Capítulo 2: El Oso, el Alquimista y el Reino
??? años antes del Evento Taisui
>Inicializando memoria...
>Comprobando sistemas externos...
>Comprobando sistema motor...
>Sistemas operacionales.
–Vale, no tenemos todo el tiempo del mundo para las despedidas. Allá que vas, grandullón. Sobrevive. Por favor.
Sus sensores indicaron una cantidad sustancial de fuerza aplicada en su parte posterior, seguida del traspaso de energía propio de un desgarre espacio-temporal según su base de datos. El aumento de la temperatura seguido de un constante chirrido al romper la velocidad del sonido confirmó su situación como bólido con impacto directo hacia un planeta con atmósfera. Encendiendo sus sistemas propulsores, consiguió reducir su velocidad de descenso a niveles aceptables para evitar una destrucción prematura y conseguir un aterrizaje estable.
Un poderoso estruendo, resonando en kilómetros a la redonda, rompió con la calma y la helada tierra de la tundra. Una vez la nube de polvo y tierra se disipó, ahora había una imperfección en aquel, una vez eterno, páramo blanco en forma de cráter. En el centro se encontraba el bólido en cuestión, boca abajo y medio incrustado en la tierra.
Un único óvalo del color del cobre con una gema de un tono similar formaba su cuerpo, al cual estaban conectadas cuatro extremidades, dos brazos y dos piernas las cuales parecían estar cortados en donde deberían estar las manos y brazos. Acentuados con tonos rojizos, en conjunto parecía más bien como una especie de golem, con pocas articulaciones y un cuerpo ancho y grueso. La cabeza del autómata, o donde debería estar al menos, estaba formada por dos barras que acababan en punta, dando la impresión de un pico abierto.
>Revisando directrices...
El extraño autómata no realizó ningún movimiento, los 4 puntos que se encontraban por debajo de su "cabeza" parpadeaban en destellos verdes, erráticos para cualquier posible observador externo.
>Directriz #01: Todos los datos recogidos deben ser guardados, transmitidos y protegidos a toda costa.
>Directriz #02: Los datos deben ser recogidos sin alertar a los nativos de tu presencia.
>Movimiento detectado en el sector suroeste, alta posibilidad de nativos investigando la zona de impacto. Retirada recomendada.
Extendió los brazos y, de un salto, su cuerpo comenzó a rotar sobre sí mismo tras recoger sus piernas y comenzó a alejarse del punto de impacto.
La máquina se detuvo, habiendo llegado al claro de un bosque. Estudiando más a fondo sus sistemas, observó instaladas dos unidades de drones que previamente no estaban ahí antes de ser enviado a aquella desconocida tierra. Desplegó los drones, una especie de avispas mecanizadas con un gran ojo mecánico verde y dos hélices que giraban alrededor de dicho ojo para sostenerse en el aire.
Transmitiendo los comandos necesarios, los drones volaron en sentidos opuestos, transmitiendo todo tipo de información visual y sonora de vuelta al golem mecanizado, el cual simplemente decidió comenzar a caminar en la dirección de uno de sus drones. Cada paso que daba con sus cortas extremidades era pesado y profundo, dejando una honda huella pentagonal en el terreno allá por donde fuera.
Según su base de datos hacía lo que sus creadores denominaban "un bonito día, soleado, con una brisa fresca pero agradable". Si bien podía notar que había suficiente luz según sus receptores ópticos, el concepto de la brisa y el viento se escapaba de sus parámetros. Procesaba la fuerza de este, su velocidad, el descenso de la temperatura de aquella zona que apuntaba hacia este, pero no comprendía ese último detalle: agradable. Abrió un nuevo directorio y anotó:
>Cuestión #01: Brisa agradable. Concepto desconocido. Preguntar a Enki al regresar a la base.
No sabía cuánto tiempo podría pasar hasta aquel momento, pero estimó que no podría ser mucho más de dos o tres milenios, la duración estándar de una misión de despliegue como aquella. Siguió paseando sin ningún motivo en particular, casi parecía apreciar la calma de aquel bosque.
Era un bosque congelado, prácticamente muerto a primera vista, pero si sabías en qué dirección escanear, podías observar un ecosistema vivo y variado a su alrededor: el piar de los pájaros, las lombrices revolviéndose entre la tierra y la nieve, las hojas de los árboles perenne meciéndose suavemente y dejando pasar parte de los rayos de luz... Una calma perfecta.
>Movimiento detectado, naturaleza animal, velocidad 30 km/h dirección noroeste, transmitió uno de sus drones.
Algo se dirigía hacia allí, en concreto hacia su posición. Se detuvo en medio de dos árboles, esperando con la paciencia de una roca, completamente inmóvil. De entre las sombras proyectadas por los árboles, una figura oscura como la ceniza emergió: un cuadrípedo, con varios parches blancos y huesos en su pelaje exterior, su cabeza adornada por una calavera con dientes de sable y unos ojos del color del sol poniente.
Detrás de la bestia surgieron dos más, idénticos al primero. Se acercaron lentamente hacia la máquina, esta siendo considerablemente más grande que ellos, gruñendo con más intensidad conforme se acercaban. Si aquel golem hubiera sido una persona, probablemente se habría sobresaltado con encontrarse con algo desconocido y que no aparentaba ser muy amigable. El primero de ellos se abalanzó de un salto, sus garras apuntando directo hacia su pecho, pero no hizo más que rebotar contra el grueso de su cuerpo metálico.
>Activando funciones defensivas. Comenzando contraataque.
Pero aquel golem no era una persona. Con una movilidad inesperada de semejante armatoste, echó una de sus piernas hacia atrás, mientras que giraba su cuerpo y extendía el brazo contrario. Su derechazo lanzó a aquella bestia volando contra el árbol más cercano, atravesando el tronco de un golpe seco y desvaneciéndose en polvo tras el impacto. El resto del árbol cayó al suelo, sin nada que lo sujetara ya a la tierra.
