11

— ¿Dónde podrán estar? — Gen caminaba en círculos mientras Taiju y Yuzuriha lo miraban sentados en la entrada de la casa — ¿y si ocurrió algo y no se pueden contactar? ¿Y si Tsukasa-chan los atacó? ¿Y si pasó algo grave en la clínica?

— Gen me pone nerviosa — Taiju la miró y puso un brazo sobre sus hombros, acción que calmó a la cambiaformas búho.

— Asagiri calmate, nosotros lo sabríamos.

— ¿¡Cómo!?

La pareja castaña se levantó ya que a la lejanía se veía el auto gris aproximarse, el pelinegro volteó rápidamente por lo que dejó escapar una cálida sonrisa, por fin vería a Senkuu. Cuando el auto se hubo estacionado, Byakuya se bajó rápidamente para abrir la puerta y dejar salir al omega y al gamma; Taiju, Yuzuriha y Gen se acercaron para recibirlos aunque no conocían al acompañante.

— Quédate aquí, después te llevaré a tu casa — el peliblanco daba instrucciones al joven de hebras doradas mientras este solo le miraba con desdén — chicos — se dirigió a los tres que lo esperaban — cuídenlos, ya regreso.

— Está bien — respondió Taiju como un buen y obediente niño, agitó su mano despidiéndose del mayor, más, detuvo su movimiento cuando el fuerte olor a madera quemada le inundó las fosas nasales y, a duras penas, vio a Tsukasa dentro del auto que tenía una mirada que podría matar y un aura tétrica, ahora en lugar de madera quemaba olía a azufre.

— ¿Tsu… kasa?

— ¿Dijiste algo, Taiju?

— ¿Por qué el señor Ishigami está con Tsukasa?

Los amigos se vieron entre sí con algo de temor y preocupación, el castaño intentó detenerlos pero el mayor ya había acelerado dejando atrás solo una nube de polvo y a los tres jóvenes tosiendo; se miraron entre sí con preocupación sin saber qué hacer a ciencia cierta.

Mientras en el auto, que ya iba a una distancia considerablemente lejana, Byakuya y Tsukasa iban en completo silencio sin mirar a ningún lado más que al frente, el león sabía a lo que iban y no debía distraerse pero su curiosidad era grande.

— La madre de Senkuu murió, ¿no es así? — el auto frenó tan repentinamente que si Shishio no hubiera traído puesto el cinturón seguro habría salido disparado por el parabrisas.

— No toques esos asuntos, ¿bien? No remuevas nada de ese tema ni conmigo ni con Senkuu.

¿No tocar el tema con Senkuu? ¿Le está dando a entender que sea cual sea el resultado lo dejará estar cerca del omega? ¿Hablar por horas? ¿Le dejará conocerle mejor?

La voz del alfa tigre había sonado enfadada pero Shishio ignoró eso totalmente mientras las preguntas seguían llegando una tras otra, poniéndolo cada vez más feliz, nervioso y emocionado. Por otra parte, en la casa Ishigami, Yuzuriha intentaba hacer sentir mejor a los presentes ya que parecían a punto de un colapso nervioso, en especial Gen que después de terminar el agujero enfrente de la casa ahora parecía decidido a hacer otro adentro de ésta de tanto caminar en círculos, Taiju miraba a la ventana en espera del auto que nunca apareció, Senkuu no dejaba de mover los pies y golpear la mesa de centro con las manos, la propia Yuzuriha era un manojo de nervios al igual que todos; excepto el gamma, él ni siquiera sabía porque obedecía al viejo alfa.

— Oigan — los presentes miraron a la castaña con dudas a lo que fuera a decir — ¿Tienen hambre? Comamos unas golosinas ¿les parece? Y así también podemos conocerte — ahora el centro de atención era el gamma quien se sintió observado y nervioso, estaba haciendo todo lo posible por ocultar su esencia para no incomodar a los omegas, al beta y al alfa, pero ya estaba llegando a su límite.

— Mi nombre es Shamil, creo que eso es suficiente — habló cortante y con el ceño fruncido.

