odiado progenitor, no solo en su apariencia, sino en el hecho de que era un ser acostumbrado a la oscuridad. Así no le gustara asimilarlo, por porcentaje pertenecía más a Pitch Black World que a Flame World.
Sus preferencias ya estaban claras, pero... Por estas no terminaba de aceptar su naturaleza.
-No te preocupes, Emalf. Terminaré pronto. Tengo que ocuparme de que todos estén bien y conformes, eso habría querido madre. -Murmuró bajando la mirada con nostalgia en sus últimas palabras, logrando esfumar las ganas de insistir de Emalf.
Lo veía muy decidido en esto, no creía poder ayudar, pero...
-¿Y él querría que te descuides tanto?
Creyó haber hecho el efecto correcto, Licorice se había detenido abruptamente con la mirada perdida mostrando un deje de tristeza, hasta que suspiró recobrando su gesto normalmente serio.
-Tal vez... Así como ha de querer que lo rescate lo más pronto posible. -No dijo más y avanzó, dejando a su enmudecido amigo atrás, quien lo miraba resignado. Al notar que no seguía a su lado, volteó apenas y se decidió a ir hasta él palmeándole el hombro. -Gracias por preocuparte, viejo. Pero... De verdad quiero que todo salga bien. Si estás cansado puedes descansar, no tienes que acompañarme a todos lados.
Apreciaba ese dulce y desinteresado gesto de Emalf, le recordaba constantemente que contaba con un mejor amigo para salir adelante con todo esto y expresar inquietudes, sin embargo estaba muy al tanto de que su trabajo era largo y agotador, no deseaba incluir a Emalf en eso sabiendo que el demonio no estaba acostumbrado a tantas tareas.
Como su amigo le gustaba estar cerca de él, sin embargo en este tiempo no podría prestarle mucha atención y solo lo tendría de adorno. Para eso mejor lo dejaba ir a vaguear con algún compañero hasta que él terminara. Era lo mejor, y así se sentiría menos culpable por hacerlo sentir obligado a seguirlo como perro faldero.
... Que conste que Emalf no era tal cosa.
La expresión de mayordomo quedaba mejor, pero no se adaptaba a ellos gracias a su apariencia.
-Si no lo hago vas a morir a medio camino. -Luego de andar de acá para allá Licorice quedaba tan agotado que volvía a su forma normal para dejar que él lo cargara al regresar al mundo de los soles. Sin él presente se quedaría dormido a medio vuelo y se estrellaría.
... No sabía si eso era posible, pero no se quería arriesgar.
No le molestaba acompañarlo así fuese en silencio, aunque al verlo se leía en sus ojos el mensaje de culpabilidad y preocupación por él de estarlo cansando.
Licorice era tan terco como su madre, insistir en ello no serviría.
-Vale, vale. Pero volveré en un rato para buscarte ¿Sí? Cuídate.
-Lo haré. Gracias, amigo.
Se despidieron rápidamente y Licorice avanzó su incompleto camino hasta el pueblo, dejando a Emalf mirándolo a lo lejos hasta perderlo de vista.
Qué niño...
Negó para sí mismo con la cabeza y extendió sus alas dispuesto a regresar al mundo de los soles. No creía encontrar a algún demonio que no estuviese ocupado hoy, así que volvería a flojerear por ahí hasta que pasara una hora como máximo.
Le sorprendió ver a Rieta e Igls paseando por ahí mientras charlaban animadamente, aunque no paró por ello y finalmente pisó el borde del abismo.
Esperaba que Siralos no estuviese en el jardín del castillo, necesitaba echarse en la hierba a no hacer nada durante un largo rato. En el camino no se lo encontró, tal vez estaba teniendo otra siesta de belleza o paseando por ahí. Bah, lo que sea que hiciera no le importaba si no estaba ahí para re calcarle su vestimenta descuidada y poco formal en comparación a la del resto.
Qué molestia.
Eso sí, no estaba su presencia, pero sí la de alguien más.
-You say too late to start got your heart in a headlock~ I don't believe any of it...
Rio en voz baja cuidando no ser escuchado al percatarse de que cerca de uno de los arbustos de flores del jardín Poemi revisaba alguna que otra flor sin propósito alguno más que elegir las más marchitas e irles quitando pétalo por pétalo por pura diversión.
No llevaba su usual saco rojo, cinturón, zapatos o listones. Se notaba que estaba aprovechando la ausencia de su "abuelo" para hacer lo que le diera la gana y andar en fachas desarregladas por el jardín.
A escondidas... Como una niña.
Era gracioso recordar que había dejado de serlo hace mucho, pero su manera de actuar y apariencia decían todo lo contrario. Poemi contaba con una edad bastante madura, que no quisiera demostrarlo era otra cosa.
-You say too late to start got your heart in a headlock~
-You know you're better than this~
Sonrió tímidamente al sobresaltarla y hacerla voltear hacia él para comprobar quién era. Al hacerlo tenía una expresión molesta, pero entonces se calmó y sonrió de lado volviendo a lo suyo sin apartar la mirada.
-¡Emalfsh! Creí que estabas ayudando a Licorish.
-Y yo creía que no te gustaba verte acorde a tu edad.
La castaña se limitó a sacarle la lengua infantilmente con un gesto molesto. No parecía tener las intenciones de golpearlo por su comentario, aunque la forma brusca en la que arrancaba los pétalos le daba la impresión de que cerrara más la bocota o pasarían de ser pétalos a una lengua.
-E-Eh... Estaba ayudándolo, sí. Pero él dijo que descansara un rato y aquí estoy. -Explicó rápidamente, sentándose cerca de ella.
Lo miraba curiosamente con una ceja alzada, como si algo no le cuadrara. -Uhn... Qué raro que le hagas caso en eso.
-No quería, pero... Ya tiene muchas preocupaciones encima. No quiero que piense que estoy cansado cuando no lo estoy. Es terco, así que...
-Sí, Licorish es muy terco. Yo no tengo nada que hacer. -Resopló fastidiada, decidiendo sentarse junto a Emalf luego de haber arrancado unas cuantas flores amarillas más.
Silenciaron momentáneamente, hasta que luego de un rato quitando pétalos y tarareando, el demonio tomó una de las flores jugando con ella entre sus dedos, interesado en la melodía de la menor.
-Te gusta esa canción.
-Es la que solía cantar con papi cuando estábamos aburridos y la bashura dejaba cerca su grabadora. -Se alzó de hombros sin dar mucho rollo al asunto, pero sin evitar ponerse algo nostálgica al recordarlo. -Siempre me recuerda a papi... Aunque él decía que no tenía nada que ver con la letra.
Emalf no dijo nada por unos segundos, sin saber qué responderle con exactitud, más que seguirle la letra.
-I've been walking... You've been hiding... And you look half death all the time~ Monitoring you... Like machines do...
-You've still got it... I'm just keeping an eye~
-Me sorprende que te la sepas también, Emalfsh. -Comentó con una sonrisa burlona, a lo que él se alzó de hombros.
-La cantas muy seguido últimamente y no es como si no la haya escuchado bastante de ustedes dos.
Paulatinamente, Poemi deshizo su sonrisa sin perder la vista en los pétalos que arrancaba con cada vez menos ganas. El demonio se sobresaltó un poco al verla. -Sí... Me recuerda a los buenos tiempos.
El pesado silencio tras sus palabras dieron tiempo a Emalf para seguir observando a la demonio con una expresión que ya denotaba preocupación.
Recordaba esos días, incluso cuando Poemi nació. Él en ese entonces era un niño y estaba aprendiendo a ser un subordinado. Rieta los cuidaba, Adauchi era su compañero fiel, e Ivlis los criaba y enseñaba cosas nuevas cada día.
Actualmente, o más bien, tiempo antes de su desaparición, Ivlis no lo decía en voz alta y él tampoco pero... Sabían que no eran solo un subordinado y su jefe. Así el diablo de flamas fuese impaciente, temperamental y le soltara buenas golpizas o gritos ante alguna que otra torpeza... Nada borraría su niñez y juventud, donde vivió en el castillo a su lado entre juegos, cuentos antes de dormir, bromas o consejos de la vida.
Entendía a Poemi y al resto, tal vez no lo demostraba como los demás... Pero extrañaba demasiado a Ivlis.
Sin embargo alguno de ellos tenía que ser el que aligerara siempre el ambiente tenso y depresivo con algún comentario o chiste ¿Cierto? No eran intentos por conservar un título burdo de "payaso" o "bufón", solo el deseo de no ver sumida a su familia en la tristeza.
Tenía suerte de que Licorice notara eso y se lo agradeciera una que otra vez. Quién lo diría, un niño era su mejor y más confiable amigo.
Ay, tenía tanto cariño por los hijos de su jefe... En especial por Poemi.
Tal como Adauchi, ella llegó inesperadamente y de forma accidental en otro intento de Ivlis por crear un demonio subordinado. Él se desesperó un poco por ello, pero no se veía panicado, solo sorprendido... Y encantado con la linda niña que había creado, tanto así que le preguntó a Rieta qué tan malo sería ser padre una vez más.
La vio crecer cada día más, obligado a ser quien cumpliera muchos de sus caprichos, ya sea porque Ivlis así lo quería o porque Adauchi a veces se negaba. Debía admitirlo, no era tan malo como aparentaba ser y pasaba ratos divertidos con la niña.
Siempre tan infantil... Siempre tan risueña...
Era algo caprichosa y tenía una forma ruda de demostrar cariño a quienes no fuesen Ivlis o Licorice, pero Poemi tenía algo especial. Tenía un brillo inusual y una suavidad que pocas veces demostraba, un lado más maduro difícil de sacar a la luz.
Tal vez por eso y más su mirada solo le pertenecía a ella.
La joven resultaba ser lista y observadora, no como muchos pensaban o como ella quería hacer ver en su apariencia aniñada y comportamiento ¿Pero por qué? ¿Por qué incluso con el pasar de los años ella seguía tan aferrada su imagen de niña mimada, pudiendo demostrar que era más que solo eso?
Fue una pregunta que muchas veces se hizo, pero que nunca mencionó por temor o no llegaba a causarle tanta intriga. Y ahora que ella estaba ahí, sin ocultarse de él en sus ropajes pomposos, esa curiosidad crecía.
-Poemi... ¿Puedo hacerte una pregunta?
Ella despertó del trance, no dudando en asentir un par de veces, mirándolo con curiosidad.
-No sé cómo formularlo pero... ¿Qué es ese afán tuyo de actuar como una niña? Ya sabes... Los juguetes, la ropa, tu lenguaje... N-No me golpees por preguntar.
Apreciaba su hermosa cara como para arriesgarse así. Extrañamente, la demonio no mostró hostilidad o una gota de enojo en ningún momento, solo apartó la mirada a otro lado y suspiró recostándose en la hierba.
-No me gusta la idea de crecer, Emalf.
El aludido, quien se había cubierto la cara con las manos por si acaso, se sorprendió al obtener una respuesta y apartó sus manos lentamente hasta percatarse de la aflicción de la castaña.
No esperaba una respuesta tan rápidamente y brutalmente honesta. Mucho más que no pronunciara su nombre como solía hacer.
-¿Eh? ¿Por qué? -Indagó sutilmente, recostándose cerca pero espalda arriba. -No es tan malo. Tienes más libertades, nuevas experiencias...
-Te haces más amargado, tienes responsabilidades, tienes que empezar a ver en cada maldita cosa a tu alrededor un defecto, tienes que tratar con personas falsas todos los días sin poder decirles sus verdades, te enfrentas a la realidad así de cruda como es... Sí, claro. Crecer suena fantástico.
Eso dejó anonadado a Emalf. Tenía en claro que Poemi era más lista de lo que aparentaba y pensaba bastante pero... No imaginó cuanto se guardaba.
-Papá antes de crecer era tan feliz... Adauchi antes de crecer estaba con nosotros y no odiaba a papá, tú tenías más tiempo para jugar conmigo y no andabas sufriendo por chicas... Licorice está obligado desde niño a madurar y tener preocupaciones grandes... Lo obligaron a ser un adulto... Se ve como tal. Serio, cansado... ¿Eso es crecer, Emalf? ¿Dejar de ser feliz?
-U-Uh... -Esta vez no sabía qué decirle. No porque no tuviese más argumentos, sino por todavía no digerir lo que escuchaba y la forma en la que los ojos de la castaña se aguaban.
-Papá siempre me dijo que yo era su princesa consentida... Trató de ocultarme tantas cosas, Emalf, pero yo fui capaz de verlas. Siralos, Adauchi, Satanick, todo... Nunca dije nada... Porque para papá hablar de sus problemas no es resolverlos, solo es causarle dolor ¿Y qué tendría una niña que decir de eso? ¿Eh? Nada... Es mejor para mí ser una cría caprichosa que no subestima a su padre, pero sabe... ¡Pero sabe que él está roto, odia su vida y se la vive arruinándose cada vez más porque sigue cegándose mirando el sol como para ver lo que tiene! ¡Una niña que sabe que él necesita la ayuda que no puede darle ella! -Calló abruptamente, como si hubiese notado que estaba subiendo la voz y eso aumentaba sus lágrimas, al final dándole igual, sonriendo con amargura. -Una ayuda... Que otro sí pudo darle y de todos modos no fue suficiente.
-Poemi...
-Yo no quiero alejarme de él, Emalf... No quiero crecer como Adauchi e irme lejos... Pero tampoco quiero ser esa niña ignorante que para su padre no es la indicada para soltar sus penas o confiar... No encuentro el intermedio por más que lo intente y sigo jodidamente estancada... Odio crecer, odio ser consciente de lo que pasa a mi alrededor y angustiarme por ello. Lo odio... Y no es solo eso. -Cerró los ojos esbozando una baja risa. -Si papá regresa... Quiero que sienta que a pesar del tiempo de su ausencia yo no cambié, que sigo siendo en el fondo esa niña que anhela ver a su padre feliz, que le dé su cariño, que le diga "princesa de papá". Solo... Es por él que seguiré portándome así siempre... Porque a pesar de sus errores sigue siendo mi padre, porque yo a él lo amo sé que nos ama también... Porque él me ama al ser esta niña mimada.
Emalf estaba enmudecido, mirando perplejo a la solloza demonio que por muchos años creyó conocer realmente. No sería un descarado mentiroso para decir que él notaba que Poemi veía más allá de las cosas, porque en muchas ocasiones de seguro que se tragó por completo su actuación pasando de largo la verdad.
Era extraño, solía considerarse a sí mismo para ella un entretenimiento o alguien a quien acudir cuando quería algo... No alguien a quien confiarle semejante secreto.
Ella sí confiaba en él... Y lo quería más de lo que demostraba.
Necesitaba pensar algo rápido. No podía quedarse callado así como así mientras ella lloraba.
No es lo que Poemi haría... Ni lo que hizo esa vez.
_..._
La tarde caía en Pitch Black World, excepto para un par de demonios que habían regresado a su mundo natal de paseo con el permiso de los dos diablos.
Allí todo se veía como siempre, desde el color rojo hasta la luna brillante en el cielo. Nada había cambiado, y eso los dejaba algo melancólicos.
Eran años ya desde que dejaron atrás su mundo, obligados a permanecer en Pitch Black Underworld junto a Ivlis, años desde la última vez que pudieron sentir el calor propio del ambiente y el fuego en cada esquina.
Simplemente acogedor, su hogar.
Ivlis no había podido ir, o más bien estaba muy ocupado para eso... Ocupado gritando y quejándose de todo.
Hace poco se habían enterado de que Satanick había cumplido exitosamente su capricho de ser padre por segunda vez, logrando de alguna manera extraña que ellos aún no comprendían, embarazar a Ivlis.
Esta escapada se las había concedido mayoritariamente Satanick, porque él estaba aterrado también por el mal humor desesperante de Ivlis, que combinado junto a su furia al tener que cargar con un bebé que no quería, hacía de eso una catástrofe de jarrones lanzados por doquier, fuego al azar por ahí, muchos golpes, tímpanos estallando ante sus reclamos, en fin... La pesadilla encarnada.
No es que quisieran abandonarlo cuando más los necesitaba, pero era difícil estar a un metro de distancia de él sin valer rábano.
Por ahora no querían hablar mucho del tema, solo concentrarse en otras cosas para matar el tiempo antes de regresar.
-Qué recuerdos aquí... Como cuando se te escaparon esas cuatro chicas por lelo. -Rió divertida la demonio, jugueteando infantilmente en las escaleras del castillo, como si pisara una rayuela imaginaria.