>Cuestión #02: Naturaleza de las bestias desconocida. Más datos son requeridos.
Las otras dos, al ver esto, dejaron escapar un rugido que hizo temblar los árboles, decenas de aves salieron de entre sus ramas, escapando del conflicto que sucedía debajo de ellas. De entre estos, surgieron más, una especie de manada atenta a cómo sus scouts podrían manejar la amenaza. El golem chocó sus brazos contra el suelo: de acuerdo a su base de datos, aparentar ser lo más grande posible solía ahuyentar a la mayoría de animales. Al chocar una segunda vez, un soplo de vapor salió de su interior a través de diversos conductos y ventiladores por debajo de su armadura.
A las bestias no les pareció importarle mucho sus esfuerzos por evitar el inminente conflicto.
>La Directriz #01 debe ser obedecida. Lo siento, pero debéis morir.
>Iniciando protocolo de exterminio.
Tres más de las bestias comenzaron a correr en su dirección, pero el autómata las evadió dando un salto sorprendentemente alto para algo de su tamaño y complexión. Volvió a colocarse en su postura de rueda y comenzó a acelerar en el aire. Al caer, rebotó contra el suelo, aplastando a una de las bestias y comenzó a arrollar a las otras dos que le habían atacado.
El resto de aquellos extraños seres, cuatro en total, comenzaron a juntarse, y esquivar en conjunto todos los intentos de atropello animal por parte del golem mecanizado. Una vez juntos, cargaron sincronizados hacia adelante, su fuerza parando en seco el avance de su enemigo, forzándolo a salir de su forma de rueda.
Uno de ellos no dejó pasar aquella oportunidad. De un rápido zarpazo, dejó una larga marca a lo largo de su placa frontal, sin fijarse en que la gema que tenía en dicha placa llevaba brillando desde que había vuelto a su forma original.
Un rayo de luz, del mismo tono rojizo y oscuro que el de los ojos de aquellas bestias, salió disparado desde el centro de la gema, golpeándolos a quemarropa y cristalizándolos al instante a temperaturas inferiores al cero absoluto, junto a la poca hierba que había bajo ellos. Lo peor había pasado. Solo quedaba acabar con ellos.
Se dió un pequeño momento a sí mismo antes de elevar su brazo y descargarlo hacia abajo. Las bestias estallaron en incontables pedacitos, esparcidos por la nieve. Intentó recolectar una muestra de aquellos seres, pero al poco de romperse, los trozos comenzaron a evaporarse en el aire, dejando tras de sí solo el cristal que había producido. Rodeado por diminutas columnas de humo, consideró su siguiente movimiento.
>Amenaza neutralizada. Datos inconclusos.
>Nuevo objetivo: establecer un centro de operaciones seguro.
>Nuevo objetivo: obtener más información. Presentar a Enki al regresar a la base.
Comenzó a caminar otra vez, esta vez con unos objetivos claros y concisos. Estaba seguro de que no podría aguantar mucho tiempo en unas condiciones tan extremas, por lo que decidió que lo mejor era comenzar cuanto antes: seguro que aquella misión tan solo llevaría dos milenios a lo sumo, con un margen de error de 333 años.
Muchos milenios después - Noche del Evento Taisui
>Detectado impacto severo a una distancia media.
>Inicializando memoria...
>Comprobando sistemas externos...
>Comprobando sistema motor...
>Comprobando niveles de batería auxiliar interna... 08%
>Recogiendo paneles solares.
>Sistemas operacionales.
Se despertó. Con las reservas de energía casi al límite, observó a su alrededor, investigando sus alrededores.
Se encontraba en aquella misma cueva que había sido su base de operaciones y, posteriormente, su lugar de reposo desde que se activó su protocolo de protección energética hace 89 años. Su una vez prístino exterior de tonos beige estaba ahora oxidado y se podían vislumbrar diversas vegetaciones y distintos musgos creciendo por el exterior de sus brazos, cabeza y espalda.
Por fin, sus sensores terminaron de activarse. Era de noche, pero su sistema infrarrojo le permitía poder observar sus alrededores. La cueva semicircular tenía ahora un pequeño riachuelo subterráneo que daba al exterior, además de varias grietas en su techo que permitían entrar un poco de luz natural. Por las paredes se encontraba ahora el mismo tipo de musgo que parecía cubrir sus placas externas. Todo ello elementos que no estaban ahí previos a su hibernación.
Levantándose con un crujido, motas de polvo y musgo se desprendieron de sus extremidades tras ser la primera vez que se movían en tanto tiempo.
>Activando sistemas motores...
>Error: avería en el sistema rotatorio. Imposible activar el mecanismo giratorio.
Posiblemente algún elemento oxidado obstruyendo dicho mecanismo. Sin más opciones disponibles, comenzó a caminar hacia el exterior, en búsqueda de lo que fuera que le había despertado.
Salió de la cueva, ahora sin necesidad de usar sus sensores IR debido a la abundante claridad nocturna que proporcionaba la Luna rota de aquel planeta. Previamente a la activación de su protocolo de protección energética, el autómata había programado una subrutina que estuviera en constante funcionamiento, detectando cualquier posible amenaza o, en el caso de aquella noche, algún elemento que indicara que iba a ser recuperado y llevado a su hogar.
Hogar. Nunca lo había considerado así hasta esa noche. Siguió andando por el bosque, ahora más crecido y cambiado, con robles altos y gruesos donde previamente sólo había meras semillas y pequeños tallos plantados para ocultar la entrada de la cueva.
>Niveles de batería auxiliar interna al 06%
No podía permitirse perder más tiempo. Yendo todo lo rápido que le permitían sus extremidades inferiores, más pequeñas y menos prácticas que sus superiores que formaban sus brazos, trotó siguiendo su radar hacia el punto de impacto que había detectado. Cruzó entre árboles y troncos caídos, rompiendo ramas y dejando un rastro muy visible detrás de sí, hasta que llegó a la frontera de su bosque.
