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Hyouga se puso las manos al pecho en señal de alivio al ver que no era una amenaza.

— Gracias a Dios, Homura — habló el albino recargándose en una mesa, exhausto por toda la actividad — ¿le puedes decir a este simio como tratar a un sumiso? — la chica de cabellos rosa pastel se acercó a ver el panorama encontrando a un Tsukasa hincado en el suelo en una posición extraña y a Senkuu de espaldas contra la pared totalmente exaltado.

— Acércate otra vez — ordenó con voz suave y aterciopelada.

— Pero-

— Hazlo — Shishio lo hizo como creyó correcto a lo que recibió el golpe de un tacón sobre su cabeza — es un omega no una presa, lo asustas — Tsukasa volvió a intentarlo con el método que le dijo Hyouga a lo que Senkuu solo le miró ladeando la cabeza — al menos captas su atención, conviértete.

— ¡Va a destruir el consultorio! — Hyouga se halaba los cabellos a lo que Homura le miró con una pequeña sonrisa mientras su aroma adormecía poco a poco al cambiaformas grifo.

Tsukasa se transformó como la ojos rosa se lo indicó — frótate contra esa pared y acércate a él a través de ella — así lo hizo, deslizándose por las paredes impregnando su olor en ellas y cortando distancia con el omega — detente — el león se quedó estático esperando la siguiente indicación — esto es importante así que pon atención, da pasos lentos y acerca tu pecho al suelo — tal y como la chica le dijo, caminó lentamente a la vez que volvía a poner el pecho contra los azulejos — detente a 50 cm de distancia — paró en seco esperando indicaciones — inclina tu cabeza hacia adelante y cierra los ojos... Si después de esto no logras nada, lo siento pero morirás, Tsukasa.

Homura ni Hyouga lo sabían, pero lo que menos le importaba era eso, lo que realmente quería Shishio era formar un vínculo con Senkuu, uno real por muy pequeño que fuera. A la mente del león llegaron recuerdos de esa noche.

Se disponía a regresar a su hogar luego de haber recogido unas conchas para intentar luego de años, volver a hacerle un collar a su hermanita, el clima comenzó a ponerse demasiado caliente y sofocante, él pensaba que era el clima; su celo le golpeó como una ola ardiente sin darle oportunidad de nada, su mente comenzó a perderse en una oscuridad demasiado inmensa para él a la vez que su razonamiento lógico se disipaba como el humo. Ya no se sentía igual, no era igual; un apagón en su sistema y de la nada luz, una luz que no podía dirigir.

Sus instintos se apoderaron de su mente, una parte de él le pedía a todo su ser regresar a casa y buscar la manera de retrasar lo inevitable, peleaba consigo mismo para mantener el poco orden que podía y, como si el destino estuviera en su contra, a sus fosas nasales llegó otro aroma suave, dulce y a la vez refrescante que le indicaba la presencia de un sumiso, próximo a su celo, cerca de donde él estaba; su instinto le indicó soltar feromonas con la intensión de acelerar el calor de éste cosa que funcionó ya que el perfume a chicle mentolado se sintió más intenso en el aire, dándole una ubicación exacta de donde podía encontrarlo, luego de eso unos recuerdos borrosos de una lucha y finalmente a un joven mucho más pequeño que él, llorando, temblando y desangrándose en el pasto.

Tsukasa seguía sin moverse y con el ceño fruncido, sintiéndose arrepentido por lo que hizo, eso hasta que fue consciente de un suave tacto en su frente, abrió los ojos encontrándose con la mirada rojiza del omega convertido en tigre, respirando tranquilo y ronroneando. Shishio no sabía si era correcto moverse o siquiera respirar; se separó con lentitud del tigre frente a él y tomó su forma humana al igual que Ishigami, mirándose el uno al otro sin hacer o decir nada.

— Hola — gruñido de omega — está bien, será difícil, creo que es justo — con cautela bajó la cabeza y esta vez esperó a que se le autorizara acercarse, alzó la mano tomando la del mayor y colocándola sobre su estómago, los nervios le carcomían al alfa en su primer contacto.

Los presentes se quedaron mirando fijos la enorme mano del cambiaformas león sobre el pequeño vientre, Tsukasa podía jurar que hasta Hyouga había abierto los ojos. La sonrisa de Shishio desapareció cuando notó que el pequeño no se movía, sintió una extraña tristeza por ello por lo que bajó la mirada y estuvo a punto de retirar la mano pero fue detenido por Senkuu.

— Dile... Dile algo... — el aliento se le fue al igual que el espíritu se le escapó del cuerpo.

¿Así de linda es la voz de su omega?

Un leve sonrojo se posó sobre sus mejillas al igual que un brillo indescifrable se apoderó de su mirada, asintió a lo que el rizado le dijo y tomó aire para hablar, para su sorpresa no sabía que decir, ¿qué podría decirle a su bebé? Era la primera vez que le hablaba ¿qué sería indicado decir?

— ¿Hola? Ah... — los presentes se quedaron anonadados por ese "diálogo" tan corto, pero debían comprenderlo, estaba nervioso, suspiró y luego acomodó mejor su mano para tener más acercamiento — ¿cómo estás? Supongo que bien, tu mami te cuida mucho, casi me deja sin cara... Dos veces.

Homura sonrió ante eso al igual que Hyouga, Senkuu solo parecía perdido observando la mano de Tsukasa masajear con suavidad su vientre mientras le habla, las caricias eran tan relajantes por lo que cerró los ojos y comenzó a ronronear.

— ¿Me das una señal de que me escuchas, por favor? — Hyouga y Homura se sorprendieron visiblemente, Shishio nunca había dicho un "por favor" a nadie en toda su vida, será porque quien decía esas palabras eran otras personas buscando favores de él; tanto el alfa como el omega dieron un pequeño salto, Tsukasa por sentir al bebé moverse y Senkuu porque aún no se acostumbraba a esa sensación en su interior que aunque era leve, le era imposible ignorarla.

— Que lindos se ven.

Todos voltearon a ver a la puerta que es donde estaba el alfa Byakuya, con expresión seria, destilando de manera asfixiante sus feromonas; un sonido sordo se escuchó anunciando que finalmente el pobre Hyouga se había desmallado por los nervios, Tsukasa sabía que debía alejarse del omega cuanto antes puesto que el padre de éste estaba presente, pero no podía o más bien, no quería alejarse de su sumiso y su cría.

— ¡¿Cuándo me vas a bajar, viejo?! — gritó el totalmente ignorado gamma que había sido cargado de un lugar a otro por el cambiaformas tigre.

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