El primer Jaque
Llegamos al apartamento que Iris tenía para nosotros evitando coches patrulleros y cámaras que a veces habían en las farolas. Lo que esperaba ver cuando Iris abrió la puerta del piso fue un sitio pequeño y no muy bonito, pero parecía la habitación de un hotel de lujo, con una sala de estar blanca totalmente iluminada por la luz del exterior con sillón, sofá y un televisor más o menos igual de grande que el que tenía Pedro en su casa. La cocina era blanca y negra, y el suelo reflejaba cualquier cosa. Habían dos habitaciones y la tercera -y más grande- era de matrimonio.
-Bueno, habrá que debatir quién se queda con la de matrimonio. -Dijo Pedro.
-Me la pido. -Repuso Iris rápidamente.
-He dicho debatir, no "quien lo diga antes se la queda". -respondió con sequedad, y ella hizo una mueca. Desde luego no era la persona que aparentaba desde un principio.
Aunque en ese momento me entristecí. Cuando dijeron que había un cuarto para dos lo quería compartir con Pedro... pero en fin, supongo que él también querría privacidad.
Después de instalarnos y desplomarme en el sofá, Iris anunció un anuncio -(obviamente, no iba a anunciar un saludo).
-Bueno, yo tengo algo pendiente que hacer.
-Buen viaje. -dije.
-Diviértete. -le deseó Pedro mientras se acomodaba en el sillón.
-Recordad que aquí es donde mi padre y yo vivíamos -continuó ella-, así que no hagáis locuras -se dirigió hacia la puerta, y antes de salir se giró con cara pícara para decir-. Bueno, si hacéis "ese" tipo de locuras, usad condon.
-¿Qué dices? -reí.
-¿Quieres pirarte de una vez? -exclamó Pedro, molesto.
Iris sacó la lengua y se fue. Pedro se quedó mirando la puerta y sonrió.
-Esa chica está como una cabra. Nunca cambiará en ciertos aspectos.
-Me he dado cuenta. -encendí el televisor.
-Oye, me preguntaba si hoy también querrías dormir conmigo esta noche -se sonrojó. Le miré arqueando las cejas sonriendo-. No por nada, pero esque no puedo dormir bien en casas ajenas. Me cuesta acostumbrarme a otras camas, y me frustro por no poder dormir y acabo despierto toda la noche. -empecé a reír.
-Hay, Pedro... tan maduro y tan niño a la vez. ¿También tienes miedo a las tormentas?
-Eh, no tienes ni idea de lo que una tormenta puede provocar -No pude evitar echarme a reír más-. Bueno, si te vas a poner así pues que te den, ¿sabes? -se molestó.
-Perdona, perdona, era broma. Pero la cara seria que has puesto ha sido brutal.
Seguí riéndome a carcajadas, y Pedro poco a poco fue abandonando su cara de pocos amigos para reírse también.
-Tu risa es muy chillona. Me hace mucha gracia. -Dijo excusándose.
-Creo que eres la única persona que me ha escuchado reírme así.
-¿Significa eso que duermes conmigo?
-¿Qué cojones tiene eso que ver con lo que he dicho? -reí.
-Pues yo qué sé, pero quiero saberlo. -advertí que tenía mucho más sentido del humor absurdo cuando no estaba en el rol de exterminador de personas DX 300.
-En fin... si eso es lo que desea, sus deseos serán concedidos, mi ángel de la guarda. -¡Bien!
-Mi más sincera gratitud, alteza. Es para mí un honor acompañarla durante esta noche, My Lady. -hizo reverencia de caballero y todo. Pero me apeteció cortarle el royo.
-Soy yo la que te acompañará a tí, tontito.
-Me da igual, soy feliz. -dijo con un toque cómico.
En ese momento me di cuenta de algo. Yo también lo era. Sin saber por qué, me sonrojé. Al notar que me miraba, me tapé la cara rápidamente. Me sentí muy absurda en ese instante.
-Sí -dijo rodeándome con el brazo. ¿pero qué coño hace? Hizo que me ruborizase más-, definitivamente eres muy mona cuando te sonrojas.
Qué cabrón. Estaba roja como un tomate.
Pero en el fondo me gustaba que fuese así. De modo que me acomodé junto a él y empezamos a ver Cementerio de Animales, una película de terror de Stephen King. Ese hombre era un genio.
Pedro estuvo todo el rato comentando lo falso que era y haciendo chistes súper rebuscados, como cuando apareció un personaje al que se le veían los huesos y Pedro dijo "Se podría decir... ¡Que estaba a dieta!"
