Capitulo 14 - Maratón 3/5

—Yo... Te juro que puedo explicarlo, papi. —Dije con un hilo de voz, Evie se levantó para recoger la comida que se había caído al piso y cerró la puerta cuando él entró en la habitación.

—Dime que eso no es cierto...—Pidió el hombre, pero no podía mentirle.

—Si hiciera lo que me estás pidiendo, estaría mintiéndote y ya estoy cansada de hacerlo...—Admití mientras mis ojos se llenaban de lágrimas, sabía que iba a perderlo.

—Oh cariño no llores...—Suplicó, abrazándome. —Cálmate, por favor, no quiero verte sufrir.

— ¿¡Cómo me pides que me calme si lo único que hago es arruinarlo todo siempre!? ¡Lo arruiné con mamá, con Felipe, con Aurora y ahora contigo! —Sollocé, estaba destrozada. —Lo siento, ¿sí? No sabes cuánto lamento perder el control siempre y hacer cosas que perjudiquen a la familia, pero no puedo evitarlo, no sé cómo hacerlo.

—Pequeña, todo tiene solución, además has pasado por muchas cosas, es comprensible que pierdas el control pero que aprendas a reconocer tus errores es el primer paso para arreglar los problemas. —Dijo sin soltarme.

—La muerte no tiene solución, papá. Después de lo que pasó en el Páramo siento como si ya no supiera quién soy, no soy una chica de la isla, no soy una chica de Auradon, no soy una princesa, no soy el orgullo de mamá ni el tuyo, no soy una buena amiga, una hijastra ejemplar, o una novia perfecta, no soy nadie. Mamá tenía razón, soy un error que nunca debió hacer nacido. Lo único que hago es meterme en problemas con Audrey o con Lea, gracias a mi nunca seremos una familia feliz, soy esa clase de persona tóxica de la cual deben alejarse antes de salir heridos. No he parado de decepcionarte desde el día de la familia, en la coronación traté de secuestrar a Lea y a mi hermana, me llevé a mi sobrina a la isla, arruino cenas familiares, intenté asesinar a Audrey, además siempre decepciono a Ben, Evie, Jay, Carlos..—Proseguí sin dejar de llorar. —Tal vez lo mejor para todos sería que desapareciera de una vez por todos, el reino estaría mejor sin mí.

—Lo que pasó en el Páramo fue en defensa propia, ya lo hemos aclarado ante los medios cuando se divulgó ese audio, tenías que sacarnos de ahí e hiciste lo que pudiste con lo único que encontraste a tu disposición. Yo sí sé quién eres, así que es mí deber recordártelo: eres mi hija, mi más grande orgullo, eres alguien muy importante en mi vida, no eres un error, ¿sí? Que tomes malas decisiones no significa que seas una mala persona, sé que algún día seremos una familia feliz, sé que lo estás intentando pero como ellas aún no te aceptan, es difícil. Estás tratando de cambiar, no eres una decepción para nadie y si de algo estoy seguro es de que el mundo sería un lugar mucho peor si tú no estuvieras, no quiero perderte, cariño. Eres más que tus defectos, tus errores, eres tus virtudes, tus talentos. Todo lo que has pasado te ha convertido en la persona que eres hoy y yo siempre seré tu padre, pequeña. —Musitó él y secó mis lágrimas lentamente.

—Todos los demás me han dejado sola, incluso Aurora, en cambio tú has sido el único que ha querido escucharme y me ha consolado, creí que iba a perderte cuando te enteraras de esto pero sigues aquí, no te merezco pero gracias por no dejarme sola, no sabes cuánto significa eso para mí.—Murmuré abrazándolo con fuerza.

—Me he perdido dieciséis años de tu vida por culpa de Maléfica, no quiero perderme ni un solo minuto más, siempre puedes contar conmigo para cualquier cosa. —Exclamó entonces.

  Tenía el mejor papá del mundo y no lo cambiaría por nadie.

[...]

 Estaba caminando de un lado a otro por la habitación, muy nerviosa.

  Estaba harta de las mentiras y quería ser una buena novia, además el rey de Auradon se merecía saber la verdad, aunque esperaba que reaccionara de la misma manera en la que lo hizo papá.

