𝟮𝟯. CASI LO TUVIMOS TODO.
CAPÍTULO VEINTITRÉS.
' y me llamas una vez más solo para romperme
como una promesa, tan casualmente
cruel con la excusa de ser honesto '
ADVERTENCIA: violencia contra la mujer, abuso psicológico.
La puerta oscura estaba dividida entre tonos carmesí y un extraño tono de gris chamuscado, como una bomba que hubiera sido arrojada contra la madera a propósito. Thalia Black vestía un vestido rosa en un tono muy suave que resaltaba el verde de sus ojos, sujetaba fuertemente s bolso blanco a su costado mientras ingresaba al establecimiento, mirando a su alrededor rápidamente encontró a quien buscaba y caminó hacia allí con pasos firmes, lentos, casi inciertos.
Era un día caluroso a finales de abril, no era común tanto calor, pero el clima estaba desordenado, obligando a Thalia a sufrir del sudor y la irritación de la piel caliente. Nada de esto cruzó por su mente mientras se sentaba en la silla de madera y miraba a la bruja frente a ella, que llevaba su cabello castaño atado en una trenza, sus ojos grandes almendrados reflejaban su ansiedad mientras las yemas de sus dedos se volvían blancas al apretarse en la tela de su vestido marrón.
―Hola Tata.―Andrómeda Tonks sonrió, mirando a su hermana con ojos brillantes, admirando cada detalle maduro de la chica, estudiando sus rasgos, recordando lo que había olvidado, buscando todo lo que había perdido.
―Hola.―respondió Thalia, haciendo lo mismo con su hermana sin quererlo, su cerebro parecía activar todo lo que había tratado de mantener oculto durante todos esos años.
Thalia y Andrómeda habían intercambiado cartas todas las semanas durante esos cinco meses. Al principio, las conversaciones siempre empezaban con una extraña disculpa, peor ahora eran tan rutinarias que la mayor ya sabía bastante sobre la vida de su hermana menor. Las cartas eran largas, las letras eran pequeñas y había mucho que decir. Pero había una razón por la que Thalia había pedido reunirse en persona, a pesar de todos los riesgos, había algo que había sucedido hace casi un mes y seguía invadiendo la mente de Thalia aunque ella intentara evitarlo. Y Black sabía que no había nadie a quien pudiera contárselo, excepto a su hermana mayor. Cuando este pensamiento la invadió le pareció casi irreal, después de todos esos años sin tenerla, la chica no podía mentir y decir que no existía un temor constante de que un día las cartas de Andrómeda dejaran de llegar y ella desapareciera dejándola sola nuevamente. La chica sabía que ese era un miedo que nunca la abandonaría, por mucho que su hermana intentara borrar el pasado.
Las dos pidieron trozos de pastel y té para beber mientras conversaban, ninguno de los dos mencionó a su familia, sus padres o hermanas, fueron temas que evitaban todo el tiempo. Andrómeda contaba sobre los dulces y panes que hizo durante mucho tiempo mientras permaneció oculta en el mundo muggle trabajando en una panadería, y Thalia escuchaba como una niña curiosa, asombrada por absolutamente todo lo desconocido, imaginando cómo sería una vida sola. Sea como un trabajo ordinario, una vida normal.
―¿Y cómo está ese amigo tuyo?―Andrómeda preguntó después de un tiempo, había una entonación muy sugerente en la pregunta de la morena cuando sus labios se curvaron en una sonrisa elocuente al ver a su hermana sonrojarse.
―James está bien.―ella respondió porque sabía que era el único amigo del que a su hermana le interesaría saber algo. Thalia se colocó un mechón de cabello negro detrás de la oreja.―Hoy está entrenando el equipo de Quidditch, tienen un partido importante el próximo mes, habrá scouts aquí, los chicos están emocionados.
―¿James quiere se jugador profesional?―preguntó Andrómeda, mordisqueando el pastel de cereza mientras miraba fijamente a su hermana.
―Podría, es un jugador excelente.―Thalia elogió, con una sonrisa irreprimible formándose en sus labios rojos mientras mencionaba el talento del chico. Andrómeda parecía darse cuenta y se rio un par de veces, lo que hace que Thalia entrecerrara los ojos. ―Cállate.
