𝟮𝟴. CUANDO EMMA SE ENAMORA.

CAPÍTULO 28.
'si te amara menos, sería capaz
de hablar más de ello. '
Austen, J., "Emma", 1815.

"Querida Thalia,

Espero que, a pesar de todo, esta carta te encuentre sana y salva. Te escribo únicamente para liberar el peso de mis hombros, para expresar las complejas emociones que he sentido desde que huiste, abandonando el nombre y el legado de esta familia que creíamos apreciabas tanto.

Lo primero y más importante es que siento un gran dolor y tristeza por tu decisión de abandonarnos. Habiendo crecido juntas, siempre pensé que compartíamos un vínculo que duraría años, trasmitiendo nuestra sangre a las futuras generaciones. También siento una intensa rabia hacia tu actitud impulsiva e ingratitud por las oportunidades que nos dieron nuestros padres. Al irte, no sólo negaste tu lugar en la familia, sino que también rechazaste toda la riqueza y estabilidad que se nos ofrecía.

Creo que deberías saber que no hay lugar para traidores en esta familia, y que tu rostro ha sido quemado del tapiz para siempre, sin ningún contra hechizo que lo repare, al igual que tu conexión con esta familia. Sin embargo, a pesar de estos sentimientos contradictorios, te insto a pensar detenidamente cuál es tu próximo paso. Aunque estoy decepcionada por tus decisiones, todavía me preocupo por ti.

Así que decidí enviar algunas joyas valiosas junto a esta carta. No es una petición de perdón sino más bien un intento de ayudarte a superar las dificultades que vendrán, y vendrán sin parar en estos tiempos oscuros. Si decides venderlos, espero que puedan proporcionarte algún sustento mientras intentas establecerte.

Sinceramente espero que encuentres felicidad y paz, pero ten en cuenta que nuestra relación como hermanas nunca podrá volver a ser la misma, te pido que no respondas a estar carta ni intentes otro tipo de reparación para este vínculo que tu misma rompiste.

Con amor y tristeza,
Narcissa Malfoy."

Las palabras persiguieron a Thalia, quien releyó la carta varias veces, cada palabra parecía golpearla como golpes físicos. El hecho de haber quemado todos los puentes con su familia y no haber vuelta atrás la llenó de una mezcla de tristeza y miedo por el futuro, pánico que duró muchos meses y que le dificultó su ya inestable sueño. A pesar del dolor, había una parte de ella que estaba sorprendida de que Narcissa  se hubiera tomado la molestia de enviarle joyas, tal vez aún había un destello de amor y preocupación por ella que no se había extinguido del todo por su "traición", era comprensible para Thalia, la chica ya había experimentado el sentimiento.

Thalia caminaba con las manos escondidas en los bolsillos, el cielo claro de la mañana no le aportaba ningún calor mientras la blanca nieve cubría la acera por la que caminaba tranquilamente. Las joyas de Narcissa eran en efecto de cierto valor, aunque había conservado algunas por un afecto incoherente que sabía que no debía conservar, el valor de las que vendió cubría el precio de la entrada, bueno, la mitad. No fue exactamente un problema, ya que James Potter cubrió la otra parte, bromeando de que ahora eran compañeros de habitación. Era solo otra forma de burlarse de ella por no dejar que el chico pagara la casa él mismo.

―No estamos casados.―la chica repetía mientras caminaban juntos, sus brazos alrededor de su cintura como excusa por el frío incondicional que sentía incluso cubierto por ropa gruesa.

―Ya lo he preguntado tres veces.―argumentó Potter, levantándola del suelo por unos segundos para que sus pies no tocaran el pequeño charco que se había formado frente a la casa.

―No hablabas en serio en ninguna de ellas.―la chica respondió tirando ligeramente de su falda para cubrir sus muslos, la tela deslizándose contra sus medias oscuras cada vez que Potter insistía en levantarla.

―Por supuesto que hablaba en serio.―James insistió, sacando la llave de su bolsillo y abriendo la puerta, esperando que la chica detrás de él entrara primero.―¿Crees que no querría casarme contigo? He querido esto por siempre.

―¡Ah! ¡Cómo mientes!―ella rio, quitándose el abrigo y colgándolo junto a la puerta, los copos de nieve se derretían sobre la tela debido al calor de la mesa.―Me odiabas, James Potter.

―¿Qué? ¿Yo?―Potter se quitó las botas embarradas y caminó detrás de su novia hacia la cocina, ayudándola a sacar las compras de la bolsa.―Fui dulce contigo y me humillaste con tus amigos de Slytherin.

―¿Dulce? Claro, solo si eres un dulce de calabaza.―Thalia respondió con una mueca, odiaba los dulces de calabaza, sentimiento que su novio también compartía.

