Introduccion

Comienza a escribir  tu propia historia, el camino sera largo pero se que puedes atraer a muchos con eso y comprenderte a través de dar una parte de ti.

Era una mañana en el pueblo de Royal Woods, Michigan. Hogar de la famosa familia numerosa conocida como los Loud. Pero en esta ocasión nos concentraremos en otra persona. Hoy les contaremos la historia de un alma y de su vida, tu vida, la parte de un todo, la parte de la misma vida...

Una Sinécdoque.

.

.

.

Un niño de once años de edad, piel morena, de nombre Clyde McBride, se encontraba durmiendo tranquilamente en su cama sin que alguien interrumpiera su paraíso mental en donde habitaba actualmente.

Bip Bip Bip

Pero lamentablemente, en un momento siguiente un estruendoso sonido lo termino despertándolo pesadamente.

Venia de parte de su reloj alarma, que marcaban las 7:45 de la mañana. También el sonido de una radio equipada dentro del despertador resonó en su habitación.

—7:45 en este hermoso, hasta balsámico 22 de Septiembre en Royal Woods.—Se escucho la voz del locutor de la radio. —Y es el primer día del otoño. En honor a ello, tener a Elzor Puntzkammer, profesor de literatura en el Union College, para hablarnos acerca del otoño en la poesía y en la literatura. Buen día profesor.

—Hola, Alex.—Se escuchó otra voz dentro de la radio, uno más viejo.

—Mucho gusto, quizás deberíamos empezar ahora. Respóndanos, ¿Por qué tanta gente escribe sobre el otoño?

—Bien, por lo general es visto como el comienzo del fin, realmente si el año fuese una vida, entonces seria septiembre donde empieza, donde se nace, y el comienzo del otoño es cuando las flores caen del rosal y las cosas comienzan a morir. Es un mes melancólico, y tal vez por ello tranquilamente hermoso.

—¿Algo que podría leernos?

—Oh me encantaría.

Clyde se levantó lentamente de su cama para buscar sus lentes en su mesita de noche para ponérselos, todo mientras escuchaba atentamente lo siguiente:

—"Quien no tenga una casa hoy, nunca la tendrá. Quien esté solo, siempre estará solo. Permanece sentado, lee, escribe largas cartas hasta el atardecer. Y vaga por las calles de arriba abajo, agitadamente. Mientras las hojas secas caen."

—Vaya... eso es duro, ¿no es así?

—Quizás. Pero es la verdad.

Clyde se quedó ahí, sentado mientras tenía la mirada perdida sobre el espejo de su habitación al escuchar lo que dijo ese profesor. Teniendo en su pensamiento el vivir otro día más en su mera existencia como ser humano.

Y también el tener que limpiar su cuarto antes de ir a desayunar.

~~~~

Sentado y mirando.

Es lo único que podía hacer en ese momento mientras el paso del tiempo fluía a través de sus ojos mientras observaba su desayuno; huevos caseros con tocino.

Era delicioso, pero su atención no se centraba en eso sino en otro objeto que podía captar por el sentido del odio: la radio.

El reportero/locutor que se escuchaba dentro de la aparato anunciaba las noticias o acontecimiento que hacían la única cosa que prestaba atención fuera de su entorno.

30 de septiembre, se reportan en 25 muertos en el terremoto en Detroit de las 12:30PM. No hay más información sobre más victimas por el momento. Seguimos informando.

Se le erizo la piel cuando escucho eso, un pequeño recorrido de miedo invadió su cuerpo.

Muerte.

—Clyde.

No escucho eso, tampoco podía ver más allá de sí mismo y esta horrible sensación al pensar en esa palabra. Todo su alrededor era invisible, era solo el experimento esto.

Un miedo que lo hacía sudar en frio de tan solo pensarlo, lo que implicaba después de terminar su ciclo de vida en este mundo, lo qué no se podía pasar después de acabar con todo.

—Clyde.

Ese sentimiento de estaba más cerca de que llegara su hora cada vez abre sus ojos a la realidad, cada vez que ve el tiempo mismo acelerándose más que su mente...

Cada vez...

—Hijo.

Cuando finalmente escucho el llamado de atención de uno de sus papás, Howard, alzo la mirada y volvió a su realidad.

—¿Qué pasa?—pregunte, algo desubicado.

—¿Estas bien?—pregunto su papa, junto a su otro padre, Harold, ambos totalmente preocupados por su no muy disimulado falta estado de ánimo.

—Si, estoy bien.

Después de dar esa vaga y no tan precisa respuesta, me dispuse a comer rápidamente mi desayuno para no indagar más en el tema o que su padre siguiera preguntando sobre su estado.

No es que quisiera faltarle al respeto a ninguno de ellos por nada del mundo. Los amaba de todo corazón aun siendo lo que eran para otras personas, pero... habia cosas en el que son como una capa dentro de otras capa de inseguridades que debía ocultar de otros que pensó que nunca llegarían a entender.

Incluso el mismo no llegaba a entenderse.

~~~~~

Salió de su casa para hacer la revisión del correo matutino en su buzón por si habia llegado algo. En un espacio que no ocupaba su mente, se preguntaba hoy en día como es que aun existía estos servicios de cartas siendo que los correos electrónicos estaban para eso.

Había cosas que no cambiaban... como su día su día.

En pequeño camino hacia el buzón que se encontraba cerca de la acera, miro el vecindario, en el que vivía, las decenas de casas que lo rodeaban y las personas que vivían ahí. No habia nadie fuera en esta mañana a excepción de una persona al otro lado de la calle, parado a un lado de un poste de luz... sin hacer nada.

Creyó por un momento que era alguna clase de vecino que simplemente intentaba tomar aire fresco(aunque realmente no sabría decir si había algo de viento, su mente se concertaba a lo que veían sus ojos e ignoraba las sensaciones corporales que le causaba la naturaleza de este día). Pero cuando lo vio más detenidamente, juro que habia visto a esta extraña persona antes, en varias ocasiones.

Cómo si...

Pero sus pensamientos sobre aquella extraña persona habían sido interrumpido cuando se dio cuenta que su cuerpo se habia detenido en el lugar predestinado; su buzón.

Sacudió la cabeza para dejar lo anterior de lado y reviso el contenedor de cartas para ver que les habia llegado.

Facturas, facturas, cupones de oferta de alguna tienda, mas facturas, algunas cosas que no le interesan; lo mismo de siempre que recibía...

Detuvo su observación por un momento antes de ajustarse los lentes para ver con claridad la última carta, queria saber si esta vez lo que veía estaba bien.

Era una aprobación para entrar en ese concurso de comic en la Ace-Con que el y Lincoln habían hecho solicitud que habían hecho hace ¿dos? ¿tres? meses, ¿acaso había llegado tan rápido o acaso el tiempo vino volando más de lo que ya estaba y nunca se dio cuenta de nuevo?

Sea como sea, al menos algo interesante tuvo que pasarle ahora siendo consciente.

Miro de reojo para ver que la persona que habia estado ahí hace un momento se fue caminando hacia otro lado, como si de alguna forma su presencia ahí ya no le era necesaria. Quizás estaba pensando en cosas que lo haría ver como un paranoico.

Le restó importancia a ese asunto y se dispuso a volver a su casa... volviendo a su monótona y acelerada realidad.

Clyde se encontraba caminando por la cocina, abrió el refrigerador y agarro el cartón de leche casi acabada, que tenía una fecha de caducidad límite del "4 de noviembre". Le tomó un último trago a esta, todo mientras la radio de ahí estaba encendida para que el locutor decía sus cosas:

"Feliz Halloween, Royal Woods"

Cuando termino su trago del cartón de leche, vio en la fecha de caducidad ahora decía "22 de noviembre". Dio una mirada en blanco a eso mientras cargaba con su mano la caja de leche que ahora está medio llena antes de volverlo a poner en el refrigerador. Camino hacia sin rumbo fijo para volver a sus pensamientos.