―¡Está bien!―la mayor levantó las manos en señal de rendición pero siguió riendo mientras su hermana se cruzaba de brazos, justo como cuando era niña y trataba de insistir en algo. Andrómeda pasó sus dedos por sus labios como si cerrara una cremallera antes de volver a hablar.―¿Y tú qué? ¿No deberías estar entrenando también?
La pequeña sonrisa de Thalia despareció, bajó la mirada jugando con su torta de limón antes de masticar un trozo muy lentamente, reuniendo el coraje para decirle a su hermana que estaba tan asustada que no puso ninguna oposición cuando su madre decidió sacarla de su deporte favorito. Ella ya podía imaginar los pensamientos de Thalia sobre ella, probablemente serían los mismos que los de Sirius, ya lo había escuchado hablar de que su prima era un perro entrenado. Espíritus libres y valientes como Thalia y Sirius no entendían a aquellos con el corazón pesado y encerrados en una jaula. Hay una maldición sobre las personas como ella, que se encadenan a otros y no pueden soltarlos, aquellos que se aferran a los recuerdos, incluso a aquellos que nunca existieron, que han sido manipulados en sus mentes para que parezcan el cuento de hadas en el que ella quería para vivir, por eso todavía se quedaba, por eso nunca podría escapar.
―Ya no me gusta el Quidditch.―ella mintió, porque los juicios de Andrómeda no eran lo que ella necesitaba en ese momento, de hecho solo necesitaba algún consejo.
―¿En serio?―Andrómeda cuestionó sorprendida, pero cuando vio que Thalia asintió, después de todo ya no era la niña de once años que conoció, de hecho es un poco más que su hermana pequeña que aún conocía y eso la perseguirá por mucho tiempo. Esta vez es Andrómeda quien mira hacia otro lado, nuevamente avergonzada por su ausencia, le tomó unos segundos volver a hablar.―En la carta dijiste que necesitabas decirme algo.
Thalia se movió en la silla, cruzó las piernas y agarró con más fuerza la taza que tenía frente a ella. Miró a su alrededor, aunque sabía que no había nadie de Hogwarts allí. La cafetería estaba demasiado lejos de Hogsmeade para que los estudiantes estén dispuestos a caminar hasta allí. La joven golpeó con las yemas de los dedos la madera clara de la mesa y luego respiró profundamente, observando la luz del sol que entraba por las ventanas, dándole al lugar un tono amarillento y tan claro como la luz debe parecer.
―¿Te enteraste de mi compromiso?―preguntó nerviosamente, aunque ya sabía la respuesta.
―Sirius lo mencionó en una de las cartas.―dijo Andrómeda con cuidado mientras miraba a su hermana, ella sabía que ese no era el deseo de Thalia, ella quería sus viajes más que nada y si quería casarse no era con Crouch.―Lo siento.
Thalia abrió la boca pero descubrió que no tenía nada que decir, la sorpresa la invadió, nadie le había dicho que lamentaban su situación. Lo único que recibió fueron felicitaciones, por las que agradeció de corazón. Escuchar algo así de alguien de su familia parecía casi irreal. La mas joven entonces recordó que aquella era Andrómeda.
―Gracias.―dijo Black son sinceridad, en ese momento algo sucedió cuando sus miradas se encontraron, una comprensión silenciosa de sus necesidades que se desvanecen cuando las dos hermanas finalmente están juntas.
Pero hay algo más que Thalia quiere decir, y Andrómeda puede leerlo entre líneas de su comportamiento. De hecho, eran pocos los que no podían hacerlo, si prestaban la debida atención. La muchacha no sabía ocultar ni la felicidad que la llenaba ni el terrible miedo a las consecuencias.
―Estoy enamorada.―dijo Thalia en voz alta por primera vez. El sabor en su boca es demasiado dulce para alguien que hace unos minutos estaba disfrutando un pastel de limón.
―¿Ah, sí?―Andrómeda preguntó sin ninguna sorpresa.―¿Y James Potter sabe esto?
El rostro de Thalia es invadido por el rubor rosado de la vergüenza y la hermana mayor puede imaginar a chica escondida entre sus manos exactamente como lo hacía cuando era niña, nuevamente sin sorprender a Andrómeda, esto es precisamente lo que hizo la chica con las uñas cubiertas de un esmalte ligeramente rosado. Le gustaba el vestido que llevaba.