Luz. Un breve destello dorado, pero lo suficientemente duradero como para ser detectado por sus sensores. Se situó entre los arbustos, analizando la situación.
Ninguna nave de rescate había aterrizado. En su lugar, en el suelo helado yacía una figura humanoide. Joven, de baja estatura, pelo amarillo grisáceo con una trenza que le llegaba hasta los hombros. De acuerdo a la información recogida en los últimos milenios, su vestimenta tan solo tenía una correlación del 36.73% con la de la población humana local. Sus señales vitales parecían estables, pero detectó un súbito descenso en su temperatura corporal. Tenía que actuar con rapidez.
>Niveles de batería auxiliar interna al 04%
Colocó a aquella persona sobre uno de sus hombros, llenándole la bata blanca, que tenía diversas quemaduras por sus bordes, de musgo y óxido. Normalmente, su segunda directriz le habría impedido actuar de aquella manera con un nativo, pero decidió no perder más batería procesando aquello y echó a andar, cada paso más lento y pesado que el anterior, de vuelta hacia su escondite.
Previamente a entrar, agarró un par de ramas caídas con su brazo libre. Juntándolas en un montoncito, emitió un pequeño haz imperceptible desde su gema, causando una chispa iluminarse entre las ramas, empezando a arder poco a poco. Con sus últimas fuerzas, dejó caer suavemente a aquella persona junto a la improvisada hoguera. Era pequeña, pero cálida.
>Niveles de batería auxiliar interna al 01%
>Guardando datos finales...
>Desactivando funciones motoras...
>Desplegando paneles solares...
>Paneles solares atascados.
>Activando modo de hibernación.
>「See you on the other side」
Ese mensaje final estaba grabado directamente en su CPU por su creador. Supuestamente era un mensaje de despedida, temporal, su intención señalar que volverían una vez más a la vida, que tan solo necesitaba darse un tiempo antes de continuar. Aquella vez, sin embargo, temió por primera vez en toda su existencia no poder volver a hacerlo.
Elfnein se despertó, inhalando de golpe, casi como si hubiera vuelto a la vida súbitamente. Sus ojos buscaron desesperados por todos lados, pero apenas veía nada más que los restos de una pequeña fogata y una pequeña franja de luz del techo, que iluminaba un-
–¡Ah! –Exclamó de golpe, su cerebro por fin lo suficientemente despierto como para poder procesar lo que tenía enfrente: un autómata de seguridad creado por los Annunakis. Pero algo no parecía ir bien. Tenía un aspecto más degradado que cualquiera que hubiera visto con anterioridad y estaba inactivo.
Miró hacia abajo, viendo la gran mancha verde que tenía en su bata y, a sus pies, vió una serie de pisadas recientes, hechas no más hará un par de horas. Considerando su posición actual y dónde debería haber estado en realidad, no le costó mucho sumar dos y dos.
–Tú... ¿me has salvado?
Empezó a dar vueltas alrededor suyo, considerando todas sus opciones. Fue en una de estas vueltas que se fijó en un panel en su espalda a medio abrir. Sin pensárselo dos veces, lo agarró y comenzó a tirar. Le costó un poco, pero al final pudo desatascar el mecanismo, cayendo hacia atrás debido a la inesperada apertura del panel.
–Ay, ay, ay...–Se levantó doloride, poniéndose de puntillas para poder mirar por aquel hueco. –Veamos qué tienes aquí pues.
Dentro del mismo panel solamente había una serie de placas, superpuestas una encima de la otra, conectadas a un soporte metálico. Tirando del soporte, Elfnein vió que se trataban de pequeños paneles solares, que se desplegaron al instante en cuanto tuvieron la libertad para hacerlo.
Estaban para el desastre: llenos de polvo y fracturas, tendría que tener muchísima suerte para que algunos de ellos aún pudieran usarse. Pero aquel ser le había llevado hasta allí por algún motivo, poniendo su poca energía en peligro con tal de recogerle. Elfnein no se había dado cuenta aún, pero en sus ojos habían empezado a asomarse algunas lágrimas.
–Aún no. Todavía puedo hacer algo.
Se arrancó un trozo de la parte inferior de su bata, la cual le llegaba hasta las rodillas y, tras humedecerlo con el agua del riachuelo, frotó diligentemente contra las placas que no estaban fracturadas. No sabía siquiera si eso podría funcionar, pero sin recursos, sole y completamente desesperade, Elfnein trabajó sin descanso. Tras un par de horas, logró dejarlos bastante limpios considerando el poco material que tenía a mano.
Orgullose de su trabajo, terminó por ajustar los paneles de manera que recibieran toda la luz posible que se filtraba por aquellas grietas. Esperó durante horas que se sintieron como días, intentando no moverse mucho para conservar las fuerzas y aguardando a que su anfitrión despertase eventualmente.
Sin embargo, eso no le impidió poder observar y asesorar su situación actual. La cueva donde se encontraba no era un simple agujero en la roca: era una cavidad muy ancha, cuyas paredes estaban formadas de una oscura piedra, que a su vez poseía diferentes trazos de colores y cristales por toda su superficie. Allá, más arriba de lo que podía estimar a simple vista, había una serie de grietas que introducían un poco de luz natural en aquel ambiente, vislumbrándole.
–¡Bata, comprobada! !Estado de salud, comprobado! ¡Agua... –Miró hacia el riachuelo, apartado a un lateral de aquella caverna. Dudaba que fuera potable, pero nada que unos 100ºC no pudieran arreglar. –...comprobada! ¡Ropa de recambio y Dur da Blá...
