Kakashi H. - ¿(Im)posible?

Personajes: Kakashi Hatake y Kira (OC)

Shipp: KashiKira

Género(s): Romance y desamor

*

Él... Nadie más, solo él.

Era yo joven y torpe, y él un hombre centrado y capaz.

Era mi amor inalcanzable, mi ídolo, alguien inigualable, casi imposible.

Ni siquiera quería yo molestarle, pero tenía ya muchos revoltijos en mi estómago y corazón.

Era un sentimiento curioso, y mi secreto más guardado.

Creía que solo eran los delirios de enamorada de una niña que apenas comenzaba a conocer la atracción y el amor, pero dicho sentimiento se aferró tanto a mí, que llegó hasta el punto en que me era demasiado difícil ignorarlo o arrancarlo, lo creía imposible.

No había visto a nadie más que me hiciera latir tanto el pecho.

Le quería lo suficiente como para desear su felicidad y aceptarla, o para dar mi propia vida por él si fuese necesario.

Aunque para los ojos de él, quizá yo nunca sería una mujer.

Debía despojarme de ese sentimiento, por más que doliera siquiera pensarlo. 

Aunque... Guardaba aún un rayo de esperanza, que mantenía vivo aquel egoísta sentir.

Todo se encontraba mucho más estable ahora. La Cuarta Guerra Ninja había culminado, así que después de estar un tiempo en mi aldea de origen; Kirigakure, y viajar hasta Konohagakure cuando podía, decidí establecerme en Konoha, pues también lo consideraba mi hogar. Yo tenía ya dieciocho años.

No era lo mismo visitar que tomar la iniciativa de quedarme, y fue ahí, cuando regresé nuevamente que pude apreciar que todo parecía darme la bienvenida. La aldea conservaba la misma vitalidad que recordaba, era pintoresco, poblado y hermoso.

Solo deseaba dedicarme a llevar una vida tranquila después de toda la actividad que había tenido. Y después de todo aquello, tenía una meta clara, quería ser llamada "sensei", además de "escritora". Mi gran sueño era ser alguien que inspirase a otros, para mostrarles algunos aspectos de la vida que en ocasiones logran pasar desapercibidos ante nuestros ojos.

Y, caminando por la ciudad, pude divisar de lejos al dueño de mi corazón. Él permanecía igual tanto en su físico, como en actitud. Se paseaba con un libro en sus manos, el cual había sido escrito por el gran Sannin Jiraiya. Yo había pasado alrededor de un mes sin verlo, parecía adaptarse bien a sus deberes como Hokage.

El de cabellos plata súbitamente volteó a mi dirección, a lo que yo le sonreí con levedad, y él me saludó con una mano para seguir su camino. Luego nos veríamos en su despacho, pues tendríamos que verificar los aspectos de mi estadía.

Entonces recordé cuando descuidadamente había expuesto mis sentimientos ante él, esperando una respuesta obvia, aunque tenía un gran anhelo de escuchar una repuesta afirmativa, cosa que no era posible. Enrojecí de vergüenza en el momento presente, y mi corazón latió con fiereza. ¿Cómo podía ser tan descuidada e ingenua? Pero de algo estaba segura; no me arrepentía de serlo.

Estábamos por en uno de los bosques de Konoha. Se suponía que iba a pedirle consejos para practicar mi Ninjutsu en solitario, puesto que a veces era algo reservada con mis entrenamientos como para hacerlo con un compañero. Para ese entonces tenía quince años, y ya hacía un tiempo, aunque no sabría expresar de forma exacta cuántos meses, descubrí que estaba enamorada de Kakashi Hatake, el mentor del Equipo 7. Y en realidad había sentido admiración hacia él desde que lo conocí personalmente alrededor de un año atrás, puesto que había escuchado de él, y me parecía un Shinobi admirable tanto en su dinamismo como en su uso de múltiples técnicas en batalla; era icónico.

—Yo de hecho quería decirle algo... —Comenté con rapidez, mientras sudaba frío y mi rostro ardía, tornándose rojo.

Él me miró con un rostro que denotaba leve confusión acompañada de una sonrisa amigable. 

—Creo que no logro entenderte. Toma aire primero, ¿está bien? —Propuso, mirándome atento.

Ante mi claro nerviosismo, tomé aire y procuré calmarme un poco. Me cuestioné por última vez si decir aquello era lo mejor o lo peor que podría hacer, pero la verdad era que tal confesión me estaba pesando demasiado como para seguir con ella.