Estuve toda la película llorando de la risa. Siempre me habían gustado y aterrado a la vez ese tipo de pelis, pero a su lado todo resultaba absurdo.
Cuando acabó el show de la comedia, apagamos el televisor, nos duchamos por turnos y nos dispusimos a dormir.
Me sumí en el sueño enseguida, pero la bruta de Iris me despertó con un portazo cuando entró en el piso. Después abrió la puerta de nuestra habitación con cuidado -y menos mal, porque me cabreé cuando me despetró- y observó que estábamos nosotros en la cama grande.
Al ver que yo estaba despierta, hizo un corazón con las manos mientras sonreía, le levanté el dedo corazón y se fue. Después tuve que admitir que esa chica tenía su gracia.
Más tarde, cuando ella apagó las luces definitivamente, no me pude dormir. Y al parecer, Pedro tampoco.
-Aya, ¿despierta? -susurró.
-Por desgracia -elevé el tono de voz-. Te ha despertado, ¿eh?
-No. No me había dormido. -me extrañé.
-¿Y eso?
-La peli me ha dado mucho miedo.
Ahí sí que había empezado a descojonarme de la risa como nunca.
-¡Los dos enamorados, haced el amor de una forma más silenciosa! -se escuchó decir a Iris.
-¡Cállate, vieja loca! -le gritó Pedro.
Empecé a llorar de la risa, y me costó mucho calmarme porque ellos empezaron a insultarse de forma súper cómica.
Mucho rato después, cuando por fin conseguí serenarme, me disculpé, y me tocó hacer de hermana mayor.
-No tengas miedo. Yo estoy aquí contigo. Ya no estás solo. Y si un ente se presenta en la puerta, le meteremos un puñetazo juntos.
Aprovechando que Pedro me dio la espalda de la indignación, le abracé por la espalda. Le costó un poco cambiar de actitud y al corresponder, comentó:
-Si antes dejamos que mate a Iris, perfecto.
Reí dulcemente, luego me acomodé y nos dormimos.
Al día siguiente, amanecimos con rencores de parte de Iris, y de nuevo empezó a discutir con Pedro de forma absurda. En el fondo se notaba que volvían a llevarse bien.
Durante el desayuno, resultó que Pedro ya había estado haciendo planes, y los compartió con nosotros.
-Bien, lo primero son los asuntos personales, así que quince minutos después de desayunar acompañaré a Aya a su casa y la esperaré por si necesita que la... rescate, si por así decirlo. Después he estado buscando en el núcleo de mi pequeño problema con la policía, y he pensado que si devolvía los seis cientos millones que valía ese diamante, me dejarían en paz. Así que después de lo de Aya, iré a mi casa a por ese dinero. Me quedaré un poco a falta de dinero, pero si trabajo en el local de Marco en el tiempo en el que busco otro centro donde estudiar, conseguiré estabilizarme. ¿Alguna pregunta?
-No.
-Ninguna duda, mi comandante. -dije haciéndo un saludo militar. Iris puso cara de no enterarse de nada.
-Bien, pues haremos eso. Iris, tú quédate aquí por si necesitamos cualquier cosa. Estate alerta al móvil, ¿vale?
-No me digas lo que tengo que hacer. Pero vale, lo haré.
-Así me gusta -rió-. Acabemos rápido con esto.
Y de esa forma lo hicimos; minutos después de recoger todo lo de la cocina, partimos.
Por el camino quise ir escuchando música con los auriculares para dos, pero después cambié de idea. Sentía que debía estar alerta al entorno. Pero aún así fui hablando con Pedro por el camino.
-¿Soy el único que tiene un mal presentimiento? -dijo Pedro.
-Lo cierto es que yo también lo tengo. Como si fuese a pasar algo en cualquier momento.
-Sí...
Cuando faltaba una esquina para llegar en frente de mi casa, Pedro me puso la mano en frente cortándome el paso, y se detuvo en seco. Le miré, y él tenía la vista elevada. Le seguí la mirada, y me quedé paralizada. Había un espejo en una farola para el tráfico, y a través de ella se veía cómo unos policías estaban arrestando a mis padres.
-Vamos. -Susurró Pedro, y volvimos corriendo agazapados por donde habíamos venido. Luego le sonó el móvil a Pedro. Era Iris. -Informa.
