𝟭𝟱. JAMES, BILLY JOEL.

CAPÍTULO QUINCE.
'La voy a dejar ir, ha llegado el momento'.

La nieve cubría el suelo, cada copo se trazaba perfectamente en la acera, el diseño en la nieve hacía que el jardín pareciera más acogedor para la joya de la familia Black, que estar cálida en la sala con sus padres. Debió ser gracioso, para los jardineros o para quienes pasaban por la calle, ver a una chica media congelada, vestida con un abrigo grande que la hacía parecer un osito de peluche y unos calcetines gruesos para protegerse del frío en las piernas, que apenas estaban cubiertas por su falda.

El bolso blanco bailaba entre su mano derecha e izquierda, las botas altas resonaban en el único sendero de la acera que no estaba lleno de nieve. La impaciencia de Thalia era selectiva, a veces se sentía la persona más tranquila y tolerante del mundo, como si pudiera moverse tan lentamente como un perezoso y aún así no ser molestada. Otras veces, como ahora, sentía que cada tiempo perdido entre respiraciones era un desperdicio.

Ansiaba salir de su hogar, a pesar de que llevaba menos de una semana allí, sentía que cada hora era como un día perdido, no había nada qué hacer, poco con qué hablar, Narcissa estaba demasiado ocupada para recibir visitas y Bellatrix no era una opción. Thalia tocó el papel que siempre llevaba en su bolsillo, la dirección de tu tercer hermana, la cual nunca se atrevió a abrir y leer, simplemente la guardaba allí, como si fuera suficiente aunque sabía que no lo era.

Thalia tenia esa costumbre, idealizar algo es considerarlo como algo que ya tenía, como si ya lo hubiera logrado. Lo tomaba desde muy pequeña, la ayudaba principalmente con sus estudios, podía visualizar sus buenas notas, consideraba fácil el examen incluso antes de comenzar, por lo que su nerviosismo pareció disminuir, dando espacio a la seguridad. Fue realmente útil, pero a veces tenía su defecto. Resulta que crear altas expectativas siempre terminaba en grandes caídas, pues Thalia siempre se imaginó viajando por el mundo después de graduarse, y ahora está teniendo que adaptarse a la idea de una boda.

Adaptación o aceptación son palabras muy fuertes para describir los sentimientos de Thalia, normalmente ella siempre prolonga y evita los pensamientos. En Hogwarts, ella siempre está muy ocupada, moviéndose de un lugar a otro haciendo malabarismos con sus estudios, los resúmenes y actividades de James, su papel como Premio Anual y el trabajo. No tenía tiempo para pensar en nada más que en las tareas de los próximos días, pero en casa no hay nada que reprima estos pensamientos y esto empeoraba aún más su estancia en la casa de los Black.

Por tal motivo, Thalia y Pandora decidieron salir la mañana del veinticuatro de diciembre para ir de Comoras, aunque las dos ya habían comprado todo lo necesario para darle regalos a sus seres queridos, las chicas siempre podían encontrar algo nuevo que comprar para sí mismas.

―¡Llegué tarde!―dijo Pandora saltando de la bicicleta, su cabello tan claro como la luz se esparció mientras corría hacia la chica.―Lo siento, tuvo que deshacerme de Evan antes de irme.

Pandora envolvió a Thalia en un abrazo en un saludo amistoso, y la chica respondió encantada. Le agradaba mucho su prima, aunque tuvo poco contacto con ella en el último año gracias a su poco tiempo y a los chicos que siempre andaban con ellas dos, Evan y Bartemius.

―Necesita nuevos amigos con urgencia.―Thalia dijo con una suave sonrisa mientras la rubia se reía.

―Se siente solo ahora que Bartemius y Regulus...―ella no terminó la frase, sus ojos azules vagan hacia la nieve, su sonrisa se desvaneció lentamente.―Están ocupados.

Thalia compartía los pensamientos poco agradables de su prima, pero nuevamente, evitó pensar en ello y negó con la cabeza, la boina oscura en su frente está decorada con pequeños copos de nieve mientras da un paso adelante y le ofrece a Pandora Rosier, su mano cubierta por un guante negro.

