Chapter 6 甘さ Hug.
Mina estaba en su habitación escuchando un par de canciones con sus auriculares. Estaba tan retraída en su propio mundo escuchando aquellas melodías lentas y melancólicas, que por un momento cerró los ojos y comenzó a cantar siguiendo la letra.
Nunca nadie había tenido la dicha de escucharla cantar, me atrevería a decir que ni siquiera sus padres. La chica tenía una voz muy dulce y melódica, una voz que podría atraparte y hacerte cerrar los ojos para deleitarte.
La puerta tenía el seguro puesto, cosa que siempre solía hacer, ya que sólo de esa manera lograba sentirse segura. Se levantó del sofá en el que estaba recostada, y fue hasta la mesita de noche. Allí abrió la gaveta y sacó la libreta en el cual plasmaba las cosas buenas y malas, junto a un bolígrafo.
Se sentó en la cama y lo abrió de par en par. Comenzó a escribir sin dejar la música de lado, y una enorme sonrisa se dibujó en su rostro al pensar en aquella chica. Últimamente pensaba mucho en ella, y esperaba con ansias el momento para verla en aquel parque, como habían hecho el último mes.
No comprendía la razón por la cual se sentía de esa manera. Esto era algo más que desconocido y nuevo para una chica como ella, pero sin duda le gustaba sentirse así... Y como ella no podía entenderlo, tampoco sentía temor o ganas de huir, ya que no lo veía como algo malo.
"No puedo comprender la razón por la cual me siento así mientras escucho estas canciones y pienso en ti.
He escuchado algunas conversaciones sobre temas un tanto similares. Creo que todas las personas que me rodean piensan que no puedo comprender ciertas cosas; y a veces tienen razón, algunas cosas no soy capaz de comprenderlas... pero otras sí.
Quizás, no deba esforzarme tanto en comprender esto, sólo debería dejarlo ser...
Sigues siendo la primera cosa buena de mi libro, y quizás, lo seas por mucho tiempo."
Comenzó a dibujar seguidamente debajo del pequeño escrito la silueta de la única persona en la que estaba pensando al escribir eso. Estaba tan concentrada mientras la música seguía sonando, que era incapaz de escuchar los toques en su puerta.
Pasaron cinco minutos, hasta que sintió una mano en su hombro. Esto la hizo exaltarse y alejarse con rapidez. Los auriculares cayeron, y el dibujo había obtenido un pequeño rayón, producto del brusco movimiento.
-Cielo, estaba tocando para llamarte -era su madre, había usado la llave para abrir.
Mina frunció el ceño enojada. Odiaba que hicieran eso.
-No te pongas así, he venido para que vengas a saludar a la familia -tomó su mano-. Todos están abajo abajo y están preguntando por ti.
-No -susurró soltándole la mano.
Volvió a tomar el bolígrafo para volver a dibujar, pero nuevamente su madre la detuvo con delicadeza.
-Sólo será un momento -insistió-. Hace mucho tiempo no los ves, no seas así.
Mina exhaló frustrada, y cruzó los brazos. Odiaba que le insistieran tanto en hacer cosas que no quería... ¿Acaso era tan difícil entender que quería estar sola?
-Hazlo por mí.
Para Mina la persona más importante en su vida era su madre. No había nadie más que fuese capaz de comprenderla y respetarla cuando de su espacio se trataba... Y aunque Mina se sentía enojada con ella cuando no era capaz de comprenderla en situaciones como esas, aún así haría lo que fuese por ella.
Asintió lentamente y se levantó. De inmediato tomó los auriculares junto al reproductor y los guardó en uno de los enormes bolsillos de su chaqueta, color gris oscuro, esta vez. Salió mientras su madre la seguía detrás, después de todo sólo sería un momento.
-Sé amables con ellos, sabes que te quieren mucho -susurró antes de empezar a bajar las escaleras.
Desde allí podía escuchar los murmullos y las risas desde abajo. Habían muchas personas, por lo que pudo deducir, su familia era un tanto numerosa. Se sintió intimidada al estar a la mitad de las escaleras y sentir como el ruido aumentaba. Este tipo de situaciones eran capaces de llevarla a un estado de alerta total.