Emalf trató de reír a la par, aunque se denotaba que era una risa nerviosa. Ah, recuerdos no deseados de la última invasión.
-Ah... No me lo recuerdes. Que a ambos nos dejaron como carne molida después de eso.
Nota mental: Nunca subestimar a unas enanas. Son aterradoras, fuertes y más de una pueden patearte en lugares que ni tú conoces.
-A ti más que a ninguno. -Recalcó burlona. Emalf se había llevado la peor parte de esa experiencia, recibiendo palizas aquí y allá de las chicas, en especial de cierta demonio de lentes rojos y cabello verdoso que aún lo tenía suspirando.
-Sí... Me patearon hasta el corazón, haha... -Sonaba estúpido, era estúpido, pero seguía pensando en Yosafire cada tres días. No había conocido en nada a la chica, cabe a decir, pero de todos modos le había llamado mucho la atención y su carisma lo tenía algo ido al recordarla.
Realmente le había gustado aquella chica, sin embargo sabía que no tenía oportunidad. Para empezar ella lo odiaba por lo que había hecho, no tenía manera de regresar a Gray Garden y... Yosafire estaba que babeaba por su amiga.
Típico, te enamoras de una lesbiana y eres hombre. Qué buena suerte.
Así que así se había sentido Rieta al enamorarse de su jefe ¿Eh? Ella al menos era su amigo.
Era... Porque aún no sabían dónde se encontraba la pobre.
-Qué llorica que eres, Emalf. Ni siquiera la conociste tanto como para decir que estás enamorado de ella. -Resopló fastidiada. Ya se estaba hartando de que pensara en ella cada dos por tres ¡Solo era una tonta chica lesbiana! ¡Ni siquiera lo había tratado amablemente como para decir que le gustaba tanto! Tremenda tontería. No entendía a Emalf.
¿Qué tanto le veía? ¿Era masoquista o es que le gustaron sus lentes? Bah.
Para colmo ni era la primera chica por la cual sufría.
-¡Tú no entiendes! ¡Era tan linda!
El silencio se apoderó brevemente de ambos, hasta que Poemi se detuvo de sus juegos y alzó una ceja mirándolo expectante.
-¿Y?
-¿Y...?
-¿Solo eso? ¿Linda? ¿Y qué si al conocerla no te agrada cómo es? ¡Emalfsh, podrías acabar sin un riñón por ser tan pendejo!
Él se indignó enseguida. -¡Tonterías! ¡Tenía pintas de...!
Y entonces cayó en cuenta de que no sabía nada de Yosafire más que su nombre, apariencia y gustos por ángeles rubios.
-De que no la conocías. -Bufó. -¿Siquiera te duele o solo te lamentas por lamentar? ¡Ya pierdo la cuenta de cuantas veces hiciste lo mismo! La única diferencia es que esta vez duraste más tiempo que las anteriores.
Eso dejó a Emalf bastante pensativo, pero ni hablar, era muy terco en ese tema para aceptarlo frente a Poemi ¡Que le den a la superación!
Él en el fondo lo sabía, este "mal de amores" sería borrado con otro. Yosafire no era la primera y no sería la última chica a la cual le pegaba el ojo, lo rechazaba y luego de un tiempo olvidaba por otra.
Pero, bueno... Ellas al menos lo ayudaban a olvidar.
-Si tan triste estás ¿Por qué no llamas a Adauchi y se ven en el karaoke? ¡Yo también quiero verlo! ¡Y podemos cantar! -Se entusiasmó de pronto, sin notar que en seguida había desplomado los ánimos de Emalf con ese comentario inocente.
Hace mucho tiempo que no veía a Adauchi... No por no poder, sino porque el demonio parecía estar muy feliz con su nueva vida de mercenario. Él se lo había contado en varias ocasiones; les daban trabajos, andaban por ahí, se divertían... No tenían un jefe fijo la mayoría del tiempo y no dependían de nadie.
Estaba en parte feliz por él pero... Lo extrañaba.
Adauchi era su mejor amigo desde la infancia, pero a él no parecía importarle eso a la hora de rechazar sus ofertas de regresar o visitarlos una que otra vez.
Últimamente tanto estrés en su jefe lo tenía impedido, más ahora que se acercaba otro crío que cuidar. Y no solo eso, el mismo Adauchi mencionaba a veces no tener tiempo por el trabajo.
Realmente lo necesitaba... No solo para distraerse y pasar un buen rato, tan solo quería escuchar su voz una vez más. Eso sería suficiente para elevar su felicidad por unos momentos.
-No creo que pueda...
Poemi no entendió por qué su voz sonaba baja y desanimada, solo se acercó entre saltitos hasta dónde él se encontraba sentado en las escaleras y rió burlona apoyándose en su espalda.
-¿Es porque quiere pasar más tiempo con su novia?
Emalf se sobresaltó de la nada ante tal inesperada pregunta.
-¿Eh? ¿De qué hablas? Adauchi no tiene novia.
-¡Ver Million! Ya sabes, la chica de cabello castaño. He visto cómo la mira... Es como si lo tuviesen bobotizado. Siempre trata de impresionarla o llamar su atención, aunque termina mal... La última vez que lo vimos y volví a buscar mi muñeca vi que se besaban. -Sonrió ensoñadora.
Se sentía muy feliz por él, al fin y al cabo que adoraba a su hermano y desde conocer a su par de amigas Ver Million le resultó una demonio genial y simpática, ideal para el torpe tsundere de su hermano. Una tomboy y un renegado ¿Quién lo diría?
Ella estaba feliz, aunque por otro lado el demonio que abrazaba y sentía tembloroso no parecía opinar igual.
-N-Nah... Estás bromeando... Él me lo diría... ¡M-Me lo diría! ¡¿Verdad?!
La niña se extrañó al palpar claramente la desesperación en su niñero, pero no por ello se apartó, solo se asomó por su hombro con una mirada confundida.
-... ¿Emalfsh? ¿Estás llorando?
-¡C-Claro que no...!
Pero ella no era ninguna idiota o ciega como para no ver las lágrimas que se escabullían debajo de sus gafas. Decidida, logró arrebatárselos y se alejó lo suficiente manteniendo su mano arriba para evitar que él las alcanzara.
Estaba sentado y no tenía ánimos de levantarse, no le llegaba.
-¡Lo sabía! ¡Estás llorando! -Fue lo primero que vociferó dejando en descubierto tales ojos que el demonio siempre buscaba ocultar. Esta vez se veían más brillantes de lo usual, pero temía decir que era porque estaban acuosos.
Ninguno dijo nada, se quedaron congelados en sus poses. Poemi se aseguraba de estar atenta ante cualquier movimiento del contrario en busca de quitarle los lentes de sol, sin embargo eso no resultó ser, pues él solo suspiró resignado volviendo a su antigua posición, salvo que esta vez cubriendo su rostro.
Se sintió mal al verlo así, lo cual la hizo sentarse a su lado, sin entregarle aun los lentes.
Todo estaba tan silencioso... Tanto que lograba escucharlo llorar.
-Emalfsh... Lo siento, yo no lo sabía. -Buscaba las palabras adecuadas para consolar a su niñero, pero no sabía bien que decirle. No era buena con la suavidad y le resultaba en extremo complicado.
De todos modos comprendía lo que le pasaba a Emalf.
Así que por eso tantas chicas... Para distraerse de un amor que de verdad le causaba dolor.
Si lo veía así no resultaba tonto, pero sí difícil de procesar, debido a que nunca notó en Emalf señales de sentir ese tipo de cosas por su hermano más allá de una buena amistad de casi hermanos.
No sabía bien qué hacer. Una cosa eran chicas cualquiera sin importancia, otra... Adauchi, su amigo de la infancia e incluso actual.
Le sorprendía que él nunca dijera nada al respecto... Aunque... Con toda la crisis que estaban pasando entendía que no quisiera echar más leña al fuego con sus problemas cuando los de su padre eran peor.
Eso era noble, y lo apreciaba.
-Vamos... Emalfsh... No llores... ¡Hay muchos peces en el mar! Adauchi quizá no te lo dijo porque...
-N-No... D-De hecho sí lo hizo... Solo... Me cuesta aceptarlo. -Respiró hondo haciendo el intento por limpiarse los ojos con la manga de su abrigo, lo cual no sirvió de mucho ante las siguientes lágrimas que siguieron cayendo.
-E-Eh... ¡Quizá tengas oportunidad! Digo... Es la primera novia de Adauchi, no creo que duren mucho.
Sí, estaba siendo una tonta por dar falsas esperanzas y casi estar deseando mala suerte a su hermano en el amor pero... Que estaba quedándose sin ideas.
-Jah... Ellos hablan tan bien el uno sobre el otro... Ver rompió con su novia de hace años solo para estar con él... Dudo que pase pronto... A él le van las chicas varoniles, solo es eso... O quizá simplemente no le van los chicos como yo.
Sí, así es. Lo admitía abiertamente, estaba enamorado de su mejor amigo, el cual nunca lo vería de la misma manera. Aquello ya lo tenía asimilado hace mucho, sin embargo seguía doliendo enterarse de que estaba junto a alguien.
Era un tipo de dolor contradictorio. Era feliz si él lo era... Y luego estaba lo horrible donde Adauchi no tenía ni idea de que lo hería solo siendo feliz.
Eran mejores amigos por coincidir en muchas cosas y haberse criado juntos... Lo malo era que había también muchas diferencias.
Adauchi era valiente y decidido. Él no dudó ni un segundo en empacar sus cosas y largarse cuando Ivlis lo empujó al límite de hacerlo, ni siquiera terminó mal como esperaban que pasara para luego regresar... No, es más, consiguió un buen trabajo donde la pasaba bien tenía unas excelentes compañeras, una novia fabulosa, y según él... Su libertad.
Él por otro lado... Para qué negarlo, era más cobarde. Ante lo peor no dudaba en huir con la cola entre las patas. Era patético incluso decir que se había dejado patear por unas chicas. (Ojo, no era machista ni nada, pero era injusto que unas crías sin entrenamiento básico hubiesen podido con un subordinado como él, que ya había matado a muchos.)
Patético... Tanto así que no hacía ni la mitad del buen trabajo que su compañera hubiese hecho para hacer sentir mejor a su jefe en esta horrible situación en la que estaban.
Lo aceptaba, tenía una pinta de chico cool pero solo era un torpe subordinado cobarde.
-¿Eh? ¡Pero si tú tienes muchas cosas buenas, Emalfsh!
-Ah, por favor... ¿Tú sabes por qué a él le gusta Ver? ¡Porque ella no es como yo! Ella renunció a su cargo de subordinada de una diablesa solo para ser libre. Es atrevida, fuerte, sabe siempre qué decir, es carismática, tiene su encanto... ¡Yo solo soy un tipo torpe y descuidado con una vestimenta chafa y un par de gafas culeras que ni sirven para otra cosa más que para ocultar mis ojos de marica! Adauchi la ama por ser eso... Valiente, como él... Yo no puedo darme el lujo de ser algo que no soy, si pudiera lo haría y quizá él... Agh... Estoy transmitiendo mis dramas amorosos a una niña, genial.
Había que aceptar las cosas como eran; alguien como él no era la primera opción de nadie.
-¡Qué estupidez!
Chilló, ganándose una mirada indignada de su acompañante. Este casi estuvo por reclamarle, pero no lo hizo a tiempo antes de que ella siguiese hablando.
-Ser quien no eres solo para que te amen... Qué estupidez ¡Adauchi no la quiere por ser "cool" o valiente como tú dices! Es porque pudo ver más allá de lo que mostraba por fuera ¡Es así como se debe amar a alguien! No solo por lo que enseña a simple vista, sino por lo que realmente te puede ofrecer. -Emalf se sorprendió gratamente. Nunca imaginó que Poemi podría decir algo tan... Extrañamente maduro. -Si Adauchi no te ama no es porque tú seas el problema. Es solo que algunas personas no están hechas para estar juntas ¡Anímate, idiota! ¡Si Adauchi estuviese contigo solo por tu supuestamente nula valentía eso no sería amor real! Yo sé que eres más que un torpe. Incluso si lo eres, yo creo que eso a cualquiera se le hace adorable ¡El punto es que eres confiable! Eres divertido, en el fondo eres romántico y si no usaras esos lentes todo el día enamorarías a todos con tus ojos... Es simple lo que trato de decirte, Emalfsh. Yo creo que eres más de lo que dices.
Mudo, así es como se quedó con la vista fija en la niña.
Nunca nadie en su vida le había dicho tales cosas. Él tenía su autoestima, obvio, aun si el mal de amores lo hacía recalcar cosas malas de sí mismo la tenía. Solamente que... Era sorprendente escuchar tanto de alguien que no fuese él, más aun de Poemi.
¿Siquiera era lógico decir que ella lo estaba consolando? No creyó preocuparle nunca por estas tonterías.
Daba igual si era una niña, hasta él estaba convencido y trataría de escuchar su consejo aunque tomaría tiempo. Superar a un amor no es nada fácil si no te das tiempo... Claro, tenía ventaja, solo que le faltaba un poco más.
-S-Supongo que... Tienes razón. -Sonrió tímidamente bajando la mirada, pero poco duró su calma antes de que ella lo abrazara de forma asfixiante y lo desequilibrara un poco.
-¡Claro que la tengo, tarado! ¡Poemi es tan lista! ¡Tanto que ella ve más en Emalfsh que lo que él dice! -Celebraba con el ego inflado, entre bailes infantiles que sacaron una que otra risa del mayor, al cual le devolvió sus lentes al instante. -Ten. Aun si creo que tienes lindos ojos dudo mucho que quieras seguir enseñándolos de todos modos.
-En eso no discuto. -Rió por lo bajo volviéndoselos a colocar.
-¡Ahora vamos a pasear! ¡Quiero caminar un rato antes de tener que volver con la bashura y papi!
-Sí, sí... Lo que tú digas, Poemi. -No se quejó en nada, admitía que quizá esto de pasear un rato le haría bien. Ya se había sacado al menos un pequeño problema de encima... Bah, no del todo, pero... Hablarlo con alguien hacía que se sintiese más ligero antes de regresar con su jefe.
De cualquier manera él era el indicado para cumplir los caprichos de aquella niña ¿No? Así fuese un simple paseo o llevarla de la mano por mera costumbre infantil suya.
Tenía ligeras sospechas de que este paseo sería diferente a cualquier otro, pero eso era otra historia aparte que comenzaría apenas viesen una lámpara entre rocas.
Antes de empezar a caminar, sonrió para ella y viceversa.
Daba igual si luego de esto todo volvía a la normalidad para el resto, porque desde ese día para él no fue así.
"Yo veo más en Emalfsh de lo que él puede ver."
... Yo quiero ver más en ti también.
_..._
-... Qué estupidez.
Soltó de la nada sin pensar. Puede que eso haya causado que Poemi se desconcertara y lo fulminara con la mirada lista para hacerlo trizas al reincorporarse, pero entonces él la detuvo sin necesidad de mover un dedo. Solo necesitó hablar en lo que se sentaba también.
-Ser quien no eres solo para que te amen... Qué estupidez.
-¡Oye! ¡¿Te burlas de mí?!
-En lo absoluto... Solo creo que tu punto de vista no está en lo correcto. Si quito tus excusas acerca de la amarga realidad... Solo nos queda Ivlis. Si tan consciente eres... Fingir que no sabes nada no significa que serás una ignorante, y lo sabes... Es más, lo que dices es verdad, pero no creo que sea la razón... Solo agregas más motivos para ocultar que haces esto solo por el señor Ivlis ¿Me equivoco en eso?
En ese momento Emalf no necesitó sus palabras, tan solo que su gesto amenazador se disolviera como esperaba, señal para quitarse sus gafas y dejarlas a un lado.
Hasta ahora solo hacía aquello con Licorice... Si se quitaba sus gafas era una clara señal de honestidad y confianza, lo suficiente como para permitir a otro percibir su mirada.
Una simple forma de abrirse que no muchos conseguían. Poemi estaba al tanto, y por eso se sorprendió ligeramente.
-Poemi... ¿En serio crees que Ivlis te haría a un lado solo por dejar de actuar como una niña consentida? Básicamente me estás diciendo que él no te ama por ser tú, sino por una actuación... Lo cual no sería amor de verdad.
-Tú no comprendes... Llevarle la contraria... No resulta ¿Entiendes? Por algo Adauchi no está aquí. Si yo sigo dándole la razón...
Entendía ese miedo... Ivlis siempre fue terco, creyendo que con sus ideas podría solucionar las cosas, que a su manera todo se resolvería, que sabía qué era mejor para él...