―¡Thalia!―exclamó Potter verdaderamente ofendido por la chica quien se rio antes de ponerse de puntillas para intentar besarlo, pero el chico giró la cara.―Oh, crees que es así de fácil, ¿verdad?

―¿No es así?―preguntó Black, mirándolo con una de sus oscuras cejas arqueadas, haciéndolo rodar los ojos, ofendido. Thalia se rio y luego se acercó, envolviendo sus brazos alrededor de su cuello antes de que él tuviera la oportunidad de alejarse.―Está bien, lo siento, lo siento.

Potter levantó la barbilla tratando de evitar los besos, lo que descubrió era una mala idea porque los labios de Thalia llegando a su cuello eran una tentación. Sus brazos ya no estaban cruzados, en cambio sus manos se movieron para sostener su cintura, su cuerpo se movió antes de que su cerebro pudiera transmitir lar órdenes, presionando a la chica contra el mostrador, su cuerpo cubriendo su figura, podía esconderla con su cuerpo si realmente quería. Pero por ahora, estaba contento con la forma en que ella encajaba perfectamente contra él, cada curva y forma se adaptaba a las suyas, no había duda de que esta mujer  estaba hecha para él, Ella reforzó esto cuando sus besos no se detuvieron, sino que viajaron por su cuello, hasta la curva de su hombro, enviando pequeñas chispas por el torso de James. Sus manos recorrieron su espalda, sintiendo cada centímetro de su piel mientras sus dedos se hundían en su cabello, tirando suavemente para traer su rostro de regreso al de él, capturando sus labios en un beso. El mundo a su alrededor pareció congelarse mientras James se perdía por completo en su tacto, la dulce presión de su cuerpo conta el suyo, en el sabor de sus labios, la combinación ayudó a hacerle olvidar todo, las fingidas ofensas y el falso dolor. Todo desapareció excepto el deseo de tener más de ella, especialmente cuando atrapó su labio inferior entre sus dientes, haciendo que su mano izquierda se deslizara alrededor de su cintura, apretándola cuando su lengua tocó la de él, provocándolo. El beso se hizo más profundo, más urgente, más desesperado.

―No.―murmuró Thalia contra sus labios, empujándolo ligeramente, despertándolo de su acalorado. Ella pudo ver cómo él parpadeaba, tratando de recomponerse por un momento antes de tomar su rostro entre sus manos y besarla nuevamente, tan profundamente como todos los otros besos que compartían en momentos privados como este. La joven Black tuvo que detenerlo una segunda vez, sujetándolo por los hombros y empujándolo ligeramente.―Tenemos que hacer la ronda.

―¡Noooo!―James murmuró con frustración, escondiendo su rostro en el cuello de Thalia mientras sentía que la chica pasaba sus dedos cubiertos de anillos por su cabello despeinado. Potter resopló antes de alejarse, mirando su rostro, su piel cubierta de pecas y sus ojos muy verdes, sus dedos acariciando su mejilla enrojecida por el frio. Ahora recordaba vagamente haber quedado en hacer la ronda nocturna con Thalia y otros dos miembros de la Orden del Fénix, la mujer ahora era un miembro tan activo como él los dos fueron enviados a tareas muchas veces, ya habían perdido la cuenta de a cuántos mortífagos se habían enfrentado.

―James.―Black acarició su rostro antes de alejarse, riendo levemente por el hombre frente a ella.―Fuiste tú quien nos ofreció.

―Mala idea. ¿Por qué me dejas tener estas malas ideas?―preguntó James, pasando sus dedos por su cabello oscuro, despeinándolo aún más.

Thalia no intentó ocultar lo mucho que le parecía divertida la frustración de James. Se alejó de él y se dirigió hacia las escaleras, riendo suavemente antes de responder con un tono divertido.―Quizás porque me gusta verte arrepentirte de tus decisiones.

James la miró fijamente, colocando su mano sobre su pecho, fingiendo indignación por su comentario.―Qué mujer más cruel.

―Sin dudas la peor de todos.―respondió ella con una sonrisa divertida mientras subía las escaleras. Como habían acordado, James preparó la cena temprano mientras Black se apresuraba a bañarse, para que llegaran al punto de encuentro antes de las 9:00 pm, como habían acordado con los recién casados Frank y Alice Longbottom.

Mientras Thalia subía las escaleras hacia el baño, James se permitió relajarse por un momento contra el mostrador de la cocina, refunfuñando en voz baja, de mal humor al recordar la misión de la noche.―Mortífagos, reunión de la Orden del Fénix... ¿Por qué no podemos pasar la noche frente a la chimenea como la gente normal?―se preguntó, mientras comenzaba a sacar los ingredientes de las bolsas de compras que había hecho anteriormente.