Su mente se volvía más lento mientras, en cambio, el mundo iba demasiado rápido para el.

~~~~~

—Ya te digo, amigo. Aun no se me ha ocurrido nada para el comic.

—Tranquilízate, falta tres meses para entregarlo a la convención.

—En realidad falta uno, Clyde.

—¿Oh, en serio? Creo que el tiempo ha estado volando mas tiempo del que pensé jajajaja

Ahí mismo, se encontraban el dúo Clincoln McLoud, sentados en banquita del parque para discutir las ideas que tenían para el comic en conjunto que debían hacer.

El problema es que no tenían absolutamente nada.

Y eso los ponía muy alertas.

—Realmente deberías mirar mejor las fechas, Clyde

—Si... quizás deba hacerlo.

Clyde oculto lo mas posible lo angustioso que debía sonar ese comentario, lo cual era irónico, ya que ese comentario que hizo fue lo mas cercano que le he dicho a alguien el cómo se sentía realmente.

Fue algo muy patético la verdad. Tener que ocultarle incluso esto a su mejor amigo.

—Volvamos al punto. No tenemos nada de nada para comenzar con esto y nos quedamos cortos de tiempo.—Analizo la situación el albino. —¿Tienes algo que puedas aportar?

—Yo...ah...

Ahhh dios, ahora se sentía más patético e inútil siendo incapaz de resolver algo como esto

Si su mente no estuviera más enfocado en si mismo y su problemas podría al menos dar una idea, pero sus inseguridades dentro de si le evitaban pensar en eso.

.

.

.

Pero una idea a través de ese pensamiento se le vino a la mente, arrastrando y dejando de lado sus dudas anteriores.

Y era buena forma para sacarse cosas de dentro que ha estado guardando durante mucho tiempo.

—Espera, tengo algo...—Lincoln le prestó atención cuando esas dijo palabras. —¿Qué tal si podríamos usar nuestras experiencias y personalidades en los cómics, como las de una persona? Ya sanes, nuestro intereses, virtudes, conflictos, todo.

—Clyde, no lo se... estaríamos entrando en terreno mas de experimentados y con esa clase temas.—Le dije Lincoln bastante indeciso.

—Lincoln, la gracia de los superhéroes es que nos sintamos identificados con ello y sus problemas, ya sabes; hay un héroe en todos nosotros.

—Lo se, pero ¿Cómo es que incluso manejaremos algo así?

—¿Qué no te habías basado en tus hermanas y ti para hacer esas versiones de la Baraja Completa? No creo que nos compliquemos demasiado con eso

—Pero eso es totalmente diferente.

—Y lo que podríamos hacer será diferente.—Clyde dejo su punto en claro. —Eso impresionara a los jueces, a la vez que nos dará una victoria asegurada. Es como lo dije; a los lectores les importa sentirse identificados de los personajes y haremos a los personajes su reflejo.

Lincoln se quedó pensando en las palabras de su amigo. Y reflexiono un poco llegando a su conclusión, realmente tenía un punto.

—¿Sabes? Tienes razón, amigo. Podemos hacer algo diferente.—Le dio la razón Lincoln, luego le dio una pequeñas palmadas en la espalda. —Eres un genio.

—Vamos, no es para tanto.—Se apeno el moreno por el cumplido.

—Oye, tú fuiste el de la idea.—Lincoln le apunto con el dedo con gracia. —Ahora estoy inspirado para dibujar algunos bocetos.

—Oh, ya se me está haciendo tarde. Quizás ya deba irme a casa, no quiero meterme en problemas por llegar tarde.—Guardo su teléfono antes de darse la vuelta.

—Si... creo que debo irme a casa también antes de que preocupe a mis padres.—Le dijo igualmente Clyde.

—Entonces nos vemos mañana, compañero.—Se despidió Lincoln antes de disponerse a correr en dirección a su casa, dejando solo al pobre y despistado chico.

—Si... adiós.

Dejo escapar un suspiro contenido.

Al menos hubo algo interesante que hacer sin que se le escapara el tiempo como siempre.

Pero no pudo evitar, dada su conversación con Lincoln, que estaba dejando escapar mas cosas de las que debía sobre su situación después de un tiempo.

Necesitaba ayuda profesional.

Y sabía a quién recurrir.

~~~~~

La doctora Miranda López se sentó en su oficina repasando algunas notas que tomó de otros clientes, la oficina era bastante amplia ya que estaba en un edificio que compartía con dentistas, especialistas en cuidado de la piel y ortopedia, aparte de su escritorio también tenía un sofá principal, un sillón reclinable y una silla reclinable en la que sus clientes solían sentarse si necesitaban sentirse más cómodos, con 29 años de edad, la mujer hispana trabajó mucho en la última década para lograr su objetivo de convertirse algún día en una psicóloga con licencia reconocida, ella recibió su Maestría en el campo de la Universidad de Harvard cuando tenía 25 años y aunque todavía no llegó a las Grandes Ligas, le gustó dar pequeños pasos primero. En sus aspectos más físicos ella era bastante bronceada, tenía cabello castaño claro y llevaba gafas, incluso tenía un poco de maquillaje en la cara.

Trabajar en Royal Woods durante los últimos años fue un buen comienzo para la joven psicóloga, tenía una cantidad decente de clientes pero ninguno de ellos eran como los McBrides, ella los consideró sus pacientes más desafiantes (y en algunos casos molestos), sabiendo lo críticas que pueden ser las personas cuando se trata de relaciones entre personas del mismo sexo, Miranda entendió cómo se sentirían Howard y Harold sobre hacer público su amor, incluso hoy los dos todavía tenían algunos ejemplos de burla solo por su estilo de vida, la parte de molestia provino de las frecuentes visitas de su hijo Clyde, el problema más preocupante con él era su obsesión constante con una chica mayor llamada Lori Loud, naturalmente se trataba de un amor no correspondido pero el problema era cuán persistente era el niño de 11 años, la Dra. Lopez fue una mujer muy paciente con durante todo el tiempo que trato con el joven, afortunadamente desde hace tiempo habia logrado superar ese problema.

Aunque no podía evitar sentir algo de estima en el chico; por mas problemático que fue para ella tratar su excesivo caso de obsesión, termino empatizando de una manera que otros pacientes no harían. Pensó en un momento que era lastima

Sonó el teléfono de la oficina sacándola de sus notas, echando un vistazo al número, la mujer no pudo evitar sorprenderse de quien era la llamada. Fue una extraña coincidencia de que fuera de la misma persona de quien estaba pensando hace un momento, aunque se pregunto porque lo llamaba después de haber pasado tiempo desde que termino sus consultas con el.

—Dra. Lopez.—llamo el chico desde la otra línea, tenía un ligero toque de timidez e inseguridad. Algo que ya reconocía mucho de el.

—Hola Clyde, vaya sorpresa que llamaras después de meses de haber terminado nuestras cesiones. ¿Pasa algo?—Preguntó sin importarle ocultar su impresión.

—Ah... yo... quería pedir otra consulta con usted.

—¿Disculpa?

—Necesito hablar con usted, doctora. Es urgente.

—¿Acaso volviste a reaccionar de forma obsesiva con esa chica de nuevo?

—¡Claro que no! Eso ya lo supere.—Se aclaró el chico, se escuchó como trago saliva antes de continuar. —Es... otra cosa.

—¿Qué otra cosa?

Es complicado.

¿Complicado? ¿Tan complicado que no lo podía resumir en simples palabras?

—Bien...—Dije manteniendo duda. —Aunque es raro ninguno de tus padres fuera a hablar de eso conmigo primero.

Hablando de eso.—Vacilo Clyde con timidez. —Ninguno de ellos sabe que estoy haciendo esto, yo quería que esto quedará en privado entre nosotros.

Se quedó en silencio ante las palabras del chico mientras tenía una cara de estupefacción. ¿Acaso estaba hablando en serio?

—Clyde... soy una profesional, no puedo permitir que hagas esto sin la autorización de ellos.

—¡Por favor doctora! Necesito esto urgentemente! yo... ¡le pagare lo que sea! Pero por favor, que esto solo quede entere nosotros.—Ciertamente no todos los días podías ver(o escuchar en su caso) a un niño intentar sobornarlo para mantener silencio de cualquier cosa.

Estaba claro que esta tan desesperado para preguntándose qué tan grave era lo de Clyde para que solo a ella le tuviera confianza en hablar de el sobre eso.

De cierto modo, sintió algo de pena por el.

Solo algo.

—No puedes estar...

—Por favor, quiero que entienda mi situación. Solo eso pido, porque usted... es de lo pocas personas que puedo mantener confianza de esto.—Dijo Clyde con toda sinceridad.

Reflexionó por un momento lo anterior.

Y solo por ahora, le daría el beneficio de la duda. Esperaba no arrepentirse de esto.

Suspiro pesadamente antes de contestar.

—Bien, lo hare.

—¡Gracias doctora!

—Sí, sí, sí. Estoy disponible mañana a las cuatro, no llegues tarde.

—No la defraudare.—Luego colgó dejando a la psicóloga escuchando los pitidos a la otra línea.

Se froto el puente de su nariz debajo de sus dedos mientras pensaba en la pequeña conversación que tuvo con su antiguo paciente y si fue buena idea dejarle esta oportunidad.

