Epílogo
Aurora.
Siempre había deseado tener una familia feliz y unida, que arreglara sus diferencias hablando, que enfrentara todos los problemas juntos, que se apoyara mutuamente, que viva en un mismo lugar sin que haya conflictos.
La mía dejó de ser así cuando descubrí que tenía una hermana perdida, que hizo todo lo posible para destruirnos, pero cuando supo que éramos parientes, inmediatamente regresó para enmendarlo todo.
Lo bueno es que supe perdonarla por todos los errores que cometió, ya que había hecho demasiados sacrificios para ser aceptada nuevamente.
Lo malo es que no todos habían reaccionado igual que yo, y a medida que pasaban los meses, cada día que Mal se encontraba con mi madre y mi hija, se distanciaban más y eso me dolía.
Hasta que el odio terminó de cegar a la más joven, logrando que cometiera un error imperdonable.
Era por ella que ahora me dirigía hacia la celda en la que se encontraba encerrada, cuando podría estar calmando los nervios de mi hermana o preparándome, ya que hoy era su coronación.
—Reina Aurora, tenga mucho cuidado, sabe cómo se pone cuando la ve. —Me advirtió uno de los guardias.
—No se preocupe, lo sé perfectamente, estamos hablando de mi hija. —Dije.
— ¿Está segura que quiere hacer esto? No se lo recomiendo, su Alteza, usted sabe que Ben insiste en que ésa arpía no reciba visitas... Tememos que pueda dañarla, si lo ha hecho con lady Mal, ¿qué le garantiza que no pueda lastimarla a usted? —Murmuró Lumiere, que se encontraba detrás del guardia.
—No estaría aquí si no estuviera completamente segura. El rey insiste pero yo soy su madre, ella me necesita. La relación que tiene con su tía es muy complicada, pero yo sé que no sería capaz de hacerme daño, pero si eso sucede, cuento con personas que sé que me cuidarán, porque ese es su trabajo. —Afirmé, el consejero real le hizo una seña al guardia y él de mala gana abrió la celda, entré y escuché cómo la cerraba detrás de mí. La castaña se encontraba de espaldas a mí pero se volteó al escuchar el ruido de las rejas al abrirse. —Hola cariño, ¿cómo has estado?
— ¡Fantástica! No sabes cuánto me relaja no poder salir de esta maldita prisión para poder ir a comprar mucha ropa, además dormir con ratas en una cama incómoda es mi pasatiempo favorito. —Mencionó con sarcasmo, se cruzó de brazos. —Lo bueno es que ellas no me critican como tú y el resto de la familia lo hace.
—No uses ese tono conmigo por favor, sabes que no me gusta que me trates así. —Le recordé entonces. —Hiciste demasiadas cosas malas, no te criticábamos, solo intentábamos ayudarte pero no funcionó.
—Y tú sabes que no me gusta que vengas a verme y sin embargo sigues visitándome, no intentes justificar sus actos, ya estoy harta de tus excusas baratas, mamá. —Murmuró seria.
—Y yo estoy harta de que me trates así cuando soy la única que te visita, pero si sigo aquí es porque tengo la esperanza de que vas a cambiar y volverás a tener una vida normal. —Exclamé, mirándola.
— ¿Y tú cómo sabes que no he cambiado? —La castaña alzó una ceja.
—Lo sé porque hablé con el hada madrina y me dijo que tu rendimiento en Bondad Correctiva no es bueno, lo cual significa que no vas a salir de este calabozo hasta que mejores tu actitud, quiero que regreses a casa conmigo, me duele verte aquí pero si no te esfuerzas... —Empecé, acercándome a ella.
—Oh, no, no vas a darme otro discurso, no quiero escucharlo. —Me interrumpió, negando con la cabeza.
—Lamentablemente vas a oírlo de todas maneras porque soy tu madre y sigues siendo menor así que mientras estés bajo mi cuidado, harás lo que yo te diga y si yo te digo que me escuches, eso es lo que harás, hija. —Sentencié.
—Ya te escuché las primeras cien veces, cada día me dices lo mismo, estoy cansada de esta maldita rutina, ya entendí que prefieres a tu hermana perfecta antes que a tu hija, pero dejé de necesitarte desde que me traicionaste al permitir que me encerraran aquí así que márchate. —Bufó, mirando sus uñas.