Gen, Taiju y Yuzuriha se miraron entre sí para luego sonreír, Shamil alzó una ceja sin comprender a esos tres, ¿por qué unos cambiaformas de categoría más alta que la de él querrían conocerle? Su mente se hundió en esas preguntas que llevaba años sin hacerse a sí mismo, sus recuerdos parecían gritar desde lo más profundo del olvido como una caja de Pandora intentando ser abierta por la fuerza, ¿por qué no era capaz de tomar su propia decisión? ¿Por qué obedeció a un alfa que no conoce? ¿Por qué nació como un triste y miserable gamma? ¿Por qué tuvo que existir como la contraparte defectuosa de una jerarquía tan codiciada? Un omega, el mayor tesoro digno de una jaula de oro; un gamma, le decepción más grande de todas que hasta un lazo en el cuello es demasiado lujo para él.

Un pensamiento tras otro iba llegando a su mente como una lluvia ácida, se había hundido tanto en ello que no se dio cuenta que un plato lleno de golosinas estaba enfrente al igual que otro plato con malvaviscos quemados, al parecer Gen no sabía cocinar una triste chuchería. Shamil recibía pregunta tras halago que respondía a regañadientes por pura educación, está de más decir que se sentía incómodo, era la primera vez que lo trataban como a un ser humano; pronto los dulces se habían acabado al igual que el tiempo puesto que el reloj indicaba que era tarde como para que unos jóvenes anduvieran en las calles, por lo que los castaños y el aspirante a mentalista tuvieron que irse, dejando solos a Senkuu y a Shamil. Al cabo de unos minutos que pronto se volvieron horas, dos para ser exactos, el rubio miró al rizado que había estado en silencio y sin hacer movimiento, ocasionalmente estiraba una mano para tomar una golosina pero nada más allá de eso.

— ¿Puedes hablar? — el rubio intentaba entablar conversación, no le gustaba pero la incomodidad era grande luego de dos horas en silencio. Senkuu le miró unos cortos segundos.

— Sí...

— ¿Cuánto crees que tarde? — el rizado negó con la cabeza y luego miró a la entrada, olisqueó al aire percibiendo algo extraño en él; se tapó la boca rápidamente debido a que una mescolanza de aromas le estaba provocando náuseas. Shamil también lo percibió solo que a él le estaban dando jaquecas — ¿qué es eso?

La sala estaba en total silencio, solo había una lámpara encendida mientras que en el pórtico todo estaba a oscuras, unos pasos fuertes se escuchaban en el suelo de madera y el torbellino de olores estaba más cerca, la perilla empezó a moverse dando señal de que alguien intentaba entrar. Ni Shamil ni Senkuu estaban seguros de lo que había al otro lado, lo único que sabían es que quería abrir esa puerta a como diera lugar; el de mirada rubí logró diferenciar dos aromas, el de su padre y el de Tsukasa pero habían otros dos que nunca los había sentido antes y lo peor de todo es que eran hostiles.

— Estás esperando, ¿cierto? — el rizado le miró con desespero y asintió rápidamente — bien... Creo que por primera vez un gamma servirá para algo — Senkuu le miró sin entender mientras el rubio se ponía delante suyo — un olor es del viejo y el otro de tu alfa, como ya te habrás dado cuenta los otros dos son peligrosos, si lo que está del otro lado intenta atacar transformate y corre, no importa lo que oigas o lo que veas, solo huye.

— Sha... ¡Shamil!

— Tu vida vale más que la mía, tu vida y la de ese niño — la puerta finalmente cedió al forcejeo del desconocido abriéndose y dejando ver solo una silueta ennegrecida, Shamil se giró y tomó posición de ataque, gruñó con mirada fiera encarando al ser frente a él. Ahora no solo olía a esencias de alfa, también a sangre.

El rubio avanzó un paso y la persona también hizo lo mismo, ahora la luz le daba de lleno en el rostro, era Byakuya con un montón de heridas, el cabello despeinado, la ropa rota y cojeando. Senkuu abrió los ojos sorprendido al igual que Shamil, el peliblanco entró totalmente y también miró anonadado a los jóvenes.

— Shamil.

— Viejo.

— Tu... ¿Intentabas proteger a mi hijo de un posible peligro? Realmente ibas a poner tu vida como escudo para salvar la de Senkuu...

— En realidad no hubo peligro porque solo era-

Ya no pudo seguir hablando debido a unos brazos que le rodeaban con calidez, eso que nunca le había sentido.

— Gracias...

Shamil no sabía que responder y Senkuu solo rió por lo bajo con un "kukuku", el albino sonreía sin soltar al gamma con la extraña sensación de estar abrazando a Lillian.

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