Esperaba que ese niño no le causara problemas esta vez.

~~~~

Al día siguiente, Miranda se encontraba leyendo uno de sus cuantos libros que tenia en su estante para matar el rato. Al paso de los minutos y horas de lectura, dejo su libro en la mesa de al lado para darse tiempo de poder estirar los brazos para desperezarse y justo en ese momento, escuchó un débil golpe tras la puerta de su oficina.

—¡Adelante!—exclamó al mismo tiempo que se acomodaba en la silla y adoptaba una expresión más relajada y profesional.

—Doctora.—dijo Michelle, su joven secretaria, abriendo suavemente la puerta. —Ya llegó su paciente programado para las cuatro de la tarde. Se trata de Clyde McBride.

—Ah, si... Clyde... —respondió la doctora con una expresión reflexiva en su rostro, recordando que el chico iba a venir hoy. Se quedó pensando en eso por un momento.

—¿Se encuentra bien?—preguntó Michelle con cierta preocupación, notando eso.

—Sí, si... descuida, creo que solo... estoy un poco cansada por todo el trabajo de la semana.—soltando un breve suspiro, Miranda miró a Michelle y le dijo: —Bueno, dime... ¿Cómo es que se ve ahora?

—Si le soy honesto, doctora, el chico parece estar hecho un manojo de nervios. Peor de los que hemos visto antes.

—¿En serio?—preguntó Miranda con sorpresa. —¿Tan mal esta?

Michelle asintió.

—Apenas entró por la puerta, pude darme cuenta de que estaba en una especie de estado de alerta constante. Preguntó por usted, y lo hizo tartamudeando. Le dije que en un momento lo llamaría, y entonces se puso a caminar como un león enjaulado por toda la sala de espera. Creo que, en cierto punto, se dio cuenta de que yo lo miraba con extrañeza, porque se sentó y trató de distraerse hojeando una revista, pero incluso así parecía tener la necesidad de moverse. En fin, como ya dije antes, se ve que esta hecho un completo manojo de nervios que resalta a la vista, aunque... a decir verdad...

—¿Si? ¿Qué más?—Siguió preguntando la doctora. Esperaba que actuara muy sensible, pero con lo descrito parecía ser algo mas.

—Bueno, es solo que... también se le ve triste. Angustiado, diría yo. Esto me hace pensar que probablemente esté sufriendo de problemas de ansiedad o incluso depresión, aunque yo no me atrevería a asegurarlo...

—Mmm... ya veo.—dijo Miranda al mismo tiempo que juntaba las yemas de sus dedos sobre su escritorio. —Clyde siempre fue un chico muy sensible a su entorno... me pregunto qué le habrá pasado...

—Bueno, está aquí por algo. Debería decírselo.

—Eso espero.—Miranda suspiro. —Bueno, no tiene sentido que lo hagamos esperar más tiempo. Hazlo pasar, por favor.

La joven secretaria asintió levemente con la cabeza y salió de la oficina para cumplir con la orden de su jefa. No pasó mucho tiempo antes de que la chica volviese a abrir la puerta, esta vez dejando pasar a un joven que la doctora López no tardo en identificar como Clyde.

Seguía siendo el mismo chico a quien veía muy a menudo en sus cesiones hace meses, nada habia cambiado en el. Bueno, excepto por un detalle que resaltaba a la vista: tal y como Michelle le había dicho, era obvio que el joven delante de ella era un completo manojo de nervios. Lucia peor de lo que imaginaba dada su su conversación telefónica.

—Buenas tardes, Dra. López.—dijo Clyde con una sonrisa un poco forzada

—Buenas tardes, Clyde.—saludó a su vez la doctora. —Pasa, toma asiento, por favor.

El chico moreno se sentó en la silla para sentirse más cómodo. Clyde miraba con pena a la psicóloga, incluso en sus ojos mostraba algo de arrepentimiento.

—Doctora, yo...—se detuvo por un momento para pensar en sus siguientes palabras. —Sé muy bien que usted escucha historias sorprendentes todo del tiempo en su consultorio y... bueno... antes que nada, quiero que sepa que me siento muy... muy apenado al quitarle su tiempo con mis problemas y obligarla a hacer sin sin consultar a mis padres.

—Pero Clyde, ¿por qué dices eso?—preguntó Miranda con preocupación.

—No crea que no soy consciente de todas las veces que la fastidio con eso.—negó levemente con la cabeza. —Era muy inocente y tonto. Creía que el simple hecho de que una chica no respondiera a mis sentimientos era el mayor de todos los problemas que podía tener... —soltó un pequeño bufido al mismo tiempo que inspeccionaba su botella, como si esta fuese muy interesante. —Mi obsesión con Lori... ¡Dios! Si no me hubiese pasado a mí, hasta sería gracioso...

—Clyde... —interrumpió la doctora. —Eso ya paso.

—Da igual que pasara.—respondió el joven con amargura. —He molestado a muchos por esas actitudes... —soltó un pequeño suspiro. —Ahora siento que no he cambiado mucho desde eso. Tengo a mis padres y... ya sé que ellos me aman y me aprecian mucho, pero... a veces pienso que me sobreprotegieron demasiado. No me prepararon de verdad para lo que es el mundo.

—¿Eso es una razón por la que no querías que supieran de esta consulta?—Pregunto la doctora, suponiendo eso.

—Si, mayormente.—Clyde puso el codo en la lateral de la silla en donde se apoyó su cabeza con mano mientras fruncía el ceño. —Pero el punto es... que me siento tan... tan solo, tan vulnerable ante tantas cosas que me han pasado últimamente. Es como dije antes; no he cambiado algo en absoluto, excepto por lo que tengo ahora.

—¿Podrías explicarte un poco?—intento saber la Dra. Lopez mientras miraba fijamente a su paciente.

—Debería comenzar con el principio.—El chico afroamericano se puso en compostura mientras se tomó unos segundos antes de aclararse. —Digamos que esto es algo que sucedió varios meses después de que termináramos con nuestras consultas, durante a inicios de entrar a secundaria.

—Como era obvio, no era algo que podía notar a la primera; tomas mucho tiempo real para darte cuenta de tu propia monotonía.—Su voz se cayó al decir eso.

—Logre captarlo cuando note que la radio mencionaba una fecha y luego en otra noticia decía otra fecha. Como lapso de tiempo del cual no eres consciente que sucede, al menos tu mente y ojos. Fue... extraño, pero a la vez algo muy terrorífico cuando sucedía a menudo. Ver cada vez que abres los ojos a tu alrededor termina pasando muy rápido; mi mente es pequeña ante lo grande y rápido que es el mundo.

—¿Cómo describiría cada ve que ve estos lapsos de tiempo?—Finalmente pregunto Miranda, analizando las palabras de Clyde.

—Es... cómo si tu mente estuvieras perdiéndose de algo, cómo por ejemplo; cuándo haces tu tarea, pero de un momento a otro lo ves terminada pero no te recuerdas de que lo hiciste, o cuando comes un helado pero al siguiente momento ves que te lo terminaste sientes la reciente sensación de frío en tu estomago pero no recuerdas a que sabia. Eso es lo que pasa, ¿si me entiende, verdad?

La Dra. Lopez asintió leve y cuidadosamente.

—¿Le digo algo curioso? Hace pocos meses antes de esto, Lincoln sufrió alguna clase de delirio parecido en el que pensó que al ser "predecible" en su rutina diaria de rodos los días siempre viviría siéndolo volviéndolo alguien aburrido, es irónico porque es la clase de chico que tiene cualidades que lo hacen la persona más interesante que podrías conocer... algo de lo que carezco muchas veces.

Clyde sacudió la cabeza con rapidez.

—Lo siento, estoy divagando mucho. Pero volviendo al punto, como "solución" a eso digamos que cambio totalmente todo de si para no ser alguien "predecible". Lo gracioso de esto es que eso solo causo alguna clase de ciclo en donde dicho cambio lo volvió "predecible" porque todos ya lo vimos así. Pero finalmente se resolvió cuando le dijimos que no tenía que cambiar para dejar de ser "predecible" que el solo siguiera siendo Lincoln; el mejor hermano y amigo que uno quisiera desear.

Sonrío con orgullo al decir eso. Como si el mencionar a Lincoln lo hubiese calmado mayormente de sus inseguridades de relatar ese hecho.

—¿Por que usaste eso de ejemplo siendo casos diferentes?—Pregunto la Dra. Lopez.

Clyde se conmocionó por la pregunto y tardo en responder. —Bueno... simplemente pensé fue algo que recordé y pensé tenía cierta similitud por como nuestra propia monotonía cotidiana y estilo de vida nos atormentaba. Pero lo mío es mas complicado que eso.

—¿Y acaso hiciste algo similar a lo que hizo tu amigo para "deshacerte" de eso?

—Lo hice al principio, aunque no a un punto como lo de Lincoln.—Admitió Clyde con la cabeza casibaja. —Casi creí que funcionaría, pero pasaba lo mismo. Nada cambio.

—Y no es lo peor de todo. Cuando esto se prolongó, me costo acostumbrarme a lo que sucedía. Llego hasta un punto en el que estaba más metido en mi cabeza, pensando en todo de mi, que en la realidad, haciéndome más vulnerable a todo esto; mi mente estaba en un lugar mientras mi cuerpo se movía sin que yo me diese cuenta, todo para seguir la misma rutina que he llevado haciendo desde hace tiempo. Apenas puedo hablar con alguien con todo esto que me ha pasado.

Clyde seguía mirando abajo, pero su expresión cargaba consigo un vacío del cual parecía que la persona ni siquiera era la que hablaba.

—Esto ha terminado consumiendo tanto que... hasta creo que en algún punto ya no debería importarme... y eso es lo más miedo me ha dado, doctora.

Se formó un incómodo silencio entre ambos, y vaya que fue incómodo. La doctora apenas si sabía como tomarse el asunto de su joven paciente.

—Wow... esto es tan...—La psicóloga estaba más que impresionaba por lo que ha observado del tímido chico

—Si... es muy loco, difícil de creer, pero... debería comprenderlo...—Entendía Clyde como es que iba a reaccionar. Se mantenía de nuevo mientras veía como Dra. Lopez solo tomaba nota de todo lo que ha visto en el.

Mientras tanto, Miranda analizaba y estudiaba el comportamiento de su reciente paciente.

Y no le gustaba lo que veía hasta ahora.

El comportamiento inicial del chico y el cómo se veía, sin mencionar lo inseguro que era a su ambiente, ya era una mala señal. Hablar de lo afectado que esta con todo lo que le rodea, que su mente este hecha un desastre y el tiempo a su alrededor le parezca tan irrelevante que apenas nota los cambios por como vice su vida. Y ese ligero toque nihilista en sus palabras, mas el miedo que le tiene hacia la muerte.

Reflexiono un poco estos hechos y llego a la lamentable conclusión. Una que no pensó que vería en toda su carrera.

Había un solo condición neuropsiquiatría que se ajustaba que podría ajustarse a todos estos síntomas si terminan desarrollándose a un poco de quiebre. Pero de por si era tan poco frecuente en estos tiempo, especialmente en un niño, no tenía duda que podría padecer de esto si se agravará por más tiempo.

Puede que sonara como algo precipitado, pero todo en Clyde hablaba por si mismo, y ni el debería sufrir tal desgracia si llegara continuar así.

Había una esperanza en el en que no llegara a pasarle, pero las probabilidades era inexactas.

Era hora de dar las malas noticias.

—Creo... que sé qué es lo que tienes...—hablo vacilantemente.

—¿En serio, doctora?—Se impresiono Clyde.

Otro silencio. Uno más pequeño... listo para dejar caer su bomba.

—Clyde, no sé cómo decirte esto sin que te alertes pero...—La doctora se ajustó los lentes para mirar con lamento a su paciente. —Tienes un potencial caso de Síndrome de Cotard.

—¿Síndrome... de Cotard...?—Clyde no entendía que significaba eso.

—Es una enfermedad psicológica. Un delirio de negación. Es cuando la persona cree o piensa firmemente que está muerto y que solamente mantiene su cuerpo, son bastante raros estos casos y los afectados por lo general son personas disfuncionales, incapaces de iniciar y mantener una relación social con alguien más.

—En palabras más simples: Es como si la persona creyera estuviera muerto por dentro pero vivo por fuera, con su cuerpo funcionando como tal y caminando sobre nosotros sin ningún razonamiento alguno.—Termino su explicación la psicóloga.

Muerto

Muerto

Muerto

Muerto...

Esa palabra de nuevo, esa palabra que le hacía emitir un terrorífico escalofrío en todo su cuerpo. Lo peor de todo, fue la explicación de la piscología de la condición que tiene le provoco que su corazón aceleraba más rápido y su mente pensara en cómo.

Agarro los dos bordes de la silla para poder controlarse lo mejor que podía.

—¿Clyde?—Pregunto Miranda viendo como Clyde parecía estar a punto de tener una especie de espasmos, estuvo tentada a intervenir y ayudarlo por un momento,

Y por supuesto, Clyde no pudo escucharla, su concentración estaba en su mente y en si mismo, ahora que su garganta se estaba volviendo seca y su respiración se entrecortaba. Para prevenir su tragedia, hundió su mano derecha en su bolsillo derecho para sacar su broncodilatador y luego acercarlo a su boca para expulsar el contenido en su boca.

La Dra. Lopez le dio unas series de palmadas en la espalda de, chico para que tosiera con tranquilidad. Cuando parecía haberse calmado, regreso a donde estaba sentada mientras Clyde dio sus últimos toses antes de hablar de nuevo.

—*COF* *COF* *COF* Estoy... bien.

—Estas lejos de estar bien, Clyde.—Expreso la doctora con lastima.

Clyde se quedó en silencio un momento antes de responder decadentemente: —¿Entonces tengo ese síndrome?

—Dije que potencialmente podías tenerlo. No lo tienes, pero podrías tenerlo

—¿Pero puedo curarme, no?—Pregunto de nuevo el chico, un poco esperanzado.

—Te voy a ser sincera, Clyde. Nunca he tratado con esto, y ni siquiera estuve preparado para hacerlo. Tu caso es tan...—Miranda busco la palabra correcta. —Complicado.

Justo como lo habia descrito en su totalidad Clyde. No haba otra forma.

—¿Acaso no hay nada que se pueda hacer?—Y las esperanzas del chico murieron ahí... por el momento.

—Se puede prevenir, para eso estas aquí.—Le aseguro la psicóloga, haciendo aliviar al moreno. —Tengo que llamar a tus padres para hacerles saber sobre esto.

Y el pánico y temor del McBride regreso.

—¡Que! ¡Pero si le pedí que no les dijera nada de nuestra consulta!—Exclamo alarmantemente.

—Esto no es algo que debas ocultar de otras personas, especialmente de tus padres.—Le dijo la mujer, se paró para ir directamente por usar teléfono y marcar al número.

Estaba totalmente perdido. Ya no tenía más opciones.

Solo esperaba que sus padres reaccionaran como lo que más se imaginaba que fuera a pasar y como seria ahora de delante. Sus para nada disimulados silencios o momentos en donde perdía contacto con su alrededor serian algo más pesados de lo que creía y quien sabe cómo lo terminaría afectando más de lo que ya estaba.

Pero entonces...

Recordó algo.

Algo que lo sacaría de este aprieto seguramente.

Un código que se le enseño desde su primera consulta en este mismo cuarto hace tiempo.

Y solamente tenía decir estas palabras:

—¡Confidencialidad medico-paciente!—Exclamo Clyde, apuntándole con el dedo a la psicóloga.

Esta se detuvo en seco cuando escucho eso.

—... ¿Que?

—El médico debe respetar la privacidad del paciente y tomar todas las medidas necesarias para hacer imposible la divulgación de toda la información que él o ella ha adquirido en sus cesiones. Debería saberlo, es lo que hace con todo aquel que hable con usted, Dra. Lopez.

Miranda estaba más sorprendida por la actitud que tomo Clyde al decir eso.

Nunca pensó que sería tan descarado en usar sus ventajas cómo su paciente contra ella.

—Clyde... estas abusando de tu poder cómo paciente.—Le advirtió con cuidado y con toda la paciencias que tenía para no enojarse con el chico.

—Lamento que tenga que obligarla a a hacer esto, pero lo mío no es un crimen.—Se excusó el chico con pena. —Solamente estoy evitando preocupar más de lo necesario a mis padres, ya tengo suficiente con lidiar con lo que puedo tener, es... mucha presión la que cargar.

—Clyde...—Hablo la Dra. Lopez con dureza.

—¡Por favor, doctora! Se razonable conmigo y con lo que estoy pasando.—Rogó el chico con desesperación. —Yo quiero evitar sufrir de ese síndrome, quiero dejar de sentirme que voy sin rumbo en mientras el tiempo solo se adelanta más y más que hasta no sentiré el final de mi vida.

—Clyde...—Ahora en cambio, la psicóloga sintió algo de simpatía al escuchar eso.

—Yo... quiero estar mejor. Es más, prometeré decírselo a mis papas yo mismo cuando... tenga la suficiente confianza de hacerlo.-Su voz careció de la actitud que hubiera mostrado, pero sus palabras mostraban sinceridad.

—Está bien. No diré nada.

—¡Gracias!

—Ok...—Aparto al chico de ella, luego miro su reloj para verificar la hora. -Parece que nuestra cesión ya termino.

—¿Oh, en serio? Entonces ya deberías irme, quizás nos veamos en un mes doctora...—Luego su expresión decayó un poco. —Aunque... ese "mes" puede terminar siendo un día o más para mí.

Hubo un pequeño silencio; uno incómodo y triste.

—Lo que importa es que estés aqui para que puedas ayudarte en tu problema.—lo animo como pudo la mujer.

—... Gracias doctora.

—De nada. Ya... puedes irte.

Clyde asintió antes de caminar hacia la puerta y salir de esta para volver de donde vino.

Por su parte, Miranda dejo escapar un contenido suspiro de frustración. Volvió a donde se encontraba su escritorio y se sentó en si silla para pensar en lo que habia pasado en esta última consulta.

De todos sus pacientes, nunca pensó que terminaría tratando un niño en un complicado caso del cual no estaba preparado para tratar y que este lo chantajeara en dos ocasiones para cumplir sus requisitos.

Había mucho trabajo que hacer con el.

También pensó en un detalle importante en el chico, uno totalmente crucial en el.

Por más que dijera que en absoluto ha cambiado, habia cosas en que lo hizo... en el mal sentido.

Y temía en cómo afectaría a Clyde en un futuro.

