Labios azucarados

Hoy, como cada día, nos dirigíamos a la sala de ensayos. Habíamos terminado de desayunar y arreglarnos y, a continuación, nos metimos en el coche. A un lado, y muy pegado a mí, se encontraba Jungkook. Yo estaba tan nervioso que no podía ni mirarlo. ¿Que por qué? Pues porque estoy enamorado de él. Al principio, no sabía por qué me sentía así. Mi corazón se aceleraba cada vez que estaba cerca, cada vez que hacíamos contacto visual, cada vez que me tocaba... Mi corazón dolía cada vez que estaba cerca de otro, cada vez que le sonreía a otro o cada vez que le contaba algún secreto que no quería contarme a mí. Así que, por esas cosas, llegué a la conclusión de que estaba perdidamente enamorado de él, aunque al principio no quisiese admitirlo. Lo peor de todo esto es que él a mí me ve sólo como su hermano mayor ya que siempre me preocupo por él, le apoyo, le cuento todo... Pero no lo hacía con esa intención.

Al otro lado de Jungkook se encontraba Taehyung, el cual no paraba de cuchichear con él. Cada  vez que Taehyung se acercaba a la oreja del maknae, mi cara se encendía de rabia y me era inevitable apretar los puños fuertemente. No soportaba ver aquello, sobre todo cuando se ponían a reír como tontos.

A mi otro lado estaba Hoseok, o como me gustaba llamarle, J-Hope. Le llamaba así debido a que es la esperanza del grupo. Siempre sonriendo y contagiando su felicidad a los demás. Él me estaba diciendo en voz baja que me calmase. Claro, él es el único que sabe lo que siento por Jungkook. Siempre me ayuda y me da consejos para poder acercarme a él. Es una gran persona y, un gran amigo. Siempre nos lo contamos todo, como por ejemplo, un día me contó que él está enamorado de Taehyung, pero eso es otra historia.

Después de haber estado aguantando mi ira durante un rato, llegamos al estudio y nos pusimos a bailar. No podía dejar de mirarlo, a él, a Jungkook. Era tan maravillosa la forma en la que bailaba, la forma en la que cantaba, la forma en la que hacía el tonto, la forma en la que reía a carcajadas... todo en él era maravilloso. Se podría decir que era perfecto, o al menos para mí.

Al cabo de unas horas, por fin pudimos descansar. Me senté pegado a la pared, al lado del espejo y, Jungkook se sentó un poco más lejos, en la esquina de la sala. Después de controlar mi respiración debido a que había estado bailando por un buen rato, mis ojos se posaron en él. ¿Cómo no?

Para no ser tan "disimulado", decidí mirarlo a través del espejo. Así no se notaría mucho que lo estaba mirando como un acosador. Estaba completamente sudado y agitado. Su flequillo estaba empapado en sudor y, las gotas que caían de él, recorrían toda su cara hasta llegar a su cuello. Comencé a observarle de arriba a abajo detenidamente.

<<Oh Dios mío, cómo me gustaría besar todas y cada una de las partes de su precioso cuerpo. Cómo me gustaría poder besar esos labios tan bonitos que tiene. Cómo me gustaría poder mirarle fijamente a los ojos estando a centímetros de su rostro...>>. -Pensaba mientras me relamía los labios. Estaba comenzando a excitarme.

Pasé de mirar sus musculosos brazos a mirar sus preciosos ojos color azabache. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, él ya estaba mirándome. Me dí la vuelta para mirarle fijamente y no a través del espejo, para así poder comprobar si realmente me estaba mirando a mí. Y así era. 

Me miraba con una expresión en blanco, aunque aún así, se podía notar que estaba extrañado. Seguramente se estaría preguntando que por qué lo estaba mirando fijamente mientras relamía mis labios. A saber cuánto rato habría estado mirándome.

De pronto, el mánager entró en la sala, interrumpiendo aquel momento incómodo. Sostenía una gran caja que todos habíamos reconocido. Aquella caja contenía un montón de rosquillas de todos los colores y sabores. Éstas eran los dulces favoritos de Jungkook, sobre todo las de fresa.

Como sólo había una de fresa, decidí adelantarme y cogerla antes que él. No la cogí porque me gustasen, la cogí porque simplemente quería molestarle. Y lo logré.