—Lo que quiero decir es que... —hubo un pequeño silencio, pues titubeaba en decirlo, ya que era una confesión algo comprometedora Usted me gusta.

Un apenas perceptible tono rosáceo adornó el rostro del Hatake de forma fugaz.

—Kira-chan... —llamó en voz suave, desvaneciendo muy suavemente su sonrisa— ¿Estás segura de lo que intentas decirme? —Preguntó, como si aquel fuera un escenario surreal, como si hubiera roto un silencio que no debía. Él parecía no entender dicha situación.

—Lo estoy —dije, asintiendo con levedad.

—Hay muchos chicos de tu edad por ahí, y tú y yo tenemos intereses distintos —explicó, tratando de ser lo más delicado posible, mientras que rascaba su nuca. ¿No te parece algo un poco...?

—¿Raro? —Solté, ladeando la cabeza, y reconociendo que sí lo era.

—No, no. El amor es así. Iba a decir "curioso" —comentó, soltando una casi mínima risa.

—Posiblemente. Pero yo... Bueno, lo admiro demasiado, y creo que es un hombre como ningún otro. No sé mucho de esta clase de sentimientos, pero sé que usted me gusta, y que daría mi vida por usted —confesé con firmeza, mirando a los ojos negruzcos de mi contrario.

—Quizá seas algo joven para determinar algo como esto. Estamos en diferentes etapas de nuestras vidas. No eres menos madura por no comprenderlo tan bien, pero aún te falta aprender de múltiples cosas. Y sería inadecuado de mi parte no dejarte todo esto en claro —aclaró, con una expresión compasiva delatada por sus ojos.

—Pero... —Me quejé, queriendo explicarle que aquello no era un asunto que me tomaba a la ligera.

—Es un honor que me veas de tan buena manera —opinó, curvando sus labios en una sonrisa suave y melancólica. Eres una chica increíble, y el muchacho que esté a tu lado tendrá mucha suerte, pero me temo que ni aunque quisiera podría corresponderte.

—Entiendo.

—Créeme que en un futuro serás muy feliz, lo mereces. Además, eres una gran Kunoichi —comentó con sinceridad, como en otras ocasiones, demostrando que confiaba en mi potencial y resiliencia.

—Dudo que decir cosas lindas de mí lo haga más fácil, Kakashi-sensei... —Respondí, con mis ojos algo cristalizados, mientras un par de lágrimas se escurrían por mi rostro, a lo que yo trataba de secarlas con rapidez.

—Mereces oírlo, cree más en ti misma. Pronto tendrás lo que tanto deseas, solo debes estar atenta y perseverar —me motivó como de costumbre, aunque no parecía tan indescifrable como siempre, lucía más abierto y cuidadoso.

—Gracias. Y discúlpeme por esto.

—No te avergüences por sentir. Perdón, Kira —su mirada me dio a entender que él también estaba dolido, quizá por herirme sin siquiera quererlo.

Asentí, y le sonreí con levedad— No se preocupe, y cuídese mucho. Gracias por escucharme.

—No es problema.

Me miró con ojos dulces, y entonces se fue, dejándome sola bajo aquel árbol.

Después de mi introspección, di media vuelta y recordé algo pendiente, y era que no había comido. La euforia por llegar había sido tanta que no pude ocuparme de mi estómago.

*

Primeramente me encargué de depositar mis pertenencias en casa, y de abrir las ventanas. Lucía igual, todo se mantenía organizado y limpio, como si se hubiera congelado el tiempo, hasta las plantas reverdecían. Agradecía inmensamente que mis amigos se hubieran tomado el tiempo de vigilar que todo estuviera en buen estado.

Procedí a revisar mis provisiones de comida, y me encontré con que gozaba de variedad.

—Chicos... Son los mejores —musité en voz baja con una sonrisa, agradeciendo lo atentos que eran—. No se les escapa nada.

Me refresqué un poco y vestí nuevamente con mi uniforme. Tomé una manzana, una botella pequeña de agua y salí a ver al Lord Hokage. Mientras comía la jugosa fruta, solo pensaba en la gran alegría que sentía de pasearme por el lugar que amaba tanto, estaba ansiosa por ver a la familia que ahí tenía.

Me crucé con alguno que otro conocido, a los cuales saludé con calidez. Y gracias a mi paso apresurado, cada vez estaba más cerca de la torre Hokage. Un sentimiento de nerviosismo me fue invadiendo, podía vivir solo con ver a aquel hermoso hombre de lejos, pero no sabía si podía manejarme al tener que verlo seguido. ¿Acaso había sobrevalorado mi capacidad de resistirme a esos sentimientos que tenía por él? ¿No lo había superado? Tendría que averiguarlo.

