"The show must go on"
Iris estuvo enseñándome lo más básico, las partes de la batería y algo de lenguaje técnico para entendernos mejor.
-Bueno, tutorial completado. Ahora intenta hacer esto.
"Teoría superada. Ahora la práctica". Me acordé de la mítica frase de Pedro.
Iris marcó un ritmo. Me fijé en cada movimiento que hacía y en el orden. Después cerré los ojos. Creí que podría suponer dónde golpear si memorizaba el sonido.
Iris me cedió el asiento, dispuesta a darme clase, pero me adelanté.
-Primero tienes que ponerle...
-Espera, déjame probar sola.
Empecé lento, asegurándome de que el sonido que reproducía era el mismo que había realizado Iris, y fui aumentando la velocidad hasta llegar al compás que quería.
-Bueno, nada mal -aprovó ella, sorprendida-. Primer nivel superado. El cambio sigue de esta forma.
Iris volvió a hacer la melodía que había aprendido, y después el sonido hizo una especie de puente hacia una variación de lo anterior. Supongo que con un vocalista y guitarras acompañando quedaría fenomenal.
-Inténtalo. -se levantó del taburete, me senté y volví a la misma técnica: primero lento y luego rápido.
-Qué máquina -sonrió. Me sentí orgullosa de mí misma- Haber si puedes mantener el ritmo. Vuelvo en seguida.
Iris se fue al pasillo a toda prisa, y volvió con una guitarra eléctrica y una especie de caja negra con cables. Creí que eso servía para poner distorsión a los instrumentos y aumentar el vomumen, y acerté. Lo conectó todo, y se dispuso a corear conmigo.
-Okey, te haré la intro, luego me darás el ritmo y cuando pegue un grito haces el cambio. Sabrás el momento en que tengas que hacerlo. ¿Lista?
-¡Dale! -no tenía ni idea de lo que acababa de decirme, pero me sentía energética.
Iris empezó a hacer sonar la misma nota varias veces, y me miró mientras marcó el compás con el pie. Me tocaba. Empecé a tocar, y al mismo tiempo ella inició el solfeo mientras seguía una frase con la guitarra. Como era de esperar, estaba en inglés. Y como siempre, fui traduciendo la letra en mi cabeza.
-Oh... nunca me mataré para salvar mi alma. Me había ido, ¿pero cómo iba a saberlo? No pienso llegar tan alto para caer tan lentamente. Al final voy a optar por dejarlo ir.
Entonces me fijé en que yo sólo estaba usando las manos, así que le añadí ritmo usando el tambor grande con el que controlaba el pie -no me acordaba del nombre de ese tabor-. Iris me miró como si estiviese en la onda.
-Al final voy a optar por dejarlo ir...
En ese momento, muy oportuno, entró en escena Pedro con otra guitarra, dándole fuerza a la canción.
-¡Al final voy a optar por dejarlo ir!
Me asusté. Iris puso una voz de camionero que se acercaba a la que ponía Pedro al intimidar a la gente. Esa era la señal, de manera que hice el cambio y nos sumergimos en la canción.
Pero de repente ellos pararon y me dejaron sola tocando. Qué vacío.
-Necesitamos dos bateristas más y otro guitarra. Si no, no suena bien. -se lamentó Pedro.
-Y que lo digas. -le siguió Iris.
-Pregunta: ¿qué canción era esta? -pregunté.
-Unsainted. Temazo del mejor grupo de metal de la historia: Slipknot. -dijo Pedro, orgulloso de sus gustos.
-Pensaba que te había dejado de gustar ese grupo y que escuchabas música clásica, como hacen los terroristas de las series de Netfélix. -Iris apagó el amplificador de sonido, y Pedro soltó una carcajada fuerte.
-El día en que me deje de gustar el metal necesitaré un psicólogo, porque significa que no tendré ganas de vivir. -me impacté. Me pregubtaba si existía algo lo suficientemente fuerte como para hacer que Pedro abandone sus sueños de cambiar el mundo y decidiese... rendirse.
En ese momento, Luis irrumpió en la sala.
-Chicos, buenas notícias: todas las entradas de esta noche están agotadas.
-¿Qué? -exclamamos todos a la vez.
-Luis, ¿qué clase de magia has hecho? -se emocionó Pedro.
-Es la magia de contactar con todos los alumnos de esta academia, con mis amigos, con otros maestros que he conicido y hacer publicidad en internet.
-Luis, ahora mismo te pedía matrimonio. -sonrió Iris, y los dos fueron a darle un abrazo.