Nunca se sentía del todo tranquila estando cerca de las personas... Y menos de ellos.
Llegaron al final de las escaleras y se acercaron hacia donde estaban todos. Allí estaban varios tíos, tías y algunos primos, de los cuales Mina ni siquiera recordaba los nombres, ya que nunca le había interesado conocerlos.
-¡Pero qué grande estás! -exclamó una de sus tías levantándose.
Ésta se comenzó a acercar para abrazarla, olvidando por completo el repudio que sentía la joven con el contacto físico. Mina la detuvo y sólo agitó su mano sin mirarla en ningún momento.
-A veces olvido que es muy tímida -le dijo a su madre riendo.
Todos la estaban mirando fijamente, y también seguían haciendo exclamaciones y algunas preguntas, las cuales ella ni siquiera respondía.
Todo estaba relativamente tranquilo, hasta que escuchó una voz que la puso totalmente en alerta. Su piel se erizó y su corazón se aceleró casi llevándola a la taquicardia. Sus manos comenzaron a temblar, al igual que sus piernas. Y su garganta ardía mucho, como si quisiera gritar, pero no pudiese hacerlo.
-Cuanto tiempo tenía sin ver a mi sobrina favorita.
Sus puños se apretaron dentro de los bolsillos.
-¿No saludarás al tío Yoon? Tenia mucho tiempo sin verte -se acercó.
Mina retrocedió y negó con la cabeza. Lo miró con rabia, odio y desprecio... Siendo esto justo lo que sentía por alguien como él.
Los miembros de la familia siempre habían notado este particular comportamiento entre ellos dos, pero nunca se alertaron al respecto, ya que creían que era algo normal en alguien como Mina.
Si tan sólo ellos supieran...
-Nunca comprenderé porqué me tienes miedo, siempre he sido bueno contigo, ¿o no? -sonrió falsamente.
De nuevo sus puños se apretaron más. Se alejó con rapidez, dispuesta a irse, pero fue detenida por su madre, la cual sostuvo su mano suavemente.
-Cielo...
Ella era capaz de comprender a Mina, y de darle su espacio, pero era en momentos como esos donde se preocupaba. Le preocupaba ese comportamiento, le preocupaba que Mina siempre los alejara a todos... Le preocupaba que su hija siguiera encapsulandose en su soledad, y que esto fuese capaz de acabarla de alguna manera.
-No quiero -se zafó y se acercó hasta la puerta principal.
Todos comenzaron a murmurar de inmediato, y algunos hasta a reír de manera discreta. Aquel hombre la miraba fijamente, con aquella pizca de diversión y maldad en sus ojos.
Su madre iba detrás intentando detenerla. Ya era de noche, no quería que saliera sola por allí y se expusiera ante algún peligro.
-Mina, detente -tomó su brazo.
-¡No quiero! -se zafó.
-Baja la voz -regañó.
Mina sintió como sus ojos ardían por las lágrimas que necesitaban salir. La miró fijamente, y su madre se asustó al verla así, ya que Mina nunca lloraba.
-¿Qué está sucediendo? -susurró preocupada.
-Sola -susurró tomando el pomo de la puerta para salir.
-¿Qué sucede? -tomó su mano de nuevo.
Mina negó con la cabeza. Podía escuchar todavía las amenazas y los recuerdos traumantes en su cabeza.
"-Nunca olvides que si dices algo le haré daño a tu familia -susurró en su oído-. Mataré a tu mamá, después a tu papá, y luego a tus hermanas -sonrió-. ¿Quieres eso?"
Volvió a zafarse y salió sin mirar atrás. Su madre volvió a llamarla, pero no la siguió. Ella sabía perfectamente que si la seguía podía provocar algún ataque de pánico en la menor... No podía llevarla a ese estado.
Mina siguió caminando sintiendo como sus piernas flaqueaban. Todo seguía reproduciéndose en su cabeza, y casi se sentía perseguida. Más recuerdos comenzaron a invadirla.
"-¡Quédate tranquila! -le gritó en el rostro-. ¿Por qué tenías que ser una enferma como ella? -apretó sus hombros-. Ustedes deberían estar muertas.
Aquella pequeña Mina de 8 años de edad intentaba zafarse mientras sentía como las lágrimas se deslizaban por sus mejillas.