Era por esa terquedad que cuando Adauchi expuso la verdad frente a él todo terminó mal y él se alejó.
Poemi no deseaba correr el mismo destino o pasar a segundo plano... Ella quería quedarse con Ivlis y hacerlo feliz. El problema estaba en que él estaba tan cegado que no entendería qué precisaba para ello.
-Si se la das no significa que lo amas, solo que tratas de complacerlo ¿Quieres demostrar que lo amas? Entonces tienes que ser sincera... Tienes que decirle cómo te sientes. Tienes que dejar de usar esa ropa, ese lenguaje y esa actitud solo porque crees que es lo mejor... El problema a veces no es que no puedas ayudarlo, es que no quieres hacerlo porque Ivlis no acepta lo que es bueno para él ¿Y eso debería importarte? En lo absoluto. Dale lo que necesita, no lo que quiere. Así no lo acepte a la primera... Le hará bien.
-¿Y qué si lo rechaza y con eso a mí? -Frunció el ceño entre lágrimas. Si Emalf estaba tratando de convencerla no funcionaba del todo.
-¿Por qué crees que lo hará? Puede molestarse contigo, pero no dejará de amarte... ¿Por qué crees que lo único bueno que él ve en ti es que seas una niña mimada? Poemi, él te ama porque sigues a su lado a pesar de todo, en las buenas y en las malas, porque haces el esfuerzo para hacerlo feliz... No es por lo que tú le enseñas. Además... Te equivocas si piensas que es lo único que hay en ti... Y puedo ver más en ti de lo que tú puedes ver.
-Emalf... -No sabía cómo describir lo que sentía en ese instante ¿Expuesta? Probablemente. Y no solo eso, no es como si no hubiese notado desde un inicio que él le estaba dando un consejo que hace tiempo ella dio.
-Eres observadora para tu edad, eres lista, tenaz, perseverante, leal... ¿Y sabes qué? ¡Eso es lo que te hace ser tú! ¡No un tonto papel de niña! Yo estoy seguro de que Ivlis ve estas cosas en ti... Solo que tú no te has dado cuenta.
Fue inesperado que pronto Poemi sonriera con sinceridad y soltara una risa baja limpiando sus propias lágrimas. Emalf se sintió aliviado por eso, sonriendo de la misma manera, aunque denotaba una mirada algo distraída cuando lo hacía.
-Nunca creí que aplicarías mis consejos en mí, Emalf. Me sorprendes. -Comentó dando esa pizca fanfarrona en su hablar.
No mentía. Tal vez sí lo subestimaba un poco después de todo.
-¿Qué puedo decir? Tengo una memoria eficaz.
Desviando su mirada a las flores, la demonio las dejó a un lado con un suspiro y prosiguió a recostar su cabeza contra el hombro de su acompañante, tomándolo por sorpresa.
Poemi tenía que darle la razón a Emalf esta vez... Si su padre regresaba no quería más mentiras, todo tendría que cambiar y sería para bien. Lo anhelaba como nunca, aunque en parte estaba algo asustada del resultado.
La terrorífica loli asustada por abrirse con su padre... Quién lo diría.
"-Papi... Lamento que hayamos perdido... Y-Y... Lo que pasó con e-esa diablesa... Poemi debió dar un mejor esfuerzo.
-... No te culpes, princesa. No es culpa tuya...
-¿Quieres un abrazo, papi? No sé si te hará sentir mejor pero...
-Me haría sentir mucho mejor... Gracias, Poemi... Sabes que papá adora tus abrazos."
-Supongo que puedo ser yo... Pero, Emalf, solo para que sepas... Me sigue gustando la ropa de niña y mi forma de hablar, no me pidas mucho, tonto... Hasta que papi no llegue no daré señales de haber cambiado mucho.
-Bueno, bueno... Honestidad por ahora bastaría. -Suspiró finalmente satisfecho cuando rodeó los hombros de la castaña con un brazo, a lo cual ella extrañamente no se negó. Por el contrario, se apegó más, casi acurrucándose. Aquello no lo sobresaltó como para hacer un movimiento torpe, sin embargo sí lo mantuvo sorprendido unos segundos hasta que su voz lo volvió a despertar.
-Emalfsh... Gracias.
-N-No fue nada, me preocupas.
Y así pasó su tarde antes de volver a buscar a Licorice, feliz y enrojecido con la chica que lo tenía flechado en brazos.
Su suerte ya estaba mejorado ¿Eh?
(...)
-Entonces si usamos una táctica aérea... No... Eso no serviría.
Milésima bola de papel cayendo sobre una pila de la misma cosa hasta terminar en el suelo como las demás. Ya eran las dos de la madrugada y seguía sin tener lista la siguiente estrategia para la invasión que sería dentro de unos pocos días. Era tan frustrante...
¡AGH! ¡Cerebro inútil! ¡¿Por qué no se me ocurre nada?!
Se supone que ella era la reina de las estrategias, la mejor organizándolas, la más agraciada e ingeniosa ¿Y ahora? Solo era una mujer de dedos de ensalada desvelando mientras hacía garabatos en una hoja y bebía café a más no poder ¿Puede ser que con tanta cantidad de mundos se haya quedado sin ideas? Es posible, ya que antes no necesitó movidas maestras... Más que nada porque Ivlis decía que no hacían falta, solo invadir a fuerza bruta y ya está.
Esto la estaba impacientando al punto de que le irritaba hasta el sonido del reloj haciendo "Tic tac" como burlándose de ella y recordándole que el tiempo seguía corriendo y ella aun no tenía nada preparado.
Debió haber seguido su propio consejo cuando mandó a Licorice a dormir luego de haber logrado arrancarlo de la mesa.
"Necesitas dormir o no rindes durante el día ¡Recuerda que eres un niño aun!"
Ella no era una niña y de todos modos necesitaba sus horas de sueño, pero su propia voluntad la tenía impedida.
Sintió tanta pena al encontrar al niño casi cayéndose de sueño y arrastrando apenas un marcador sobre una hoja. Él le había comentado algo sobre que quería tener toda la estrategia lista para el día siguiente y así no perder más tiempo, sin embargo eso no se hacía de la noche a la mañana y le tomó más tiempo del necesario.
El diablo se había vuelto más estricto desde su primera invasión. Se esforzaba por mejorar en combate todo lo que pudiera por su propia cuenta, aconsejaba a otros, planeaba tácticas, se ocupaba de ayudar a los demonios de Ivlis con lo que necesitaran... Dedicaba todo su tiempo a la causa, sin dejarse un solo momento para las necesidades básicas como comer, dormir o simplemente hablar con ellos como una familia.
Emalf era el que más suerte tenía, pues lo acompañaba la mayoría del tiempo.
Licorice no quería admitirlo, pero esto lo estaba consumiendo insalubremente. Había dejado de lado muchas cosas, muchos pequeños placeres de la vida, momentos para relajarse... Momentos para ser un niño.
¿Cuándo fue la última vez que lo vio volver a su forma normal? Meses.
Sentía pena por él... Estaba cargando con mucho para alguien de su edad y no dejaba que nadie le diera una mano; excusándose al decir que fue su deber cuidar de Ivlis y su fallo lo enmendaría sin causar problemas a los demás. Se estaba sobre exigiendo demasiado.
Y pensar que no era toda su culpa.
Bufó cuando el marcador se quedó sin tinta, despeinándose entre un bostezo. No se rendiría, quedaban marcadores aun. No perdería su título.
-¿Rieta? ¿Sigues despierta aun?
La suave voz del ángel de luz la hizo levantar la cabeza de la mesa hacia la puerta.
Su esponjoso cabello rubio estaba atado en una sencilla coleta, traía puesta una blusa rosa pastel y unos cómodos shorts blancos, mientras que ella solo traía una blusa a tirantes roja, shorts naranjas y su cabello caía desprolijamente en sus hombros, rostro y espalda.
Trató de sonreírle, algo alarmada de verla, a pesar de que su gesto adormilado no ayudaba, y la dejó sentarse a su lado con algo de nerviosismo. Ya se esperaba de ella un buen regaño por no estar en la cama a estas horas.
Simplemente esta no era la mejor imagen de Rieta como para creer que estaba bien. Sería tierna verla en piyama de no ser por sus ojeras temporales y postura encorvada sobre la mesa.
-Uhn... Sí... ¿Tú no estabas dormida también, Igls? -Preguntó disimulando su propio cansancio como pudo.
-Lo estaba, pero me dio sed y fui a beber agua. -Su tono sonaba preocupado, aun si no podía ver a su amiga su voz agotada la delataba, en especial por la hora. Para Igls era extraño verla incumplir su propia orden y consejo de "Ir a dormir temprano." Tenía entendido que la genio era muy estricta en ese tipo de cosas, dándole su apodo digno de niñera, por lo cual sorprenderla a la madrugada, bebiendo café y aguantando el sueño era extraño y le preocupaba. Debía ser algo grave para que se autoimpusiera seguir despierta. -¿Por qué tú no fuiste a dormir?
-Por nada, solo... -Buscó alguna excusa en su lista que no fuese inútil ante Igls, sin embargo se sentía culpable de solo ver su gesto angustiado y la falta de sueño no la ayudaba en nada a pensar algo coherente. Podría balbucear algo sobre una cama pronto y no lo notaría.
¡Por Vicers! ¡Era a Licorice a quien deberían vigilar! ¡No ella!
-¿Estás terminando las estrategias por Licorice? -Enarcó una ceja dejándola en visto penosamente, una vez que sintió con sus manos un marcador y hojas de papel sobre la mesa.
Desventaja de tratar con una ciega; Puede parecer fácil pasar desapercibida, pero sigue teniendo sus cuatro sentidos y uno extra para leer tu estado de ánimo y tu vitalidad.
Aquel era un don de Igls del cual Ivlis los tuvo siempre advertidos de una manera subliminal. Para el ángel de luz no era necesario ver tu estado, podía leer tu alma tan increíblemente fácil que hasta la tomaban por vidente, cuando en realidad solo era una ventaja de su ceguedad para afilar su instinto.
El problema no se centraba en preverlo, sino en cómo mentir magistralmente de modo que la engañes.
Rieta no era buena con las mentiras, así que se rendía con facilidad.
-Sí... -Suspiró cansada, apoyando su cabeza en una de sus manos, sintiendo cómo los párpados le pesaban. -Él estaba decidido a terminarlas para mañana, pero yo le dije que fuera a dormir. Es un niño, debe descansar.
-Los adultos también deben descansar. -Insistió, perdiendo su semblante severo de hace rato para ablandarlo a uno que mostraba su preocupación.
-Sí, lo sé, lo sé. Pero... Licorice siempre quiere cargar con todo y... No puedo dejar que lo haga.
Esto ya no eran ayuditas o colaboración, era un exceso de trabajo que Licorice se ponía encima buscando "compensar" su fallo. No había día en que lo recordara a todos cuando se le ofrecía ayuda y él lo negaba insistentemente.
Muchas veces intentaron convencerlo de lo contrario, pero él nunca parecía terminar de estar convencido.
No importaba qué le dijeran... La respuesta siempre era la misma:
"Era mi deber cuidar a madre... Es por mi incompetencia que estamos metidos en esto, no se preocupen por mí. Puedo con esto... "
-¿Rieta...? -El silencio que se había formado la inquietó, no podía escucharla ni verla, pero sentía que estaba a su lado y no estaba bien. No falló en su deducción... Eran lágrimas esas gotas tibias que caían cerca de su mano. -¿R-Rieta...? N-No llores... ¿Qué ocurre?
La genio ni siquiera intentó limpiarse, solo aceptó que su amiga la abrazara y correspondió fuertemente dejando al resto de sus presas lágrimas salir sin control, junto a unos ligeros sonidos de llanto.
Era la culpa, el arrepentimiento... Todo eso formando un insoportable nudo en la garganta y en el estómago sin dejarla vivir.
No soportaba ver como el niño que se le fue encargado cuidar y al cual quería tanto, se echaba la culpa de todo y arriesgaba su salud solo para recompensarlos. No soportaba saber que la responsabilidad de todos los males que hoy vivían no era de Licorice, sino suya, indudablemente suya.
Por su culpa el joven diablo había perdido a temprana edad mucha inocencia, infancia... Se le había impedido el actuar como lo que era; Un niño ¿Y por qué? Todo porque se le tenía encomendado el deber de proteger a su madre.
Si tan solo yo...
-Y-Ya no sé qué hacer, Igls... Él no quiere escucharme... -Sollozó recibiendo dulces caricias en su cabello que poco a poco lograron calmarla. -M-Me preocupa tanto que siga así...
El ángel no perdió la oportunidad de atraer a Rieta a ella cubriendo su espalda con sus alas, para darle una sensación cálida y reconfortante de protección y comodidad.
Igls admiraba tanto a Rieta... Ella era tan fuerte, tan decidida, valiente e intrépida. Era todo lo que deseaba ser alguna vez y también era su querida y confiable amiga.
No había conocido a Licorice de niño, así que desde su punto de vista la situación no la comprendía. Ella creía que él siempre fue como lo era en el instante en que lo conoció, pero no era así.
-Seguro que si hablamos con él entenderá. -Para qué mentirse... También estaba preguntándose si tanto trabajo para solo un crío era algo saludable, sin embargo nunca tenía el valor de decir algo o preguntar. Ahora sabía que no era la única que compartía el pensamiento al respecto, lo cual le aliviaba y a la vez la angustiaba más por ver que este problema era visible y real.
-U-Ugh... Igls... Y-Yo hice algo imperdonable... -Murmuró entre hipos, captando la curiosidad de su compañera, quien le puso toda su atención y no dejó pasar ninguna palabra por alto, oyendo silenciosamente sin detener sus caricias. -E-Es mi culpa que L-Licorice haya dejado de s-ser un niño real... E-Es mi culpa que le hayan robado su infancia... P-Pero... B-Bwahhh... ¡I-Igls! ¡Y-Yo no creí que eso pasaría! S-Soy una egoísta... Soy una inútil... R-Rompí mi promesa hacia Ivlis...
-Rieta, por favor cálmate... -No entendía de qué hablaba y hacerse muchas ideas al respecto no le estaba ayudando a calmarse, sino a alterarla más ¿Siquiera Rieta era capaz de hacer algo malo? ¡No! Tenía entendido que ella adoraba a su hermano y su sobrino, era capaz de arriesgar su vida por ambos ¿Qué pudo haber pasado? ¿Era grave? No lo sabía, las lágrimas de la genio la ponían en duda.
Para su sorpresa, ella calmó a poco su llanto y rió con un deje de amargura, sin haberla soltado todavía, hasta que decidió hablar y se apartó para verla de frente.
-T-Tú... La primera vez que nos vimos me diste las gracias por haber protegido a Ivlis... ¿Lo recuerdas? -Bajó la mirada e hizo una pausa limpiando sus húmedas mejillas, dando por entendido que el silencio de la rubia significaba interés suficiente como para no interrumpirla. -No me merezco tus agradecimientos... No era yo la que protegía a Ivlis de Satanick, sino Licorice.
-¿E-Eh? Y-Yo... No lo sabía. -El tema si bien le interesaba creía que amargaría a todos si lo mencionaba, así que se quedaba con varias incógnitas al respecto y sacaba por conclusiones que la mayoría de cuidados eran mérito de ella... O quizá Emalf pero... ¿De Licorice? ¿El hijo menor de su hermano era el que lo protegía de otro adulto?
-Yo... Solo lo hice durante las invasiones. Pero cuando ese bastardo llegó... N-No hice nada, no pude hacer nada... D-Dejé a Ivlis a merced de ese lunático y... y... -Se mordió el labio conteniendo otro llanto que Igls evitó tomándola de los hombros.
-Por favor... N-No llores otra vez... Estoy segura de que no lo hiciste por cobarde... D-Dijiste que él hacía mucho daño ¿No? Es normal que le hayas tenido miedo.
-Tsk... Yo no le tenía miedo a esa basura con cuernos de tronco... Pero Ivlis sí... Y-Yo... Yo hice lo que pude al principio p-pero...
-Shhh... -Sonrió cálidamente transmitiéndole seguridad. No la juzgaría ni la criticaría, solo deseaba escucharla y dejarla desahogarse. Le haría bien, saciaría su curiosidad y posiblemente ayudaría a su sobrino y amiga a ya no culparse más. -Seguramente no hiciste nada grave... Solo cuéntamelo, prometo guardar tu secreto si quieres.
Y con el asentimiento tímido de Rieta, Igls contuvo el aliento y calló cualquier palabra hasta nuevo aviso.
