~ UNO ~
Caminaba tranquilamente con una enorme y boba sonrisa en su rostro, después de todos los acontecimientos por fin tenía un día para relajarse y visitar a su madre. Mientras pensaba en lo genial que es su vida, dejando de lado los problemas y villanos claro. ¿Que más podría desear ahora?
– ¡Corran, usará su quirk! – Un niño salió corriendo seguido por otros dos que parecían huir de algo, eso puso alerta al peliverde y espero a que llegará de lo que corrían.
Su cuerpo se relajo al ver que solo corrían de otro niño quien parecía enojado, corrió tras sus compañeros no sin antes chocar con la pierna del peliverde y caer al suelo.
– Uh... ¿Estas bien? – Le ofreció su mano para ayudarle a levantarse pero éste sólo le dió un manotazo rechazando la ayuda.
– ¡No necesito tu ayuda ni la de nadie! – Se levantó y salió corriendo por donde habían ido los demás niños asustados.
Midoriya por la actitud de aquel niño recordó a Bakugō inmediatamente y sonrió nervioso no era algo de lo que disfrutará pensar mucho menos cuando no está en la escuela.
Se dió la vuelta para continuar su recorrido a casa pero su cabeza comenzó a doler y por cada paso que daba su cerebro le proyectaba imágenes nunca antes pensadas.
Comenzó a caminar lento mientras procesaba lo que comenzó a pensar.
Bakugō.
Katsuki.
Kacchan.
Sus mejillas ya estaban rojas y la baba caía por su mentón, al reaccionar se sobresalto y volteó asustado esperando ver a los niños que antes corrían. Aquello no era normal, alguien simplemente no imaginaba cosas indecentes con gente que lo odiaba. No le fue difícil plantear que aquel niño molesto había usado su quirk en el.
¿Que clase de particularidad para un niño era esa?
Pero entre más pensaba en aquello más su imaginación jugaba con el, llegó un punto en el que se tuvo que recargar en un muro y tapar su posible erección. Ni siquiera con Uraraka se ponía así de rojo como estaba ahora.
— ¿¡Qué rayos está pasando!? – Grito tomándose del pelo.
Volteo a los lados de nuevo asegurándose de que no estuviera nadie viéndolo y corrió a su casa en donde solo entro y saludo a su madre para correr a su habitación para alistar su ropa y tomar un tranquilo baño para despejar su mente.
Sólo era una mala jugada del destino y sabía que un quirk podía ser temporal. El no quería quedarse así, no podía ser posible que le gustará Bakugō así que no cabía duda de que ese era un quirk para pensar cosas indecentes con su enemigo.
Sólo tenía que esperar y pensar en otra cosa que no fuese Bakugō.
– ¡Izuku! – Su mamá tocó la puerta del baño y Midoriya salió del agua para tomar aire. – ¡Hoy vendra Mitsuki-san y su familia a cenar! ¡No tardes mucho ahí adentro! – Midoriya se sobresalto y se hundió de nuevo en la tina. Tenía que ser otra jodida broma.
Cuando saliera de la tina se daría cuenta que fue solo una pesadilla. Aquello no era más que un error.
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