Después de eso, empezamos a practicar algunas canciones. Iba pillándole el tranquillo a la batería. En medio del ensayo me acordé de lo que Pedro dijo antes: aquellos cavos sueltos. Me pregunté si había hayado la solución para atarlos.
Ya eran las ocho de la noche. El concierto era a las doce, y nos sabíamos la letra y la melodía hasta del revés.
-Buen trabajo, chicas -anunció Pedro-. En estas tres noches vamos a petarlo.
-Oye, ¿Luis y su hijo no deberían estar ensayando con nosotros desde hace rato? -interrumpí.
-Pues... tienes razón. Debían estar aquí hace una hora y media.
-Qué corto se me ha hecho... -aluciné.
-Voy a ver si Luis se está ocupando de la tienda. -propuso Iris. Por su expresión preocupada deduje que Luis no era de las personas que llegan tarde.
-Bien. Te acompaño. -dijo Pedro.
-Voy con vosotros. -me uní.
Nos dirigimos a la entrada de la academia, donde se vendían Instrumentos, pero había otro hombre encargándose de la tienda.
-Hey, Freddy -le saludaron Pedro e Iris con un apretón-. ¿Sabes algo de Luis y su hijo?
Freddy iba a hacer el típico saludo de "cuánto tiempo, como estáis...", pero al ver nuestra preocupación fue directo al grano.
-Sí. Teodoro ha tenido un accidente de moto. -Teodoro debía ser el yerno de Luis.
-No fastidies... -se horrorizó Iris. Pedro puso expresión pensativa.
-¿Sabes algo del tema? -prosiguió Pedro.
-Por lo que me ha dicho Luis, Teo iba en moto y un borracho en un coche le amenazó por conducir muy lento. Empezaron a discutir mientras conducían, y el borracho le metió un tiro en la rueda de la moto. Teo por suerte no fue atropellado, porque estaban en la autopista, pero se rompió el brazo. No podrá dar clases de batería hasta dentro de varios meses.
Qué catástrofe.
-Y supongo que Luis estará con él esta noche y no podrá venir al concierto. -adivinó Pedro.
-Sí.
-¿Y no puedes tocar tú con nosotros? -le suplicó Iris.
-Lo siento chicos, no puedo. Mañana a las cinco de la madrugada tengo un vuelo a Escocia. No puedo dar un concierto que empiece a las doce.
-Joder... -musité.
-¿Qué hacemos? ¿Cancelamos el concierto? -se frustró Iris.
-Como diría Queen, The show must go on. -dijo Pedro.
"El show debe comenzar".
-¿Y cómo nos lo montamos? Necesitamos un bajista, y como mínimo otro guitarra y otro batera. -dijo Iris.
-Sí. La cosa se complica, pero no se vuelve imposible -Pedro estaba muy serio. Sabía que eso nos dejaba mal, pero que se podía-. Sin un bajista y con menos miembros, no sonaremos contundentes. Así que no podremos tocar un cuarto de las canciones que hemos practicado. Las substituiremos por otras.
-Pero las canciones que no podemos tocar son precisamente las que más gustarán al público, y además no contamos casi con tiempo para practicar otras. -criticó Iris.
-No queda otra. Hay que intentarlo. -Me encantaba la determinación de ese chico.
-Yo lo veo. Si en este tiempo nos hemos aprendido doce canciones, aprendernos otras tres, cuatro o cinco no será mucho problema, ¿no? -intenté animar. Pedro sonrió.
-¡Ese es el espíritu! Hay que poner todo nuestro esfuerzo, equipo. Así que esta noche vamos a ir allí y hacer un espectáculo. ¡Vamos!
Realmemte me motivaba ver a alguien que de una mota de polvo saca un sinfín de posibilidades y de positividad. Ése tipo de personas son los líderes del mañana.
Empezamos a practicar duro codo con codo, nos ayudábamos y nos compartíamos paciencia y ánimos.
Llegó el momento de salir al escenario. Iris tenía pánico escénico, así que saldríamos primero Pedro y yo, y cuando ella estuviese preparada daría la intro con su guitarra y tocaríamos "Smells like Teen Spirit", de Nirvana.
-Cinco minutos. -anunció Pedro mientras corría de un lado a otro, asegurándose de que todo estaba en orden.
Freddy se había encargado de que cada uno entrase con su entrada, había cerrado el local entregándole las llaves a Pedro y se fue.
-Bien, he programado los focos, la máquina de humo y el fuego controlado con simultaniedad. Aya, cada vez que empiece una canción, pulsarás con el pie un botó al lado de tu batería, ¿oído?
-Sí, señor.
Empezaba a ponerme nerviosa. Iris estaba sentada en una silla, tiritando. No esperaba que su pánico escénico fuese para tanto.