 Tenía que contarle a Ben que había intentado matar a su ex novia.

  Seguía caminando de un lado a otro cuando escuché la puerta abrirse y suspiré hondo al ver al chico allí.

— ¿Querías hablar conmigo, bonita?—Dudó él, acercándose a mí.

—Sí, es que tengo que decirte algo pero no sé cómo reaccionaras, sabes que te amo demasiado pero he cometido un error y necesito que lo sepas...—Musité sin dejar de caminar, no podía dejar de jugar con mis manos, entonces el hijo de Bella y Bestia me hizo detenerme y las tomó, entrelazando nuestros dedos.

—Cariño, tranquila. Respira hondo, mírame a los ojos y dime la verdad. —Murmuró él, pero no lo observé, no podía hacerlo. —Mal, mírame... Te conozco, cuando no lo haces es porque has hecho algo terrible así que dime ¿qué hiciste? ¿Quemaste algo? ¿Rompiste un vestido?

 Me quedé callada y suspiré hondo, entrelazando sus dedos con los míos.

—Tal vez accidentalmente o no tan accidentalmente traté de matar a tu ex novia. —Confesé, mirando el suelo, Ben inmediatamente me soltó.

  Sabía que esto sacaría lo peor de sí mismo pero me sentiría peor si seguía mintiéndole.

— ¿¡Qué hiciste qué!? ¿¡Cómo pudiste hacer eso!? ¿¡Te volviste loca!? ¡Eres otra persona, ya no te reconozco!—Me gritó.

—Ben por favor déjame explicártelo...—Supliqué con los ojos llenos de lágrimas.

—No, no quiero escucharte. ¡Deja de victimizarte, no voy a volver a caer en ese jueguito retorcido!—Mencionó.

—No me estoy victimizando, ya no, estoy intentando cambiar, estoy tratando de ser mejor persona, lo estoy haciendo por nosotros...—Sollocé.

— ¿¡Qué clase de mejor persona quieres ser si intentaste matar a Audrey!?—Me recriminó. —Ya no hay un nosotros, Mal. —Dicho esto me soltó y se alejó pero tomé su mano rápidamente.

—Estoy muy arrepentida, no me dejes cuando más te necesito, Ben por favor, después de todo lo que hemos pasado ¿vas a rendirte ahora? ¿Qué pasó con la promesa de que siempre estaríamos juntos a pesar de todo? ¿Qué pasó con nosotros, con nuestro final feliz?—Susurré sin dejar de llorar.

—Tú misma rompiste esa promesa. Ya no hay un nosotros. Tú no mereces tener un final feliz. —Me miró con desprecio antes de soltarse y marcharse dando un portazo.

[...]

  La única razón por la que había venido a la preparatoria Auradon era porque se lo había prometido a papá y no quería fallarle, porque si de mi dependiera, me quedaría encerrada en mi habitación, lejos de todos mis problemas.

 Pero mis amigos también habían insistido bastante en que debía seguir adelante y lo estaba intentando.

  Suspiré hondo mientras cargaba unos pocos libros y caminaba por el pasillo junto a ellos, que estaban charlando de diferentes cosas pero yo ni siquiera los estaba escuchando, estaba perdida en mis pensamientos.

 Fue entonces cuando lo vi, estaba vestido con una camisa amarilla y unos pantalones azules que lo hacían ver tan malditamente irresistible. Tenía tantas ganas de correr, empujar a Chad porque Ben estaba hablando con él, y besarlo. Pero no podía hacerlo, porque eso empeoraría todo.

  Él ni siquiera me miró, pero yo me quedé parada ahí como una idiota, esperando a que notara mi presencia.

 Fue entonces cuando los hijos de los villanos se percataron de que me había quedado en el medio del pasillo por alguna razón y volvieron a buscarme, intercambiaron miradas y supe que habían entendido el motivo por el que me había quedado atrás.

  Jay fue el primero en reaccionar, empujando al rubio y tomando a Ben del cuello de su camisa para luego estamparlo contra el casillero de forma violenta, tal y como hacía en la isla cuando estaba enojado con alguien.

