𝟮𝟳. EMPEZAR DE NUEVO.
CAPÍTULO VEINTISITE.
'El tiempo te hechiza,
pero no me olvidarás'.
En medio de la oscuridad de su propia mente, Thalia se encontró atrapada en una pesadilla, reviviendo nuevamente la aterradora escena de la lucha contra los Mortífagos en el bosque que parecía ser una maldición. Mientras dormía, podía sentir el frío de la lluvia, las gotas heladas cayendo a su alrededor, mientras James la sostenía cerca de su pecho, ofreciéndole la protección y seguridad que tanto había extrañado en el tiempo que estuvieron separados. La joven Black parecía incapaz de olvidar la escena, mientras los miembros de la Orden comenzaban a retirarse, una tercera figura apareció, desapercibida y objetiva. La misteriosa figura, emergiendo de las sombras, atacó a Voldemort por detrás con sorprendente agilidad. Era como si existiera un sexto sentido que permitiera a una persona saber exactamente donde posicionarse en el momento adecuado. El ataque fue rápido y efectivo, y antes de que alguien pudiera recuperarse del shock, el atacante ya había desaparecido en la noche, despareciendo junto con los demás como si nunca hubiera estado allí. James y Thalia estaban atónitos, perplejos por lo que había sucedido. Mientras miraban hacia la dirección donde la persona parecía desaparecer, se miraron entre sí, un instante antes de que fueran apartados por miembros de la orden, era hora de irse.
Thalia se despertó repentinamente sobresaltada, sintiendo que su pecho subía y bajaba rápidamente mientras intentaba recuperar el aliento. La joven Black estaba envuelta en una manta de sudor, su ropa se pegaba a su cuerpo mientras intentaba sacudirse los recuerdos de la pesadilla. La chica miró a su alrededor, intentando orientarse, pero la oscuridad no ayudaba. Sintió que su pecho se oprimía, su corazón aún latía fuerte, nerviosamente apartaba su cabello de su rostro, rasgándose la propia piel sin darse cuenta.
―Thalia, hey, está bien.―James se movió, sujetando sus muñecas con suavidad y alejándola con firmeza antes de que ella se causara lesiones mayores.―Mírame, estás bien, se acabó, ya no estamos más allá.
Pero la mente de Thalia seguía trabajando en su contra, tratando de recuperarla. A veces estaba en su cama, su amor sosteniéndola en sus brazos y acariciando su espalda, susurrándole palabras reconfortantes. A veces estaba de nuevo viendo a Alastor Moody perder el ojo al mismo tiempo que el cuerpo frío de Evan Rosier caía a los pies de Thalia, un ojo por una vida. La transición entre esos estados, entre el pasado y el presente, fue tan repentino que dejó a Thalia confundida y desequilibrada mientras intentaba desesperadamente anclarse al presente, sus recuerdos sin embargo eran tan recientes y vívidos que era casi imposible separarlos de la realidad. En sus segundos de lucidez sintió lástima por James, quien seguía intentando calmarla, sin saber cómo lidiar con la confusión mental de la joven Black.
Los minutos pasaron lentamente, la lucha de Thalia es tomada por James y se convirtió en la guerra que libaron juntos, al final del llanto y la agonía, ella abrió los ojos para ver su rostro, tocar la barba que comenzaba a crecer nuevamente y luego sentir sus labios en las yemas de sus de dedos, era su manera de volver en sí, de estar segura de que James estaba ají, una de sus únicas razones, el único que nunca la había abandonado. James permaneció en silencio, dejándola tomarse su tiempo. Sintió el peso de los recuerdos aún tan presentes en Thalia como en él mismo, la confusión en su mente por una guerra de la que habían oído hablar durante tanto tiempo pero que ahora presenciaban.
La chica no pudo volver a dormirse, pese a que fingió un sueño profundo para que su novio pudiera volver a dormirse, ya que él se negaba a cerrar los ojos delante de ella. Thalia escuchó los latidos del corazón de James, un recordatorio constante de que él estaba allí a su lado, su ancla física, una razón para regresar de su tormento. Así fue como salió el sol, los ojos de la joven Black estaban pesados por un sueño que nunca llegaba, se levantó antes que él, se bañó y su túnica oscura traído por Pandora a la casa de James días antes de lo ocurrido en el bosque.
Thalia no entendía muy bien dónde empezaba su duelo y si alguna vez terminaría, como tampoco dónde encajaba ese duelo en tantas cavidades de su ser. Podría ser, por la respuesta más obvia, el primo que vio crecer, por el mido a la muerte inminente que envolvía a todos como una niebla, la sensación tortuosa de que cada paso es el último, que cada adiós es eterno y que los recuerdos de un tiempo de paz pronto parecerá imaginario, delirios de una mente afligida. Estaba cansada de intentar darle sentido a todo, sin éxito. El miedo, la tristeza y la ansiedad eran ahora compañeros constantes en su corazón, haciéndola dudar cada día más de sí misma en esa niebla de desesperación que parecía interminable.