Elfnein alzó su mano en el aire. Al principio no pasó nada, pero poco a poco el espacio en frente suyo pareció comprimirse y expandirse a la vez, todo ello acompañado por un patrón hexagonal morado materializándose. De la nada, surgió aquello que estaba buscando: un gran arpa, casi tan grande como elle, morada, con acentos dorados en sus extremidades y adornada con varias joyas azuladas. Encima de dicha arpa había un traje doblado y cuidado con mucho cariño, además de un gorro.
–...comprobadas! Todo parece estar en orden, más o menos. –El arpa volvió a cruzar el aire, desvaneciéndose una vez más. Y entonces escuchó un crujido.
Girando su cabeza alarmade hacia la entrada, tensó su cuerpo inconscientemente, intentando encontrar el origen de aquel sonido. La luz del exterior vislumbraba su visión, por lo que apenas pudo distinguir los tres Grimm que se acercaban lentamente hasta que fue demasiado tarde. Uno de ellos se abalanzó sobre Elfnein, esgrimiendo sus garras y dientes de sable con intención asesina.
–¡Escudo! –De nuevo, en el aire pareció materializarse de la nada un hexágono, esta vez dorado y alargado, que pareció bloquear gran parte del impacto, no sin antes mandarle volando hacia el fondo de la cueva debido al mismo.
Se volvió a poner de pie, con su espalda contra la pared rocosa. Aquellos seres le tenían rodeade y no tenía claro cuántos escudos podrían generar con aquel nivel de luz natural en su estado actual o si podría siquiera tener tiempo de invocar su arpa. Dos años practicando y aún no podía alcanzar el dominio que tuvo su otra vida alguna vez. Se daba pena a sí misme.
En pocos segundos sabía a la perfección que no tenía muchas posibilidades de ganar. Clavó los pies en el suelo, alzó los puños y apretó los dientes, como Hibiki le había enseñado. No podía hacer más que confiar en que aquellas prácticas de combate le sirvieran ahora. Tomó aire y parpadeó.
Donde antes se encontraban tres monstruos dispuestos a despedazarle, ahora se encontraba frente a aquel golem. Mirando hacia su derecha, las tres bestias parecían haber sido empujadas bruscamente, una de ellas deshaciéndose mientras las otras dos se incorporaban, aún confundidas por lo sucedido. Unos zumbidos y pitidos surgieron del interior del autómata.
>Niveles de batería auxiliar interna al 05%
>Inicializando protocolos de combate defensivo.
>Prioridad: protección y seguridad del invitado.
Tomando la ofensiva esta vez, la pesada masa metálica trotó hacia adelante. Preparando su brazo derecho detrás de sí para otro poderoso impacto, se abalanzó sobre el Grimm más cercano y atacó.
Ñic. Su hombro, oxidado, se había atascado a la mitad del golpe. Incapaz de completar el movimiento, comenzó a levantar el otro brazo, pero ya era demasiado tarde: tenía a las dos bestias encima suyo, derribándole al suelo del impacto. Viciosas, empezaron a arañar y morder su cuerpo, buscando donde hincar el diente para poder despedazarlo. Una de ellas se enganchó a la unión entre su cabeza y su pecho, comenzando a tirar y tirar, soltando chispas por todos lados.
Fue natural que, cegadas por aquellas chispas, no notaran el leve brillo azulado venir del fondo de la cueva. Y aún más natural fue que no se dieran cuenta de los dos bólidos de hielo afilados que se incrustaron en sus cabezas, matándolos y disolviéndose en cenizas. Estas flotaron por el riachuelo, ahora un poco más seco que antes.
Elfnein exhalaba con dificultad, cayendo de rodillas al suelo una vez confirmó que la situación se había solucionado. Arrastrándose hacia el centro de la cueva, se quedó mirando al golem, hasta que este se incorporó súbitamente. Giró su cabeza, observando a Elfnein, sin comprender muy bien por qué había actuado de aquella manera.
–¡M-Muchas gracias por salvarme! Me llamo Elfnein. –Unos pitidos y sonidos desconocidos volvieron a oírse salir del autómata.
>Detectando idioma... Idioma desconocido.
>Analizando idioma...
>Aplicando protocolo de traducción.
Mientras, Elfnein se había puesto de pie y, en su mano, se encontraba una piedra afilada. Caminando de vuelta hacia atrás, la clavó contra la pared, emitiendo un sonido seco y llamando la atención de su compañero de cueva, irguiendo su cabeza ligeramente.
–Elf... nein. –Terminó de dibujar en la pared, evitando rascar en las zonas más coloridas para que el mensaje se viera mejor. No eran letras humanas, sino símbolos celestiales, símbolos que el autómata reconoció al instante: el idioma de sus creadores. –Parece ser que haber estudiado todas esas ruinas sí que habrá valido la pena. –Comentó en voz alta sin pensar. El robot los miró con detenimiento.
"¿Qué estará pensando? ¿Acaso siquiera su pensamiento podría compararse con el nuestro o deberíamos usar una palabra distinta?", pensó a su vez Elfnein, mirándolo con curiosidad y paciencia a la vez. Era mucho más alto y grande que elle, pero a pesar de conocer de lo que eran capaces, también sentía una extraña calma. No era más que un presentimiento, pero decidió confiar en este. Tras unos instantes, volvió a escuchar varios pitidos, pero esta vez se mezclaron con sonidos reconocibles.
–Elf...nein. Actualizando base de datos. Tu nombre es Elfnein.
–¡Sí, exactamente! Como era de esperar de algo diseñado por los Annunakis, sus sistemas de traducción son una maravilla. ¿Cómo te llamas tú?
–He sido designado como –un zumbido cortó la frase pero, al repetirla, Elfnein apenas comprendía ninguno de los extraños sonidos emitidos por el robot.
–Lo siento, pero no puedo entender ese nombre... ¿Te importa que te ponga un apodo?
–Procesando petición... "Apodo" aceptado. ¿Cómo deseáis asignarme?
–Bueno, eres grande y pesado, pero también ágil y fuerte... –Cerró los ojos y apretó su frente, varias arrugas mostrándose en ella. –¡Ya lo tengo! ¿Qué te parece Bear?