―Vamos, vámonos antes de que venga tras de ti.―Thalia sonrió levemente, tratando de evitar el tema.

Pandora le devolvió la sonrisa, tomó su mano mientras las dos caminaban hacia el árbol en el centro del jardín, había estado allí desde antes de que se construyera la casa, hace más de un siglo, y probablemente permanecerá allí incluso cuando el último Black se vaya. Al admirar de cerca el tronco verdoso del alto árbol, se podía notar, entre las magulladuras de la madera y la savia dorada que manaba de el, un espacio ovalado, rodeado por un marco cubierto por las hojas que fluían sobre el. Era como una cascada, allí había un espejo que no reflejaba nada, incluso cuando las chicas se apoyaron e sus antiguas raíces y se atrevieron a ponerse de puntillas para buscar sus reflejos, no sirvió de nada. Para muchos parecía un defecto, un espejo inútil que no reflejaba nada, menos que nada.

Pero para ellas, y para todos los miembros de la familia, era mucho más, un traslador personal que poseía exclusivamente la familia Black, quienes estaban muy orgullosos de tener en posesión de uno de los primeros objetos mágicos, que siglos atrás había sido entregado como un regalo para un miembro importante de la familia. No era un traslador cualquiera, sino uno que había sido producido por el mismo Salazar Slytherin, era refinado y lleno de misterios.

Aún así, para cualquier otra persona, era sólo un espejo.

A Pandora no le gustaba la terrible sensación de la aparición, a veces el miedo a ser aplastada era mayor que el deseo de aparecerse, y sabiendo el hecho, Thalia Black sugirió que el traslador sería un mejor camino a París.

Al estirar las manos al mismo tiempo y tocar la fría superficie del portal, la nieve blanca que caía apresuradamente quedó atrás, dejando espacio para una nieve que se movía lentamente, que parecía probable que dejara de abrirse paso en cualquier momento. Pandora Rosier guardaba una versión más pequeña del mismo traslador en su bolsillo, y las chicas observaron a su alrededor viendo la famosa torre a cierta distancia de ellas.

―Entonces deberíamos ir a...―Thalia dejó de hablar cuando se giró hacia la chica y la encontró corriendo hacia el otro lado de la calle.―¡Pam!

Thalia la siguió, aún muy confundida por el cambio repentino, Pandora nota visiblemente que su prima la seguía, pero lo único que hace es reír, corriendo por la nieve y evitando las bocas de incendio. La rubia levantó los brazos como si eso fuera lo más divertido que se podía hacer el veinticuatro de diciembre. Por alguna razón, hasta ahora inexplicable para Thalia, la chica también sonrió durante la persecución.

―¿Qué estás haciendo?―preguntó Thalia cuando finalmente la alcanzó, entrelazando su brazo con el de Rosier.

―¿Cómo eres tan rápida?―la chica le devolvió la pregunta con una gran sonrisa mientras intentaba recuperar el aliento.

―Los estudiantes que se quedan fuera de la cama fuera de horario deben ser perseguidos.―Thalia dijo con una sonrisa divertida al ver las mejillas de la rubia ponerse rojas al recordar cuando Thalia la encontró recientemente en el armario de las escobas.―Como tú...

―¡Pam, Pam!―alguien llamó y Pandora sintió que una bola de nieve, que pronto se derritió, era arrojada contra su chaqueta de cuero blanca.

Thalia se giró al lado de la chica, allí estaba Xenophilius Lovegood, con el cabello casi completamente afeitado como siempre, pero sus cortísimos mechones rubios aún eran visibles. Black miró a su prima confundida, esperando ver al menos una expresión de sorpresa en el rostro de la chica, pero en cambio solo había felicidad genuina de alguien que ya esperaba esto.

Thalia entrecerró los ojos y se cruzó de brazos sintiéndose traicionada.

―Oh, mira...―Pandora tomó ambas sus manos y sonrió como un cachorro que planeaba romper la almohada de su dueño si no lo detenía.―Las vacaciones son largas, Evan no me deja en paz, mi padre no me deja salir de casa para ver a un chico, esta era mi única oportunidad.

―¿Por qué no me lo dijiste?―Thalia preguntó ignorando la presencia del chico.

