Capitulo 13 - Maratón 2/5

— ¿Cómo que no? Hermosa, siempre me tendrás a mí, y a los chicos. Puede que no seamos tu familia de sangre pero siempre nos tendrás a nosotros. —Acarició mi cabello para tranquilizarme. —Ya no llores, todo se solucionará muy pronto, dale un poco de tiempo a Aurora para que se calme y entonces te perdonará.

—No lo hará, no quiere volver a verme, ella misma se lo contará a mi padre.—Musité llorando.

—No seas pesimista, sequemos esas lágrimas, sonríe, tienes que distraerte así que vamos a buscar a los demás...—Sugirió la chica de cabello azul.

—No tienen que buscarnos si ya estamos aquí. —Habló Carlos cuando entró en la habitación junto a Jay. —¿Por qué está llorando?

—Aurora sabe lo que hice, no tengo ganas de ir a ningún lado. —Murmuré negando con la cabeza.

—Ay M, todo estará bien, no vamos a dejar que te deprimas así que nos iremos juntos, tenemos hambre. —Comentó el hijo de Jafar mientras ambos se acercaban para abrazarme, cuando nos separamos mi mejor amiga limpió mis lágrimas y salimos de allí rápidamente, los paparazzis estaban ocupados entrevistando a Ben así que no me preocupé ya que no se percataron de que los estábamos evitando.

[...]

  Habían pasado tres días desde el desfile de inauguración de la marca de ropa de mi mejor amiga, y me sentía bastante mal por la discusión que había tenido con mi hermana, sin embargo había respetado su decisión y no me había acercado a ella ni al resto de mi familia.

Bueno, en realidad, había estado encerrada en mi habitación durante ese tiempo, con la excusa de que estaba enferma.

  Mis mejores amigos, que me conocían desde siempre, obviamente no se creyeron aquella mentira, pero respetaban mi decisión de querer aislarme del pueblo, aunque me vigilaban muchísimo más para que no perdiera el control nuevamente.

 Estaba mirando mi cuaderno de dibujos, en la mayoría de ellos aparecía aquel hombre conmigo y aquella chica de hermoso aspecto que se había ganado el corazón de Felipe hace mucho tiempo atrás.

   Ni siquiera entendía por qué soñaba con la posibilidad de que Aurora, papá y yo tuviéramos una vida feliz en donde conviviéramos sin tener problemas, aunque en mis sueños no existían madrastras como Lea ni sobrinas insoportables como Audrey.

 Papá, como lo extraño, pensé. Merece saber la verdad pero ¿cómo decírsela sin que me considere la peor persona del mundo?

  Esa pregunta se repetía en mi cabeza una y otra vez pero aún no le había encontrado respuesta.

 Salí de mis pensamientos justo cuando la puerta se abrió y levanté la mirada para encontrarme con un chico sonriente, aunque podía ver en sus ojos que estaba preocupado por mí.

   Si él se enterara, me desterraría.

—Ben, no esperaba que vinieras... —Susurré, cerrando el cuaderno de dibujos y dejándolo en la mesa.

—¿Por qué no vendría? Eres mi novia, estas enferma y quiero cuidarte, así que dime, ¿qué puedo hacer por ti? —Dijo, acercándose y colocando su mano en mi frente para ver si tenía fiebre. —No estás ardiendo, eso es bueno, cariño.

—Bebé, lo único que puedes hacer por mí es darme mucho amor porque no tienes ni idea de cuánto lo necesito ahora mismo. —Admití entonces y él me abrazó. —Estoy cansada...

 Cansada de pensar en todo lo que puede empeorar en mi vida.

—Siempre puedes dormir, no te preocupes, si tienes pesadillas, me quedaré aquí para cuidarte. Siempre te cuidaré, lo mereces. —Susurró con dulzura.

—Eso no es necesario. —Negué con la cabeza.

— Ni siquiera sé cómo te has levantado si hace un rato me dijiste que te dolía todo el cuerpo.—Dicho esto, me cargó en sus brazos y me depositó en mi cama. — Sé como puedo animarte...— Se recostó en la cama junto a mí y empezó a besarme lentamente, correspondí a sus besos mientras jugaba con su cabello.

—La verdad es que estar así contigo me relaja bastante...—Murmuré entre besos, el rey de Auradon mordió mi labio inferior mientras me acariciaba lentamente. —Adoro cuando me tocas así...

—Me alegra escucharlo porque yo adoro hacerlo, bonita. —Susurró para ahora besar mi cuello, ladeé mi cabeza para darle más acceso a aquella zona.

—Y también sabes lo mucho que me enloquece que hagas eso. —Dije para acto seguido acomodarme mejor en la cama y quitarle la camisa, la arrojé hacia algún lugar de la habitación y volví a besarlo con mucho deseo. —A la mierda todo. Eres mío, yo soy tuya.

— Tienes razón, mi vida. —Me sonrió antes de sacarme la camiseta, se mordió el labio inferior.—No sabes cuánto tiempo esperé esto...—Murmuró tomando mis manos.