—Cuida tu vocabulario, jovencita. —Le advertí. —Las cosas no son así, cariño, sí me necesitas, yo no te he traicionado, solo hice lo que debía: imponerte límites. —Aclaré.
— ¿No deberías estar preparándote para esa estúpida coronación en lugar de estar aquí, perdiendo el tiempo conmigo, porque tú y yo sabemos perfectamente que estoy orgullosa de ser quien soy? —Cambió de tema, sin siquiera mirarme. — ¿Qué hay de papá? ¿Al menos me extraña?
—Aún tengo tiempo para estar lista, además quería verte...—Admití y relamí mis labios lentamente al escuchar sus últimas preguntas, me quedé callada durante un par de segundos, pensando en cuál sería la respuesta apropiada. —Él sigue estando molesto contigo, nena...
—Que vengas todos los días no va a hacer que te perdone, mamá, ¿¡cuándo entenderás que no quiero verte!? —Dijo, fastidiada, estaba empezando a alterarse. — ¡Pero ya ha pasado un maldito mes! ¡No puede estar enojado conmigo para toda la vida por haber hecho algo de lo que no me arrepentiré nunca!
Sus palabras me dolieron, bajé la mirada y entonces recordé el otro motivo por el que había venido.
—Te traje algo que sé que te gustará, ¡es tu pastel favorito! Para que entiendas que sí me importas y que eres bienvenida en el castillo cuando recapacites, ¡puedes compartir habitación con Mal! —Comenté entonces, ofreciéndole una de las porciones de pastel, ella se me acercó y sonrió.
— ¿Sabes qué, mamá? He cambiado de opinión, la verdad es que sí tienes razón, yo no merezco estar aquí, yo quiero tener una vida normal, ¿y sabes qué haré para tenerla y volver a ser feliz como lo era antes? —Susurró, mirando de reojo el plato con comida que le había traído como ofrenda de paz. Negué con la cabeza, esperando a que me diera una respuesta. —Lo que voy a hacer es... ¡destruir a esa arpía presumida! ¡No la necesito a ella, ni a ti, ni a Chad, ni a nadie! ¡No necesito tu intento de soborno, este pastel es un asco! —Gritó antes de arrojarme la comida encima, haciendo que mi ropa se manchara.
— ¡Audrey Elizabeth! ¿¡Dónde quedaron tus modales, y el respeto por mí!? —Dudé sorprendida, alejándome de ella.
— ¡Se extinguieron cuando me condenaste a convertirme en esto! —Mencionó con desprecio. — ¡Tal vez obtuve mi merecido pero todos ustedes van a obtener lo suyo, me las van a pagar y no descansaré hasta haberlos destruido uno por uno! —Alzó la voz y se acercó aún más a mí pero me dirigí hacia las rejas para indicarle a los guardias que me dejaran salir y ellos obedecieron, cuando finalmente estuve fuera de la celda, Lumiere me miró de arriba hacia abajo, sorprendido.
— ¡Reina Aurora! ¿¡Su hija le hizo esto!? Ay, qué horror, ¡esa maldita arpía no merece que usted siga preocupándose por ella! —Dijo el consejero rápidamente.
—Tenías razón, ella está fuera de control. No la reconozco. —Admití, haciendo una mueca mientras caminaba junto al hombre hacia la salida. —Audrey es un caso perdido, ya no hay nada que pueda hacer para tratar de hacerla reaccionar, se está condenando a sí misma, no puedo salvarla.
—Lamentablemente, las peores villanas son las princesas que no han podido ser salvadas, su Alteza. —Murmuró Lumiere.
Mientras los gritos de la chica se escuchaban cada vez menos a medida que nos alejábamos, suspiré hondo.
Sabía que él tenía razón, no podía seguir engañándome a mí misma: ella no se detendría hasta vernos caer uno por uno.
Mal.
Había pasado un mes desde que Uma, Harry y Audrey habían intentado terminar conmigo para que mi sobrina se quedara con mi corona pero afortunadamente eso no había pasado.
Había sido un largo mes en el que yo había estado recibiendo más clases para ser reina pero afortunadamente ya no me sentía tan estresada ni presionada ya que contaba con mis amigos y mi novio, que estaban ahí para escucharme.
Me sentía más lista de lo que estaba hace un mes, porque todos se habían encargado de reforzar la seguridad.
Evie finalmente había encontrado el lugar perfecto para poner su tienda de su marca de ropa y Doug la ayudaba con todo lo que podía pues quería verla feliz.