―¿Habrías venido si te lo hubiera dicho?―preguntó Pandora con el ceño fruncido mientras la miraba incrédula.

―No.―Thalia admitió tajantemente. Pandora fue quien esta vez se cruzó de brazos y Thalia puso los ojos en blanco.―Está bien, ya me voy.

―Espera, tenemos que reservar un lugar para reunirnos.―Pandora habló un poco más alto mientras Black se alejaba.

―Tienes la llave, vuelve cuando quieras, puedo aparecerme.―respondió Thalia alejándose unos pasos.―Simplemente no le avises a mi madre si volvemos por separado.

Pandora no respondió, no hubo tiempo mientras Thalia subía las escaleras hacia una vieja tienda de vinilos, las paredes de madera daban la impresión de un establecimiento a punto de derrumbarse, la acera se volvió muy resbaladiza dada la nieve que se estaba derritiendo ahora que el salió el sol brillando en lo alto.

Al pasar por la puerta, se podía escuchar un tintineo de una pequeña campana, colocada justo encima de la puerta, aunque estaba en lo alto, estaba conectada a la puerta por un hilo dorado que avisaba a los demás del ingreso de Thalia al lugar. A diferencia de los establecimientos más cercanos a casa, allí a nadie le importaba quién era Thalia y ni de qué familia provenía.

Apareció un hombre un poco más bajo que Thalia, tenía un ojo postizo que era naranja como el pelo de un gato, y el otro era de un castaño completamente normal, diferente a lo que quedaba de su cabello, a los lados quedaban mechones morados esperando a caer.

―Bienvenida a Gyps, llévate todo lo que puedas permitirte, pero ten cuidado con lo que robas.―el hombre sonrió con maldad mientras señalaba la puerta, donde un niño intentaba fingir que no escondía un disco encantado en su bolsillo para parecer más pequeño. De nada sirvió ya que el hilo de la campana se deslizó por la pared hasta llegar a los piel del niño, colocándolo boca abajo y provocando que todos los discos que la chica pensó que solo era uno se deslizaran de sus bolsillos. Luego el niño fue arrojado afuera donde cayó de cabeza mojado con nieve derretida, el vendedor se volvió hacia ella nuevamente y sonrió, ahora parecía divertido.―Felices compras.

Los ojos verdes de Thalia se abrieron como platos, pero intentó devolverle la sonrisa para no ser grosera o sospechosa de ser la próxima arrojada a la acera. El extraño hombre se alejó de ella, buscando sus preciados discos en el suelo. Black negó con la cabeza, alejándose de la escena y dirigiéndose hacia los discos de vinilo, pasó por el estante donde llamó su atención el cantante muggle que parecía volverse cada día más famoso, el nombre Billy Joel brillaba en letras doradas. Thalia tomó un disco y le pareció que extraño que solo hubiera una canción en el.

James.

―Sólo puede ser una broma.―Thalia habló en voz baja, sin poder evitar una sonrisa de incredulidad.

―¿Thalia?―se escuchó la voz de Remus Lupin, el chico de cabello castaño apareció, su enorme sonrisa y ojos brillantes hicieron que sus cicatrices fueran lo último que alguien notaría.

―¡Remus! ¡Qué bueno verte!―Thalia estiró uno de sus brazos, abrazando a Remus mientras el chico aún sostenía un disco.―¿Cómo estás?

―Es bueno verte a ti también.―dijo el chico con el vinilo de David Bowie en sus manos.―Yo estoy muy bien, la verdad, ¿y tú cómo estás?

―Bien.―Thalia sonrió tratando de sonar convincente pero Remus arqueó una de sus claras cejas.―Vale, estoy aburrida.―Thalia admitió y el chico se rio, asintiendo con la cabeza como si entendiera, aunque Lupin nunca había tenido la experiencia de pasar Navidad con la familia de Thalia, ya había recibido decenas de cartas largas de Sirius quejándose cuando aún vivía entre ellos.―¿Qué haces aquí en Nochebuena?