-Pedro, mala cosa. Me ha llamado mi padre. El FBI está en su restaurante. Está rodeado. -en otra esquina habían patrulleros, y avanzamos por otro lado. -También me han informado de que están inspeccionando tu casa. Ten cuidado, tal vez también estén en casa de Aya. Recuerda que ayer la vieron y puede que le hayan sacado fotos.
-No me digas, acabamos de comprobarlo. Casi nos pillan. Por suerte no nos han visto. Creo que desde lo del atentado han doblado la cantidad de patrulleros.
-Es muy probable. Tened cuidado, pueden haber policías que vayan de faisán.
-Eso ya lo sé. Lo descubrí por las malas después de lo del diamante. -dijo Pedro desviando la mirada con cierta ironía.
-Lo que no sé es cómo averiguaron la localidad de mi padre. Ayer evitamos todas las cámaras, y no nos siguieron.
-Pueden haberle seguido el rastro desde sus delitos, pueden haberlo localizado a él por las cámaras... o simplemente nos dispararon a nosotros un geolocalizador ayer durante el tiroteo. Y como es lo más seguro, coge lo imprescindible y sal del apartamento lo antes posible. Nos veremos en el lugar de retiro. Ah, y pídele al jefe un detector de metales. Dile que es de máxima prioridad.
-Okey.
Pedro colgó, e inmediatamente le pregunté cuál era el lugar de reencuentro.
-Ya lo verás. Seguro que te gusta. -sonrió.
Seguimos corriendo, pasado el colegio derribado, atravesando un bosque, cuesta arriba, hasta llegar a un claro. Era un parque de niños abandonado. Iris aún no había llegado.
-Aquí -explicó Pedro mientras se sentaba en un banco, y yo me puse a su lado- es donde Iris y yo íbamos de pequeños cuando estábamos hasta los cojones del mundo. Y como puedes imaginar, yo venía mucho -reí-. Me lo enseñó un día en que estaba llorando por haberme ido de casa. Odiaba a mis padres, pero me dio un ataque de nostalgia. Me trajo aquí para consolarme, y me dijo que ella venía cuando estaba triste o enfadada.
-No me esperaba que esa chica tuviese un lado dulce. -admití.
-Todos lo tienen, Aya. A unos les cuesta menos sacarlo, y a otros más. Pero cuando era pequeño, Iris era la única que me trataba con respeto y admiración, y siempre que podía decía alguna que otra cursilería. Le salía del alma decirlas. Y ahora que lo pienso, creo que yo también le gustaba a ella -sonrió-. Y bueno, pues si alguien especial te enseña un lugar especial, automáticamente se vuelve especial para tí. Y después de robar el diamante quise volver aquí, pero no quería encontrarme con ella. A veces me preguntaba si me echaba de menos. Si pensaba en mí...
Entonces interpreté su mirada.
-No lo has superado a pesar de todo, ¿verdad? -Pedro reflexionó.
-No lo sé. Sólo sé que la sigo apreciando a la vez que la desprecio. Es algo raro. Nunca aprendí a interpretar el amor. Sólo amé una vez... y ya ves qué tan mal me fue.
-Yo nunca me he enamorado. No sé si es una suerte o una trajedia, según lo que me han contado.
-El amor puede ser lo más bello del mundo, pero también la mayor catástrofe de tu vida.
Pedro se estiró en el banco, poniendo su cabeza en mi pierna y mirando al cielo
-Supongo que ya sabré lo que siento con certeza con el paso del tiempo.
-Eres alguien listo y maduro. Seguro que lo sabrás. -comenté.
Entonces sonó el sonido de una moto, y Pedro se levantó rápidamente. Pero era Iris.
-Siento el retraso. Estaba recogiendo el detector de metales. He tenido que ir a buacarlo de inmediato.
-¡Joder, qué susto! Pensaba que eras la pasma -suspiró Pedro-. En fin, trae el cargamento.
Lo sacaron de una caja que había en la parte de detrás de la moto. La primera en inspeccionarse fui yo, y luego Pedro.
-A mí no me hace falta -dijo Iris.- ya me lo pasé por el cuerpo antes de venir por si me seguían.
-Hay que hacerlo de todas formas. Quiero estar seguro. -repuso Pedro.
-Muy bien...
Pasó el detector de metales por el cuerpo de Iris, y saltó la alarma. Pedro la miró, serio.
-Eso es por la cadena del pantalón. No pasa nada.
-Iris -dijo él, tal vez aterrorizado por dentro-, las cadenas no son de metal.
Empezó a escucharse el sonido de varios coches y unos perros ladrando.
-¡Están cerca! ¡Vamos! -gritó un policía.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top