–Aceptando proposición...
–¡No, no! Tiene que gustarte a tí también, sino no sería justo para ti.
–Nunca antes me habían pedido que emitiera mi juicio personal sobre algo.
Se quedó callado unos instantes, mientras Elfnein le miraba con toda la ilusión del mundo concentrada en sus ojos turquesa.
–Juego de palabras: mi exoesqueleto es ancho y grande, como el de un oso. Creo que me gusta. Acepto tu apodo, Elfnein.
–¡Genial! –Bear pareció procesar que el nivel de luz de la cueva aumentaba cuando Elfnein sonreía, pero no podía entender el motivo de aquello. Probablemente un glitch en sus sensores ópticos.
–Elfnein, ¿habéis venido a recogerme?
–¿Recogerte? Disculpa Bear, no sé a qué te refieres.
–Actualizando base interna: Elfnein no pertenece al equipo de recuperación.
–Previamente a mi despliegue, el estatus de este planeta había sido alterado de "visitable" a "accesible exclusivamente a través de scouts". ¿Ha cambiado el estatus en el tiempo de mi estancia en este lugar?
–Voy a serte sincere, no tengo la más remota idea de lo que estás hablando. Soy humane. Mi "llegada" no fue planificada, eso te lo puedo asegurar... y tampoco vine por mi cuenta.
–Mi base de datos tan solo posee datos de otro planeta con vida humana. La Tierra. ¿Estoy en lo correcto en asumir que provienes de allí?
–Sí, soy de la Tierra. Estaba en una misión de investigación con mi equipo y... y terminé aquí. Mi equipo también... Espero que estén todas bien. –No había caído en ello hasta ahora, pero con la adrenalina saliendo de su sistema nervioso, los hechos de lo que había sucedido empezaron a calar más y más.
Por primera vez, notó como sus manos estaban temblando desde hacía un rato.
–Las echas de menos.
–Así es. Vinimos juntes, pero por el camino... nos separamos. Fue culpa mía y ni siquiera puedo decírselo para disculparme.
Una breve pausa. Solo el sonido del agua llenaba el eco de aquellas paredes de roca y tierra.
–Por qué... ¿por qué me has salvado?
–No lo sé. No estaba en mis directrices el tener que salvar a nadie. Algo me hizo hacerlo. Un glitch, quizás. Una malinterpretación de mis directrices.
Un silencio sepulcral los separó una vez más, Elfnein no sabiendo qué decir.
–Temo estar averiado. Cuestión #1248: posible avería de software. Consultar a Enki a la vuelta.
Aquel nombre hizo que el corazón de Elfnein diera un vuelco. Era un nombre que conocía bien, aún sin conocer personalmente al portador de dicho nombre. El llamado Dios de la Humanidad, Enki...
–Enki está muerto. –Habló sin pensar. –Hace dos años encontramos una inteligencia artifical basada en él, en las Ruinas Lunares. Nos lo contó todo. Lo siento mucho. No creo que nadie vaya a venir a recogerte.
–¿Muerto? ¿He sido... olvidado? Las pruebas de ello son... inconclusas. ¿Qué hay del paradero del resto de mis creadores?
–En la Tierra llevamos dos años intentando averiguar eso mismo también. ¿Quizás haya algo que recuerdes previamente a tu despliegue que pueda darnos alguna pista?
–Accediendo memoria... Error: memoria corrupta. Disculpad, Elfnein. Una gran parte de mis sistemas internos y externos poseen severos defectos y errores acumulados tras tantos años. No creo poder acceder a la mayoría de mis funciones sin ser reparado previamente.
–Pues... pues simplemente tendremos que repararte. ¡Déjamelo a mí!
–¿Crees ser capaz de poder arreglarme, Elfnein?
–¡Claro que sí! Si no pudiera, mi orgullo como alquimista quedaría tirado por los suelos y eso es algo que no puedo permitir. –En verdad no sabía si sería capaz de algo así, pero suponía que no podía ser tan distinto del mantenimiento de los Autoscorers, si bien un poco más avanzado. No lo averiguaría con certeza hasta que lo intentara, eso lo tenía claro.
–¿Y por qué ayudarme así? ¿Qué ganas tú?
–¿Ganar? No quiero ganar nada. Tú me has salvado y yo ahora quiero ayudarte. Es tan simple como eso. Además... –Su voz se volvió un susurro. –Me recuerdas a alguien.
–Pero tú también me has salvado. Destruiste a las criaturas de Grimm.
–¿G-Grimm? –Algo en el fondo de Elfnein se revolvió, pero no sabía el qué.
–Mis disculpas. Nos encontramos en el planeta #07, conocido por sus habitantes como "Remnant".
–Antes mencionaste algo sobre "otro planeta con vida humana" cuando hablaste de la Tierra. ¿Eso quiere decir que aquí también hay humanos?
–Afirmativo. La Humanidad y los Faunus conviven en este planeta junto a las criaturas de Grimm. Faunus: seres humanoides con una única característica animal. ¿Hay Faunus en la Tierra?
–Una vez nos enfrentamos a una mujer loba y una vampiresa, ¿cuentan si eran humanas modificadas con alquimia?
–Negativo. Según mi hipótesis, los Faunus evolucionaron naturalmente en este planeta.
–¿Y qué hay de esos monstruos que nos han atacado?
–Criaturas de Grimm: bestias oscuras, ojos rojizos y con diversas máscaras o porciones de hueso pálido en su exterior. Suelen tomar forma animal en su mayoría, pero los hay con rasgos vagamente humanoides. Su único objetivo parece ser el de atacar a la Humanidad y Faunus por igual. Alimentación: desconocida. Lugar de origen: desconocido. Cualidades: Son atraídos por emociones negativas. Son considerados una amenaza global por la población.
–Así que son similares a los Noise...
