✧ ཻུ۪۪☁️┋Jardín de Rosas #2
*゚ ゚・ ✧.。. *. •.°
┊┊┊┊
┊┊┊☆
┊┊┊☁
┊┊
┊☆
┊┊
☁
┊
☁
No sabe cuánto tiempo pasó, no sabe dónde esta ni qué fue lo que le pasó. Abrió los ópticos, veía un poco menos borroso. Ahora podía distingir las formas y lo primero que distinguió fue el techo con un hueco grande en la esquina. Lucía abandonado. Luego observó a su izquierda la pared, con una gran ventana de un segundo piso, y notó los ladrillos de color rojizo; estaba dentro de la fábrica. Seguía en la Tierra. Fue entonces que recordó el picnic, las rosas, los perros, y . . .
—¡EVER!
Se sentó de un golpe. Apoyó las manos al borde del gran rectángulo de concreto en el que estaba acostada y sintió aplastar algo entre sus dedos.
Una rosa . . .
Por su procesador pasó un ¿qué hace aquí?, pero eso no era lo importante. Ahora tenía que ir brincando hacia el bosque para poder encontrar a Ever, solo que cuando miro a su pierna que antes estaba completamente destruida, resulta que ahora está como si nada le hubiera pasado. Incluso dudó si alguna vez luchó con un perro, ya que tampoco recuerda cómo se desmayó. Definitivamente era un picnic fuera de lo rutinario.
—Bueno, algo menos de qué preocuparse.
Sin perder más tiempo, se puso de pie pero al primer paso un hormigueo en la pierna la hizo tambalearse y cayó golpeando sus brazos con el suelo de madera.
—¿Pero qué pasa? —dijo ya algo alterada, aunque su voz nunca lo ha demostrado.
Enseguida escuchó unos pasos subir las escaleras tras el marco sin puerta de la salida. Su spark comenzó a agitarse por el misterio y trató de levantarse, pero el hormigueo le generó un peso que le dificultaba el trabajo. Al alzar la vista, un mech entró con un ramo de rosas en la mano. Al verla caída en el suelo, el mech en seguida dejó el ramo junto a la rosa que Skyla tocó al despertar y pasó su mano debajo de las rodillas para levantarla. Sin embargo ella lo empujó de los hombros, se arrastró lejos de él y erizó las cuchillas de sus hombros. Observó su portapistola, tenía el cañón de mano ahí, pero ambos sabían que no sería capaz de usarlo, o sino el mech no se lo hubiera puesto ahí en primer lugar.
—¿U-usted quién es? —interrogó ella seguido de un quejido de dolor.
El mech se agachó a su nivel. —Su pierna, ¿le duele?
Ella se miró la pierna y luego a él. Asintió.
—¿Qué siente?
—Un hormigueo.
—Son los efectos secundarios de la medicina, déjeme ayudarle —dijo él extendiéndole una mano.
Ella agachó la cabeza y asintió con ternura. Él achinó los ópticos simpático. Volvió a pasar los brazos detrás de su rodilla y la cargó para dejarla en el rectángulo de concreto. Luego se arrodilló frente a ella.
—Voy a tomar su pierna y le haré unos ejercicios para que se le pase.
Ella asintió de nuevo y el mech procedió. Con una mano sostuvo la punta de su pie y con la otra la rodilla. Comenzó a darle lentas vueltas circulares siguiendo la manecilla del reloj. Ella soltó un quejido y después una risa. La misma risa tierna que a él le encantaba escuchar.
—¿Algún problema? —preguntó él.
—Perdóneme. Es que hace cosquillas pero duele al mismo tiempo.
—Me puedo detener si gusta.
—No, no. Por favor, proceda.
Esta vez le dio vueltas contrarias a la manecilla del reloj. En seguida, ella apretó los dedos en el borde del rectángulo y comenzó a reír a carcajadas. El mech se quedó observándola maravillado de la risa. Sonrió y luego rio contagiado con ella.
—Veo que el dolor le causa gracia —opinó él con una sonrisa de lado.
—Jiji, ¿a usted no?
—Le aseguro que no de la misma manera.
Skyla arqueó una ceja. —¿Quién es usted? ¿Por qué me reparó?
—Me llamo Lockdown. Estaba buscando algo cuando la vi inconsciente en el suelo.
Entonces ella se acercó a su rostro sin ninguna vergüenza. —¿De casualidad no habrá visto a mi hermana? Ever, una femme alta de colores pálidos. Debo ir a buscarla. Necesito saber que esta bien.