-¡Jimin, devuélveme mi rosquilla! -Gritó justo cuando la cogí, yo simplemente me reí.-

-¿Tu rosquilla? Lo siento pero no veo tu nombre escrito en ella. -Respondí, burlándome de él.-

Jungkook se abalanzó sobre mí para quitármela, pero se tropezó y los dos caímos al suelo. Él cayó encima mía mientras que yo, estaba aplastado contra el suelo. Tenía el brazo izquierdo levantado para que la rosquilla no se cayese al suelo como yo. Jungkook levantó la cabeza y, en menos de un segundo, le dio un gran mordisco.

-¡Oye, no hagas eso! -Dije, alejando la rosquilla de su boca.- 

-Pues entonces... ¡Dámela! -Insistió.-

El maknae tenía sus preciosos  y rosados labios llenos de azúcar. Me estaban entrando ganas de quitárselas de un lametón. Tenía tantas ganas que, cuando quise darme cuenta, tenía mis labios pegados a los suyos.

Al percatarme de la situación, me alejé rápidamente de él y, al mirar a mi alrededor, me di cuenta de que nadie se había dado cuenta de lo que había pasado ya que estaban más ocupados comiendo. Excepto J-Hope, que me miraba sonriente mientras levantaba el pulgar derecho en señal de que lo había hecho bien.

Mis ojos volvieron a mirar a los de Jungkook. Tenía los ojos abiertos de par en par y su cara estaba tan roja como un tomate. Se levantó de inmediato y se fue a comer junto a los demás, sin darle importancia a los restos de rosquilla que aún sostenía. Me arrepentí totalmente de haber hecho aquello. Pensé que jamás volvería a hablarme y que había perdido su amistad de un momento a otro. Pero no fue así.

Me levanté y fui junto a ellos. Me senté lejos de Jungkook, que seguía en shock. Y mientras yo, estaba temblando de los nervios. Mi corazón latía tan rápido que parecía que iba a explotar. De vez en cuando le miraba y, él a mí. Parecía que estuviésemos conectados ya que, justo cuando yo le miraba, él me miraba a mí.

Diez minutos después tuvimos que comenzar a ensayar otra vez, pero esta vez menos tiempo. Cuando acabamos, todos los chicos fueron abandonando la sala. Todos menos Jungkook. Me dirigí a la puerta y justo cuando estuve a punto de poner un pie fuera, escuché su voz.

-Jimin, espera...

Me paré en seco. Jungkook me estaba llamando. Me giré de golpe para ver qué era lo que quería. Mi corazón empezó a latir igual que antes, pero esta vez estaba más seguro de que explotaría en cualquier momento. Él empezó a acercarse a mí y, cuando ya estaba lo suficientemente cerca dijo:

-¿Por qué me has besado?

<<¿Qué hago? ¿Qué le digo? ¡Seguro que va a pegarme por haberlo hecho!>>. No sabía qué responderle.

-Jimin, tú... ¿Me quieres?

Estúpido maknae, ¿cómo podía preguntarlo así como así? 

-¿Y qué pasa si me gustas? ¿No puedo quererte? -Alcé la voz ya que me había molestado un poco que lo hubiese preguntado tan a la ligera.-

De un momento a otro, tenía la cara de Jungkook a centímetros de la mía. Le miré fijamente a los ojos, por fin podía cumplir algo que quería hacer desde hace tiempo: mirarle a los ojos sin desviar la mirada estando tan cerca.

-No, no es malo. Para nada. Es más, estoy muy feliz ahora mismo. -Dicho esto, juntó sus labios con los míos. Eran tan suaves...-

Estuvimos así como unos minutos, pero tuvimos que separarnos por la falta de aire. Estúpido aire. Me miró y sonrió de forma pícara. A continuación me abrazó fuertemente, y yo hice lo mismo.

-Jamás habría pensado que yo pudiese llegar a gustarte, por eso antes estaba tan sorprendido.  -Dijo y besó mi mejilla.-Pensé que era el único que se sentía así.

Después de decir eso, me dio a entender que él también me quería así que se lo dije directamente.

-Te quiero maknae

-Y yo a ti, Jiminnie. -Sonrió y volvimos a besarnos por segunda vez, pero no por última.-

Por primera vez en mi vida me arrepentí de haberme arrepentido de algo. En concreto, de haberme arrepentido por probar sus deliciosos labios azucarados.

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