⊰⊹ฺ ᶜᵃᵖⁱ́ᵗᵘˡᵒ 13 ⊰⊹ฺ

En lo que iba de noche –probablemente ya llevaban más de dos horas y media conociéndose– Namjoon no dejaba de sorprenderse y avergonzarse. Sus ojos al día de mañana estarían más grandes de lo normal de tan exageradas reacciones.

Seokjin por su parte, no dejaba de derretirse por las lindas expresiones del menor.

Tuvo que bajarlo de allá arriba luego de que le dijera quién era.

Se cayó hacia atrás desmayado por la impresión; al principio el pelinegro se asustó mucho pero no fue grave, al minuto de haber caído en esa especie de "trance" comenzó a decir que estaba bien.

Claro, que eso no convenció a Seokjin que lo hizo sentarse, respirar, tomar agua y todo lo necesario para recomponerse.

La situación actual; bajaban a pie la colina en la que estaban, los brazos del castaño rodeaban desde la espalda hacia el pecho de Seokjin, con su capa como manta para darle calor.

Seokjin había insistido en llevarlo en su espalda por el mareo que el menor tenía. Namjoon por más avergonzado que estuvo y por más que renegó ahí se encontraba, apoyando su rostro en el hombro del mayor.

Mientras caminaban, Seokjin le hacía preguntas a Namjoon sobre lo que veía en el camino, el castaño no dudaba ni un segundo en explicarle y enseñarle lo que sabía al lindo príncipe.

Desde los animales que curiosamente se asomaban para ver el resplandor que emanaba del príncipe, hasta las diferentes especies de plantas que podían estar en el camino.

—– ¿Quieres ir a mi tienda, Seokjin?

—– ¿Eh?

—– Donde soy naturista, tengo una variedad de plantas allí que uso para crear medicinas y entre otras cosas ¿T–te gustaría v–verla? —– preguntó tímido Namjoon en el cuello de Seokjin.

—– Claro... Me encantaría ver lo que haces —– dijo sonriendo.

Aunque Namjoon no pudo ver del todo esa sonrisa, se sonrojó, por el simple hecho de saber que Seokjin estaba sonriendo.

El camino de la colina al pueblo era algo largo, pero siendo llevado en la espalda de Seokjin se sentía un viaje al mismísimo cielo.

Las grandes zancadas de Seokjin dieron justo a la calle donde el menor trabajaba.

—– Puedes bajarme.

—– ¿Seguro?

—– Sí, estamos cerca y debo abrir la puerta —– Seokjin asintió y bajó a Namjoon de su espalda —– Ven, sígueme —– caminó lo más sigiloso posible para que ningún aldeano lo viera, tomó las llaves cuando llegó a la puerta, las colocó en la cerradura y abrió.

Seokjin se perdió en el agarre fuerte que Namjoon le tenía a la capa, que aún le arropaba su cuerpo "Parece que no quiere dejarla ir" sonrió. Entró a la tienda, llevándose una grata sorpresa. Había sentido curiosidad de saber cómo eran sus casas, estando dentro de una, se sentía muy cálido y acogedor.

—– Wow —– susurró viendo los frascos acomodados en los estantes, las plantas colgando del techo y algunas adornando el pequeño escritorio, donde habían varios papeles, pluma y tinta.

—– Perdona el desorden, salí un poco tarde y soy algo destructor —– dijo Namjoon observando al mayor desde el umbral.

—– ¿Desorden? —– Enarcó una ceja —– He visto el desorden y créeme esto no entra en esa definición —– dijo sonriendo —– Es perfecto...

—– ¿Perfecto? Vamos, no exageres. ¿Cómo podría ser esto perfecto? —– cerró sus ojos y al abrirlo se encontró el rostro contrario a unos metros del suyo, los colores se le subieron a la cara por completo, su corazón peleó con su caja torácica tratando de salirse mientras la mirada del pelinegro lo estudiaba.

—– Namjoon, donde está lo que te gusta, siempre será perfecto —– parecía irreal, una burbuja que ellos mismos habían creado.

Todo parecía ir rápido y la vez cómodo, las pequeñas palabras parecían transmitir algo más que un simple mensaje.

Seokjin volvió a ojear el lugar mientras que Namjoon se permitía respirar de manera debida.