-Hey, ¿estás bien? -me senté a su lado.
-Creo que salta a la vista que no. -sonrió.
-No te preocupes, lo harás genial. Si yo he aprendido a tocar la batería en un día, tú puedes hacer lo que siempre has hecho esta noche.
-Aya, tienes un talentazo -su tono de voz decayó-. Has aprendido en un día lo que yo tardé años en dominar. Eres... mejor que yo. No existe comparación.
-Oye, no te martirices. Seguro que también he aprendido más rápido que Pedro. Si quieres un día de estos aprendo a tocar la guitarra y le humillo en un duelo -conseguí que sonriera-. Tal vez yo sea una de esos genios musicales que aparecen una vez cada milenio. Pero oye, tranquila. Seguro que tienes algo que sólo tú dominas como nadie. ¿Me equivoco?
Iris negó con la cabeza.
-Me gusta dibujar. He ganado muchos premios de arte. También enseñé a Pedro a dibujar. Me pregunto si ya será mejor que yo. -volvió a entristecerse. En ese momento en vez de compasión sentí rabia. No me gustaba la negatividad de esa forma.
-Y si es mejor, ¿qué? ¿vas a dejar de dibujar? ¿vas a dejar de tocar la batería, la guitarra, y de hacer todo lo que te gusta? Porque en ese caso, no hagas nada. Si quieres ser la mejor en algo, olvídate, siempre habrá alguien mejor -reconocí que en eso me equivocaba, así que rectifiqué-. Siempre habrá alguien que será mejor que tú, pero alguien me enseñó que eso es cuestión de la actitud. ¿crees que se aprende a ser el número uno de la noche a la mañana? No. Y yo no lo he conseguido en una tarde. Y si tienes miedo a salir al escenario, no salgas. Hagas lo que hagas, te van a criticar. Pero que sepas que tienes el poder de cerrar bocas con tu talento. Y si te equivocas ahí fuera, que le den por culo a los insultos y a las risas, porque muchas personas desearían tener el talentazo que tienes y el gusto con el que lo haces. Porque disfrutas haciendo esto, ¿verdad? Pues entonces no te tiene que importar nada más. -me quedé mirándola a los ojos fijamente.
-Aya, hora de salir -dijo Pedro-. Iris, sal cuando estés lista. No hay prisa.
-Sal ahí fuera y demuéstrale a todo el mundo que eres la puta ama. -le sonreí, y me dirigí al escenario.
Al salir entre las cortinas rojas, me impacté. Había muchísima gente. Pero en vez de miedo, lo que quería era empezar a tocar de una vez.
El público se hizo en silencio de repente. Nos colocamos en nuestros puestos, a la espera. Ojalá Iris no tardase demasiado.
"Creo que me he pasado con ella", pensé.
Miré a Pedro. Él estaba serio, pero controlando la situación como podía. Asintió. "Todo va a salir bien", me dijo con la mirada.
Y cuando creí que el público iba a perder la paciencia, Iris apareció de detrás de las cortinas... con una máscara.
Y empezó a tocar la intro de Smells like Teen Spirit.
Pulsé el botón junto a mis pies de efectos especiales, metimos distorsión a su guitarra y Pedro y yo le dimos ritmo al asunto.
Tocamos seis canciones del tirón, y todo fue sobre ruedas. Al acabar el sexto tema, Pedro anunció un pequeño descanso de cinco minutos.
Nos retiramos a beber agua y darnos un respiro, y compartimos nuestra alegría.
-¡Toma ya! Hemos estado increíbles chicas, sí señor. -animó Pedro.
-Iris, has estado alucinante -le di un golpecito en el hombro-. Oye, siento lo de antes. Me pasé.
-No te preocupes -sonrió-. No eran esas las razones de por qué tengo pánico escénico, pero aún así tienes razón. Y gracias.
-De nada, tía. -le guiñé el ojo.
Estuvimos descansando los cinco minutos, y pasado el tiempo Pedro voceó nuestro retorno.
-Señoritas -tenía espectativas de brillar-. Que empiece la segunda parte.
-Lo lamento, pero creo que esta obra quedará inconclusa. -Dijo Albert.
Iris sacó la pistola que guardaba en sus tejanos, pero Albert le disparó en el brazo. Luego al otro. Luego a las dos piernas.
-Que alguien intente algo y le vuelo los sesos. -dijo tomándola del cuello.
El público se empezó a alborotar. Entre las cortinas rojas del escenario pude divisar a miembros del FBI entrando como si hubiese un asesino en serie aquí dentro.
Y entre el caos y la incertudumbre, yacía un ser sonriente.
Lucas.
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