Thalia bajó las escaleras con pasos lentos, empujándose el cabello oscuro detrás de las orejas mientras caminaba. Cuando llegó a la cocina, se acercó al fregadero y se lavó las manos con agua fría que le recordó a las paredes frías que una vez la rodearon. Llenó la tetera con agua y la puso en la estufa para calentarla. Mientras esperaba, se apoyó en el lavado y cerró los ojos por un momento, disfrutando del reconfortante silencio de la mañana.
―Veo que a diferencia de mi hijo, tú eres una persona mañanera.―Fleamont bromeó, de los días que Thalia había pasado allí, este fue el primero en el que estuvo presente, James insistió en que su padre se mantuviera alejado durante la guerra, viviendo en la casa que los Potter tenían en el campo.
Thalia se dio la vuelta y una suave sonrisa apareció en su rostro mientras miraba al hombre de cabello gris.―¿Entonces ya estás acostumbrado a sus balbuceos?
―¡Oh, si!―el señor Potter rio entre dientes mientras se acercaba al mostrador, cortando rebanadas del pan que Thalia había hecho la tarde anterior.―La primera media hora después de que te despertaste, ¿te asustó? Parece más bien un troll parlante.
―Si, dio miedo.―Thalia rio suavemente, agitando su varita, acelerando el calentamiento del agua, con una gracia que sólo ella podía tener.
Fleamont sonrió ante la respuesta juguetona de Thalia, observando como aceleraba el calentamiento del agua con un elegante movimiento de su varita, la chica le recordaba a su amor eterno, tan impaciente era Euphemia por al cocina, usando magia en cada receta que conseguía.
―Realmente tienes un don con la magia.―comentó al notar la forma natural de la chica, cortando las rebanadas de pan aún frescas, tratando de desviar la atención de sus recuerdos.―James siempre ha sido así, desde pequeño.
―Me lo puedo imaginar.―respondió Thalia, su expresión mostraba un poco de diversión ante la imagen de James como niño pequeño, refunfuñando y quejándose de la mañana. Se volvió hacia la tetera, que empezaba a silbar, y apagó el fuego. No tardó mucho en preparar café, ofreciéndole una taza al señor Potter, así como un trozo de pan recién cortado. James apareció en la puerta de la cocina, su cabello más despeinado que nunca, sus cejas oscuras húmedas por el lavado matutino de su piel mientras caminaba con su pijama rojo. Thalia sonrió, volviéndose hacia él.―Buenos días mi amor.
James murmuró algo indistinto mientras se acercaba a ella, envolviendo un brazo alrededor de su delgada cintura y acercándola a su pecho. Apoyó su barbilla sobre su cabeza mientras cerraba sus ojos marrones. pareciendo desear unos minutos extra de sueño con Thalia ese sábado de primavera. El tercero en la casa, Fleamont, observó la escena con una leve sonrisa, preparándose para salir de la cocina y darle a la pareja un poco más de privacidad.
―Deténgase ahí, señor Potter.―James finalmente logró pronunciar, so voz ronca por la mañana hace que Thalia esconda su rostro sonrojado en su hombro.―Todavía tenemos que hablar de la casa.
Fleamont sonrió mientras sacudió ante la mirada de su hijo recién despertado.―Ahora no, chico impactado.
James frunció el ceño, confundido por el apodo, pero Thalia se rio pasado sus manso por el cabello oscuro de Potter, intentando sin éxito que se mantuviera en su lugar. Soltó un gruñido de mala gana ante la terquedad de su padre, quien claramente no estaba muy entusiasmado con la idea de discutir cosas importantes tan pronto. De cualquier manera, el mayor logró demorarse como quiso, ya que James estaba distraído por la risa de la bruja en sus brazos.
Él dejó escapar un suspiro cuando sintió sus manos en su cabello, tratando en vano de arreglarlo, sus dedos apretando ligeramente alrededor de su cintura mientras susurraba.―No tiene sentido intentarlo, amor.