—Considérate hombre muerto. —Gruñó el hijo de Jafar, mirándolo con odio.

—Te ordeno que me sueltes. Te recuerdo que soy tu rey. —Murmuró el hijo de Bella, muy tranquilo.

—Los villanos no siguen órdenes de nadie. Dejaste de ser mi rey y de tener mi respeto cuando te metiste con mi mejor amiga, a ella nadie le rompe el corazón sin que yo le rompa el rostro, ¿entiendes?—Prosiguió el hijo del ex visir de Agrabah, Ben miró al chico de cabello blanco y negro.

—No voy a hacer nada para sacarte de este problema, te lo mereces por todo. Si Dude estuviera aquí, lo dejaría morderte el trasero. —Comentó Carlos, cruzándose de brazos, le hizo una señal a su mejor amigo para que prosiguiera con su venganza.

— ¡Jay! No vale la pena, es un imbécil, déjalo, se arrepentirá de haber cometido el peor error de su vida. Vámonos antes de que algún adulto llegue y te metas en problemas, además, nos están mirando todos. —Intervino la chica de cabello azul, que no había dejado de abrazarme.

— ¿¡Y todos ustedes qué demonios están mirando!? ¿¡No tienen cosas más interesantes que hacer!?—Gruñó el hijo de Cruella a todos los que estaban presenciando aquella escena.

 Pero mi otro mejor amigo seguía sosteniendo a mi ex novio contra el casillero.

—Jay, suéltalo, ¿sí? Este idiota no merece que perdamos nuestro valioso tiempo con él... —Continuó la hija de la reina malvada, entonces todos vimos como él le hacia caso. —Buen chico, vámonos. —Murmuró entonces.

—Si te le acercas para hacerle algo te mato, nadie va a detenerme la próxima vez. —Le advirtió el chico de cabello largo antes de alejarse de él junto con Carlos, Evie me tomó la mano para acto seguido arrastrarme por el pasillo, volteé a ver al rey de Auradon y vi como Chad le arreglaba la camisa; entonces me giré para seguir caminando, mientras pensaba en si realmente se merecía ser golpeado por mis mejores amigos.

  La campana sonó e hice una mueca, seguí caminando hasta que llegamos al salón pero me detuve antes de entrar, Carlos me miró.

—M, ¿no vas a entrar? ¿Quieres que me quede contigo a hacerte compañía?—Susurró él, todos sabíamos que debía estar muy mal como para no entrar a la clase de arte.

—No tengo ganas, pero no es necesario que te quedes conmigo, llamaré a papá para que me venga a buscar así que por favor ve y dile al profesor que no me siento bien... —Musité entonces y él suspiró, me abrazó. —Te veo luego, no te preocupes por mí y no dejes que Jay haga algo indebido. —Añadí antes de que De Vil entrara al aula, me alejé por el pasillo mientras sacaba mi celular para llamar a papá, busqué su número y lo llamé.

—Cariño, sabes que me encanta hablar contigo pero ¿no deberías estar en clase a esta hora?—Dijo él.

—Sí, lo sé, es que no me siento bien, creo que sigo enferma, tal vez debí haber descansado más, ¿puedes venir a buscarme?—Murmuré y acomodé mi cabello, los pasillos estaban completamente vacíos, lo cual me tranquilizaba bastante, dejé los libros en mi casillero y lo cerré.

—Claro que sí pequeña, te pasaré a buscar con la limusina en cinco minutos, espérame afuera. —Accedió y no pude evitar sonreír.

—Gracias, eso haré. —Relamí mis labios lentamente y corté la llamada, seguí caminando hasta salir del edificio. No pasó mucho tiempo hasta que localicé aquel vehículo y entré en el mismo, abracé al hombre que estaba sentado en el asiento trasero.

— ¿Qué te duele, hijita?—Cuestionó algo preocupado.

—Solo el corazón...—Bajé la mirada y mordí mi labio inferior.

— ¿¡Qué!? Tenemos que llevarte al hospital ahora mismo. —Dijo alterado, negué con la cabeza.