~~~~

Un mes después. Clyde volvió al consultorio para hacer otra cesión en la cual diría lo que ha hecho durante ese tiempo, o al menos de lo que el terminaría siendo consciente. Las cuales eran pocas, pero una destacaba sobre el resto:

—Los elementos y temas maduros que tratamos en nuestro cómic para ser algo escrito por "amateur" les convenció lo suficiente a los jueces para que lo dieran por ganador. El premio término siendo algo que nos daría la oportunidad de estar más cerca de lograr nuestros objetivos en conjunto.

Sonrío a gusto después. —Escribir cómics oficiales de la editorial Casino. Esa oportunidad era demasiada grande para ambos, algo que hemos soñado en alcanzar... y lo hicimos, juntos.

Luego suspiro pesadamente. —Pero... cuando termino todo eso me di cuenta de algo que termino conflictuándolo, ¿debería sentirme agradecido que mis problemas sean un beneficio para lo que me gusta? Por qué lo que me pasa ahora fue la causa de que hiciéramos ese comic, ¿eso sería algo malo o contradictorio?

—No, Clyde. No es así.—Miranda suspiro antes de responder. —Muchos autores han hechos sus historias mientras se encontraban en situaciones graves o depresivas; plasmaron sus propias problemas e inseguridades para que la gente pudiera comprenderlos. Tú hiciste eso en tu trabajo, bueno, al menos una parte de los tuyos. Es... una buena manera de empezar de que la gente te entienda.

—Si... así parece.—Eso pareció alegrar un poco al chico.

—Y he notado un patrón bastante... curioso cuanto menos, incluso en nuestras antiguas cesiones.—menciono la doctora.

—¿Ah, si? ¿Cuál sería?—Pregunto Clyde, sonando intrigado.

—Lincoln.

Clyde no se esperaba esa respuesta ni mucho menos que la Dra. Lopez mencionara el nombre de Lincoln junto al tema.

—¿Qué pasa con él?

—Has mencionado mucho su nombre desde que comenzaste con esto, especialmente en este caso, todo como si de alguna manera estuviera involucrado en lo que te paso.

—¿Esta insinuando algo?

—Estoy conectándolo contigo más bien.—Dijo la psicóloga.

—¿A qué se refiere con eso?—Pregunto Clyde, con la ceja alzada.

—Te ves reflejado en Lincoln.—Respondió la mujer, eso dejo callado el moreno. —¿Te siente en cierto modo comparado con el, no es así?

—Podría ser.—Respondió de manera insegura Clyde.

—Esa no es una respuesta.—Miranda contesto de manera severa.

—¡Ok, digamos que si! y no es tanto por el ser mi mejor amigo, sino porque...somos parecidos como gemelos pero con vidas diferentes, o al menos eso creía.