―Sirius siempre deja las compras para último minuto.―dijo el chico resoplando mientras se quejaba de Black, pero era gracioso, incluso cuando ponía los ojos en blanco y llamaba a Sirius Black "perro sarnoso", sus ojos marrones seguían brillando de la misma manera, hacía parecer que su amor era tan sólido que si extendiera su mano, podría tocarlo, como si existiera una copia de Remus que existiera solo para amar a Sirius.―Estoy pensando en regalarle un despertador y una agenda, pero sé que de todos modos encontrará la manera de llegar tarde.

Thalia se rio levemente, envidiando a Sirius nuevamente. No era como si quisiera robarle a Remus o que Lupin dejara de amar a Black. Era solo que Thalia pensaba que sería realmente genial si algo así le pudiera pasar a ella también.

―¿Está aquí?―preguntó Thalia, recordando la última vez que habló con él. Nada bueno salía de las reuniones de Sirius y Thalia, eran demasiados testarudos.

En ese momento, la ruidosa campana no es lo único que anuncia la entrada, hay un timbre alegre y hasta descontrolado, es una risa tan caliente como el sol el sonido invadió el lugar cuando el chico inclinó la cabeza hacia atrás, los otros dos a su lado abrazando su cuerpo intentando dejar de reír. La puerta se cerró detrás de James, Sirius y Peter, quienes parecer haberse divertido mucho con la escena que encontraron al otro lado de la acera. Sirius Black se puso de puntillas y sus ojos grises miraron a su alrededor, la sonrisa apareció nuevamente cuando encontró a Remus, no notó a Thalia porque es Remus y no podía mirar a nadie más.

Era irónico lo similares que eran Sirius y Thalia en este aspecto, como en muchos otros que pasarían toda su vida tratando de negar. Los ojos muy verdes no abandonaron a James, ya que la risa lo invadió y él echó la cabeza hacia atrás riendo, justo a tiempo para que la chica volteara y viera el cabello desordenado moviéndose como ondas junto con él. Thalia abrazó el vinilo, manteniéndolo cerca de su pecho mientras sonreía, quién sabe por qué, mientras el chico ingresaba en el lugar.

―Lunático, ¡no lo vas a creer!―Sirius se acercó, tomando los discos de las manos de Remus como reafirmando que Remus no necesitaba cargar nada cuando estaba cerca, su otra mano libre sostuvo la cintura del chico.―Estábamos pasando por la fuente de hielo y vimos a Lovegood... oye, espera un momento.

Sirius se interrumpió, pareciendo ahora darse cuenta de lo que Remus estaba señalando frenéticamente con los ojos bien abiertos. Black se giró, su cabello negro casi le llegaba al hombro, parte de su cabello estaba recogido en alto, siendo sostenido por un extraño palillo, sus ojos grises se posaron en la escena mientras la chaqueta de cuero se movía con él mientras el chico se cruzaba de brazos no muy satisfecho.

Resulta que el momento fue demasiado obvio, como todo acerca de esos dos siempre lo fue para Sirius. No era sólo Thalia sosteniendo un enorme disco con el nombre de James contra su pecho lo que le molestaba, sino al mirar al otro lado de pasillo donde Peter estaba diciendo algo sobre los discos de KISS y siendo completamente ignorado porque James Potter estaba demasiado ocupado, con los labios entreabiertos mientras miraba a la chica, como si nada pudiera creer que ella realmente estuviera allí. Ya no podía diferenciar su mente adicta, tal vez estaba lo suficientemente loco para eso.

―Hola, James.―Thalia lo saludó levemente, su voz muy tranquila, la forma en que parpadeaba hacia que sus pestañas se movieran lentamente.

Sirius puso los ojos en blanco, podía ver a James ardiendo al otro lado del pasillo. Black abrió la boca para interrumpir pero Remus lo apartó por la muñeca, saludando a Peter quien, sin entender, siguió a los otros dos a través del pequeño espacio en dirección al siguiente pasillo.

James se acercó, ahora seguro de que no era una broma de su mente atribulada, nunca podría haberlo imaginado tan bien. Como cuando él se detenía frente a ella y Thalia baja ligeramente la cara, sus ojos verdes se vuelven hacia él y una sonrisa tímida aparece en su rostro.

Esto fue terrible para James, esta chica seguramente sería su perdición. Cuando ella lo miró así, pareció que Potter podía sentirlo, que estaba bien admitirlo, y tuvo que hacer una lista en su cabeza de todos los porqués, tratando de convencerse a sí mismo de no volver a sentirlo.