Sin embargo, a pesar de su aparente queja, James sabía la importancia de su tarea. Tenían un deber que cumplir, proteger a la comunidad mágica de sus enemigos. Era un orgullo compartido por él y sus amigos, había gente que los necesitaba y todos estaban plenamente dispuestos a ayudar, a pesar de las quejas y molestias de los jóvenes que llegaban a los veinte años, eran lo suficientemente responsables para poner las reuniones y rondas por delante de sus necesidades triviales. De mala gana pero con determinación, comenzó a preparar la cena, perdiéndose en sus propios pensamientos mientras esperaba que Thalia regresara.

Había algo que James había guardado para sí, con gran esfuerzo lo mantuvo oculto incluso de sus mejores amigos. Verás, sus vidas estaban ocupadas ahora, cada uno de ellos comenzando a perseguir sus propios sueños, desde James y Sirius involucrados en la academia de Aurores, hasta Remus quien se centró en sus estudios con la esperanza de convertirse en el profesor que todos sabían sería en el futuro, Peter todavía estaba decidiendo, pero sus amigos lo apoyaban de todos modos. Dadas las reuniones, los estudios y la vida que cada uno eligió, era imposible mantener lo que tenían antes, cuando dormían y despertaban juntos en Hogwarts. Por esta razón, a James le resultó un poco más fácil ocultar su plan secreto.

El retiro de James del mundo escolar, la pérdida de conocidos y el duelo por amigos habrían sido un periodo imposible en la vida de Potter, si no fuera por cierta joven de ojos verdes y atentos, que lo seguía, permaneciendo siempre consciente de lo que sentía. Thalia, que lo vio llorar, Thalia que lo vio gritar de furia, que lo vio derrumbarse y permaneció a su lado durante todo. Tocándole la cara para calmarlo antes de atraerlo hacia ella, como si fuera el más pequeño de ellos, James escondió su rostro en el hombro de la mujer, y ella lo envolvió con sus brazos como una barrera, manteniéndolo erguido y, de alguna manera, manteniéndolo a salvo. Por estas y otras innumerables razones, era obvio para James Potter que Thalia Black sería su esposa. Era un hombre de planes, y desde el principio de su relación había imaginado que se casaría con Thalia Black. Potter ya había elegido el anillo y había creado un plan cuidados para que esa noche fuera perfecta. Mientras preparaba la cena, su mente divagaba, repasando cada aspecto de su plan. De vez en cuando, se detenía a mirar la puerta, imaginando cómo luciría Thalia cuando entrara a la cocina.

A James le resultaba difícil mantener sus planes ocultos de Black, siempre le sorprendía cómo ella podía leer sus sentimientos, incluso sin que él tuviera que expresarlos con palabras. Thalia tenía una forma única de tocarlo, de mantenerlo de pie cuando estaba a punto de ceder. Él se refugió en sus brazos, apoyando su rostro en su hombro mientras ella lo envolvía en un abrazo protector. Fue por todas estas razones que James Potter supo, con certeza, que Thalia Black era, de hecho, la persona con la que quería pasar el resto de su vida. Sus manos trabajaban rápidamente, preparando la cena sin esfuerzo, solía hacer esto a menudo, disfrutaba cocinar para Thalia. Mientras preparaba todo, su mente vagaba hacia el plan cuidadosamente creado para esa noche. La imagen de la mujer, con sus ojos verdes y su expresión decidida, vino a su mente. El anillo cuidadosamente elegido había estado escondido en su bolsillo desde esa mañana, ansioso por ser finalmente entregado a ella. De vez en cuando.

Con el retraso de Black, una punzada de ansiedad recorrió a James mientras pensaba en la reacción de Thalia ante esa sorpresa. Aunque él que ella lo amaba tan profundamente como él la amaba (un sentimiento mutuo y absorbente que sabían nunca encontrarían el uno sin el otro), siempre había una sensación de duda casi dolorosa. Sabía que no podía permitir que esa duda empañara lo que sería un momento especial. James respiró hondo y con determinación y volvió a concentrarse en sus manos, continuando con la preparación de los ingredientes para la cena, ignorando el sudor que comenzaba a pegarse a sus dedos.

Thalia bajó las escaleras unos minutos después, oliendo el aroma de las salsas preparadas por James y mientras entraba a la cocina, todavía se arreglaba su túnica oscura y usaba un simple hechizo para atar los nudos de las botas altas que usaría esa noche en las rondas. Ella entró al comedor, viendo a James Potter de pie junto a la silla, los platos en la mesa y las velas colocadas alrededor de la habitación oscura, sonriendo miró a su alrededor.―¿Qué es esto?