-Eres una vergüenza -susurró en su oído-. Nadie nunca te querrá -comenzó a tocarla de aquella manera que ella tanto odiaba."
Sin tenerlo en cuenta, estaba corriendo desesperadamente. Las lágrimas casi ya estaban cayendo por su rostro. Se detuvo de golpe al ver al lugar que había llegado. Era la casa de Chaeyoung. Dos días atrás la había acompañado, pero no entró, ya que no se sentía cómoda para entrar en un lugar desconocido.
Se acercó y se detuvo frente a la puerta mientras seguía temblando. Miró hacia atrás y hacia los lados, como si estuviera asesorándose de que nadie la había seguido hasta allí... No quería imaginar lo que pasase si alguien como aquel hombre estuviera cerca de Chaeyoung.
Llevó el dedo tímidamente hasta el timbre y lo presionó. El sonido resonó asustandola un poco, esto la hizo dar un paso atrás. Escuchó pasos que se aproximaban, y de repente la puerta se abrió.
Era la mamá de Chaeyoung, la cual al verla frunció el ceño un poco, ya que no la conocía.
-¿Sí?
Mina retrocedió más y mantuvo la mirada baja. Sus manos temblaban al igual que sus piernas, cosa que la mujer notó.
-¿Estás bien? ¿Necesitas ayuda? -preguntó preocupada.
Negó con la cabeza y se alejó un poco más. Sus ojos habían vuelto a llenarse de lágrimas, casi podía sentir los sollozos a punto de escapar de su boca.
-¿Tú eres Mina?
Asintió lentamente, sin mirarla y sin acercarse.
-Mi Chaeyoung me ha hablado mucho de ti -sonrió-. ¿Quieres pasar?
Negó de inmediato. Parte de los complejos y loa traumas que le habían generado los sucesos del pasado era el estar en lugares desconocidos, y peor aún si era con personas desconocidas.
Era esa la razón por la cual recibía educación desde casa. Para ella estar cerca de las personas en lugares que no reconociera significaba estar en peligro de volver a sufrir aquel trato.
Myoui Mina le temía a las personas, pero había sólo una que había sido capaz de transmitirle confianza y seguridad desde el primer día.
-¿Quiere que la llame y...?
-¡Mamá! -se escuchó un grito.
Mina alzó la mirada al reconocer esa voz.
-¿Qué haces en la puerta, mamá? -se asomó-. ¡Mina! -exclamó feliz-. ¿Has venido a verme?
-Tiger -susurró.
Chaeyoung notó como sus manos temblaban, y también como sus ojos estaban cristalizados, mirándola de manera casi suplicante. Así no era como lucía Mina cuando estaba con ella en el parque, y esto la preocupó.
-¿Mina? -se acercó.
Su madre miraba esto preocupada, sin saber qué hacer o decir.
-¿No quieres pasar a casa?
Mina señaló hacia la dirección donde estaba el parque, en señal de que fueran hasta allá.
-Podemos entrar a casa, mi casa es muy bonita, ¿no quieres conocerla? -insistió suavemente-. Mamá compró helado, podríamos comer un poco -sonrió-. También podríamos escuchar música o podría prestarte a Strawberry Tiger, él siempre me ayuda a dejar de sentir miedo.
Mina la miró y le sonrió. Asintió con timidez y sacó una de las manos de su bolsillo, la extendió y Chaeyoung la tomó.
Ambas pasaron lentamente. Mina alzó la mirada tímidamente al estar en la sala de estar, y de nuevo se sintió con miedo.
-¡No tengas miedo! -exclamó abrazándola-. Nada malo podría pasarte aquí, yo no lo permitiría, ¿me crees? -la miró.
Asintió. Por supuesto que le creía.
-¡Ven! -comenzó a correr sin soltarle la mano.
Subieron las escaleras a toda prisa. Chaeyoung empujó una puerta color blanca, dejando ver el otro lado de ésta. Mina se detuvo de inmediato, sin atreverse a entrar.
-Ven, es mi habitación -la jaló-. ¿No es muy bonita?
