Capítulo XXXII

Disclaimer: los personajes de esta historia pertenecen a Masashi Kishimoto. Obra inspirada a fin de entretener y sin fines lucrativos.

"....." pensamientos
-.....- diálogos
●●●● cambio de escena

Terminó de colocar los últimos detalles en la bufanda que había tejido con tanto empeño. El tiempo de frío había llegado al fin, cubriendo toda la aldea de blanca nieve. Parecía haber sido ayer aquel percance que había tenido Kakashi con los miembros de su equipo, pero gracias a Kami-sama, y después de curar las heridas del peligris, pudieron aclarar las cosas y dejar de lado las diferencias.

Aún no hacían pública su relación, pero algunas personas cercanas tenían conocimiento de lo que sucedía, y ella estaba ansiosa por llevar la relación al siguiente nivel. Kakashi había respetado su voto de castidad, propio de las mujeres de su clan, a pesar de que para él no era tan fácil controlar sus impulsos. La palabra matrimonio no dejaba de rondar su cabeza, lo deseaba más que nada, así podría dejar el clan en manos de su hermana Hanabi quien parecía llevarse cada vez mejor con el nieto del Tercer Hokage, Sarutobi Konohamaru. 

"Señora Hatake" pensó mientras se colocaba frente al espejo y reía de forma avergonzada.

Y es que todos sus amigos habían unido nupcias, incluso formado una familia. Shikamaru y Temari tenían al pequeño Shikadai, un moreno de ojos preciosos tal como su madre. Sai e Ino estaban a la espera de su primer hijo; Sasuke y Karin también esperaban a su primera niña, al igual que Chōji y Karui. Incluso Kiba había iniciado una relación con Tamaki, una chica castaña amante de los gatos que se había unido a la aldea luego de que el Inuzuka le convenciera. Hasta las personas de su clan se habían animado a tener hijos, luego de cambiado el sello de maldición los Hyūgas no tenían miedo de traer niños al mundo Shinobi pues estos no sufrirían la suerte que les había tocado a ellos. Estaba más que segura que en pocos meses las parteras enloquecerían al ver tal cantidad de embarazos en la aldea.

Acarició su plano vientre, soñando cómo luciría ella con una enorme tripa y caminaba al lado del hombre que amaba por las calles de Konoha. Cerró sus ojos mientras una sonrisa se adueñaba de su rostro seguido de un tenue sonrojo, sin duda sería algo hermoso. No pudo seguir en sus cavilaciones debido al ruido del Shōji al ser abierto, Hanabi entró al lugar con la misma energía de siempre, se le veía feliz y ya se imaginaba el porqué.

¡Onee-sama! — canturreó cual niña pequeña, dando saltos alrededor de la habitación — ¿A dónde vas? 

Hanabi-chan... te he dicho que avises antes de entrar — la corrigió con cariño — Tendré una cita esta noche — el típico sonrojo no se hizo esperar.

Sí toqué Onee, fuiste tú al que no me contes... espera — detuvo su parloteo — ¿Te vas a encontrar con el espantapájaros? — le preguntó en un susurro, mientras invadía su espacio personal.

¡Hanabi! — exclamó avergonzada — No le digas así — 

Igual así se llama—  la menor encogió los hombros restándole importancia — Pero volviendo a lo que nos interesa... No pensarás presentarte así ante el Hokage, ¿o sí? —

¿Qué tiene de malo? — miró su vestimenta, que consistía en una falda blanca y un abrigo de mangas largas color lila.

Encima preguntas qué tiene de mala tu ropa de abuela — se burló de ella mientras revisaba su ropero — Déjalo en mis manos Onee-sama 

E-Está bien — accedió por fin, temerosa de lo que pudiera pasar.

●●●●

¿Cuál es tu respuesta? — preguntó el albino, quien se encontraba posicionado sobre aquella extraña roca.

La noche era fría a las afueras de Konoha, acompañado por algunos miembros de la rama secundaria, se encontraba un Hyūga en particular quien tenía en su poder una gran decisión. Sacrificar a ambas herederas por el bien del clan, así él podría tomar el mando del mismo y guiarlo como Hiashi y su linaje no habían podido.

Acepto su decreto celestial, Toneri-sama — se inclinó delante de él en una marcada reverencia.

Tomaré lo que ahora es mío, entonces — 

El peligris hizo una seña con una de sus manos y de inmediato media docena de marionetas partieron en dirección a la aldea de la hoja, donde aguardaban ambas jóvenes sin sospechar que ocurriría después.

"Byakugan no Hime" saboreó su nombre mientras marchaba en busca de la peliazul.

Lo vio desaparecer en la oscuridad. Cuando no hubo ninguna señal de aquellos hombres decidió volver con sus escoltas, quienes no habían sido testigos de la traición que había cometido aquel hombre.

 ●●●●

Salió de la mansión con prisa. Debido a su hermana, había tardado más en salir de lo acordado. Kakashi la esperaba, aunque no tenía claro dónde exactamente, ya que en la puerta se había encontrado un papel que sólo decía 'sigue las pistas'. ¿Qué significaba aquello?, realmente no tenía idea, pero cobró algo de sentido al ver a Pakkun esperar por ella cuando dobló la esquina. Se acercó a él y este, sin decir nada, le tendió otro papel similar.

"Dobla a la izquierda en la próxima esquina" leyó para sí.

Emocionada, se despidió del can y siguió las indicaciones. No esperaba algo como eso pero era, hasta cierto punto, romántico por parte del peliplata aquel detalle. Continuó avanzando hasta el último de los Ninkens, quien tenía un ramo de sumires y girasoles junto a una dirección, la que suponía era de un caro restaurante de la aldea, en este puto daba gracias a Hanabi por obligarla a cambiar de atuendo. Agradeció a Buru, quien se permitió ser acariciado por ella, y luego tomó un atajo que cruzaba el parque.