Más rápido que tarde, llegué al despacho y procedí a entrar después de un "pase".

Por piedad... Lucía perfectamente igual, o hasta mejor que antes, parecía que irradiaba más paz e gozaba de un toque jovial. Me sentía muy feliz por él, merecía encontrarse así de bien, sin nada que lo perturbase.

—Buenas tardes, Hokage-sama —saludé con gentileza.

—Buenas tardes, Kira —respondió de forma serena—. Por favor, ¿podrías omitir esa formalidad? Y con "Kakashi-san" o "senpai" es suficiente —solicitó, mostrándose un poco incómodo debido a lo abrumado que a veces lo hacía sentir su nuevo título.

—De acuerdo, Kakashi-senpai.

—Perfecto —asintió con satisfacción—. Siéntate, por favor —me indicó, y tomé asiento en la silla frente a él—. Cuéntame, ¿cómo progresaron los asuntos en Kirigakure? —Interrogó, uniendo sus manos en una pose expectante ante mi respuesta. A lo que entregué los respectivos pergaminos a mi superior.

—De forma exitosa, y gracias a ello, quisiera solicitar un traslado a Konoha —procedí a comentar.

—¿Planteaste la propuesta a la Mizukage? —Inquirió mientras revisaba cada pergamino de forma exhaustiva.

—Sí, ella le envió el otro pergamino —respondí.

—Eso veo. Permíteme revisar... —Después de tomar un par de minutos para revisar los documentos, selló y firmó los pergaminos recibidos, para decir—: Todo está en orden. ¿Tu solicitud tiene un plazo de tiempo? ¿O quisieras quedarte de forma indefinida?

—De forma indefinida —aclaré, sintiéndome feliz de dicha decisión, anhelante de vivir nuevamente en la aldea que consideraba mi hogar.

—¡Shikamaru! —El Hatake llamó entonces a su asistente.

Momentos después, el heredero del clan Nara se hizo presente— ¿Qué se le ofrece? —Preguntó apenas entraba, para luego mirarme y mostrarse apenas asombrado— Kira-san, bienvenida.

—Gracias, Shikamaru-kun —respondí, con alegría de poder ver a mis amigos uno a uno, siendo el de cabellos negros el primero.

—Por favor, arregla todo lo necesario para formalizar la estadía de la señorita —pidió el Hatake, extendiendo los pergaminos al más joven—. Retomará sus actividades Shinobi después de un periodo de descanso.

—Enseguida —respondió mi contemporáneo—. Con su permiso... —Musitó, dejando así la habitación.

—Bienvenida a Konohagakure, Kira-chan —comentó él, con una mínima sonrisa bajo su máscara.

—Gracias, Kakashi-senpai —y con tales palabras terminé mi cometido en la torre Hokage, así que procedí a irme.

Había logrado hacer todos mis pendientes, así que sentía gran alivio por ello. Sin embargo, no sabía si ahora de verdad quería iniciar esta nueva vida soltando toda la carga emocional que tenía. No era lo mismo dejar ir a alguien amado estando lejos de él, que hacerlo cerca de él, ¿de verdad podría hacerlo?

*

En un día tan bello como ese, no quise estar sola desperdiciando mi tiempo, menos aún sintiéndome mal por algo irremediable como lo era el pasado, así que decidí invitar a salir a Lee para que ambos tomáramos un descanso. Era uno de mis mejores amigos, sabía que la pasaría bien a su lado. Pero era consciente que como su amiga, tenía una posibilidad de no lograr ocultar del todo lo que sentía.

—Los extrañé demasiado —compartí, abrazando al más alto, mientras mi corazón rebosaba de felicidad.

—¡Y nosotros a ti también! —Respondió Rock Lee, correspondiendo el abrazo, para luego soltarme y dedicarme una gran sonrisa— Cuando recibimos tu carta, ya esperábamos con ansias que llegases.

—Me gustaría que hagamos una reunión, sería lindo —propuse, con ilusión de pasar tiempo junto a mis amigos.

—Es una buena idea, de hecho... —dijo, mostrándose pensativo, y por último sonriendo ampliamente.

Mi sonrisa se desvaneció cuando pensé en en lo rápido que había pasado el tiempo, y todo lo que habíamos pasado todos, la guerra y el rumbo que cada uno había tomado... Incluso después de tantas vivencias, quizá aún no estaba lista para amar, también debía tener eso en cuenta para dejar ir a Kakashi definitivamente.