–No conozco que son estos "Noise". Si pudieras describirlos para aña-
Más chispas salieron de su interior, esta vez la voz distorsionándose hasta tal punto que era completamente incomprensible.
–¡¿Estás bien?! –Preguntó alarmade.
–Múltiples averías claves detectadas. Niveles de batería agotándose. Disculpadme, Elfnein. Debo hibernar.
–¡No te disculpes por eso! Escúchame, puedo repararte, pero para ello necesito materiales y herramientas. ¿Sabes si hay algún pueblo o ciudad cercanos donde poder conseguir suministros?
Un haz de luz verde emergió de uno de los agujeros situados debajo de su cabeza, el cuál colisionó con la pared de la cueva. Se trataba de un mapa holográfico, el cual mostraba diversas zonas: en la esquina superior derecha parecía encontrarse la cueva y, descendiendo hasta la esquina opuesta, había un segmento circular de tamaño considerable.
–Ve en dirección con el sol poniente a tu derecha. No puedes perderlo de vista. Una ciudad de los Cuatro Reinos: Mantle. Allí podrás encontrar suministros y civiles. Buena... suerte. Elfnein.
>Activando modo de hibernación.
>「See you on the other side」
Sus últimas palabras se perdieron en el eco de la cueva, pues Elfnein ya había salido corriendo hacia fuera. Elfnein estaba acostumbrade a correr, siendo un experte en ser perseguide. Salvo que ahora, corría con todas sus fuerzas para salvar a alguien. Aún tenía tiempo. Aún podía hacer algo.
Llegó al borde del bosque, un corte limpio y seco entre aquel lugar y el desolado páramo. Y aún estando tan lejos, no pudo evitar verlo, allá en la lejanía: una masa de roca absurdamente gigantesca, flotando en el cielo como si fuese una ilusión, un hechizo. Centenares de enormes naves grisáceas flotaban en perfecta quietud a su alrededor, como si de centinelas se tratasen. Y allá, debajo de aquella joya azul, Elfnein avistó un pequeño muro y virutas de humo perdiéndose en el aire.
Con toda la escarcha de aquel ambiente, podía desplazarse patinando sobre su hielo alquímico sin problemas o miedo a tener que recurrir a su arpa. No era tan ágil y delicade como lo había sido Garie cuando lo hacía, pero le permitía ir a una velocidad sustancialmente mayor que ir simplemente corriendo. Los pequeños y lejanos muros ahora se alzaban ante elle, altos y sucios, desgastados por el paso del tiempo.
Se pegó ante ellos lo más posible y extendió un dedo hacia arriba. Apenas había corrientes de aire aquel día, nada demasiado sustancial como para poder ser transmutado en una capa de aire de camuflaje, similar a cómo Phara lo hacía. Tendría que encontrar otra forma de entrar sin ser avistade.
Para su sorpresa, sin embargo, el muro parecía estar abierto por un lado en concreto, aunque "abierto" no era la descripción correcta: un gran boquete, como si hubiera sido impactado por un rayo (o por Hibiki mismamente), daba paso al interior de lo que Elfnein avistó que era una ciudad.
El hueco en sí parecía tener un par de vigilantes robóticos, blancos y sin alma, vigilándolo. Supuso que un par de bólidos helados bien apuntados podrían dejarlos fuera de juego. Aún así, debía entrar sin llamar mucho la atención y, con su bata medio rota y sucia, tenía que pensar en algo más. Y por suerte, como todo buen alquimista, siempre poseía un plan B.
Era ya tarde y por las calles solamente vagaban principalmente aquellos sin hogar o gente volviendo a casa del trabajo. No era el caso de Dan, uno de los borrachuzos desempleados locales. Iba tambaleándose por las calles tan malamente que se tropezó con su propia sombra, haciendo que su gorro azulado le cayese por encima de sus ojos.
–Esto... ¡disculpe! –Escuchó una voz sonar detrás de él. –¿Sabe usted de algún lugar donde se puedan comprar herramientas y piezas robóticas?
–Agh, no gracias. Me acaban de echar del *hic* curro y no estoy buscando otro ahora mis- ¡AAAAAAH, UNA BRUJA! –Pegó un grito al girarse y levantar su gorro, cayendo de culo en el suelo, temblando de miedo.
–¡C-Cálmese, por favor! No soy ninguna bruja. –Elfnein, llevando un puntiagudo gorro oscuro y el traje azul y blanco de Carol que había guardado como ropa de repuesto en su dimensión de bolsillo, intentó calmar al borrachuzo. No sirvió de mucho.
–¡SOCORRO, UNA BRUJA, QUE ALGUIEN ME AYUDE! –Estaba armando un follón y era precisamente lo contrario que quería Elfnein, así que pensó rápidamente: ¿qué haría Hibiki?
–¡Lo siento! –Y de inmediato le dió una torta al señor que estaba en el suelo, que paró de bocerrear durante unos instantes. –Escúcheme por favor, no soy una bruja. Solo busco direcciones.
Sorprendentemente pareció haber funcionado. Dan dejó de temblar y se frotó contra su mejilla, que ahora tenía una marca rosada de la mano de Elfnein en ella.
–Un momento... si fueras una bruja, ¿no deberías haber hecho algún hechizo? ¿Nada de convertirme en sapo o en un Grimm? ¿Solo una simple, suave torta?
–Llevo un rato diciéndole que no soy una bruja, señor. Soy une alquimista.
–¿Alqui- qué? No estoy para bromas niña y, con esas pintas, lo único que pareces es una bruja. Ve con más cuidado, anda. –Perdiendo el equilibrio más veces de las que admitiría, logró incorporarse. –Es más, ¿qué hace una c- *hic* cría como tú a estas horas en la calle vestida así?
–Estoy buscando alguna tienda que venda herramientas y piezas robóticas. ¿Conoce alguna?