Tomo el silencio de la mujer, que tomaba nota de ese detalle, para continuar.

—Explico. Incluso a veces deseaba tener la vida de Lincoln, claro esto nunca se lo he dicho de forma directa y dudo que lo haga alguna vez, pero al pasar de los años y viendo con estos dos ojos que la vida de Lincoln era algo que soportaría cargar durante tanto tiempo, junto a algunos... desastres que no mencionare por ser un asunto personal. Eso es lo que admiro de el, simplemente aguanta tanto de eso día a día y siempre tiene plan para arreglar algún desastre que se ocasiona, aunque algunas veces no le salga bien.

—Claro, ha habido momento en donde ha deseado ser hijo único o algo parecido a mí, pero al final del día termina arrepintiéndose de pensar así y sigue con su vida... él tiene esa capacidad de dejar de lado todo eso como si nada. En cierto modo, me reflejo en el por qué... siento debería aspirar ser más como Lincoln.

En su voz pareció ocultar un sentimiento algo amargo pero a la vez deseoso. Pero a la vez algo que lo hacía ver como si sintiera...

¿Envidia?

Era ridículo, ¿por qué sentiría envidia de su mejor amigo? Quizás solo se estaba confundiendo de términos mientras pensaba, era solo otra cosa que simplemente sentía lo que Lincoln seria.

—Ninguno de los dos debería tener la vida del otro, simplemente deben vivir la suya propia, aunque yo tengo dificultades para hacerlo a diferencia de él porque soy débil.

—¿Te sientes inferior a él, o mejor aún, sientes que dependes de el?

Clyde se tomó unos silencioso e incomodos segundos de silencio antes de responder con la cabeza baja.

—Se podría decir que si...

—Ohhh Clyde.—La psicóloga negó la cabeza con lastima, pero no comento eso al respecto, sino algo más. —Esto lleva a otra pregunta, ¿Cuántas momentos recuerdas durante todo estos meses que hayas pasado con Lincoln?

—Bueno, la mayoría de tiempo en realidad, casi ningún momento con él hace que el tiempo se sienta. Diría que es de los pocas personas a quienes puedo interactuar decentemente estando así, y no por desmeritar a mis amigos o a mis papas, son bueno e importantes para mí... —Dijo Clyde, asegurándole a la mujer no tuviera una idea equivocada en sus palabras. —Pero lo de Lincoln es diferente... es cómo si Lincoln fuera la parte que me completara, lo que hace sentir como si no fuera un solitario e inútil chico que tiene que vivir de este modo...

—Y aun así no has tenido el coraje de contarle lo que te sucede ahora, siendo que te conoce bien.

—Es complicado.

—Todo en ti es complicado. Pero tú sabes que el puede entender tu problema sea cual sea.

—No sé, miedo, quizás.—La verdad ni el mismo sabía por qué ocultárselo aun sabiendo que puede ayudarlo del modo que quiera hacerlo y por la mirada que le dedicaba la doctora a su rostro contusionado y dudoso también lo sabia.

—Te voy a hacer una última pregunta Clyde, y espero que respondas con sinceridad, ¿acaso crees que un mejor amigo es más importante que tu familia?

De hecho era una buena pregunta... lástima que no estaba preparado para algo así.

—Yo-Yo... no-no lo sé.—titubeo sin alguna respuesta.

—Piénsalo de esta manera Clyde: uno no escoge a su familia... biológica o adoptiva... pero a los amigos, sí.—Dijo la Dra. Lopez con firmeza. —Por el simple hecho de que uno mismo tenga la capacidad de escoger a los amigos, es lo que les da una mayor importancia... porque los amigos son un reflejo de nosotros mismos. De nuestra personalidad, de nuestras aspiraciones y anhelos, de lo que queremos ser...

—¿Cuál es su punto, doctora?—Pregunto Clyde, no entiendo a qué iba la mujer con lo que decía.

—El punto está en el paralelismo que tú mismo creaste entre Lincoln y tu; chicos de la misma edad que lo separa en más de un sentido pero a la vez son iguales y le gustan las mismas cosas, incluso quieren hacer lo mismo, viven un estilo de vida desastroso pero tienen maneras diferentes de afrontarlos... y tienen diferentes fortalezas para soportarlo, sin mencionar sus cualidades. Tú mismo lo dijiste antes, Clyde.

Ahora que lo pensaba, nunca analizo de esa manera su amistad con Lincoln. Había tantas cosas que reflexionar que su tiempo en su cerebro con esos pensamientos a la cabeza iba ser mas largo para cuando saliera de aquí.

—Por eso son tan compatibles como amigos, se entienden lo suficiente para saber que son lo mismo. Pero Lincoln es la parte que te completa como ya se ha dicho. Así no creas que alguien como tu amigo no pueda llegar a entender tu situación.—Lo miro fijamente a los ojos, para mostrar lo directa que estaba siendo con él. —Tarde o temprano tendrás que decírselo y quizás te sea de ayuda, será un buen paso para prevenir el síndrome. Tu dependes mucho de el o de otras personas importantes para sentirte seguro.

Miranda se levantó de su sillón y se dirigió a su escritorio, sin despejar su vista del chico.

—Es mejor que eso lo tengas muy en cuenta. Podrá ser un buen comienzo abrirte con otras personas a tus problemas y lograr superar esto.

Clyde simplemente se quedó pensando en las palabras de la Dra. Lopez.