Y acorde a mi desafortunada predicción, logré disimular mis emociones casi a la perfección, hasta que en un punto mi ánimo decayó.

—¿Sucede algo, Kira-chan? —Interrogó mi amigo con rapidez.

—¿Ah? Perdón... —Dije, volviendo en mí, inmensamente avergonzada de no poder sacar los pensamientos intrusivos de mi mente.

—Has estado algo ausente —señaló él, en un reproche pasivo—. Anda, vamos, sabes que puedes decirme lo que sea. Es extraño, antes estabas muy feliz de salir, y todo iba tan bien... Pero ahora solo tienes una expresión melancólica, triste. ¿Puedo ayudarte? —Ofreció, motivándome a compartir mi sentir con un rostro apacible.

—Es que... Hoy lo vi, Lee, y recordé cosas. Me siento bien, pero al mismo tiempo tengo miedo de seguir adelante aquí —hablé, encogiéndome de hombros.

De pronto, una tercera voz se hizo escuchar.

—¡Ah! ¡Chicos! —Saludó una voz masculina gruesa.

—¡Eh, Chōji! —Respondió un entusiasta Lee.

—¿Cómo estás, Chōji? —Pregunté, mirando al recién llegado, aprovechando el cambio de tema.

—Muy bien, ya con energías para seguir. ¿Y ustedes? —Habló el de marcas en las mejillas.

—Ah, bueno... Aquí estamos. Bien —Lee se animó a responder por ambos, con rostro amable.

—Oh... Por la mirada de Kira-chan puedo ver que está pasando por uno de "esos" momentos. ¿Estás cansada o algo? —Inquiría, curioso como solo uno de mis amigos podría ser.

—Sí, lo siento. Es que recién llegué —me excusé.

—Sigo sin entender que no puedas disfrutar la comida cuando estás afectada por algo —opinó mientras alzaba una de sus cejas y hacía una expresión de confusión—. ¿Qué culpa tiene la comida? No comprendo. ¿Lo entiendes tú, Lee? —Y miró a nuestro contrario.

—La verdad es que no —y el de traje verde negó con su cabeza.

—Si comes, te compraré unos dangos —propuso, mirándome atento, como si intentase sobornarme.

—Chōji... —Le observé de vuelta y negué.

—Anda, vamos, hazlo por nosotros —insistía el de cabellos castaños, zarandeándome un poco tomando mis hombros.

—¡Gai-sensei diría que no desperdicies tu juventud! ¿Vas a defraudarnos? —Intervino Lee, haciendo ojos de perrito.

—¿Me están queriendo manipular, muchachos? —Cuestioné, alzando una ceja en una expresión de crítica.

—Es más, Rock Lee y Kira, compitan, yo seré el juez. El ganador tendrá dangos extra —ofrecía el Akimichi.

Un par de risitas salieron de Lee y de mí. ¿Qué había hecho yo para tener tan buenos amigos? De verdad que tenía mucha suerte.

—Bien —dije, asintiendo—. Acepto el reto

Rock Lee me dedicó una sonrisa, junto a ojos un poco preocupados, así que decidí que pondría de mi parte para poder calmarme y mejorar, pues lo merecía.

Apenas unos momentos después empezó la competición, y ambos dimos lo mejor para ganar. Apenas podíamos respirar entre bocado y bocado, pero yo terminé ganando.

—¡Lo hiciste en tiempo récord! —Felicitó Lee, estupefacto.

—Terminaste roja, jaja. Respira un poco y bebe algo de agua —invitó Chōji.

Me sentí notablemente mejor al terminar la competición, así que procedimos a salir de BBCo para dirigirnos a la tienda de dangos.

Después de un rato, llegamos a nuestro destino y recibí mi premio. Al hacerlo, decidí comerme felizmente un dango, mientras que repartía los otros dos a mis acompañantes, diciendo—: Gracias, chicos.

—No podemos dejar que esa sonrisa se apague, Kira-chan —declaró Lee.

—¿Qué clase de amigos seríamos si lo hiciéramos? —Terminó completando el de cabellos marrones, con calidez.

*

Después, el Akimichi, Lee, y yo fuimos hasta mi hogar y decidimos jugar cartas un rato.

Vimos a un par de parejas enamoradas en el camino, y vaya que eso me hacía pensar en el deseo de tener algo así de hermoso, pero parecía que el amor aún no tocaría mi puerta.

Recordé nuevamente mi declaración de amor de años atrás, y pude revivir la mirada en mi hombre amado. No se veía decepcionado, ni enfadado, sino triste... Y comencé a pensar que, si mis sentimientos lo hacían así de infeliz, quizá era hora de que me enfocase más en olvidarlo, por el bien de los dos.