—Lo mismo digo. —Le guiñé el ojo y entrelacé nuestros dedos y él volvió a besarme con dulzura cuando escuchamos la puerta abrirse pero decidimos ignorarlo.

—¡Pero por todos los dioses de la moda! ¡Consíganse una habitación que no sea la mía!—Gritó la recién llegada.— ¡Tú eres un rey, tienes miles de habitaciones! ¡Tienes un palacio, yo lo único que tengo es esta habitación, ya no tengo telas para mis diseños! ¿¡Entiendes lo grave que es!? ¡Ya no tengo telas!—Prosiguió.

—Pero nos gusta hacerlo aquí...—Murmuró mi chico, mi compañera rápidamente lo hizo levantarse y lo alejó de mí.

—Me importa tres carajos, Ben. Tres carajos, ¿sí? Ahora si quieres hacer algo para que me olvide de esto, ¡vas a hacer un par de llamadas y a conseguirme todo lo que necesito para Evie's 4 Hearts!—Insistió mientras lo empujaba hacia la salida.

—¡Evie! ¡Lo haré pero dame mi camiseta!—Protestó mi novio y ella negó.

—O me traes mis telas o irás a buscar tu camiseta al mar. —Gruñó ella antes de cerrarle la puerta en la cara.

— ¿Me puedes explicar qué fue eso?—Exigí mirándola mientras me cruzaba de brazos.

—Eso fue una escena de celos.—Respondió rápidamente.— ¿¡Me puedes explicar qué fue lo que hicieron!?

  La miré alzando una ceja y ella negó con la cabeza rápidamente, bufó.

—E, es mi novio...—Susurré con tranquilidad.

—¡Y yo soy tu mejor amiga y no por eso te ando quitando la camiseta mientras te beso como si mi vida dependiera de ello cuando estamos solas!—Replicó Evie antes de seguir mirando mi cuerpo.

— ¿No tienes algo más productivo que hacer en vez de mirarme el escote?—Cuestioné.

—¿Acaso te incomoda, M?—Dudó ella, jugando con su cabello y mordiendo su labio inferior mientras seguía mirándome.

—E, ya no estamos en la isla. —Murmuré entonces.

—Eso no me interesa, preciosa. —Me guiñó el ojo de forma seductora.

— ¿Tú no te estabas quejando porque ya no tienes telas?—Le recordé, ella tomó la camiseta de mi chico y sonrió.

—Cierto, si me disculpas, M, dejaré de mirarte para ir a convertir esto en un vestido. Adiós cariño. —Me besó y le correspondí, la hija de la reina malvada mordió mi labio inferior y la apegué más a mi cuerpo para luego empujarla hacia la cama, haciendo que quedara encima de mi cuerpo.

—No sabes cuánto tiempo esperé por esto...—Admitió cuando separó sus labios de los míos, mientras acariciaba mi mejilla, le sonreí.

—Entonces quédate conmigo. —Supliqué observándola, mientras acariciaba su cuerpo, ella gimió.

  Y juro que eso me hizo perder el control de mí misma, necesitaba más.

—No puedo hermosa, debo irme...—La vi haciendo pucheros y me pareció lo más tiernamente sexy del mundo.

—No vas a marcharte sin que te de tu merecido por dejarme así. —Afirmé antes de volver a besarla de manera más apasionada, ella me correspondió y estuvimos así durante un par de minutos hasta que el aire nos hizo falta.

—Esto no se ha terminado, dulzura. —La chica de cabello azul me guiñó el ojo, tenía todo el labial corrido y estaba orgullosa de eso, finalmente se marchó, dejándome sola.

 Ella siempre me había deseado, y hoy por fin me había besado.

  Este era uno de los peores días de mi vida pero gracias a Evie, estaba mejorando, sabía que mi mejor amiga jamás cambiaría y yo estaba orgullosa de que se muestre como es, sin importarle las opiniones de los demás.

 Unos minutos después, escuché que alguien volvía a golpear la puerta y de mala gana me levanté a abrir.

—¡Evie, ya te dije que ya no estamos en la isla en donde no dejabas de mirarme el escote durante todo el día!—Grité antes de abrir, pero no era la hija de la reina malvada.

  Frente a mí estaba la última persona que deseaba ver en ese momento: papá.

—Hola cariño...—Murmuró entonces. —La verdad es que no quería saber eso, si haces eso con tus amigas no quiero imaginarme lo que haces con tu noviecito eh, si te toca, es hombre muerto.—Apretó sus puños, obviamente celoso. Quería protegerme, era obvio, y como mamá no lo había hecho jamás, me pareció lo más tierno del mundo.

—¿Qué haces aquí?—Dudé nerviosa y algo incómoda por su inesperada visita.

—Bueno es que...—Empezó a hablar, acomodé mi cabello antes de cerrarle la puerta en la cara. —¡Mal!—Lo escuché protestar pero no me importó.

 Desordené la cama intentando encontrar mi camiseta, ¿acaso Ben se la había llevado? ¿Dónde mierda la había dejado?