―Hola, Thali.―dijo con un suspiro mientras observaba el atuendo casi completamente oscuro de Thalia, si no fuera por el abrigo de piel blanco, resaltando contra la blusa de cuello alto que permaneció pegada a su cuerpo.―¿Cómo van tus vacaciones?

―Terribles.―Thalia admitió sin dudarlo porque, bueno, ese era James.―Narcissa me hizo probar tantos tipos de canapés que estoy pensando en hacerme cata, ya conozco todos los sabores y texturas.

―Gran idea, puedes hacer un programa de cocina.―James se rio ligeramente.

―Sí, pero sólo de canapés.―reforzó Thalia mientras levantaba la barbilla y hacia una voz graciosa con un forzado acento francés.―Sólo los mejores y más caros canapés que existen.

―¡Oh sí! Sólo los mejores canapés para usted, señora.―James imitó el acento, haciendo que la chica se cubriera el rostro con la mano mientras reía, la atención de Potter recayó en el vinilo en sus manos.―Ah, ¿tanto me extrañaste?

Thalia retiró la mano de su rostro y siguió la mirada de James hasta el disco, arrugó la nariz mientras miraba el nombre resaltado. Colocando el disco nuevamente en su lugar, se giró hacia él.

―En realidad, estoy en una misión secreta.―susurró mirando a su alrededor como si estuviera lista para contar un secreto de estado.―¿Quiere saber qué es, señor?

―Oh oui, s'il vous plait.―James se acercó, inclinándose para escucharla.

―Voy a comprar todos los discos que tengan tu nombre.―susurró y el chico abrió mucho los ojos.

―¿Y cuáles son sus planes con esto, señora?―preguntó el chico con la mano en el pecho, fingiendo estar preocupado.

―¡Brujería!―exclamó ella, casi sonando amenazante.

―¡Ay, no! ¡Estás intentando hechizarme!―Potter sostuvo sus puños contra su pecho, simulando una estaba en su corazón.―¡Con el arma más poderosa, Billy Joel!

―¿Funciona, señor?―Black actuó, estirando los dedos y agitándolos como si le enviara algún tipo de hechizo.

―¡Si, señora!―Potter se inclinó más, apoyando su frente contra su hombro como si el último golpe asestado fuera a ser su derrota.―¡Estoy perdido!

Thalia se rio, su mano subió por su chaqueta roja hasta llegar a su cabello, a James pareció gustarle mientras envolvía sus brazos alrededor de su cintura acercándola, oliendo la vainilla, escondiendo su rostro en su cuello y sintiendo sus dedos acariciando su cabello. Podía sentir la tensión abandonando sus nervios, su cuerpo tomando forma con el de él, como si fuera allí donde debían estar.

―Estoy perdido.―susurró James de nuevo, esta vez sin acento ni alegría en su tono.

Thalia lo rodeó con más fuerza, cerró los ojos y presionó ligeramente sus labios contra su cabello. Alguien ha puesto una canción y ambos sonrieron cuando se dieron cuenta de qué se trata.

'James, we were always friends, from our childhood days... '

―¿Puedo preguntar algo?―preguntó James, luego de unos segundos de que permanecieran en esa misma posición y él todavía no tenía ganas de alejarse.

'Hey, just look at what a job you've done, carrying the weight of family pride...'

―Uhum.―murmuró Thalia, con las yemas de sus dedos escondidas en su cabello mientras lo sentía dibujar círculos invisibles en su espalda.―¿Qué es?

'Do what's good for you, or you're not good for anybody, James...'

Su mejilla tocó su hombro mientras Black pensaba en cómo la letra de la canción impactó de manera diferente. Cómo no era en absoluto lo que esperaba, y cómo aunque llevaba el nombre de James, parecía más bien hecha para ella.

'James, do you like your life? Can you find release? Will you ever change?'

―¿Irías conmigo a un lugar?―se alejó, sólo para poder mirarla, sosteniendo el rostro de la chica entre sus manos, sin guantes, pero aún abrigado incluso en ese día frío.―¿Sin preguntar nada? ¿Confiarías en mi con esto?