_..._
-Uno, dos, tres... Uno, dos... ¡Lo haces muy bien, tesoro!
-¡Pero mamá, tú eres la que hace todo!
Risas, jugueteos y una suave música.
Rieta observaba enternecida desde la cocina mientras preparaba la merienda cómo su amo y su hijo menor compartían un momento juntos, jugando a que bailaban, aunque en realidad Ivlis dejaba que Licorice pisara sus pies para guiar el baile por su cuenta.
Sonrió terminando de acomodar algunos platos.
Habían sido años desde que tras una visita al mundo flama, Poemi y Emalf encontraron su lámpara y la liberaron para permitirle regresar.
En ese entonces las cosas habían cambiado mucho desde la última vez que estuvo presente. Se enteró de cosas malas y buenas.
Que su amo estaba viviendo obligadamente en otro mundo junto a los otros dos, que alguien lo maltrataba, que estaba esperando un hijo... Que la necesitaban.
Fue una época hermosa y difícil para ella. Pudo reunirse con su alma gemela en un punto crítico de su vida donde más necesitaba de su apoyo, desquitarse en su nombre con el diablo de Pitch Black, y acompañar a Ivlis en una peculiar etapa que nunca creyó que llegaría.
Ivlis no estaba en nada igual a como lo dejó, estaba herido en todos los sentidos de la palabra y fue su trabajo curarlo como solo ella solía hacer, estando para él en todo momento, siendo feliz al comprobar que él la había extrañado y estaba más que agradecido de tenerla de vuelta.
¡Pero el mérito no era solo suyo! ¡No! Emalf y Poemi también tenían lo suyo, en especial el pequeñín de cabello oscuro que ahora abrazaba a su madre mientras lo cargaban.
Ella había esperado con más emoción que su amo al niño antes de nacer, había ayudado en su embarazo, dando consejos, manteniendo saludable a Ivlis y cuidando su estado de humor. Fue doloroso que él no lo aceptara la primera vez y le dejara todo el trabajo a ella, pero no podía negar que todo lo que pasó en su ausencia con Satanick había afectado tanto a Ivlis que el solo ver a un hijo de ambos lo hizo rechazarlo.
Afortunadamente, tal como esperaba, fue algo momentáneo que solo duró una semana e Ivlis se dio cuenta de que el diablo de Pitch Black era el único que merecía tal rechazo, no una criaturita que apenas entendía lo que ocurría a su alrededor y necesitaba de su madre.
Nunca creyó que un pequeño demonio podría hacer tan feliz a su amo hasta verlo reír enérgicamente como en aquellos viejos tiempos donde la vida aún era dulce.
Tal vez por eso adoraba tanto a ese niño si quitaban su tierna forma de ser... Porque lo hacía feliz.
Y si Ivlis era feliz... Ella lo sería.
-¿No te duele que te haya pisado, mamá? -Indagó curiosamente al ladear su cabeza, recibiendo luego un beso en la mejilla inesperado de su progenitor, que recibió cariñosamente.
-¡Para nada, cielo! Eres de peso ligero y tu madre es muy resistente aunque no lo parezca.
-¡Sí! ¡Mami es genial! ¡Mami puede soportar mucho! -Exclamó entusiasmado volviéndose a aferrar amorosamente a él.
Oh, esa sonrisa y ese brillo de vida en los ojos del diablo... ¿Hace cuando que no veía algo así?
Licorice en algo tenía razón; Ivlis era más resistente de lo que parecía, lo suficiente como para haber aguantado por años a un troglodita y dejar atrás mucha de su amargura en poco tiempo.
Aunque, claro... Resistente no significa para nada lo mismo que poderoso.
Lo recordaba día a día, como ahora mismo.
-¡Cu-ca-ra-cha!
Casi rompe una taza entre sus manos al visualizar que el dueño del castillo se aproximaba hasta ellos.
Su presencia no era amena para su familia, ni siquiera para su hijo, y lo demostraba muy bien haciendo más fuerte su abrazo a Ivlis mientras observaba con inquietud a su padre.
Se había dado cuenta de la forma tensa en la que Ivlis lo sujetaba y en cómo hizo una mueca al verle.
-¡Qué bueno que te encuentro! ¡Espero que no tengas planes porque yo ya ideé cómo vamos a divertirnos!
-Tengo planes. -Siseó con odio. -Pasaré todo el día con mis hijos una vez que Poemi regrese de su paseo con Emalf y vamos a merendar en familia... Ah, y para que conste... En la palabra "familia" no estás incluido. Largo.
Rieta cruzó los brazos con una orgullosa sonrisa. Este era uno de sus grandes logros desde su regreso; Devolverle a Ivlis algo de su valor para oponerse por sí mismo cuando él lo viera necesario y no ceder sin remedio. Era bueno ver su progreso y también divertido si se notaba cómo eso a Satanick lo ponía un poco impaciente.
-¡Qué amargado eres, cucaracha! Lo mismo dijiste ayer, anteayer... ¡Yo quiero algo de tiempo también! -Casi pareció lloriquear, pero él no se tragaba ninguna falsa actuación.
-No le digas así a mamá. -Murmuró el niño, sacándole la lengua muy infantilmente. -Ella ya dijo que no quiere ir contigo, vete.
-H-Hahaha, ay, mi lindo niño... -Rió nerviosamente. Cómo se notaba que Licorice tenía más influencia y preferencia hacia Ivlis que a cualquier otro ¿No creen? Eso le dolía bastante y también lo molestaba ¡Poner a su propio hijo en contra suya sí que era caer bajo!
El diablo de flamas prefirió ignorarlo y bajar a su hijo con las intenciones de ir a la cocina y alejarse de una buena vez. No tenía ganas de arruinar su tarde tratando con él, y en el mejor de los casos él se rendiría fácilmente e iría a molestar a Glasses.
Pero no, no esta vez.
-...Ay, parece que a veces se te olvida quién es el que manda ¡Fufufufu! -Canturreó risueño al lograr atrapar con uno de sus brazos sombra al desprevenido de mechas rojas y alejarlo del lado del menor en un instante. Ivlis trató de darle manotazos y zafarse, pero no llegaba hasta él.
-¡MIERDA! ¡Suéltame! ¡Ya te dije que no iré contigo, jodido...!
-Ay, Ivlis... Los acuerdos son acuerdos, escritos o no están ahí. -Negó con la cabeza dando un suspiro que aparentaba ser agotado. Si tenía suerte y no perdía su toque, tendría buenos resultados en unos minutos.
Pero no previó que la genio se abalanzaría contra él mandándolo a volar lejos de un puñetazo, logrando hacer que soltara a Ivlis en el proceso.
Fue rápido, brutal y nadie lo vio venir, ella simplemente salió corriendo de la cocina e hizo su deber de una forma veloz y precisa.
-¡Metete tu acuerdo donde mejor te quepa, guarro! ¡Nadie se salta mis comidas! ¡Nadie! -Rugió hacia el diablo mareado, quien atravesó la pared del pasillo y de todos modos no pudo contestar por estar viendo conejitos alrededor de su cabeza.
Rieta hizo el amague de quitarse el polvo de las manos y ayudó a su amo a levantarse, el cual hizo la misma acción con su ropa.
-¿Se encuentra bien, señor Ivlis? -No hubo respuesta más que un corto abrazo de su parte.
-¡Siempre eres tan heroica, Rieta!
-¡Tía Rieta es tan genial! -Exclamó a la par, Licorice, abrazándose a la falda de su niñera con una sonrisa. -¡Ella siempre salva el día! ¡Quiero ser igual de fuerte y rápida que ella cuando crezca!
Tan tiernos... Sus palabras siempre le llegaban y era imposible negarse a abrazarlos a ambos de la misma manera. Esto era lo único bueno de las molestias de Satanick; El placer de proteger a su amado amigo y dar el ejemplo al pequeño.
-No digan tonterías, yo solo... ¡El té! ¡Dejé las galletas en el horno! ¡Ay! -¿Qué? La genio a pesar de todo tenía su instinto de servidora.
Madre e hijo la siguieron a la cocina, sin notar que pronto Emalf y Poemi los acompañarían para sentarse juntos en la mesa y hablar entre ellos, siendo el primer tema de conversación la genio y su heroísmo.
La apenaban, pero en algo de lo que ellos decían no estaban errados... Siempre estaría ahí para Ivlis.
...Aunque el que observó todo desde otro sitio no tenía planeado que eso siguiese ocurriendo.
(...)
-¿De qué querías hablarme, Envi?
Dio un sorbo a su té, poniendo una sonrisa jovial que contrarrestaba con la seriedad en el semblante de la cabra demonio que la acompañaba sentado en el otro sofá.
Envi la había citado para hablar, y aunque no estaba segura de qué, y tenía entendido que él era la mano derecha de Satanick, no por eso sería descortés. Al fin y al cabo ellos no tenían por qué ser como él, lo cual demostraba Sullivan.
El ambiente se le hacía muy calmo como para imaginar algo más allá de un pedido para que los niños no dejaran más la ropa tirada, que fuesen más ordenados, etc. De ser eso se encargaría fácilmente y podría volver con Ivlis.
-Es sobre nuestros amos. -Fue directo y al punto, captando rápidamente la atención de Rieta.
Eso no era un buen tema para comenzar... Ambos eran diferentes, servían en el mismo puesto a dos diablos muy distintos que se odiaban mutuamente y mantenían una sangrienta relación de verdugo y víctima. Eso chocaba, pero no tenía por qué ser un motivo para pelear entre ellos ¿No?
-Oh... ¿Qué es? Si es por el desorden de Ivlis puedo solucionarlo, le diré que...
-No, no trata de eso. -Interrumpió sin darle la oportunidad de seguir suponiendo. -Creo que... Tú sabes bien, Rieta, que te has perdido de muchas cosas cuando no estabas.
-Sí, es verdad. -Alzó una ceja con curiosidad hacia el destino de esta conversación, pero no dijo más que eso.
-Verás... No sé si lo sabías, pero Satanick-Sama conocía desde antes a tu diablo, no sé si eran amigos pero... Las cosas eran calmadas entre ellos y yo lo veía en el castillo una que otra vez. -Eso la sorprendió, no estaba enterada al respecto. -Tú más que nadie sabes que tu diablo es responsable de muertes de otros mundos...
-Sí, lo sé.
-Mi amo no estaba enterado de eso cuando lo conocía, así que quiso ayudarles sugiriendo "un lindo lugar de vacaciones". -Repitió las palabras de su diablo insulsamente. -Tú sabes... Tu último mundo de tus días de invasora.
Rieta no sabía bien qué decir o cómo reaccionar al respecto ¿Qué trataban de decirle? ¿Satanick había contado a Ivlis sobre la existencia de aquel mundo donde todo por lo que trabajaron se les fue arrebatado?
-Mi amo nunca quiso hacerle mal al tuyo pero... Él tuvo el descaro de culparlo por su derrota y atacarnos... Hirió a Satanick-Sama.
-Ahórrate todo el cuento, Envi ¿De qué se trata todo esto? -Preguntó impaciente. -¿Qué es lo que quieres?
-Quiero que dejes en paz a Satanick-Sama. -Sentenció perdiendo su calma y adoptando un tono más odioso que activó la furia de la genio junto a sus palabras. -Ya estoy cansado de que le hagas daño por hacerte la heroína de esa ridícula excusa de diablo.
-¡¿Cómo te atreves a llamar así al señor Ivlis?! ¡Lo único que yo estoy haciendo es protegerlo! ¡¿Eso es un delito?! -Tenía muchas ganas de estamparlo a puñetazos a la pared, pero se contenía.
Ni siquiera sabía por qué ¿Con qué derecho él venía a exigirle que dejara de lastimar a Satanick cuando él hizo cosas aún peores a su amo? ¡Ella tendría que ser la que reclamara por el comportamiento de ese idiota! ¡No Envi!
-No, pero es a lo que quería llegar hasta que me interrumpiste... Ese "cuento" era para comunicarte que Satanick-Sama no tiene aquí a tu amo forzadamente... Ellos tienen un acuerdo tácito. Ivlis es quien se ha estado dejando hacer daño.
-Haha... No trates de jugar conmigo, idiota. -Esto era el colmo ¿Se creía que la engañarían así de fácil? La estaban encabronando, pero... También una sensación de inquietud reinaba en ella ¿Acaso Envi decía la verdad? -Estás mintiendo.
No ¡No! Ivlis nunca se dejaría hacer daño así de fácil. Él tenía dignidad, no caía tan bajo.
-¿Por qué dices eso? ¿Crees que tu amo no es tan patético como aparenta? -No contuvo una sonrisa burlona para hacerle hervir la sangre a su acompañante. -Cuando Ivlis atacó a Satanick él dio una buena lucha, pero como era de esperarse perdió por su falta de poder... Satanick-Sama pudo haberlo matado, pero la señorita Reficul ofreció disculpas y nos explicó todo al respecto. Si bien lo dejaron vivir... La señorita Reficul y mi amo continuaron molestándolo pero... Verá, él es un poco más drástico y a veces se le va la mano ¿Entiende?
Un gruñido de ira fue lo único que obtuvo como respuesta más una mirada fulminante.
No le asustaba, al contrario, le divertía.
-A cambio de dejarlo vivir... Él se convertiría en lo que es ahora; Un usado y asqueroso juguete de turno sin voluntad propia.
Eso fue todo, Rieta perdió la paciencia. No deseaba escuchar más palabrerío, solo darle un golpe que lo mandara a otra habitación, sin embargo su mano se detuvo abruptamente como casi lo hizo su corazón al ver lo que Envi sujetaba en su otra mano.
-No lo haría su fuera tú.
-D-De dónde... ¡¿De dónde sacaste mi lámpara?!
Efectivamente era la suya, la misma lámpara roja decorada con soles, su prisión por muchos años y algo que le confió recelosamente a Ivlis hace mucho tiempo, puesto que si era frotada... Ella volvería a estar encerrada ahí.
Le daba pánico comprobar que el demonio cabra la tenía y vaya a saber Justim qué planeaba hacer con ella.
Así que... Esto buscaba... Amenazarla.
-¿Esta chuchería? Eso no importa, sino lo que puedo hacer con ella. -Expandió su sonrisa fijando la vista en el objeto, mientras su dedo se deslizaba juguetonamente por la tapa del mismo para poner nerviosa a la peli naranja. -Yo quería negociar contigo, Rieta, pero eso no podrá ser con una chica tan terca como su amo ¿Verdad?
-Q-Qué... ¿Q-Qué quieres de mí?
-Ya lo dije antes. Deja a Satanick en paz, deja de intervenir en un asunto que no te incumbe o pasarás el resto de tu miserable vida en esta lámpara.
-¿E-Eh? ¡No puedes pedirme tal cosa! ¿Crees que golpeo a Satanick porque quiero? ¡No! ¡Él también lastima al señor Ivlis! ¡Él no se merece esto! ¡No creas que me amenazarás tan fácil!
Se negaba rotundamente a abandonarlo ahora que las cosas estaban mejorando en su vida. No podía permitirse dejar a su querido amigo en las garras de un ser sádico como lo era el diablo de Pitch Black World.
Puede que ella no hubiese visto nunca un maltrato o el resultado de estos porque los evitaba, puede que Ivlis se haya negado a dar detalles al respecto queriendo dejar el tema en el olvido pero... Una cosa era segura, no importaba qué tan leve fuese, no dejaría que le pusieran un solo dedo encima así le costara la vida.
-Rieta, Rieta, Rieta... Si yo hubiese querido te hubiera encerrado desde ayer para sacarte del camino fácilmente, pero te estoy dando la oportunidad de hacer un trato. Si tú desaparecieras... ¿Quién crees que saldría más afectado?
Un silencio tenso reinó en la sala.
S-Si yo no estuviera más, Ivlis...
-Veo que te das cuenta... Si te elimino, dejarías atrás a todos de nuevo, incluyendo a tu amo ¿Y crees que desde esta lámpara podrás protegerlo o apoyarlo? No lo creo. -Negó con la cabeza, disfrutando con sumo placer del semblante derrotado de su acompañante. -Veo que Ivlis te necesita... Haces bien tu trabajo de darle ánimos, así que creo que aun cumpliendo su acuerdo él no cambiará gracias a ti. Piénsalo bien, Rieta... No importa lo que elijas, el destino de tu diablo es inevitable, pero en solo una de tus elecciones estarás a su lado ¿Qué vas a hacer?
-Y-Yo no...
¡Qué locura! ¡¿En serio estaba considerando la oferta de este estúpido cabrón?!