–¿Que si conozco alguna? –Sacó una petaca de su bolsillo y empezó a beber, provocando una mirada de desaprobación en Elfnein. –He trabajado prácticamente en la mitad de las tiendas de este desastre conocido como Mantle. Pero si buscas la mejor...
Miró hacia su derecha para luego girar sobre sí mismo y volver a mirar a su derecha. –Tira para el fondo de esta calle, y a tu derecha verás una cruz verde. Entra llamando por la puerta trasera. Conociéndole, ese viejo chiflado seguirá trabajando...
–¡Muchísimas gracias! –Y sin esperar respuesta alguna se dirigió hacia allí, confiando en que aquel borracho no se hubiera liado con las direcciones. En su trayecto, se preguntó si realmente estaría pasando desapercibide. Carol siempre lo había llevado de joven y nunca le habían dicho nada por ello. Lo más probable era que el sentido de la moda en aquel planeta era distinto al de la Tierra.
No fue hasta que estaba justo en frente de la puerta que le había indicado aquel señor que cayó en la cuenta: había podido comunicarse con aquella persona sin ningún problema. Elfnein estaba segure de que había hablado en japonés, pero lo que había oído antes claramente no lo era. Agarró un cartel de la pared, un anuncio para un evento. Al principio, los símbolos le eran desconocidos, pero poco a poco fue como si su mente conectara un puzzle. Aquello habría sido muy satisfactorio de no ser por la fuerte jaqueca que le estaba dando a cambio.
–Esto... Esto es imposible. Si bien rompimos la Maldición de Balal, eso significa que sólo la Humanidad de la Tierra podría comunicarse de esta forma. A no ser que...
Sus divagaciones en voz alta fueron interrumpidas por un sonoro click y seguido de un pequeño flash. Tapándose los ojos por instinto, miró a su derecha, encontrándose con el equivalente a una GoPro atada con celo a un roomba industrial volador. Era un trabajo horrible, poco práctico y estaba segure que podría haberlo diseñado mejor, pensó. Y luego se dió cuenta de las incesantes luces rojas y las alarmas, resonando por las calles.
–Intruso detectado... –Dijo para sí misme antes de empezar a correr por el callejón. Detrás de sí, un asustado Pietro abrió la puerta, mirando a ambos lados de la calle.
–Supongo que me lo habré imaginado... –Y volvió a cerrarla a cal y canto detrás de sí.
Elfnein, a estas alturas, estaba bastante cansade. No había comido en todo el día y tener que usar sus habilidades alquímicas solamente le dejaban aún peor. Su cabeza iba a mil por hora, la jaqueca de antes presionando aún más fuerte contra su cráneo por el sonido de las alarmas. Tan solo podía correr por aquellas estrechas calles sin saber muy bien hacia dónde dirigirse. Hasta que se tropezó.
–¡Maldición! –Sus rodillas habían mitigado la mayor parte del golpe, una de ellas sangrándole ligeramente. ¿Podría patinar con sólo una pierna? No tuvo el tiempo ni de considerar eso cuando una voz resonó por el callejón.
–¡En nombre de la autoridad de Atlas y del General Ironwood, deténgase ahora mismo! –Primero, tenía que evitar aquella luz verde que se aproximaba en la lejanía. Pero allí se encontraba en una región sin frío o escarcha. Tan solo el suelo asfalto y unos radiadores pegados a ambos lados de la calle le acompañaban. Cualquier otra persona estaría perdida.
Elfnein no era cualquiera: era une alquimista. Y siempre tenía un plan de la C a la Z.
Una figura giró la esquina, sobrevolando el callejón, sus sensores no pareciendo detectar nada a primera vista. Descendió al suelo, sus botas metálicas chocando con la fría piedra y desplegó sus cuchillos, preparada para cualquier asalto... si bien lo que no sabía es que tenía a Elfnein delante suya. En concreto, a menos de cinco centímetros por debajo de su nariz puntiaguda.
Estaba completamente camuflade gracias al aire caliente de aquellos radiadores, que había sido transmutado en una masa de aire que reflejaba la luz empleando un sistema de corrientes de aire con distinto índice ópti- Elfnein se detuvo mentalmente. Solía ponerse a sobreanalizar cualquier sistema cuando se encontraba bajo presión, pero ahora mismo necesitaba centrarse en cómo iba a salir de allí.
–Sí, Penny al habla. –La pelirroja que tenía delante suya empezó a hablar a través de una pantalla holográfica.
–¿Has identificado al intruso? –Respondió lo que parecía ser una voz de una mujer adulta.
–Sea quien sea, en mi sector no se encuentra, habrá huido. Disculpe que no haya podido atraparle.
–Tranquila, seguro que alguno de los Ace Ops se encarga, pero no bajes la guardia: hoy no dejan de suceder cosas raras. –Un gruñido se escuchó de fondo en la llamada. –Te dejó, nuestra invitada acaba de despertar. Quiero un informe de tus actividades de hoy al final del día como siempre, Penny.
–Entendidito, señora Schnee.
–Aprecio el formalismo, pero con Winter es más que suficiente.
–Entendidito, señora Winter. –Y con ello, colgó, volviendo a despegar con sus botas hacia los cielos, dejando atrás a un joven con el corazón en el puño. Y entonces, con la adrenalina recorriendo sus venas sin descanso, Elfnein se dió cuenta de algo crucial.
No tenía ninguna clase de moneda o dinero con el que haber pagado por lo que necesitaba. En resumen, aún habiendo podido llegar a esa tienda, todo aquello había sido en vano. Pero lo más importante, en ese momento, era salir de allí con vida.
Incorporándose con dificultad, tomó aire y volvió a salir corriendo, llegando al final a una de las calles principales. No sabía si había sido suerte o coincidencia, pero había vuelto justamente al boquete desde el cuál había accedido previamente. Ahora las calles estaban hechas un desastre, vehículos abandonados y pertenencias de gente tiradas por el suelo.
–¿Qué clase de lugar es este? –Dando unos pasos hacia atrás, chocó con el talón con una caja medio abierta.
