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La vista mostraba una carretera desolada con árboles y arbustos en la acera, algunos gorriones cantaban y saltaban en un charco de agua mientras parecían pelear entre sí por ver quien se bañaba; el sol resplandecía vigoroso en el cielo mientras las nubes parecían rodearle, el ambiente se vio interrumpido por la imagen en horizontal de un chico sonriente y cabellos negros con un fleco largo tirado a su derecha.
— ¡¡¡Senkuu-chan!!! ¡Salgamos a dar un paseo, si! ¿Estás emocionado?
— ¿Y él es...? — Byakuya miraba con extrañeza la hiperactiva visita que intentaba hacer hablar, o al menos cambiar de punto de visión, al omega rizado.
— Gen Asagiri — respondió el alfa guepardo, Taiju — un amigo — se acercó a la oreja del peliblanco y le susurró — está enamorado desde el preescolar.
— Ya veo — se alejó de Taiju y se acercó a Gen, lo tomó del hombro y lo alejó de Senkuu — espero que comprendas que no es nada personal, es solo que nunca te había visto y siendo sincero no quiero que gente "nueva" se acerque a mi hijo.
— ¡E-e-espere! ¡Cuidaré a Senkie-chan con mi vida! — Byakuya lo olfateó rápidamente y lo miró de arriba a abajo.
— Eres un beta, si Shishio aparece ¿qué se supone que harás?
— Créame — con mucha confianza sujetó la mano de Senkuu — él no tocará a Sen- ¡ugh! — tapó su nariz rápidamente a la vez que miraba hacia todas direcciones buscando el extraño y asfixiante olor — ¿de dónde viene?
— Es Tsukasa, lleva cuatro meses haciendo lo mismo — el peliblanco miró de soslayo el lugar exacto donde el león se encontraba.
Al parecer a Shishio le había quedado claro que debía mantener distancia con el omega hasta que éste decidiera lo contrario, las heridas en su cara eran la prueba, y claro que lo haría, respetaría esa distancia como si fuera una ley de acero más no estaba dispuesto a que un desconocido se acercara al sumiso, cuando eso ocurría automáticamente destilaba una cantidad asfixiante de feromonas, justo como ahora.
Senkuu olisqueó el aire, atrapando el olor, examinando su dirección y su dueño, su mente comenzaba a trabajar en busca de una respuesta a las mismas preguntas que quedaban flotando en su subconsciente ¿por qué se siente tan seguro y protegido? ¿Por qué de alguna manera y por alguna razón le agrada ese aroma? Por fin dio con el punto de origen de aquella esencia a madera quemada y por inercia volteó a ver encontrándose directamente con los ojos chocolate de aquel león, su corazón latió con rapidez y no sabía si sentía emoción o miedo, o tal vez ambas.
Shishio notó un sobresalto en su omega y el momento exacto cuando apartó la mirada, sintió curiosidad de aquella acción más no podía acercarse por lo que solo bufó y siguió enviando su aroma para tranquilizarlo. El peliblanco también notó la aparente incomodidad en Senkuu por lo que miró a los cambiaformas guepardo y murciélago.
— Senkuu está indispuesto, lo llevaré adentro, disculpen las molestias — sin esperar respuesta tomó al menor de la mano y lo llevó a casa, dejando parados a Taiju y a Gen.
— Uh... Quería salir con Senkuu-chan... Taiju, solo por curiosidad ¿alguna vez te gustó? — el moreno le miró con una sonrisa a la vez que negaba tranquilamente.
— No, él es como mi hermano — su sonrisa desapareció y otra vez esa sensación de culpabilidad le embargó — y a pesar de eso no pude protegerlo.
— No es tu culpa, nadie sabía que eso iba a pasar.
— Lo sé, pero él me había pedido que le esperara — Gen frunció el ceño y Taiju continuó — le dije que sí, iba a cancelar mi cita con Yuzuriha pero él se enteró y luego dijo que me fuera con ella.
— Lo hizo porque sabía lo importante que era para ti y para Yuzuriha.
— Ni siquiera insistí para acompañarle...
— Taiju...
— Y pasó esto ¿qué va a hacer él con un bebé? — el pelinegro se paró frente a él y le dio un fuerte abrazo a la vez que esparcía el perfume de su cuerpo, dulce aroma a narcisos; el castaño miró al cielo pidiendo disculpas a una madre que no conoció, Lillian — ¿qué va a pasar con sus sueños?
— ¡Basta! Deja de culparte, deja de pensar en eso... Cruzaremos ese puente cuando estemos en él, no antes... — el cambiaformas guepardo pareció reaccionar ante lo que pensaba y decía dándose cuenta de que se estaba dejando hundir en el momento más crítico.
— Gen — llamó despacio a su amigo y éste se separó para mirarle a los ojos — no es que piense como los demás pero... ¿De verdad cuidarías a un omega y a su cría? Tomando en cuenta que no es tu hijo.
— ¿A qué viene eso?
— Solo quiero saber a quien le voy a confiar su felicidad — ambos se miraron directamente, Gen tenía un tenue sonrojo mientras la mirada de Taiju era cálida y cargada de afecto.
Dentro de la casa, Byakuya preparaba una ensalada de frutas, imaginó que se le antojaría al menor, imaginó porque ni él sabe que es lo que quiere con exactitud, el rizado no dice palabra alguna ni cuando tiene hambre.
— ¿Pasó algo allá afuera? — por primera vez en mucho tiempo los ojos rojos conectaron con los suyos, cosa que lo emocionó pero aún no olvidaba lo de hace unos minutos por lo que apartó su vista para poder hablar correctamente — tu aroma se volvió dulce cuando la peste de Tsukasa se hizo más intensa.
Su voz sin querer sonó colérica y rasposa quizá por sentirse reemplazado, Byakuya no era ningún tonto puesto que hace tiempo se dio cuenta que su aroma ya no simbolizaba para su hijo lo que ahora simboliza el de Shishio; regresó su mirada con la de Senkuu solo para encontrarse con unos ojos llenos de lágrimas y un pequeño camino de éstas mismas por sus mejillas.
— ¡No no no no! No te estoy regañando — corrió rápidamente hasta donde estaba y se arrodilló frente a él envolviéndolo en sus brazos y soltando feromonas para hacerlo sentir seguro y protegido cosa que pareció funcionar — no estoy enojado solo... Quiero saber, eso es todo — se apartó lentamente para quitarle las lágrimas que habían rodado por sus mejillas — ¿te gusta su aroma?
El menor abrió la boca como si fuera a decir algo, más de ella no salió nada, su mirada volvió a perderse en un punto invisible de la casa a la vez que el olor a madera quemada se hacía presente de nueva cuenta, Tsukasa se estaba acercando. Byakuya suspiró y ya ni intentó competir con el león, solo se quedó ahí junto al menor, más, grande fue su sorpresa cuando Senkuu le sujetó ambas manos y las puso con cuidado sobre su vientre.
— Se... Se mueve... Está pateando.
El tigre albino abrió los ojos sorprendido y con una calidez embargándole el pecho, Senkuu había vuelto a hablar y no solo eso, había sido el primero en sentir al bebé moverse y aunque fuera tenue y suave, casi imperceptible él sí pudo sentirlo.
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