—Mal de amores... —dijo el Akimichi, comprendiendo mejor mi predicamento.

Rock Lee asintió, sin querer parecer imprudente.

—Esta persona me ha gustado desde hace tiempo, y aunque me haya rechazado, le sigo queriendo, la verdad —expliqué.

—Ese chico misterioso es un poco problemático —opinó el de barba, haciendo una mueca. Luego, procedió a sacar de su bolso un paquete de papitas.

—¿Estás segura de que es amor? —Preguntó esta vez el de cabellos negros.

—Sí —contesté con seguridad—. Lo que más deseo es su felicidad y tranquilidad, aunque yo no pueda ser quien se la dé, pero a veces no puedo evitar pensar en lo mucho que me gustaría estar a su lado.

—Kira-chan, perdona la intromisión, pero llevamos tiempo escuchándote mencionar a este chico y no sabemos quién es. ¿Podemos saber de quién se trata? ¿Siquiera lo conocemos? —Interrogó Lee, curioso con respecto al tema.

—Eh... Bueno... Quizá les dé risa —comenté, titubeando si decirles, aunque supe de inmediato que les aclararía la duda, puesto que sabía que ellos no me juzgarían.

—Eres nuestra amiga, no importa —respondió el de cabellos castaños.

—Es que no es un chico... Es decir, es varón, pero no es uno de ustedes. Bueno, saben, de nosotros —comencé a explicar, un poco nerviosa.

—Me estás confundiendo. ¿Acaso no es de aquí..?

—Oye, estás dando muchas vueltas al asunto —opinó Chōji, mientras parecía marearse.

—Es... Kakashi-sensei —admití, sonrojándome levemente.

—¡¿Eh?! —Exclamó el Akimichi, tirando sin querer un par de papitas en el proceso.

—¡Oh! —Lee no pudo evitar sobresaltarse, con sus ojos muy abiertos, para luego calmarse.

Ambos me miraron estupefactos, incrédulos. Yo agaché la cabeza, y asentí.

Rock Lee posó una mano en mi cabeza y medio alborotó mi cabello, a lo que hice un puchero.

—Ya, ya... —Intentó calmarme Lee.

—No te juzgamos, pero sí es algo raro. Yo pensé que podría ser Sasuke —comentó Chōji, encogiendo sus hombros.

—O Naruto —dijo Rock Lee.

Miré a ambos varones y no pude evitar dejarme llevar— Jaja, ¿qué cosas dicen? ¡No! —Contesté entre carcajadas.

—Es que a veces solías estar con el Equipo Siete, incluso después de que Sasuke se fuera —justificó el más delgado.

—Todo tiene sentido ahora —murmuró el Akimichi.

—Es entendible que te haya rechazado... Después de todo, es un Sensei, debe dar el ejemplo. Hace años se habría visto inapropiado —expresó Lee, teorizando al respecto.

—Soy consciente de eso —reconocí, antes de suspirar—. Pero también pudo ser porque yo no le gustaría ni siquiera con mayor edad —expliqué—. Cada quien tiene sus gustos, e incluso... Puede que prefiera no involucrarse sentimentalmente.

—¿Sabes si hoy día él haya cambiado de opinión...? —Interrogaba Lee, mirándome atento.

—No tengo idea, y creo que no volvería a preguntarle. Pero dudo que piense diferente.

—¡Bueno~! Pero debes entender que porque esto no salió como querías, no significa que no haya más personas —comentó Chōji.

—Aparecerá otro hombre que te ayude a sanar las heridas de tu corazón —el contrario trató de brindar apoyo.

—No sé si quiero que eso suceda... —Confesé, temerosa.

—También puede que requieras soledad, pero tranquila... Encontrarás la respuesta que tanto buscas —motivó, con determinación en sus palabras.

—Todo tiene su momento. ¿Saben? Creo que estas papitas no habrían tenido tan buen sabor de no haber comido algo dulce antes. El contraste entre dulce y salado nos ayuda a apreciar mejor la esencia de cada uno. Así que, complementando lo que dice Lee: Todo tiene su momento —dictó el Akimichi, con una sonrisa llena de esperanza.

Y entendí en compañía de los muchachos que debía limitarme a sentir, y a no presionarme por ello. Estaba bien tener miedo y ambiciones, pero yo no debía presionar nada, ni sentirme mal porque algo no saliera como yo quisiera o en el momento que yo pidiera. Solo tenía que relajarme y confiar.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top