Era negra, con un decorado de líneas blancas simples, con las iniciales SDC encima. No era la única, pues se encontraba junto a un montón que parecían haberse caído de un camión en movimiento que ahora estaba medio tumbado. Dentro de la misma había un pico, unos guantes, unas pocas herramientas rudimentarias más y una bolsa transparente de papilla. Los utensilios de un minero, no había duda alguna.
Para cualquiera que hubiera estado presente en aquella zona, entre las alarmas y los tonos rojos de las luces de emergencia, habrían podido avistar como una simple caja se elevaba en el aire y, posteriormente, desaparecía en el mismo. Como por arte de magia. Sin embargo, un simple robo era algo que Elfnein habría considerado ofensivo denominar brujería. Su orgullo de alquimista tendría que sufrir un duro golpe por hoy.
Con su objetivo más o menos conseguido, Elfnein no miró atrás y, deshaciendo su camuflaje, empezó a patinar hasta alejarse todo lo posible de aquella extraña ciudad. Aún echando la vista atrás, todo lo que podía sentir en aquel momento era un curioso sentimiento de pena. Estaba decidide a volver. Pero por hoy, tendría que retirarse. Además, tenía un nuevo amigo al que atender.
Horas más tarde, llegando casi al anochecer a la misma cueva donde había empezado el día, Elfnein por fin pudo sentarse y tomar grandes bocanadas de aire. Mientras recuperaba el aliento, Bear terminó de activarse, observando en silencio al joven alquimista.
>Niveles de batería auxiliar interna al 12%.
–¿Estáis bien, Elfnein?
–Sí, es sólo que estoy hambriente. –Agarró la bolsa de papilla de la caja y empezó a tragarla con rapidez. Era blanda e insípida, pero su estómago vacío lo agradecía como si de un nagashi somen se tratase. –Y mi cerebro lleva segregando adrenalina todo el día... Diagnostico que voy a colapsar físicamente en cuanto se me pase la subida del ritmo cardíaco.
–Disculpad si os he puesto en peligro. No era mi intención.
–¡En absoluto! Quiero ayudarte, ya te lo he dicho. Simplemente me he metido en algo más peligroso de lo que esperaba. –Terminó de zamparse el contenido de aquella bolsa, dejándola prácticamente como nueva. –Bien, veamos qué más he "adquirido" en mi visita...
El resto de los objetos en el interior no eran muy prometedores. Un viejo pico desgastado y sucio, unos guantes gruesos que le quedaban un poco demasiado grandes, un cepillo y un par de llaves inglesas (o como fuera que se llamasen en aquel planeta) de diversos tamaños.
–Análisis: un equipo estándar de minería de la SDC: Schnee Dust Company.
–Ya lo estoy viendo Bear, pero no sé si con esto puedo hacer algo. Todo ese esfuerzo y no tengo nada con lo que poder ayudarte.
–Ahí estáis equivocade, –Elfnein parpadeó, confundide por lo que acababa de oír. –Puede que no hayáis obtenido vuestro objetivo, pero si habéis obtenido un kit de minería diseñado para la extracción de Dust. Son modelos nuevos, pero similares a los que vi hace casi un siglo.
–¿Dust? –Bear no respondió, sino que se limitó a levantar su brazo funcional, señalando a las paredes.
–Minerales de propiedades energéticas variadas, encontrados solamente en Remnant. Su color indica un tipo de elemento distinto: fuego, agua, electricidad... En resumen, son fuentes...
–...de energía elemental en bruto. Algo así en la Tierra podría revolucionar toda nuestra industria energética por completo.
–Y es exactamente lo que sucedió en este mundo. Dust es el principal recurso en el que se basa toda su tecnología. Atlas, el reino donde nos encontramos, es el principal exponente de esto.
–¿Y no es demasiado arriesgado monopolizar toda la industria en torno a un único recurso?
–Consideré eso mismo hace siglos, pero mis investigaciones han demostrado que las vetas de dicho mineral suelen ser más abundantes que cualquier otro en este planeta.
–Que haya tanto de este Dust aquí pero no en otros planetas... eso rompe con la homogeneidad química del Universo tal y cómo lo conocemos. ¿Cómo encajan en la tabla periódica, siquiera? Hay tantas cosas que no sé...–Elfnein empezó a dar vueltas, gesticulando al aire mientras Bear observaba impasible. –Espera, ¿has dicho que son fuentes de energía en bruto?
–Así es. Muy ansiadas a nivel comercial, también.
–¡Eso es! Bear, aún no puedo repararte, pero puedo darte una nueva fuente de energía. Una que no se agote tan rápido como la actual.
–Analizando... Una hipótesis curiosa. No tengo del todo claro cómo mis sistemas podrían reaccionar ante esta extraña fuente energética.
–No... no, disculpa. Me he adelantado, no debería sugerir algo así sin hacer las pruebas necesarias con anterioridad. No quiero dañarte aún más de lo que ya estás.
–Elfnein – habló, su voz más lenta ahora que antes –si crees que es posible, intentaré asistirte en todo lo que pueda.
–Pero... pero podría hacerte daño.
–No. He estado analizando tus acciones, tus palabras. Viniste a mi ayuda sin motivo alguno. Intentaste encontrar una forma de repararme por tu propia cuenta en vez de ir a buscar a tus compañeras. Tú nunca me harías daño. No al menos intencionadamente. Mi conocimiento ahora es tuyo. Por favor, úsalo.
Con lágrimas empezando a brotar en los ojos, se los frotó rápidamente contra su manga. Con su otra mano, alzó su pulgar hacia el aire.
–¡Déjamelo a mí! –Dijo antes de colapsar en el suelo, siendo sujetade en el último momento por el brazo bueno de Bear, con una sonrisa en la cara y los ojos cerrados mientras entraba en un largo y merecido sueño.
–Buenas noches, Elfnein.
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