Lockdown se echó para atrás por reflejo y un sonrojo apareció. —L-la encontré sola.
—Oh . . . —dijo Skyla con un gesto triste.
Posó una mano en la rodilla de ella y la miró hacia arriba. —Tranquila, de seguro esta bien.
Ella alzó una ceja. —¿Cómo lo sabes?
Claro que Lockdown sabía que se encontraba bien, pues de los dos perros que estaban persiguiendo a Ever, solo regresó uno y muy mal herido. Sin embargo, también era claro que no iba a decirle eso.
—Siendo su hermana, de seguro es tan fuerte como usted. —En su voz se hallaba un acento distinto a los demás. Sonaba calmado y confiado de sí mismo, y es por eso que Skyla le creyó. Iba a decir algo, pero él la interrumpió pues sabía que iba a seguir insistiendo—. No llegará muy lejos con la pierna así. Quédese hasta que le pueda poner la siguiente medicina y luego podrá irse.
Skyla entrecerró los ópticos. —Usted es muy intrigante, señor Lockdown. Le agradezco mucho la ayuda. —Luego se acercó a su mejilla y le plantó un suave beso—. Y gracias por las flores, están hermosas.
Un sonrojo dio su aparición en las mejillas de él. En seguida lo disimuló con una sonrisa de lado. —Un placer, mariposita. —Ahora el sonrojo se había pasado a los pómulos marcados de Skyla ante el apodo. Lockdown se puso de pie—. La dejo descansar. Me retiro.
•• <<────≪•◦⚜◦•≫────>> ••
A través de la ventana del segundo piso Skyla lo observaba. Lockdown estaba en el jardín recogiendo más rosas para su hada de las flores; era bastante cauteloso en escoger las más grandes y florecidas. Sin embargo, a unos cuantos metros detrás de él, un perro, parecido al que la había atacado se estaba acercando. Skyla estaba apunto de advertirle, pero entonces Lockdown miró sobre su hombro y le lanzó al aire uno de los bocadillos del picnic. El perro lo atrapó en el aire con un salto y comenzó a devorarlo. Skyla no comprendía—o no quería creer—la situación, entonces le hizo un zoom al perro y se dio cuenta que en la pierna trasera izquierda tenía una cicatriz en el mismo lugar donde Ever había lanzado la flecha. Ese era exactamente el mismo perro que la había atacado, y Lockdown era su dueño.
Fue entonces que Skyla recordó que Ever le había hablado sobre ellos, son perros rastreadores muy inusuales. Eran ilegales y su uso era comúnmente visto en mercenarios.
Y se dio cuenta del peligro que corría estando ahí.
No le importo la pierna dormida ni ninguna medicina, simplemente corrió, a como le permitió la pierna tan tiesa como un bastón, para bajar las escaleras y salir por un hueco contrario a donde estaba Lockdown. Pisaba con fuerza la arenosa tierra y tristemente también sus rosas mientras miraba hacia atrás. Esos pasos golpeando el suelo no los escuchaba Lockdown, pero para su mala suerte el perro sí. Soltó un solo ladrido y rodeó la fábrica en busca de chocar con Skyla.
Lockdown miró hacia la ventana del segundo piso y luego hacia la derecha de la fábrica donde corría el perro. Después miró a la izquierda de la fábrica y vio que Skyla corría hacia el bosque. Tomó el camino corto y fue detrás de ella para llegar antes que el perro, que nuevamente tenía intenciones de morderla, pues Lockdown no le había cambiado las órdenes.
Skyla lo observó atrás y trató de correr aún más rápido que los dos que la perseguían pero le era imposible, estaban a punto de alcanzarla.
Justo cuando el perro saltó, Lockdown abrazó a Skyla y la empujó a los arbustos de las rosas. En seguida se levantó, se interpuso entre el perro y ella y le dijo a su perro que se quedara quieto. Mientras tanto, Skyla a su espalda sacó su pequeño cañón de mano, y entre unas cuantas vueltas lo transformó en una escopeta. Lo único que Lockdown escuchó fue el cargar del arma apuntándole.
—Quieto usted también —dijo Skyla en un tono frío—. Mi hermana, ¿dónde está?
Lockdown se dio lentamente la vuelta hacia ella, ya no era la amable y sonriente hada de las flores de la que se había hipnotizado. Ahora estaba dispuesta a ensuciar las bellísimas rosas con el energon de él. Aún así mantuvo su calmada y confiada voz. —No la tengo.
—Usted es un mercenario, así que no le creo. ¡¿DÓNDE ESTÁ?! —Sacudió la escopeta.