Si el tiempo a su alrededor y su mente se lo permitía... debía hacerlo, en algún momento... cuando la confianza le llegue.

~~~~

Los meses y años pasaron, más consultas hicieron durante todo ese tiempo. Clyde hacia exactamente lo mismo; idas y vueltas mensualmente al consultorio de la Dra. Lopez. Lo irónico de esto era que aunque esto formara parte de su estilo de vida, no era ni en lo más mínimo monótono, o al menos eso pensaba siendo que recordaba todas las cesiones a las que ha ido desde lo de su condición actual en prevenir algo peor de lo que pasaba.

Durante un tiempo seguía ocultando de las personas su situación

Bueno, al menos hasta que lo descubrieron.

O más bien, hasta Lincoln lo descubrió.

Fue fácil engañar a sus padres, pero para Lincoln no lo era.

Para el hombre del plan le fue evidente descubrirlo dos años después. No fue bueno encubriendo su fachada siendo lo alejado que era constantemente de su grupo de amigos, que pasaba más tiempo en su cabeza que en la realidad o que siempre inventaba una excusa para no acompañar a alguna cosa cuando le tocaba las consultas con la Dra. Lopez.

Simplemente un día, Lincoln decidió seguirlo hasta el consultorio, se quedó esperando, cuando termino su cesión, el salió de su escondite y comenzó a persuadirlo con una montaña de preguntas.

Estaba con la espalda en la pared, no me hubiera servido de nada negarlo.

Le dije la verdad.

Una dolorosa y oculta verdad.

No habia visto una cara de decepción más lastimosa en su vida.

Pero no era más decepcionante que la suya propia por no haberle dicho por si mismo; todos los cambios que debía hacer para prevenir el desarrollo del Síndrome de Cotard tenían que ser por su decisión. El mismo debía cambiar por acciones propias.

Un pequeño paso fue explicarle lo sucedido a Lincoln. El lo entendió, aunque en su expresión seguía visiblemente molesto, no lo culpaba por eso, le oculto esta clase de cosas por dos años después de todo.

Le rogo que no le dijera a nadie más por eso y tardo en convérselo de que el mismo se aseguraría de decirle otros sobre el asunto de su condición.

Aunque no cambio mucho entre nosotros, cuando estaba con los chicos me veía de forma algo fría, como si esperara en cualquier momento a que comenzara a hablar sobre el tema y lo dijera abiertamente a sus amigos.

Obviamente no lo hizo y eso decepcionaba a ambos.

Era difícil tener ese valor.

Al menos hasta que le toco decirles a sus padres...

Un tranquilo desayuno familiar fue el escenario que termino en desastre después de u confesión.

Fue de esperarse para el joven afroamericano que sus dos papas no se tomaran bien la noticia, también lo fue que se alarmaran como nunca y a la vez enojados por el por ocultarles algo así a ellos. Posteriormente fue castigado por más de un mes por eso(aunque aún le permitieron ir a las consultas con la Dra. Lopez) del cual lo sintió como si solo hubiese durado unos días.

Lo peor de esto era ver constantemente la misma expresión de decepción en sus rostros al igual que con Lincoln. A diferencia que paso con Lincoln, la vigilancia sobre él era más estricta y su sobreprotección aumento más a un nivel que le era molesto, pero tenía que aguantar.

Eso lo termino doliendo un poco y término acumulando estrés y presión, pero tenía aprender de esa forma. Tenía que afrontarlo por sí mismo si quería volver a ser normal.

En consecuencia de esto, poco a poco fue un poco más abierto a lo que tenía enfrente y no a su mente. Incluso pudo decirlo a más personas sobre lo que le pasaba, pudo ser un poco más conectado con ellos para que lo entendieran.

La Dra. Lopez se sintió orgullosa de este progreso, por mi parte... ¿quizás? sentía que faltaba más, aun había tiempo que se le escapaba y seguía siendo común que estuviera en su propio mundo mientras a su alrededor el tiempo seguía moviéndose muy rápido para el. Seguía perdiendo cosas que no sabía que había pasado.

¿Qué era lo que faltaba?

Eso siempre se lo terminaba preguntando hasta hoy.

Ahora, era un adulto de 19 años que seguía su profesión actual como guionista con planes a largo plazo de estudio. Estuvo indeciso con si ir a la universidad a estudiar alguna carrera, la Dra. Lopez le sugirió que tomara un descanso de esos pensamientos para evitar que se concentrara únicamente en eso y volvería a tener los mismos problemas.

En resumidas palabras; ha ido bien, relativamente.

Caminaba por la plaza de la ciudad. Venia de una Reunión en el teatro de Royal Woods con Lincoln para discutir de un tema importante que se les presento hace unos días.

La idea era tan...

Pero sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando sintió que su cuerpo choco contra alguien, haciendo que casi se cayera. Cuando recobro el sentido de la realidad, noto que que la persona quien choco, una chica, en su caso si cayo al suelo junto a las pertenencias de ella.

Un poco alertad, se maldijo a si mismo de estar metido en su cabeza, como siempre, en vez de saber por dónde caminaba, aunque era raro que su cuerpo no hubiese reaccionado a eso para simplemente evitarlo. Pero dejo de lado esa incoherencia y se apresuró a ayudar a la chica a levantarse.

—Lo siento mucho, señorita. No me fije por donde iba.—Se disculpó con sinceridad.

—Está bien, los accidentes pasan.—Respondió la chica mientras recogía sus cosas.

En un momento dado pudo ver su rostro, su piel era clara, de cabello largo castaño, ojos rasgados, especialmente un aspecto más reconocible; una boina morada en su cabeza.

Con estos rasgos, habia una persona a quien no habia visto en mucho tiempo las tenía.

Podría ser...

Pero la voz de la chica lo hizo volver a la realidad.

—Bien, creo que ya tengo que ir-

—Chloe...

La chica se quedó congelada ante la mención de su nombre. Se le quedo mirando, Clyde pensó debía aclararse para evitar malentendidos.

—So-soy Clyde, Clyde McBride. Creo que me conoces... ¿no es así?—Le pregunto nerviosamente, mientras sus labios temblaban esperar que lo reconociera

—Ohhh Clyde...—Chloe lo miro más detalladamente, luego los abrió para percatarse y reconocerlo también. —¡Clyde! Vaya... ¡Me alegro de verte!

No sabía si era por su voz o por su rostro se sonrojo al verlo y su corazón latía aceleradamente, pero se calmó en un intento de no quedar mal.

—Si, a mi también... fue bastante inesperado esto, hasta me dieron ganas de hablar contigo...—Se alarmo al darse de lo que dijo sin pensar, su cara se enrojeció un poco más que antes. —¡Claro, si es que no estas ocupada ahora!

—Bueno... no lo estoy realmente, pero no me molestaría platicar contigo por un momento.—Chloe acepto amablemente.

Si Clyde lo hubiera hecho en ese preciso momento, le mostraría la sonrisa que más grande que la que más jamás hubiese mostrado en su vida.

Fueron a la banca de un pequeño parque que estaba cerca. Ninguno de los dos hablaron en el camino, querían reservarse eso cuando llegaran y estuviesen solos.

A Clyde le pareció curioso como en ningún momento pareció que estos momentos simplemente se vayan de su vista como han sido otras ocasiones. El verla le hacía calmar para concentrarse en lo que tenía al frente sin perder detalle o tiempo.

Ambos se sentaron y se quedaron en silencio. Casi esperaban a quien uno de los dos hablara para iniciar su conversación.

Al cabo de unos segundos, Clyde fue el primero en actuar.

—Y bueno, ¿Cómo has estado?—Dentro de sí mismo, Clyde dudo en si fue correcto iniciar con una pregunta casual. No quería ir mucho al punto y saber todo a la primera.

—Bien... supongo.—Y por la reacción de Chloe, tampoco es que sabía cómo comenzar.

—Ahhh... ¿y qué es lo que haces?—Retiro lo dicho, ahora si debía ir al punto.

—Oh, bueno.—Chloe después, miro su bolso y saco de unos marcos de pintura algo pequeños para los que deberían ser. —Entre hace poco a una escuela de arte de la ciudad para buscar como experimentar con mi talento.

En el marco habia una pintura de un paisaje, era bastante bueno y bien dibujo... pero bastante pequeño dicho dibujo, casi ni era del mismo tamaño del marco; supuso que lo debió haber hecho con algún tipo de lente para trazar con el tipo de pincel que haya usado. La vista de esta pintura era un tanto curioso como desconcertante.

—¿Por qué son tan pequeños?—Ni él pudo evitarse preguntar por eso, sin percatarse de si eso le parecía ofensivo o no a la chica.

La chica no lo estaba, por suerte, y contesto la pregunta. —Uno de mis profesores me dijo que la mejor manera de expresarte en tu arte para que sea apreciado es hacer algo "único y verdadero", ser honesto en la forma de hacer tu propia obra y como ver las cosas. Y yo lo hago de este modo.

—Entonces, ¿ves las cosas de forma pequeña?

—Algo así, tengo esa creencia de cuanto más pequeño sea el margen de tu obra, más se puede apreciar los detalles que tiene. Es pequeño superficialmente, pero es más grande cuando te adentras en ello, ¿entiendes eso, no?

—Lo entiendo.—Se sinceró un poco. Creía de cierta forma parecida, aunque también diría que también las cosas grandes tienen sus detalles pero no queria mencionar eso ahora. —Déjame decirte Chloe que, realmente lo haces muy bien. Espero mucho de ti.

—Gracias, Clyde.

Otro silencio de formo entre ambos. No se prepararon bien para expandir esta conversación.

Afortunadamente, uno de los dos supo continuar.

—... ¿y qué haces tú?—Chloe rompió el silencio con esa pregunta.

Para el joven adulto moreno, ya se hacía esperaba esa pregunta. Pero no sabía como decirlo sin sonar redundante, aburrido u otras cosa que simplemente la alejaría de él.

Hora de hacer el intento de no quedar en ridículo con una chica, McBride.

—Bu-Bueno colaboro con mi amigo Lincoln. Creo que ya debes haberlo conocido antes; cabello blanco, dientes de conejo y de numerosa familia.—El vio a Chloe asentir entendiéndolo, así que prosiguió. —El y yo escribimos y dibujamos cómics, nos ha ido bastante bien para lo que hemos esperado... incluso vamos a adaptar eso a teatro.

—¿En serio?—Cuestiono Chloe, interesada a la vez sorprendida.

—Si.—Clyde confirmó eso, dejando escapar una pequeña risita. El recuerdo en su cabeza le hizo dejar su lado el momento de timidez que antes. —Es una historia algo graciosa, aunque es algo larga... te lo contaría algún otro día.

—¿Me estas pidiendo una cita?—Pregunto Chloe, tratando de entender el significado en las palabras del McBride.

El nerviosismo y su cardio acelerándose, volvió. Ahora ya no se mantenía en control al escuchar esas palabras.

—Yo-Yo, no...

—Porque la verdad a mi me gustaría.—Respondió Chloe, mientras miro abajo con una sonrisa apenada. —Podríamos intercambiar números de teléfono para llamarnos más a menudo, ¿vale?

El sentimiento ha estado cargando desde que se encontró con ella se habia expandido hasta todo su corazón. Pero esta vez permitió que lo experimentara para sentirlo en su totalidad, algo que faltaba mayormente, algo que hacia valer la pena tener que ver el mundo como algo que no solamente cambiaba mientras el solo se miraba a si mismo, algo que siempre dependía. Algo que lo hacía sentir...

—Vale.

Feliz. Sí, es felicidad...

~~~~~

—... Y así fue como Lincoln y yo terminamos trasladamos nuestra historia en papel a la realidad, aunque sin que fuera un película.—Relato Clyde a la Dra. Lopez en otra de sus cesiones, ella por supuesto tomaba atención de lo que decía. —Sigo poder sin creer que alguien tuviera la idea de que adaptaran una de nuestras historietas de Ace Savvy a teatro como si lo presentáramos como si fuera una obra de Sheakpearse. Pero bueno, si Hollywood hace ese tipo de cosas todo el tiempo, ¿Quién dice que un medio parecido no puede?

—¿Cómo accedieron tú y Lincoln a aceptar eso?—Pregunto la doctora, muy curiosa de, relato.

—Digamos que en un principio no estábamos muy convencidos, incluso parecía una idea estúpida adaptarlo a este formato. Íbamos a desechar la propuesto hasta que Lincoln cambio de opinión cuando consulto con una de sus hermanas, Luan, para decirnos su opinión al respecto siendo que tiene experiencia en este ámbito.

—No me dijo con qué cosa le convenció Luan para que aceptara esto, pero habia declarado que algo más "real" de cierto modo. No hay mejor manera de reflejar sentimientos y problemas reales de nuestra obra a lo real y la gente vea que tan real es eso. Suena estúpido pero termino teniendo sentido para ambos.

—Eso fue una historia muy interesante. Al menos estas siendo más abierto a mostrar tus problemas a otros a tu manera.—Le elogio la doctora.

—No a mi manera, Lincoln también lo hizo, incluso diría que es el que está realizando más cosas en este proyecto je je—Rio un poco el moreno antes de quedarse callado.

El cuarto estuvo en silencio uno cuantos segundos sin que ninguno de los dos hiciera nada, afortunadamente la psicóloga se adelantó para seguir hablando,

—¿Tienes alguna otra cosa que quieras contarme en lo que te ha pasado este último mes?—Pregunto Miranda, para sacar más de su joven paciente.

Clyde se quedo un segundo procesando la pregunta antes de dar su respuesta:

—Chloe.