El joven Potter tenía razón, y Thalia hizo pucheros antes de darse por vencida, lo que provocó que el chico tuviera la debilidad de inclinarse y besar sus labios rosados, aprovechando que su padre ya no estaba en la cocina sino en la sala, intentando hacer funcionar el televisor. La mañana transcurrió tranquila en comparación con la noche turbulenta que tuvieron, la joven Black acompañó a su novio al jardín, sentándose a disfrutar un poco más del cálido sol de las once de la mañana. Ese sábado, sentados sobre el césped, disfrutaban del agradable calor mientras conversaban de cosas triviales, evitando ambos el miedo y la incomodidad que venían cuando surgían asuntos de guerra. James observó a Thalia mientras cerraba los ojos, sintiendo la luz del sol debajo de las pecas que salpicaban su rostros como puntos perezosos. James admiraba a la joven, convencido de lo afortunado que era de tener a alguien como ella a su lado, una voz tranquilizadora en medio de la guerra que asolaba a la sociedad mágica.
La calma momentánea se abandonó cuando se escuchó un crujido en dirección a la puerta, los dos se levantaron rápidamente, dirigiéndose hacia la entrada con pasos vacilantes, sosteniendo discretamente sus varita entre la palma y los dedos, permanecieron desconfiados hasta que notaron que era Sirius Black, que apareció frente a la puerta. Sirius, estaba de pie en la entrada, vestido con ropa oscura, con el cabello todavía húmedo por lo que parecía una ducha reciente. La tensión en el aire era palpable mientras James y Thalia observaban la figura enojada del primo de la chica, sus ojos estaban rojos, señalando que no había dormido en absoluto durante la noche. Su túnica oscura solo contribuía a su apariencia sombría y desaliñada. Sirius se quedó quieto por un momento, mirándolos con sus ojos grises llenos de ira. Parecía dudar en dar un paso más, como si tuviera algo importante que decir pero no supiera cómo empezar.
Thalia no se movió, miraba a su primo con confusión, era posible notar que algo estaba muy mal, algo que habían evitado que James descubriera hasta ese momento. Potter caminó hacia la puerta, la abrió y le dio la bienvenida a Sirius, quien se acercó y susurró algo. El hermoso día soleado contrastaba con el pesado gris de tristeza que cubría a los dos hombres, no se escuchaba más que silencio, la negación cayendo sobre James por un instante antes de darse cuenta, era una verdad innegable. Mientras se arrojaba a los brazos de Sirius y los dos chicos se consolaban mutuamente, Thalia no lo interrumpió, entró con pasos silenciosos, no era un dolor que ella pudiera entender tan bien como ellos, porque mientras caminaba hacia la encimara de la cocina y abría el periódico que todos ignoraban esa mañana, leyó el artículo de la segunda página: el mortal desastre Mckinnon, el incendio que se llevó a una familia entera.
✶ . ϟ . ✧ .
✧ ・ ゚ : ₊ ˚ ˑ ༄
Thalia nunca se apartó de James, pasó el día y la noche con los ojos abiertos, consolándolo lo mejor que podía, se vistió al día siguiente para el velorio, con el vestido más largo que pudo encontrar y agradeció que le llegara hasta las rodillas. Ocultó sus ojeras bajo sus ojos con maquillaje profundo y le tendió la mano a su novio antes de aparecerse, caminó en silencio entre las tumbas, sus manos cubiertas con guantes oscuros que cubría la mano derecha de su novio. El velorio fue silencioso y lloroso, a diferencia de Marlene Mckinnon, con su aura fuere y feliz. Era triste pensar que el futuro no la encontraría, que se había ido sin cumplir los diecinueve, que aún no había dejado su huella en el mundo más allá de los recuerdos de los veinte presentes para despedirse.
El funeral, el entierro y el viaje de regreso a casa transcurrieron en silencio, Thalia preparó la cena, Fleamont estaba nuevamente lejos de la guerra, en su casa de campo donde nadie podía alcanzarlo. James estaba en la sala, recostado con la cabeza apoyada en el sofá, se estaba despidiendo de su juventud de una vez por todas, necesitaba proteger a sus amigos y familiares, especialmente necesitaba proteger a la mujer de brillantes ojos verdes que le trajo el plato de comida y le sonrió suavemente mientras se sentaba a su lado. Los dos comieron al son del televisor y los cubiertos, la lluvia primaveral hacía poco ruido y no era agresiva en su forma, por eso el golpe a la puerta se escuchó con facilidad.
Thalia se levantó primero, la varita previamente que previamente había estado en la mesa de café se acercó mientras caminaba hacia la puerta, el hombre detrás de ella prácticamente la levantó del suelo cuando tocó el pomo de la puerta, mirando a Black con una mirada de reprimenda mientras señalaba la mirilla por la que ni siquiera pensó en mirar. Potter, sin embargo, así lo hizo, y luego bajó su varita y abrió la puerta un poco.
―Alberta.―alguien susurró afuera, una contraseña que seguía cambiando.
―¡¿Pusiste mi horrible nombre como contraseña?!―exclamó Thalia, la punta de su nariz se puso roja de irritación mientras se cruzaba de brazos, mirando a Potter.