De pronto, una gran sombra del cielo los tapó como un manto negro. Miraron hacia arriba y una nave azul oscuro descendía desde el cielo. La onda de propulsión arrasaba con todas las rosas hasta el punto de destruir el jardín y hacer volar miles de pétalos en el aire.
—¿Son tuyos? —preguntó Skyla sin dejar de apuntarle.
—No . . . —dijo Lockdown con cierta preocupación, puesto que de la parte baja de la nave salió una ametralladora que los apuntaba—. Son otros, ¡y vienen por tu hermana! ¡CORRE!
Los disparos comenzaron a proyectar hacia ellos. Lockdown la jaló de la muñeca y la adentró al bosque. Se escondió tras un árbol tan antiguo como su grosor lo indicaba y jaló a Skyla de un tiro hacia su pecho para mantenerla protegida. Las balas rozaban los hombros de él que sobresalían del marco del árbol y otras impactaban contra el mismo tronco. A pesar de que algunas le cortaron su metal, no se quejó del dolor en ningún momento, ni con un gemido ni con suspiro. ¿Por cuánto dolor ha pasado o cuánto dolor ha ocasionado? Se preguntaba Skyla mientras lo veía bajo su cuello. El perro también corrió y se escondió en unos árboles cerca de ellos. De pronto las balas cesaron tras una explosión y frente a ellos se hicieron presentes unos pasos.
—Aléjate de ella, Lockdown —ordenó Ever mientras lo apuntaba con una de sus flechas venenosas.
—¡EVER! —gritó Skyla despegándose de Lockdown para correr hacia ella, pero él la retuvo de la mano.
—Si tengo que escoger entre la recompensa o vivir, te elijo a ti. —Lockdown la jaló del cuello para unir sus labios en un suave beso y con la otra mano rodeó su cintura—. Esa explosión no los detendrá, los del Alto Consejo ofrecieron muchos Shanix por tu hermana. Yo los distraeré. ¡Váyanse!
Ever tomó la mano de su hermanita y comenzó a jalarla. —¡Skyla, nos tenemos que ir! ¡AHORA!
Skyla no dijo nada, mas los ópticos tristes que le mostró a Lockdown decían todo.
—Te encontraré, mariposita. Lo prometo —terminó de decir Lockdown mientras salía del bosque y se adentraba al jardín junto a su perro.
Las hermanas comenzaron a correr hacia lo más profundo de los árboles. A pesar de que lograron escapar, algo no estaba completo en el procesador de Skyla.
—Hermana —habló Skyla con suavidad mientras veía el agarre de la muñeca—. ¿Qué hiciste para que te buscaran?
Ever miró sobre su hombro y luego al frente. No contestó.
•• <<────≪•◦⚜◦•≫────>> ••
Miles de años habían pasado y la guerra había acabado. Lockdown se encontraba en un planeta botánico, estaba siguiendo a su nueva recompensa. Se había metido en unos túneles que llevaban a unas cuevas, en la que se le dificultaba la visión por la nula iluminación y debías permanecer agachado para poder entrar, pero al llegar al final de la cueva donde creía haber arrinconado a su presa, el techo se abría en un gran arco donde tenías espacio para erguirte y de él colgaban unas flores de color azul fosforescente que alumbraba tenuemente a todo aquel que se adentraba.
Lockdown se escondió detrás de una roca y preparó el polvo para dormir mientras observaba a la femme por la que le pagarían millones de Shanix. Estaba a punto de salir de la roca y soplarle, pero una de las flores del techo se estiró hasta el velo de la femme y le frotó el centro del rostro. La femme rio por las cosquillas.
Fue entonces cuando Lockdown abrió los ópticos asustado al oír esa risa de la que una vez se enamoró. Su nueva cacería era su hada vestida del color de las rosas de aquel jardín.
Esta vez la atraparía y no la dejaría ir por ninguna recompensa.
.
.
.
.
Te encontré, mariposita.
•• <<────≪•◦⚜◦•≫────>> ••
El Lockdown que mi madre dibujo vs el Lockdown que me gusta.
Esto es mucho, pero MUCHO antes de que pasara lo mío con Dreadwing. Ni siquiera sé asomaba la guerra en Cybertron para ese entonces. Este es el primer mech del que me había enamorado y al parecer, el último. No estaba segura si contarlo o no, pero sentí que era importante que supieran la verdad antes del final de "Sirviente Azulado".
•• <<────≪•◦⚜◦•≫────>> ••
Las quiero un Ever.
xoxo, Skyla.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top