Neji H. - Esfuerzo

Personajes: Neji Hyūga y Tenten

Shipp: NejiTen

Género(s): Romance y comedia

*

Era un día calmo como muchos, con el cielo despejado. Y para Neji y para mí era perfecto para entrenar, mientras Lee y Gai-sensei practicaban Taijutsu a su manera.

En ese preciso momento, el "Genio del Clan Hyūga" no me quitaba la mirada de encima, examinaba cada uno de mis movimientos.

Había confianza entre nosotros dos, pero en ese momento estaba increíblemente tensa.

Me sentía torpe, y sabía que estaba ausente.

¿Por qué me sentía así justo en ese momento? Sí, Neji me gustaba, pero ya me había controlado antes, nos conocíamos prácticamente de toda la vida.

Quizá no ayudaba el que hubiera pasado de entrenar conmigo a convertirse en espectador, mientras me orientaba. Mi tranquilidad había pasado a ser ansiedad solo en unos minutos.

—Creo que no estás manteniendo un ritmo adecuado. Controla la fuerza en los golpes —indicó, mientras se mantenía cruzado de brazos, observándome.

—¿A-ah...? —Por poco me caigo al voltear por inercia a la dirección del contrario.

Neji medio rió, y preguntó—: ¿Estás bien?

—Sí. Eso estuvo cerca —dije, riendo de mí misma.

—¿Te ayudo? —Terminó por ofrecer, ladeando la cabeza— Luces algo desconcentrada.

—Me vendría bien —admití mientras asentía, deteniéndome para tomar algo de aire.

*

Acabábamos de lavar nuestros rostros empapados en sudor, a lo que procedí a secar mi rostro

—Te recompusiste —comentó Neji, mientras secaba su rostro húmedo con un pañuelo.

—Uff... Estoy agotada —después de decir esto, procedí a sentarme y beber agua.

—Se nota, estás muy roja... Pero está bien, este entrenamiento nos tomó más de lo esperado.

Eché la cabeza hacia atrás, con las manos apoyadas en mis rodillas, y exhalé.

—¿Qué vamos a hacer ahora? Agh, quisiera tomar un baño~ —dije, anhelante. Me sentía satisfecha de haber resistido la práctica.

—Yo también —admitió, con su usual semblante sereno.

—¿Quisieras ir a comer después? —Me atreví a proponer, hablando un poco rápido, antes de que pudiese arrepentirme.

—¿Hoy, dices? —Interrogó él, habiéndome entendido perfectamente.

—Dah, es obvio, después de que tomemos un baño —aclaré, esperando la respuesta del varón.

—Está bien, tengo tiempo hoy. ¿En dónde nos vemos?

—Eh... Mmm... Puedo buscarte en frente del territorio Hyūga —sugerí, encogiéndome de hombros.

—No, pero podemos vernos en otro lugar. Nos vemos en la tienda de Dangos. En una hora —dictó, con un asentimiento.

—Bueno, está bien —accedí al considerarlo también una mejor opción.

*

Me hallaba en mi hogar, refrescándome.

Enjuagaba mi cabello, mientras recordaba algunas de mis palabras y acciones de rato atrás.

—¿No quiere que yo vaya a lo de los Hyūga...? ¿Y si herí su orgullo de hombre? —Especulaba, martirizándome— ¡Ah! Claro que fue eso, dije: "Puedo buscarte" —imité con voz masculina, para luego soltar un chillido—. ¡Tenten, cómo se te ocurre decir algo así! ¡Qué estabas insinuando!

Salí del baño, y comencé a secar mi cuerpo.

—Rayos... ¿Cómo reaccionará cuando lo invite para acá? ¿No es sospechoso? —Pensé en voz alta, mordiendo un poco mi dedo pulgar.

Busqué la ropa que usualmente usaba, aunque me decidía en cambiar un poco mi estilo.

—¿Me coloco la ropa de siempre? Mejor sí. Si hace preguntas, me voy a poner en blanco... Recuerda, esto es algo casual —me dije, respirando para calmarme—. Pero algo de labial no quedaría mal, sí, solo un poco —y así coloreé un poco mis labios con un labial que casualmente tenía—. Eh... Mejor retiro el labial, podría ser raro —me dispuse a quitarlo con ayuda de un trozo de papel y mis dedos, notando que quedaba una sutil película que dejaba ver mis labios con un lindo toque de color—. Wow, qué lindo queda así, no me lo esperaba.

Emocionada por lo que había logrado, fui a lavarme las manos— Gracias a Kami-sama que Lee decidió practicar por su lado hoy. Lee... De verdad gracias —susurré, sonriendo.

*

—Ya mi panza empieza a rugir. Fue mala idea ponerme creativa con el estómago vacío —mascullé, aunque agradeciendo porque iba a llegar tiempo. Y más rápido que tarde, divisé al varón de byakugan con el que me iba a ver— Ah, Neji. ¿Te hice esperar mucho? —Pregunté con cierta vergüenza.