―Encontrar a la hermana desaparecida de la prima de tu mejor amigo es todo un esfuerzo, incluso para un chico muy noble.―Tonks se burló, haciendo que las manos de Thalia regresen a su regazo mientras dejaba escapar una pequeña risa.―Además, es un nombre repetitivo en tus escritos.
Thalia asintió, era cierto, ella escribía mucho sobre James en sus cartas que no tenían nada que ver con el chico, pero ya no podía evitarlo, él estaba en todas partes, sus pensamientos volvían a él incluso para las cosas más contingentes que encontró.
―Algo pasó.―Black habló de forma más directa esta vez, a medida que se acercaba el momento de regresar al castillo.―En mi cumpleaños.
―¿Hace un mes?―Andrómeda preguntó sorprendida.―¿Y lo has guardado todo este tiempo?
Thalia no entendía la sorpresa de su hermana por su silencio. Estaba tan acostumbrada a no hablar de sí misma que ni siquiera se daba cuenta cuando había algo que debía comentar.
―Bueno, resulta que me tomó del pelo y...―ella todavía no quería ahondar en su falta de comunicación en ese momento.―Nos besamos.
―¡Qué bueno, Tata!―Andrómeda rio, aplaudiendo como lo haría una adolescente, se tapó los labios con la mano y siguió riendo.
―¡¿Qué?!―Black se giró hacia ella sobresaltada.―¡Eso es terrible! ¡Tengo un prometido! Si mamá se entera...―Thalia tiró de su propio cabello, sin importarle más la regla silenciosa de no mencionar a la familia.―¡Y es James!
―¿Y?―Andrómeda parecía ignorar todos los obstáculos mencionados por Thalia y se centró solo en la última parte.―Quieres a otra persona, no eres la primera mujer que lo hace.
―¡¿Otro prometido?! ¡¿Qué?!―Thalia sentía que su hermana se había vuelto completamente loca y estaba tratando de hacer que ella también se sintiera así.―¿Te lo puedes imaginar? ¿yo? ¿esposa de ese grosero? ¡Estúpido!
Andrómeda echó la cabeza hacia atrás riendo aún más, era imposible, el timbre de su risa era demasiado contagioso para que Thalia pudiera evitarlo, antes de que pudieran darse cuenta las dos estaban compartiendo sollozos después de unos minutos de risa. Terminaron caminando juntas por Hogsmeade camino a casa, con los brazos entrelazados mientras sincronizaban sus pasos, encontrando que era el colmo de la diversión. Se detuvieron en el puente que dividía el camino, la menor necesitaba regresar al castillo y la mayor necesitaba regresar a casa, se despidieron con un abrazo, cualquier mal presentimiento que flotaba en el aire al principio desapareció en ese minuto.
―Thalia.―Andrómeda llamó, sosteniendo el rostro de su hermana entre sus manos. Los ojos verdes, todavía muy curiosos, como cuando tenía once años, miraron atentamente a la mayor.
―No tienes que casarte con Bartemius, no tienes que sobrevivir a una vida que no elegiste, simplemente puedes irte.
Thalia dio un paso atrás, encogiendo ligeramente los hombros mientras un repentino escalofrío la invadía. De repente parecía distante, su mente perturbada alejó cualquier pensamiento de huir.
―No puedo.―ella susurró.―Eso no sería justo para Regulus.
―¿Regulus?―preguntó Andrómeda, su voz tomó un tono de desconfianza, sus ojos parecían querer decir algo pero Thalia no podía entender. La mayor se acercó de nuevo, sus manos pálidas ahuecando las mejillas pecosas de su hermana menor, tal como lo había hecho cuando eran más pequeñas, antes de la guerra, antes de todas las pequeñas batallas que Thalia había estad peleando durante más tiempo del que podía recordar.―Thalia, tienes que olvidarte de esto. Tienes que dejar de vivir una vida para los demás.
―No lo entiendes, si me voy...
―¿Qué? ¿Qué más podría pasarle a Regulus? Él ya es un Mortífago.―señaló Andrómeda luciendo nerviosa al mencionar el nombre del miembro más joven de la familia.
―¿Cómo sabes eso?―preguntó Thalia mirando nuevamente a su hermana.