'Do what's good for you, or you're not good for anybody, James.'

―Si.―respondió Thalia mirando los ojos marrones, los cuales parecieron iluminarse con su respuesta.

―Bien.―James sonrió, diferente esta vez, parecía ansioso.―Muy bien, ven conmigo.

El chico tomó su mano y la empujó hacia la puerta. Al salir, Thalia vio al asistente observando sus pasos, esperando que el hilo dorado los hiciera caer, pero no fue así.

―¿Qué pasa con tus amigos?―preguntó Thalia bajando las escaleras y caminando junto a él por el lado izquierdo de la acera.

―Van a estar bien.―prometió el chico mirando el reloj que llevaba en la muñeca. La nieve se había derretido casi por completo, provocando que los charcos aumentaran, Potter guio a Black, sujetándola por la cintura para que pudiera evitar pisar el agua.

La chica observó todo con atención, tratando de encontrar una respuesta sin tener que preguntar. James pudo ver la curiosidad de Black mientras memorizaba las señales buscando una pista, pero no había ninguna. Pasaron por un gran árbol con pocas hojas rojas y la última de ellas cayó sobre el hombro de Thalia, quien la agarró, sosteniendo la hoja en el camino, observando los dibujos en la acera, los muchos pequeños restaurantes, todos pegados, era fácil confundirse.

―Aquí.―James se detuvo frente a uno de ellos, Bummelhof, era el nombre dorado en la fachada roja y lila, las decoraciones navideñas en la puerta hacían que cada lugar se sintiera acogedor.

―Creo que necesitas una reserva.―comentó Thalia al pasar por la perta luego de agradecer a James cuando el chico abrió la puerta.

Jame sonrió, era una de esas sonrisa que solían irritar a Thalia, una de esas que lo hacían parecer un genio malvado, como alguien que estaba listo para sacar una carta de su manga. Mientras se acercaba al mostrador, la chica se dio cuenta de que, de hecho, esto todavía era preocupante para ella, incluso ahora.

―Tengo una reserva a nombre de James Potter.―lo escuchó decir Thalia mientras admiraba las luces navideñas que colgaban del techo, tan doradas en contraste con esas luces de colores alrededor del gran árbol, en el fondo de su mente, la música de la tienda anterior todavía brillaba.

Haz lo que sea bueno para ti o no serás bueno para nadie.

―Thali.―James volvió a tocar su mano y la condujo a otra parte del establecimiento, donde las mesas estaban listas y casi completamente llenas, una camarera se detuvo a su lado y sonrió gentilmente.―Ella te llevará allí mientras yo voy... sí, al baño.

Thalia frunció el ceño, sospechando de Potter mientras él se dirigía al pasillo del baño y la dejaba atrás.

―Por aquí.―la camarera continuó con la misma sonrisa practicada, Thalia obedeció, no queriendo crear problemas a la mujer.―Tu novio es muy educado.―elogió luciendo feliz con la propina en sus bolsillos.―Y generoso.

―No es mi novio.―negó Thalia, avergonzada, sintiendo sus mejillas sonrojarse.―Perdón, pensé que era una cena con su madre o...

―¿Su madre?―Thalia quedó muy confundida cuando la mujer dejó de caminar.

―Ya había alguien esperándolo aquí.―la mujer señaló la mesa frente a la chica que mantenía sus ojos confusos en el rostro de la camarera.

Thalia se giró mirando al mesa preguntándose qué diablos estaba planeando James Potter pero luego se detuvo. Todo se detuvo, absolutamente nada más pasaba por la mente de Thalia ya que sus ojos y su cerebro tardaron un segundo en reconocer el rostro que tenía frente a ella, La camarera se alejó, la persona de la mesa se puso de pie, con los labios entreabiertos y los ojos muy abiertos, las manos en el estómago, las uñas mordidas por el nerviosismo.

Thalia sacudió la cabeza muy lentamente, sus labios apretados fuertemente, sus ojos ardían con lágrimas que no dejaba caer mientras sus puños se apretaban a sus costados, era como enfrentar el pasado, como si su mayor dolor la persiguiera de forma corpórea.

Pero eran sólo Thalia y Andrómeda mirándose, después de siete años.

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