Jay estaba entrenando muy duro para las olimpiadas de R.O.A.R, gracias a él Lonnie era la capitana del equipo y todos estábamos orgullosos de ella, su novia le exigía bastante pero merecían ganar las olimpiadas.
Carlos se encargaba de cuidar a Dude y Jane había encontrado a unos cachorros perdidos, así que juntos se encargaban de cuidarlos.
Y finalmente yo había estado preparándome para ser reina, reorganizando la coronación y demás, aunque aprovechaba mis ratos libres para poder estar con mi novio.
No podía creer que el día había llegado, después de todo lo que había tenido que soportar.
— ¡Mal! ¿Puedes prestarme atención?—Suplicó mi mejor amiga, haciéndome salir de mis pensamientos.
Miré mi reflejo en el espejo y sonreí, estaba en bata mientras que ella terminaba de plancharme el cabello.
—Lo siento E, ¿qué estabas diciéndome? No te escuché...—Susurré entonces.
—Sí, ya me he dado cuenta de eso, M. Te estaba preguntando algo muy importante, ¿estas lista para tu gran día?—Me sonrió antes de abrazarme por detrás, la miré sonriendo.
—Claro que sí pero estoy muy nerviosa, siento como si fuera a vomitar. —Hice una mueca.
—Tranquila, todo saldrá perfectamente, nadie te lo arruinará, nos aseguramos de eso. —Afirmó la hija de la reina malvada, acariciando mi cabello. —Si vomitas te mato, no vas a arruinar tu hermosísimo vestido. —Me advirtió.
—Qué linda manera que tienes de calmar a tu mejor amiga, eh...—Reí levemente, negando con la cabeza.
— ¡No te muevas, estúpida! ¡Estoy intentando plancharte el cabello! —Se quejó entonces, mirándome con seriedad y la obedecí. —Solo quiero decirte que estoy muy orgullosa de ti, le has demostrado a todos que no eres solamente una villana, que eres mucho más, te mereces toda la felicidad del mundo y estoy realmente feliz de que finalmente tengas a alguien que te hace sonreír por las mañanas, que te dice lo hermosa que te ves por las noches... —Susurró y sonreí.
—Lo siento, lo siento, me quedaré quieta. —Relamí mis labios lentamente. —Gracias E, pero Ben no es el único que me hace feliz, tenerte a mi lado me hace feliz, saber que siempre puedo contar contigo, Jay y Carlos me hace feliz, tener por fin una familia normal y comprensiva me hace feliz... Nunca pensé que mereciera tener todo esto pero a veces la vida te sorprende, pasas de no tener nada a tenerlo todo, tú pasaste de soñar con tener una marca de ropa a abrir un negocio que se hace cada día más famoso... Yo también estoy muy orgullosa de ti por todo lo que has logrado. —Admití entonces.
Escuchamos como alguien golpeaba la puerta y la miré de reojo.
— ¡Pase! —Gritamos ambas y unos segundos después, Stefan abrió la puerta e ingresó a la habitación.
— ¡Mal! Wow, luces preciosa, no puedo creer que finalmente ha llegado uno de los días más importantes en tu vida, estoy tan orgulloso de ti, hijita...—Mencionó, acercándose a mí, mientras que Evie dejaba la planchita a un lado ya que acababa de terminar de plancharme el cabello y se ponía a buscar mi vestido.
—Hola papá, oh por favor, solo has visto mi cabello y mi maquillaje, eso no es nada, el vestido es hermoso...—Sonreí, mirándolo.
—Creciste tan rápido, cariño, parece que fue ayer cuando descubriste la verdad sobre tus orígenes, parece que fue ayer cuando nos abrazamos por primera vez...—Prosiguió con los ojos llenos de lágrimas de orgullo.
—Oh, no llores, estoy creciendo, sí, pero nunca dejaré de ser tu chiquita especial, ¿sí? Siempre voy a ser tu pequeña niña. —Le sonreí y lo abracé, sequé sus lágrimas y miré la hora. —Se les hace tarde, recuerden que yo debo entrar después. Una reina nunca llega tarde, los demás siempre llegan temprano. —Le guiñé el ojo.
—Tienes razón, Mal, te veré en un rato. ¡Hasta luego, Evie! —Besó mi frente antes de retirarse, en ese momento el rey entró a la habitación y no pude evitar sonreír.