―Me lo dijo Sirius.―Andrómeda dijo una verdad a medias, Thalia pudo verlo pero no lo cuestionó.―Todos ellos ya tienen su propio destino, Thalia, no puedes ayudarlos, pero sí puedes ayudarte a ti misma.
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Su cabello negro se extendió por el viento que la golpeaba mientras caminaba por el pasillo oscuro, sus pasos rápidos y los tacones oscuros de sus botas resonaban mientras pronunciaba nerviosamente la contraseña para ingresar a la sala común de Slytherin. Sin importarle las miradas sucias que los chicos le daban mientras caminaba hacia el dormitorio de los chicos, Thalia Black continuó hasta llegar a su destino, abriendo la puerta sin siquiera tocar, haciendo que Bartemius saltara de la cama y rápidamente escondiera algo debajo de la cama. La chica no se molestó en preguntar qué era y tampoco le importaba, se detuvo frente al chico y agarró sus muñecas, él intentó esquivarla pero sus uñas se apretaron, haciéndolo gruñir y permitirle levantarle las mangas de la camisa blanca.
Nada.
No había absolutamente ninguna marca oscura y horrible en los antebrazos del chico, no era lo que Thalia estaba esperando, debería haber estado allí, ese cráneo repugnante, ese diseño ridículo. Debería estar allí, Pero eso no fue así y Thalia no pudo entender por qué. Estaba segura de haber oído a Bartemius alardear de ello, incluso lo había visto con el rabillo del ojo cuando le mostró la marca a alguien, algo andaba mal.
―¿Dónde está?―preguntó con impaciencia.
―Buenas noches mi amor, ¿tanto me extrañaste?―Barty la esquivó envolviendo su brazo alredor de su cintura y acercando los labios a su cuello, mordiéndola ligeramente.
―¡Fuera!―Thalia empujó sus hombros, haciendo que el chico tropiece y caiga nuevamente sobre la cama.―¿Dónde está la marca?
Bartemius parecía aturdido por la reacción de la chica, pero su asombro fue rápidamente reemplazado por una extraña vergüenza que hacía que el chico mirara hacia otro lado como si alguien lo hubiera sorprendido haciendo algo malo. Thalia se cruzó de brazos mientras la comprensión la golpeaba lentamente, las piezas lentamente encajaban en su lugar.
―No tienes la marca.―dijo con una sonrisa sádica en sus labios mientras las palabras se escapaban en un susurro para sí misma, pero Barty parecía escuchar mientras se levantaba tratando de alejarse.―¡Por eso no puedes irte sin Regulus! ¡Él tiene la marca, tú no!
―¡Deja de decir tonterías!―Bartemius se dio la vuelta, empezando a verse más irritado.
―No te dio la marca.―Thalia no sabía por qué ser reía, tal vez realmente se estaba volviendo loca, pero burlarse de Bartemius le da más placer del que él jamás podría darle.―No eres lo suficientemente bueno ni siquiera para él.
Toda la diversión que Thalia pudo haber sentido por ese pequeño momento se desvaneció en el momento en que él se acercó, tan rápido que ella no tuvo tiempo de huir. Su mano ahora parecía tres veces más grandes cuando la rodeó por el cuello, empujándola contra la puerta, haciendo que su rostro se golpee contra un viejo adorno navideño. No hay hojas y las espinas secas le arañan la cara, que pronto comenzó a sangras. Thalia no se consideraba bajita cuando usaba sus botas negras, medía cerca 1,70 cm, pero en ese momento no pudo evitar sentirse pequeña como una niña incapaz, su mano intentó meterse en su bolsillo para alcanzar su varita, pero le agarró el brazo con tanta fuerza que la piel pálida no pudo evitar enrojecerse.
Los ojos de la chica, siempre vivos y curiosos, ahora solo emiten el miedo que grita en su alma, ella lo miró y supo que él podría hacer lo que quisiera si ese fuera su deseo, por más que lo intentara, Thalia no tendría la fuerza para detenerlo. Su miedo va más allá de terminar con moretones o cicatrices, la falta de aire la invadió, ya sea por la mano que apretaba su garganta o por la debilidad de sus intentos por escapar. Su insignificante la golpeó, para Bartemius ella no es nada, es mucho menos que eso, la facilidad con la que la convierte en un juguete que rompe cada vez que ella lo irrita hace que la joya Black quede reducida a nada, todos sus días, los enfrentamientos que una vez se enorgullecía de ganar, todas sus batallas son pequeñas, fútiles, indignas de mérito cuando ella se transforma en nada.