―Solo para Pan y Andy.―James levantó las manos en señal de rendición antes de abrir la puerta.
Thalia dudó, hacia tiempo que no veía a su hermana. A Andrómeda le gustaría ser miembro activo de la orden, pero no podía, era madre de una niña traviesa, tenía a su propio bebé que proteger, Thalia evitaba pensar en ello, negándose a sentir celos de su hermana a los dieciocho años. Pandora, sin embargo, le trajo su ropa y le dio a James la noticia sobre ella. Black pensó que estaban bien, pero cuando su prima entró con la cabeza gacha mientras saludaba a Potter y la miraba de reojo, evitando incluso tocarla, comprendió que no era así. Pandora siempre había sido diferente y ahora estaba abrumada por el dolor de la pérdida de su hermano gemelo.
―¿Cómo has estado?―preguntó Thalia en voz baja, como si tuviera miedo de asustarla si hablaba fuerte.
―Volví a pintar.―respondió Pandora mirando hacia otro lado, su cabello casi blanco estaba despeinado y las zonas alrededor de sus ojos estaban de un rojo brillante.―Evan y yo solíamos tomar clases de pintura juntos antes, ¿lo sabías?―Rosier preguntó sin esperar respuesta, Thalia y James se miraron con duda.―Es mi primera vez en un mundo donde él no existe, él era el gemelo mayor, sabes.―continuó mientras los otros dos guardaban silencio, la culpa y la duda los carcomían.―Supongo que eso es lo que pasa con los hermanos, ¿no? No son como los padres o los abuelos, siempre imaginamos que los perdemos, pero a los hermanos no.
Thalia miró hacia otro lado, era un discurso dirigido solo a ella, James tenía amigos, mejores amigos incluso, pero no tenía un lazo de sangre como ese.
―Creo que tu hermana también siente lo mismo.―dijo Pandora, extendiendo un bolso y entregando un sobre.―Ella ordenó que lo trajeran.
Thalia sostuvo el bolso y el sobre en sus manos, miró los objetos con duda mientras analizaba el bolso de cuero, demasiado grande como para ser un regalo y demasiado grande para ser una maleta, el contenido sin embargo era pesado y Thalia casi lo dejó caer. La chica miró a Pandora con duda, esperando explicaciones, pero la rubia se volvió a cubrir con la capa azul oscuro, cubriendo su cabello rubio con la capucha mientras tarareaba casualmente, aunque se rascaba sus propias cutículas mientras caminaba hacia la puerta.
―Lo siento por Marlene.―Rosier se dirigió a James esta vez, mirando al chico que estaba mirando por encima del hombro a su novia tratando de ver qué había en el bolso. Se detuvo y sus ojos marrones se volvieron hacia Pandora, que estaba parada allí en la puerta.―Ella era amable, y también muy divertida.
James sonrió débilmente, pero el brillo en sus ojos era genuino mientras recordaba los buenos momentos con su amiga, asintió haciendo que Pandora le devolviera la sonrisa.―Realmente lo era.
Pandora se dio la vuelta nuevamente, las visitas rápidas ahora eran muy normales entre ellos, todos estaban ansiosos por poder permanecer en la comodidad y seguridad de sus hogares, en tiempos como estos cada minuto fuera de sus hogares protegidos por hechizos era un riesgo mortal para ellos, los miembros de la Orden eran los que más se movían, Pan no era parte de ellos, pero era una gran alidada para todos. Mientras abría la puerta y salía, Thalia dio un paso adelante, agarrando la bolsa con más fuerza mientras forzaba su voz a salir de su garganta, su voz salió un poco ronca mientras preguntaba.
―¿Quién envió esto, Pan?―sabía que podía descubrirlo fácilmente, con sólo abrir la bolsa o incluso el sobre, pero la ansiedad y el miedo dentro de ella no se lo permitían. Ella quería creer que fue Andrómeda quien se lo envió, aunque sabía que sonará absurdo. Ella no salía mucho de su escondite, y enviaba a Ted allí para darle noticias, tal como lo hizo en las reuniones de la orden, a la cual Thalia no había sido invitada, lo que estaba poniendo de los nervios al miembro más activo de la comunidad: James Potter, a quien le gustaba mucho llevar a Thalia consigo a todas partes, ya fuera por su sobreprotección o por sud deseo patológico de tenerla cerca todo el tiempo.
Pandora se giró una última vez, ya estaba afuera y el viento que traía la lluvia agitaba los hilos blancos que se escapaban de su capucha. Habló con calma antes de desaparecer.―Narcissa.
+5 COMENTARIOS PARA PRÓXIMO CAPÍTULO :)
━━━━━━━━━━━
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top