—No —respondió sencillo, levantándose de su asiento—. ¿Quieres un dango? Compré un par.

—Oh, sí —accedí, tomando uno cuando él lo extendió a mi dirección.

—¿A qué sitio iremos? —Preguntó el de largos cabellos.

—¿Está bien ir a mi casa? Compré un par de cosas, y quería cocinar algo —propuse con esperanza, pues quería deleitarlo con algo que yo preparase.

—Me parece bien —respondió con sencillez—. ¿Podríamos hacer una parada?

—Claro.

Y fuimos a comprar, o mejor dicho, Neji lo hizo.

—Listo. No quería llegar a tu casa con las manos vacías —explicó, a lo que seguimos caminando mientras él cargaba las bolsas.

—Oh, ¿qué compraste? ¿Puedo ayudar? —Curioseé.

—Té y vegetales, y no, estoy bien —aseguró después de contestar mi interrogante principal.

—Muy bien~.

*

Rápidamente llegamos a casa y nos instalamos en la cocina.

—¿Qué prepararemos? —Preguntó Neji, recogiendo sus mangas y también su cabello.

—Una barbacoa —respondí, orgullosa.

Y rápidamente nos dispusimos a preparar todo.

Yo decidí encargarme de la carne, y Neji lo estaría de los vegetales.

¿Me debía contener? ¿Y si me exaltaba y algo terminaba saliendo mal? Quizá podría terminar siendo un "bicho raro".

—Tenten... ¿Tienes miedo? —Interrogó con suavidad mientras se detenía en su tarea.

—Claro que no, ¿por qué debería? —negué, entendiendo que me estaba conteniendo mucho— Uso cuchillos y similares siempre.

—Lo digo porque estás cortando la carne muy lentamente, y puede ser más difícil de esa manera —expuso.

—Quiero que quede bien —me excusé.

—¿Y si te encargas de los vegetales y yo de la carne? —Terminó por ofrecer.

—Yo puedo con esto —le aseguré.

—Seguro puedes, pero... Quizá estás cansada —supuso, queriendo ayudar.

—No lo estoy, y te lo demostraré, Hyūga —sentencié, preparándome para lo que haría. Ya él había hecho que me entusiasmara el usar mi verdadera habilidad. ¿De qué me escondía antes?

Procedí a cortar los pedazos de carne en cubos y filetes rápidamente.

El varón al ver eso, sonrió de lado y siguió cortando los vegetales— Así que me engañaste... Está bien, caí.

¿Por qué estaba tan nerviosa? Solo era él; Neji.

Rato después, habíamos adelantado con lo principal, y el de largos cabellos decidió preparar unos bollos, mientras yo cocinaba lo demás.

Estaba segura de que todo quedaría fantástico. Sin duda alguna guardaría algunas cosas para Gai-sensei y Lee.

Me encargaba de preparar la carne, cuando de pronto sentí un olor a quemado, ¡y se trataba de la comida cocinándose!

—¡Ahhhh! ¡Se quema! —Grité ansiosa, tratando de extinguir el fuego con el trapo de cocina que tenía cerca, aunque sin saber si funcionaría o no.

—Apágalo con el trapo —indicó calmadamente, pero fue entonces cuando el pedazo de tela cedió ante las llamas que sobresalían.

—¡También se está quemando! —En medio de la angustia, Neji me apartó, tomó otro trapo y apagó el fuego que sobresalía de la primera tanda de lo que se suponía iba a ser nuestra comida.

Puse los ojos en blanco a sus espaldas, regañándome por andar despistada y como consecuencia, haber metido la pata. Esperaba poder enmendarlo.

*

—Todo quedó delicioso, Tenten —felicitó el varón, asintiendo.

—Je... Je... Gracias —dije en respuesta, aunque rememorando que por poco había arruinado todo rato atrás. La comida estaba buena, pero tenía un sabor algo amargo en mi boca.

—¿Todavía sigues preocupada por eso? —Preguntó, juntando sus cejas en una expresión confundida.

—Algo.

—Vamos, come bien, lo preparamos con mucho esfuerzo —pidió el de mirar perla, sirviéndome más comida, con una casi imperceptible sonrisa adornando su rostro.

Siguió comiendo con lentitud, degustando, a lo que yo le imité. Me sorprendió lo bueno que había quedado todo, los sabores eran perfectos.

Momentos más tarde, me animé a hablar.

—Oye, Neji —le llamé en casi un susurro.

—¿Hm? —Atendió, para mirarme.

—Tienes razón, quedó sabroso —opiné, sonriendo con clara satisfacción.

—Te lo dije —replicó, bebiendo un sorbo de té verde.