—Hola bonita, te extrañé...—Sonrió, tomando mis manos y acercándome a él. —Quiero darte el beso de la buena suerte...—Dicho esto, quiso unir sus labios con los míos pero la chica de cabello azul lo alejó de mí inmediatamente.
—Lamento interrumpir su momento especial pero no deberías estar aquí, Ben, no puedo permitir que veas su vestido antes que todos, ¡además, le arruinarás el maquillaje! ¿¡Alguien por favor quiere pensar en que he pasado dos horas y media haciéndola lucir perfecta para el día más importante de su vida!? —Exclamó ella.
—En realidad no se debe ver a las novias antes del casamiento, porque hay una tradición de que si el novio la ve con el vestido puesto eso les dará mala suerte y no serán felices...—Murmuró el hijo de Bella.
—Como sea, insisto en que tu carruaje te está esperando, a Lumiere le va a dar un ataque si no estás allí a tiempo. —Prosiguió la hija de la reina malvada.
—Tienes razón, te veré más tarde, adiós bebé. —El chico besó mi mejilla antes de sonreírme, le guiñé el ojo y finalmente se fue.
—Ahora M, como sé que eres algo torpe y no quiero que se te arruine, te he hecho ponerte esa bata, pero ya he terminado con el maquillaje y el peinado así que es tiempo de que te pongas el mejor vestido que te he diseñado para este gran momento. —Me sonrió mi mejor amiga antes de mostrármelo, sonreí emocionada y me quité la bata, ella me ayudó a colocármelo y finalmente me lo acomodó. — ¡Luces perfecta! Como toda una reina, oh, esto será tan maravilloso. —Chilló emocionada.
—Gracias E, pero no te quedas atrás, también luces magnífica. —Le sonreí mientras la chica de cabello azul daba un par de vueltas para hacer lucir su vestido.
—Ahora debo irme, te veo en unos minutos M, suerte. Y no olvides que estaré en primera fila con los chicos para demostrarte cuán orgullosos estamos de ti. Te amo, eres la mejor. —Comentó, besó mi mejilla, se miró al espejo por última vez y tomó su bolso para finalmente salir de la habitación, dejándome sola.
Suspiré hondo.
El gran día había llegado y yo estaba lista para ser coronada como reina de Auradon, sería la mejor de todas.
Jay.
Entré al castillo rápidamente y suspiré hondo, mientras pensaba en cómo todo había cambiado en un par de meses.
Recorrí el salón principal mientras recordaba cuales habían sido mis intenciones en la coronación de Ben, cuando robamos la varita y traicionamos al reino.
Jamás me olvidaría el rostro de la hija de Mulán cuando comprendió que la había usado como lo hacía con todas las chicas, que solamente era una pieza en nuestro juego.
Y la había dejado sola para que pagara por algo de lo que ella no era culpable.
Pero ya no era ése chico y no volvería a serlo.
Ahora estaba aquí para apoyar a mi mejor amiga en su coronación, en lugar de arruinar la de su novio.
— ¡Jay! Por fin te encuentro, wow, llegaste a tiempo, eso es raro en ti. —Habló la hija del hada madrina, acercándose a mí rápidamente.
—Hey, Mal es la que siempre llega más tarde, pero como sea, ¿viste a Lonnie?—Murmuré rápidamente.
—Es verdad que ella siempre llega tarde pero en esta ocasión debe hacerlo, ya que es...—Empezó, tomando mi brazo para llevarme hacia la primera fila.
—Parte del protocolo, sí, lo entiendo, lo han repetido cientos de veces. —Bufé y acomodé mi cabello. — ¿Y mi novia?
—Estaba esperando a que Evie llegara para decirle que debe sentarse aquí con nosotros, sabes que siempre se tarda, además de que estaba arreglando a Mal... Así que tardará el doble de tiempo. —Comentó Carlos, que ya estaba en la primera fila.
—Sigo sin entender por qué las chicas siempre tardan...—Dije, encogiéndome de hombros.
—Porque queremos vernos perfectas en todo momento. —Respondió una voz detrás de mí, me volteé y le sonreí.
—Te ves maravillosa, cariño. —Susurré, mirando a mi novia antes de besarla cortamente.
— ¡Le arruinas el maquillaje! Agh, hombres, jamás nos entenderán. —Se quejó la chica de cabello azul, que acababa de llegar. —No saben lo preciosa que he dejado a Mal, ya lo verán. —Afirmó ella, guiñándonos el ojo.