La psicóloga reconoció el nombre de la persona, Clyde la habia mencionado en varias ocasiones en cesiones pasadas. La primera y única chica de quien se enamoró Clyde después de superar sus obsesiones con Lori, a diferencia de otras chicas, quien según Clyde, solo fue fantaseo, esta tal Chloe era diferente. Es más, por lo que le conto, ni siquiera era una chica a quien tenía fija la mirada por invitada a salir, más bien fue ella a quien invite al joven McBride a bailar juntos en una fiesta del Dia de San Valentín. Por lo que recordaba de las palabras de Clyde, parecía ser alguien a quien podría tener algo más que solo un enamoramiento común.

Pero lastimosamente para él, cuando salió de primaria nunca más lo volvió a ver... hasta... aparentemente en algún momento.

—Volví a encontrarme con ella después de tantos años. Se veía... linda, más de lo que recordaba de ella. Fue conveniente para mí el cómo me topé con ella, pero eso dejo de importar cuando hablamos. Para no hacerle largo el cuento; hablamos de nuestro intereses y lo que hacía, incluso tuve el coraje de pedirle una cita, bueno no exactamente le pedí eso al principio sino solamente una charla... en una cafetería...

Clyde divago mucho, antes de componerse, respirar hondo y seguir hablando.

—Pero me sentí... tranquilo con solo verla y estar con ella...—Clyde miro directamente a los ojos de la Dra. Lopez, como si buscara algo.—Doctora, ¿cree usted qué Chloe alguien que también me haga sentir completo?

—No deberías preguntarme eso a mí, Clyde.—Respondió Miranda, luego apunto con su dedo índice a la parte izquierda de su pecho. —Eso debería hacerlo a tu corazón, él te dará la respuesta. Así, tan solo así, lo descubrirás.

Clyde se conmovió por esas palabras. Y esos sentimientos al pensar en Chloe volvieron, esa sensación de ya no sentirse inseguro y tener a personas que te alegren, ese sentimiento de sentirse como alguien que no sufre o siente temor por lo que pasa dentro fuera de sí...

Y le hicieron recordar que...

Quizás... tenga que vivir felizmente, sin preocupaciones o miedos internos que lo afecten a su alrededor. Solo por el momento, deseaba esta con ella para sentirse como una persona...

.

.

.

.

~~~~~

Y luego pasarían más años hasta que llegó el momento de unirse en alma y cuerpo.

—Le pedí matrimonio a Chloe hace una semana.

Clyde, ahora de 23 años, se encontraba sentado en la misma habitación en el ha estado visitando cada mes para tratar sus problemas enfrente de la misma mujer que lo ha atendido por más de diez años y ayudándolo de diferentes formas. Especialmente cuándo se trataba de escuchar lo que él le decía.

Pero este sería el último de ellos.

Y no tenía ni idea lo alegre que estaba por eso.

—Planeé una cena común y corriente semanas para ambos, no quise hacer muy evidente, todo salió bien a fin de cuentas. Aunque estaba un tanto nervioso, pero sabía como hacer especial el momento. Explico: Use unos de sus marcos de sus mini pinturas y tuve hacer uno que dijera "Queremos unir nuestras vidas y fuerzas en un, ¿aceptas?" tarde como dos semanas en hacerlo, si no fuera porque ya tenía practica en esta clase de cosas gracias a ella me saldría del asco. El punto es que se lo di como un regalo al final de la cena, Chloe agarro un lente para acercarlo y mirar bien lo que decía, cuando finalmente lo vio ella se dio la vuelta... y le mostré el anillo estando de rodillas.

Clyde sonrío nostálgicamente al recordar las lágrimas de felicidad de esa otra persona que la hacía sentir "completo", especialmente cuando...

—Ella acepto... dijo que sí

Miranda miro sorprendida a su paciente, antes de que una sonrisa de orgullo, como si una madre se tratase, apareciera en su cara.

—Vaya, pues felicidades, Clyde. Espero mucho en su futuro.—Lo felicito sin despejar su sonrisa.

—Gracias doctora.—Le Clyde agradeció con gratitud.

—Ciertamente has crecido mucho.—Dijo la doctora,

—Bueno, unos cuantos centímetros pero no soy tan alto jejeje—bromeo Clyde mientras se frotaba la parte trasera del cuello.

—Pero en serio. Has crecido mucho, ya no eres niño que le tenía miedo al mundo e intentaba ser incomprendido. Ahora eres un hombre pleno con gente a tu lado, me siento orgullosa de que fueras mi paciente.—Dejo escapar esas palabras la doctora.

Clyde no respondió, pero una sonrisa basto para saber lo agradecido que estaba por esas palabras dedicatorias de la mujer mayor.

Un pequeño silencio se generó entre ambos. No había ninguna incomodidad más el simple hecho de no saber cómo incluso terminar con todo. Una pequeña despedida, ¿sería difícil para el médico y paciente?

—¿Sabes que será nuestra última cesión, verdad?—Pregunto Miranda, con un expresión de tristeza acompañada de un tono bajo que completaba eso.

—Bueno... aún tengo su número. La podré llamar cuando quiera.—Le insistió Clyde.

—No creo que sea lo mismo.—Se negó apresuradamente.

—También la invitare a la boda.

Eso dejo sin palabras a la psicóloga. Realmente no sabía que decir ante eso.

Clyde respondió por ella, con total gratitud:

—La invitación le iba llegar por correo en unos días, pero... era mejor decírselo ahora. Realmente es una persona que le debo mucho.

—¿E-En serio?—Pregunto Miranda anonadada.

—Si.—Asintió Clyde en confirmación. —Ha sido capaz de soportar las veces que he tenido que contar mis problemas, usted fue capaz de ayudarme a evitar que terminara siendo esclavo de mi propia monotonía y ahora soy un hombre nuevo. Sin exagerar, fue... como la madre que nunca tuve.

La Dra. Lopez se conmocionó por las palabras del, ahora adulto, moreno. Nunca en su vida pudo haber encontrado una

—Gra... Gracias Clyde...—Le agradeció de todo corazón ella.

—De nada...—Clyde se acercó lentamente a la mujer adulta, para seguidamente darle un cálido abrazo. —Extrañare verla por aquí.

La doctora se extrañó por la muestra de afecto, pero no se negó a ella, no, en cambio lo acepto—Si... yo también.

Minutos después, Clyde camino hacia la puerta dando y saliendo del consultorio. Dando así fin a esta etapa de su vida, ahora era alguien diferente...

Y así, el camino de ambas almas se separó... por el momento.

~~~~~~

El día había llegado. Y no podía estar más nervioso.

Su boda

Parado en el altar, estando él arreglado con su mejor y más elegante esmoquin(de color gris), junto a un corbatín, este último estando algo desarreglado de tantas veces que se lo "acomodaba" por los nervios.

Mientras vestido de la persona a quien entrelazaría su vida; blanco de dos piezas, su peinado de siempre, adornado con flores y sin ningún velo.

Si no fuera por los ánimos de Zach, Rusty, Liam, Stella, y claro, su mejor hombre para acompañarlo, Lincoln. Estaría seguro que le daría un ataque que solo arruinaría la ceremonia y quedaría como un hazmerreir.

Gracias a dios que no paso.

Veía a los invitados de ambas familia. Por su parte también invito a la Dra. Lopez como lo habia prometido, junto a los Loud, siendo la estrecha amistad que tenía con ellos desde hace muchos años, le fue bueno ver que todos los miembros estuvieran presenten en su boda, incluso Lori vino, quien su relación con ella dejo de ser incomodo al pasar los años y toda esa etapa de obsesión con ella quedo a un lado. Le alegro mucho que fuera ella feliz formando su propia familia con su actual esposo Bobby Santiago.

Y por alguna razón, también noto a otra persona cuando llego al altar, quien sintió que ya lo había visto antes en otros lugares. Pero dejo de lado término olvidándose de eso cuando llego Chloe acompañada de su madre, su pronta esposa se veía hermosa.

La ceremonia comenzó. Vino ese discurso aburrido del padre que parecía tardar una eternidad(incluso, pensó por un momento que deseo que volviera a tener el tiempo a su alrededor acelerándose para pasar de esto), el y Chloe intercambiaron votos, luego vino el momento de aceptar sus destinos.

Por si puesto, ella acepto con gusto esto.

Y ahora le toco a el.

—Clyde McBride, ¿Acepta usted a Chloe Curda como su legitima esposa para protegerla en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, hasta que la muerte los separe?

—Señor McBride.

Volvió a la realidad cuando escucho el llamado de atención del padre, esperando a su respuesta.

—O-Oh lo siento.—Se disculpó con torpeza, tomo un gran bocanada de aire y suspiro antes de dar. —Si... acepto.

—Y así los declaro marido y mujer, ya puede esperar a la novia.—Declaro el padre, dando unión a la pareja.

Ambos se precipitaron y finalmente sellaron ese amor con un beso, ese que marcaría el inicio de sus vidas como marido y mujer. Todo eso junto a los aplausos de la gente en la iglesia.