...No, él tenía razón.
Si no aceptaba ella desaparecería y de todos modos lastimarían a Ivlis.
Si aceptaba... Al menos estaría con él, pero... Cargaría con la culpa de haberlo abandonado a voluntad.
Sonaba horrible, pero no tenía elección. No podía volver a esa oscura y fría cárcel, no deseaba hundirse en la soledad, no podía pasar el resto de la eternidad así...
No de nuevo... Debía quedarse con su amada familia... Con Ivlis.
¿Pero a qué costo?
-Tratar de decírselo a alguien no servirá, no revelaré dónde esconderé la lámpara ni aunque me amenacen de muerte. Y ni trates de atacarme o de quitármela. Me tomará dos segundos como máximo frotar esto y hacerte una prisionera ahora mismo. -Advirtió tras notarla sospechosamente pensativa.
-Bien... Lo haré. -Bajó la cabeza derrotada, apretando los dientes de la frustración mientras él se levantaba satisfecho guardando la lámpara en uno de los bolsillos internos de su saco.
-Espero que lo cumplas, yo nunca rompo mis promesas. Aunque... Tú tendrás que romper la tuya, pero, bah... Qué importa.
Sonrió para sí mismo dando unos pasos lejos. Pronto sería la hora de la cena, tenía que ayudar a los demás con eso. Pero no llegó a la cocina gracias a la voz quebrada de la genio llamándolo.
Oh, esa voz adolorida... Simplemente maravillosa.
-¿Por qué...?
-¿Uh? ¿Por qué...? Porque aprecio a Satanick-Sama. "Lo único que estoy haciendo es protegerlo ¿Eso es un delito?"
Ese llanto de su parte una vez que se fue le daba la última palabra.
Rieta y Envi se parecían... Ambos subordinados daban la vida por sus amos, ambos los adoraban y amaban con locura. Ambos... Eran capaces de hacer lo que fuera por mantenerlos a salvo.
Envi esta vez estaba a un paso adelante, dejándola en jaque.
¿Q-Qué haré ahora...? S-Señor Ivlis... C-Cómo lo siento...
Quería llorar, gritar, golpear algo, pero el grito que escuchó en la otra sala la dejó petrificada unos segundos antes de reaccionar.
...S-Señor Ivlis.
Rápidamente, se levantó del sofá corriendo velozmente en esa dirección, asomándose para observar el panorama.
-¡Maldita sea, Satanick! ¡Ya te dije que me dejes de joder! ¡Suéltame!
N-No... Ahora no...
Ivlis estaba de nuevo en la misma situación de ayer, atrapado entre ambos brazos sombra del diablo de Pitch Black y sin oportunidades de escapar, más que con su ayuda.
...Lo cual no podía ser.
Pero... Él se podía defender ¿No? Rogó para que eso ocurriera, pero el diablo de fuego solo seguía gritando encolerizado al tiempo que miraba una que otra vez en distintas direcciones.
...La estaba buscando a ella.
-Cucaracha, hoy tienes un lenguaje muy grosero... ¡Qué digo! ¡Siempre lo tienes! ¡Fufufufu! ¡Pero no te preocupes! ¡El buen Nick te ayudará a corregir eso!
No debía mirar más... No debía.
-¡Ya basta, suelta a mamá! ¡Suéltala!
Eso le rompió el corazón...
Licorice estaba muy al tanto de que existía un conflicto entre sus dos progenitores, sin embargo era un inocente crío que no imaginaba hasta dónde llegaba la gravedad del asunto y no tenía ni idea de lo que realmente pasaba entre sus padres, yendo más allá de un simple odio mutuo burdo e infantil.
El joven demonio intentaba golpear a su padre, pero no le llegaba más allá de las rodillas y no era tan fuerte como para provocar algo con esos golpes.
Él no tenía por qué ser parte de esto... ¡Él no tenía por qué entender todo esto!
Estuvo por intervenir, pero...
"¿Quién crees que saldría más afectado?"
Solo se quedó ahí como una cobarde, mirando en silencio como con facilidad, Satanick apartaba un poco a su hijo y le daba un par de palmaditas en la cabeza con una sonrisa.
-Oh, vamos. Ya jugaste mucho con tu madre hoy, tu padre quiere hacer lo mismo también ¡Y seguro que la cucaracha también quiere!
-¡Jódete, maldita basura! ¡¿Me estás escuchando?! ¡JÓ-DE-TE! ¡Y SUÉLTAME YA, MIERDA!
El diablo de ojos violetas pareció rodar los ojos.
-Qué vulgar...
La genio estuvo por retirarse de una vez para dejar de soportar esto, pero se detuvo esperanzada cuando Licorice dejó de gritarle y evitó que se alejara agarrándose del dobladillo de su camisa.
-P-Pero... M-Mamá me prometió que jugaríamos a las escondidas antes de ir a cenar... No puedes llevártela. Por favor... N-No te la lleves.
¡Con esto tenía que acceder! Satanick podía ser un patán, pero bien sabida era su debilidad hacia sus hijos ¿Cómo podría resistirse a decir que no si el menor de ellos lo miraba tan suplicante a punto de llorar?
Por un segundo Rieta creyó tener ganada esta...
-¡No te preocupes, Licorice! Prometo que te devolveré a la cucaracha en unas horas. Tenemos asuntos de adultos que atender ¿O no? -Indagó al diablo de flamas, quien se había quedado callado desde la intervención de su hijo.
-¿Q-Qué...? ¡Tu hijo acaba de pedirte que me dejes de joder, malnacido! ¡¿Te entra todo por un oído y te sale por el otro?!
-Tan grosero. -Masculló por lo bajo soltando un bufido resignado antes de volverle a sonreír a Licorice. -¡Para tu hora de dormir él estará aquí, pequeño! ¡Palabra de diablo!
Fue lo último que dijo antes de retirarse ignorando las exigencias de Ivlis y que su hijo aun insistiera ya quebrado en llanto, fallando en tratar de alcanzarlos antes de tropezar.
...R-Realmente él...
-U-Ugh... R-Rie... ¡R-RIEEEETAAAA! S-Sniff... ¡T-TÍA RIETA! ¡S-Se llevó a mamá! ¡¿Dónde estás?!
El corazón se le estrujó hasta sacarle lágrimas, alejándose lo más que pudo de ahí.
Había abandonado a Ivlis... Lo había cedido a un maníaco y no solo lo había decepcionado a él, sino también a su hijo que no dejaba de llorar pidiendo por su ayuda.
L-Licorice... Ivlis... L-Lo siento...
¿El saber que al menos estaría con su amo? No le importaba... Lo hecho, hecho estaba y él ahora estaría sufriendo quién sabe qué tipo de cosas mientras ella no hacía nada por ayudarle, solo romper a llorar en su cuarto sin ganas de seguir escuchando al niño, sin ganas de ver a nadie.
Quería esperanzarse en que tal vez esto no sería tan grave... Que esto no pasaría todos los días, que podría apoyar a Ivlis de todos modos, pero... No podía.
Había roto su promesa.
(...)
La noche ya había caído en Pitch Black World, después de una incómoda cena con Poemi, Emalf y Licorice, Rieta se había quedado en la cocina lavando los platos.
Trató de disimular que había llorado, siendo afortunada de que Poemi y Emalf se tragaran la excusa de que Ivlis había ido a una reunión de diablos. Licorice no la desmintió siquiera, estuvo callado toda la cena apenas tocando su comida.
Suspiró cansadamente mirando el reloj ¿Ya era tan tarde? La una y media de la mañana y su amo aun no aparecía ¡Se había ido a las ocho! ¿Qué tanto estaban haciendo? De solo imaginarlo quería llorar.
Y como siempre, no pudo porque alguien irrumpió a tiempo tirando suavemente de su falda.
Volteó viendo a Licorice en piyama arrastrando una almohada con una mano mientras con la cual tiró de su falda se tallaba un ojo y bostezaba cansinamente.
-¿Licorice...? ¿Qué haces despierto?
-Mami aún no ha regresado para darme mi beso de buenas noches o contarme un cuento. -En su voz y la forma en la que abrazó su almohada se denotaba aflicción.
Se le hizo un nudo en la garganta al verlo ¿Qué le podía decir?
De todos modos no tuvo tiempo a dar ninguna excusa, otra presencia la sobresaltó de furia antes de eso.
-¡T-Tú...!
Satanick estaba ahí, pero traía otra ropa y llevaba la anterior en un cesto para lavarla y en esta se notaba sangre húmeda. Tenía una enfermiza sonrisa alegre, tanto que parecía inocente de cualquier cosa y no parecía haber hecho nada malo.
-¿Uh? ¡Hey! ¡Qué bien que te encuentro! Me pasé un poco de la hora... Fue difícil volver a re educar a la cucaracha... Muchos años sin jugar, tú sabes ¿No?
-¿Uh? ¿Mamá ya puede venir a darme las buenas noches entonces?
Rieta frunció el ceño hacia Satanick cuando se dio cuenta de que estaba nervioso y no sabía qué responderle. Casi quería golpearlo ahí mismo.
¿Tuvo las agallas de llevarse a Ivlis frente al niño pero no el tiempo para pensar en una excusa creíble? Era obvio que Satanick no quería revelar nada a su hijo, pues era muy pequeño para eso y... No lo entendería al principio.
Tenía ganas de estrangularlo ¿Planeaba que ella se ocupara de excusarse con el crío?
-U-Uh... La cucaracha ha de estar cansada para eso, hijo. Mejor ve a dormir y habla con ella mañana, sería lo mejor... Rieta ¿No? Si quieres buscarlo está en la 13 ¡Yo llevaré a mi adorable retoño a dormir!
Pero él se alejó antes de que le pusieran la mano en el hombro y se abrazó fuerte a su almohada, rechazando el tacto del adulto. -No, yo puedo ir solo... -Se negó con un tono desilusionado, desapareciendo de la cocina a pasos pesados.
Una vez solos, Satanick perdió la sonrisa, algo incómodo por la forma en la que Rieta lo miraba.
-Eh... ¿Qué?
-Eres un maldito monstruo. -Masculló alejándose de la cocina.
No pensaba hablarle o verlo ahora, sabía que no se controlaría y terminaría abollándole la cara a golpes, lo cual mandaría su trato a la mierda junto a todo lo que quería.
Un mal presentimiento la embargó mientras iba avanzando entre esos desconocidos pasillos que no cruzaba desde hace años. Los conocía por su primer rescate y sabía hacia donde conducían; Las salas de tortura. No las había visto nunca por dentro y nunca sintió la curiosidad morbosa de hacerlo.
Tragó grueso mirando cada número de las celdas, impaciente por llegar a la número trece, pero deseando nunca llegar para no tener que observar el resultado de su abandono.
No se atrevía a girar el picaporte ¿Qué le diría a Ivlis? ¿Acaso le gustaría siquiera lo que iría a ver? ¿Qué tanto daño le pudieron haber hecho?
No, eso no importaba ¡No perdería tiempo y lo curaría lo más pronto posible!
Apenas lo giró y entreabrió la puerta, automáticamente un sonido de llanto la dejó paralizada.
Son a prueba de sonido...
-¿Rieta...?
-¡¿L-Licorice?! -Giró espantada hacia el niño ¡¿Qué hacía él ahí?! ¡¿La había seguido?! Bueno, eso era obvio pero... ¡¿Por qué?! ¡¿Qué hacía ahora?! No podía dejarlo ver esto.
No, él no tenía que ver esto... Aunque ni ella lo había hecho... El llanto que escuchaba era de ayuda para imaginar.
-¡¿Q-Qué haces aquí?! ¡Ve a tu cuarto!
Pero él no le respondía nada, seguía con la mirada clavada en la puerta.
-... ¿Esa que está llorando es mamá?
-L-Licorice, por favor, vete a tu cuarto.
-¿Por qué mamá está llorando?
-¡Licorice, maldita sea, vete a tu cuarto! -Gritó en desesperación, sin lograr nada más que asustarlo. Contuvo el aliento tratando de acercarse a él para abrazarlo y convencerlo de la manera dulce, pero él fue más rápido y la esquivó yendo directo hacia la puerta abriéndola al instante. -¡LICORICE...!
-¡Mami! ¿Estás aq...? ¿M-Mamá...?
N-No... Tú no tendrías que... No...
-¡Licorice, vete! -Aterrada, fue hasta el paralizado niño con las intenciones de alejarlo lo más pronto posible, sin embargo ella también tuvo que levantar la mirada hasta el fondo de la habitación, quedando igual de congelada. -¡No veas, solo ve...! S-Santo Vicers...
¿Antes tuvo ganas de llorar? Ahora las tenía aún más, tal vez hasta de morir ante esta desgarradora imagen.
Ivlis estaba en el fondo de la celda, en todo el suelo de esta había sangre, ningún rincón se salvaba de estar manchada de ella. Había en las paredes marcas de rasguños y abolladuras, objetos que no quería conocer empapados de rojo.
Y él... Estaba repleto de heridas y moretones, su ropa hecha jirones, sus brazos estaban alzados y esposados en uno de los grilletes de la pared, manteniéndose apenas recostado entre el suelo y la pared con las piernas cruzadas y su cola temblando entre ellas, en sus manos y brazos se notaba que faltaban algunas de sus escamas y la sangre no era lo único que se deslizaba por su piel.
Simplemente horrible.
-¿M-Mamá...? ¡MAMÁ!
Licorice fue el primero que reaccionó largándose a llorar a mares y corriendo al encuentro del diablo de flamas. Estaba desesperado, asustado, había esperado muchas cosas pero nunca encontrarlo así ¿Por qué su madre estaba esposada de esa forma? ¿Por qué estaba tan herida? ¿Por qué...? ¿Por qué esto le estaba pasando a su amada madre?
Sin importarle mancharse de sangre u otra cosa, se abrazó a él llamándolo en vano. Ivlis no respondía, su llanto se había apagado desde hace unos segundos y apenas alcanzaba a desviar la mirada hacia su hijo sin la fuerza para decir o hacer nada.
Torpemente luego de salir del shock, Rieta corrió hacia una de las mesas donde se encontraban las llaves y se acercó rápidamente probando con cada una hasta que diera con las correctas de los grilletes.
Ya no había tiempo para pensar en explicar a Licorice, debía liberar a Ivlis lo más pronto posible y sanarlo. Su estado se veía grave y hasta doloroso de solo ver, no quería perder ni un segundo más.
Cuando finalmente logró soltar sus brazos, él terminó por deslizarse de la pared quedando más apoyado en el suelo que en la anterior.
-S-Señor Ivlis... N-No se preocupe... Estará bien, solo trate de no dormirse y...
-¡¿M-MAMÁ MORIRÁ?! -Chilló automáticamente casi dejando caer completamente al adulto del susto.
-¡No! No morirá... Solo... Ayúdame a cargarlo.
Su mirada seguía acuosa con el mismo deje de miedo que usaba para ver a su progenitor, tardando unos segundos en asentir y levantar como podía a Ivlis para hacer fácil a Rieta cargarlo por su cuenta, siéndole fácil gracias al tamaño de sus manos. Ivlis soltó una que otra queja adolorida, pero nunca se opuso.
Sin más, salieron de la celda con un destino fijo; el baño.
En el camino, Rieta aguantaba las ganas de llorar, tocando el punto límite cuando de reojo logró ver que el niño, con la mirada gacha, tomaba tímidamente la mano colgante de su madre.
Lo siento...
(...)
-Un poco más de venda... Aquí se me acabaron.
Apenas alcanzado el rollo de la mano ajena, volvió su concentración a los últimos ajustes en las vendas del brazo de su amo. Había tomado mucho tiempo, pero finalmente había aseado a Ivlis con el cuidado de no hacer que sus heridas dolieran tanto, las había desinfectado y ahora terminaba de vendarlas.
Había gastado aproximadamente tres rollos de gasa para eso, lo cual ya decía mucho. Lo que no podía tratar aun eran los moretones, estos desaparecerían a su debido tiempo. Fue un reto vendar completamente los brazos y manos, sobre todo por los dedos, sin embargo lo había logrado. Confiaba en que pronto las escamas faltantes volverían a crecer, hasta entonces no quitaría las gasas.
-Listo... ¿Ya se siente mejor, señor Ivlis? -Indagó nerviosamente, aunque él solo asintió vagamente con la cabeza sin decir palabra.
No hubo un solo sonido de su boca desde que lo encontró, ni una queja, ni una palabra... Ya estaba sospechando que ella lo odiaba o algo así.
No lo culparía de ser así.