La mirada del pelinegro se posó en un boceto, uno muy llamativo debido a que conocía a esas personas. Más allá de lo bien hecho que estaba el dibujo, su mente captó que algo tenían que ver con Namjoon.

El castaño, luego de permitirse respirar regresó su mirada al frente encontrando a Seokjin con el dibujo en la mano, éste se volteó a verle chocando sus miradas.

—– Lo hizo mi hermano —– se limitó a responder. Las palabras salieron neutras y atropelladas, por lo que Seokjin solo pudo asentir.

—– Dibuja muy bien.

—– Oh, sí. Será un gran artista reconocido en todos los reinos. Siempre se lo he dicho —– Seokjin se acercó a la mesa, se sentó y dejó el dibujo allí.

—– ¿Son familia? O ¿Especiales para ti? —– Namjoon se debatió en si hablar o no, después de todo, los rumores decían que ellos se los llevaron, aunque él no creía eso.

—– Lo son —– miró hacia la madera, distrayéndose con una astilla —– Eran amigos cercanos, como una familia para mí, bastante unidos, pero un día sólo desaparecieron —– su voz salió más grave de lo normal, carraspeó un poco incómodo, pero no se movió de su lugar.

Seokjin lo miró con tristeza, no podía imaginarse si alguno de sus allegados desapareciera. Quería decirle que estaban vivos, que la razón de la desaparición de ambos jóvenes, era algo importante.

Sabía que los aldeanos les culpaban por ello y el temor que él sentía por el hecho de que Namjoon creyera en esos rumores, le aterraba y le dolía.

Realmente lo hacía.

—– Lo siento mucho —– susurró, sin saber qué decir. Se esperaba un insulto por su descaro, pero al contrario, recibió una pequeña sonrisa por parte del castaño.

En un silencio notablemente incómodo, Namjoon se alejó del umbral caminando hacia la división trasera de la tienda, donde preparaba los ungüentos y las medicinas.

Suspiró y seleccionó lentamente unas plantas de su estante y las colocó en una olla pequeña para hervirlas.

No sabía cómo reaccionar a lo de Youngjae y Bambam más con los rumores, que aunque no cree en ellos, no tiene alguna otra opción en la cual creer para desmentir.

El rico olor de la infusión embriagó y relajó el ambiente, tomando un poco de miel y terminando así el té improvisado que había hecho. Salió con ambas tazas llenas de ese té, bajo la atenta mirada del pelinegro.

Seokjin se había quedado sentado en el mismo lugar, pensaba que él menor necesitaba su espacio, sin embargo el olor invadió sus fosas nasales "Ese olor es parecido al té de mamá" frunció su ceño ante el parecido, luego se sorprendió al ver al castaño traer dos tazas y colocarlas en la mesa.

Intrigado observó las tazas y luego a Namjoon.

—– Perdón si no son tazas llenas de oro y materiales celestiales —– dijo avergonzado —– Pero contiene algo que creo que gustará —– Namjoon le sonrió achicando sus ojos y exhibiendo sus hoyuelos en las mejillas.

El príncipe se sintió aliviado, creía que Namjoon estaba molesto, pero verlo sonrojado solo alegró su corazón.

Sutilmente acercó su mano a la del castaño y correspondió la sonrisa.

—– No hay nada más celestial que tú haciendo eso, Nam.

—– Muy galante de su parte, Su Alteza —– la carcajada por parte del pelinegro asombró a Namjoon, muy estruendosa y contagiosa que hasta él empezó a reír.

Entre sonrisas y cuentos de ambos mundos, se fundieron en otra de las tantas burbujas que se habían acostumbrado a crear. Olvidándose de contratiempos, hablaron como si se conocieran de toda la vida.

Y que agradable sentimiento, el de sentir que encajas tan perfecta y extrañamente con la otra persona.

Era la primera vez, que alguien hacía sonreír a Namjoon como un adolescente con un enjambre de todas las familias mariposas dentro de su estómago, que debido a la gran emoción se dispersaban en todo su cuerpo.

Seokjin por primera vez sentía eso, no sabía cómo se llamaba eso, no lo había sentido.

¿Cómo iba a saberlo?

Probablemente era emoción, diversión, alegría, esperanza, entre otras cosas, pero ninguno encajaba con esa explosión en su pecho.

Desgraciadamente, algo más estaba sucediendo, que no se daban cuenta gracias a su burbuja.

Como por ejemplo...

Que les restaban sólo 4 horas.

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