Era bueno vivir sin inseguridades, con buenas personas a tu lado y sin que nada a tu alrededor se te adelantara.

~~~~~~~

Había momentos en donde uno lo que mas espera es que termine como si hubiera sido torturado por varias horas, todo para simplemente descansar en paz y comenzar de nuevo.

En este caso; Clyde le era imposible hacer ambas cosas en su caso.

¿Cuál era?

Estaba a momentos de ser padre; y estaba totalmente asustado.

Sentado en el pasillo de la sala de espera, mirando al suelo con nerviosismo con la pantorrilla pisando el suelo varias veces con total impaciencia, con la mano agarrando la parte superior derecha de su cabeza, sudando y con el corazón palpitando a mil por hora.

Podría ser una hipérbole; pero él se la estaba pasando peor que nadie.

—Vamos, Clyde. Deberías calmarte un poco hombre.

Enfrente del moreno, se encontraba sentado Lincoln acompañado de su esposa Ronnie Anne Santiago, quien meciendo en su brazos a un bebe de 7 meses de nacido quien miraba por encima sin comprender lo que pasaba a su alrededor.

El albino intento tranquilizarlo. Que mal que fallara miserablemente.

—Estoy totalmente calmado.—Alzo la voz con esa ultima palabra, haciendo llamar la atención de las personas que se encontraban dentro de la sala, también hizo estremecer al pequeño. La latina se mantuvo alerta y calmo al bebe antes de que pudiera estallar en llanto mientras le dedico a Clyde profundo ceño fruncido.

El moreno se dio cuenta de su error y se disculpó con un pequeño "lo siento".

Lincoln suspiro en respuesta antes de hablar. —El punto es, que debes mantener la calma. Todo saldrá bien.

Eso no lo calmo para nada. —Lincoln, quien sabe lo que podría ocurrir, pu-puede pasar algo malo con Chloe y el bebe y-y-

—Clyde, Clyde, Clyde.—El albino intento calmar, nuevamente, a su amigo antes de que este entrara en pánico. —Solo mantén la calma, ¿acaso crees que no estaba así cuando me paso a mí y no mantuve la calma la mayor parte del tiempo?

—No, pero eso fue porque estabas más bien aterrorizado de esa sarta de insultos que te dedico Ronnie mientras estaba en parto.—Le recordó Clyde bastante divertido. —En serio, Ronnie. Exageraste bastante ese día, especialmente las que le dijiste en español.

—Oye, no es mi culpa que este pequeño tuviera dificultades para salir, yo solamente reaccione como debí.—Se excusó la mujer antes de mirar a su hijo con una cálida. —¿pero sabes? Lo curioso del embarazo es que es uno de los peores dolores que un ser humano puede experimentar, y duele del carajo, pero... a pesar de todo...

Ella hizo una pausa para alzar el dedo índice y con el tocar la carita de su retoño, a su lado Lincoln la apoyo haciendo lo mismo, mientras Clyde miraba con ternura la escena.

—Lo primero que piensas no es cómo estas tu, sino cómo se encuentra la criatura a la trajiste al mundo. De cierto modo, vale la pena experimentar con todo eso con tal de ver en tus brazos a tu bebé, no importa cuántas veces tengas que pasar por lo mismo.

—Espero que digas lo mismo en 7 meses.—Bromeó Clyde, burlándose de la condición actual de señora Santiago-Loud, siendo que se encontraba embarazada de dos meses. Y el no se iba quedar con tan solo ese comentario, agregando: —Ustedes si que no pierden tiempo, pero le estoy diciendo a alguien quien proviene de una familia que desconocen el concepto de "protección".

—Eso ofende, hermano.—Aunque la risa compartida entre el matrimonio Loud indicaba lo contrario. —Tampoco es que tengamos planeado tener más de diez hijos.

—Nada alrededor de ustedes es algo planeado, oh señor hombre del plan.

Ante ese comentario burlón del moreno, el trio se rieron con humor. No les importa volver a llamar la atención, simplemente eran adultos divirtiéndose como debían hacer para calmar la tensión.

—Tenían razón chicos.—admitió Clyde mientras se limpió una lagrima debajo de sus gafas. —Creo que debería calmarme un poco y no preocuparme por lo demás.

—No nos agradezcas, amigo.

—Al menos vas a dejar parecer un esquizofrénico por tan solo cinco minutos.

—Bueno, ahora...—Estuvo a punto de terminar su oración, pero un grito muy fuerte de dolor muy reconocible proveniente de la habitación de maternidad resonó en el pasillo. Los tres sentados en el pasillo

Y las preocupaciones volvieron de nuevo.

—Y... lo perdimos de nuevo.—Ronnie Anne bufo con molestia mientras calmaba a su hijo para que dejara de llorar por el ruido causado.

—Ahhh.—Lincoln pensó en voz alta un plan para volver a calmar a su amigo, hasta algo se le ocurrió de un momento a otro. —Oye, ¿Ya saben que nombre le pondrán, verdad? ¿Nos habían dicho que iba ser niña, no?

—Ah, sí. En cuanto al nombre, tendrán que adivinarlo por su cuenta.—Clyde lo desafío con divertida expresión.

—Creo que me la dejas fácil amigo. ¿Acaso empieza con la letra C?—intento adivinar el albino.

—¿Que? ¡Claro que no!—Clyde se dé lo absurdo de esa predicción. —No soy un tradicionalista cómo ustedes cómo para poner mi propia inicial de forma obligatoria a hijos.

—¿Entonces vas a dejarnos con la duda?

—Por supuesto, va ser una sorpre-

Pero se detuvo cuando no escucho más los gritos de dolor de su esposa, ningún quejido de fondo, nada. Todo se calmó. Dejaron de lado la conversación y se quedaron en silencio mientras esperaban a un especialista para hacerles saber la situación. Oyeron pasos, y a la vuelta de la esquina, apareció una enfermera. Clyde trago saliva cuando sangre en sus guantes y bata. Eso era normal, ¿verdad? ¡¿Verdad?!

—¿Clyde McBride?

—A-Aquí.—El mencionado levanto la mano vacilantemente.

Ella le hizo señas para que la acompañara, y con una última mirada de confianza de Lincoln y Ronnie Anne. El primero en total de apoyo le dijo "Llego tu hora, amigo".

Clyde respiró hondo y comenzó a seguirla. Cada paso que ella daba reverberaba por el pasillo, mientras que sus pasos eran más débiles, como si estuviera flotando en lugar de caminar.

Si... llego su hora.

La enfermera lo llevó de regreso a la habitación y le indicó que entrara. Se humedeció los labios y, con manos temblorosas, abrió la puerta. Un médico salió justo cuando Clyde intentaba entrar, así que saltó a un lado. El médico miró al adulto con lentes a los ojos y le dedicó una suave sonrisa. —Felicitaciones, hijo. Lo has logrado.

—¿Felicitaciones?—Clyde repitió, con una voz tan suave que ni siquiera él pudo oírla. Luego sus ojos se abrieron y su sonrisa creció tanto que se extendió de oreja a oreja.

—¡GRACIAS!—Grito tan fuerte que todos en el hospital pudieron escucharlo.

No pudo evitarlo. Abrazó al doctor. Ni siquiera le importaba manchar su propia ropa.

Luego se fue directo a la habitación con rapidez. Su amplia sonrisa se hizo aún más amplia cuando vio la hermosa vista. Detrás de una cortina fluida y sedosa estaba Chloe. Su cabello estaba hecho un desastre, su ropa aún más desordenada, y su rostro estaba manchado de rojo y rosa. Pero su expresión... era tranquila y reconfortante, y sus ojos no estaban dirigidos a los médicos, ni a Clyde, sino a algo sentado en su regazo, envuelto en una suave manta rosa.

Cuando miró hacia arriba para encontrarse con los ojos de Clyde, vio las lágrimas que brillaban en ellos.

—Es hermosa, Clyde. Es... hermosa.

—¿Pu-Puedo?—Pregunto Clyde mientras alzo los brazos en signo querer cargarla En el fondo, se se sentía poco tonto tartamudear.

Ella asintió lentamente y le entrego el bulto. Clyde trago un poco de saliva mientras la tenía cargando en su brazos, pudo ver su rostro. Y si era hermosa.

—Hola... Olive.—Dijo el nombre, el nombre que tenía destinado a la criaturita que tenía en sus brazos y que ahora amaba más que nada desde el primer segundo. —Soy tu papa... y te quiero más que nada en el mundo.

Nada podía arruinar este momento, ni ahora, no en un futuro...

.

.

.

.

.

¿O sí?

~~~~~~

No quería despertar de nuevo de su cómoda, grande y compartida cama.

Lo único que quería era estar en ese mundo de sueños donde lo conectaba a los pocos bellos recuerdos que le causaban esa sensación de sentirse completo... completamente feliz.

Pero lamentablemente...

Bip Bip Bip Bip Bip

Las cosas a su alrededor le impidieron hacer eso...

Pesadamente y con amargues, abrió los ojos. Con la mirada borrosa hacia la pared no hizo ningún esfuerzo en querer moverse de esa cama para agarrar sus lentes. Solo escucho el radio despertador que indicaba como siempre esas 7:45 sonaba a lado de el para que el locutor que a continuación daría los "buenos" días...

—Son las 7:45 en este hermoso y soleado 20 de septiembre en Royal Woods.

... para enfrentar nuevamente su propia realidad con otro día más en su cruel y miserable existencia como ser humano.

De nuevo...

~~~~~

Pufff termine, vaya tedio que fue acabar con esta presentación, si, presentación, porque esto lo defino mas como una "presentación de una historia" o "la presentación de un inicio" porque el siguiente capitulo va ser el verdadero inicio de una montaña rusa de emociones... o eso quiero plasmar. Digan en los comentarios como se sienten al leerlo.

Si, el protagonista de esta historia no es mas que a nuestro odiado y mas negro Clyde... si aunque no lo crean, este protagonista no convencional fue el mas perfecto candidato para contar su historia en este fic... y eso que apenas empieza, quizás hasta dar por terminado el famfic pueda llegar a sentir pena por el... ya sabrán porque. Solo dire que va ser muy complejo.

Mira si me fue complicado hacer este inicio, lo sera aun mas lo que le sigue, porque verán una narrativa pocas veces vista con cosas que los sorprenderán. Y mira que esta cosa no va durar ni 10 capítulos, así quiero contar esta historia.

Bueno, apoyen este fic y aprécienlo por lo que es, dejen review y voto. Adiós.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top