-Lo llevaremos a su cuarto ¿Sí? Será mejor que mañana se quede todo el día en cama hasta que esté mejor. -Habló de nuevo, esta vez fijando su atención en Licorice, quien seguía observando a su madre afligidamente. Rieta suspiró acariciando su cabeza. Creía que el pobre ya estaba con mucho sueño como para seguir ayudándole, y si bien estaba en lo correcto, no lograría que él se fuese a su habitación a dormir. -¿No quieres ir ya a descansar, Licorice?
-No... Está bien. -Respondió en un tono inexpresivo impropio de él que sorprendió ligeramente. -Llevemos a mamá a su cuarto, ella es la que necesita descansar.
Asintió costosamente volviendo a cargar con más facilidad a Ivlis. Su cuarto quedaba cerca, así que llegaron en pocos segundos. Consideró vestir a Ivlis, pero no quería que la ropa lo incomodara en ese estado. Él no la pedía, así que suponía que estaba bien así, al fin y al cabo una vez arropado ya estaría cubierto.
Se aseguró de acomodarlo bien, cuidando de ponerle una almohada extra bajo la cabeza en caso de heridas internas. Así podría evitar que en el peor de los casos se ahogara con su sangre. En medio de eso, no notó hasta que se apartó que Licorice estaba sobre la cama tomando su mano izquierda. Denotaba inquietud en su forma de mirarlo.
-M-Mamá...
-Licorice... Sería mejor que no hagas eso. Está muy herido y... -Trató de hacer que se alejara, no por lo mencionado, sino porque le rompía el corazón seguir viéndolo de esta forma.
Él no obedeció, Rieta murmuraba en un tono muy bajo para que la escucharan, aunque logró apenas oír lo último motivándolo a acercarse un poco y apartar varios mechones del rostro de su madre con preocupación.
-¿T-Te duele mucho mamá...? Si quieres puedo traerte medicina, contarte un cuento... P-Puedo besarte para que te sientas mejor... U-Ugh... M-Mamá, dime algo...
Sus ojos se cristalizaban, desesperado ante el silencio de Ivlis y Rieta.
Ella ya no podía hacer nada, aun si tenía la voluntad... No encontraba manera de que sus palabras no se ahogaran en su garganta antes de pronunciarlas.
-Li... L-Lico... rice...
El niño se sobresaltó sintiendo que su madre apenas lograba doblar sus dedos entre su mano y pronunciar su nombre con una débil voz. Levantó la mirada hacia él y algo dentro de sí se quebró apenas lo vio llorar.
¿Esa era su madre?
¿Era realmente aquel al cual normalmente veía sonreírle y hablarle animadamente? ¿El adulto herido y sollozo era su madre?
Casi no lo reconocía... Dolía comprobar que sí era él y estaba llorando, horriblemente humillado y apenado de que fuesen exactamente su hijo menor y su más leal servidora quienes lo vieran en un estado lamentable que nunca vieron ni deberían ver.
-Shhh... S-Solo duerma, señor Ivlis... Lo necesita. -Susurró ella entre lágrimas, haciendo todo lo posible para que pronto él cayera en el sueño profundo y perdiera la consciencia para olvidar este día.
Ella no lo olvidaría.
Tuvo suerte de que no tomara mucho tiempo, en pocos segundos su amo cerró los ojos. Su estado débil había ayudado a que fuese rápido, lo necesitaba y le ayudaría a no sufrir durante su tiempo de descanso. No aseguraba que despertaría mañana, pero sí que estaría bien con los cuidados adecuados.
¿Esto es lo que pasó cuando ella no estaba? Ahora comprendía... Y odiaba a Satanick. Lo odiaba, lo odiaba profundamente y conocía finalmente el dolor de la verdadera impotencia, aquella que la asfixiaba por haber tenido la oportunidad de evitar esto... Y saber que podría, pero no lo haría.
-Mamá se ve tan... Rota.
La voz temblorosa de Licorice la sacó del trance en el que estaba al mirar aun a su amo.
De pronto sentía el ambiente tenso, al igual que la forma en la que el joven demonio se movía dejando la mano de su progenitor en su sitio mientras sostenía en ella una mirada tan vacía que le asustaba.
No parecía ser él.
-Papá le hizo esto... ¿Verdad, Rieta?
-Licorice... N-No deberías seguir aquí.
-Papá es quien lo hirió ¿Sí o no? Respóndeme.
Su escuchaba tan... Furioso. Y su falta de respuesta fue el empuje para volver su próxima reacción algo impredecible.
-Así que fue él... Es por esto que mamá lo odia tanto. Es por esto que no quiere que esté cerca de él... Es por eso que tú lo golpeas... Es por esto que mamá me aconsejaba no encariñarme con esa... Esa... ¡Esa basura! -Vociferó agachando la cabeza. Tal estallido inesperado la anonadó.
-Licorice...
El silencio volvió a inundar el cuarto, solo roto por el sonido de su voz y el de sus manos aferrándose a sus propios brazos.
-¿Por qué le hizo esto, Rieta...? ¿Qué hizo mamá para que esto pase? Mamá siempre es tan amable y cariñosa... M-Mamá siempre me dijo que los malos eran los que pasaban por este tipo de cosas como un castigo... ¡P-Pero mamá no es un villano o un monstruo! ¡M-Mamá Ivlis...! Mamá Ivlis es tan maravilloso y... ¿Por qué le hizo esto entonces? ¡¿Por qué le hizo esto a él?!
Contestar esas dudas no era algo que Rieta planeaba hacer. Licorice ya había visto más de lo que un niño de su edad podía, no necesitaba arruinar más su perspectiva del mundo y echar fuego al volcán ¿Qué le diría? ¿Que su madre había hecho cosas espantosas y esto era un trato irrompible con el precio de su vida? ¿Qué sería del pobre niño si llegaba a saber eso?
Le hería profundamente tanta inocencia aun guardada en sus preguntas. Él veía a su progenitor con cariño y admiración, y no era sorprendente... Ivlis lo trataba con tanto amor... Dolería hacerle saber que él... Alguna vez estuvo cerca de catalogarse "monstruo".
Y claro, no podía decirlo.
Para Licorice... Su madre no era tal cosa.
-Y-Yo... No lo sé... -Ya no quedaban más palabras o preguntas, solo el suspiro del niño que ahora se escabullía entre las frazadas y se acurrucaba cerca de su madre. -¿Licorice...?
-Me quedaré con él... Yo voy a cuidarlo esta noche, y si pap... S-Si esa basura trata de lastimarlo otra vez yo voy a proteger a mamá cueste lo que cueste. Promesa de demonio y de hijo.
Rieta contuvo el llanto temblorosamente, asintiendo con una forzada sonrisa.
Tan... Tan inocente.
-S-Sí... Ten cuidado... Llama si necesitas algo, buenas noches.
-Buenas noches, tía Rieta.
Antes de cerrar la puerta fue inevitable quedarse unos pocos segundos más para observar cómo él, acomodado al lado de su amo, tomaba su mano y entrelazaba sus dedos con cuidado de no herirlo.
-Descuida, mamá... Tomaré tu mano esta noche y sabrás que estoy aquí, eso debería ayudar a alejar las pesadillas... Buenas noches, te quiero.
Bruscamente terminó de cerrar la puerta pegando la espalda a ella, como si haber dejado de ver aquello hubiese tomado un esfuerzo infernal.
¿Por qué estaba ocurriendo esto? ¿Por qué...?
Sollozó finalmente sin que nadie se lo impidiera. Lloró por Ivlis, por Licorice, por la amenaza que ahora controlaba su vida, por saber que a partir de ahora esto era lo que les deparaba cada día sin descanso... Un regreso a la vida amarga de su amo, con ella presente... Pero sin hacer nada al respecto.
¿Qué sería de ellos ahora? ¿Qué pasaría con su amo si esto continuaba así? ¿Qué pensarían Poemi y Emalf si se enteraban? ¿Qué ocurriría con Licorice ahora que tendría que vivir esto siempre?
Lloró por tantas cosas... Pero sobre todo... Lloró... Porque hoy había abandonado a Ivlis.
_..._
-R-Rieta...
Titubeó anonadada a la genio solloza, contagiada por sus lágrimas pero sin convertirlo en un llanto como el suyo. Rieta se culpaba por todo, porque de haber protegido a su hermano no hubiesen llegado a esto.
No ¡Ni siquiera era culpa de Rieta! Era culpa del despreciable servidor que la obligó a olvidar su único propósito importante; Proteger a quien amaba.
-¡T-Todo fue mi culpa, Igls! S-Si tan solo lo hubieras visto... S-Si tan solo supieras c-cómo las cosas se pusieron cuando ese día llegó... M-Me siento tan inútil... Si tan solo yo...
Lloraba e hipaba incapaz de terminar. Esto dolía tanto...
-No es tu culpa.
Callándola al instante, las manos cálidas del ángel de luz se posaron en sus mejillas, ayudando a secar sus vigorosas lágrimas. No podía ver los ojos de Igls bajo sus párpados, pero creía poder decir que la estarían observando con decisión.
Eso de alguna forma la alivió, y no sabía por qué ¿Sería tal vez por las caricias suaves que empezaron a darle sus dedos al apartar las lágrimas?
O tal vez... ¿Igls había visto a través de su alma una verdad que la sacaría de su pesar?
-Rieta... Lo que hiciste fue lo mejor que pudiste. -Continuó ella, sonriéndole con un deje de melancolía. -Si hubieses defendido a Ivlis te podrían haber matado dentro de la lámpara... Pero tú supiste que él te necesitaba, querías estar a su lado, porque sabías... No ¡Porque todos sabemos...! Que eres su mejor amiga, la que lo acompañó en cada momento de su vida, siempre dispuesta a hacer lo que sea para cuidarlo y claro... Nunca dudando de darle una mano para levantarlo. Me han dicho... Que Ivlis es más fuerte de lo que parece... ¡Pero no es por él! ¡Es por ustedes! Si mi hermano fue feliz aun con lo que pasaba... Es porque ustedes estaban con él... Es porque tú estabas con él.
-Pero y-yo...
-No lo abandonaste. Te obligaron a hacerlo... Y yo... Entiendo tu decisión ¿Qué sería de Ivlis si tú no hubieses estado ahí? ¿Qué sería de Emalf? ¿Qué sería de Poemi? ¿Qué sería de Licorice...? Yo sé que él te necesita también, que confía en ti como lo hizo desde la primera vez.
Una risa muda ahogada por su nudo en la garganta la impulsó a pronunciar su nombre. -Igls...
-¿Qué sería de mí sin ti, Rieta?... Si ustedes no hubiesen llegado yo... Yo sería la misma ángel que espera un milagro, que su hermano vuelva a ella, pensando en que también pudo hacer algo para ayudarlo...
Rieta no era la única que había perdido la oportunidad de salvar a Ivlis... Ella también lo hizo.
-Son ustedes los que hacen sentir que soy más que el simple adorno de un dios que debe obedecer cada orden sin cuestionar... Ustedes son mi familia, los que me llevarán con mi hermano... Y tú, tú eres una pieza muy importante. Eres nuestra estratega, una animadora, la más sabia de nosotros en terreno de guerra ¿Qué haríamos sin ti? No habríamos avanzado tanto... Licorice me dijo que cuando mencionaste aquel poder de diablo... Se sintió tan esperanzado como nunca antes lo estuvo... Sé que a pesar de todo él te ama como a una hermana mayor y te admira. Él sabe que haces todo lo que puedes, todos lo sabemos... No hay nada que perdonarte. No sé quién sea ese tonto del cual me hablaste, pero ahora que lo sé... Una vez que volvamos prometo recuperar tu lámpara de alguna manera.
Temblorosamente, los labios de Rieta se curvearon en una sonrisa. Sus ojos no dejaban de derramar miles de lágrimas, sintiendo en su interior una emoción arder furiosamente desatada por el alivio.
-Tú ya me hiciste libre, haré lo mismo por ti.
-¡B-Bwaah! ¡Igls! -Sin más, se lanzó contra ella y se aferró a su abrazo fuertemente.
El ángel tarareó despacio una melodía que ayudó a calmar a la genio junto a sus caricias en su cabello.
No sabía qué les esperaba... Pero entendía que no era el momento de culpar a otros y mirar con rencor el pasado, solo mirar hacia adelante y avanzar.
-Yo sé que no es tu culpa... Yo sé que hiciste todo lo que pudiste, Rieta.
Cuando la sala por fin quedó en silencio, ambas se separaron suavemente con una sonrisa antes de que Igls se levantara y tirara de la mano de Rieta para ayudarla a levantarse.
-Ven... Mañana continuaremos y yo los ayudaré a ambos. -Prometió guiando a la genio hasta su habitación.
-Igsl... ¿Crees que debería contarle esto a Licorice? -No quería causarle más estrés. El niño de por sí odiaba al demonio cabra, o más bien le tenía un extraño tipo de rivalidad debido a que ambos amaban al diablo contrario y no daban el brazo a torcer por ello ¿Qué pensaría Licorice? No quería que se alterara y fuese a enfrentarlo.
Tal vez era mejor esperar el momento adecuado cuando todo esto se calmara.
-No te sientas obligada. Hazlo cuando creas que es el mejor momento. Tal vez él también pueda ayudarte.
Una vez llegaron se detuvieron en la puerta. La sonrisa que llevaban ya era algo nerviosa al no saber bien qué decirse ahora. Como si no desearan despedirse aún pero de todos modos supieran que sería extraño decirlo así como así y lo mejor era decirse buenas noches.
Tal vez las emociones revoloteando por lo de hace rato, nada más.
-Duerme bien, Rieta. -Dijo finalmente, Igls, dándole otro abrazo menos apretado e igual de cálido.
-Dulces sueños, Igls. -Pero al separarse la rubia hizo algo que no vio venir y pintó un rosa pálido en sus rostro; Besó su mejilla. Lo hizo con tanta naturalidad y calma que fue imposible procesarlo hasta que se dio cuenta de que ella ya se estaba alejando por el pasillo con la sonrisa inocente de una niña buena.
-¡Nos vemos mañana!
-¡S-Sí! Nos vemos mañana. -Devolvió el saludo con torpeza, entrando atropelladamente a su cuarto, y asegurándose de cerrar la puerta así nadie la viera.
Muy bien... ¿Qué fue todo eso? No había nada que malinterpretar ¿No? Igls solo era muy dulce, seguramente así solía decir buenas noches a su hermano antes ¡Una costumbre! Eso.
Y de todos modos se sintió especial... Como cuando Ivlis solía cargarla en sus escapadas a la tierra de los soles.
Indefensa.
-N-Necesito dormir. -Bufó echándose en su cómoda cama. Necesitaba descansar de sus pensamientos o le explotaría la cabeza.
Muchas emociones por una noche ¡Pensamientos fuera!
(...)
-Diablo listo... No te tomó mucho tiempo esta vez. -Musitó Igls hacia su sobrino, quien estaba algo distraído con la mirada en el paisaje mientras descansaba.
Invasiones... Son difíciles, te dejan algo herido y agotado a pesar de irónicamente robar poder.
-Bah, dio buena pelea pero era un charlatán. -Alegó sin interés, recostándose en un árbol cercano a la par que observaba a algunos de los demonios de su madre partir hacia el portal, ayudar a los heridos y comprobar entre las armas de los muertos si algunas les serían útiles. -Fue un placer haberle cortado la lengua...
El ángel no se espantó, ya conocía el temperamento de su sobrino para esto y comprendía que un tono sin demostraciones de ira significaba que estaba de buenas.
Sonrió sentándose junto a él. Faltaba mucho tiempo para que pudiesen volver y no estaban apurados, pues esta vez les había tocado un mundo sin dios al cual le importase. Tenían todo el tiempo del mundo, y en eso, el descansaría y ella le haría compañía.
Él suspiró agotado, sin poner resistencia cuando su tía lo recostó en su regazo y tapó la luz del sol con sus alas. Agradecía ese detalle, estaba a medio morir.
-Trabajas mucho para ser un niño, Licorice. -Rió por lo bajo causando el mismo efecto en él.
-Bah... Siempre lo hice, tía... Pero no me molesta, todo siempre fue por la misma causa.
-Ya veo... ¿Pero no quieres descansar un poco? Ya sabes... Últimamente haces todo tú solo.
El menor divagó con la mirada. Se había percatado del tono preocupado de Igls y se sentía algo culpable por eso, aunque no lo suficiente.
-Está bien así. Eso acelera todo. -Declaró cerrando los ojos. -Que solo uno de nosotros esté cansado no es tan malo como que la mayoría lo estén.