   Agh, estúpido y sexy rey de Auradon.

 ¡Y mi mejor amiga se había atrevido a interrumpirnos, encima echó a mi chico solo porque está celosa! Por todos los duendes, debería encerrarla en una habitación llena de vestidos para que no nos interrumpiera cuando Ben y yo quisiéramos estar solos.

  Estúpida, maldita, obsesiva, perfecta, tierna, sensual y malvada Evie.

 Gruñí ya que mi camiseta no aparecía por ningún lado así que me resigné y abrí el armario de mi mejor amiga, esperaba que no se molestara si uso una de sus prendas. Tomé una azul con brillos, que tenía una imagen de una manzana mordida y me la coloqué rápidamente, era un poco ajustada pero no importaba.

  Maldita seas, Evie, por desear verte sexy todo el tiempo, pensé.

 Me miré al espejo y rápidamente me até el cabello, no podía hacer nada para que la prenda que había tomado prestada de la chica de cabello azul me quedara mejor ya que si se la rompía, ella me asesinaría.

   Suspiré hondo antes de volver a abrir la puerta, donde seguía estando Stefan.

—Lo siento, se cerró la puerta por el viento. —Me excusé, sabía que no me creía pero no dijo nada al respecto.— ¿Qué haces aquí? ¿Quieres pasar?—Me hice a un lado para dejarlo entrar y él frunció al ceño al ver el desorden, de seguro en su hogar nada estaba fuera de lugar, pero yo soy la oveja negra y malvada de esa familia así que no sé por qué se sorprende.

—Estoy aquí porque estoy preocupado, hija...—Empezó, me tensé. ¿Y si mi hermana se lo había contado? ¿Por qué vino aquí, si es que lo sabe? —Mal, ¿te sientes bien? Estás pálida, ven, sentémonos. —Susurró, tomando mis manos y guiándome hacia mi cama, en donde ambos nos sentamos.

—Como te decía, vine aquí porque he hablado con Ben y me ha dicho que te sentías mal, él pensó que debe ser por la comida que comieron después del desfile pero han pasado días desde eso y está asustado porque le dijiste que estas débil, me ha dicho que tampoco fuiste a la escuela... —Dijo finalmente y sentí cómo el alma me volvía al cuerpo. Pero estúpido Ben, le cosería la boca con magia pero extrañaría besarlo y escuchar su voz. ¡No se supone que debía decírselo a mi padre! —Quería saber si había algo que podía hacer por ti, para ayudarte a que te sientas mejor, puedo conseguirte al mejor doctor del reino o lo que sea que necesites. Mereces tenerlo todo después de todo por lo que has pasado...—Murmuró mientras acariciaba mi cabello lentamente.

  Bajé la mirada, nerviosa, solté sus manos, tenía miedo. Sabía que era el momento de decirle la verdad, él lo merecía. Tenía que hacerme cargo de mis errores y no echarles la culpa a otros, como siempre hacía.

 Lo iba a perder pero tal vez eso era lo que merecía por haber hecho tanto daño: quedarme completamente sola en el mundo.

   Así me sentía: sola, vacía, a pesar de que tenía a mis amigos de toda la vida y a mi novio.

—Sí hay algo que puedes hacer por mí, de hecho...—Susurré.

 Darte cuenta de la horrible persona que soy y de lo mucho que siempre lastimo a la gente que más necesito a mi lado, pensé.

—¿Qué es, nena?—Dudó, sonriéndome.

Sé sincera, sé sincera, sé sincera por una vez en tu vida, pensé.

—Puedes... traerme algo para comer porque me muero de hambre. —Dije rápidamente.

—Claro que lo haré, lo que sea para mi chiquita especial. —Me sonrió y besó mi frente con dulzura antes de retirarse.

—¡Mal! Sigues aquí, acabo de ver a Stefan en el pasillo, ¿qué pasó?—Exclamó la chica de cabello azul al entrar a la habitación, frunció su ceño, mirándome de arriba hacia abajo.—¿Por qué estás usando mi camiseta favorita? Te queda bien, pero no tanto como a mí. —Se mordió el labio inferior.

—Papá está aquí porque Ben no sabe cerrar la boca y le dijo que estoy enferma, por eso. —Bufé entonces, cruzándome de brazos.

— ¿¡Qué!? ¡No puedo creerlo! Se preocupan por ti, eso es lindo. —Ella sonrió y se sentó a mi lado.— ¿Le has dicho la verdad?

  Negué con la cabeza, mi mejor amiga suspiró hondo, tomando mis manos y mirándome a los ojos.

—M, tienes que ser sincera con él aunque sé que es muy difícil para ti, Stefan tiene que saber que intentaste matar a su nieta. —Dijo con seriedad.

 Ambas nos volteamos cuando escuchamos un ruido, vimos una bandeja en el suelo, al igual que la comida.

—¿Cómo que Mal intentó matar a mi nieta?—Susurró mi padre, shockeado.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top