—Gracias por venir, y pues... Ayudarme —hablé, algo nerviosa, pero con una felicidad inmensa por haber podido cumplir el plan.

—Ha sido un gusto ser tu invitado —dijo, sonriendo levemente, gesto que me derritió internamente. Neji podía ser increíblemente adorable.

*

Nos dispusimos a fregar. Él lavaba, mientras yo secaba y guardaba todo lo que habíamos usado.

—Cocinas muy bien —elogié al recordar la minuciosidad y delicadeza que tenía.

—Tú también. Fue una muy buena idea el comer aquí —comentó de vuelta.

—¿Mejor que un restaurante? —Bromeé, pero él me miró como siempre y asintió, dando a entender que no seguía la broma.

—Sin duda alguna —dijo.

Unos instantes después, escuché una melodiosa risa. Aquello era un hallazgo, pues rara vez reía así el Hyūga.

—Oe, ¿qué te hace gracia? —Pregunté, nerviosa e interesada por saber el trasfondo tras su gesto.

—El fuego en la carne, y la toalla —contestó, a lo que yo apreté los labios y me encogí de hombros.

—Afortunadamente la comida no se quemó —repliqué.

—Es cierto. ¿Y cómo tuviste la idea? —Cuestionó, siguiendo en su labor.

—No lo sé... Solo se me ocurrió.

—Y, ¿estabas incómoda en nuestro entrenamiento? —Sacó a colación, sin mirarme.

—No, solo estaba distraída, creo.

—¿Fui muy duro contigo? —Habló con tono audible, pero algo bajo.

—¡Para nada! —Respondí casi vociferando, por lo que me avergoncé después y cubrí mis labios.

—Es bueno saberlo. Aunque siento que hay algo que no me estás diciendo. ¿Todo está bien? —Inquirió, volteando hacia mi dirección.

—Sí, claro —no era mentira, pero tampoco era toda la verdad. Quería entender por qué mis sentimientos parecían no poder mantenerse a límite, y saber si podría ser solo la de antes.

—Puedes decirme lo que sea —ofreció, mostrándose comprensivo.

Asentí, sonriendo levemente. Quería que las palabras salieran de mi boca, pero no podían salir. Era como si mis labios estuviesen sellados.

Lo noté pensativo, e hizo una mueca, como de una sonrisa que se desvanecía rápidamente.

Terminamos de limpiar y organizar, y decidimos sentarnos.

Nuestros ojos se encontraron. Su mirar brillaba como la luna llena en una noche despejada.

—Tenten... —Pronunció.

Quise hablar, pero las palabras se esfumaron cuando me perdí en el Hyūga. Luego él se fue acercando a mí, poco a poco.

—¿Neji?

Mi cuerpo entero se paralizó, y estoy segura de que mi rostro enrojeció. Intentaba procesar la posible situación para saber si estaba alucinando, cuando el más alto plantó un beso en mi mejilla.

Mi pecho se sintió cálido como nunca antes. ¿Eso de verdad estaba sucediendo? ¡Neji sentía por mí lo mismo que yo por él!

—Quisiera decirte que... Gusto de ti —confesó, haciendo que yo abriera los ojos de par en par—. No sé si esto sea muy repentino, pero no quería posponerlo más.

—¿Es en serio?

—Sí. No quería decirte hasta sentirme seguro de que sí podría dedicarme a alguien que yo escogiese. Fui prisionero durante muchos años, y solo quería poder vivir, ¿sabes? —explicó, notándose algo melancólico

Yo estaba muda, solo no sabía qué decir.

Sabía lo dura que había sido su vida, pero no manejaba los detalles. Siempre tan callado, correcto y capaz... ¿Él sufrió tanto en silencio y además solo?

—La guerra y lo que sucedió en ella cambió una parte de mi vida, pero creo que más cosas sucederán en la familia, deben pasar —dictó.

¿Cómo no iba a recordar aquella terrorífica época? Estuve muy cerca de perderlo a él y además a Gai-sensei. Todos habíamos perdido algo, pero pudimos sobreponernos a la pesadilla que habíamos vivido.

—Todo va a mejorar, verás que sí —traté de animarlo, tomando su hombro.

—El pertenecer a nuestro equipo... Ha hecho que todo sea mejor. Y haberte conocido sin duda llenó todo de luz —expuso, quitando cada una de sus corazas y dejándome ver mucho mejor lo que pensaba y sentía por mí.

Y así, mis labios impactaron contra los suyos en un corto y dulce contacto, el anhelado primer beso.

—También tú cambiaste mi vida para mejor. Me has enseñado a no rendirme sin importar cuántos obstáculos haya, y que hay más para enfocarse que el dolor —expresé sonriendo, orgullosa de ambos y en lo que nos habíamos convertido.

Y él sonrió también, iluminando todo. Luego tomó mi mano, y se dispuso a acariciarla.

No podía pedir más, lo tenía todo.

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