Igls no volvió a hablar, no insistiría, más que nada porque Rieta había dicho ya que ella sería quien sacara el tema a flote con Licorice. No sabía cuándo ni cómo... Pero ella lo haría.
-Por lo menos tómate este momento para hacerlo ¿Sí? Te despertaré cuando nos tengamos que ir.
-Está bien...
Sí... Puede que un descanso no le hiciese daño.
_..._
Ya perdía la cuenta de cuánto tiempo llevaba soportando esto...
-¡Cucaracha!~ ¡Ya te vi! ¡No te escondas! ¡Tengo tantos planes para hoy!
Se cubrió los oídos tratando de no llorar, pero le era imposible no hacerlo teniendo que escuchar la voz de su progenitor así.
-Q-Qué... ¡A-Aléjate de mí! ¡Hoy estoy ocupado! ¡Le prometí a Poemi y Licorice que...!
-¡Eso puede esperar!~ ¡Mientras más rápido empecemos más rápido cumplirás!
-¡Y-Ya te dije que no! ¡Suéltame! ¡SATANICK, TE DIJE QUE ME SUELTES!
¿Por qué las cosas continuaban de esta forma? No lo podía comprender aun... Pero ese no era el problema, sino que no podía hacer nada, al igual que los demás.
¿Rieta? Por algún motivo ella no hacía nada... ¿Emalf? No lo culpaba por tener miedo... ¿Poemi? Estaba en su misma situación.
Aquí nadie hacía nada, nadie paraba esto... Y tal cosa lo desesperaba.
¿Acaso nadie veía que esto estaba mal? ¿Nadie era consciente de las monstruosidades que ocurrían en su hogar?
En la noche ya no había cuentos y besos de buenas noches, solo gritos, llantos, lágrimas, sangre y vendas que se agotaban al igual que su propia esperanza de un héroe para su madre.
Su vida se estaba amargando casi tanto como la de Ivlis, algo menos notorio en un niño como él a quien le bastaba sonreír para ocultar lo despedazado que estaba por dentro.
Él había cambiado durante este tiempo... Había dejado muy atrás bastantes comportamientos infantiles, volviéndose más serio ¿Y por qué no? Si no parecía haber un motivo para estar alegre o siquiera cuidar su vocabulario (El cual por cierto gracias a Rieta, Emalf, Poemi y sus padres había empezado a hacerse extenso... Y no en el buen sentido.)
Los niños no son ignorantes, solo saben esconder los problemas con facilidad ante la mirada adulta y aparentar vivir una vida normal.
"Hay cosas que los niños no deben saber"... Estupideces. Él tenía derecho a que le dijeran lo que ocurría bajo su techo, así le doliera.
¿Por qué...? ¿Por qué no puedo hacer nada?
Era su duda existencial.
Día tras día todo empeoraba. Ivlis ya no era capaz de sonreír tan seguido, jugar con él y Poemi, contarle cuentos o siquiera darse el lujo de pasar tanto tiempo con su familia como antes, toda su vida estaba consumida en una sola persona; Satanick.
¡Satanick, Satanick, Satanick, Satanick...! ¡El único que tenía el poder para robarse todo de él! Tiempo, risas, esperanza, absolutamente todo... Y sin dejar más que ojeras, huesos rotos y tristeza.
Lo odiaba.
Gracias a él, el diablo amoroso que tenía por madre ahora se había convertido en un ente que la mayoría del tiempo se la pasaba vendado de pies a cabeza en la cama sin emitir sonido más que llantos. Era ahora una versión gris y opaca del que era antes.
Le hería profundamente tener que ser testigo de esto. No importaba si Poemi, Emalf o Rieta trataban de distraerlo de su pesar, él de todos modos sabía lo que pasaba tras una puerta cerrada con ellos dos.
Adultos...
Los únicos capaces de hacer algo y los únicos que solo se quedaban viendo y volvían a sus asuntos como si nada.
Licorice apenas tenía nueve años y empezaba a ver la realidad tal cual era...
Adultos...
Son solo personas... Pueden ser débiles, otras cobardes, las demás ignorantes o indiferentes... Algunas los monstruos que se esconden bajo la cama.
Si tan solo él pudiese ser adulto... Las cosas podrían cambiar ¿No?
Si él fuese adulto... Satanick no podría apartarlo fácilmente con solo un empujoncito, no sería difícil ayudar a su madre a levantarse por su cuenta cuando lo necesitara, no sería tan bajo y débil como para no poder hacer nada cuando él necesitaba ayuda...
Solo quisiera... Ser mayor...
Era imposible a menos que pasaran los años... De todos modos no deseaba serlo para siempre, solo cuando lo necesitara de verdad.
Desearía ser mayor... Para poder salvar a mamá cuando lo necesite.
Para ponerle fin al infierno que su familia estaba viviendo constantemente... Solo eso requería.
El único problema es que eso era imposible, no le quedaba más que resignarse a seguir de esta forma, limpiarse las lágrimas y levantarse de su sitio para volver con Rieta.
Eso hizo pero...
¿Por qué el suelo se sentía tan lejano de repente?... ¡Un momento! ¡¿Desde cuándo siquiera se cambió la ropa?!
-Q-Qué es lo que... ¡¿Q-Qué?!
¡Su voz, maldita sea! ¡¿Qué le pasó a su voz?! Corrió al baño a los tropezones, incapaz de controlar esta extraña y nueva lejanía del piso, conteniendo un grito apenas estuvo frente al espejo.
... ¡¿Ese soy yo?!
Bien... Bien... No sabía qué había pasado, pero de la nada había pegado un muy notorio estirón que casi le costó darse de cabeza contra el marco de la puerta, tenía una ropa diferente a la usual que lo hacía ver formal, incluyendo una capa morada y un par de alas. Sus cuernos también habían crecido al igual que sus colmillos y finalmente un mechón caía a un costado de su cabeza.
Fuera de eso, el brillo infantil y confundido en sus ojos dorados permanecía al verse y moverse torpemente para confirmar que el tipo que estaba reflejado era realmente él.
No había duda, era él.
Se frotó los ojos un par de veces y nada cambió, ese adulto seguía a su vista.
Tal vez... Y solo tal vez... Su ferviente deseo de ser adulto lo había hecho delirar. Seguramente era eso ¿No? La verdad es que no estaba seguro, hasta tenía miedo de decir algo y seguir oyendo su nueva voz. Si lo escuchaba era porque oficialmente se volvió loco.
¡¿Y eso cómo demonios pasó?! ¡¿Siquiera estaba despierto?! No... Rieta seguro que tenía una explicación a esto.
-¡RIe...! -Se cubrió la boca al instante como mero reflejo. Le costaba tener que escucharse pero... En esta situación ya daba igual. Así que carraspeó la garganta saliendo como pudo del baño. -¡RIETA! ¡ALGO RARO ME PASÓ! ¡¿QUÉ LE PUSISTE A LA COMIDA DE HOY?!
-¿Eh? -La genio, quien estaba ocupada distrayéndose con los platos sucios para no pensar en su pobre amo salió de la cocina con una sartén secándose entre sus manos y un trapo. Sin dirigirle la vista. No reconocía esa voz, así que suponía que era un tonto subordinado de Satanick del cual ni se acordaba. -¿Quién y qué quie...? ¡WAAAAAH! -Chilló apenas el demonio la sacudió al haberla agarrado de los hombros desesperadamente.
-¡N-No sé qué me pasó, Rieta! ¡Ayúdame!
-¿Uh...? ¡DEGENERADO, SUÉLTAME! -Exclamó dándole un buen golpe con la sartén que lo dejó trapeado en el suelo.
... Pobre niño, apenas se daba cuenta de lo que pasaba y ya le caían a sartenazos.
A modo de protección, Rieta hizo el amague de volver a golpearlo, pero Licorice fue rápido y se alejó a rastras, asustado, lo cual le permitió a ella observarlo unos segundos y considerar piedad.
-¿Quién eres y qué te crees para agarrarme así como así?
-¡¿E-Eh?! ¡Rieta, soy Licorice! ¡¿Qué no lo ves?! ¡S-Sé que me veo diferente y eso pero...! ¡Ni yo sé que pasó!
El ceño fruncido de la peli naranja se fue esfumando poco a poco en lo que Poemi y Emalf se acercaban alarmados por los gritos.
En sus ojos se veía... Era él.
-¿Licorice...? ¿En serio eres tú? Pero... Eres...
-¡Un adulto! -Completó la menor, agarrándose del cuello del pobre bateado. Apenas había escuchado todo pero le quedaba claro que ese era su hermanito. -¡Mírate! ¡Sí que pegaste un estirón!
-¿Eh? ¿Licorice...? Pero... ¡¿Cómo?! -Emalf apenas y podía digerir lo que estaba viendo.
-¡N-NO LO SÉ! ¡AYÚDAME, RIETA! -Sollozaba sin entender nada.
-¿Q-Qué es lo que...? H-Hey... Vamos a calmarnos un poco ¿Puede ser? -Suspiró ayudando rápidamente al adulto falso a levantarse, sorprendida ante su semejante altura. -C-Cielos... Eres muy alto ahora.
-Ugh... Me marea eso. -Se quejó sollozo dejándose guiar a una silla cercana.
-Viejo... ¿Qué ocurrió? Quiero decir... E-Esto no es normal.
-¡¿TÚ CREES?! -Le gritó alterado.
-¿Acaso te tragaste una poción de una bruja? -Fue lo primero que sugirió Poemi, la única que se podía estar riendo en una situación como esta.
-¡NO! S-Solo... Ugh... -Se sobró los brazos por reflejo al haber recordado lo que ocurrió antes. No le apetecía mencionarlo o recordarlo, pero... -L-La basura se había llevado a madre y...
-¿Le acabas de llamar "madre"? -Interrumpió extrañado el de lentes antes de recibir un buen zape de la genio.
-¡DIABLOS, EMALF! ¡CIERRA LA BOCA!
Licorice, quien los ignoraba, seguía con la mirada gacha y triste, ensimismado en sus propios recuerdos de hace unos minutos.
-M-Madre y yo estábamos planeando salir hoy con Poemi pero la basura llegó y... Madre m-me dijo que me alejara y yo escuché cómo se lo llevaban. Realmente no hice nada más, solo... Me senté y... Yo solo deseé ser mayor para poder hacer algo y luego esto... ¡P-Pero eso no es posible!
-¿Eh? ¿Solo lo deseaste? Eso sí que es raro. -Por más que lo intentara, la adulta no podía dar una explicación lógica y solo se hacía más y más preguntas. -¿Pensaste algo más?
-¿Además de las ganas que tengo de...? No sé... ¡¿DE HACER PEDAZOS A ESE PEDAZO DE...?! -Sin haberlo previsto, al querer golpear la mesa con el puño en vez de escucharse un golpe seco, solo se oyó el chillido de los presentes y la madera resquebrajándose.
Él también gritó, asustado de la lanza que ahora yacía clavada en la mesa.
¡¿Y eso de dónde salió?!
El demonio dejó de fijar su mirada en el arma, dirigiéndola lentamente hacia Licorice. El resto hizo lo mismo, aunque el niño solo miraba sus propias manos. -T-Tú acabas de...
-Justo como el señor Ivlis... -Siguió Rieta, muy sorprendida como para impedir que el demonio de cabello oscuro se acercara dubitativo a la mesa y desenterrara por su cuenta la lanza, la cual entre sus manos hizo un corto destello antes de desaparecer. -L-Licorice... Sabes crear armas como Ivlis... Pero... N-No. Eso no es posible, tú eres solo un demonio.
-Aparentemente es un diablo. -Murmuró Emalf, causando que el mencionado volteara curioso hacia ellos.
-¿Eh? Pero... Madre siempre dijo que un diablo solo puede ser creado por dioses...
-Veo que... De dos diablos sale un diablo también. Es por eso que puedes hacer tus propias lanzas y hacerte adulto. -Analizó pensativa la mayor, dando algunas vueltas desde su lugar como si buscara una respuesta. -Tú solo lo deseaste y ocurrió... ¿Puedes volver a hacerte niño?
Tal pregunta dejó a Licorice con la mirada algo ida, sin embargo no tardó en responder alzándose de hombros.
Al menos iba a intentarlo.
No tomó nada de tiempo, tan solo lo pensó y en cuestión de segundos volvió a ser el mismo en un corto haz de luz.
-W-Waw... ¡Eso es increíble, Licorish! ¡Ahora puedes alcanzar el estante de las galletas cuando tú quieras! ¡Seguro que cuando papi sepa...! -Calló repentinamente, arrepentida de haber mencionado a Ivlis, a sabiendas de que en este momento él no podría verlo si estaba ocupado en su rutina tortuosa.
Esperaba que el menor se desanimara, pero en vez de eso un destello vivo en sus ojos se hizo presente.
-Eso es...
-¿Viejo...? ¿En qué piensas?
-M-Mamá no puede defenderse por su cuenta por alguna razón y... Los únicos que tienen posibilidad hacer algo por él son los adultos. Ellos son más fuertes que un niño... Pero nadie hace nada, siempre miran hacia otro lado y no les importa... A mí sí me importa. Y-Yo pensé hoy... Que si pudiese ser adulto podría hacerlo y... Ahora puedo.
El mensaje era tan claro que congeló a todos, en especial a Rieta.
-Licorice... T-Tú quieres...
Sin más, se alejó de ellos cambiando su forma en un dos por tres.
-Madre necesita un héroe... Y como nadie más lo será, yo estoy dispuesto a serlo.
-Despierta, Licorice. No eres un héroe... Lo abandonaste.
-¿Eh...?
-Le fallaste... ¿Tienes idea de lo que ha de estar pasando con él? Todo por tu incompetencia... ¡No eres un héroe! ¡Despierta ya!
L i c o r i c e . . . D E S P I E R T A .
_..._
-Licorice... Pequeño, despierta... Ya tenemos que regresar.
Incapaz de ver cómo el diablo despertaba sobresaltado, Igls volvió a llamarlo acariciando su cabeza en espera de que dijera algo para advertirle que ya había despertado.
Una queja salió de él, sobando su frente en un intento de calmar su insoportable dolor de cabeza. No sabía si era por la falta de sueño o el hecho de que esos tontos recuerdos se colaran en sus sueños y se cortaran así como así para molestarlo.
-Sí... Enseguida, tía Igls... -Sonaba cansado, por lo que ella lo ayudó a levantarse sin sospechar lo fastidiado que estaba.
No por haberse despertado, sino por tener que revivir en su memoria esos días. Últimamente sus sueños solo constaban de esos momentos del pasado donde todo comenzó... Cuando la vida no solía ser tan amarga y todavía Ivlis estaba a su lado.
Esos días en los que era su salvador.
Avanzando entre los demonios, intentó no verlos a la cara con la mirada al frente. Cualquiera al verlo creería que se trataba de simple desinterés o agotamiento, pero no era así, él no podía verlos a la cara.
La culpa era demasiada.
Además, le costaba un poco voltear, le dolía a horrores el torso.
-¿Te sientes, bien, amigo?
Volteó hacia Emalf, sonriéndole vagamente como para demostrar que así, era.
-Sí, solo estoy algo cansado. Nada más.
A nadie engañaba, sobre todo a su amigo... Mas sin embargo este sabía leer entre líneas y entender cuándo un "Estoy bien" significa un "No quiero hablar de eso por ahora." A lo cual se decidía dejar el asunto para más tarde cuando Licorice no pudiese más.
Una vez llegaron a Flame World, Licorice se aseguró de dispersarse rápidamente entre todos. Aunque no fue del todo necesario ser sigiloso, ya que si bien lo habían visto nadie quiso seguirlo, creyendo que iría a ocuparse de algo o simplemente deseaba estar solo.
Estaban en lo correcto.
Lo único que quería era pensar sin que lo sofocaran con miradas preocupadas. El interior del castillo de su madre era ideal para eso.
Apenas la puerta se cerró detrás de él, suspiró aliviado dejándose caer, deslizando su espalda por la pared.
Rieta había dado varias indirectas hacia él muchas veces acerca de su condición, el montón de trabajo que se ponía encima y faltas horas de descanso que afectaban su salud. Y si bien las había captado a todas, su actuación inocente le fue útil para fingir no entenderlas y cambiar el tema con facilidad.
Rieta estaba preocupada, Igls igual, Emalf ni hablar, Poemi también... No los culpaba por eso.
Rió amargamente posando su mano en su zona adolorida, sintiéndose débil y mareado.
Falta de sueño... Y una herida fatal, vendada torpemente con ansias de ocultarla, de su último adversario... Dos cosas clave para tenerlo al borde del desmayo.