El lugar estaba desierto, nadie solía frecuentarlo por las noches y menos con aquel clima, así que no pensó que tendría ningún contratiempo pero un joven se cruzó en su camino, deteniendo así su andar apresurado. 

¿A dónde vas con tanta prisa? — se interesó aquel peligris.

Etto... — se removió incómoda en su lugar. No conocía aquel chico de nada, no recordaba haberlo visto en ningún lugar antes.

No deberías andar sola, Byakugan no Hime  — atrevidamente se acercó a ella, hasta colocar un mechón de cabello tras su oreja ocasionando que diera tres pasos para alejarse de él.

No pudo procesar lo que acababa de escuchar, pues de inmediato algunos enmascarados la rodearon. Sin pensarlo siquiera apretó contra su pecho las flores junto a las notas y la bufanda de su amado para después salir corriendo lejos del centro de la aldea. No quería exponer a los transeúntes, ya que aquellos que la perseguían podían ser peligrosos.

Saltó de techo en techo, esquivando a cada uno de ellos como podía. Eran muy rápidos, incluso más ágiles que ella. A ese paso no podría llegar dónde los guardias pudieran hacer algo para ayudarla. 

¡Kyaaa! — gritó cuando uno de ellos la tomó del cabello.

Naruto, quien pasaba por el lugar con algunas compras en mano, escuchó el estruendo. Rápidamente se acercó para ver qué pasaba, y lo que encontró hizo su sangre hervir. ¿Quién se atrevía a herir a las personas que eran importantes para él justo en su propio hogar?, ciertamente era nada más que un estúpido por atentar contra la vida de aquella que tenían en brazos.

¡Hinata! — exclamó cuando reconoció a la joven de cabellos azules, mientras se aferraba a los artículos que tenía entre sus manos. .

Inmediatamente soltó todas las bolsas y fue tras ella. A pesar de que algunos se interpusieron en su camino, logró tomar a la chica de su agarre justo cuando varios de ellos los rodeaban.

¿Qué es lo que quieres con ella? — preguntó, al que creía, era el líder.

Eso no es de tu incumbencia — respondió una voz tras él. Toneri indicó a sus subordinados atacar con una señal, iniciando así una agitada persecución.

Naruto esquivó lo mejor que pudo los ataques de aquellos, pero aún con sus clones de sombra era muy difícil cuando estaba pendiente al bienestar de la ojiperla. Tenía que llegar con el Hokage, él sabría qué hacer en esa situación.

P-Puedes bajarme, Naruto-kun — 

No te preocupes — le aseguró mientras saltaba de techo en techo — No dejaré que te hagan daño Hinata-chan — le regaló una de las típicas sonrisas, distrayéndose por un momento, el cual fue suficiente para impactarlo por un costado.

¡Naruto-kun! — exclamó asustada mientras ambos salían disparados por los aires — ¡Kyaaa! —

El revuelo que se formó debido a sus gritos alertó a las personas que circulaban por el lugar, debido a un descuido de Naruto habían ido a parar cerca del área comercial de la aldea. No tardó en escuchar pasos que se acercaban donde ambos estaban. Naruto se encontraba afectado en el piso, trataba de levantarse pero su cuerpo no cedía. Ella por su parte se encontraba llena de polvo y adolorida por la caída, a pesar de que el rubio había amortiguado parte del impacto.

Hinata-chan — habló entrecortadamente — Tienes que ir... —

Vendré después por ti — desde las alturas, el peliplata extendió un brazo hacia ella — Byakugan no Hime 

Se esfumó al terminar de decir esas palabras. Hinata se apresuró hasta donde estaba Naruto tendido, trató de moverlo pero el chico no respondía. Muchas personas empezaron a llegar, entre ellos Tokuma junto a Kō, que movidos por la curiosidad habían decidido echar un vistazo.

Naruto-kun — movió su hombro con insistencia — Naruto-kun despierta —

— ¡Hinata-sama! — ambos Hyūgas se alarmaron al ver el estado de la cabeza del clan. 

¿Está usted bien? — preguntó Kō a su protegida.

¡Alguien avise al Sexto y la Quinta sobre esta situación! — señaló Tokuma con celeridad, pues no había tiempo que perder — Me adelantaré a la mansión para ver si todo está bien — después de un asentimiento por parte de su acompañante el joven castaño se marchó.

Vamos Hinata-sama 

¡¿Qué ha sucedido aquí?! — un alterado Kakashi se abrió paso entre la multitud. Había reconocido esa mata de pelo azulado al pasar, su corazón dio un vuelco de inmediato, no quería imaginar que algo malo le había pasado mientras él esperaba sin hacer nada.

Kakashi... — la joven se desmayó al instante, asustando a más de uno en el lugar.

¡Hinata-sama! — Kō quien la tenía en sus brazos, empezó a moverla para hacerla reaccionar pero no funcionaba.

Kō... Sácala de aquí — se acercó a su estudiante para después dirigirse al hospital de Konoha — Avisen a la señora Uzumaki — Pakkun no tardó en acatar la orden de su amo, y sin decir nada se marchó en dirección a la casa de la pareja, donde una pelirosa esperaba ansiosa el regreso de su esposo.


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¡Y aquí estoy de nuevo!

Me dio algo de trabajo, quise resumir The Last en este cap pero sería muy largo :v así que nos vemos en la próxima (✿◠‿◠)

Pd: se cambió la portada, cortesía de la talentosa Mairim89
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