—No, no, no lo digo literalmente, calma. —Aclaré. —Es solo que quise decirle la verdad a Ben, esperaba que se lo tomara bien como tú lo hiciste pero no fue así, me gritó cosas horribles, le supliqué que me escuchara pero no me hizo caso y terminó conmigo...—Susurré con los ojos llenos de lágrimas.

—Ay cariño, lo lamento tanto, tus intenciones fueron buenas al querer decirle la verdad, si él no es lo suficientemente inteligente como para amarte con todos tus defectos y virtudes, no es el indicado para ti...—Exclamó Stefan abrazándome mientras yo no dejaba de llorar.

—Pero yo lo amo, lo necesito, aunque finalmente se ha dado cuenta de la clase de persona que soy, soy una basura, ahora que lo sabe ni siquiera quiere hablarme, ¡tampoco me mira! Jamás me perdonará, lo he perdido para siempre...—Exclamé entre lágrimas.

—Sé que lo haces, tú no eres una mala persona, cariño, yo te conozco, Ben es un idiota si no quiere escucharte, yo mismo me encargaré de él, te lo juro, ¿si?—Besó mi frente y secó mis lágrimas, asentí con la cabeza. —Jaime, llévanos al castillo de Bella y Bestia, voy a matar a ese chico por hacerle daño a mi pequeña. —Le ordenó al chófer y el empleado asintió.

  Definitivamente tenía al mejor papá del mundo.

—Espera, ¿qué?—Susurré unos segundos más tarde, ¿¡acababa de decir que iba a darle su merecido!? — ¿¡Te volviste loco!? ¡Vas a hacer que Ben me odie más de lo que ya lo hace! Papá no, por favor no te metas...—Supliqué.

—No nena, no estoy loco, además no es la primera vez que pasa esto con todas las parejas que han tenido mis niñas, créeme, entre reyes nos entendemos perfectamente, él no puede odiarte si lo mato primero. Me voy a meter, alguien tiene que defenderte, cariño. —Aseguró, acariciando mi cabello.

 Durante todo el trayecto al castillo intenté convencerlo de que no lo hiciera pero él no quería dar el brazo a torcer, era bastante terco al igual que yo, supongo que eso lo había heredado de él.

  Salí de mis pensamientos cuando finalmente llegamos a nuestro destino.

—Jaime, por favor lleva a Mal a la residencia, luego te llamo para que vengas a buscarme. —Exclamó Stefan antes de bajarse de la limusina y cerrar la puerta, lo vi entrar al castillo antes de que el vehículo empezara a moverse otra vez.

— ¡No, no, no quiero ir a la residencia! ¡Tengo que evitar esto! ¡Jaime por favor, hazme caso!—Dije rápidamente.

—Señorita, por favor tranquilícese, debo seguir las órdenes de su padre, no quiero ser despedido. —Murmuró el chófer.

—No, no, de seguro tienes cosas más importantes que hacer que llevarme a la residencia, como comprar matambre para las máscaras faciales que se hacen mi madrastra y mi sobrina todas las mañanas ¡Papá jamás haría tal cosa! Yo me aseguraré de eso, ahora por favor hazme caso, tengo que evitar otro desastre familiar...—Insistí y Jaime suspiró hondo antes de detener el auto. — ¡Gracias!—Le sonreí antes de bajarme y correr hacia el castillo, golpeé la puerta y la mujer de vestido amarillo me miró extrañada.

— ¡Mal! Qué agradable sorpresa, ¿no deberías estar en la escuela? Tu padre está aquí y Ben también, creo que tenían una reunión, sabes que los deberes reales sacan a mi hijo de la preparatoria en cualquier momento. —Me sonrió con amabilidad.

—Es que me sentía mal y papá vino a buscarme, como sea, ¿puedo pasar?—Me excusé y ella asintió, haciéndose a un lado.

— ¡Mal! ¿No vas a saludar a tu hermana que ha venido a visitarme?—Dijo la mujer cuando entré pero la ignoré, me dirigí hacia la oficina del rey, a medida que me acercaba, escuchaba más gritos.

  Por favor que no esté muerto, por favor que no esté muerto, pensé.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top