Mujeres... Siempre tienen la razón.
No importaba... Él no importaba... Solo la misión, solo su madre... Los demás sí importaban. Los demás estaban haciendo todo bien y él aun no hacía suficiente para pagar su error.
Si tan solo no fuese tan estúpidamente débil a pesar de haber consumido tanto poder.
Le hubiesen aclarado antes de esta mierda que se referían a poder en cuanto a pelea, no vitalidad. De haberlo sabido no estaría esforzándose para que a su alrededor todo dejase de dar vueltas.
Pero no, además de inútil era débil... Motivos por lo cual su título de salvador se fue a la basura.
Solo... Iría afuera y se encargaría de ayudar en lo que sea que fuese al resto. Una vez que volviesen a la tierra del sol le diría a Rieta de su herida y ella podría vendarla como era apropiado.
... No, no. Eso sería pedirle mucho a la pobre genio. Ya sabría cómo arreglárselas solo... Ella seguro estaba agotada.
Le costó levantarse y no tambalearse al hacerlo, pero lo logró sosteniéndose del pomo de la puerta, la cual apenas pudo abrir cruzó lentamente con cuidado de que nadie notase su raro caminar causado por el dolor y el mareo.
No era ningún idiota, sabía que llamaba la atención sin necesidad de hacer nada y solo por ser el "líder".
-¡Licorice! ¡Ahí estás! ¡Rieta trajo de comer! ¿No quieres un poco? -Ofreció desde el pie de las escaleras su adorable tía, agitando en el aire lo que parecía ser un emparedado.
Siendo honesto, no sentía hambre con lo mal que se sentía, pero se convencía a sí mismo que si comía algo podría sentirse mejor.
Desafortunadamente para él, antes de siquiera decir palabra y bajar un escalón el dolor en su torso se hizo más agudo al punto de hacerlo quejarse y sujetarse rápidamente quedando en una posición que lo dejaba expuesta su condición. A cada segundo todo se escuchaba distante y el cuerpo le pesaba más.
Ahora no, diablos...
-¿Licorice...? ¡LICORICE!
Fue lo último que escuchó de su familia antes de desplomarse desmayado.
_..._
Dónde... Dónde... Estoy seguro de que es por aquí... O al menos eso me dijo Rieta.
Miraba de un lado a otro, avanzando apurado por el pasillo repleto de puertas cerradas. Todas y cada una de ellas eran salas de tortura a prueba de sonido. En alguna de ellas se tenía que encontrar su madre.
Rieta fue lo más específica que pudo, diciéndole que por lo usual Satanick solía escoger la sala número 13 como un recordatorio a la mala suerte de Ivlis.
Frunció el ceño apretando entre sus manos una lanza.
Daba por sentado que no importaba cómo, lo haría pedazos.
Sí, sí... Un niño de nueve años no podría estar pensando esas cosas ¿Pero podrían culparlo? La influencia de su padre al final había afectado mucho, y según tenía entendido, patearle el trasero no sería ni un cuarto de las cosas que él hizo a su madre.
Estaba en parte nervioso ¿En serio esto funcionaría? No quería pensarlo mucho, sentía que solo se pondría nervioso.
Pero... ¿Por qué? Si realmente deseaba esto... Pero imaginarlo era tan diferente.
-Sala trece... -Susurró para sí mismo con la vista clavada en la puerta metálica. Sabía que podría abrirla si destruía el seguro.
De nuevo las preguntas internas que se hacía lo detuvieron.
... ¿Q-Qué es lo que debería hacer luego...?
No, no debía pensarlo más. Ivlis lo necesitaba.
Sin pensarlo más, usó toda la fuerza necesaria para romper en pedazos el seguro de la puerta. Por lo visto unas lanzas de comunes no se comparaban a unas hechas de luz, lo cual resultó en que solo bastara un intento. Apenas lo logró no paró por nada y abrió la puerta.
... Los encontré.
Alertados por el ruido, ambos diablos miraban hacia dónde él se encontraba, sin salir de la posición en la que estaban.
Satanick no parecía entender quién era o qué hacía ahí interrumpiendo. Se encontraba, por lo visto, forcejeando con Ivlis con intenciones de recostarlo en una de las mesas. El último estaba herido, solo tenía su camisa y estaba a medio subir sobre el mueble. Afortunadamente para él... Eso no se había dado con la irrupción.
-Tú...
De solo verlos le hirvió la sangre de la rabia, y sin dudar por un instante se acercó velozmente con una lanza ya lista que en pocos segundos quedó insertada en el costado de su padre. Una vez eso ocurrió, cayó a un costado sin el tiempo de haber gritado.
-¡ALÉJATE DE MADRE, BASURA! -Rugió envuelto en furia, solo desenterrando el arma al confundido diablo para volver a apuntar a su cuello.
-Q-Qué se supone qué...
-No la toques, tú... Desgraciado.
Tenía tantas ganas de desquitarse por estos meses... Pero en vez de eso hizo desaparecer su lanza y volvió su atención hacia su madre, la cual había caído al suelo, aparentemente por estar débil y que lo único que lo mantenía de pie se encontraba ahora lejos.
-¡Madre! ¡¿Estás bien?! ¡Tranquilo, ya estoy aquí! ¡N-No te preocupes! ¡Ya estás a salvo! -No podía creer que lo había conseguido. Hasta estaba llorando emocionado, abrazando a Ivlis sin dar tregua entre la tristeza que le daba verlo en ese estado y la alegría de haber podido hacer algo por él.
Cuidadosamente, lo cargó en sus brazos, sorprendiéndose gratamente al ver que en esa forma Ivlis era ligero para él.
No dejaba de sonreír, controlando no lastimar con su agarre. Hasta que su voz lo llamó.
-Q-Quién...
No alcanzó a terminar la pregunta, para ese entonces ya se había desmayado ante la pérdida de sangre, viendo por última vez a aquel desconocido que sin esperarlo había ido a salvarlo.
_..._
-Shhh... No lo sofoquen. Creo que ya está despertando...
Esa era la voz de Rieta ¿Verdad?
¿Qué pasó? Lo último que recordaba era haber querido bajar las escaleras para ir con los demás y de pronto todo se puso negro.
Quiso levantarse y preguntar, pero al intentar hacerlo solo pudo quejarse y ser devuelto a su posición recostada por su tía.
-No te levantes... Necesitas reposar ahora. Estás herido. -Se escuchaba muy preocupada, y por cómo veía el gesto de los demás una vez que pudo ver correctamente ellos igual.
-¿E-Eh...? ¿Qué ocurrió...? -Le resultó extraño escucharse y notar que había vuelto a su estado normal. Normalmente no lo hacía a menos que fuese la hora de dormir o estuviese libre de deberes.
... Resumámoslo a solo cuando dormía.
-Te desmayaste y caíste por las escaleras... Auch. -Murmuró Emalf como si él sintiese ese dolor.
Licorice tal vez no lo había recordado por haber estado inconsciente, pero al desmayarse rodó hasta la mitad de las escaleras y luego tuvieron que ir a socorrerlo.
-Así que eso explica que la cabeza se me parta en dos de la migraña... -Comentó sarcásticamente, solo causando que la genio se molestara.
-No, eso es por la falta de sueño... Te desmayaste por eso y la herida que tenías ¿En qué estabas pensando al no decirme de esto? Pude haberte curado apenas terminaste de pelear con el diablo.
El niño chasqueó la lengua. -Pensaba encargarme yo solo de eso. No era importante.
-¡¿No era importante?! ¡Tienes heridas muy feas! ¡¿Cómo que no es importante?! ¡Licorish, tarado! -Agregó igual de furiosa. Era inconcebible que dijera eso como si nada cuando ellos estaban muy angustiados.
-Estoy bien... -Volvió a insistir removiéndose incómodamente. -Yo me curo rápido... No importa. Si me hieren eso se resuelve... Con esta tontería ya he retrasado a los demás seguramente.
Igls callaba con preocupación sobre la forma en la que sentía los hombros de su amigo temblar de impotencia.
Conociéndolo bien, estaba al límite de todo esto y pensaba ponerle un fin aquí y ahora. No se equivocó en ello, ya que callando a Licorice, Emalf le gritó furioso entre lágrimas mandando sus lentes al carajo.
Este era el momento perfecto para hablarle directamente, y si bien Rieta no lo haría... Su mejor amigo sí.
-¡¿QUE TÚ NO IMPORTAS?! ¡ME TIENES HARTO CON TODA ESA MIERDA QUE DICES SIEMPRE!
Licorice mostró haberse asustado momentáneamente, aunque no tanto como Rieta y Poemi, las cuales se miraron y dudaron sobre si intervenir o no, decidiendo al final que era mejor que Emalf hablara.
No lo culpaban por reaccionar de esa manera. Era el mejor amigo de Licorice y el que más se alteró anteriormente.
-¡Que no importas, que solo eres uno, que quieres compensarnos por tu error, que está bien si no duermes! ¡¿Qué quieres?! ¡¿MORIRTE ANTES DE QUE PODAMOS VOLVER A BUSCAR A TU MADRE?! -Trataba de ser racional y calmarse, pero ya no soportaba más esto. En el instante en que lo vio caer desmayado el miedo que detuvo su corazón fue grande.
Había sido devastador... Creyó haber perdido a su amigo.
-¡Maldita sea, Licorice! ¡Ya tienes que parar! ¡Ya deja de sobre esforzarte en hacer todo tú para librarnos de trabajo! ¡Somos un equipo, no eres un esclavo! ¡Mírate! ¡¿Tienes idea de lo que creímos al verte?! ¡QUE ESTABAS MUERTO! ¡LLEGAMOS A PENSAR QUE ESTABAS MUERTO!
Él las miró, con su semblante aterrado congelado en su rostro. En su forma de desviar la mirada apenadamente y las lágrimas secas se veía.
-¡Deja de pensar que puedes hacerlo todo tú solo! ¡Eres un crío! ¡Apenas tienes catorce años! ¡¿Qué crees que estás haciendo?! ¡Y no, así no acelerarás nada! ¡Por si no lo notaste ha pasado un año y medio ya! ¡¿Crees que unas horas harán la diferencia?! ¡Todo esto...! Y-Yo sé que no se trata del señor Ivlis solamente...
Un nudo en la garganta le impidió hablar ¿Pero qué diría de todos modos? Emalf estaba en lo cierto, siempre lo estaba y se sentía tan expuesto que sentía ganas de llorar como un niño luego de hacer una travesura y ser atrapado con las manos en la masa.
Se contuvo, haciéndosele más dificultoso en el instante en que él lo pudo levantar delicadamente sin hacerle daño para abrazarlo, dejándolo indefenso ante las miradas de su familia.
-Licorice... Por favor... Ya no sigas así... Tienes que dejar de creer que la desaparición de Ivlis fue culpa tuya... Ninguno de nosotros pudo hacer nada. No eres el único.
No, no, no quería llorar. No quería hablar tan quebradamente.
¿Por qué...? ¿Por qué Emalf tenía que ser el que siempre lograba ver a través de él?
-P-Pero... Y-Yo le prometí... A m-mamá que... Y-Y no pude...
-Lo que pasó... No fue culpa tuya. No tienes que recompensar ningún fallo o esforzarte en arreglarlo, Licorice... Estamos juntos en esto, lo dijimos desde el inicio. Yo estoy seguro de que si Ivlis supiese ahora mismo todo lo que estás haciendo para llegar a él estaría más que orgulloso y confiaría en que haces lo imposible para cumplir tu promesa... V-Viejo... Amigo... Hermano... P-Por favor, ya no continúes con esto.
-U-Ugh... E-Emalf...
Rieta contuvo el aliento, dejándose llevar por el alivio que fue ver al menor corresponder al abrazo del demonio. Así se hubiese largado a llorar... Emalf había dicho todo lo que ella había querido expresar este tiempo pero no fue capaz.
Sonrió lagrimeando. No había dudas de que desconfiar de la amistad de ese par era tonto.
-¡B-BWAAAH! ¡L-LO SIENTO T-TANTO! ¡E-Emalf...! ¡Bwaaah! ¡Y-Yo solo...!
-Está bien, amigo... Está bien... -Trataba de calmarlo palmeando su espalda y apegándolo con fuerza. Se sentía ligero ahora aunque no podía cantar victoria. Todo dependía de Licorice.
Igls, quien había guardado silencio todo este tiempo, se acercó tímidamente haciendo de eso un abrazo grupal al cual pronto Rieta y Poemi se unieron, claro que cuidando no herir a Licorice en ello.
Tenerlo en su forma real luego de tanto tiempo lo volvía algo especial.
-No llores hermanito... ¡Nosotros nunca te culparíamos por eso! ¡Fue la bashura quien se llevó a papi! Sabemos que haces todo lo que puedes para encontrar a papi, pero no queremos verte enfermo... Nos preocupas.
-Poemi tiene razón, querido... No sigas martirizándote y déjanos ayudar más. Trabajando juntos llegaremos más pronto con mi hermano y podrás verlo.
-No queremos que nos trates de hacer fácil todo... Solo hacer esto juntos como una familia. Importas... No solo por ser el único diablo que puede con esto, sino porque eres uno de nosotros. Realmente te queremos.
Al separarse suavemente no pasaron ni dos segundos antes de que Licorice se abrazara a Rieta. Estaba menos sollozo, aunque sí seguía con ese sentimiento de remordimiento dificultándole respirar.
-R-Rieta... L-Lo siento... Tú me l-lo advertiste y yo...
-Está bien, Licorice... Todo estará bien ahora. Lo prometo...
Algo había confirmado Rieta a pesar de toda esta locura... Licorice seguía siendo el mismo de siempre... El niño que se preocupaba más por los otros antes que él.
-¡Chicos! ¡Disculpen que los moleste pero...! ¿No han visto por ahí mi bikini? Me urge salir a la playa hoy.
Todos miraron hacia la puerta donde Siralos se asomaba, tornándose nervioso al darse cuenta de la situación.
-... ¿Me perdí de algo?
Poemi fue la única que se alzó de hombros dispuesta a responder.
-Uhn... No mucho. Parece que Licorice se tomará unas vacaciones de querer parecer adulto.
-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-
Admito haberme inspirado un poquito con toda la temática de la adultez.
Realmente quería agregar este tema al fic, porque me parece algo bastante interesante en la familia de Ivlis. Si lo piensan bien, dos de sus hijos tuvieron que madurar en ciertos aspectos demasiado rápido y todo fue gracias al ambiente hostil en el cual crecieron.
Bah, Poemi no tenía un ambiente hostil :v Solo tenía a su padre lloriqueando por ahí.
Pero se entiende.
Sí, es un Head canon mío lo que pasó con Licorice. Yo lo imaginaba de nueve años cuando todo esto comenzó. Sé que estaré quizá cometiendo OoC con Ivlis y Licorice (Ya saben, por lo usual el Ivlis canon se muestra incómodo cuando Licorice está en su forma adulta) pero no tiene lógica en mi cabeza que si Ivlis sufre tanto a manos de Satanick no dé un mísero "gracias" cuando es salvado o que se alegre aunque sea un poco y se mofe de que a Satanick le pateen el trasero.
SÍ, COMO NOTAN, MI IVLIS NO ES TAN PINCHE AMARGADO INSULSO CUANDO SE TRATA DE SUS HIJOS c: ES UN PADRE MUY AMOROSO QUE HASTA ACEPTA EL APODO DE "MADRE" Y NO DEJA DE SER UN MACHO.
Le doy créditos a una amiga en Tumblr por el head canon de Rieta (Que Envi la amenazara) y se lo agradezco muchísimo, porque me enamoró y me pareció ideal, puesto que en mi HC Rieta es encontrada luego de las primeras semanas del embarazo de Ivlis y conociéndola ella no sería capaz de hacer nada mientras su amo necesita ayuda. Que la tuviesen retenida de eso para hacer entrar en escena a Licorice era necesario, de lo contrario esto sería un hueco argumental.
Losconejosenanos mil gracias por tu ayuda :'D
Conste que Ivlis al tener asegurado que lo ayudarían no temía hablarle de esa forma a Satanick, él no es para mí ningún pinche sumiso. Incluso a sabiendas que nadie lo salvaría no dudaría en resistirse lo mejor que pudiese.
...¿Se nota demasiado qué ships habrá? Me declaro culpable por romper una shipp yuri y yaoi al mismo tiempo. (?)
Espero que les gustara y no se aburrieran :'v
Dulce se despide hasta dentro de poco tiempo. Maybe unos dos días como mucho. Besos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top