―Voy a conseguir esa marca.―murmuró Bartemius entre dientes, su rostro muy cerca de ella, haciéndola cerrar los ojos y desear que, lo que fuera que fuera a hacer, lo hiciera de inmediato.―En cuanto ocurra esa maldita boda voy a conseguir esa marca.
Los ojos de Thalia se abrieron de nuevo, sus palabras se hundieron en su mente hasta que lo comprende por completo, parpadeó, sin dejar que las lágrimas caigan, no puede dejar que él gane tanto.
―Por eso apresuraste el compromiso.―susurró, con el lado derecho de su rostro todavía presionado contra la puerta, su sangre manchando la madera.―Necesitas esto.
―Qué inteligente.―se rio, esa risa amarga y desdeñosa que te pone los pelos de punta. Su agarre se hace más fuerte y él se acercaba más.―Colaborarás, ¿entiendes? No seas graciosa, Thalia. No intentes nada con ese bastardo de Potter o juro que acabaré con su vida delante de ti.
―Como si pudieras.―Thalia peleó con su única arma en este momento; sus palabras. Su voz era débil y su cara roja por la falta de aire que entra a sus pulmones.―Podrías vivir mil vidas y aún así no ser ni la mitad del hombre que él es.
Tan pronto como terminó de hablar, la chica supo que la paciencia de Bartemius se agotará, que su agarre será tan fuerte que no quedará aire, que su puño la golpeará y su mente se entumeciera, después de lo cual estará en sus manos, si fuerzas para luchar. Ella estaba preparada para esto, y sabía qué habría sucedido si Evan Rosier no hubiera irrumpido en la habitación en ese momento, empujando a Thalia que estaba siendo empujada contra la puerta, obligando a Bartemius a dejarla ir.
―¡¿Qué carajos?!―Evan miró entre su mejor amigo y Black, quien respiró fuerte y profundamente, tratando de recuperar los minutos de aire que le fueron robados. Él notó la sangre en su mejilla, la marca de los dedos en su muñeca, el enrojecimiento de su cuello, lo notó todo, pero pretendió no verlo.―Thalia, será mejor que te vayas.
A Thalia no le importó mirar a los dos chicos una última vez, salió tambaleándose de la habitación, deteniéndose al final del pasillo, apoyándose en la pared y respirando profundamente, la puerta detrás de ella se cerró, los miedos de Thalia quedaron encerrados. Se alejó, se bajó la manga de la blusa, ocultando las marcas de los dedos, y luego se abrochó la blusa blanca hasta arriba, cubriendo el enrojecimiento, se pasó las manos por el cabello negro y salió lo más rápido que pudo.
Era de noche, es su día de ruta, los monitores estaban caminando por el castillo, Thalia había logrado cambiar sus rutas durante todo el mes para evitar a James desde el beso, pero ahora es exactamente hacia él hacia quién corre. En medio de las escaleras, ni siquiera Peeves, el poltergeist, intentó jugar con ella. La muchacha bajó las escaleras hasta que encontró a James apoyado en el armario cerca de la cocina, haciendo girar la snitch dorada entre sus dedos como si fuera una moneda. Sus ojos se encontraron con los de ella y detuvo lo que estaba haciendo, soltando la snitch dorada sin importarle si el objeto desaparecía en el aire.
―Thalia.―dijo su nombre, haciéndolo sonar tan ligero y sereno como un sueño. Sus ojos oscuros parecieron ver dentro de sus lágrimas y encontrar su alma.―¿Qué pasa?
La chica no respondió de inmediato, corrió hacia sus brazos que no dudaron en envolverla, atrayéndola hacia él con afecto, Thalia lloró suavemente en su pecho, su atención se dirigió hacia el moretón en su mejilla y la ira lo invadió, él aún no sabía nada pero quería hacer sufrir a alguien, no importaba si fuera el mismo Voldemort quien la lastimó, no dudaría en devolverle el daño.
―¿Te escaparías conmigo?―Thalia susurró, su voz sonó tal débil que no estaba segura de que él pudiera escucharla.
Pero James la entendió muy bien.
―Si.
+5 COMENTARIOS PARA PRÓXIMO CAPÍTULO :)
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