James se giró hacia Thalia, una amplia sonrisa apareció en su rostro cuando vio a la mujer parada en la entrada del comedor, se arregló la túnica y se tomó un momento para recomponerse, antes de responder.

―Quería hacer algo... diferente.―respondió Potter mientras caminaba hacia ella y apoyaba su mano en la cintura de Black. El toque era ligero, pero seguro y cariñoso. Luego, James hizo un gesto para que se sentara en la mesa, su mirada se desvió brevemente de su expresión confusa, sacó su silla y esperó a que se acomodara.

Thalia siguió las instrucciones, aunque todavía no entendía muy bien las razones detrás de la repentina cena a la luz de las velas. Una vez que estuvo sentada, James tomó su lugar frente a ella, sus manos ahora descansando sobre sus rodillas que se movían rápidamente. Se sentía más nervioso de lo que quería admitir, aunque intentaba ocultarlo con una sonrisa tranquila. La luz de las velas reflejada en el rostro curioso de Thalia le hizo fijarse en esa visión por un momento, mirándola a los ojos verdes, luego se aclaró la garganta, recordando por qué debía tener coraje.

―Estoy... He estado planeando esto por algún tiempo.―comenzó, sus ojos aterrizando rápidamente en los de ella.―Creo que no hay suficiente palabras para explicar lo especial que eres para mí. Siempre has estado a mi lado, lo sabes. En todas las dificultades, me apoyaste, estuviste ahí para mí. Te debo mucho.―James hizo una pausa, su voz se quebró levemente, luego tragó saliva y continuó.―y Tengo una cosa más que decir.

Mientras el silencio reinaba a su alrededor, James sintió la importancia de las palabras que legía en cada oración. Quería demostrarle a Thalia lo mucho que apreciaba su presencia en su vida, era como poner en palabras un sentimiento que existía desde hacia tanto tiempo, una admiración que nació inesperadamente y que fue creciendo poco a poco, pasando desapercibida con e paso de los años, hasta ahora. La miró otra vez a los ojos verdes, con el corazón latiendo rápido y los dedos temblando, pero logró mantener la voz controlada y clara mientras hablaba de nuevo.―Has sido mi amiga, mi confidente, mi compañera. Y espero, deseo, con todo mi corazón que quieras ser algo más para mí.

Las palabras parecieron pesar mucho sobre ellos y James sintió que su corazón se aceleraba un poco más. Quiso hacerle entender la seriedad de sus palabras, así que respiró profundamente, tomando coraje una vez más y con cuidado, se arrodilló frente a ella, metiendo la mano en el bolsillo de su pantalón, sacando la pequeña caja de color burdeos que allí se guardaba.

―Esperé el momento perfecto para esto.―continuó suavemente.―Es difícil cuando cada momento contigo es como el cielo.―James entonces levantó su mano, abriéndola para revelar la pequeña y simple caja en su palma. Levantó la tapa, los ojos de Thalia se sintieron inmediatamente atraídos por la pequeña caja, y su mirada se fijó en el objeto, mientras un sonido apagado salía de su boca. James la miró, sintiendo un ligero escalofrío al ver el pequeño cambio de expresión en el rostro de la mujer que amaba, la única que amaría alguna vez, en esta vida y en todas las demás en las que al conociera, porque sabía que la conocería. Él correría, él nadaría, él se arrastraría para llegar hasta su ángel de ojos verdes, él buscaría la dulzura de su alma como un borracho que busca su camino, él la encontraría de nuevo, si tomara un mes o mil años, él lo haría, él sería de ella por todos sus años restantes, hasta su último aliento y aún después de eso, él la amaría.―Eres la única mujer que quiero a mi lado, por la eternidad. ¿Quieres, Thalia Black, ser mi esposa?

De repente, James Potter se encontró consciente de todo lo que ocurría en esa habitación, la anticipación que flotaba en el aire mientras el silencio se prolongaba, haciendo que el corazón de James latiera salvajemente mientras sostenía su mano, observando el rostro de Thalia, buscando alguna señal, cualquier cosa que le diera una indicación de lo que ella podría decir. Se dio cuenta, desde las llamas de las velas que parecían arder más brillantes, reflejando la tensión que llenaba la habitación, hasta el piso de madera que calentaba el ambiente del frente frío que se estaba formando afuera.

La espera fue casi insoportable, pero finalmente los labios rosados de Thalia se movieron y las siguientes palabras resonaron en la habitación silenciosa como un soplo de vida primaveral después del largo invierno.―Sí. Dioses. ¡Por supuesto!

+5 COMENTARIOS PARA PRÓXIMO CAPÍTULO :)

━━━━━━━━━━━

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top