— ¡Ben ya está viniendo en el carruaje con ella! ¡Estén calmados, estén calmados, todo saldrá perfecto, no habrá interrupciones esta vez!—Chilló Jane, que acababa de hablar con Lumiere por teléfono.
—Tranquila mi amor, tenemos todo controlado esta vez, no pasará nada. —Murmuró De Vil, tomando su mano para calmarla.
Miré a mis amigos, esta vez nada fallaría.
Mal finalmente sería coronada y no podía estar más feliz por ella.
Mal.
—Evie ha hecho un trabajo magnífico, luces más perfecta de lo normal, cariño. —Susurró mi novio sonriéndome.
—Gracias mi amor, eres tan tierno, me siento tan feliz de que me acompañes en este día tan especial...—Admití sonriendo.
—De nada princesa, estoy orgulloso de acompañarte hoy, soy tu novio, quiero hacerlo porque te mereces toda la felicidad del mundo, linda. —Comentó. —Has soportado mucho solo para lograr ser feliz, has vencido a la oscuridad y aquí estamos ahora. Este es tu destino, este es el final feliz que te mereces.
Lo abracé y lo besé cortamente para no arruinar el maquillaje, pero me separé en cuanto el carruaje se detuvo.
— ¿Estas lista?—Dudó, ofreciéndome su mano.
—Estoy lista si tú lo estás. —Contesté, tomando su mano, él me ayudó a bajar del vehículo y subimos las escaleras hasta que llegamos a las enormes puertas, que estaban cerradas. —Deséame suerte.
—La suerte es para mediocres, mejor rómpete una pierna. —Respondió Ben antes de marcharse para que hiciera mi gran entrada.
— ¡Les presento a la futura reina, Mal Igna!—Escuché las palabras de Lumiere antes de que las puertas se abrieran, suspiré hondo antes de empezar a caminar mientras todos se inclinaban a medida que avanzaba por el pasillo.
Podría acostumbrarme a esto, a que me respeten por ser su reina en lugar de que lo hagan por ser una villana que puede lastimarlos, pensé.
Miré de reojo a mi izquierda, ví a mi familia en primera fila y sonreí, observé al otro lado para encontrarme con mis mejores amigos y mi novio en primera fila.
Llegué hasta el frente, en dónde estaba el hada madrina con mis suegros.
La madre de Jane hizo una reverencia ante Bella y Bestia antes de quitarle la corona a la primera, me arrodillé ante ellos.
El hada con magia blanca más poderosa se me acercó y me colocó la corona antes de que los padres de mi novio le dieran la varita.
— ¿Juras solemnemente gobernar al pueblo de Auradon con justicia y piedad durante todo tu reinado?—Dudó la mujer.
—Lo juro solemnemente. —Afirmé entonces.
—Entonces con mucho honor y mucha alegría te nombraré nuestra reina. —Sonrió el hada mientras me tocaba los hombros y la cabeza con el artefacto mágico. Sonreí y entonces me levanté para luego voltearme hacia mis súbditos. — ¡Les presento a la reina de los Estados Unidos de Auradon, Mal Igna!
Y entonces todos se levantaron para hacer otra reverencia ante mí, los escuché gritar y aplaudir.
Lo supe en ese instante: éste era mi destino. Ésta era la que estaba destinada a ser, siempre lo supe pero jamás quise admitirlo.
Mamá tenía otros planes para mí, pero Ben tenía razón: elegimos quienes queremos ser. Y yo elegí ser esto. Y ella no pudo convertirme en alguien que no quise ser.
Esta vez no hubo sobrinas insoportables que intentaran robarse mi corona, ni Camaroncitos que me quitaran la voz, ni piratas que desearan lastimarme. Esta vez todo fue diferente.
Porque yo decido quien quiero ser. Y elijo el bien, elijo a mi familia, elijo a mis amigos, elijo a mi novio.
Estoy orgullosa de la persona que soy ahora y estoy segura de que seré la mejor reina, porque éste es mi final feliz.
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¡FELIZ NAVIDAD!
Una vez más, gracias por todo el apoyo, gracias por acompañarnos durante este viaje, gracias por todos los comentarios, los votos y demás, los amamos.
Nunca pensamos que llegaríamos tan lejos, GRACIAS.
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