Mina alzó la mirada y se topó con lo exageradamente colorido que era todo. Los colores rosado y azul eran lo que más resaltaba por todo el lugar, habían millones de figuras en las paredes y un pequeño desorden que la hizo sentir un tanto incómoda.
Estaba acostumbrada a la oscuridad y al extremo orden de su propia habitación. Estar en un lugar así era algo completamente nuevo para ella; y para ella enfrentarse a las cosas desconocidas era todo un reto.
Chaeyoung le soltó la mano y corrió hasta sentarse en un sofá que estaba cerca de una ventana. Mina se quedó de pie en la puerta sólo mirándola.
-Cuando tengo miedo me gusta cantar, también escuchar música, ¿a ti no?
Asintió sonriendo.
-¡Hagámoslo! -se levantó y encendió un pequeño equipo que tenía en un estante.
El volumen estaba al 100%, provocando que Mina frunciera el ceño y cerrara los ojos con total disgusto. Corrió hasta donde estaba el equipo y lo apagó mientras negaba con la cabeza.
-¿No te gusta?
-No.
-¿Por qué tenías miedo ahora? ¿Alguien te asustó? -hizo un puchero.
Mina suspiró y asintió lentamente. No quería hablar al respecto, se sentía totalmente incapaz de hacerlo... Ella quería conseguir paz y calma, no volver a tocar ese tema que por tantos años la había atormentado.
-¿Necesitas ayuda? Mamá y yo podemos ayudarte -la abrazó.
-Música -susurró separándose del abrazo.
Sacó el reproductor y los auriculares de su bolsillo y le colocó uno a Chaeyoung.
-¿Quieres escuchar música conmigo? -sonrió emocionada.
-Sí.
-¡Hagámoslo! -la empujó hacia el sofá.
Chaeyoung se sentó a su lado y comenzó a revisar el pequeño reproductor, buscando alguna canción que fuera de su gusto. Mina se lo quitó suavemente y puso una.
Let It Go de James Bay.
-¡Es muy bonita! -la abrazó.
Chaeyoung sonrió e hizo algo que nunca había hecho con nadie más, puso los brazos alrededor y la abrazó, no tan fuerte, pero sí lo suficiente para hacerle saber que ella estaba allí.
-A mí me gusta mucho cuando mamá me abraza -sonrió-, pero creo que ahora tus abrazos son mis favoritos -la abrazó más fuerte.
Mina cerró los ojos y se permitió deleitarse en esa calidez que la chica bajo sus brazos le transmitía. Esa seguridad que sus palabras y su personalidad eran capaces de hacerle sentir. Ese extraño revoloteo en su pecho que ahora sentía al estar a su lado.
Son Chaeyoung se estaba volviendo el nuevo lugar seguro de Myoui Mina.
-¡Mira esto! -se levantó bruscamente.
Corrió hasta la cama y tomó un pequeño conejo de peluche color celeste y rosado, como le había mencionado aquella vez.
-Strawberry Tiger -sonrió.
-¡Lo recuerdas! -se lo entregó-. Cuando tengo miedo él siempre me ayuda a sentirme mejor, tal vez lo haga contigo, y así olvides a esa persona que te asustó -hizo un puchero.
Mina sonrió y la señaló a ella.
-¿Yo?
-Mi Tiger.
-¿Yo seré como tu Strawberry Tiger? -cubrió su boca asombrada.
-Sí.
-¡Me agrada! -la abrazó con fuerza, provocando que ambas cayeran recostadas sobre el sofá-. ¿Quieres helado? -preguntó muy cerca de su rostro.
-Sí -susurró un poco nerviosa por esa cercanía.
-¡Buscaré para nosotras! -hizo amago de levantarse, pero Mina la detuvo y la abrazó de nuevo.
-Después.
-¿Quieres que te abrace más?
Sólo bastó que la estrechara mas fuerte entre sus brazos para saber la respuesta.
Ese día Mina descubrió dos cosas:
• Los abrazos son sanadores y capaces de hacerte sentir protección.
• Son Chaeyoung era la única capaz de hacerla sentir eso con sus abrazos.
• Se estaba enamorando.
Lo sé, lo sé, dije dos cosas, pero... supongo que esa última era inesperada hasta para mí.
Apartir de hoy, la historia queda en hiatus indefinido.
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